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Revista mexicana de investigación educativa

Print version ISSN 1405-6666

RMIE vol.21 n.69 Ciudad de México Apr./Jun. 2016

 

Reseña

Comprender la teoría del currículum como una conversación complicada: surgimiento, crisis, reconceptualización e internacionalización*

Frida Díaz Barriga1 

1 Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Psicología, México, email: fdba@unam.mx.

Pinar, William F.. 2014. La teoría del currículo. con estudio introductorio de J. M. García Garduño, Madrid: Narcea,


El tema de la teorización en torno a los estudios curriculares ocupa un menor espacio en términos de volumen en la producción curricular, pero no en trascendencia. Afirmo lo anterior simplemente al revisar que en el más reciente estado de conocimiento de la investigación curricular en México (COMIE, 2002-2012, coordinado por Ángel Díaz Barriga), 61.4% de las publicaciones analizadas se concentraron en las innovaciones educativas a los proyectos curriculares, y solo 3.62% se enfocó en la teoría curricular, es decir, en su conceptualización, en la construcción teórica del currículo o en el debate en torno a la misma.

Cantidad no es igual a calidad, cierto, y la importancia de la teorización no puede soslayarse. Digo teorización, no teoría, pues William F. Pinar, autor del libro que aquí reseñamos considera que no hay que pensar la conceptualización del campo curricular como algo monolítico, rígido, instituido de una vez y para siempre, sino como un campo de deliberación, dinámico, complejo, permeado por muchas miradas e intereses, sujeto a constante crítica.

Por ello, la reflexión crítica acerca del campo, la construcción y deconstrucción del conocimiento curricular, el debate teórico, el disenso entre posturas y su mirada analítica, son los que al final de cuentas han permitido su avance como ámbito de saber y aportación a la educación, la política y la sociedad. Coincido con Pinar en la preocupación por la manera tan simplista y reductiva con que muchas veces se aborda el currículo ya sea como objeto de estudio o de intervención. Lo anterior tiene una razón, y es que, en palabras del propio Pinar, en Estados Unidos, como en otros lugares, "el currículum comenzó como una designación administrativa, cuya responsabilidad recaía en el administrador"; por eso, para muchas personas y hasta la fecha, constituye un ámbito técnico, habitualmente de prescripción unidireccional, centrado en la autoridad y no en los actores. A pesar del debate de varias décadas en torno a este asunto, sigue proliferando en muchos casos una visión reduccionista, podemos decir "anémica", donde el tema del currículo se reduce a una cuestión de confección de objetivos y programas, de poner en práctica lo diseñado, de evaluación de su cumplimiento. Asuntos que en sí mismos revisten gran complejidad, pero que no agotan ni resuelven el tema del currículo y su trascendencia.

Por el contrario, obras como las que hoy comentamos, La teoría del currículo, constituyen un reconocimiento a la relevancia de la construcción conceptual desde el pensamiento teórico de autores clave, cuyo trabajo ha permitido configurar la veta disciplinar, académica, encaminada a comprender y repensar el currículo desde su complejidad y diversidad, desde sus actores y su práctica, así como en función de su sentido y devenir histórico.

Coincido ampliamente en dos cuestiones que afirma J. M. García Garduño en el excelente estudio introductorio de la obra de Pinar que acompaña este libro: William F. Pinar es actualmente el teórico del currículum más importante, tanto en el medio anglosajón como en el plano internacional. Por ello, sorprende que su prolífica obra, producida a lo largo de más de cuatro décadas, no se haya traducido al español hasta ahora, estando confinada principalmente al mundo académico, a los "intelectuales", a cierto sector crítico de los mismos, y no a los "prácticos" del currículo. Sin embargo, al mismo tiempo encuentro que el eco emancipador del movimiento reconceptualista del currículo, disidente de la racionalidad tyleriana, opositor a la sistemática conductista del currículo, y encabezado precisamente por Pinar, desde principios de la década de los setenta, ha tenido en su momento un hondo calado en buena parte de la comunidad latinoamericana y española que aborda estos temas, y ha derivado tanto en teorizaciones locales, como en proyectos curriculares alternativos de distinta filiación.

Recordemos que es precisamente Pinar quien, en los años setenta, adelantándose a su tiempo, introduce el tema de la autobiografía como forma de crear espacios de libertad subjetiva, de consolidar la autonomía profesional de los docentes y de los estudiantes de magisterio, de hablar de las experiencias vividas en torno al currículo. Hoy en día el tema de los actores del currículo es uno de los que despierta más interés, pero fue precisamente Pinar quien animó a la construcción narrativa, en primera persona, de composiciones escritas por los actores del currículo, dando importancia al discurso en y sobre el aula. Gracias a estos trabajos, se logró desmitificar el conjunto de prácticas estandarizadas que se pretenden imponer desde la racionalidad técnica de la administración que prescribe y gestiona el currículo.

Las tesis que defiende Pinar en este libro giran en torno a cuestiones como las siguientes:

  • La educación no es un servicio prestado a los consumidores, sino una oportunidad intelectual que se ofrece a los estudiantes, a los profesores mismos.

  • Los docentes no son burócratas gentilmente sumisos al Estado, son intelectuales y artistas, o debieran serlo cuando abordan tareas relativas al currículo, dispuestos a emprender "un viaje solitario en compañía de otros" (p. 8).

  • El currículo es una conversación compleja, estructurada por el compromiso ético con la alteridad.

Actualmente, y con base en importantes proyectos que le han conducido a publicar dos handbooks internacionales (2003, 2014), Pinar encuentra que los estudios curriculares han entrado en un estadio de internacionalización, con importantes tensiones entre lo global, nacional y local. Para él, y desde una mirada de reconceptualización del campo, esto nos debe conducir a un estudio interdisciplinario e internacional, cosmopolita, de la experiencia en torno al currículo, atendiendo a la complejidad de discursos y escenarios.

Lo antes dicho permite comprender el sentido de su afirmación "unidos pero separados", pues Pinar es categórico cuando reitera que no se trata de unificar ni validar desde la óptica de una perspectiva hegemónica "globalizada" ni mucho menos "estandarizada" el pensamiento empresarial o las políticas emanadas de los organismos gubernamentales y educativos, menos aún desde la lógica e intereses económicos de las grandes corporaciones o de las naciones industrializadas. Tampoco se trata de imponer el pensamiento de los intelectuales de una determinada comunidad, dejando de lado el debate en torno al currículo. Y, finalmente, tampoco se trata de ofertar ingenuamente directrices para homogeneizar u homologar el currículo escolar en torno a unos "básicos", para convertirlo en una suerte de "currículo internacional".

La obra de Pinar es el resultado de una empresa intelectual, de la "llamada a la conversación" en torno al currículo. Esta llamada necesariamente tiene que ser abierta, democrática, crítica y, ante todo, se encuentra situada en la problemática histórica y política que sustenta la investigación y las reformas curriculares, tanto en el plano de lo local y lo nacional, como en el internacional o planetario. En otras palabras, a Pinar le interesa configurar "la arquitectura de los estudios curriculares a lo largo del mundo", a la par que discutir la historia y el estado actual de este ámbito de investigación e intervención. Pero, a la vez, la comprensión del currículo pasa por entender las cuestiones de tipo racial, religioso, de género, de identidad, de clase social y orientación sexual, de ahí la importancia del punto de vista fenomenológico, del lugar donde se vive la experiencia subjetiva del currículum y de las transformaciones que en él ocurren, pues de otra manera no es posible reconstruir el humanismo dentro del currículo.

En la autobiografía intelectual del autor, incluida en la obra, es el mismo Pinar quien reflexiona sobre su trayecto y lo que ha aportado al campo teórico del currículo; en una apretada síntesis remarco como las principales aportaciones de este prolífico intelectual las siguientes:

El concepto de currículo como verbo de acción, currere; el método autobiográfico en el estudio del currículo; la reconceptualización de los estudios y del desarrollo curricular, como una empresa intelectual, no burocrática; la inclusión de la teoría queer y la educación antirracista como puerta abierta a la tolerancia y al respeto por las diferencias humanas en sus múltiples manifestaciones; el estudio fenomenológico del currículo vivido y la agencialidad de los docentes; la visión cosmopolita del currículo y el estudio de la internacionalización de los estudios curriculares.

Asimismo, y de nuevo anticipándose a tendencias hoy vigentes, desde hace dos décadas y sujeto a la influencia del posmodernismo, Pinar denominó discursos al estudio de las diversas manifestaciones del currículum. Por ello, en distintas secciones del libro, pone de manifiesto el carácter histórico, político, racial, fenomenológico, de género y deconstructivo de los textos curriculares. He ahí la complejidad del tema, por eso, para entender el currículo hay que ahondar en los discursos en torno al mismo.

Cuando aborda el asunto de las reformas educativas, que ha sido recurrente en varias de sus obras y aparece reiteradamente en el libro, en algún punto Pinar afirma "las reformas escolares han sido mi vida". Su trabajo en torno a ellas es el análisis crítico, porque considera que "la crítica es una práctica profesional crucial en los estudios curriculares", una empresa intelectual aunque, al mismo tiempo, nos dice que "la crítica no solo implica no coincidir, sino también cuestionar, ser escéptico y construir una convicción concluyente".

Es sabido que Pinar es un crítico acérrimo de las reformas educativas, sobre todo de las más recientes, las de cuño global, neoliberal. De hecho, de manera irónica, las caricaturiza como "deformas escolares". Invito al lector a revisar con amplitud sus argumentos en torno a que las grandes reformas educativas se han convertido en un negocio al servicio de corporaciones y agencias, que su obsesión ha sido el tema económico, que están centradas en recompensar o castigar a los Estados, a sus escuelas y a sus actores, con base en el desempeño mostrado en dudosas pruebas estandarizadas y que, a su juicio, han contribuido a socavar la originalidad, la independencia y la erudición de la educación pública.

Aunque no niega las eventuales bondades de las tecnologías digitales y la virtualidad, Pinar es un crítico acérrimo de sus usos en la educación, porque considera que "diluyen la subjetividad", pues en general no han demostrado su eficacia a favor del desempeño académico. Peor aún, lo que se hace con ella en el aula en no pocas ocasiones va en la dirección opuesta de lo que se esperaría en la formación del ser humano y le hace pensar que la tecnología se convierte, dados sus usos actuales, en la "gramática del capitalismo", en una expresión de la cultura presentista y narcisista imperante.

La llamada de Pinar es, en este caso y en otros de los temas que aborda, por una comunicación auténtica, cosmopolita, por un currículo que facilita "la travesía" entre lo subjetivo y lo social, por lograr una comprensión compartida pero que, al mismo tiempo, reconoce las diferencias, los asuntos e intereses locales, la diversidad de lugares.

Se ha dicho que la obra de Pinar es compleja, erudita, difícil de leer. Pero, ¿qué trabajo lúcido y original, abierto a un estudio serio, de hondo calado, no lo es?, ¿es que los temas ligados al currículo deben presentarse de manera simplista, aséptica o predigeridos? Considero que la posibilidad de adentrarse en la revisión de esa diversidad de discursos e intereses tejidos en torno al currículo que desvela Pinar y de asumir el reto de participar en dicha conversación complicada, nos ofrece un acercamiento muy interesante a la comprensión de asuntos fundamentales de la educación y la sociedad en que nos encontramos inmersos.

La lectura de este libro, La teoría del currículo, ha sido todo un reto cuyo saldo ha sido uno de los mayores placeres del ser humano: el poder cuestionarse a sí mismo sobre lo que uno cree que sabe y concluir que hay mucho más que aprender, que la lectura de los grandes autores conduce a una suerte de diálogo, que nos enriquece como seres humanos y nos transforma en nuestra acción profesional. Cuánta razón tiene Pinar, pues en toda la obra aquí compilada, su apuesta gira en torno a una reconstrucción subjetiva como camino hacia la reconstrucción social.

Invito a la lectura acuciosa de este libro, que los conducirá a una travesía intelectual con el saldo de grandes aprendizajes y muchos cuestionamientos en torno al currículo, a la agencialidad de sus actores, la forma en que se conciben e implantan las grandes reformas educativas que nos toca vivir en nuestros contextos.

Por supuesto que hay que extender un amplio reconocimiento al doctor José María García Garduño por acercar la obra de Pinar al lector de habla hispana, así como por su espléndido estudio introductorio. También es un trabajo de gran mérito, sumamente cuidado y profesional, el del traductor, Edmundo Mora, de la Universidad de Nariño.

*Reseña presentada en XIII Congreso Nacional de Investigación Educativa, realizado por el Consejo Mexicano de Investigación Educativa, el 18 de noviembre de 2015, Chihuahua, México.

Recibido: 19 de Enero de 2016; Aprobado: 04 de Marzo de 2016

Autor para correspondencia: Frida Díaz Barriga, email: fdba@unam.mx.

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