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Revista mexicana de investigación educativa

versión impresa ISSN 1405-6666

RMIE vol.19 no.63 Ciudad de México oct./dic. 2014

 

Reseña

 

Entramado del currículo y desarrollo de innovaciones en educación

 

Etty Haydeé Estévez Nenninger

 

Díaz-Barriga, Ángel (coordinador) (2013). La investigación curricular en México 2002-2011, colección Estados del conocimiento, Ciudad de México: ANUIES-COMIE.

 

Profesora-investigadora de la maestría en Innovación Educativa de la Universidad de Sonora. Calle Rosales y Boulevard Luis Encinas s/n, colonia Centro, 8300. Hermosillo, Sonora, México. CE: ettyestevez@gmail.com.

 

Reseña recibida: 5 de junio de 2014
Aceptada: 15 de agosto de 2014

 

Para comenzar quiero hacer un reconocimiento al esfuerzo que implica haber integrado un grupo nacional de investigadores dedicados a recabar conocimiento y reflexionar sobre el desarrollo curricular en nuestro país.

Me gustaría reflexionar sobre los aciertos de este trabajo y también sobre las que, considero, son controversias muy fructíferas para el debate en temas de educación. También, deseo apuntar aquí lo que ha quedado pendiente para ediciones futuras de este libro; porque de seguro las habrá. Por lo menos, tienen mi apoyo para continuar con este gran trabajo.

Puedo imaginarme las dificultades por las que han pasado los autores. Requiere de gran habilidad remar contra la corriente de la sobre-carga académica. Trabajar y, al mismo tiempo, mantenerse habilitado académicamente, no es cosa fácil.

Recopilar mil 241 producciones en el campo del currículo entre 2002 y 2011 es una aportación muy valiosa para el desarrollo de la educación, tanto para su estudio subsecuente, como para su aplicación práctica. Queda pendiente un esfuerzo institucional en el que se puedan incluir todas, o la gran mayoría, de las tesis de posgrado sobre el tema. Saber con mayor certidumbre el estado del arte del campo curricular es una contribución de suma importancia. Veamos en qué sentido.

Pareciera que se pueden hacer dos grandes divisiones temáticas de las investigaciones recabadas en esta obra. Una, la que se refiere a la dinámica política de la aplicación del currículo y, otra, que se ocupa de un estado anterior, un estado pre-político o a-político del currículo o cuestiones relacionadas con el miso.

Vale la pena reflexionar sobre estas cuestiones. Una de las clasificaciones más importantes que hace el libro es el de las investigaciones que se articulan con las reformas curriculares y los cambios que generan en las instituciones, siendo esta categoría la que tiene más de 50% de los trabajos recabados, con 762. En contraste, están las investigaciones relacionadas con el currículo, docentes y estudiantes, que son 27% con 372 documentos. Otra clasificación más, es la que corresponde a evaluación y su relación con el currículo, que representa el 11% de las investigaciones, con 148 trabajos.

Tendría que preguntar, ¿no son acaso los docentes, los estudiantes y el currículo en sí mismos parte de la dinámica política? O bien, y en vista de los acontecimientos relacionados con la reciente reforma educativa en educación básica, ¿no es acaso la evaluación y su relación con el currículo, también, un tema que forma parte de la dinámica política?

En realidad sí, si asumimos la repercusión que está implícita en un Estado nacional que tiene como responsabilidad otorgar educación a sus ciudadanos: todo es parte de las reformas curriculares y los cambios que se generan en las instituciones.

Estoy de acuerdo con que la clasificación de los temas facilita su manejo, y que las categorías que surgen no tienen que ser inflexibles. Más bien, es un norte pertinente para hacer una consulta provechosa del libro. Sin embargo, creo que la oportunidad para reflexionar sobre la manera en la que las cuestiones educativas están entramadas es muy interesante.

No podemos escapar de la política. Nos gustaría, muchos lo desean. Buscamos temas que se mantengan libres de la dinámica del poder. Buscamos en ello esa pureza que sostienen los objetivos mayores de la educación, el noble actuar de quienes están interesados en mejorar nuestra sociedad como fin en sí mismo y no como una jugada pragmática que haga salir del paso en la carrera por el poder. Sin embargo, no podemos escapar. De hecho, creo, no debemos escapar. Debemos asumir. Es un deber el lidiar con tales condiciones. Sí, parte de estar involucrados en la educación, es manejar su intrínseco rasgo político.

Remarco esta cuestión porque el tema curricular en nuestro país es, esencialmente, un tema político. De esa manera, este libro servirá en gran parte para sustentar cambios institucionales del currículo en años venideros; o bien, para que investigadores avancen en los estudios sobre el tema y, a su vez, dichos avances serán usados para su implementación institucional. Como dice el dicho popular, está junto con pegado.

Aprovecho para hacer referencia a los textos sobre el tema de la historización curricular. Aunque son pocos, son muy valiosos. Nos hablan del desarrollo de esas relaciones entre muchas de las categorías que están en este libro. Queda pendiente añadir más trabajos de este tipo para ediciones futuras. Me gustaría reconocer textos incluidos como la entrevista a Tyler, hecha por Cordero y Garduño en 2004, así como un trabajo sobre la evolución del currículo en una escuela de danza. Más estudios como esos serán de gran ayuda para entender integralmente el fenómeno curricular. Es algo complicado, pero ya podemos apoyarnos en esta edición.

Otra cuestión muy interesante del texto es su discusión teórica. Me parece un gran acierto incluir este tema que, aparentemente, goza de esa independencia o autonomía del juego político-institucional. La discusión en un nivel teórico es por demás necesaria, y no sólo en el tema curricular, sino en todo el tema educativo. Sabemos que no tenemos una tradición teórica asentada en nuestro país, sin embargo, nunca será tarde para ampliar los debates al respecto.

La discusión promovida en este libro es un pretexto perfecto para desarrollar el tema con más detenimiento. Sin duda, una discusión teórica sobre cuestiones curriculares demanda un enfoque epistemológico que incluye conceptos anteriores o causantes del currículo. En este sentido, me parece pertinente la discusión teórico-conceptual sobre la innovación, por ejemplo. Abre la puerta para cultivar el debate con conceptos intrínsecos a la innovación, como podrían ser los de progreso, progreso social y progreso científico. Esa vena es apenas una pequeña muestra del extenso debate que se puede dar a partir de lo publicado en este libro.

Pareciera que progreso, innovación y currículo son una misma dinámica del conocimiento aplicado a la educación. Personalmente, creo que el currículo debe de ser un acto de innovación en sí mismo. Así lo he patentado en los trabajos de diseño curricular en los que me he involucrado recientemente, proponiendo currículos cambiantes, con características auto-gestivas que provoquen una innovación constante; un cambio pertinente en el aula. Desde mi punto de vista, la innovación curricular se puede dar al mismo paso con el que el maestro está emitiendo su mensaje para interactuar con los estudiantes.

La recopilación de trabajos sobre el desarrollo curricular es una mina de oro para el desarrollo del tema. Me hubiera encantado tener acceso a esta recopilación, así como a las reflexiones y recomendaciones surgidas al respecto, en momentos en los que los encargos institucionales para la creación curricular exigen un panorama claro al respecto. De ahora en adelante, le debemos a este libro una accesibilidad integral al tema.

Los actores del currículo crean esta trama que muchas veces no podemos leer en su totalidad, sino que llegamos a conocer rasgos aislados o panoramas incompletos. Mientras mejor conozcamos a dichos actores, mejor será el entendimiento de la trama como un todo.

El capítulo del desarrollo curricular nos ofrece esa contundente conclusión a la que algunos investigadores hemos llegado: el actor ha sido ignorado dentro de la trama. La falta de involucramiento del maestro en el cambio curricular es el origen de la ineficiencia en su aplicación. Lo sabemos y, esta vez, con sustento en la mayor recopilación de investigaciones y literatura al respecto, queda comprobado: mientras no se considere al maestro como el núcleo social de la dinámica educativa, cualquier cambio no va a terminar de cuajar. Eso se relaciona con la evaluación, planteado por la reciente reforma al artículo 27 Constitucional como uno de los ejes del pretendido cambio educativo que propiciaría calidad. Vivimos un momento crítico para la evaluación, y un trabajo de recopilación y análisis como el que presenta es más que pertinente.

Si bien el texto se refiere a la evaluación curricular, las reflexiones y los ejercicios de análisis críticos hechos alrededor de este asunto también son útiles para otros tipos de evaluación. Queda claro que, hasta ahora, en nuestro sistema educativo hace falta ejercer una evaluación cualitativa, inteligente, eficiente y con soportes conceptuales claros. Esta conclusión del libro queda para quienes sean los responsables de diseñar las evaluaciones venideras, con un sustento referencial muy importante, el más importante que se ha hecho en el tema.

Por su parte, quedan pendientes debates muy provechosos sobre las conclusiones realizadas. De este debate deben nacer las evaluaciones y meta evaluaciones pertinentes que le hacen falta a nuestro sistema educativo. Las evaluaciones que se realicen a los docentes de educación básica, en el marco de la actual reforma constitucional, sin duda tendrán diversas implicaciones y efectos sobre el currículo, dependiendo del enfoque que se siga en su diseño e implementación.

Coincido con los autores de este estado del conocimiento en que, para consolidar el campo de la evaluación, es necesario realizar varias acciones, una de ellas es impulsar una discusión nacional sobre las diferencias que subyacen en las visiones sobre la evaluación: la de corte administrativo, la que se deriva de la planeación estratégica, la perspectiva socio-constructivista y la pedagógico didáctica, así como discutir las estrategias de evaluación que se derivan de la teoría de la medición, entre otras. Estos debates, sin duda, podrán contribuir a formar una comunidad que, en el futuro próximo, trabaje con mayor profesionalidad este tema.

Está por verse si la evaluación de los docentes será usada como un medio, no un fin, "que permita generar condiciones para mejorar los procesos educativos acordes con la intencionalidad de la acción evaluativa: aprendizaje de los estudiantes, desempeño docente, mejoramiento del proyecto curricular", según el texto.

Algo queda muy claro: si no se diseñan bien las evaluaciones exigidas ahora por la Constitución mexicana, el problema social se va tornar incontrolable. Así de importante es el tema, y así de importante es el trabajo que ha surgido de este libro, de manera que, dadas las circunstancias actuales, esta obra viene a sumar un paso hacia adelante para lograr un cambio significativo en beneficio de la calidad educativa y de los niños y jóvenes de México.

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