Presentación

A propósito de los quince años de la RMIE: responsabilidad y futuro

Las comunidades académicas tienen rasgos que las distinguen de otras comunidades sociales. Su articulación en torno a la construcción, la transmisión y la difusión del conocimiento genera vínculos de una gran riqueza y complejidad. La expresión más visible de las comunidades académicas es la que toma forma en las publicaciones de sus integrantes. Los académicos presentamos nuestros trabajos en libros, en capítulos de libros y en artículos de revistas entre otros medios, haciendo públicos los resultados y avances de las indagaciones realizadas.

Los trabajos de los académicos son presentados ante los propios colegas y ante los miembros de otras comunidades científicas, pero también de una manera muy importante ante quienes se encuentran en otros espacios sociales y que no necesariamente hacen suyos los códigos del conocimiento académico. En tal sentido, la significación y relevancia social de las comunidades académicas se encuentra estrechamente articulada a su capacidad para comunicar los resultados de su trabajo con rigor, claridad y consistencia. Por tanto, además de atender en primer lugar las exigencias propias del conocimiento, dichas comunidades tienen el reto de plantear sus conclusiones también en términos de interés y pertinencia social.

En la comunidad que conforma el Consejo Mexicano de Investigación Educativa tenemos el privilegio de contar con la Revista Mexicana de Investigación Educativa (RMIE). Se trata de un espacio configurado merced al esfuerzo intelectual de sus autores, pero que ha logrado consolidarse a partir de la dedicación de quienes la han dirigido y de quienes han constituido los sucesivos equipos editoriales. A quince años de su creación, la Revista Mexicana de Investigación Educativa forma parte de los activos de nuestra asociación académica y eso nos enorgullece de una manera especial.

Sin embargo, la presencia de la RMIE se extiende, felizmente, más allá de nuestra propia comunidad académica y tiene, en la actualidad, alcances nacionales e internacionales. No es éste el lugar para referir su compleja trayectoria editorial para llegar hasta este punto, pero sí vale la pena reconocer que en ella confluyen los resultados de la investigación educativa presentados por la comunidad académica nacional y, de manera creciente, por la comunidad académica latinoamericana.

Aunque los retos y oportunidades de cara al futuro son amplios, puede reconocerse que la trayectoria de la RMIE reporta importantes logros. Hoy publica los resultados de investigación de instituciones de todo el país y de otros países de América y Europa. Tanto el Consejo como el Comité editoriales integran a destacados especialistas de instituciones nacionales y una proporción importante proviene de prestigiadas instituciones de América y Europa. Asimismo, entre la cartera de dictaminadores es creciente la presencia de académicos internacionales.

Es importante reconocer que la RMIE es uno de los puertos de llegada, junto con otras prestigiadas publicaciones especializadas en educación, de los esfuerzos gestados, principalmente en la década de los setenta, desde instituciones públicas y privadas de todo el país. Un listado claramente incompleto de ellas incluye al Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav del Instituto Politécnico Nacional; a las universidades Nacional Autónoma de México —especialmente el hoy Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación—, Pedagógica Nacional y Autónoma Metropolitana. Tales instituciones contribuyeron y siguen contribuyendo, mucho más allá de lo simbólico, al sostenimiento material de nuestra revista y con ello a la consolidación de la investigación educativa en México.

La RMIE integra, junto con los congresos nacionales de Investigación Educativa y los estados del conocimiento, la columna vertebral de todo lo que realiza el Consejo Mexicano de Investigación Educativa. Gracias a la Revista, el COMIE ha logrado cumplir de una mejor manera con sus propósitos de integrar a los investigadores de la educación en México en una modalidad interinstitucional, interdisciplinaria y comprometida con una tarea que, debemos recordar, involucra de manera directa a uno de cada tres mexicanos y que atañe de múltiples maneras a los mexicanos todos.

La causa que nos convoca como investigadores, la educación, es una de las pocas que logra conjuntar a casi todos los sectores sociales y resultaría prácticamente imposible escuchar cuestionamiento alguno acerca de su importancia central en la sociedad de nuestro tiempo. Para las sociedades latinoamericanas que cargan con el pesado lastre de la desigualdad y la injusticia social, la educación representa un lugar de esperanza. Y no se está haciendo aquí referencia a una concepción meramente romántica de ella. Lejos de ello, se está aludiendo al valor de la educación como uno de los factores que ofrecen mayor certidumbre para la emancipación de los individuos y, por supuesto, como un factor imprescindible para la emancipación social.

Resulta claro en nuestro tiempo que la educación constituye un elemento que puede marcar la diferencia entre personas con una escolaridad mínima o sin ella, frente a otras que tienen acceso a la lectura, al estudio e incluso a la formación superior. Todo esto representa sin duda una doble responsabilidad para quienes nos dedicamos a la investigación educativa. Responsabilidad primero ante quienes confían en nosotros en el nivel más próximo: estudiantes y colegas. Y responsabilidad, en una segunda instancia, ante la sociedad toda, que ha depositado en nosotros el encargo de trabajar en este campo. A todos ellos nos debemos y a todos ellos buscamos responder con un claro sentido del deber.

Ese es el reto y la responsabilidad que hemos asumido y que queremos seguir mejorando. El aniversario de la RMIE constituye un punto de llegada y un motivo de celebración pero, sobre todo, constituye un nuevo punto de partida que demanda renovados esfuerzos para todos. A nombre del Comité Directivo del COMIE, deseo expresar el mayor reconocimiento a Mario Rueda, Lorenza Villa Lever, Eduardo Weiss, Aurora Elizondo, Susana Quintanilla, y por supuesto, a Rocío Grediaga, quienes han puesto toda su energía y prestigio académico en la dirección de la Revista. En ese reconocimiento quiero incluir también a Elsa Naccarella y a su equipo editorial por el gran trabajo desempeñado. Enhorabuena para nuestra comunidad académica y larga vida para la Revista.

Hugo Casanova Cardiel
Presidente del Consejo Mexicano de Investigación Educativa, 2010 - 2011