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Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.6 no.25 Toluca jul./sep. 2000

 

Presentación

 

Las últimas décadas han sido de transformaciones notables. En los ámbitos de la economía, la demografía, la tecnología, la cultura y los procesos políticos los cambios han sido múltiples y coincidentes, llegando a reconfigurar las formas tradicionales de convivencia y participación social. Las tendencias podrían entenderse desde distintas perspectivas, enfatizando diversas dimensiones de la modernización de la sociedad. Los cambios, particularmente los asociados con la población, no son súbitos ni el resultado de factores únicos, pero los procesos recientes de globalización, entendida ésta no sólo como una forma de interdependencia en la esfera de las relaciones económicas internacionales, al incidir sobre la conciencia, los sistemas de valores y las relaciones de poder, operan sobre la propia cotidianidad reasignando roles y dando lugar a nuevas estructuras de participación y/o de exclusión, demandas y conflictos. En el mismo sentido, la complejidad de los procesos exige de esfuerzos renovados de reconceptualización y análisis que permitan comprender las nuevas formas que adopta el desarrollo social.

El capitalismo, en su fase actual, sirviéndose de los acelerados avances tecnológicos, particularmente en la comunicación, ha significado una profunda reestructuración a escala planetaria, que, guardando las diferencias de contexto, adquiere la forma de un sistema emergente con grandes contradicciones. En el ámbito del trabajo se han modificado las formas clásicas de participación, a partir de la adopción de tecnologías y nuevas técnicas de organización de la producción y uso de la fuerza de trabajo. El escenario en cierto modo es paradójico: de tecnificación, modernización y precariedad laboral simultánea, caracterizado por la vulnerabilidad en la calidad, la estabilidad y la seguridad social en el empleo. En otro nivel, las crisis económicas constantes por la reestructuración de los mercados para hacer frente a los procesos de internacionalización de las economías y la flexibilización de los procesos productivos, han influido sobre el modelo tradicional de familia, concebida como una unidad estable y cohesionada, donde el padre cumplía el rol de proveedor económico y la madre se limitaba a la asignación de las tareas domésticas y atención de los hijos, dando paso a una variedad de estrategias que han tendido a modificar la estructura de funciones en los hogares.

El mundo de trabajo se ha transformado. En otro orden, las relaciones de trabajo basadas en las formas de producción en gran escala, dominantes en el periodo de la posguerra, están dando paso a nuevas formas. Se ha entrado a la era de producción y organización flexible del trabajo. El concepto de trabajo que implicaba al de empleo, y estaba consecuentemente asociado a la existencia de un puesto de trabajo, en cierto modo ha tendido a cambiar. El mismo concepto de desempleo ha ido perdiendo sentido ante la expansión del llamado "trabajo por cuenta propia", asociado a la subocupación y al deterioro en la calidad de las ocupaciones. La tendencia de precarización mundial del trabajo ha coincidido con la de la feminización del empleo remunerado y no remunerado. Ha sido creciente la participación de la mujer en el mercado de trabajo, incluso desplazando en ciertos sectores y actividades al trabajador masculino. En este sentido, América Latina no ha estado exenta ni al margen de los cambios mundiales. La globalización, con todas sus consecuencias, es un hecho insolayable, y algunas de sus manifestaciones estructurales están dadas por las modificaciones en las estructuras de producción y en las nuevas formas de organización y explotación del trabajo, incluyendo la creciente inserción laboral de la mujer.

Los cambios describen tendencias más o menos claras, pero complejas, por la coincidencia de factores y lo rápido de las transiciones. Las familias, en términos de sus estructuras, se han hecho más pequeñas, pero, quizá, más complejas. En otro ámbito, se han modificado las pautas de constitución de pareja. Ha aumentado la edad promedio de los hijos e hijas a su primer matrimonio y también el primer alumbramiento, ligado a la reducción de la fecundidad y a la participación de la mujer en los mercados de trabajo. La cada vez mayor proporción de hogares dirigidos por mujeres igualmente ha ido cambiando la estructura de funciones y las responsabilidades económicas en las familias. En este contexto se presentan ciertas paradojas, o tendencias, aparentemente encontradas: por un lado, se ha tendido a retardar la edad del matrimonio de los hijos, quizá en respuesta a imperativos de orden cultural, respecto de la creciente individualización y la postergación de las responsabilidades familiares, y/o por razones económicas, que en uno u otro sentido buscan asegurar la interdependencia entre los miembros como estrategia para enfrentar colectivamente las limitaciones y demandas de recursos por parte de la unidad doméstica; por otro, bajo otras lógicas, se ha ido configurando una nueva estructura, creciente, semiacéfala, de familias encabezadas por mujeres, en gran parte madres solteras, y, aunque aun en menor escala, la conformación de soledades determinadas por el incremento de hogares no familiares, unipersonales.

En este número recoge un conjunto de trabajos que en uno u otro sentido articulan algunas de las tendencias señaladas, agrupados en tres grandes secciones temáticas. La primera, respecto a la formación de parejas, la disolución de uniones y la subjetividad masculina en la práctica del aborto, la encabeza el artículo de la doctora Julieta Quilodrán, profesora investigadora del Centro de Estudios Demográficos y de Desarrollo Urbano de El Colegio de México, ampliamente conocida en el mundo académico por sus contribuciones a los estudios sobre nupcialidad y fecundidad en el país, con el que muestra algunos de los cambios previsibles en la formación de parejas conyugales, teniendo en cuenta los factores demográficos en la fase actual de la transición demográfica en México; el otro es de la doctora Irene Cacique, investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la Universidad Nacional Autónoma de México, en el que, desde otra perspectiva, analiza el impacto del trabajo femenino extradoméstico en la disolución de la primera unión para el caso de mujeres urbanas en la Región Capital de Venezuela; cierra la sección el artículo en coautoría del doctor Juan Guillermo Figueroa Perea y la maestra Verónica Sánchez Olguín, ambos investigadores del Centro de Estudios Demográficos y de Desarrollo Urbano de El Colegio de México, en el que exploran diferentes contenidos del discurso masculino en las decisiones y prácticas de interrupción del embarazo en México.

La siguiente sección la integran cuatro trabajos: el del doctor Ricardo Antunes, investigador de la Universidad de Campinas, Brasil, esencialmente teórico, en el que discute el alcance y/o pertinencia de la categoría de trabajo a la luz de las transformaciones introducidas recientemente con la globalización y los procesos asociados a ella; el de la doctora Cirila Quintero Ramírez, investigadora de El Colegio de la Frontera Norte, de carácter más empírico, analiza el creciente desarrollo de la industria maquiladora, y sus consecuencias, ante la debilidad organizativa sindical en Ciudad Acuña, Coahuila, México. Los dos trabajos siguientes son especialmente ricos en términos metodológicos en cuanto a los factores que inciden en la participación en el mercado de trabajo y la evaluación de las fuentes de datos sobre dicha participación desde la perspectiva de género. El artículo, en coautoría, de las maestras Mónica Iris Calderón e Iris Perlbach de Maradona, ambas investigadoras de la Universidad Nacional de Cuyo, Argentina, analiza, con base en un modelo econométrico, la probabilidad de participar o no en el mercado de trabajo, identificando la población más vulnerable o de mayor riesgo para el caso de Gran Mendoza, entidad de Argentina; en contraste, el trabajo, igualmente en coautoría de la doctora Gabriela Vázquez, el doctor Robert McCaa y el doctor Rodolfo Gutiérrez, los dos primeros, investigadores del Minnesota Population Center de la University of Minnesota, y el tercero, investigador de la Universidad Autónoma de Baja California, intenta mostrar la utilidad de los censos de población y, sobre todo, de los microdatos muestrales para los estudios comparativos espacial y longitudinalmente, a partir de la pregunta sobre la confiabilidad de las fuentes en México y Estados Unidos para el periodo 19701990.

Finalmente, la tercera y última sección incluye los trabajos de la doctora Marta Vera Bolaños, investigadora de El Colegio Mexiquense, y de la doctora Norma González González, investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de México. El primero, de discusión teórica en cuanto a los alcances de la llamada "teoría de la transición epidemiológica", trata de explorar la pertinencia de los supuestos básicos del enfoque, en tanto que el segundo analiza los contenidos de la epidemiología social en la política sanitaria de México en el marco de las transformaciones recientes, así como los retos que imponen los cambios en el sistema de salud del país.

El colectivo editorial de agradece el envío de artículos, a la vez que se complace por los comentarios recibidos y la divulgación del material publicado.

Dídimo Castillo F.
Director

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