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Revista mexicana de investigación educativa

Print version ISSN 1405-6666

RMIE vol.20 n.64 Ciudad de México Jan./Mar. 2015

 

Investigación

 

Construcción de la identidad nacional en alumnos de educación secundaria del municipio de Nezahualcóyotl

 

Construction of National Identity among Secondary School Students in the Municipality of Nezahualcóyotl

 

Iván Bahena Mendoza

 

Coordinador académico en la Preparatoria Oficial Anexa a la Normal núm. 1 de Nezahualcóyotl. Cielito Lindo y Feria de las Flores s/n, col. Benito Juárez, 57000, Ciudad Nezahualcóyotl, Estado de México. CE: professeur_ibm@hotmail.com

 

Artículo recibido: 24 de enero de 2014
Dictaminado: 10 de junio de 14
Segunda versión: 11 de agosto de 2014
Aceptado: 28 de agosto de 2014

 

Resumen

El presente artículo tiene como objetivo identificar la configuración de la identidad nacional en los estudiantes de educación secundaria dentro del municipio de Nezahualcóyotl, Estado de México, México. La propuesta utiliza la narrativa como metodología de investigación y se presenta desde un planteamiento cualitativo de corte empírico, sustentado en las argumentaciones de los participantes. La investigación reconoce la presencia de dos categorías con las que se diseña la identidad nacional: la primera denominada referentes objetivos y la segunda referentes subjetivos. A través del análisis de estos elementos, la indagación infiere la construcción de una identidad nacional definida como romántica en los alumnos de secundaria.

Palabras clave: enseñanza de la historia, estudiantes, nacionalismo, identidad, narrativa, México.

 

Abstract

The objective of this article is to identify the configuration of national identity among secondary school students in the municipality of Nezahualcóyotl, Estado de México, Mexico. The study uses narrative as a research methodology and employs an empirical qualitative approach, based on participants' arguments. The research recognizes the presence of two categories for designing national identity: the first, called objective referents, and the second, subjective referents. Based on an analysis of these elements, the study infers the construction of national identity, defined as romantic, among secondary school students.

Keywords: history teaching, students, nationalism, identity, narrative, Mexico.

 

Introducción

El presente trabajo es una investigación cualitativa que pretende comprender el proceso de construcción de la identidad nacional en los estudiantes del tercer grado de educación secundaria. Dicho análisis fue desarrollado en la Escuela Secundaria Técnica núm. 7 "Calmecac", ubicada en el municipio de Nezahualcóyotl, Estado de México.

La propuesta centra su interés en mostrar el modelo metodológico utilizado por la investigación en virtud de entender la construcción y los elementos presentes en la conformación de la identidad nacional de alumnos de secundaria; asimismo, propone la validación de las nociones y las categorías utilizadas por los participantes durante este proceso con la finalidad de ampliar la compresión de la historia escolar y su enseñanza.

La identidad nacional es considerada el objeto vertebral de estudio del presente trabajo. La problemática expuesta consiste en reconocer que esta clase de identidad es una construcción intencionada apoyada de cierta información, elementos o referentes. De esta manera, existen los llamados referentes objetivos y los subjetivos; los primeros son las piezas y mecanismos establecidos por el Estado para generar vinculación, hasta cierto punto homogénea, hacia la idea de nación; los segundos son la interpretación que el connacional puede hacer del total de referentes objetivos, es decir, la interpretación de estos elementos.

El artículo se compone de cinco apartados a través de los cuales se plantea el desarrollo de la propuesta metodológica. El primero establece la problemática de la investigación que se presenta. El segundo identifica y define los referentes objetivos y subjetivos. El tercero expone el proceso investigativo confiriendo mayor atención a la construcción de los materiales para generar los argumentos en los participantes así como para interpretarlos. El cuarto apartado representa el tratamiento elaborado para evidenciar la presencia de referentes objetivos en los argumentos desplegados por los alumnos. Finalmente, en las conclusiones, se exponen las resoluciones construidas a partir de la interpretación de los referentes objetivos.

 

Historia de México e identidad nacional

En México la enseñanza de la historia ha estado vinculada a una función formativa, es decir, el estudio de esta disciplina no solamente ha sido visto como un campo académico sino que también ha pretendido contribuir a la difusión de valores y actitudes en los estudiantes. Vázquez (1975) afirma que al establecerse México como nación surgió –entre otras políticas de Estado– el nacionalismo oficial, la comprensión de un tipo de identidad nacional cargada de valoraciones históricas y culturales debido, principalmente, a la necesidad de vincular una población por demás heterogénea. Como parte de esta política, el Estado institucionalizó la educación a través de la escuela convirtiéndola en un espacio idóneo para propagar la noción de la nación deseada.

Con la construcción de la escuela se diseñó un saber institucionalizado dentro de las ciencias sociales, el cual representó el relato colectivo de la nación (Carretero, 2007). La escuela adoptó dicho relato a través de la historia escolar configurando un tipo de racionalidad instrumental desde el que se estableció un control simbólico sobre los alumnos promoviendo una especie de lealtad hacia el Estado-nación (Ruiz, 2010).

Los programas de estudio 2011 para la asignatura de Historia han determinado su enseñanza y aprendizaje desde una perspectiva identitaria; de esta forma se reconocen dos tipos de propósitos: a) los concernientes a la educación primaria y b) los referentes a la secundaria. En los primeros se menciona que los alumnos deberán reconocer "que son parte de la historia, con identidad nacional y parte del mundo, para valorar y cuidar el patrimonio natural y cultural" y, en los segundos, se establece que deberán identificar a "las sociedades y a sí mismos como parte de la historia" y adquirir "un sentido de identidad nacional y como ciudadanos del mundo para respetar y cuidar el patrimonio natural y cultural" (SEP, 2011).

Por último, dentro de los mismos programas se fija como enfoque didáctico de trabajo el carácter formativo de la historia, entre otros aspectos se menciona: "trabajar para que los alumnos analicen el pasado para encontrar respuestas a su presente [...] mediante el desarrollo y fortalecimiento de los valores para la convivencia, la identidad nacional y el legado histórico de la humanidad" (SEP, 2011).

Sin duda, la construcción de la identidad nacional ha sido central en los procesos de aprendizaje de la historia en la educación básica (primaria y secundaria); tan es así que se han organizado de manera sistemática cursos escolares y programas de estudio estructurados por contenidos disciplinares y competencias cognitivas que han representado el conocimiento legítimo en cada periodo temporal de nuestro país. De esta manera, si la historia escolar también representa el conocimiento del que se desprende la identidad nacional, bien vale la pena considerar cuál y cómo es la información que los alumnos retoman para configurarla, es decir, qué elementos están presentes dentro de su imaginario identitario y qué interpretación poseen al respecto.

 

El Estado-nación

Al quedar la educación regulada por el Estado, a finales del siglo XIX, se estableció como práctica común definir los objetivos de la enseñanza y del aprendizaje de las asignaturas que comprendían la escuela. Desde entonces, tales fines se entretejieron con los contenidos académicos, también llamados disciplinares, constituyendo el cúmulo de conocimientos dentro del marco educativo, dando paso de esta manera al currículo escolar.

Para entender la dimensión y los alcances de la historia escolar en la formación de los alumnos, se debe prestar atención al vínculo existente entre la historia de México y su proceso de estudio dentro de la escuela. Este análisis solo es plausible considerando la presencia del Estado como aparato organizativo, es decir, desde el interés de la conformación e integración de una comunidad nacional.

La comunidad nacional es una construcción ideológica estructurada por ciertos rasgos que los connacionales deben interiorizar y posteriormente reproducir. Según Baechler (1997), la nación o morfología ha representado una unidad colectiva e intercomunicada por redes, a través de la cual circula información específica, cargada de diversos intereses políticos y sociales, y que busca fortificar, consolidar, cohesionar y otorgar coherencia a una misma idea nacional. Para Morin (1993) no eran suficientes los intereses políticos y sociales retransmitidos por diversos canales de comunicación efectiva, por lo que fue necesaria la presencia de un porcentaje mínimo de identificación entre los diversos miembros de una misma comunidad, en la que la filiación se ostentara como un factor determinante para establecer una sociedad representada por el Estado.

La socialidad (Baechler, 1997) –la proliferación de intereses comunes– requirió del diseño de componentes particulares que permitieran fluir, a través de diversos canales, información en un mismo sentido y que, a su vez, identificara al grupo. Esto fue plausible gracias a la construcción de ciertos referentes desde los cuales la colectividad se pudiera asir a una misma idea de asociación, lo que significó que el Estado diseñara referentes objetivos y subjetivos a partir de los cuales se gestara esto mismo, es decir, proporcionar al grupo el conocimiento acerca de lo que son y representan: su identidad.

 

Referentes objetivos: piezas y mecanismos

Renan (1987) reconoció la presencia de los referentes objetivos al identificar el establecimiento de una clase de conciencia ideológica en la comunidad nacional representada por elementos de origen cultural, el mismo fenómeno fue ampliado por Anderson (1993) a través de la comunidad imaginada. Para Baechaler (1997), los referentes objetivos son piezas materiales y mecanismos sociales, mientras que para Hobsbawm (1992) se trata de lazos protonacionales, elementos identitarios que van más allá de los espacios que circunscriben los lugares reales dentro de los que las personas pasan la mayor parte de sus vidas, manteniendo información, prácticas, vocabularios e ideas que pertenecen a grupos políticos selectos, los cuales terminan por extenderse y popularizarse.

De esta manera, los referentes objetivos son artefactos cuya función principal consiste en generar vínculos dentro de la comunidad para evitar que ésta se descomponga en numerosos elementos y grupos de diverso interés. Estos referentes han sido bosquejados desde representaciones hegemónicas con información histórica, cultural, política y geográfica.

Los referentes objetivos representan el rostro más próximo de una nación con el que cuenta un connacional pues no solamente constituyen una información en común, sino que también entrelazan el pasado y el presente del grupo bajo una sola realidad. Tales artefactos se encuentran expuestos de manera asequible y estratégica, asimismo, utilizan un lenguaje simple el cual les permite transmitir información específica a los integrantes de la nación.

A decir de Anderson y el nacionalismo oficial, de Renan con el derecho nacional y de Hobsbawm con la conciencia nacional, como se ha mencionado, puede afirmarse que la conformación de la identidad nacional se suscribe a la presencia de, al menos, cuatro tipos de referentes objetivos. A continuación se detallan los mismos:

1) Piezas iconográficas: representaciones plásticas esbozadas a través de símbolos, signos e imágenes. Tienen como objetivo preservar acciones cargadas de valoraciones históricas por lo que utilizan como tema central actos bélicos y heroicos.

2) Piezas geográficas: se entienden como las fronteras naturales de un país, representan el carácter limítrofe de la idea de nación. Están con formadas por espacios supralocales, es decir, zonas o regiones que, al poseer información histórica o cultural, desprenden la capacidad de representar a otras localidades más pequeñas.

3) Mecanismos culturales (prácticas culturales): se visualizan en el desarrollo de celebraciones, festividades o competencias de la comunidad. Se exhiben como manifestaciones ritualizadas de carácter secular establecidas para legitimar un hecho. Han sido diseñadas para representar la cultura de una sociedad que al participar en ellas concibe la realidad y el sentido de la nación al mismo tiempo que de sí misma. Entre las principales funciones se encuentran: el establecimiento de relaciones y vínculos con los integrantes de la nación así como la delimitación de personajes y responsabilidades dentro de las diversas manifestaciones.

4) Mecanismos ideológicos (comunidad de interés): son la representación hegemónica del pasado de la nación, tienen como punto central generar una concepción homogénea de colectivo; en ella se incorporan y justifican intereses representados por la idea de grupo, para lo cual se vinculan características étnicas, culturales, históricas, políticas, geográficas así como sociales.

 

Referencias subjetivas: la interpretación de la nación

Los referentes subjetivos son las conclusiones que elaboran los connacionales respecto de su nación, en esta idea se basan los sentimientos de pertenencia, por lo que representan la síntesis del cúmulo de información propuesta por los referentes objetivos, esto es, son en verdad el tipo de concepción que cada persona posee de su país. Uno de los rasgos más importantes en la conformación de esta clase de identidad se encuentra supeditada a la formación y definición de la idea de un nosotros extenso en oposición a un no nosotros, por lo que involucra no únicamente el diseño de cómo se interpreta la nación en la que se habita sino también de cómo se interpretan las otras naciones.

La concreción de una nación no queda confinada a una única posibilidad, puesto que están presentes diversos supuestos de los que los connacionales pueden asir sus emociones. En este sentido, para Guerra (1993) la nación es una evolución articulada desde un lenguaje común pero que remite a imaginarios diferentes; ideas como la libertad o la constitucionalidad pueden ser comprendidas y correspondidas bajo diversas dimensiones, a saber, una nación puede ser reconocida por algunos como el pueblo; moderna, formada por individuos o de Derecho pero, para otros, se delinearía como el reino, un Estado conservador construido por cuerpos de hecho.

Podemos reconocer que las interpretaciones de la nación son diversas, por esta misma razón no son espontáneas o arbitrarias pues se articulan en virtud de los derechos y deberes que otorgan, en todo caso, las obligaciones que una definición concede a un grupo en oposición de otro; Delannoi (1993) describe este fenómeno como ambivalencia nacional.

En un intento por categorizar las diversas expresiones bajo las que se puede entender el Estado nacional, se ha retomado la explicación formulada por Renaut (1993), que considera la existencia de dos interpretaciones al respecto, la nación: a) revolucionaria y b) hereditaria o romántica. Cada una se encuentra integrada a su vez por ciertas propiedades.

La nación revolucionaria es una construcción que se sustenta con el establecimiento de derechos y de libertades, requiere de la presencia de identidades civiles vinculadas bajo cánones universales. En este supuesto, la unión surge de voluntad, es decir, se encuentra constituida bajo la asociación libre y consiente, fundamentada en la adhesión de los principios del contrato social (Renaut, 1993:43). Es la nación una construcción artificial de sujetos contratantes que designan voluntariamente el poder a una representación, por lo que la diferencia entre naciones es, pues, de política, de Derecho y no natural, de hecho. Esta adhesión es libre y puede romperse infringiendo o negando los principios fundamentales de la comunidad. Los principales atributos de la nación revolucionaria son:

1) teórico: representación institucional de la nación través de criterios políticos y sociales;

2) artificial: consideración de un criterio de asociación libre, independiente, igualitario e intencionado bajo mismos intereses;

3) cívico: construcción de un orden social a partir de una estructura política que establece derechos y deberes; y

4) universal: establecimiento de responsabilidades sustentadas por valoraciones liberales y científicas. Son de carácter dinámico según el contexto.

Por su parte la nación hereditaria o romántica se entiende como una totalidad inclusiva arraigada a un margen histórico, social y cultural. Para esta clase de comprensión es de suma importancia la presencia de tradiciones vinculadas por una lengua viva y hegemónica. Las características de este tipo de nación son producto del pasado y se encuentran desdibujadas en espacios y tiempos determinados bajo los que los connacionales se sienten identificados. Para Renaut (1993), la idea de nación hereditaria se inscribe bajo la idea natural del hecho, lo que significa que se ve como una estructura establecida más bien por el destino que representa el devenir del grupo. Los principales atributos de la nación romántica son:

1) estético: representación y apreciación física de la nación a través de criterios geográficos, culturales e históricos;

2) colectivo: asociación por cuerpos bajo filiaciones, estereotipos o arquetipos que estipulan privilegios o excepciones;

3) étnico: construcción de un orden cultural a través de rememoraciones del pasado o de grupos y personajes históricos; y

4) particular: establecimiento de prácticas sustentadas en tradiciones comunitarias. Son de carácter conservador, hermético y estático.

 

Planteamiento metodológico

Dado que este es un trabajo cualitativo, se optó por la narrativa como propuesta para estructurar el proceso investigativo pues, según Arendt (2005), ésta se entiende como una red compleja de interacciones humanas cuya particularidad consiste en la posibilidad de reinterpretar juicios previos, permitiendo con ello alumbrar ideas antes ocultas, es decir, arrojar nuevas perspectivas sobre una cosa. Así, la narrativa devela el proceso de construcción de un juicio y el sentido que guarda un objeto para un sujeto. A decir de Taylor (2006), tales ideas desempeñan un papel más importante que el de simplemente estructurar el presente al dar significado a una acción actual, por lo que se convierten en una forma pura de información.

La narrativa se orienta desde lo que Ricouer (1999) ha denominado identidad narrativa, es decir, aquella que el sujeto alcanza mediante la expresión, organización, interpretación y apropiación de una cosa. Este tipo de identidad se elabora mediante el relato: una dimensión lingüística que se proporciona a la dimensión temporal de un objeto, idea, hecho o situación.

El relato es la conclusión del relato histórico: lo que ha sucedido, y el de ficción: lo que se cree que ha sucedido; por lo que en su conjunto es el fruto de la historia y de la ficción (Ricouer, 2003). Los relatos no se centran en una historia cronológica, por el contrario, inician su análisis desde el punto considerado como fundamental para la historia. Este punto de partida se encuentra enclavado dentro de un contexto cargado de valoraciones subjetivas que estructuran la representación de un hecho o experiencia particular al que se le define como trama.

Para posibilitar el relato en los participantes de este estudio, la investigación utilizó la entrevista como un instrumentos de recolección de datos, particularmente en profundidad puesto que, de acuerdo con Rodríguez, Gil y García (1999), en ella se establece una lista de asuntos relacionados con un tema que exige la formulación de preguntas abiertas; las cuales quedan a la libre discreción del entrevistador, quien intenta sondear razones y motivos, acercándose a las creencias y supuestos de los entrevistados.

El cuadro 1 muestra los fundamentos metodológicos bajo los que se estructuró la investigación; la primera columna específica los momentos por los que atravesó el diseño metodológico, la segunda reconoce las particularidades que los diferentes momentos investigativos requirieron, y la última representa los espacios y elementos dentro de los que se vierten los fundamentos metodológicos.

 

Construcción del relato

El relato se indujo bajo un guión de entrevista diseñado a partir de preguntas de opinión/valor, Rodríguez, Gil y García (1999) explican que este tipo de preguntas permiten reconocer el modo en el que un entrevistado valora determinadas situaciones así como aquello que piensa sobre cierto tema.

El guión de entrevista se vinculó con los contenidos del programa de estudio 2011 para Historia de educación secundaria. Buscó identificar los referentes objetivos dentro de los relatos elaborados por los alumnos. El cuadro 2 presenta el guión utilizado para recabar los datos.

 

Interpretación del relato

Para esta parte del trabajo se desarrolló una cédula de verificación consistente en tres apartados: a) referentes subjetivos y sus atributos, b) los referentes objetivos y sus rasgos y c) las características, compuestas por las intenciones y cualidades de ambos referentes. El proceso para interpretar el relato a través de la cédula mencionada consistió en cuatro pasos, identificar: a) los referentes objetivos dentro de los relatos; b) el tipo de rasgos que cada referente posee; c) la intención y la cualidad de cada referente objetivo y d) el tipo de referente subjetivo (cuadro 3).

 

Análisis de los referentes objetivos

Referencia geografía. La nación es un lugar

En los alumnos la concepción geográfica de la nación surge de una noción histórica, esto significa que ellos reconocen de manera general espacios o regiones que se vinculan con periodos o hechos históricos. Por ejemplo, al preguntarles ¿Dónde se desarrollaron los hechos que te enseñan en la clase de historia de México?, contestaron:

ALINNE: [La historia] ocurrió en todo México, en todo el país.

LIZETH: [La historia] se desarrolló en diferentes partes del país, en donde ocurrió cada acontecimiento, porque había diferentes necesidades.

De primera instancia las respuestas anteriores parecieran tener la misma intención, pero cada una de ellas plantea una problemática particular. Por un lado, Alinne reconoce que los hechos históricos poseen la capacidad para movilizar a la comunidad en virtud de que representan una idea amplia; por otro lado, Lizeth centra su atención en las particularidades que tienen los hechos como elemento de valoración para las comunidades.

Las dos posibilidades de reconocer los acontecimientos de la historia, en todos lados y en algunas partes, develan el esfuerzo del connacional por homogenizar su nación. Este ejercicio es descrito por Baechler (1997) como el intento individual de volver coherente la comunidad nación.

En todo caso, los argumentos permiten observar que la historia posibilita, a través de un hecho particular –con independencia del tiempo, del espacio así como de su proceso– la identificación de un país, al generar en los connacionales una noción geográfica. Este aprendizaje podría ser considerado el paradigma de la comprensión geo-histórica en la enseñanza de la historia desde un sentido oficial, pues los alumnos aprehenden lugares particulares que, al expandirse en un ejercicio mental, sitúan a su nación, es decir permiten su ubicación y posterior reconocimiento.

Al preguntar a los estudiantes "¿por qué son importantes estos lugares?, respondieron:

ROBERTO CARLOS: Son importantes [estos lugares donde ocurrió la historia] porque ahí hubo un hecho histórico, ahí pasó algo[...] porque aquí fue nuestra independencia.

Parece que la primera idea de nación se supedita al referente geográfico, esto quizá se debe a la existencia de vestigios respecto de los espacios mencionados por la historia. En este ejemplo, Roberto nos dice que estos lugares son importantes debido a los diferentes sucesos que ahí han acontecido, es decir, los espacios físicos son considerados representantes y poseedores de un hecho o en todo caso de la idea de un hecho particular.

En los estudiantes examinados se presentaron nociones generales sobre aquellos lugares importantes en la historia, pese a esto sigue siendo necesario la delimitación de los acontecimientos dentro de la nación, por lo que cuando se les interroga "¿cuáles son los lugares históricos más importantes de México?", los alumnos habitualmente responden una de dos posibilidades, una visión sumamente específica o una más general:

BEATRIZ: mmm, yo digo que El Castillo de Chapultepec, porque ahí pasaron cosas muy importantes para nosotros, ahí vivieron los presidentes de México.

OSCAR: Pues, yo creo que para mí sería Yucatán, porque de ahí surgieron las civilizaciones indígenas que hasta nuestros días siguen viviendo en México.

La especificación de ciertos lugares, como en este caso, sucede porque la nación está valorada desde su carácter histórico –como se ha mencionado– pero también desde el cultural. Cabe considerar que cuando los alumnos reconocen "regiones" también intenten identificar rasgos culturales que los homogenizan. En el ejemplo de Beatriz los lugares presentan una lectura histórica, mientras que en el de Oscar se reconocen más bien desde una idea cultural.

Aunque sea un elemento valioso sin duda la evocación de lugares nacionales no sorprende como elemento nuevo, lo interesante quizá radique en reconocer aquello que hace que los sujetos asuman estos espacios como propios y les linden una carga identitaria hasta cierto punto densa. Parece que los estudiantes conciben estos escenarios a partir de su "trascendencia", lo que significa entonces que la valoración surge en la medida en que las consecuencias de los acontecimientos se visualizan en el presente:

LIZETH: Porque en determinado momento fueron personas importantes, o personas que nosotros consideramos ahora importantes, las que vivieron ahí, o estuvieron en ese lugar en determinado momento, y que a lo mejor cuando estuvieron ahí o pasaron, hicieron algo que es importante para nosotros hoy.

JORGE: Es importante porque ahí pasó la lucha del Castillo de Chapultepec, porque ahí pasó una parte de la historia de México.

A través de los argumentos expuestos se reconocieron tres elementos bajo los cuales se configura esta primera referencia, es decir la geográfica: edificios y monumentos, zonas arqueológicas y regiones geográficas. Veamos al detalle estas formas.

Edificios y monumentos

Construcciones elaboradas en determinada etapa del país y que hoy día se mantienen en pie, consolidándose como representantes de un periodo de la nación. Son los elementos más recurrentes bajo los cuales los alumnos se identifican, esto es, que a través de la historia enseñada han elaborado un reconocimiento histórico y cultural de estos sitios.

A dichos espacios se les asigna el desarrollo de un hecho particular que marca el tránsito de la nación. De esta variante se desprenden por lo menos ocho lugares de anclaje de los que el Castillo de Chapultepec y el monumento a la Revolución encabezan la lista, seguidos por la Alhóndiga de Granaditas, el Ángel de la Independencia, la Hacienda de Chinameca, el Zócalo y el Centro histórico de la Ciudad de México y el Museo Nacional de Antropología e Historia.

Zonas arqueológicas

Son representaciones geográficas que homogenizan áreas territoriales de la nación. Simbolizan periodos históricos y culturales. Dentro del ideario nacional cumplen una doble función: indican la génesis de la nación mexicana así como su continuidad. En estas zonas sobresalen, en orden de mención, las ciudades precolombinas de Teotihuacán, Tenochtitlán y Chichén Itzá.

Región geográfica

Implica la vinculación de un proceso histórico con una zona territorial del país. Esta categoría difumina la barrera entre lo local (regional) y lo nacional, convirtiendo de esta forma una problemática específica en un tema de carácter amplio. En esta descripción se reconocen por lo menos seis entidades federativas de la república mexicana, las enunciadas en orden de prevalencia son: Guanajuato, México (la Ciudad de México), Chiapas, Yucatán, Puebla, Oaxaca y Veracruz.

 

Referencia iconográfica. Ver lo que no se puede ver

Debemos recordar que las imágenes adquieren importancia en tanto se convierten en elementos representativos que encausan al connacional a un grupo o ideología establecidos; pues al apropiarse de ellas, bajo el lenguaje pictórico, transmiten un conocimiento específico. En muchos casos los datos que desprenden estas figuras se encuentran vinculados a una idea futura de la nación, así como a la visión idealizada o romántica, de la misma en el presente.

Cuando a los estudiantes se les cuestiona "¿por qué existen (están presentes) símbolos e imágenes dentro de la historia de México?", ellos respondieron:

ADRIÁN: Creo que para representar al país, para que supieran que era México y distinguirlo de los demás.

DANIELA: Para que nuestro país tenga una representación, que tenga cómo ser conocido, ser reconocido en todo el mundo.

De primera instancia las respuestas no parecen tener una intención clara sobre la función y la información que transmiten las imágenes. De hecho, su valor está supeditado a la representación de una idea entre no connacionales. Por ello, en la comprensión de los estudiantes estas imágenes permiten identificarse de otras nacionalidades, es decir, de otros grupos ajenos a la nación que se habita.

Es importante reconocer que las imágenes conllevan esta doble función, por un lado, divulgan información a los otros que no pertenecen al grupo identitario y, por el otro, la exponen a los integrantes de éste. El elemento que se recupera en la construcción de la identidad nacional a partir de las imágenes –en un mundo de connacionales– tiene que ver con la función que éstas desempeñan en su aspecto social, en el que el lenguaje que ocupan está destinado a formar a los connacionales, es decir, proporcionar nociones y funciones al mismo. Esto significa que los alumnos aprenden a través de la iconografía ideas sobre lo mexicano. A este respecto cuando se les pregunta "¿por qué se crearon estos símbolos e imágenes?", contestan:

TERESA: Para representarnos como mexicanos. Todos los ciudadanos que vivimos... todas las personas que vivimos aquí, en México, que sepamos quiénes somos.

ROBERTO: Para recordar quiénes somos y que no se nos olvide a pesar del lugar en el que estemos, que nos sintamos orgullos de donde somos, de México.

Teresa y Roberto permiten observar que la formación nacional que la iconografía trasmite es un constructo definido previamente, en un escenario más bien político. Para muchos connacionales, en esta posibilidad, la nación es una idea acabada y estática, porque abarca a toda la comunidad –la homogeniza–, mostrando con ello las cualidades de sus habitantes.

Cuando se les cuestiona a los alumnos sobre qué función tienen las imágenes y símbolos, las respuestas son las siguientes:

ALINEE: Yo pienso que [la función de las imágenes] es la manera de representar una unión de México, de los mexicanos.

CLARA ALEJANDRA: Identificarse. Por ejemplo el escudo fue por una leyenda Azteca, ahí se creó nuestra primera identidad. El himno fue nada más para que tuviéramos nosotros una canción que hablara de México, una canción que identificara cómo fue la historia de México y entre nosotros.

La comprensión de los elementos iconográficos está ligada a un valor identitario pues a través de ellos reconocen grupos o ideas. Para esta segunda referencia objetiva la bandera se presenta como el ícono más común en la construcción de la identidad nacional, seguida por el escudo nacional.

La iconografía nacional que los estudiantes perciben se vincula con una idea más cercana a su contexto educativo, es decir, mantiene un carácter escolar, pues su aprendizaje se da dentro de esta institución consecuente con ciertas prácticas del sistema educativo. Empero, dentro de esta concreción, los alumnos elaboran una valoración particular que se aleja aparentemente del Estado, pues dichos elementos se consideran naturales de la nación, concebidos en el seno del pueblo y surgidos desde sus necesidades como lo reconoce Hobsbawm (1992).

 

Prácticas culturales. Cómo se vive la nación

Las prácticas culturales que los alumnos identifican bajo una tendencia nacionalista son promovidas dentro de la escuela, por lo que éstas adquieren un primer sentido escolar y un segundo sentido cívico, de forma usual son manifestaciones con una carga densa de información histórica, por lo que para comprenderlas se debe reconocer su origen; de esta manera, se les preguntó a los participantes, después de haber elaborado un primer esbozo de los sucesos históricos más importantes de México, "¿cómo recuerdan estos hechos de que nos habla la historia?"

ADRIÁN: Para mí son hechos históricos importantes, el día en que México salió adelante, el día que México hizo esto (la Independencia).

JUAN ANTONIO: Pues se recuerdan con el pasado de México, como poco a poco fue cambiando México hasta hoy.

Estas respuestas evidencian la existencia –o la intención– de un tipo de nación apropiada por los alumnos, misma que se entiende más bien como una idea cargada de cualidades, de esta forma se les cuestionó: "¿por qué es necesario recordar estos hechos con actividades y celebraciones?"

ALINNE: Pues porque gracias a ellos nosotros somos libres y todos tenemos la misma igualdad, las mismas oportunidades de sobresalir, no como antes.

LIZETH: Pues porque son hechos que han pasado así, de generación tras generación. Son importantes porque muchos de ellos nos dieron libertades, nos dieron otros privilegios que antes no se tenían y fue por eso que a lo mejor muchas personas lucharon, para que nosotros viviéramos mejor.

Es interesante reconocer que las prácticas están vinculadas con un hecho determinado, es decir, su valoración surge desde un pasado específico que la comunidad se apropia. Las prácticas culturales se encuentran suscritas a una fecha específica y en muchos casos se apoyan de un personaje, rasgos que consolidan su carácter solemne. En este caso los hechos que generan prácticas culturales se configuran de tal forma que aparecen reconocidos por cualidades universales como podrían ser la libertad, la justica o la igualdad.

Los alumnos no recuerdan completamente la información histórica de donde se desprenden las prácticas culturales que llevan a cabo, pero esta característica también nos permite observar su verdadero valor: la capacidad de referir una idea con un mínimo de información pero con un solo sentido.

Las prácticas que sirven como vinculo en la configuración de la nación, a decir de los alumnos son:

• La Independencia de México. El 15 de septiembre

• La Revolución Mexicana. El 20 de noviembre

• La Batalla de Puebla. El 5 de mayo

• El día de la bandera. El 24 de febrero

A decir de estas fechas las celebraciones históricas no se configuran de cualquier representación o hecho pasado, sino que son entendidas como momentos relevantes para la comunidad. Así, el 15 de septiembre es rememorado como la mayor celebración histórica para los alumnos; consideran, dentro de una idea romántica, que es el día fundacional de la nación, por lo que se ha convertido en el escenario dentro del que el connacional adquiere plena existencia.

Por lo tanto, las celebraciones históricas son festividades que logran, a través de sentimientos, cohesionar a la comunidad en torno a una idea. El Estado se apropia no únicamente de las fechas –esto es, de las diversas prácticas festivas– sino, sobre todo, de las emociones que articulan los connacionales en torno a ellas, por lo que adquieren un carácter oficial, convirtiéndose en responsabilidad de la institución educativa. Los alumnos las recuerdan como conmemoraciones que se desarrollan en torno a un homenaje en el centro de la plaza escolar, en donde el director al igual que diversos profesores dirigen el acto, junto a ello se presentan algunos cuadros artísticos para ambientar el evento.

Estas manifestaciones son un elemento identitario porque poseen la cualidad de homogenizar, es decir, su reproducción se imagina similar en todos los casos a lo largo de las escuelas del país. Es importante observar que en algunos momentos los alumnos son partícipes en actos tan comunes como los honores a la bandera, pero no todos se asumen como tales, sino que guardan distancia y se visualizan solo como observadores de dichas prácticas. Pese a este escenario se manifiesta una aceptación general respecto de las celebraciones pues, como dice Beatriz, lo importante de ellas es continuar no solamente con su reproducción sino también con el mensaje que desprenden:

BEATRIZ: (Independencia de México) El festejo [que se hace en la escuela] intenta retomar lo que pasó, ver cómo el pueblo se unió, por una sola persona... es como una historia de sobresalir... es una buena situación a seguir.

 

Comunidad de interés. El "nosotros"

Al intentar reconocer el grupo de pertenencia asumido por los alumnos, se presentó más bien una idea general sobre cuál es el significado que la historia les trasmite (de lo que esta historia les habla). Posiblemente en los estudiantes no exista la problemática a este respecto, es decir, el reconocimiento de un grupo de pertenencia o identitario, pues asumen que la historia que les enseñan únicamente puede transmitir contenidos en un sentido, el de México, y que luego, entonces, ésta habla de los mexicanos.

La historia que aprenden los estudiantes se desprende de una narrativa cronológica y se refiere a un grupo con ciertas características sociales, culturales, políticas y económicas. Para legitimar la presencia de este grupo los alumnos elaboran una explicación de la historia a partir de los contenidos disciplinares que se les enseñan. Así se visualizan por lo menos cuatro tipos de historia dentro de los relatos: de los hechos, cronológica, de "nosotros", e historia de los personajes.

 

La historia de "nosotros"

Es una explicación que elabora una representación del nosotros, es decir no habla de la nación en sí, sino de un colectivo con el que se reconocen y del que forman parte los alumnos; compartiendo no únicamente el pasado sino también las causas o justificaciones que motivaron los sucesos en dicho pasado. A decir de ellos se consideran sucesores o descendientes, pues han apropiado rasgos que los asimilan histórica y culturalmente con dicho grupo.

Esta explicación se presenta con regularidad sin una reflexión consciente de lo que se está enunciando: "nosotros somos o nosotros fuimos", pero es una de las construcciones más sobresalientes en el estudio de la historia al legitimar la existencia de la nación desde la presencia del connacional, legando con ello en cada individuo una pequeña porción de la misma. Veamos los siguientes ejemplos al respecto:

TERESA: Pues la historia que nos enseñan en la escuela habla de nosotros, de lo que hicieron antes para que hoy fuéramos libres. De cómo se luchó antes para que hoy México fuera mejor.

JUAN CARLOS: La historia nos enseña de nuestros antepasados, de cómo eran, qué ritos tenían, qué comían, cómo vestían, y que hoy nosotros seguimos teniendo: como el día de muertos.

El análisis sobre de quién habla la historia de México permite identificar la vinculación presente de la enseñanza de la historia con la construcción de la identidad nacional en los alumnos, esto se refleja al plasmar juicios sobre la utilidad de la asignatura. Dentro de estos argumentos se narra una nación ascendente forjada desde hechos y personajes que, en cualquier caso, habla de nosotros, es decir de un grupo hegemónico que se legitima al apoderarse de un pasado común. A decir de la investigación, los alumnos se apropian de estas características y las configuran como una verdad, esto significa que a la historia se le confieren el papel de resguardar la génesis de la identidad pues, de acuerdo con Plá (2005:113), el "uso de la primera persona del plural parece básicamente una función identitaria".

¿Quiénes fuimos nosotros? Es la cuestión que se desprende de la conjetura que los alumnos elaboran en la comprensión del contenido del que les habla la historia de México:

DANIELA: Pues digamos todo México, todo México está escribiendo su historia, es decir, lo que ha pasado en el país hasta hoy.

JUAN ANTONIO: Nosotros, es decir nuestros antepasados, los que pelearon contra todos en la historia

JORGE: Nosotros, ahora ya tomamos nuestras propias decisiones, tenemos nuestras propias costumbres, nuestras tradiciones, cómo nosotros, a pesar de que fuimos esclavos de los españoles, pudimos salir adelante hasta hoy.

Por esta razón el nosotros puede ser entendido como el máximo objetivo a cumplir en la enseñanza de la historia –en una función formativa– pues se convierte en el engarce idóneo al impedir la discriminación social, y de cualquier otro tipo, dentro de la nación. Esto significa que el nosotros expresa la vinculación directa del connacional respecto de su país, aceptando y reconociendo con ello no solo a la misma sino a los connacionales con los que la comparten.

 

Conclusiones

La presente investigación concluye que la identidad nacional de los alumnos en educación secundaria presenta las siguientes características:

1) La identidad nacional es una construcción diseñada a través de un proceso.

2) El proceso de construcción de la identidad nacional transcurre en dos momentos. El primero comprende el aprendizaje de referentes objetivos difundidos desde el aparato del Estado a través de la escuela y, de manera particular, dentro de la clase de historia. El segundo consiste en la interpretación que el connacional hace de dichos referentes.

3) La identidad nacional es un proceso material, esto significa que la construcción de este tipo de identidad requiere forzosamente de referentes objetivos.

4) Al menos existen cuatro referentes objetivos:

a) Piezas geográficas

b) Piezas iconográficas

c) Mecanismos culturales (prácticas culturales)

d) Mecanismos ideológicos (comunidad de interés)

5) Los referentes objetivos son visualizados por los alumnos de la siguiente manera:

a) Piezas geográficas: se construyen tres representaciones: regiones geográficas, que vinculan generalmente a estados federales y sus colindancias; zonas arqueológicas; y edificaciones y monumentos.

b) Piezas iconográficas: la bandera y el escudo nacional mexicanos.

c) Mecanismos culturales (prácticas culturales): A través de conmemoraciones enmarcadas por una fecha: 15 de septiembre, 20 de noviembre, 5 de mayo y 24 de febrero.

d) Mecanismo ideológicos (comunidad de interés): la apropiación de un nosotros, difundido por la historia oficial.

6) La identidad nacional de los alumnos se considera una identificación romántica, es decir, conciben su nación a través de cualidades estéticas, colectivas, particulares y étnicas, cargadas de información histórica y cultural.

 

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Nota

Este artículo es resultado de la investigación realizada por el autor para obtener el grado de maestría en la Universidad Pedagógica Nacional-Ajusco.

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