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Revista mexicana de investigación educativa

Print version ISSN 1405-6666

RMIE vol.16 spe Ciudad de México Jan. 2011

 

Miradas retrospectivas

 

 

La Revista Mexicana de Investigación Educativa

 

Felipe Martínez Rizo

 

Integrante del Comité Editorial de la Revista Mexicana de Investigación Educativa. Investigador del Departamento de Educación de la Universidad Autónoma de Aguascalientes. CE: felipemartinez.rizo@gmail.com

 

Introducción

La investigación contemporánea en cualquier campo, sin que el de los estudios sobre educación sea excepción, es una tarea compleja que no puede realizarse plenamente por individuos que trabajen de manera aislada, sino que implica esfuerzos colectivos.

Su consolidación supone elementos que aseguren la continuidad del trabajo, más allá del alcance de cualquier persona en lo individual; entre esos elementos (cfr., por ejemplo, Shaeffer, 1981 y King, 1991) se pueden mencionar los siguientes:

• centros o instituciones específicamente dedicadas a la investigación;

• un número suficiente de personas con la formación necesaria, dedicadas profesionalmente a la investigación, que gocen de condiciones laborales estables y cuenten con los recursos mínimos, agrupadas en núcleos de dimensión adecuada —masa crítica- que son, precisamente, las instituciones especializadas a que se refiere el inciso anterior;

• asociaciones profesionales de orientación académica en las que se agrupen los investigadores, más allá de sus instituciones respectivas;

• posgrados de calidad orientados a formar nuevos investigadores profesionales, para la renovación generacional del gremio; y

• mecanismos de comunicación efectivos, entre los que sobresalen los congresos y las publicaciones periódicas especializadas, mediante los cuales los productos del trabajo de los investigadores se difunden y someten a la crítica de los pares.

Al terminar la primera década del siglo XXI, en México la investigación educativa (IE) es un campo que se encuentra en consolidación, seguramente con un avance superior al que presentaba en décadas pasadas, pero todavía distante del nivel deseable, en particular en comparación con la situación que prevalece en los países en que dicha actividad se encuentra más desarrollada.

A partir de lo anterior puede afirmarse que los centros de investigación y los posgrados que hay en México en relación con el campo educativo, el Consejo Mexicano de Investigación Educativa y sus congresos bianuales, y en particular la Revista Mexicana de Investigación Educativa (RMIE), son indicios de la progresiva consolidación de la IE en el país.

En los párrafos siguientes se presenta un breve balance de lo que representa hoy la RMIE, al cumplirse 15 años de publicación regular, desde que comenzó su andadura en 1995.

 

Las revistas científicas y las revistas sobre educación

Las primeras revistas de carácter científico comenzaron a aparecer, obviamente en forma impresa, desde los siglos XVII y XVIII, como resultado del trabajo de quienes se reunían en agrupaciones como la Royal Society o la Societá dei Lincei. Con el desarrollo científico del siglo XIX y, sobre todo del XX, estas publicaciones adquirieron los rasgos que las caracterizan en la actualidad y su número creció de manera exponencial.

La historia de las revistas científicas se remonta a 1665, cuando comenzaron a publicar sistemáticamente los resultados de investigaciones el Journal des Scavans en Francia o las Philosophical Transactions of the Royal Society en Inglaterra. En el siglo XVIII se fundaron más de mil publicaciones de este tipo, en su mayoría efímeras, y el número aumentó rápidamente a partir de entonces (Kronick, 1976).

En la actualidad, el rasgo que distingue principalmente una publicación académica de otras es el uso de procedimientos rigurosos de dictaminación -en especial del llamado arbitraje doble ciego- por parte de especialistas en la temática de un trabajo, como forma privilegiada para decidir sobre la aceptación de un texto. Las revistas académicas se distinguen así de otras publicaciones periódicas que tienen distintos propósitos, de difusión cultural, entretenimiento u otros. En español no se ha desarrollado una terminología precisa para distinguir estos tipos de publicaciones periódicas, como la que permite diferenciar con facilidad, en inglés, un journal de un magazine.

En cuanto al número de las revistas académicas publicadas en la tradicional forma impresa, a principios del siglo XXI alcanza varias decenas de miles, con una fuerte predominancia de las que se publican en inglés, idioma que se ha impuesto como lingua franca de las comunidades científicas en la mayoría de los campos.

Esta proliferación de revistas científicas en sentido estricto -journals-ha llevado a la aparición de otros tipos de publicaciones especializadas, además de las dedicadas a la divulgación:

Reviews, que se dedican a la publicación de textos que sintetizan y analizan los hallazgos de un conjunto de trabajos sobre un tema, en la forma de revisiones narrativas o meta-análisis; las publicaciones secundarias, que suelen incluir en su título palabras como índices, resúmenes o páginas de contenido (index, asbtracts, content pages), y cuyo contenido no incluye textos sustantivos, sino únicamente referencias o resúmenes de los trabajos que aparecen en otras publicaciones primarias.

Policy briefs (breviarios de política) que, como indica su nombre, se distinguen por su corta extensión y su orientación práctica, dirigidos a responsables de políticas.

Boletines o newsletters, cuyo propósito es informar sobre noticias de actualidad, anunciar la aparición de obras recientes, etcétera.

Otra forma relativamente novedosa de publicación es la que consiste en las revistas llamadas electrónicas, que comenzaron a surgir en el último cuarto del siglo XX, como resultado del desarrollo tecnológico, y cuyo número se ha incrementado exponencialmente en las dos últimas décadas.

La proliferación de este nuevo tipo de publicaciones se debe a la ventaja del menor costo de su publicación y difusión, pero también al deseo de escapar al control que tenían sobre las publicaciones tradicionales algunas empresas editoriales y grupos académicos.

Posiblemente los dos tipos de razones expliquen en parte el que la nueva tendencia se haya manifestado primero en áreas académicas de menor desarrollo relativo, como el de la investigación educativa, tanto en Estados Unidos como en España (Aliaga y Suárez Rodríguez, 2002:4-5).

Los primeros intentos, con carácter experimental, tuvieron lugar a fines de la década de 1970 en Estados Unidos, y la primera revista electrónica —New Horizons in Adult Education— en formato ASCII y difundida a través de BITNET, comenzó a circular en ese país en 1987 (Aliaga y Suárez Rodríguez, 2002:4).

En el mundo de habla hispana la primera revista electrónica fue la Revista Electrónica de Investigación y Evaluación Educativa (RELIEVE), de la Asociación Interuniversitaria de Investigación Pedagógica (AIDIPE), cuyo primer número se puso en circulación el 14 de enero de 1995, en un servidor Gopher, según recuerda su primer director ejecutivo (Rodríguez Gómez, 2005).

En México fue también el campo de investigación educativa el que abrió brecha en este sentido, en 1999, con la Revista Electrónica de Investigación Educativa (REDIE) del Instituto de Investigación y Desarrollo Educativo de la Universidad Autónoma de Baja California.

El número de revistas científicas en español es mucho menor al de las que se publican en inglés. Esta regla se aplica, desde luego, al campo de la investigación educativa y las cifras se reducen más si se incluyen únicamente las publicaciones que reúnen características de calidad claras, incluyendo el uso de arbitraje. El índice de Revistas Mexicanas de Investigación Científica y Tecnológica (IRMICYT) del Conacyt permite identificar con facilidad las publicaciones mexicanas que tienen características que las ha hecho merecer tal reconocimiento. El índice incluye 109 títulos, en ocho áreas, como puede observarse en el cuadro 1.

En el campo educativo (incluido en el área IV), el IRMICYT tiene solamente seis títulos: con una cobertura amplia de la temática que denota la expresión investigación educativa, además de la Revista Mexicana de Investigación Educativa del COMIE, se incluyen Perfiles Educativos, del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM; la Revista de la Educación Superior de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES); y la Revista Electrónica de Investigación Educativa del Instituto de Investigación y Desarrollo Educativos de la UABC. Los otros dos títulos, de temática más precisa, son Educación Matemática, de Santillana, y la Revista Latinoamericana de Investigación en Matemática Educativa, del Comité Latinoamericano de Matemática Educativa.

 

Los primeros 15 años de la RMIE

La RMIE nació en 1996; hasta 2000 su aparición fue semestral (volúmenes I a V, dos números al año, del 1 al 10); en 2001, 2002 y 2003 fue cuatrimestral (vols. VI a VIII, tres números al año, del 11 al 19); y desde 2004 es trimestral (vols. IX a XV cuatro números al año, del 20 al 47, cuarto del volumen XV, de 2010).

A partir del número 10 adoptó una organización distinta, con una parte dedicada a un tema en todos los números; actualmente, dos entregas al año incluyen una sección con carácter temático -para la que se difunde una convocatoria especial tanto para la recepción de colaboraciones como para la coordinación de la sección- en tanto que en el resto de las páginas, como en los otros dos números del año, se publican textos de cualquier tema, según el momento en el que se recibieron y los resultados del proceso de dictaminación correspondiente.

El primer director de la RMIE fue Mario Rueda, de enero de 1996 a diciembre de 1998; lo siguió Lorenza Villa Lever, de enero de 1999 a diciembre de 2001; de enero de 2002 a septiembre de 2004 la dirigió Eduardo Weiss; de octubre de 2004 a marzo de 2007 tocó el turno a Aurora Elizondo; Susana Quintanilla tomó el relevo de abril de 2007 a marzo de 2010; y a partir de abril de 2010, la conducción de la RMIE está a cargo de Rocío Grediaga.

Los dos primeros números tuvieron más páginas (260 y 250) y artículos (11 c/u), en comparación con los siguientes, que tuvieron entre 185 y 190 páginas foliadas y de cuatro a seis artículos cada uno, con una extensión media mayor: los artículos de los dos primeros números tenían en promedio 15 páginas, mientras que en los fascículos 7 y 8 la media era casi el doble, acercándose a las 30 páginas.

Además, el porcentaje de originales recibidos y no aceptados para su publicación se redujo considerablemente, pasando de 38% en los dos primeros números a 12.5% en los correspondientes al cuarto año.

Lo anterior muestra que en los primeros años se observó una tendencia a la baja en el número de trabajos recibidos para su publicación, lo que podía llevar a la conclusión de que la comunidad mexicana de investigación educativa no tenía aún la producción suficiente para alimentar una revista de buena calidad.

En un análisis sobre los cuatro primeros años de la RMIE, presentado en el V Congreso Nacional de Investigación Educativa y difundido en la misma Revista posteriormente (Martínez Rizo, 2000), se señalaba que esa tendencia a la disminución de los originales recibidos no era atribuible a una reducción de la producción de investigaciones en el país ni a preferencias temáticas o metodológicas de los editores, sino más bien a la dificultad que muchos investigadores experimentan para redactar textos derivados de sus trabajos y a la falta de mecanismos más efectivos de promoción del envío de originales, lo que puede llevar incluso a la desaparición de una publicación. Se hacía alusión al conocido y perverso círculo que hace que los investigadores no publiquen porque no hay revistas y que no se desarrollen estas últimas porque los investigadores no envían materiales de buena calidad en número suficiente. En el texto se sugerían ideas para avanzar en la consolidación de la RMIE y se afirmaba que, en esa fecha, era ya una valiosa realidad y no sólo una promesa.

El trabajo terminaba expresando la esperanza de que la admisión de la RMIE en el IRMICYT contribuyera a fortalecer las perspectivas de consolidación (Martínez Rizo, 2000). Pronto se pudo constatar que tales esperanzas no eran infundadas. La RMIE fue admitida en 2001, y en 2010 celebramos su 15 aniversario con la satisfacción de verla consolidada, tanto en lo que se refiere a la frecuencia y regularidad de su aparición, como en cuanto a la cantidad y la calidad de los trabajos que difunde. Las cifras del cuadro 2 sustentan las apreciaciones anteriores.

El cuadro muestra el descenso en las páginas del volumen II respecto del I y el aumento regular desde entonces; se aprecia el salto que ocurrió en 2001, cuando se pasó de dos a tres números anuales, y luego el incremento que llevó a la frecuencia trimestral a partir de 2004, con lo que el número de páginas al año se ha mantenido alrededor de las 1340, lo que significa una media de 336 páginas por número.

En su despedida como editor de la RMIE, en septiembre de 2004, Eduardo Weiss menciona datos y reflexiones honestas que permiten valorar la consolidación cualitativa de la publicación:

El número de artículos recibidos se ha incrementado, pero también aumentamos el de trabajos publicados. Casi 30% ya vienen del extranjero, sobre todo de España y Argentina... Los artículos proceden de una muy amplia gama de personas e instituciones...

De los aproximadamente 150 arbitros externos que nos apoyaron en los últimos tres años, casi 30 eran extranjeros y 75 miembros del Sistema Nacional de Investigadores (10 nivel III, 26 nivel II y 39 nivel I), un rubro donde aún tenemos que mejorar para cumplir, plenamente, con los estándares del índice de Revistas Científicas del CONACYT.

En general, tengo la impresión de que los dictámenes de no-aceptación de artículos son bien fundamentados y, en contadas ocasiones, han sido impugnados por los autores y es cuando más interviene el editor. La dictaminación es un proceso intersubjetivo y el error humano forma parte, mis disculpas a las personas afectadas.

[...] De los artículos que no se aceptan, la gran mayoría son rechazados en primera dictaminación por el Comité Editorial [...] Esto parece indicar que llega un gran número de trabajos que no son pertinentes para la Revista o no tienen suficiente calidad [...] también podría indicar que el Comité Editorial asume más de lo que puede procesar.

Actualmente, tenemos un gran número de artículos de temas generales en proceso de primer dictamen, y si bien la mayoría son de los últimos tres meses, también los hay de periodos anteriores. Un retraso inaceptable, habrá que mejorar el proceso (Weiss, 2004:573-574).

Por su parte, en el Editorial del primer número a su cargo (núm. 33, abril-junio de 2007), Susana Quintanilla sentía la necesidad de disculparse con los autores que debían esperar para ver publicado un artículo aceptado varios meses antes, y se preocupaba por la imposibilidad de la RMIE para publicar en plazos cortos todos los textos de buena calidad que se recibían.

[...] la lista de artículos aprobados y que todavía no han sido impresos se acrecentó. La paciencia de las personas puede ser infinita, pero contrasta con las exigencias del conocimiento. Los plazos para que un texto siga siendo vigente se achican casi al mismo ritmo en el que crecen los rezagos. Si a esto agregamos que, para seguir siendo una revista, la nuestra no puede aumentar más su número de páginas, tendremos que reconocer la necesidad de pensar colectivamente qué hacer. Por lo pronto, apelamos a los autores, incluso a los más exigentes, y tienen razón en serlo, para que amplíen aún más su comprensión (Quintanilla, 2007:470).

Susana Quintanilla aporta también elementos para valorar la consolidación de la RMIE en lo relativo a su difusión:

Dejé al final lo mejor y lo más importante de nuestra labor, los lectores. Además de los más constantes, los miembros del COMIE [...] hay más de dos mil personas que adquieren los ejemplares o los consultan en bibliotecas u otros acervos [...] según datos de la Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe [...] durante el primer trimestre de 2007 la RMIE fue la quinta publicación del promedio de consultas a artículos y la primera en el campo de la educación [...] cerca de cuarenta mil lectores consultaron, la inmensa mayoría por la vía electrónica, uno o varios de nuestros textos [...] 25 230 en México, 10 483 en diversos países de América Latina (Venezuela, Perú, Colombia, Argentina, Chile, Puerto Rico y Ecuador, en orden decreciente), 1 954 en España y 976 en Estados Unidos.

Nuestro ingreso, desde 2000, a la era de la globalización y de la alta tecnología ha sido exitoso, y agradezco a quienes se encargaron de que así fuera (Quintanilla, 2007:471).

 

Conclusión

Para intentar un balance de lo que ha conseguido la RMIE en sus primeros 15 años de vida es necesario tener una perspectiva más amplia, que incluya de alguna manera el panorama de las revistas científicas sobre educación que se publican actualmente en nuestro país.

La visión de lo que han conseguido otras publicaciones permitirá poner en perspectiva los logros de la RMIE, en un contexto en el que no es fácil mantener la calidad, como muestra el que muchos títulos no se mantengan más de uno o dos años en circulación. En el mismo sentido apunta el dato de que sólo seis revistas de tema educativo han conseguido ser aceptadas en el índice de Revistas Mexicanas de Investigación del CONACYT.

De las cuatro publicaciones incluidas en el IRMICYT que cubren en forma amplia el campo de la investigación educativa, la decana es la Revista de la Educación Superior de la ANUIES, fundada en 1972, pero que durante más de 20 años tuvo el carácter de publicación institucional, y sólo en 1999 adquirió los rasgos de una estrictamente académica.

La segunda en antigüedad es Perfiles Educativos, del IISUE, que el Centro de Investigaciones y Servicios Educativos de la UNAM comenzó a difundir en julio de 1978; en enero de 1997 la publicación comenzó una tercera época, buscando también fortalecer su perfil académico; a la fecha ha llegado al número 131, no sin cierta irregularidad en su aparición.

La Revista Electrónica de Investigación Educativa de la UABC nació en 1999. Durante sus dos primeros años de vida sólo publicó un número; a partir del volumen 3 (2001) publica dos cada año, a los que se añaden números especiales en 2008 y 2010, para un total de 24 entregas hasta ahora.

Otras publicaciones muy respetables no han podido consolidarse suficientemente, incluyendo la Revista Latino americana de Estudios Educativos que, fundada por don Pablo Latapí en 1971 como Revista del Centro de Estudios Educativos, es seguramente la pionera de las publicaciones de tipo estrictamente académico en educación, pero cuya regularidad y calidad ha decaído, al grado de que no ha conseguido ser aceptada en el IRMICYT. Un título tan importante como Universidad Futura, de la UAM-Azcapotzalco, no pudo alcanzar la década de vida.

En esta perspectiva, los 47números de la Revista Mexicana de Investigación Educativa son una aportación de primer orden a la consolidación del campo en nuestro país, como se propuso el COMIE al emprender su publicación.

Los datos presentados son suficientes para documentar lo relativo a la regularidad de la aparición de la Revista, a la cantidad de trabajos publicados en sus números y a la proporción de los originales aceptados y rechazados. Los testimonios citados de algunos de sus directores muestran la seriedad con la que asumieron su responsabilidad. Y las palabras de Susana Quintanilla dan una idea del grado en que los textos publicados en la RMIE son consultados por los lectores.

En este último sentido conviene destacar el esfuerzo hecho para que todos los artículos publicados estén al alcance de los lectores, en texto completo, de la manera más sencilla y sin costo gracias en versión electrónica.

Esta nueva forma de difusión tiene ventajas respecto de la versión impresa, a las que ya se ha hecho alusión: costo de producción; rapidez de distribución; mayor difusión; facilidad de consulta, almacenamiento y control. La publicación electrónica permite procesos de valor añadido, como la interactividad con el texto y los datos originales, así como con los autores y el editor; posibilidad de incluir imágenes, audios, videos y animaciones, así como enlaces; cuantificación detallada de la difusión, gracias a la posibilidad de contar los accesos y las descargas de archivos, entre otras (Cfr. Aliaga y Suárez Rodríguez, 2002:5).

También hay importantes ventajas en cuanto al carácter internacional, como muestran en otro trabajo los autores que se acaba de citar, a partir del caso ya referido de la revista de la AIDIPE (RELIEVE) según indicadores como el idioma en que se publican los artículos, la inclusión en bases de datos internacionales, la nacionalidad de los miembros del Consejo Editorial, los editores asociados y los arbitros, la de los autores y los patrones de colaboración internacional entre ellos, y la nacionalidad de los usuarios que la consultan la publicación (Cfr. Aliaga y Suárez Rodríguez, 2007).

Teniendo en cuenta las circunstancias de la comunidad educativa mexicana, la RMIE ha optado por manejar tanto la versión impresa como la electrónica, con lo que se pueden tener las ventajas de la segunda, obviamente sin el ahorro en costo que implica mantener la primera, pero que las circunstancias del país parecen justificar, al menos por ahora.

Como señala Susana Quintanilla en el texto antes citado, es claro que la versión electrónica de la RMIE ha hecho aumentar el número de sus lectores en diversas partes del mundo y sin costo, lo que es una forma importante de contribuir a la presencia de la investigación educativa mexicana en el panorama internacional.

El que se haya conseguido todo lo anterior en los 15 años pasados es tanto más digno de reconocimiento cuanto que la RMIE no cuenta con el respaldo de una universidad o institución como la ANUIES, sino que es el resultado del esfuerzo colectivo de una organización que vive sólo de las aportaciones de sus miembros. Lo limitado de tales aportaciones en lo económico se ve más que compensado con la riqueza del tiempo y el trabajo de sus directores, los miembros del Consejo y el Comité editoriales, los integrantes de la cartera de arbitros, los autores que le han confiado sus manuscritos y los lectores.

Para que la investigación mexicana sobre educación se consolide es importante que aumente la publicación de trabajos de investigación, para que tenga lugar el enriquecimiento mutuo y la interfecundación que con ello se vuelven posibles.

La experiencia de la RMIE muestra, sin embargo, que el volumen de trabajos que superan una evaluación rigurosa es todavía reducido, y aumentarlo constituye el principal reto para el mantenimiento regular de una publicación científica. Por ello esta reflexión sobre la RMIE debe ser un llamado dirigido primeramente a quienes hacen trabajo de investigación, para que se esfuercen porque tenga la mejor calidad posible y puedan presentar trabajos derivados de ello para su publicación.

Un llamado también a todos los interesados en la investigación educativa, para que lean la RMIE y otras publicaciones serias y para que utilicen lo leído, lo que mostrará que le prestaron suficiente atención, aunque sea para contradecirlo. Una manera simple, pero fundamental, de apoyar una revista es, sencillamente, leerla y dialogar con quienes escriban en ella. Replicándoles, en el doble sentido de la palabra: repetir un trabajo en un contexto distinto para contrastarlo, y responder cuestionando, dando la réplica a un punto de vista con el propio.

 

Referencias

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