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Revista mexicana de investigación educativa

versão impressa ISSN 1405-6666

RMIE vol.29 no.100 Ciudad de México Jan./Mar. 2024  Epub 22-Abr-2024

 

Aporte de discusión

A propósito del número 100 de la RMIE

Regarding Issue 100 of the RMIE

*Investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, Ciudad de México, México, email: mariorb@unam.mx


Publicar una revista con un número emblemático como es el 100, apremia a reconocer un motivo digno de celebración. Son pocas las publicaciones académicas que han alcanzado una meta similar. Cuando además se trata de una revista especializada en investigación educativa, el mérito resulta más notable. Así que es doble el motivo de alegría, celebrar la publicación de los primeros cien números de la Revista Mexicana de Investigación Educativa (RMIE), y hacerlo contando con un amplio reconocimiento de la comunidad estudiosa de la educación, tanto a nivel nacional como en el ámbito iberoamericano.

De igual manera, es también motivo de congratulación el gran logro que representa para el Consejo Mexicano de Investigación Educativa (COMIE) que ha proporcionado a la revista las condiciones necesarias para que de forma ininterrumpida esté disponible para todos las y los interesados1 en los temas vinculados a la educación y adicionalmente lo haga con un amplio reconocimiento de múltiples comunidades académicas.

La RMIE, fundada en 1996, con la edición de su número 100 ofrece la oportunidad de repasar algunos elementos destacados del contexto en el que fue posible su advenimiento. En primer lugar, la fundación del COMIE, constituido con la finalidad central de contribuir al crecimiento de una actividad profesional que aunque ya estaba presente, en el marco de algunas disciplinas como la sociología, la psicología o la pedagogía, la actividad se circunscribía al estudio de algunos temas vinculados con el sector educativo. Sin embargo, en ese momento, se pretendía que la investigación educativa adquiriera un reconocimiento social como una disciplina con características propias, independiente de los rasgos identificados con las disciplinas desde donde se cultivaba.

Una vez formalizado el COMIE, surgió de manera natural la conveniencia de tener un medio propio que alentara y difundiera el quehacer de esta actividad profesional que en ese momento se intentaba expandir y consolidar a lo largo de todo el territorio nacional e inclusive en Iberoamérica. Como también, desde sus inicios, se expresó la idea de favorecer la discusión entre quienes compartían un interés temático o adoptaban distintos paradigmas al abordar los asuntos estudiados, con la finalidad de avanzar en su conocimiento y comprensión y ampliar su capacidad para orientar las acciones de todos los actores involucrados en el campo educativo.

El proyecto de la RMIE surge como respuesta a las condiciones prevalecientes en esa época, en el que se identificaban a individuos o pequeños grupos de académicos ubicados, en gran medida, en alguna institución de educación superior o centros de investigación, en donde parte de sus actividades profesionales estaban orientadas al estudio de alguno de los aspectos vinculados con la educación. Con los trabajos presentados en un foro académico, se elaboró un diagnóstico a nivel nacional en donde se recogía la información de quiénes, en dónde y cómo se desarrollaban las actividades reconocidas bajo la denominación de investigación educativa. Con esa información se dio paso a la organización de un segundo Congreso Nacional que proyectó una radiografía del estado que guardaba en ese tiempo la investigación educativa a nivel nacional. Posteriormente, en 1995, se llevó a cabo el III Congreso Nacional, precisamente con una selección de los trabajos presentados en ese evento académico se conformaron los dos primeros números de la RMIE y con el patrocinio económico de la Coordinación de Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), bajo la dirección del doctor Humberto Muñoz, fue posible dar inicio a su publicación. Cabe decir que todos los trabajos fueron sometidos a dictamen “doble ciego”, manteniendo en el anonimato a dictaminadores y autores, que en esa época era un mecanismo poco empleado en los procesos editoriales de las revistas especializadas contemporáneas.

El diseño de la revista estuvo fuertemente marcado por la convicción de no dejar fuera las distintas tradiciones y formas de hacer investigación y de tener especial cuidado con la calidad de los trabajos para que de alguna manera modelaran el quehacer profesional que se quería promover. Así que la pluralidad paradigmática y la exigencia académica fueron el sello que se imprimió a la nueva publicación. Se puede afirmar que fue una de las primeras revistas que no estaba identificada exclusivamente bajo la orientación de una sola disciplina, como era lo usual en esos días, así que desde sus inicios tuvo el carácter multidisciplinario que la ha identificado. Carácter que se expresa también por la diversidad de temas, perspectivas y niveles educativos estudiados así como la multiplicidad de teorías y metodologías empleadas.

Otra forma de tomar en cuenta la diversidad identificada en la investigación educativa fue la incorporación, en el Consejo y Comité editoriales de la revista, de académicos reconocidos por sus aportes al campo de los estudios sobre educación, pertenecientes a distintas instituciones y variedad de tradiciones disciplinarias; iniciativa complementada con la invitación a participar en el incipiente proyecto a investigadores ubicados en otros países.

La investigación educativa de ese momento evidenció un centralismo desproporcionado, por lo que se perfiló la revista como un mecanismo para dar cabida, alentar y difundir los productos desarrollados en todo el territorio nacional. En el mismo sentido, también se procuró la presencia de académicos establecidos fuera del área metropolitana en los órganos directivos de la revista, Consejo y Comité editoriales, como un elemento considerado como favorable para alentar y difundir la producción en investigación educativa en el país.

El reconocimiento de la RMIE en el entonces padrón de revistas científicas por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) fue un elemento que consolidó el interés por fortalecer a la investigación educativa como una disciplina con perfil propio y una intención expresa de contribuir a la observancia de su calidad.

Haciendo un recuento de algunas de las circunstancias en el surgimiento de la RMIE, se podría destacar la conjunción de un grupo de académicos de muy distintas instituciones, poseedores de un gran entusiasmo por emprender una actividad colegiada que se veía en ese momento como necesaria y muy conveniente para favorecer el crecimiento de la investigación educativa en nuestro país.

Una característica de la RMIE, presente desde sus inicios, ha sido la permanencia temporal acotada de las y los directores, así como de quienes han integrado los consejos y comités editoriales por tiempos definidos y elegidos de forma democrática por los miembros de la asociación. Todo ello, bajo las directrices señaladas por los estatutos y reglamentos elaborados por el propio COMIE, en los que se pone el énfasis en la participación voluntaria y ad honorem, así como en el acompañamiento del respaldo de los órganos directivos y de los miembros de la asociación para ocupar cualquier encargo dentro de la organización. Esta situación ha favorecido que la revista se vea beneficiada por la personalidad, los aportes y entusiasmo de cada uno de quienes han ocupado temporalmente su dirección. Sobre todo por la inversión de tiempo que supone el desempeño en este cargo y la desatención que puede significar en las actividades académicas propias, comprometidas en cada una de las instituciones de procedencia. Los cambios periódicos de la dirección de la revista y la renovación escalonada de sus cuerpos directivos, en cada oportunidad cambia la mitad de sus miembros, han sido posibles gracias a la gestión editorial profesional y el alto compromiso de las editoras; presentes desde la fundación de la revista y durante toda su larga trayectoria, lo que ha garantizado en gran medida la continuidad del proyecto editorial.

Otro rasgo característico de la RMIE ha sido su gran capacidad de adaptación constante para enfrentar las dificultades y retos planteados en cada una de sus etapas. Uno de los primeros obstáculos a superar fue, en sus inicios, el diseño de acciones para alentar el envío de textos, ya que cada uno de los primeros números de la revista, con dificultad se completaba, por el escaso número de trabajos recibidos. Más adelante, la idea de números temáticos o secciones permitió incrementar la participación de académicos, a la vez que era considerada la iniciativa como un recurso para promover temas visualizados como muy relevantes en el momento, coyunturales o emergentes. Cabe mencionar que en posteriores etapas estos números o secciones eran propuestos a iniciativa de académicos y colegiadamente se decidía cuáles de las propuestas podrían formar parte de algún número de la revista. Posteriormente, se cambió el número de fascículos publicados de dos, a tres y a cuatro ejemplares por año, por el aumento considerable de las solicitudes recibidas. Más adelante se desarrolló un manejo especial que incluyó revisiones previas de los materiales antes de enviarlos a la dictaminación propiamente dicha, ante el crecimiento desmedido de trabajos, muy probablemente coincidente con las exigencias institucionales para aumentar la productividad de los académicos y la participación obligada en publicaciones indizadas de los estudiantes de algunos posgrados. Sin duda el ingreso al padrón de revistas científicas otorgado por el Conacyt significó adoptar nuevas estrategias, así como el paso de la producción en papel a la disponibilidad universal de la revista a través de su versión digital, entre otras acciones.

El recuento de algunos rasgos y condiciones que hicieron posible la realización, el desarrollo y la consolidación de este proyecto editorial deja en claro que ha habido una voluntad férrea de una gran cantidad de miembros del COMIE para dedicar generosamente gran parte de su energía en hacer realidad una aspiración compartida en la organización que ahora cristaliza en la publicación de su número 100.

Creo que quienes participamos en el diseño de la revista y su puesta en operación, no tuvimos plena conciencia de la proyección que alcanzaría a tener, y menos la existencia de la idea de que en algún momento se estaría celebrando el acontecimiento de la publicación de su número 100. Sin duda esta iniciativa ha sido posible gracias a la suma de voluntades individuales y a las interacciones que han tenido lugar al interior del colectivo para su sostenimiento durante todos estos años.

Desafíos

Prácticamente todas las acciones que tienen lugar en el campo de la educación están sujetas a una evolución permanente, esto es así porque las sociedades que cobijan sus proyectos también responden a cambios constantes a los que están subordinadas. La RMIE en cuanto proyecto educativo no escapa al ejercicio de la evolución y cambio, aunque alcanzar el número 100 es un gran augurio de su capacidad para resolver favorablemente los desafíos que le depare el futuro inmediato.

Un rasgo muy especial de la revista es que no tiene una institución educativa consolidada que la sufrague, por el contrario, es una propuesta de una asociación civil que con sus propios recursos ha sostenido el proyecto. A través de donaciones, recursos obtenidos por servicios de la propia organización y, en su momento la venta de la revista, el COMIE ha logrado hasta ahora sustentar financieramente la iniciativa. Uno de los retos que se presenta ahora es la tendencia en los medios académicos a concebir que la ciencia, con todos sus productos, debe ser accesible y gratuita para todo público. Esta situación crea una gran tensión para conciliar la venta de la revista con el acceso abierto, ya que su venta también significaba la obtención de recursos para hacer posible su propia permanencia. Las revistas que se elaboran con un respaldo institucional pueden sin mayor sobresalto continuar con su labor y dar cumplimiento a una aspiración totalmente justa, poner al servicio de todo público, de forma gratuita, el conocimiento científico. Resolver el asunto del financiamiento sin duda ocupará la atención conjunta de los órganos directivos de la RMIE y del COMIE en los próximos años.

Otro desafío presente es la existencia de los diversos rankings que plantean exigencias a las revistas a los que hay que responder, para poder mostrar un respaldo externo de su calidad. Aunque no faltan críticas que ponen en duda la pertinencia de los indicadores empleados en las jerarquizaciones o clasificaciones, es innegable que dichos ejercicios influyen en gran medida en los perfiles de las publicaciones y ejercen una presión por lo que significa ingresar o mantenerse en ellos. Esta situación contrasta con el movimiento, también creciente, para discutir la prioridad de la citación como el indicador más importante para reconocer el valor de los aportes científicos, y avanzar en la búsqueda de otros indicadores que informen sobre el impacto social de las investigaciones publicadas. En este punto, la RMIE, por su naturaleza, está obligada a coadyuvar en la búsqueda de nuevas estrategias que permitan dar cuenta del impacto social logrado en el campo de la educación derivado de la difusión de la producción científica. Fortalecer la alianza con otras revistas puede ser el camino más idóneo para alcanzar las grandes metas compartidas, así se ha mostrado con la creación, en 2006, del Grupo de Revistas de Investigación Educativa (GRIE), conformado, además de la RMIE, por Perfiles Educativos, la Revista de la Educación Superior, la Revista Electrónica de Investigación Educativa y la Revista Latinoamericana de Matemática Educativa, con el propósito de incidir en la identificación y búsqueda de soluciones de algunos problemas comunes. Y además, con ello, abonar a la convergencia de iniciativas que favorecen la colaboración, más que la competencia, mostrando la coincidencia con el espíritu que debiera caracterizar al avance del conocimiento científico.

La pertenencia de la RMIE a 17 índices y a cinco bases de datos es un indicador del potencial de difusión que tiene actualmente y lo que significa la experiencia acumulada para poder compartirla con otros proyectos editoriales, nuevos o en vías de consolidación. La existencia de más revistas especializadas en el país sin duda contribuirá a evitar que trabajos ya dictaminados esperen largo tiempo para ser publicados, debido a la gran cantidad de documentos aprobados, al mismo tiempo que se abre la distribución entre más opciones de la demanda de textos en búsqueda de su publicación.

Otro reto que complementa lo anterior es fortalecer la vocación de la RMIE para contribuir a la formación de las nuevas generaciones de investigadores educativos, dando a conocer las buenas prácticas de todos los procesos editoriales que ya han probado su eficacia y reforzar la orientación a quienes realizan la dictaminación para que lo hagan con una actitud más didáctica y consoliden el rol de la revista para alentar la publicación y calidad de la investigación educativa. Otra posibilidad podría ser el desarrollo de cursos, asincrónicos en línea, con la finalidad de promover la escritura de informes de investigación dirigidos a estudiantes de posgrado o académicos universitarios que desean incursionar en las revistas de educación con prácticas rigurosas en su dictaminación.

Existe un consenso entre los directores y editores de las revistas científicas del empleo del arbitraje doble ciego, en donde el anonimato de autores y revisores se garantiza como el recurso privilegiado para asegurar la calidad de lo publicado. No obstante, también es conocida la dificultad de monitorear estos procesos editoriales que pueden realizarse de forma contraria a los propósitos perseguidos. Así que el desafío de orientar y vigilar el proceso de dictaminación por pares permanecerá como una tarea de primer orden de los directivos y editores para que los procesos de revisión cumplan con las funciones esperadas.

El concebir a la RMIE como un proyecto, no solo como revista especializada, puede ampliar los márgenes potenciales de su influencia sobre el quehacer del sistema educativo; así que lo publicado puede ser motivo, por ejemplo, de la organización de eventos especiales, como mesas redondas, conversatorios o simposios, a propósito de la aparición de un número o por la presencia de un tema de coyuntura o importancia estratégica. Asimismo, se pueden promocionar los contenidos o difundirlos a través de realizar una amplia circulación por redes sociodigitales y, con ello, contribuir a cultivar y formar nuevos públicos, ya sea como consumidores de los productos de investigación o como los futuros autores.

Desde los inicios de la RMIE, cuando el COMIE tenía muy poco tiempo de funcionamiento, ya se planteaba la conveniencia de fortalecer los vínculos entre la asociación y la revista, así que será un desafío adicional retomar la discusión sobre la naturaleza, las ventajas y dificultades de los vínculos entre ambos proyectos para optimizar las metas compartidas.

Hasta aquí la evocación de algunos de los desafíos que, desde mi perspectiva y a propósito de la celebración de la publicación del número 100, pueden incorporarse a la discusión que involucra las prioridades de posibles acciones para mantener y acrecentar la vitalidad de la RMIE en los próximos años.

Un análisis más cuidadoso y sistemático realizado por Guadalupe Ruiz, la anterior directora de la revista, en el número 96 de la RMIE (Ruiz Cuéllar, 2023a), enumera asuntos que no pueden soslayarse en la perspectiva de consolidar el crecimiento de la publicación en lo inmediato. Algunos de los temas mencionados, con los que coincido en la urgencia de su atención, son la actualización de la página web, la incorporación de la revista al Open Journal System (OJS), el desarrollo de mecanismos para la identificación de cada texto (Digital Object Identification, DOI), la especificación de los cambios que significa la conversión de la revista a un solo formato digital y la necesaria revisión y adecuación de los propósitos expresados en los documentos oficiales del COMIE.

En la misma dirección, otro tema que debe ser motivo de análisis cuidadoso por parte del colectivo más cercano a la revista, también señalado por Guadalupe en una publicación más reciente (Ruiz Cuéllar, 2023b) es la presencia mayoritaria en la RMIE de artículos provenientes de otros países en comparación de los nacionales publicados en los últimos años. Situación que apremia el análisis, entre otros componentes, de las tendencias de envío de contribuciones a la revista según su procedencia, la tasa de rechazo asociada a la nacionalidad de los autores y los patrones de publicación de los investigadores mexicanos.

Otro punto de vista contrastante, planteado por Susana Quintanilla -en otro momento también directora de la RMIE- en el número 99 de la RMIE (Quintanilla, 2023), ubica el análisis de lo logrado por la publicación enfatizando algunos aspectos cruciales a considerar. A partir de reconocer los cambios y logros obtenidos por la revista, advierte de la presencia de problemas recurrentes no resueltos que suponen desafíos como la dificultad de conducir los procesos colectivos para acordar el rumbo de las acciones a tomar, la disponibilidad de los recursos financieros para operar las iniciativas y la infraestructura técnica y dominios tecnológicos necesarios para realizarlos. También, a partir de reconocer como propósito central de la RMIE el hacer público el conocimiento, considera la autora, que la revista ha asumido metas que rebasan dicha función, y que al tomar en cuenta otras aspiraciones presentes en algunos documentos oficiales del COMIE se requeriría, además de los fondos adicionales, la convergencia de asociaciones científicas, instituciones educativas, encargados de la política científica y el apoyo de académicos organizados, lo que pone en evidencia la imposibilidad de alcanzar todas las metas propuestas, y a su vez, la necesidad de examinar y ajustar las pretensiones. Ante este panorama, al parecer la única ruta posible, interpretando y coincidiendo con los planteamientos de Susana, será depositar la confianza en la experiencia social acumulada en la organización y en los órganos directivos de la revista para entregar la estafeta a la nueva generación de académicos interesados en continuar con el crecimiento de la investigación educativa.

Sin duda, participar en alguno de los órganos de dirección de la RMIE ofrece una gran oportunidad de aprendizaje sobre el quehacer editorial, pero al mismo tiempo la posibilidad de tener un panorama de los temas y preocupaciones de una comunidad más amplia conformada por académicos de muy diversas instituciones del país y de Iberoamérica. También constituye una experiencia académica y personal para el aprendizaje de habilidades sociales para la tolerancia, la negociación y el ejercicio de tomar decisiones colegiadas entre personas con características e intereses muy diversos.

A la celebración de la publicación del número 100 de la Revista Mexicana de Investigación Educativa debe agregarse el comentario que alcanzar esta meta apremia al agradecimiento a todos los que lo han hecho posible. Lectores, autores, editoras, directores, patrocinadores y todos aquellos miembros del COMIE que han contribuido de múltiples formas para llegar a este momento. De la misma manera, un agradecimiento especial a todos los que actualmente forman parte del cuerpo directivo y operativo, y de quienes dependerá el desarrollo futuro de la RMIE. Para todos ellos que la alegría de la celebración los colme de ánimos renovados para hacer realidad los próximos cien números, ¡Enhorabuena!

Referencias

Ruiz Cuéllar, Guadalupe (2023a). “Repensar la RMIE”, Revista Mexicana de Investigación Educativa, vol. 28, núm. 96, pp. 7-19. [ Links ]

Ruiz Cuéllar, Guadalupe (2023b). “La Revista Mexicana de Investigación Educativa. Un breve balance en el 30° aniversario del COMIE”, Revista Mexicana de Investigación Educativa , vol. 28, núm. 99, pp. 1279-1284. [ Links ]

Quintanilla, Susana (2023). “La RMIE en tres tiempos”, Revista Mexicana de Investigación Educativa , vol. 28, núm. 99, pp. 1271-1277. [ Links ]

1En adelante, en este trabajo se empleará el masculino con el único objetivo de hacer más fluida la lectura, sin menoscabo de género.

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