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Revista mexicana de investigación educativa

Print version ISSN 1405-6666

RMIE vol.16 spe Ciudad de México Jan. 2011

 

Miradas retrospectivas

 

La Revista Mexicana de Investigación Educativa: un proyecto identitario

 

Aurora Elizondo Huerta

 

Directora de la Revista Mexicana de Investigación Educativa de octubre de 2004 a marzo de 2007. CE: aurora.elizondo@upn.mx

 

La Revista Mexicana de Investigación Educativa (RMIE) se propuso en el momento de su creación constituirse en un proyecto colectivo que opera, en más de un sentido, como espacio identitario. Espacio identitario que se construye a través de la puesta en debate del hecho educativo, desde una perspectiva científica, con colegas en el campo de la ciencia, con educadores y formadores de docentes y con quienes intervienen en el diseño e instrumentación de las políticas educativas en el país, sin descuidar con ello el interés de abrir el diálogo con la comunidad internacional; propósito que concretó en un primer momento en un formato libre, que convocaba a los interesados a presentar a dictamen sus escritos con el propósito de que fueran publicados en la Revista. En los editoriales de sus tres primeros números podemos observar cómo se fue consolidando este mandato, al darle un contenido específico frente al campo de lo educativo y el necesario compromiso social de la comunidad científica. Mario Rueda escribe en la editorial del primer número:

Una comisión de académicos del COMIE se dio a la tarea de diseñar, a lo largo de varios meses, el proyecto editorial de la Revista Mexicana de Investigación Educativa. Las discusiones entre los miembros de la comisión y entre los del Consejo, ponían en evidencia la necesidad de contar con un foro que propiciara el conocimiento y discusión de los paradigmas y las preferencias de los investigadores educativos. Por supuesto, el debate no sólo reflejaba la dificultad de elegir el formato de la revista, sino la situación de la discutible crisis de paradigmas y surgimiento de nuevas opciones teórico-metodológicas en el campo de las ciencias sociales, particularmente, de las disciplinas interesadas en la educación. [...] La Revista Mexicana de Investigación Educativa deberá consolidarse como un foro académico plural del complejo espectro de trabajos de investigación educativa que se producen en nuestro país, sin descuidar el diálogo con la comunidad latinoamericana e internacional. La presentación y discusión de las más diversas propuestas de investigación tendrán cabida a condición de cubrir los requisitos del conocimiento científico.

Editorial en el que se identifica ya una postura que permite pensar a la ciencia no como un conjunto de procedimientos unívocos para indagar sobre lo que es el mundo y cómo se comporta, sino sobre todo como una forma de construcción de lazo social que tiende a sustituir al sujeto portador del saber y la verdad, que la religión había venido imponiendo, por un esquema que promueve una organización de grupos múltiples y equiparables unos con otros. En este sentido, un primer interés orientó el énfasis que debiera guiar la estructura de la Revista y la selección de sus contenidos: hacer converger diversas formas de pensar, interpretar e intervenir en torno a la realidad educativa, en un contexto en el que la pertinencia y fiabilidad de la ciencia, sobre todo en el campo de las áreas sociales y humanidades está a discusión, bajo la tesis de que habría que evitar la victoria del método científico sobre la ciencia, tal como Nietzsche había pronosticado, dando cabida a la variedad de modos y enfoques de pensar lo científico en el campo.

Lo educativo en el ámbito de la ciencia, como objeto relativamente joven, ha implicado el encuentro trasdisciplinar e interdisciplinar de campos del saber que no sólo son estructuras institucionales en ocasiones divergentes, sino también culturas específicas que se ven, en algún sentido, debilitadas al no encontrar fronteras bien establecidas entre ellas. La Revista ha podido consolidarse en un espacio no sólo de debate sino, como lo reiteró con énfasis específicos, en el editorial del segundo número, promover una manera de producción del conocimiento que busca salir del cientificismo, privilegiando una sola concepción del método de la ciencia y poner en juego la construcción del saber científico, aceptando que dicha caracterización responde a grupos que proponen diferentes abordajes teórico-metodológicos. Entre los retos que Mario expone, en ese editorial, se advierte aquel que está

[...] representado por la naturaleza misma del objeto estudiado "lo educativo" que es posible agotar con una sola mirada disciplinaria; sin embargo, habría que reconocer que los intentos iniciales para estudiar los fenómenos educativos surgieron de las propias disciplinas como la Psicología, la Pedagogía, la Sociología y la Antropología. El reconocimiento del origen no sólo afecta en la influencia que dichas disciplinas ejercen para mantener las tradiciones investigativas, sino también en la orientación de los temas de estudio.

De la misma manera señala un segundo desafío que tiene que ver con la elección del problema o tema a trabajar y que deviene de diversas preocupaciones que transitan del orden individual al colectivo, del interés por transformar la realidad al enriquecimiento del campo teórico-epistemológico y finalmente como tercer reto enuncia

[...] la falta de consenso en la comunidad científica respecto de la conceptualización misma de qué es investigar y cuáles debieran ser sus "productos" y sus correspondientes criterios de aceptabilidad. El reconocimiento del papel que juegan el contexto y las condiciones en las que se desarrollan los trabajos de investigación es una dimensión en el quehacer investigativo digna de reflexión especial [...].

Cabe detenernos aquí un poco para compartir una reflexión en torno al papel de los dictaminadores, en ese propósito inicial de la Revista: hacer ciencia en la convergencia de la diferencia. La RMIE ha podido articular culturas y conceptos divergentes de lo que es la ciencia en el campo y sus criterios; la diversidad del equipo dictaminador, las tensiones y miradas contrapuestas y contradictorias, que muchas veces se dan sobre un mismo texto, antes de su publicación, hacen patente dicha pluralidad, sin descuidar hacer de la Revista una de corte científico. Las estadísticas que tiene dan cuenta de ello, por ejemplo, de los datos obtenidos de septiembre de 2009 a septiembre de 2010, recibió 109 artículos para ser dictaminados, de los cuales 72% son nacionales y 28% internacionales; 29% fue aceptado y sólo 30% fue aprobado con dos dictámenes y recomendaciones menores en la primera vuelta, el resto de los artículos fueron condicionados a realizar una segunda e incluso una tercera revisión (información del editor, 2010).

Mario Rueda advierte, en su editorial, que esta circunstancia podría tener el riesgo de ayudar al fortalecimiento de los ghettos disciplinares y evitar la construcción de un campo propio que abriera la puerta a la innovación. Podría decirse después de 1 5 años que, en función de lo que se ha publicado, la apertura a la diversidad de formas de aproximación de pensar e intervenir en torno al hecho educativo, ha permitido reconocer la debilidad de las fronteras disciplinares y favorecer, desde una perspectiva que podríamos designar como compleja, en el sentido de Morin, la atención al hecho educativo. Esta situación, creo yo, se vio fortalecida al introducir como formato de la Revista, la apertura de la sección temática cuya convocatoria busca articular el interés del investigador, la pertinencia del objeto propuesto y su inscripción en el mundo de lo educativo. La sección temática empezó a formar parte de la Revista en 2000, en el número 10, con el tema de la Educación media. Desde entonces esta sección ha convocado a discutir el hecho educativo desde diversas perspectivas y enfoques pero buscando siempre el aporte a un tópico o tema específico, lo que permite abrir la puerta para atender los desafíos que la Revista se propuso en el editorial de su segundo número en 1996.

Un recorrido por las diversas convocatorias que dan contenido a esta sección nos muestra cómo las cuestiones referidas a la caracterización del hecho educativo, el interés que guía su elección y la diversidad de enfoques para abordarlo son posibles de pensar en un diálogo convergente que abre las fronteras entre ghettos y disciplinas. La pluralidad propuesta en relación con quien o quienes coordinan la sección temática ha permitido encontrar en los contenidos de la RMIE la diversidad necesaria para satisfacer a los lectores que la Revista buscó sin privilegiar alguna especialidad en el campo. Como ejemplificación de esta diversidad puede advertirse que la sección ha abierto el debate atravesando los niveles del sistema educativo: Educación superior, Educación media, Educación secundaria, Gestión de la educación, Formadores de formadores, Educación y trabajo. Ha hecho énfasis en temas emergentes: Indisciplina y violencia en la escuela, Entornos virtuales en educación, Libros de texto gratuitos, Jóvenes como estudiantes, entre otros. Ha convocado de manera explícita a discutir temas relevantes en el ámbito de la política pública y el cambio del sistema educativo: Desigualdad educativa, Educación intercultural, Descentralización, Sindicalismo magisterial, Problemática sobre el cambio educativo, Diagnóstico y diseño de políticas pública. Ha convocado también con la finalidad de fortalecer la producción científica en el campo: Los académicos, Historia de la educación, Educación y valores, La educación mexicana en los noventa, Trabajo docente y subjetividad magisterial. Otra gran virtud de la sección descansa en el hecho de engarzar a un conjunto de investigadores que se encuentran trabajando en relación a un mismo objeto pero que, en la mayoría de los casos, no se conocen, ya que se encuentran en distintas zonas geográfica y/o en diversas instituciones o centros de investigación, colectivo que abre la perspectiva de crear o enriquecer las redes existentes en la comunidad científica.

Junto con la sección temática, se ha mantenido la sección denominada Investigación y que, como señalé anteriormente, abre la discusión entre los lectores de temas diversos no planeados de antemano, sino que devienen del interés y preocupaciones de los investigadores y que, por lo tanto, permite poner en circulación aquello que la comunidad científica consideran prioritario para atender el hecho educativo. Con base en las estadísticas recabadas por la Revista en su versión electrónica, se pueden identificar los diez artículos más leídos a partir de enero del 2007: "Un marco comprensivo de mejora de la eficacia escolar"; "Estrategias docentes para un aprendizaje significativo"; "Educación especial"; "México: valores nacionales"; "Mejorar el desempeño de los estudiantes de América Latina: algunas reflexiones a partir de los resultados del SERCE "; "Metodología de la investigación educativa"; "La evaluación educativa; ¿aprobar o reprobar? el sentido de la evaluación en educación básica"; "Un siglo de educación en México"; "Para pensar la reforma a la educación secundaria". ¿De que nos hablan estos datos? De acuerdo con la información ofrecida por la Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal (Redalyc), entre septiembre de 2007 y agosto de 2008, la RMIE tuvo 346 mil 726 descargas y es la revista de educación más buscada en relación con otras del campo. En este contexto, observar que en tres años, 2007 a 2010, hay diez temas que la Revista publicó y que se han mantenido como de interés general, aún con énfasis distintos, por un público cuyo número no es despreciable, nos lleva a encontrar pistas sobre aquello que preocupa a la comunidad de lectores. Interés que en la medida en que se mantiene, nos deja ver que la Revista es un medio que puede poner en circulación un saber pertinente para la comunidad y que se socializa entre colectivos cada vez más grandes, lo que permite ir construyendo, aunque sea en forma muy incipiente, una escuela de pensamiento.

Este doble formato ha sido ampliamente discutido en diferentes ocasiones, ya que una opción parecía eliminar las posibilidades de la otra. Finalmente se optó por una solución salomónica al no hacer obligatorio para cada número de la Revista la sección temática. En los últimos volúmenes podemos ver cómo se ha incrementado la publicación del número de artículos propuestos para la sección de Investigación sin perder las virtudes que ofrece la sección temática. Una nueva sección, la de Ensayos, abrió una dimensión complementaria a la caracterización de lo que es la Revista y lo que debe publicar, sección hoy en proceso de conformación y debate, lo que le permite dibujarse con mayor precisión, en relación con su sentido y su lugar en la producción del saber y el conocimiento para abordar lo educativo.

La preocupación por hacer ciencia, por evitar fortalecer ghettos y estamentos que ha orientado el quehacer de la RMIE, se acompaña por una preocupación ética. Como se puede notar al hacer un recorrido sobre los temas y artículos que se han publicado, la convergencia de diferentes puntos de vista posibilita construir una comunidad articulada mediante un lazo que permite que su diversidad encuentre un punto que la anuda, que la hace una, no sólo en el deseo de expresar el saber construido, sino también en cuanto a su vocación social y su compromiso político, vocación y compromiso que se explicitan en una primera enunciación en el editorial del tercer número:

[...] el compromiso social también debe manifestarse en la selección de los temas a investigar y en la búsqueda de mecanismos que posibiliten el acercamiento entre el conocimiento sistemático, producto de las acciones de investigación y los problemas más apremiantes del mundo educativo.

[...] La difusión de los resultados de la investigación debe garantizarse para coadyuvar a la toma de decisiones más racionales e informadas [...]

Un compromiso que se refrenda en las elecciones que hace en relación con lo que es y lo que publica y una vocación social que ha decidido, entre otras cosas y a pesar de sus problemas financieros, ampliar su acceso a través de la versión electrónica, lo que le permitió a su vez posicionarse como una de las mejores revistas en su campo en el ámbito latinoamericano e iberoamericano. Según la estadística de Redalyc, la RMIE se ha mantenido como una de las más consultadas en su portal, y de acuerdo con los reportes de 2010, como la primera en el ámbito educativo, cuestión que debe valorarse en tanto la red tiene acceso a 516 revistas en el área de ciencias y humanidades, además de contar para ese año, con un promedio de cerca de dos millones de visitantes distintos de diversas partes del mundo.

La Revista ha apostado a la escritura como medio de construcción de una identidad que deriva de un ejercicio responsable que apuesta a hacer ciencia, y articula alrededor de ella a una comunidad científica formada por personas con trayectorias individuales y colectivas diferentes: redes, miembros del COMIE, miembros de otras comunidades científicas, nacionales e internacionales, con miradas y formas de abordaje divergentes acerca de un mismo objeto. Según la estadística presentada por Rocío Grediaga, actual directora de la Revista, para el 2010, la producción fuera de la Ciudad de México es de 21.75% y la extranjera se distribuye entre América Latina, Norteamérica y Europa con 13.04% para cada una de estas áreas geográficas. El formato que ha adoptado después de varios ensayos, los temas y artículos publicados, las nuevas secciones que ha abierto permiten identificar cómo en estos quince años de vida, se ha fortalecido un diálogo en el campo educativo desde la perspectiva de la comunidad que hace posible la Revista al atender a su convocatoria para la escritura y la lectura científicas. Con el tiempo, y de manera pausada, ha ido encontrando un perfil propio que le hace posible mantener una presencia pública que convoca a ser parte de ella y que hace patente su apertura a la pluralidad. Esta vocación por la pluralidad se acompaña por la colaboración y el trabajo articulado con los otros, que se expresa en el esfuerzo conjunto que conforma hoy al Grupo de Revistas de Investigación Educativa (GRIE). Alianza que se opone a la competencia feroz que atraviesa en más de un sentido a la vida académica y que tiende a atomizar y a romper cualquier esfuerzo de trabajo en conjunto.

La RMIE es, por qué no decirlo, parte también de un sistema de evaluación de la tarea científica, que a través de la publicación de los resultados y el juicio de los pares -que se juzgan necesarios para mantener lo que hoy se establece como estándares globales para reconocer la excelencia y la calidad de la producción científica— ofrece un reconocimiento que tiene efectos directos en los sistemas de evaluación externos y, por ende, se constituye en un espacio de poder que siempre está en peligro de olvidar sus propósitos y cosificarse en su ejercicio. Riesgo que se enfrenta mediante un dispositivo de operación de la Revista, que permite eludir la tentación de convertirse en un instrumento de control para continuar siendo un proyecto colectivo: la ampliación de la cartera de dictaminadores buscando representar la heterogeneidad que caracteriza el mundo de la producción científica en el campo, la renovación periódica de los Directores y los miembros de su Consejo y su Comité, son una expresión de este propósito.

La Revista constituye en sí misma, por esta razón, un incentivo para la investigación, para el reconocimiento y el prestigio profesional del investigador. Cabe aclarar que si bien no es una tarea poco importante, debe continuar acompañándose por la necesaria promoción de la curiosidad intelectual, el orgullo profesional y la ambición científica. En este sentido, creo que la RMIE ha cuidado de apartarse del "cientificismo" y de su rigidez y ha podido explicitar, a través de sus mecanismos de selección y distribución del saber, que la ciencia no es neutral, que hay preocupaciones e intereses en su hacer y que las interpretaciones de la realidad son necesariamente transitorias. De alguna manera, a través de sus publicaciones, puede reconocerse que la ciencia se hace continuamente frente a interrogantes bien estructuradas, más que sobre la suma de verdades acabadas y que la discusión crítica y reflexiva, entre la diversidad de las respuestas posibles encontradas en función de perspectivas teóricas y abordajes metodológicos diferenciales, hace factible el esfuerzo por comprender el hecho educativo y generar estrategias de intervención para el cambio en la dirección propuesta. La ciencia es una "aventura humana fundamental", sobre todo, hoy que vivimos una época fascinante, que obliga a abrir nuevamente nuestras bases epistemológicas y a repensar las formas de organización del conocimiento generada en el siglo XIX, en un contexto en el que las ciencias sociales del siglo xxi van a tomar un lugar importante y controvertido. El desafío para la Revista aquí se traduce en mantener esa extraña combinación entre la calidad de la producción científica y la conciencia de los valores sociales que esperamos prevalezcan, principalmente en un campo tan propio a la construcción de la ciudadanía como es la educación.

Como proyecto identitario, la RMIE enfrenta grandes desafíos en un futuro no muy lejano. Al igual que la identidad, creo que sería conveniente verla, tal como Vincent de Gaulejac la concibe: como un espacio que articula diferentes posiciones; un espacio que bascula siempre entre la permanencia y el contraste, entre la similitud y la singularidad, entre la reproducción y la diferenciación, entre aquello que tiene su razón de ser en el pasado y aquello que la caracteriza en el presente en una perspectiva por venir. Estoy convencida de que para la comunidad educativa es importante que pueda leerse como un lugar que toma su sentido dentro de un ir y venir, donde la similitud reenvía a lo distinto, lo individual a lo colectivo y la unidad a la diferenciación. Espacio que pueda atender a tres necesidades centrales: la de producción, la de afiliación y la de exploración. La RMIE implica en sí misma un reto porque una identidad nunca se alcanza del todo, es un proceso sujeto siempre a transformaciones y a una evolución propia que debe dejarse correr, sobre todo, si creemos que nos encontramos en un momento paradigmático, de cambios sustantivos de lo que es y será la sociedad y la condición humana.

Una primera interrogante que me viene a la cabeza es en relación con sus formatos, quizás por el peso que en la vida académica y universitaria está tomando la cultura digital que día a día va desplazando sin darnos cuenta a los impresos; de la misma manera en que la escritura desplazó sin percatarse a la oralidad, con una mirada de superación y progreso que nos hizo perder, en la mayoría de los casos, las virtudes del pensamiento oral. No conviene repetir la historia y dejar que la escritura se vaya desvaneciendo como una forma de comunicación propia del siglo pasado. Sigo pensando que la palabra impresa es un medio por excelencia que se complementa con otras formas de comunicación. La palabra, nos dice Olga Casanova, es un ejercicio con el que la realidad se diferencia, se singulariza. En sus inicios,

[...] toda palabra es capaz de reclamar la experiencia, de hacer deseable el otro que somos y que escondemos. Sigue siendo el lenguaje el instrumento que ordena el mundo, que lo hace cálido, nos acerca a lo desconocido y a aquello que nunca veremos con los ojos y que será siempre tal y como lo dibujaron.

La palabra escrita es aquella voz que no mata el silencio, sino que, por el contrario, lo llena de sentido y nos hace entrar y salir de él sin violencia. Seguramente en menos tiempo del planeado, la Revista irá en busca de introducir el desarrollo tecnológico, hablará de hipertextos, la imagen quizás venga a ocupar un lugar que hoy no tiene, pero sería conveniente que estos nuevos esquemas consideren una versión, híbrida o compartida, de los tres lenguajes por excelencia que la sociedad humana se ha dado: la oralidad, la escritura y el digital, en el que la imagen y los hipervínculos ocupan un lugar relevante.

Otra interrogante, quizás de orden prioritario, es aquella que remite al lugar que se quiere ocupar en el mundo de la producción científica y su impacto en la sociedad. Cabe destacar un tema central que hace referencia a continuar viendo a la RMIE como un espacio que ofrece no sólo tentativas de respuesta a los problemas identificados, sino sobre todo un espacio abierto a una acción reflexiva que permita estar cerca, de manera crítica, de los fracasos y las promesas incumplidas. No es tarea propia ni exclusiva de la comunidad científica, menos de la Revista, el resolver el problema educativo por el que atraviesa hoy el país; sin embargo, sí es un instrumento importante para desmitificar la tarea científica, darle el lugar que le corresponde y generar un vínculo fructífero entre la ciencia, la práctica y la vida pública. La RMIE -en la medida en que selecciona lo que se publica o lo que no se publica, cuáles son las temáticas centrales y a qué aspectos le da prioridad dentro de las solicitudes recibidas y convocatoria emitidas— puede fomentar o evitar un proceso de feudalización del saber científico con las consecuencias ya sabidas de su existencia. El límite entre lo que debe considerarse científico y lo que no es, constituye hoy en día una línea divisoria muy frágil que sólo ha podido mantenerse por la acción colegiada de su Consejo y su Comité, así como del grupo dictaminador. En este contexto, la dimensión ético-política toma un lugar preponderante.

La RMIE se puede entender como un territorio de frontera, siguiendo a Eugenio Trías, que busca encontrarse en ese lugar de "límite" entre el carácter envejecido y obsoleto de una versión dogmática de la razón ilustrada y la marea del nihilismo y el relativismo culturalista que amenaza el carácter mismo de la ciencia; la RMIE puede mirarse como un espacio que promueve la razón limítrofe vista como alternativa al dogmatismo que ha privado en los últimos tiempos. Se trata de convocar a la juventud a hacer ciencia, a formar parte de una comunidad científica con convicción y compromiso social; se abre como interrogante el cómo invitarlos a ser parte de este proyecto que creo, debe seguir dando vida a la tradición ilustrada y mantener al mismo tiempo un diálogo con su propio "más allá". Bauman —en su texto de 2005, Los retos de la educación en la modernidad líquida—, hablando de los retos de la educación en el mundo contemporáneo, nos dice:

En ningún otro punto de inflexión de la historia humana los educadores debieron afrontar un desafío estrictamente comparable con el que nos presenta la divisoria de aguas contemporánea. Sencillamente, nunca antes estuvimos en una situación semejante: aún debemos aprender el arte de vivir en un mundo sobresaturado de información. Y también debemos aprender el aún más difícil arte de preparar a las próximas generaciones para vivir en un mundo semejante.

En este contexto, habrá que poder volver a pensar en sus secciones, con una mirada completamente renovada, las cuestiones epistemológicas, teóricas, metodológicas, éticas y estéticas; es decir, volver a poner en la mesa de la discusión el tema de la verdad y su íntima relación con los temas de la política y de la ética que, junto con las comunidades científicas, pueda llevarnos a de-construir y re-construir el concepto de razón y de ciencia en el umbral de la sociedad de la incertidumbre, de la no certeza y del riesgo, que nos permita seguir pensando en la RMIE como un espacio de frontera, con participación nacional e internacional, abierta al debate, a la crítica, a la divulgación de la producción científica y pendiente de su impacto social.

Finalmente quiero cerrar esta intervención con mi agradecimiento a quienes me hicieron partícipe de este proyecto, por la riqueza en experiencias y aprendizaje que pude sumar a mi trayectoria profesional, asimismo quiero hacer un reconocimiento especial al equipo editor que, tras bambalinas, pone en acción este ambicioso proyecto que hoy da muestras de su fuerza y que promete mostrar la capacidad necesaria para atender los desafíos y retos que están por venir.

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