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Revista mexicana de investigación educativa

versión impresa ISSN 1405-6666

RMIE vol.25 no.85 Ciudad de México abr./jun. 2020  Epub 17-Ago-2020

 

Reseña

El doctorado como proyecto de vida: visión del doctorado en educación internacional de la UAT, de Rosa María González Isasi, José Luis Pariente Fragoso y Corina Schmelkes del Valle*

Sylvia Schmelkes1 

1 Investigadora de la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, Ciudad de México, México, email: sylvia.schmelkes@ibero.mx

González Isasi, Rosa María; Pariente Fragoso, José Luis; Schmelkes del Valle, Corina. 2019. El doctorado como proyecto de vida: visión del doctorado en educación internacional de la UAT. México: Universidad Autónoma de Tamaulipas, Colofón,


En memoria de Corina Schmelkes

Me resulta especialmente significativo presentar este libro, El doctorado como proyecto de vida, de Rosa María González Isasi, José Luis Pariente Fragoso y Corina Schmelkes del Valle, no solo porque esta última es mi hermana, sino porque sé que le dedicó una parte importante de los últimos 20 años de su vida a su desarrollo y a la formación de doctores, de lo que hizo su especialidad después de jubilada del Centro Interdisciplinario de Investigación y Docencia en Educación Técnica (CIIDET).

Corina tuvo tanta experiencia asesorando proyectos de investigación y trabajando con doctorandos para que lograran titularse que teorizó sobre los procesos por los que atraviesa un sujeto que, si bien se ha formado en teoría y metodología, enfrenta por vez primera la necesidad de realizar una investigación que constituya un aporte original al conocimiento. Consideró prudente plasmar estos avances teóricos y metodológicos en su conocido libro Manual para la presentación de anteproyectos e informes de investigación (tesis), que tiene ya cuando menos tres ediciones y ha resultado un best seller. La tercera edición la llevó a cabo con su hija, Nora Elizondo Schmelkes, cuya tesis de doctorado en la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) se convierte en un referente importante de este libro.

El Doctorado como proyecto de vida sistematiza la experiencia del doctorado en Educación Internacional de la Universidad Autónoma de Tamaulipas. Relata los resultados de una investigación que, además de recoger la historia del programa y sus fundamentos, realiza entrevistas con profesores y con egresados, y analiza con detenimiento la situación de las disertaciones de los estudiantes: sus temáticas, las dificultades para llevar a cabo la investigación, la forma como se les apoyó, y la problemática de aquellos (39%) que no han logrado concluirla y, por lo mismo, no se han titulado. Este capítulo, sobre la disertación, es sin duda el aporte especial de Corina a este libro, y un capítulo de gran utilidad para todo programa de doctorado y para todo aquel que se enfrenta a dirigir una tesis doctoral.

La situación del doctorado de Educación Internacional es especial; comienza perteneciendo al padrón de posgrados de excelencia del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), con un profesorado nacional e internacional de muy alta calidad. En poco tiempo deja de pertenecer al Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC), debido fundamentalmente a que los estudiantes eran personas que se encontraban trabajando en universidades e instituciones de educación superior y que requerían el título para obtener ascensos o incluso para permanecer en sus cargos. Muchos de ellos eran administrativos, otros académicos, de universidades de varias partes de la República. Sus condiciones impedían que fueran de tiempo completo, lo que es requisito para los posgrados de calidad de Conacyt. Esta fue la razón de su salida de dicho programa. A pesar de ello, se mantuvieron altos los estándares de calidad y permanecieron los profesores iniciales con amplia experiencia en investigación.

La época en la que surge el doctorado también explica su enfoque internacional, pues comenzaban los procesos globales en educación superior y se requerían personas que pudieran entender este fenómeno y fomentarlo en sus universidades.

Ambas condiciones se convirtieron, a la vez, en importantes desafíos y en problemas para su desarrollo. Los estudiantes, trabajadores y con familia, muchos de ellos provenientes de licenciaturas que no requerían tesis y de posgrados profesionalizantes, enfrentaban dificultades para seguir el ritmo del doctorado, para cubrir las lecturas entre sesiones y, sobre todo, para desarrollar un proyecto de investigación por vez primera. Además, de­bido al nombre del doctorado, debían incluir en su tesis un ingrediente de internacionalización que, si bien se consideraba importante en las nuevas definiciones de calidad de los posgrados, no formaba parte suficiente de la experiencia universitaria y como tema no tenía la densidad necesaria en la vida de las universidades como para convertirse en objeto de estudio.

Este doctorado fue pionero en el uso de tecnologías de educación a distancia. Fue el primero en el país, al menos de lo que yo conozco, que logra una conexión multilateral con los cinco campus de la UAT. Las clases permitían la interacción de todos los campus con aquella desde donde se impartía una clase o una conferencia, y también de los alumnos de las sedes entre sí. Esto es algo que a la fecha muchas de nuestras instituciones con múltiples campus no han logrado. Para los estudiantes esto también representó una novedad que tuvo sus dificultades, aunque se adaptaron rápidamente a sus condiciones y cosecharon los frutos de lo que el esquema permite.

Otra característica del doctorado es que, al ser internacional, exigía dos estancias en Estados Unidos o Canadá -debido a que el programa nació con el Tratado de Libre Comercio (TLC)-, de tres semanas cada una, en las que los alumnos debían acreditar cursos seleccionados previamente. Esa exigencia se cumplió, pero se volvió difícil cuando la salida del PNPC canceló las becas de los estudiantes. A pesar de ello, y de manera quizás menos ordenada, las estancias se cumplieron y constituyeron una parte importante del proceso formativo.

El libro, de manera muy valiente enfrenta autocríticamente el desarrollo del doctorado, que duró 20 años. Uno de los principales problemas que relata es la falta de trabajo colegiado entre los profesores. Ellos, al estar distantes, llegaban a impartir sus cursos y se conectaban con sus alumnos a distancia para dirigir sus tesis, pero entre sí solamente convivían en los momentos de sesiones y sin agendas académicas. A la larga, esto fue reconocido como un serio problema, pero no pudo ya modificarse la dinámica del mismo.

También transparentemente cuestiona la oferta de un doctorado de investigación dirigido a estudiantes que no tienen experiencia en la misma, como ya indicamos, pero lo que es peor, que no se van a dedicar a la investigación en un alto porcentaje, pues ocupan puestos de gestión académica y pertenecen a instituciones, como muchas de nuestras universidades, en las que la investigación no es la prioridad.

Con todo y estas dificultades, el doctorado, a lo largo de sus 20 años de existencia, logró que 65 estudiantes concluyeran su doctorado titulados, lo que representa una eficiencia terminal de 61%, muy alta para doctorados dirigidos a estudiantes que no son de tiempo completo. El 77% de los alumnos que ingresaron lograron egresar, y 47 de ellos podrían en teoría todavía concluir su tesis. El doctorado es reconocido nacional e incluso internacionalmente por la calidad de sus egresados, que ejercen en instituciones de educación superior en el país y sin duda han contribuido a la elevación de su calidad.

No quisiera cerrar esta intervención sin hacer una referencia al capítulo sobre las disertaciones, lo que le confiere una gran originalidad al estudio que da lugar a este libro, pues se analizaron 59 de ellas. El capítulo enfatiza en los aspectos socioemocionales de la relación entre estudiante y director. Habla de la importancia de su selección inicial -compatibilidad de temas de interés, empatía- así como de la relación personal a lo largo del desarrollo de la tesis. Insiste en que el propósito que debe perseguir un director de tesis es la autonomía del estudiante en la conducción de su investigación, lo que no siempre resulta fácil ni al director ni al estudiante, pues sobre todo este último tiende a buscar más apoyo que el que estrictamente conviene en su proceso de convertirse en investigador.

Los profesores de este doctorado lograron que 65 estudiantes se titularan. Sin embargo, también dirigieron tesis de 48 estudiantes que no lo alcanzaron.

Entre los problemas tratados está el asunto de la selección del tema de tesis, que siempre resulta complejo y que se traduce en que en muchas ocasiones los estudiantes cambian de tema, lo que retrasa el proceso de titulación. Objeto también de análisis es la dificultad de tomar distancia del objeto de estudio cuando este es parte del trabajo cotidiano. También se aborda la dificultad que representa aprender a interpretar y darle profundidad al análisis. Más trivial, pero no de menor importancia, es la deficiencia con la que vienen los estudiantes, manifiesta en su dificultad para redactar y para comunicar con claridad, producto por desgracia de una mala calidad de la formación recibida en el sistema educativo, desde la escuela básica, que todos los que hemos dirigido tesis conocemos bien.

Los procesos personales por los que pasan los estudiantes en su caminar hacia el producto terminal de la tesis son también comentados. Los estudiantes sufren periodos de euforia y periodos de frustración, desencanto e insatisfacción. Los directores de tesis deben estar conscientes de la presencia de estas emociones y deben saber dirigir los periodos bajos, que son comunes, de manera que no deriven en una baja de la autoestima o, peor aún, conduzcan al abandono. Para ello es central la relación de respeto y de confianza que logre establecerse entre tutor y tutorado. Ello no significa, sin embargo, que el tutor no deba en momentos determinados desafiar al tutorado para que pueda destrabar procesos, dar saltos interpretativos, y avanzar en su aporte. Elizondo, egresada del doctorado, comenta en su tesis que precisamente estudia la relación director-tutorado, que la relación que se da entre asesor y asesorado resulta crucial en la formación de ambos como investigadores y como personas.

El estudio presentado en este libro es de gran utilidad para la planeación de nuevos doctorados en educación. Son muy claros los aciertos que deben intentar repetirse y los errores que hay que evitar. Pero, sobre todo, el gran valor es el conocimiento generado acerca de lo que implica la relación de los estudiantes del doctorado con el programa y con sus tutores, de las dificultades que se presentan de inicio y en el proceso, de las formas efectivas y no tan efectivas para enfrentarlos. También es de gran utilidad para los estudiantes que inician un doctorado, pues cuentan con múltiples recomendaciones de personas que ya pasaron por ello sobre qué esperar y cómo enfrentarlo. Por todas estas razones, recomiendo ampliamente su lectura.

Corina se entregaba en cuerpo y alma a sus estudiantes y enfrentaba con responsabilidad y gran creatividad sus tareas académicas. Su capacidad reflexiva sobre su experiencia como tutora le permitió generar conocimiento original sobre el proceso de llevar a cabo la primera investigación y sobre los apoyos que se requieren. No sé cuántos estudiantes obtuvieron el doctorado gracias a sus esfuerzos, pero fueron muchísimos. No conozco ninguno que no reconozca su profesionalismo, su enorme entrega y, sobre todo, su calidad humana. No me queda duda de que esta combinación de profesionalismo, compromiso y humanismo explican el valor de su producción, y mucho más importante, el resultado en la formación profesional, pero también humana de sus estudiantes. Hago patentes mi admiración y mi cariño.

*Texto leído en la presentación del libro, la que considero, y creo que así lo hacen también sus coautores, un homenaje a Corina Schmelkes, a su trabajo, a sus aportes, pues murió en febrero de este año.

Recibido: 07 de Enero de 2020; Aprobado: 16 de Febrero de 2020

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