Hace 30 años surge una convocatoria por parte de reconocidos colegas dedicados a la investigación sobre educación en nuestro país, afiliados al Departamento de Investigaciones Educativas-Cinvestav, Olac Fuentes Molinar, Eduardo Weiss, Rollin Kent; la Universidad Iberoamericana y el Centro de Estudios Educativos, Pablo Latapí y Carlos Muñoz Izquierdo; la Universidad Nacional Autónoma de México, Roberto Rodríguez-Gómez, Mario Rueda, Susana García Salord, Monique Landesmann; la Universidad Autónoma Metropolitana, Manuel Gil, Miguel Casillas, Lilia Pérez Franco, y de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, Felipe Martínez Rizo, Margarita Zorrilla y Bonifacio Barba, entre otros investigadores e investigadoras.¹ La idea era reunirnos a discutir la mejor forma de trabajar de manera coordinada, más allá de las fronteras de las instituciones de adscripción, como forma de impulsar el desarrollo de este campo. En ese momento parecía una aventura, difícil, pero por el antecedente de una primera revista interinstitucional, Universidad Futura, a ojos de todos los participantes, posible y deseable. Como todo inicio de un proyecto, además de concebir la idea, se requería diseñar una estrategia que la hiciera viable.

El Consejo Mexicano de Investigación Educativa (COMIE) surge como asociación civil, independiente, que desde sus orígenes ha buscado impulsar el desarrollo y difundir conocimientos originales sobre la educación. La intención es promover y profundizar el debate sobre las políticas educativas, funcionamiento de las instituciones y las dificultades, posiciones y condiciones de trabajo y desarrollo de los distintos actores del ámbito educativo. Los principios que lo orientan son la solidez del trabajo investigativo, la crítica fundada y el reconocimiento de la pluralidad de enfoques. La investigación rigurosa es la mejor herramienta para encontrar alternativas para alcanzar el derecho y la justicia educativa tan necesaria en nuestro país. En sus orígenes son tres los proyectos iniciales:

Otros proyectos surgidos más adelante y que han resultado de gran utilidad tanto para la consolidación del campo, como para la formación de las nuevas generaciones son la revisión y difusión del estado del arte de la investigación educativa en el país cada 10 años (1992, 2002, 2012 y está por aparecer su cuarta edición); la publicación de libros sobre temáticas sustantivas y emergentes en la investigación educativa, las reuniones académicas bianuales de asociados del COMIE desde 2006; la inclusión en el CNIE del Encuentro Nacional de Estudiantes de Posgrado en Educación (ENEPE) desde 2011, así como la impartición de talleres de formación para los participantes interesados en el marco de los congresos y la organización de foros de discusión regional sobre distintos temas de interés en el campo, coordinados por los responsables de esta tarea en el comité directivo.

Quisiera enfatizar la importancia que representa para el cumplimiento de los objetivos del COMIE mantener la regularidad e impacto logrado por la RMIE. A la fecha, la Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe (Redalyc) ubica a la revista en el primer decil de impacto. Entre otros indicadores de su clasificación, son relevantes su regularidad, la accesibilidad y la internacionalización de la revista. En el caso de la RMIE, Redalyc reporta 971,418 descargas en México, más de 300,000 en España y más de 100,000 en Centro y Sudamérica. La RMIE está indexada y forma parte de múltiples repositorios, en su mayoría ibero y latinoamericanos.²

Todo el contenido publicado en la RMIE pasa por un proceso de revisión por pares doble ciego, lo que garantiza la calidad de cada una de las contribuciones, las cuales pueden ser presentadas dentro de los siguientes formatos: artículos de investigación, aportes a la discusión de temas críticos para el desarrollo de la educación en el país y reseñas críticas de los nuevos aportes publicados sobre este tema.³ Por las características de la revista, su operación requiere de la participación de todos los integrantes, no solo del COMIE, sino del campo, para mantener una valoración rigurosa por parte de los especialistas más cercanos a las contribuciones que se reciben, de las cuales poco más de dos quintas partes corresponden a colegas de otros países.

A diferencia de otras revistas de acceso abierto, la RMIE no tiene ningún costo para los autores por el envío, procesamiento o publicación de los artículos. Los logros alcanzados han representado un esfuerzo compartido tanto del grupo editorial de la revista como del conjunto de los investigadores miembros del COMIE. A pesar de la colaboración del Comité Editorial -preseleccionando los trabajos recibidos en función del cumplimiento de los requisitos temáticos y formales, y proponiendo, para los que pasan este primer filtro, a los especialistas idóneos para realizar la dictaminación doble ciega-, por el volumen de trabajos recibidos (en promedio más de 200 anuales), el número de involucrados ha crecido continuamente.

De los trabajos recibidos solo se publican anualmente 11 artículos de investigación por trimestre (44 en total anualmente). Para lograr la publicación en tiempo y forma de los distintos números, muchas veces se requiere reasignar a los primeros dictaminadores propuestos, para lo que ha sido invaluable la colaboración de revistas hermanas como Perfiles Educativos, Revista Electrónica de Investigación Educativa y demás integrantes del Grupo de Revistas de Investigación Educativa en el país. Solucionar estos problemas es parte del quehacer cotidiano del equipo editorial que, al no realizar ningún cobro a los autores, ni pago a los dictaminadores de los trabajos, requiere la contribución voluntaria de la comunidad de referencia del campo. El carácter interinstitucional del COMIE contribuye sin duda a la pertinencia de los procesos plurales de dictaminación, así como a garantizar la relevancia de las contribuciones seleccionadas que constituyan un aporte teórico, metodológico o empírico que coadyuven al logro de los objetivos de la RMIE y el COMIE.

El costo de la publicación de la revista, junto con la preparación del Congreso bianual, representan una parte importante del presupuesto de la organización, financiada tanto por las cuotas de membresía como por los ingresos derivados de las cuotas de asistencia al Congreso bianual. En distintos momentos se ha tenido apoyo adicional para el financiamiento de la RMIE por parte del Conacyt (aunque desafortunadamente ha desaparecido este programa), así como de la eventual contribución de las instituciones a las que pertenecen los miembros del COMIE. Sin embargo, el sostenimiento de la RMIE representa uno de los gastos más relevantes del Consejo y se ha discutido y avanzado en distintos momentos hacia su tránsito al Open Journal System (OJS) e incluso, últimamente, la posibilidad de abandonar la publicación en papel y difundirla solo en formato electrónico.

A pesar de los avances, sigue siendo muy importante, como señaló Guadalupe Ruiz Cuéllar en el informe de la dirección de la RMIE y el grupo editorial en 2020, avanzar en el fortalecimiento de la revista a través de renovar gradualmente su formato en concordancia con los tiempos que corren. Es importante plantear alternativas para agilizar sus procesos editoriales. Renovar periódica y ordenadamente el Comité y el Consejo editoriales. Articular mejor las distintas instancias de organización interna del COMIE, por ejemplo, solicitando el apoyo a coordinadores de áreas temáticas para que participen en mayor medida en la evaluación o propongan dictaminadores. Promover la participación de los miembros del COMIE en las distintas áreas para presentar cada vez más trabajos maduros de investigación que, junto con los estados de conocimiento, permitan reforzar el papel de la RMIE en la consolidación de la investigación educativa y la formación de las nuevas generaciones de investigadores en educación. Acompañar los cambios en las formas de producción y distribución de conocimientos, para contribuir en mayor grado a los procesos y características de la formación de nuevos investigadores del campo.

Hoy, treinta años después, aunque desgraciadamente hemos perdido a algunos de sus iniciadores y aún queden muchas cuestiones por resolver, el Consejo Mexicano de Investigación Educativa resulta un sueño cumplido. En 2023 integra a 720 investigadores pertenecientes a 202 instituciones (públicas y privadas) en 30 estados de la república.⁴ La aventura ha sido compartida por una gran cantidad de participantes: los investigadores miembros del Consejo Mexicano de Investigación Educativa; los estudiantes en los distintos posgrados, en los que se esfuerzan por convertirse en investigadores del campo educativo; y los maestros de los distintos niveles educativos, ávidos por mantenerse actualizados y que participan en las distintas actividades y eventos organizados por la asociación y que se han ido diversificando a través del tiempo.

Contra una lógica de creciente individualización del trabajo académico y de competencia institucional por reconocimiento, prestigio y recursos, provocada por los múltiples tipos de evaluación del desempeño y su asociación creciente a ingresos adicionales al salario o presupuesto de las instituciones, tanto el COMIE como la RMIE han subsistido por la voluntad de colaboración en distintos niveles: interinstitucional, en que para hacer posible la celebración de los congresos contribuyen la Secretaría de Educación Pública, los gobiernos estatales e institucionales de las distintas sedes; e interpersonal, para la organización de las distintas actividades. Como se señaló anteriormente, para hacer posible el funcionamiento y reconocimiento de una revista de acceso abierto y en línea a todos los interesados en estos temas, han sido muy relevantes la contribución desinteresada de los miembros de la comunidad y el carácter interinstitucional de la revista, así como el sostenido y profundo compromiso del grupo editorial.

Finalmente, no quisiera dejar de mencionar que, gracias a ello, también el COMIE ha ido ganando peso en la discusión y toma de decisiones del campo educativo. Muchos integrantes forman parte de órganos consultivos como la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu). Pero, sobre todo, han sido múltiples los aportes y participación crítica de sus integrantes a lo largo de estos 30 años frente al surgimiento de las iniciativas de políticas en el ámbito educativo, la creación de posgrados en educación dentro de las instituciones de adscripción de sus miembros para la formación del recambio generacional en un área vital para el desarrollo nacional. De ahí la importancia creciente de una participación organizada para contribuir al desarrollo de la educación, las humanidades, la ciencia y la tecnología en nuestro país. Como señalaba Germán Álvarez en 2021, entonces presidente del COMIE:

[…] el Estado no es solo el gobierno y menos la fuerza mayoritaria que lo controla, sino un amplio espacio que involucra a la sociedad, donde se reflexiona y elaboran propuestas, que circulan en un complejo arreglo de órganos deliberativos, medios de comunicación, asociaciones y comunidades.⁵

Entre ellas, al menos como pieza clave en el ámbito de la educación, es importante reconocer el desarrollo logrado, pero también los retos que deberá enfrentar cotidianamente el COMIE en nuestros días.