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Revista mexicana de investigación educativa

versão impressa ISSN 1405-6666

RMIE vol.22 no.74 Ciudad de México Jul./Set. 2017

 

Reseña

Entre crisis, entre guerras

María Bertely Busquets1 

1Investigadora en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), Ciudad de México, México, email: bertely@ciesas.edu.mx

Leyva, Xochitl. 2015. Prácticas otras de conocimiento(s). Entre crisis, entre guerras. (tomos 1, 2 y 3p. colección Conocimientos y Prácticas Políticas, San Cristóbal de las Casas, Chiapas: Cooperativa Editorial Retos,


Obras colegiadas como esta, inspiradas en movimientos, sujetos y espacios que caminan hacia la descolonización, despatriarcalización y liberación -como dice Jokolawal indeed de la Comisión Editorial Retos a nombre de todos y todas las compañeras del Centro Indígena de Capacitación Integral (CIDECI)/Unitierra Chiapas- no son puros actos enunciativos. En la historia de la cultura impresa y la academia, tal vez con excepción de la literatura y otros géneros escritos, la mayoría de los libros exaltan protagonismos individuales así como el ejercicio de un poder, muchas veces egoísta, donde los lectores se dedican a replicar o aplaudir la genialidad u originalidad de quien escribe. Las obras colectivas, sobre todo entre científicos, pensadores o académicos sometidos a los placebos neoliberales, suelen ser arenas y escenarios de lucha donde los egos se disputan su capacidad de conocer, donde los líderes académicos presumen su “mejor músculo/mejor pensar” mas no su caminar con otros, sentir con otros y hacer libertario. El trabajo entre pares se da más bien entre “impares” y “competidores” situados abajo o arriba.

Además de los autores que viven en el jardín de los narcisos, los enfoques académicos acerca de las crisis y las guerras pueden resultar en alguna medida sintomáticos. Enfoques paternalistas, misioneros, que victimizan, ayudan, protegen y ven por los pobres y desamparados responden, sin duda alguna, a enfoques coloniales y neocoloniales. Y también se apoyan en estos enfoques quienes, no obstante, denuncian el trato a poblaciones racializadas, discriminadas y minorizadas, reproducen en sus relaciones cotidianas las prácticas de subordinación, sujeción y dominación que denuncian, como sostiene la colaboradora maya guatemalteca Aura Cumes en este libro que no hubiese salido al público de no haber sido por la académica y activista Xochitl Leyva.

Esta obra en tres tomos intitulada Prácticas otras de conocimiento(s), como sostiene Walter Mignolo con otros académicos comprometidos, coloca en el centro de las crisis y las guerras el asunto epistémico en tanto político. Quienes piensan en las crisis y las guerras, ¿desde dónde las piensan? Como eco a la visión dominante y Estado-céntrica acerca de las maneras de resolver estos “problemas” y expresión del egocentrismo, impertinencia académica y falta de humildad, el científico social convencional se considera capaz de encontrar soluciones, pensadas desde su arriba-cabeza, a los “grandes problemas nacionales y aún mundiales”. Muchos de estos estudiosos analizan en soledad y desde su arriba-cabeza tales “problemas” y plantean diagnósticos, juicios y propuestas de política pública sin participación social. Esto en los ámbitos de la gobernanza y administración pública, las permanentes crisis financieras y su impacto en la pobreza, las “competencias” laborales que exige el mundo global, los obstáculos a la pretendida eficiencia, eficacia y racionalidad de tales políticas así como temas relacionados con los derechos a la salud, la alimentación y la vivienda. Todo ello para atender a la población “pobre y vulnerable” considerada como sujeto del interés público.

Estos estudiosos no consideran, como sí lo hacen quienes participan en esta obra, que las posibles respuestas a las crisis y las guerras pueden construirse con prácticas otras de conocimient(s) “situados”, “localizados” y “parciales”, como sostiene Donna Haraway, donde la colaboración, co-autoría y co-teorización planteados por Joanne Rappaport en esta obra hacen de los sujetos silenciados sujetos del derecho.

Cuando emergen estas prácticas, encontramos que el conocimiento hegemónico que muchas veces promueven las escuelas es uno de los motivos insanos que intervienen en las crisis de sentido y las guerras e intereses que las movilizan y provocan. Crisis y guerras geopolíticas y por el control del mundo, a final de cuentas, también epistémicas. ¿Cuáles son los fines y objetivos del conocer? Esta obra plantea que, en clave neoliberal, estos fines y objetivos se definen a partir de los “beneficios” asociados a la acumulación y el consumo materiales, relacionados con intereses mezquinos, extractivos y propios de las lógicas de reproducción capitalista.

Y la clave neoliberal está presente también en mi-nuestro lenguaje, que en este libro comienza a ser lenguaje otro, develando lo otro. Este es el aporte invaluable de Juan López Intzín, quien no escribe desde el patriarcal “pensar” sino desde la matricialidad del sentir-pensar-saber tzeltal. Escribe con otro lenguaje que, como plantearía Noam Chomsky, implica la construcción de prácticas otras de conocimiento(s) así como la construcción de mundos alternos. El Lekil-kuxlejal o Buen Vivir del que nos habla este académico tzeltal adquiere sentido cuando, desde su propio lugar de enunciación, busca: “reflexionar sobre algunas palabras-conceptos que se encuentran presentes en el habla cotidiana tzeltal” (Leyva, 2015, tomo 1:181).

Desde allí, de manera concreta, desmonta prácticas otras de conocimientos cuya contundencia nos lleva a una revisión crítica de nuestro lenguaje habitual y académico, plagado de dominación. López Intzin nos habla del stalel “como resultado del largo caminar y de las experiencias de vida y la relación con el mundo del sp’ijil jol-o’tanil, sabiduría de (la) mente-corazón, de los jp’ijil o’tanetik, sabios(as) de corazón” (Leyva, 2015, tomo 1: 182) ¿Por qué en el habla científica o la que utilizamos cotidianamente los académicos no sentimos-pensamos-sabemos en estos términos?

Y, ¿qué nos puede sugerir la transformación del lenguaje cotidiano sobre la realidad que vivimos, hegemónica y dominante, cuando nos percatamos de la filosofía y los valores de y para la vida implícitos en términos utilizados por López Intzín en este libro? Este autor nos habla del valor del “veredear”, “corazonarnos”, “hacer volver el corazón otra vez al mundo-cosmos”, “corazonar el caminar reflexionando hacia la sabiduría de (la) mente corazón”. ¿Qué implica -nos dice- “volver a escuchar y escrudiñar el Bats’il K’op, palabra-lengua verdadera, nuestra lengua de la infancia, que guarda muchos secretos y con la que nos esperan momentos y tiempos de revelación desde adentro”? Qué supone para los mismos pueblos indígenas, como nos dice también: “desaprender y re-aprender al mismo tiempo. Des-aprender ciertos conocimientos que, desde la escuela o la religión impuesta […] nos han hecho creer que se basan en verdades absolutas y conocimientos universales. Pero también aprender a quitarnos nuestras escamas culturales, que no nos permiten ver más allá a causa de nuestro etnocentrismo, o re-pensar por qué y para qué nos consideramos el ombligo del mundo-cosmos” (Leyva, 2015, tomo 1: 182). Las prácticas otras, entonces, parecen exigir palabras otras, como sentir-pensar; sentir-saber.

Y luego de leerlo-leerme, quise probar-probarme e intentar escribir-escribirme-escribirnos de otra manera como una-otra académica que también participa en esta obra. Desde mi sentir-pensar-saber, corazoné-menté que en otras obras académicas en las que también participé-colaboré los egos-mi-ego habla-hablamos para sí mismos-yo-misma, sobre lo que cada uno-una, desde un lugar-mi-lugar de enunciación, en apariencia neutral, los investigadores enunciamos lo que contemplamos. Los académicos son-somos complacientes con el poder del no hacer-dominante porque se suponen-nos suponemos libres-atados a un mundo regido por la inteligencia-cabeza-razón. Por controlar el sentimiento-corazón-emoción e implicación subjetiva-sujetación en una historia de horrores e injusticias que me-nos descorazonan, los académicos compartimos el mal poder, situado arriba-Estado-cabeza e impuesto a los de abajo-en la tierra-parados sobre la tierra-pies que caminan-hacen.

Esta inteligencia, la tuya-mía, descorazonada y desangrada-sin latido vital, sangre en las venas, ombligo y raíces-abuelas-abuelos-madre-padre-hermanos-hermanas-hijos-hijas-nietos-nietas-complemento-hombre-mujer-Madre-tierra, se somete-nos somete al pensamiento único-dominante-hegemónico. En un mundo de individuos-incompletos-cubiertos-tapados-ajenos, esta obra redescubre-destapa y des-en-ajena, descubre-redescubre lo que soy-somos, como colonizadora-colonizada-descolonizada, y lo mucho que puedo-podemos hacer y lograr cuando co-laboramos, como sostienen Xochitl Leyva y Charlie Hale.

Esta obra exigió a quienes participamos lo que Jorge Gasché define como “control del poder egoísta”. Habla de prácticas otras de conocimiento(s) entre autoras y autores que no radican en un paraíso comunicativo donde no existen más la desigualdad, el racismo, la imposición, la dominación de género y las prácticas colonizadoras. La relación entre conocimiento(s) y ejercicio del poder involucra a las y los autores indígenas y no indígenas en una obra donde la reivindicación de estos conocimientos descoloca, tambalea, fractura, quiebra y debilita el poder del conocimiento dominante, incluidos los saberes escolares y científicos que anidan aún en todas y todos nosotros.

En el tomo 1, Arturo Escobar y Boaventura de Souza Santos abren el camino reflexivo para construir convergencias, donde la subversión y la discusión ontológica se convierten en política y nuestra mirada se identifica con las epistemologías del Sur. La ecología de los saberes y la traducción intercultural abren la posibilidad de mostrar que la comprensión del mundo es mucho más amplia que la comprensión occidental del mundo, como sostiene el mismo Boaventura.

Pero más allá de la convergencia de sentidos y sentimiento de comunalidad epistémica y política que une la dispersión y nos invita a SURearnos al dirigir nuestras miradas hacia el Sur, se objetivan redes que pescan los haceres decoloniales generados en los últimos años. Leyva nos dice al respecto: “Hablamos de prácticas de conocimiento porque, a diferencia de aquellos autores que se mueven en el campo del deber ser (normativo/prescriptivo), los y las autoras de esta obra nos movemos en el campo del hacer, es decir, del “así lo hice, así lo hicimos” (Leyva, 2015, tomo 1: 27). Y quien toma en sus manos este telar teje introducciones y diálogos, donde sorprende la lectura entre pares a pie puntilla, se construyen puentes e intersecciones y sobresale la participación de académicos indígenas como la misma kaqchikel Aura Cumes y la maya mam Lucrecia Ximena García, ambas de Guatemala; María Patricia Pérez Moreno, también maya pero tzeltal de México; Abelardo Ramos Pacho y Susana Piñacué Achicué, colaboradores nasa e integrantes del Consejo Regional del Cauca (CRIC) de Colombia; así como el intelectual mapuche Héctor Nahuelpan quien, después de una larga historia de despojo de los pueblos indígenas en Chile, se pregunta por una posible soberanía epistémica en el marco del colonialismo. Nos encontramos con una geografía de la crisis y la guerra histórica contra los pueblos indígenas de estos países, denunciada por ellos mismos como investigadores de pueblos originarios. Ellos “disputan, en su actual hacer investigativo, sentidos, significados, modos, métodos, epistemologías, teorías, escrituras normalizadas del régimen moderno del saber/poder” (Leyva, 2015, tomo 1: 41).

La introducción al tomo 2, habla de “prisma de miradas situadas” construido por cuatro académicos, una indígena y plantea la pregunta: ¿académicos versus activismo? Los académicos no indígenas que participan en el tomo 1, casi en todo el tomo 2 y en la totalidad del tomo 3, se plantean la descolonización epistémica y política desde distintos flancos y frentes de guerra. Algunos, como Graciela Bolaños del CRIC, pueden considerarse como los intelectuales orgánicos y activistas “mayores” y más emblemáticos en cuanto han puesto su pensamiento al servicio del movimiento indígena; otros, como los ecuatorianos Juan Ricardo Aparicio y Mario Blaser, se sitúan como colaboradores en la formación de intelectuales indígenas que buscan reivindicar y co-producir conocimientos insurreccionales al interior de la “ciudad letrada”; unos más como Sergio Mendizábal y yo misma, relatamos experiencias de colaboración intercultural con pueblos originarios de Guatemala, en el caso de Sergio y de Chiapas, en el mío. La conclusión a que puede llevar la lectura de los tomos 1 y 2 es que la relación entre academia y activismo no implica riñas, sino nutre tanto a una como al movimiento insurreccional.

Antropologías alternas, investigación-acción, lingüística revitalizadora, etnografía doblemente reflexiva, antropología activista, academia activista, antropologías militantes y de la liberación, etnografías experimentales y posmodernas, investigación colaborativa y co-teorización, entre otras perspectivas, se basan en lo que defino como investigar obedeciendo. Se reúnen aquí autoras y autores interesados en la producción de otras prácticas de conocimiento(s) y metodologías como Charles Hale, Joanne Rappaport y Shannon Speed, ciudadana de la nación chickasaw de Oklahoma. Tanto Shannon como Leyva son pioneras de estas discusiones y enfoques a partir de una relevante experiencia de co-labor y la organización del estado de la cuestión en el último capítulo del tomo 1.

No puedo en tan poco tiempo ni quiero profundizar en “todo” lo que aporta esta obra, sería una indolente. Solo diría que en el tomo 2 se pueden identificar aportes en el campo de la antropología feminista poscolonial y participativa, la antropología dialógica crítica y activista así como aprendizajes derivados del zapatismo y miradas situadas en América Latina y el sistema Mundo.

Baste decir que el control del poder egoísta como condición para construir prácticas otras de conocimiento(s) es la materia que anima en parte a este conjunto de autores, que más que un con-junto -como sucede en las obras colectivas- da vida a una obra en co-autoría multivocal e in-versa no dispersa. En contraste con los libros egocéntricos, esta obra expresa la construcción esmerada y comprometida de un sentido de comunalidad, como nos diría Benjamín Maldonado, donde, de modo intencional, los autores y autoras, indígenas y no indígenas, todos como académicos comprometidos:

  1. Asumen una posición epistémica, política y jurídica a favor de las autonomías y la reivindicación de prácticas otras de conocimiento(s).

  2. Comunalizan experiencias localizadas que avanzan hacia la descolonización del conocimiento en diversos escenarios continentales donde las crisis y la violencia son la nota.

  3. Involucran posiciones críticas que no hacen del ejercicio de la co-labor y la descolonización un tótem o actuar misionero.

  4. Cuestionan prácticas de dominación incorporadas en diversos ámbitos académicos que están presentes no solo en las relaciones de dominación- colaboración entre académicos y sujetos o colaboradores indígenas sino entre académicos no indígenas y académicos indígenas, y entre los mismos indígenas.

¿Cómo, dónde y con quiénes difundir esta obra para promover corazonadas-corazonamientos venidos del Sur? ¿Cómo SURearnos y ORIENTearnos en lugar de NORTEarnos? Quisiera que ustedes, como lectores de esta reseña, hicieran de esta obra un motivo para reivindicar, mediante el hacer cotidiano, estas prácticas otras de conocimiento(s). Como un primer paso, la contribución para seguir con este diálogo de saberes y prácticas insurrectos podría consistir en que los tres libros fuesen leídos y comentados por los académicos convencionales.

Y pensando en un público no académico, podríamos considerar que su lectura entre jóvenes estudiantes pre-universitarios y universitarios así como quienes han sido expulsados del sistema escolar podría resultar enriquecedora. Esto, sobre todo, cuando la crisis del saber y la emergencia de la guerra y la violencia afecta sobre todo a los jóvenes. Pero debiese también llegar a los trabajadores del campo y la ciudad así como a sujetos no escolarizados, aunque tengo la impresión de que los artículos aquí reunidos resultan más bien básicos para quienes colaboran con ellos y ellas, a partir de una academia que está revisando sus prácticas y exige refundarse. Como sucede con el dominio de la palabra de Dios en la iglesia y de la palabra escritos en los libros de texto en la escuela, parece que solo quienes dominan la pluma y la letra podrían por este conducto transformarse, lo cual sitúa y limita el margen de transformación derivado de nuestro quehacer académico-activista. Pero como sucede en las luchas libertarias y reivindicatorias que se dirimen en la “ciudad letrada”, obras como esta son un gran paso en la transformación hacia una academia comprometida.

Los invito a reivindicar estas prácticas otras de conocimiento(s), en este y otros lenguajes libertarios, cuando siento-pienso-se que esta obra es un gran paso-pies-caminar para una academia que solo piensa-cabeza. Mi reconocimiento a la Comisión Editorial Retos.

Recibido: 21 de Abril de 2017; Aprobado: 25 de Abril de 2017

Autor para correspodencia: María Bertely Busquets, email: bertely@ciesas.edu.mx

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