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Papeles de población

On-line version ISSN 2448-7147Print version ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.6 n.23 Toluca Jan./Mar. 2000

 

Determinantes socioeconómicos de la migración laboral: el caso de los indígenas mames de la Sierra Madre de Chiapas, México*

 

Joaquín Peña Piña, Ernesto Benito Salvatierra Izaba, Germán Martínez Velasco y Rosa Elva Zúñiga López

 

Colegio de la Frontera Sur.

 

Resumen

La migración laboral a las fincas cafetaleras entre los indígenas mames se ha practicado a lo largo del siglo XX. En los últimos 10 años, la comunidad de Pavencul, ubicada en la Sierra Madre de Chiapas, ha diversificado sus destinos migratorios hacia el interior del país y Estados Unidos. Este estudio se realizó para conocer los patrones migratorios de los indígenas mames. Primero, identificamos la magnitud de la migración laboral mediante un censo comunitario; después, aplicamos un instrumento para la recolección de datos que incluye variables económicas y sociales. Se hicieron algunas entrevistas para apoyar los datos cuantitativos. Los resultados mostraron que los indígenas mames mantienen la migración laboral como una estrategia de sobrevivencia.

 

Abstract

Labor migration to the coffee country houses between mam indians has been practicing through this century. Last ten years, Pavencul, a comunity located at Sierra Madre de Chiapas, diversified its migration destinies inside the country and United States of America. This survey was conducted to identify a migration patterns, first the magnitude of labor migration by a community census; after, we apply an instrument for gathering data that included economic and social variables. Several interviews were done to support quantitative data. Results shown that labor migration keeping at present time for mam indians and community, as a surviving strategy.

 

Introducción

La migración laboral, como fenómeno social en el medio rural, tiene sus orígenes en el desarrollo del capitalismo en México. La Revolución Mexicana marcó el inicio de una serie de políticas de desarrollo que tuvo su expresión en la "Reforma Agraria", la cual destruyó los vestigios del sistema de producción feudal, abriendo el campo al desarrollo capitalista y transformando la estructura agraria del país (García, 1980). La necesidad de grandes contingentes de fuerza de trabajo, vinculados al proceso de industrialización del país, cambiaron la dinámica del México rural, que se caracterizó por un alto crecimiento natural de la población y una fuerte emigración hacia las áreas urbanas (Relio, 1986; Dabat, 1993 y Álvarez, 1996).

El llamado "milagro agrícola" que experimentó el país entre 1930 y 1966, cuando el crecimiento de la agricultura era superior al de la población, subsidió el desarrollo urbano a costa de las divisas generadas por los productos del campo, conduciendo al país aun crecimiento diferencial rural-urbano. El medio rural se dividió, a su vez, en un sector capitalista, privado y con una producción destinada a la comercialización y otro sector campesino, de tipo ejidal, con producción para autoconsumo, donde se encuentra la mayor parte de la población del campo. Por ello, los flujos migratorios a partir de 1940 en particular, están vinculados al proceso de industrialización del país (Verduzco, 1982; Portocarrero, 1989; Martínez-Saldaña, 1996), dando lugar a una gradual separación del campesino de la tierra, de sus medios de producción y su consiguiente desplazamiento.

Una de las tesis utilizadas para explicar la expulsión de mano de obra del sector rural es la referente a los factores de cambio y estancamiento (García, 1980); el primero de ellos, relacionado con el proceso de separación del campesino a medida que éste se integra al régimen capitalista y el segundo por la creciente presión sobre la tierra, limitada y de carácter minifundista en el medio rural, que resulta de la incapacidad de los productores de subsistencia para elevar el rendimiento agrícola. Para Arizpe (1980), la migración laboral debe verse en relación con la distribución desigual de las inversiones de capital que han generado un desarrollo desequilibrado entre la ciudad y el campo, entre regiones y entre naciones, las cuales atraen o expulsan fuerza de trabajo que le imprimen diversos volúmenes y direcciones a las migraciones internas o internacionales.

De esta forma, la migración se ha visto condicionada a tres factores: el ritmo de crecimiento de la industrialización, la forma en que el Estado ha intervenido en las políticas de desarrollo económico y la manera en que ocurre la composición/recomposición de la economía campesina tradicional. Su combinación a diferentes niveles y la aplicación errónea de políticas de desarrollo desiguales ha estimulado los flujos migratorios requeridos por el sistema capitalista, dando origen a la dualidad presente en la agricultura mexicana: la agricultura empresarial capitalista y la agricultura de subsistencia.

Si hay un lugar donde se ven claramente estas diferencias, es precisamente en la región chiapaneca del Soconusco, donde las fincas cafetaleras mantienen una estrecha vinculación con la mano de obra indígena de la sierra y del altiplano guatemalteco durante periodos de trabajo temporal. Para los indígenas de la región no queda de otra sino emplearse en la pizca de café bajo condiciones similares a las de principio de siglo; sin embargo, durante los últimos años, los patrones migratorios están sufriendo un cambio para dirigirse al norte de México o hacia Estados Unidos de América, en busca de mejores condiciones de salario y empleo.

Es justo señalar que la migración laboral fue precedida por campesinos mestizos y que ahora los indígenas de esta región se incorporan con mayor dinamismo a la migración laboral, cuyo destino se dirige hacia las regiones de mayor inversión capitalista, como sucede con los mames de la Sierra Madre de Chiapas.

En una investigación realizada por Salvatierra (1999) en el Soconusco, se encontró que la magnitud de la migración laboral variaba de acuerdo con los contextos socioeconómicos estudiados; así tenemos que en el contexto urbano el índice fue de 2.23 por ciento; en el urbano marginal, fue de 2.22; en el rural mestizo, de 4.94 y en el contexto rural indígena, 19.4 por ciento, denotando la importancia de este último en el fenómeno de la migración laboral, practicada por la mayoría de las comunidades de la sierra.

En este artículo nos enfocamos, en un primer momento, a examinar la magnitud y condición general de la migración laboral temporal entre los indígenas mames mexicanos de la Sierra Madre de Chiapas, específicamente en el ejido Pavencul y, posteriormente, analizamos la influencia de las variables socioeconómicas asociadas con la migración en la población económicamente activa masculina.

 

Estrategia metodológica

La necesidad de conocer y estudiar una comunidad de la sierra que pertenece al Soconusco obedece a que en la región hay un desarrollo diferencial basado en dos modos de producción: agrícola-comercial y de subsistencia, que tienen plena articulación y dependencia mutua. El trabajo en la finca ya no cubre las expectativas económicas de los indígenas, que en los últimos años han diversificado sus destinos migratorios. Por ello, lo primero que se investigó fueron las condiciones de la comunidad y sus unidades familiares y, después, se estudiaron las condiciones socioeconómicas que tienen influencia en la migración.

Para ello se utilizaron varios instrumentos de investigación, como la revisión bibliográfica para conocer lo referente al tema en la región del Soconusco, así como la revisión de los factores socioeconómicos de la economía campesina. Para determinar la magnitud de la migración laboral e identificar las variables que se asocian al fenómeno, se elaboró una encuesta sociodemográfica;1 adicionalmente se levantaron algunas entrevistas semiestructuradas con informantes clave para captar valoraciones, actitudes, conductas o motivaciones en torno a este fenómeno entre la población. Además, para estudiar los patrones migratorios en el ejido Pavencul, se abordó la migración laboral temporal2 como una estrategia de sobrevivencia que busca solventar carencias económicas y sociales del entorno.

Para la selección de los barrios donde se aplicó la encuesta se consideraron los siguientes criterios: primero, se excluyeron del estudio Piñal y Pavencul, por haber sido encuestados el año previo por Salvatierra (1999). Segundo, se determinó el porcentaje de migración registrado en los ocho barrios mediante un "censo comunitario" (cuadro 1), tanto en las unidades familiares como en lo individual.

Además, se observó el comportamiento de los flujos migratorios a lo largo del año según destino y mes de partida (gráfica 1). Tercero, una vez obtenida la información anterior, se procedió al levantamiento de las encuestas que a su vez se seleccionaron por tener los porcentajes menor y mayor de migración correspondiente a Buenavista (7.6 por ciento), La Cueva (11.5 por ciento) y Molinos (16.3 por ciento).

La unidad de análisis fue el individuo al interior de la unidad familiar y la variable dependiente fue la migración laboral temporal que se distribuye de forma binomial (migró/no migró) y las variables independientes que se seleccionaron después de un análisis exploratorio de los datos y fueron clasificadas en: a) económico-estructurales: condición de la vivienda, tamaño de la parcela, producción de maíz, producción de café, tipo de fertilizante, deudas, ingreso económico en el último mes, participación en programas de asistencia social gubernamental3 y organizaciones sociales no gubernamentales;4 b) sociales: tipología familiar, tamaño de la familia; ciclo de vida, religión, lengua, escolaridad.

Durante el análisis exploratorio de los datos en los barrios seleccionados no se registraron diferencias entre ellos para hacer comparaciones, por lo que no fue necesario realizar los procedimientos estadísticos por separado, sino considerando a los tres sitios de muestreo como uno solo. Asimismo, sólo se seleccionó a los hombres de la población económicamente activa (PEA: 15 a 64 años de edad) por su prevalencia 5.2 veces superior con respecto a la femenina. Posteriormente, se realizó el análisis bivariado entre migración y las variables independientes, calculando como medida de asociación la razón de momios y los intervalos de confianza en 95 por ciento. Se utilizó el análisis de principales componentes, para reducir aun solo vector los indicadores de las condiciones de la vivienda: piso, techos y paredes, seguido del análisis de clusters, para obtener el índice de condición de la vivienda, clasificado entres grupos: buenas, regulares y malas (Kleinbaum, 1988). Para explicar la migración desde el punto de vista cuantitativo se utilizó el procedimiento de regresión logística no condicional; para ello, primero se incluyeron todas las variables asociadas de forma significativa con la migración y enseguida se evaluó el efecto de todas las variables independientes sobre la migración, con base en el método hacia atrás o backward, con el cual se fueron eliminando de forma ordenada, hasta llegar al mejor modelo que permitió conocer el efecto y las interacciones de las variables explicativas sobre la migración (Hosmer y Lemeshow 1989). Los datos cualitativos que resultaron de las entrevistas abiertas, los testimonios y las observaciones directas se clasificaron por temas en un "diario de campo" con la descripción, observaciones personales y tópicos relacionados con el tema, para captar las valoraciones y conocer la percepción de la gente con respecto a la migración, así como diversos aspectos económicos y sociales.

 

Características regionales de la migración

La región del Soconusco ha estado influida históricamente por la migración laboral. A partir de la introducción del café y la aparición de las primeras fincas cafetaleras durante el siglo XIX, hubo una creciente demanda de mano de obra proveniente de las zonas montañosas, fortaleciendo este sistema que utilizaba los procedimientos más brutales de contratación entre los indígenas (Medina, 1993). Ello dio lugar al florecimiento económico de la región, acorde con el empobrecimiento lacerante de la población que aún persiste en la actualidad. Desde entonces, las familias campesinas mames se han transformado de campesinos indígenas a proletarios agrícolas —como trabajadores asalariados temporales—, ofreciendo como mercancía su fuerza de trabajo, vinculando la agricultura comercial y la doméstica basada en el maíz y el traspatio (Palerm, 1980; Medina, 1993; Álvarez, 1996).

De acuerdo con Espinosa (1980), hasta la década de los 70, la modalidad migratoria en México era principalmente interregional; en el sureste, 89.5 por ciento de la migración tenía estas características, pero en los últimos años los indígenas mames y otros grupos étnicos de la frontera sur se han unido a la creciente ola migratoria en busca de zonas con mayor desarrollo, con mejores condiciones de trabajo y con salarios más altos. Estos movimientos migratorios continúan en la actualidad, tanto hacia las fincas cafetaleras y plataneras como a los ranchos ganaderos que consiguen a sus trabajadores y en México y Guatemala, sin que la frontera sea una barrera para ello, ya que los contingentes de mano de obra proveniente de la sierra como del altiplano guatemalteco pueden contratarse a menores costos que los nacionales (Castillo, 1985; Mosquera, 1990).

En este sentido, Martínez (1994) analizó con más detalle la dinámica laboral fronteriza de los indígenas guatemaltecos, relacionando la expansión de los flujos migratorios con la localización de las fincas del Soconusco en el contexto del desarrollo regional, denotando la importancia que tiene dicha mano de obra para la región.

La migración laboral en la región del Soconusco es principalmente indígena y entre sus habitantes también hay diferencias en su condición de pobreza; mientras que los indígenas mexicanos ven en el "norte" de México o en otras regiones una mejoría a las condiciones en que viven, los indígenas guatemaltecos y centroamericanos ven en el trabajo en las fincas del Soconusco una solución a sus precarias condiciones de vida (Mosquera, 1990; Nolasco, 1995). En el caso de los mames mexicanos, sus comentarios reflejan con frecuencia el sufrimiento y el dolor de los tiempos pasados, muy relacionados con el trabajo en las fincas:

Más que nada antes sufríamos mucho, trabajábamos allá por las fincas, me casé y me fui con mi esposa, no quedaba de otra, pizca de café, era muy triste para mí, era muy triste mi vida porque los patrones nos manejaban a como ellos querían, nos daban de comer lo que ellos querían, y nos metían en cualquier galera donde dormir, ahí la pasábamos (Pedro, 36 años, casado, barrio Pavencul, septiembre de 1999).

En términos generales, los indígenas mames de Pavencul acumulan una larga experiencia laboral por su vinculación histórica con las fincas cafetaleras del Soconusco durante el presente siglo, pero la migración laboral fuera de la región es relativamente reciente, ya que ésta no tiene más de 10 años:

Yo me fui en 1991 a Estados Unidos, de los primeros que empezaron a salir de Pavencul, pero en otros ejidos ya tenían años que se habían ido y lo que es parte de Guatemala empezaron a irse más luego (Pedro, 36 años, casado, barrio Pavencul, septiembre de 1999).

Poco a poco fue tomando fuerza esta migración laboral, generando grandes expectativas en la población, sobre todo entre los jóvenes:

Pues no tiene mucho tiempo, como unos cuatro años que empezó todo, pero la gente como que se fue despertando y los jóvenes fueron conociendo otros lugares en el norte de México, más personas decían que allá se ganaba más y ya se iban de a dos a tres personas, ya que abrió paso una persona, ya decían, no pues allá hay buen trabajo, ahora sí (Edmundo, 32 años, casado, barrio Cueva, abril de 1999).

La migración internacional en la región de la sierra fue adquiriendo mayor importancia, en la cual el Soconusco es adicionalmente un punto de partida para los transmigrantes de Guatemala y Centroamérica hacia los Estados Unidos de América (Camas, 1996; Castillo, 1988); como lo expresa una joven guatemalteca, entrevistada cuando visitaba Pavencul:

La mayoría de los jóvenes casi no se mantienen allá por falta de recursos económicos, casi toda la mayoría de jóvenes, señoritas, están en Estados Unidos y como vienen creciendo así se van yendo, casi los jóvenes que están antes de nosotros, no están con nosotros (Micaela, 17 años, soltera, Tojsoloj, Departamento de San Marcos, Guatemala, agosto de 1999).

Con este panorama, podríamos decir que la migración laboral de los indígenas mames de la sierra es una práctica que forma parte de sus estrategias de sobrevivencia, que se expresa en el beneficio de los recursos enviados por los migrantes:

Nosotros casi ya sufrimos bastante, ya ahorita ya no tanto porque aquí se va a comprar las cosas, ya mis hijos se fueron a trabajar, me mandan, que no mucho dinero para maíz, azúcar, jabón, y ya de antes no, tiene como 7 años que ya no vamos a la finca (Cristina, 42 años, casada, barrio Bijahual, septiembre de 1999).

De este modo, la migración laboral representa una estrategia de sobrevivencia que ya ha adquirido gran importancia en la vida comunitaria "... aquí casi toda la gente sale, nadie gana sueldo, todos tenemos que salir para acompletar (Juan, 34 años, casado, barrio Carrizal).

 

La comunidad y sus unidades familiares

El ejido Pavencul se encuentra en la parte más alta del municipio de Tapachula; para llegar allá, desde la ciudad, es necesario tomar un camino de terracería que va en constante ascenso sobre la sierra (desde los 40 hasta los 2 500 msnm) y tiene como fondo el volcán Tacaná; el medio de transporte se realiza con camiones de carga que durante su recorrido pasan por algunas fincas cafetaleras (San Andrés, Chapultepec, y otras) y comunidades indígenas como Manacal, Chespal Nuevo, Chanjalé y Toquián Grande, hasta que, finalmente, después de cinco a seis horas de viaje se llega al ejido Pavencul, que colinda con la frontera de Chiapas y Guatemala. El paisaje que domina en Pavencul es el típico de la sierra: laderas pronunciadas, grandes barrancas, cañadas y escasas planicies. Los ocho barrios5 del ejido, se asientan sobre una extensión de nueve mil hectáreas que presentan un estado variable de deforestación y erosión.

Todas las comunidades indígenas que se encuentran asentadas a lo largo de la Sierra Madre de Chiapas se caracterizan por su condición de pobreza y marginación, rasgo que distingue, además, al estado de Chiapas a nivel nacional (INEGI, 1995; Salvatierra, 1995). La comunidad que estudiamos—Pavencul— no es la excepción; aunque se fundó como ejido en 1929, los primeros servicios públicos se han instalado durante los últimos diez años; primero fue la energía eléctrica en 1991, que la gente recuerda mucho por el sacrificio que representó traer los postes desde Niquivil y Chanjalé hasta la comunidad; un año después vino la carretera, y a partir de 1994 se introdujeron las escuelas federales (primaria y secundaria), la clínica rural y el teléfono, que aunque son insuficientes para una población creciente que demanda servicios y fuentes de empleo, contrasta en mucho con lo vivido años antes "... aquí Pavencul estaba abandonado completamente por los gobiernos, aquí no había carretera, no había energía, no había clínica, nada, imagínese cómo era la vida." (Pedro, 36 años, casado, barrio Pavencul, septiembre de 1999).

La carretera fue la principal detonante que impulsó la transformación de la comunidad. Algunos de sus habitantes, que ya se habían avecindado en lugares cercanos como Huehuetán, Huixtla, Tapachula y Motozintla, regresaron al ejido para dedicarse al comercio y los servicios. En la actualidad, cinco años después, la calle principal de la cabecera ejidal presenta alrededor de 40 negocios con diversos giros, predominando los de abarrotes, de acopio y comercialización de granos y semillas, farmacia, comedor, carpintería y hasta un radiotécnico, entre otros. Además, desde hace cuatro años, el comité de la escuela primaria tomó la iniciativa de organizar un "mercado" los miércoles para hacerse de recursos económicos y solventar gastos que requiere su mantenimiento; se organiza en la explanada de la escuela y es muy concurrido por la gente del ejido y otros cercanos, e incluso de Guatemala, sobre todo de Tacaná, comunidad ubicada al otro lado de la línea fronteriza.

En el mercado se comercian artículos manufacturados e industrializados como ropa, utensilios para la cocina, herramientas, casetes, comida de todo tipo buscadas por los guatemaltecos que aún no cuentan con carretera. Los comerciantes son locales y foráneos, pero también acuden las personas más pobres que venden pequeñas cantidades de hortalizas, fruta, huevo, hierbas medicinales o alguna gallina para solventar su precaria situación económica.

El mercado también es un medio de interacción con los miembros de la comunidad que acuden aun sin el objetivo de comprar o vender; es un punto de confluencia para saludar y platicar con los amigos y conocidos de otros barrios. De este modo, en la comunidad se nota una dualidad que se expresa en aquellos indígenas que tienen una creciente actividad económica y en aquellos —la mayoría— que apenas cubren sus necesidades básicas, cuya característica común es la pobreza extrema.

En cada uno de los barrios las viviendas presentan un patrón de asentamiento disperso, la mayoría está constituida por dos cuartos: uno para dormir y otro destinado a la cocina, sus paredes son, por lo general, de adobe, pero algunas están construidas con cañas de maíz y muy pocas son de bloque. La mayoría de los pisos son de tierra. Algunas casas tienen sus techos de pajón, característico en la región hasta hace algunos años, pero ahora predomina el uso de lámina galvanizada.

El equipamiento doméstico es escaso, sólo cuentan con camas construidas con tablones, alguna mesa con sillas y no faltan las veladoras e imágenes religiosas junto a las fotos de los familiares queridos; la cocina tiene su fogón de leña, molino, algunas ollas de barro, un pequeño trastero y la mesa. Algunas viviendas cuentan con "temascal"6 que es muy utilizado en la época de invierno. Asimismo, la mayoría cría gallinas y algunos otros animales de traspatio como cerdos y borregos. La parcela, por lo general, está en los alrededores de la vivienda que puede dedicarse exclusivamente al cultivo de maíz-frijol-chilacayote o combinarse con pequeñas hortalizas, árboles frutales y más raramente con cultivos de café.

Las familias del ejido Pavencul se caracterizan por ser numerosas, con más de siete miembros en promedio. En su organización social el hombre funge como jefe de familia y se encarga de las actividades agrícolas, el aprovisionamiento doméstico y las actividades extra domésticas. Las mujeres, por su parte, tienen una movilidad social limitada que se restringe a la preparación de alimentos, los quehaceres de la casa y el cuidado de los niños, además de otras actividades de traspatio. La mayoría de las familias tienen una fuerte interacción social, se llevan bien y tratan de ayudarse entre sí; por ello, la familias de Pavencul constituyen verdaderos grupos familiares por la extensa red de apoyo que abarca actividades agrícolas, la construcción de casas, la reparación de caminos de herradura, los arreglos de la iglesia e incluso para transportar el maíz desde los centros de acopio, que entre varios amigos y vecinos lo cargan con ayuda de un "mecapal". Estas actividades cumplen una doble función, ayudar y convivir con las familias:

Si yo voy a hacer mi casa, matamos dos o tres borregos y les damos de comer (sic) a la gente, si no compran aguardiente y se preparan un "caliente"; bueno, muchos no hacen a veces por emborrachar a la gente, dice, fuimos a ayudar allá pero me dieron un "calientito", así acostumbran pues. (Edmundo, 36 años, casado, barrio Pavencul, abril de 1999)

Algunas festividades religiosas también son propicias para reafirmar la convivencia; durante la Semana Santa se acostumbra tomar café con los vecinos y compartir el pan de trigo conocido como sheka; también, cuando se sacrifica un animal, generalmente un marrano, todas las familias de los alrededores acuden a ayudar en la preparación de los alimentos para comer y compartir.

 

La migración laboral en Pavencul

Durante el levantamiento de la encuesta, se visitaron 91 unidades familiares que contaban con una población total de 710 sujetos, 51.1 por ciento de hombres y 48.9 por ciento de mujeres, resultando en un índice de masculinidad de 105 varones por cada 100 mujeres y un promedio de 7.8 miembros por unidad familiar. La población económicamente activa fue de 355 personas, de la cual sólo se estudió la migración laboral masculina con 189 varones, la cual supera 5.2 veces a la femenina (62.4 versus 12.0 por ciento respectivamente). En otras palabras, dos de cada tres habían salido a trabajar en forma temporal durante los últimos 18 meses, denotando la importancia que tiene esta migración para la vida comunitaria, que se traduce en un índice de migración de 17 mujeres por cada 100 hombres.

Asimismo, llama la atención que el pico migratorio para ambos sexos se alcance a periodos diferentes de edad (gráfica 2): en las mujeres, entre los 15 y 24 años y en los varones entre los 25 y 44 años, la migración masculina se mantiene a un nivel importante después de los 44 años, mientras que la femenina declina totalmente en el mismo periodo.

El predominio de la migración masculina se ve reflejado en la forma en que los miembros de la unidad familiar se organizan para salir a trabajar fuera de la comunidad. Así, tenemos que la migración laboral es practicada por 75.0 por ciento de los jefes de familia, en 54.9 por ciento por el hijo varón mayor, 41.9 por ciento por otros miembros varones (hermanos, nietos, sobrinos, yernos), y sólo 12.0 por ciento por las mujeres (esposas, hijas, hermanas y nueras). Asimismo, estos migrantes se organizan entre ellos o con los miembros de otras unidades familiares, para dirigirse a los lugares de trabajo; por ejemplo, de 94 migrantes, 35.1 por ciento decidió irse solo, 29.8 con algún familiar, 13.8 con vecinos y amigos y sólo 21.3 por ciento con la familia completa. Finalmente, el principal destino fue la migración local8 con 11.8 por ciento y 6.6 y 3.8 por ciento para los destinos, nacional9 e internacional,10 respectivamente.

De las 19 variables socioeconómicas que se incluyeron para estudiar la migración (cuadro 2), sólo seis de ellas presentaron una asociación significativa en el análisis bivariado:

1. Tipología familiar. Los miembros de las familias nucleares tienden a migrar 4.6 veces más que aquellos que pertenecen a familias extensas o con más de dos núcleos (RM = 4.64; p < 0.01).

2. Condición de la vivienda. No se observan diferencias significativas entre regulares y malas condiciones de la vivienda (RM - 1.37; p - 0.33), sin embargo, entre buenas y malas condiciones, se registró 12.4 veces más migración entre las primeras en relación con aquellas familias que viven en malas condiciones. Resultado controvertido que podría explicarse, si como resultado de la migración, ocurra una inversión de los recursos económicos en la vivienda.

3. Tamaño de la parcela. No se reportó diferencia significativa entre aquellas unidades familiares con 1 a 2 hectáreas con relación a los que tienen más de dos (RM -1.18; p - 0.63). Al comparar los campesinos con menos de una hectárea en relación con aquellos con más de dos, se encontró 2.6 veces más migrantes entre los primeros en relación con los últimos (RM = 2.6; p = 0.015).

4. Producción de café. Sólo 39.7 por ciento de los 189 campesinos producen café. Los datos dan evidencia de que a mayor producción (símbolo 179 \f "Symbol"\s 12 361 kg), la probabilidad de migrar es menor. Entre aquellos con menos de 120 kg por cosecha, la probabilidad de migrar es 7.5 veces mayor que entre los que más producen (RM = 7.5; p = 0.012).

5. Ingresos económicos. Sólo 26 de los 189 campesinos reportaron ingresos por actividades no agrícolas (13.8 por ciento). La probabilidad de migrar fue 3.14 veces más frecuente entre aquellos que no tenían ingresos económicos en relación con los que sí tenían (RM = 3.14; p = 0.0067).

6. Procampo. En aquellos campesinos que no reciben el apoyo de Procampo, la migración fue 2.34 veces más frecuente que entre los que sí lo reciben (RM = 2.34; p = 0.021).

Adicionalmente, se exploraron las relaciones de la migración con otras variables que no se asociaron de forma significativa: el tamaño de la familia, el ciclo de vida familiar, la escolaridad, la lengua mame, la producción de maíz, el uso de fertilizante, las deudas, la participación en programas oficiales (Progresa y Crédito a la palabra) y las organizaciones sociales (OCEZ-CNPA). Es decir, que la influencia de estos condicionantes socioeconómicos actúa por igual para migrantes y no migrantes.

 

La producción agrícola en Pavencul

Los indígenas mames son campesinos que cultivan y viven de la tierra para subsistir, por ello, consideramos necesario analizar las características de la producción de maíz y café (cuadro 3), que son los dos principales cultivos de la comunidad; el primero para el consumo y el segundo para la venta. En el caso del maíz, el tamaño de la parcela y sus rendimientos productivos sólo permiten cubrir el consumo familiar entre 4 y 6 meses, situación frecuente en la mayoría de las unidades familiares:"... cosechamos en febrero pero aquí en mayo, junio o julio ya no tenemos maíz, ahí compradito apenas, si a veces ni maíz hay, tenemos que comprar maseca." (Carmen, 50 años, 6 hijos, barrio Carrizal, julio de 1999).

A pesar de que el maíz supera 7.2 veces la producción de café, el valor económico de este último es mayor porque se destina totalmente a la venta; sin embargo, en el ejido muy pocos tienen la posibilidad de dedicarse a su cultivo, ya que la zona cafetalera del ejido se ubica en el barrio Malacate, en su extremo sur. Tener café en Pavencul implica beneficios económicos y la posibilidad de no tener que a trabajar en las fincas: "... ya tiene años que no vamos a la finca, gracias a Dios ya tenemos café." (Santos, 60 años, 10 hijos, barrio Pavencul, septiembre de 1999).

En esas circunstancias, la mayoría de la población compra maíz, ya que la producción sólo alcanza para cubrir parcialmente el consumo; de 62 unidades familiares que compran maíz, 90.3 por ciento tienen migrantes, de ellos 44.6 por ciento compran hasta 500 Kg, 42.9 por ciento entre 500 y 1 000, y sólo 12.5 por ciento requiere más de una tonelada:"... aquí todos compran maíz, tiene uno que estar batallando en la Coplamar, unos de a 500, otros de 800 kilogramos, algunos más de una tonelada." (Paulino, 52 años, 6 hijos, barrio Cueva, agosto de 1999).

Con ello se cubren las necesidades de consumo de la unidad familiar. 88 por ciento de la producción se destina al consumo, 6 por ciento a la venta y otro 6 por ciento a ambos propósitos.

Con respecto al café, llama la atención el bajo rendimiento por hectárea (329.5 kg), debido probablemente a que muchos cafetales aún cuentan con plantas que no están en producción. Algunos productores se dedican a la producción de café orgánico que tiene un mejor precio en el mercado, pero requiere mayor trabajo en las parcelare ellos, sólo dos son socios de ISMAM.11

Siguiendo con el análisis de información, las variables incluidas en el análisis bivariado fueron corridas nuevamente en el análisis multivariado, mediante un modelo de regresión logística no condicional12 (cuadro 4). Sólo cinco de las seis variables que resultaron significativas en el análisis bivariado se mantuvieron en el multivariado, quedando fuera del modelo final el "índice de condición de la vivienda". Por lo tanto, la migración laboral temporal entre los indígenas mames tuvo una mayor probabilidad de llevarse a cabo cuando se reúnen algunos aspectos socioeconómicos, como la posesión de parcelas pequeñas (XI), la escasa producción de café (X2), la falta de ingresos económicos no agrícolas (X3), la no participación en organizaciones productivas no gubernamentales como Madre tierra (X4) y entre los miembros que pertenecen a las familias cuya organización social es nuclear (X5).

 

Conclusiones

Encontrar que la migración laboral temporal se registro en 87 por ciento de las unidades familiares que se encuestaron muestra la importancia que tiene esta práctica entre los indígenas mames de la Sierra Madre de Chiapas; además, previamente se encontró en el censo comunitario que el 40.2 por ciento de las unidades familiares contaban con un migrante. La migración laboral temporal en el ejido Pavencul es un reflejo de la polarización de las condiciones en el desarrollo regional, ya que el Soconusco constituye en la actualidad la región económica más importante del estado de Chiapas. Al no encontrar las condiciones adecuadas de empleo y salario, los indígenas mames de la sierra han tenido que salir a trabajar a lugares cada vez más lejanos para poder sobrevivir, es decir, que la migración representa una estrategia de sobrevivencia, que surge como respuesta a las condiciones del entorno rural, así como a las características de la unidad de producción doméstica que no alcanza a cubrir sus propias necesidades de consumo, ni a garantizar la reproducción socioeconómica de las unidades familiares en su conjunto ya que, según Villasmil, (1998), en ellas se gestan los mecanismos de producción y reproducción intergeneracional, y son donde se decide la participación económica familiar en actividades agrícolas y no agrícolas como componente esencial de dichas estrategias.

En nuestra investigación realizamos un análisis más específico considerando únicamente la población económicamente activa masculina. La decisión obedece a que esta última fue 5.2 veces superior que la femenina y porque, al realizar análisis por separado, encontramos que los factores socioeconómicos que determinan la migración masculina no explicaban la femenina. La existencia de otros factores no considerados en el estudio podrían influir en la migración de las mujeres, misma que debería estudiarse desde la perspectiva de género, categoría de análisis que puede ofrecer nuevas pautas en la investigación migratoria indígena.

Asimismo, se observó que la migración masculina se realiza en forma cíclica, repetida y asociada con las temporadas agrícolas durante periodos variables de tiempo, con una diversificación de actividades agrícolas y no agrícolas, en una estructura social que los ubica como el principal sostén de la familia. En el caso de las mujeres, Calderón (1994) menciona que la migración femenina presenta una mayor estabilidad y permanencia en los lugares de destino porque las mujeres buscan cierta estabilidad familiar, social y comunitaria. Lo anterior no pudo observarse en las mujeres del ejido que ya habían tenido experiencia migratoria; por el contrario, la expectativa de algunas mujeres entrevistadas era buscar esa estabilidad dentro en la comunidad y no fuera, para dedicarse a la crianza de los niños, estudiar, abrir un negocio o contraer nupcias.

A pesar de la reciente y creciente oferta educativa —variable que no se asoció a la migración—, los jóvenes de Pavencul, por su parte, no encuentran en la comunidad mejores expectativas de empleo, quedando como opción de movilidad social la migración laboral temporal del tipo rural-rural, ya que los niveles educativos que logran alcanzar hasta la primaria no les permiten competir por los empleos urbanos calificados. La opción de quedarse en Pavencul apenas les daría para sobrevivir, situación que cambiará una vez que decidan casarse ya que requerirían tierras, que son escasas, por lo que generalmente deciden migrar, inicialmente a destinos cercanos y posteriormente a lugares más lejanos.

Aunque la mayor proporción de migrantes se dirige a las fincas, esto ya no es una opción adecuada debido al bajo salario (treinta pesos en promedio), la mala comida, las galeras sucias para dormir, así como la competencia con los indígenas guatemaltecos, preferidos por los finqueros por contratarse con salarios más bajos; por ello, los indígenas mexicanos que van a la finca se incorporan preferentemente por periodos cortos hasta ahorrar los recursos necesarios para cubrir sus necesidades más apremiantes y, con menor frecuencia, trabajan durante toda la temporada. En cambio optan por la migración hacia los campos de Sonora, como principal destino nacional fuera de Chiapas con temporadas de trabajo que se ajustan en su mayoría al periodo de pizca agrícola, entre tres y cuatro meses, para después regresar o desplazarse hacia los Estados Unidos.

En México, la migración laboral fue precedida por campesinos mestizos que se dirigían a las grandes ciudades en la época de la industrialización del país, financiada por la agricultura que crecía a un ritmo superior al de la población. Durante las últimas décadas, la migración laboral indígena empezó a cobrar auge. En las comunidades indígenas del sur de México, un ejemplo claro lo constituye la migración laboral de los indios zapotecos del valle central de Oaxaca y de la Mixteca baja, hacia los Estados Unidos (Hernández, 1987; Anguiano, 1993). En el caso de los indígenas mames de la Sierra Madre de Chiapas, cuyos antecesores han trabajado desde hace un siglo en las fincas cafetaleras del Soconusco sin grandes mejoras en sus condiciones de vida, desde hace diez años, han iniciado la diversificación de sus destinos migratorios hacia las principales ciudades del país y la costa este de los Estados Unidos de América, y aunque los primeros migrantes del ejido salieron en 1991, fue hasta 1995 cuando empezó el verdadero auge de la migración.

Y es que la forma en que el proceso se fue incrementando, se debe en gran parte a las propias experiencias derivadas del retorno exitoso de los migrantes que han animado a otros a repetir la experiencia hasta alcanzar la magnitud actual; es decir, que se vino gestando un proceso de "decisión serial" como lo menciona Dirven (1993), en que un individuo observa lo que los demás hacen, hasta que decide su propia participación como parte de una acción colectiva. Por su parte, Barkin (1992:316) lo reafirma al decir que "... la migración no debe ser considerada como una decisión individual, tomada aisladamente, sino como una estrategia global de supervivencia de la familia y de la comunidad".

En Pavencul, la carretera y el transporte han permitido la salida de productos agrícolas comerciales como el café, las hortalizas o la papa, así como el transporte de maíz e insumos que la gente requiere; sin embargo, la principal limitante para la producción agrícola se encuentra en la unidad de producción por sus parcelas pequeñas, en laderas y con bajos rendimientos productivos, insuficientes para cubrir el consumo de casi ocho miembros por unidad familiar. Pavencul es una comunidad que no produce excedentes, por lo menos la mayoría, y en vez de salir productos se utiliza la migración para obtener ingresos monetarios, sobre todo los jóvenes que generan ingresos para las familias que se quedan.

Una mayor infraestructura no necesariamente lleva a una mayor producción; en el caso de Pavencul obedece, más bien, a aspectos estructurales de la unidad de producción, que difícilmente podrían producir un excedente bajo las condiciones actuales. De acuerdo con Boserup (1979), la falta de infraestructura económica como la carretera, el transporte y los servicios públicos en áreas de bajo desarrollo son una limitante en áreas rurales con iguales condiciones de desarrollo para la producción agrícola, ya que únicamente se producirían alimentos para la subsistencia y no habría incentivos para producir excedentes ante la falta de transporte y los altos costos que ello implicaría.

Por otro lado, a pesar de que la milpa sembrada con frijol y chilacayote tiene bajos rendimientos, representa un rico agroecosistema que ofrece otros beneficios adicionales a la alimentación familiar, como la crianza de pollos y animales que permiten la producción de carne a precios más bajos; los esquilmos agrícolas, como la caña de maíz, son utilizados por las familias más pobres en la construcción de casas (en Pavencul 6.6 por ciento de las paredes de los cuartos y 27.5 por ciento de las paredes de la cocina lo utilizan como material de construcción) y la calidad de los granos permite preparar buenas tortillas y tamales (estos últimos envueltos en hoja de maíz). Además, en el ejido Pavencul fue posible constatar la llegada de dinero de sitios de destino de la migración laboral temporal (del norte de México y los Estados Unidos) hacia las esposas, madres e hijos(as) para la subsistencia y el fortalecimiento y compra de nuevas parcelas, situación que Barkin (1992) reportó en algunas comunidades de Michoacán, donde existe una amplia disposición de las familias campesinas a utilizar las remesas monetarias para la contratación de peones, fertilizante o la compra de maíz.

A pesar de que la producción agropecuaria ha dejado de ser la base económica de la subsistencia y tiene que combinarse con otras actividades no agrícolas, es el eje de la vida campesina por la preservación de las formas tradicionales de producción bajo los sistemas de milpa de herencia. El incremento de la presión sobre la tierra en una situación de minifundismo acentuado no ha conducido a la pulverización de las parcelas (en Pavencul, se registró un promedio de dos hectáreas por familia), ni implican la descomposición de la economía campesina, como podría suponerse.

En este sentido, De Teresa (1996) reportó que la migración puede ser un mecanismo que ayuda a mantener el equilibrio en la reproducción socioeconómica de las comunidades, como sucede en los valles centrales de Oaxaca. Para los mames, la migración laboral temporal ha permitido que algunos jefes(as) de unidades familiares destinen parte de sus ahorros para la compra de tierra, insumos e incluso para pagar a sus trabajadores agrícolas mientras que los que no lo han hecho, el fruto de su trabajo sólo les ha permitido subsistir.

En relación con la organización social de la unidad familiar, es importante señalar que Pavencul está poblado por familias autóctonas del ejido, emparentadas entre sí (donde más de 80.0 por ciento tiene apellidos Velazquez o Morales). Entre los indígenas de la Sierra Madre de Chiapas, al inicio, la migración fue familiar (Pholenz, 1986), experiencia que en la actualidad hacen las familias mames de guatemaltecos que atraviesan la frontera de Chiapas-Guatemala para el corte del café en las fincas del Soconusco (Mosquera, 1990; Castillo, 1988).

Sin embargo, en Pavencul actualmente la migración incluye preferentemente a varones, lo que hace que temporalmente —por periodos menores de un año-la mujer quede como jefa de la unidad familiar, del cuidado de los hijos y de la producción de alimentos sin perder el contacto con el jefe de la familia; esto a diferencia de lo que ocurre en otras sociedades mayas de Yucatán, donde la inserción de las comunidades rurales en el sistema de economía mercantil se ha traducido en una inestabilidad de los núcleos familiares e individualización de sus miembros (Calva, 1988; Quesnel, 1998). De acuerdo con Johnson (1984), esta mayor migración femenina podría estar asociada con las mujeres de familias nucleares que están en proceso de cuidado de los hijos, así como de la vigilancia de sus parcelas sustituyendo la mano de obra masculina, sobre todo en la producción de alimentos para la autosubsistencia, actividad que influye además en la necesidad de contar con la mano de obra de los hijos(as).

A partir de los resultados encontrados surgieron algunas interrogantes relacionadas con la persistencia de familias numerosas (alrededor de ocho miembros por familia). Asimismo, surgen otras preguntas acerca de los factores que podrían influir en que las mujeres migren menos o por qué los migrantes no tienen mayor escolaridad, pero lo más relevante es que la migración no responde a un solo factor, sino a la combinación de varios.

La dificultad que implica el análisis de los procesos migratorios, hace necesario que éste se ubique en un espacio y tiempo determinados, en sólo algunos grupos de población, que debe abordarse con un enfoque multivariado. El análisis de sus partes no lleva necesariamente a encontrar la explicación de las posibles causas y efectos de la migración, que en cierto momento y en regiones específicas como la del Soconusco, podría constituir un indicador de los procesos de desarrollo comunitario, y regional, que puede hacerse extensivo al plano nacional o global.

 

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Notas

* Agradezco a los doctores Benito Salvatierra, Germán Martínez y la maestra en Ciencias Rosa Elva al Colegio de la Frontera Sur, por el apoyo brindado durante la realización de este trabajo.

1 Antes de aplicar la encuesta se estimó un tamaño mínimo de muestra, considerando la proporción de individuos migrantes que Salvatierra (1999) registró en ese mismo contexto de estudio un año antes (17.4 por ciento). Se consideró un nivel de confianza del 90.0 por ciento (Z = 1.64); y un error de muestreo de 15 por ciento (= 0.15). La ecuación para el tamaño de la muestra aleatoria simple que se utilizó es la que propone la Organización Mundial de la Salud (WHO, 1986; Cochran, 1985), para el estudio de una proporción poblacional (la que no migró en el año previo al momento de la encuesta) con un error de muestreo relativo n=Z2 (1-p)/2p. Lo anterior, nos llevó a estimar un tamaño demuestra de 568 sujetos, a los que se les incrementó 20 por ciento de tasa de no respuesta para un total de 681 personas (n=1.64)2 (1=0.174)/(0.15)2 (0.174) = 2.2216/0.003915 = 567.5 + 20 por ciento de no respuesta = 681) que equivalen aproximadamente a 100 unidades familiares. La encuesta se aplicó únicamente en 3 de los 8 barrios del ejido: Buenavista, Cueva y Molinos.

2 En esta investigación se restringe la información sobre la migración laboral al periodo en que se realizaron actividades económicas fuera del ejido, hasta un periodo igual o menor a 18 meses, previo a la encuesta (junio-julio de 1999), que comprende de enero de 1998 a junio de 1999.

3 Los programas de apoyo en el ejido Pavencul son de asistencia social; Progresa es el programa de educación, salud y alimentación que se instrumentó en el presente sexenio para el combate a la pobreza extrema en zonas marginadas. Procampo proporciona apoyos económicos para producción de alimentos básicos para el consumo, para el maíz en este caso, y Crédito a la palabra otorga crédito sin intereses para el apoyo a la producción agrícola.

4 Madre Tierra es una organización que se dedica a la producción de hortalizas mediante el sistema de agricultura orgánica, cuyos socios reciben asesoría técnica del área de conservación de suelos de ISMAM, organización dedicada a la producción de café orgánico. OCEZ-CNPA (Organización Campesina Emiliano Zapata-Coordinación Nacional Plan de Ayala) es una organización política que ha apoyado a las comunidades de la sierra para proporcionar el servicio de energía eléctrica y para mantener bajas sus tarifas.

5 Bijahual, Buenavista, Carrizal, Cueva, Malacate, Molinos, Pavencul y Pinal.

6 Baño de vapor, que consiste en una pequeña casa de adobe; adentro tiene un fogón con piedras, a las que ya calientes se les echa agua para hacer vapor; al finalizar se da un baño con agua caliente.

7 Para transportar los sacos de maíz o fertilizante, se utiliza una cinta de lazo o nylon que se coloca sobre la frente y le sirve de sostén, repartiendo el peso de la carga con la espalda. En la comunidad y en otros lugares se le conoce como "mecapal."

8 Consideramos como migración local la que se presenta a las fincas o ciudades de la región (Tapachula, Motozintla, Mazapa de Madero, Escuintla), o dentro de los límites del estado de Chiapas; en esta investigación, no se presentaron destinos más allá de las inmediaciones del Soconusco.

9 Se considera la salida a cualquier destino en el interior del país, excepto Chiapas.

10 Cualquier destino fuera de la República Mexicana; en la investigación sólo se registraron destinos a Estados Unidos.

11 Indígenas de la Sierra Madre de Motozintla (ISMAM), Organización dedicada a la producción y comercialización de café orgánico destinado, principalmente al mercado internacional.

12 En este caso el modelo de regresión logística no condicional especificó la posibilidad de que se presente la migración laboral temporal (y = 1 ó presencia de migración y, y = 0 ó ausencia de migración) entre la población económicamente activa del sexo masculino (n = 189) a partir de un grupo de variables independientes Xi (para i = 1 hasta n variables). Quedando así:

Pr (y = 1/x) = 1 / {1 + exp [- (b0 + b1 X1 + ... + b1 Xij)] }, donde i = 1, 2, ... n indígenas, y j = 1, 2, ...coeficientes.

Donde X1 = (Xi1 Xi2,..., Xik) que representó cada uno de los factores que potencialmente explicaban a la migración laboral temporal. Finalmente, los datos nos dieron evidencia estadística £ que la migración laboral temporal entre los indígenas mames se puede explicar a partir de la interacción de algunos factores estructurales y de la organización social que se mostraron en el cuadro 4 y que a continuación mostramos:

Pr (y = 1/x) = 1 / {1+ exp [ - ((-2.75) + 1.148(< 1ha) + (-0.408)(1-2ha) + 1.9051(<= 120kg) + 0.6348 (121-360kg) + 1.1548 (no$) + 0.918 (no Org) + 1.4524 (nuclear))]}.

 

Información sobre los autores

Joaquín Peña Piña. Maestro en Ciencias en Recursos Naturales y Desarrollo Rural por el El Colegio de la Frontera Sur. Actualmente se desempeña en la misma institución en la División de Salud y Población. Entre sus publicaciones recientes está Los indígenas mames en la globalización: migración laboral transfonteriza desde la Sierra Madre de Chiapas, México, en colaboración con Benito Salvatierra. Correo electrónico: jpena@sclc.ecosur.mx

Ernesto Salvatierra Izaba. Doctor en Ciencias en Políticas de Población y Desarrollo Rural por el Colegio de Posgraduados. Es investigador titular de la División de Salud y Población en El Colegio de la Frontera Sur. Sus publicaciones recientes son "Fecundidad y desarrollo. Un análisis en la región Soconusco", en Revista Europea de Estudios Latinoamericanos; "La educación y el no uso de métodos anticonceptivos entre mujeres de bajo nivel socioeconómico en Chiapas", en Perspectivas Internacionales en la Planificación Familiar, y "Efecto de la desigualdad socioeconómica sobre la atención prenatal en la región fronteriza de Chiapas, México", en Esperanza Tuñón (coord.) Género y salud reproductiva en el sureste de México, en coautoría con diversos autores. Correo electrónico: ebsalvati@sclc.ecosur.mx

Germán Martínez Velasco. Doctor en Ciencias con especialidad en Estudios de Población por El Colegio de la Frontera Norte. Es investigador asociado "C" en el Departamento de Población de la División de la Salud y Población de El Colegio de la Frontera Sur. Ha publicado recientemente Plantaciones, trabajo guatemalteco y política migratoria en la frontera sur de México; Efectos de la migración en las relaciones entracomunitarias y familias en Chiapas; y Familia y migración en Chiapas. Correo electrónico: gmartine@sclc.ecosur.mx

Rosa Elva Zúñiga López. Maestra en Ciencias en Desarrollo Social por la Universidad Autónoma de Chapingo. Es investigadora asociada "B" en la División de Sistemas de Producción Alternativos de El Colegio de la Frontera Sur. Sus publicaciones recientes son "Una mirada al pasado, tres versiones del futuro. Las rebeliones de Chenalho", en Maria Eugenia Reyea y Reyna Moguel (coord.) Espacios disputados, transformaciones rurales en Chiapas y "Transformaciones de la identidad indígena, milperos, cafetaleros, jornaleros", en Arturo León y Elsa Guzmán (coord.), Cultura e identidad en el campo latinoamericano, en coautoría con Manuel Paria y Alejandro García, respectivamente. Correo electrónico: rzuniga@sclc.ecosur.mx

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