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Revista mexicana de investigación educativa

versión impresa ISSN 1405-6666

RMIE vol.16 no.48 Ciudad de México ene./mar. 2011

 

Investigación

 

Sentidos e incidencia de la capacitación técnica: visión desde los/as estudiantes

 

Meaning and Influence of Technical Training: Student Perspectives

 

Enrique Pieck Gochicoa

 

Investigador del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación, de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, Av. Prolongación Paseo de la Reforma 880, Edificio Q, nivel 2, Col. Lomas de Santa Fe, 01219, México, DF. CE: enrique.pieck@uia.mx

 

Artículo recibido: 22 de julio de 2010
Dictaminado: 14 de octubre de 2010
Segunda versión: 9 de noviembre de 2010
Aceptado: 11 de noviembre de 2010

 

Resumen

En este trabajo se reportan los resultados de una investigación sobre la capacitación técnica que se ofrece a jóvenes de sectores vulnerables. El estudio se orientó a analizar el significado que tiene la propuesta de los institutos descentralizados de capacitación para el trabajo (ICAT) para los/as jóvenes que se inscriben a estos talleres. Este objetivo se desarrolló a partir de mirar el organismo desde los estudiantes y egresados, buscando situar la importancia que los/as jóvenes asignan al taller en el marco de sus dinámicas personales de estudio y trabajo. El estudio resalta las motivaciones y expectativas, las experiencias laborales y los procesos de permanencia e interrupción escolar. La investigación se realizó en dos planteles del estado de Michoacán y adoptó un enfoque de cualitativo, aunque incluye la aplicación de una encuesta. Las reflexiones finales están referidas a las implicaciones sociales de esta oferta de formación para el trabajo.

Palabras clave: educación técnica, educación y empleo, jóvenes, expectativas, factores sociales, México.

 

Abstract

This article reports on the results of a study of the technical training offered to young people in vulnerable sectors. The study analyzed the meaning that young people in workshops at decentralized job training institutes (ICAT) attach to the program. The objective was addressed by viewing the organization from the perspective of students and graduates. The goal was to define the importance attributed to these workshops within the framework of young people's dynamics of study and work. The study emphasized motivation and expectations, work experiences, and the processes of academic persistence and withdrawal. The research was completed in two schools in the state of Michoacán; the focus was qualitative although a survey was included. The final reflections refer to the social implications of offering job training of this nature.

Keywords: technical education, education and employment, young people, expectations, social factors, Mexico.

 

Introducción

Dos nichos especializados se diferencian en el campo de la formación para el trabajo: la educación técnica de nivel medio, dentro del sistema educativo regular y la "capacitación", como algo fuera del sistema educativo regular destinado, al menos en el origen, a jóvenes y adultos de pocos recursos. Este artículo se enfoca en este segundo nicho e informa sobre algunos resultados de una investigación más amplia que se orientó a comprender el sentido y funcionalidad de los programas de capacitación técnica.1

En el caso de México, la oferta pública de capacitación técnica formal no sólo es diversa sino que llega a grandes sectores de la población,2 se complementa con un conjunto de organismos e institutos privados que ofrecen capacitación en numerosas especialidades y oficios (Pieck, 2004). La especificidad e importancia de este amplio espectro de la capacitación técnica, radica en que consiste mayoritariamente en cursos cortos, con un énfasis pragmático orientado a la capacitación en habilidades y conocimientos técnicos que son demandados por población generalmente de bajos ingresos que, en muchos casos, no pudo continuar sus estudios y que ven en estos cursos una alternativa de formación, una segunda oportunidad en el marco de sus trayectorias de vida (Gallart y Jacinto, 1998).

En América Latina estos centros, junto con los Institutos de Formación Profesional, fueron pioneros en el campo. Nacen desde un enfoque de formación para el trabajo entendida como un lugar fijo, similar a la escuela, y orientado hacia grandes contingentes poblacionales. Asimismo, surgen en un contexto de industrialización creciente que requería formar, en el corto plazo, a una mano de obra masiva. Desde su surgimiento se definen como centros de capacitación antes que de formación, dando cuenta de su orientación técnica especializada en oficios múltiples.

Los centros de capacitación han tendido a proliferar en los últimos años y se han constituido en una de las modalidades más recurrentes ante la situación de precariedad social y económica que prevalece en muchos países. Estos centros se caracterizan porque permiten una incorporación rápida al espacio del trabajo. No obstante, esta alternativa de capacitación técnica ha sido cuestionada desde diferentes frentes, esgrimiendo los siguientes argumentos:

• Solamente la mitad de los cursos que se ofrecen forman en habilidades y competencias que son demandadas por el mercado de trabajo, por lo que muchos no logran incorporar a los jóvenes con fuentes de empleo.

• Existe un gran número de centros de capacitación técnica, por lo que se termina ofreciendo cursos cortos y rápidos para la población de bajos ingresos; esto se realiza sin gran efectividad e impacto, lo que significa a la larga un gran desperdicio de recursos financieros y humanos.

• Muchos de los cursos que se ofrecen brindan acceso a los segmentos inferiores del mercado de trabajo que se caracterizan por empleos precarios con bajas posibilidades de movilidad laboral. Ello ha llevado a cuestionar el sentido y función de la capacitación técnica en el amplio marco de las políticas de formación para el trabajo.

• Son especialidades que, en algunos casos, frenan y/o inhiben la continuación de estudios; es decir, los jóvenes se entusiasman con la especialidad y ésta se acaba constituyendo en su horizonte de formación.

• La capacitación que se ofrece es muy básica, por lo que requiere que los/as jóvenes continúen su actualización y profesionalización en otros espacios de formación.

• Adicionalmente, De Moura Castro (2008) comenta sobre las siguientes inconsistencias de los centros de capacitación técnica en América Latina: a) no se preocupan por el destino laboral de los estudiantes; b) no se realiza una buena selección de los mercados, ni se define un perfil adecuado para el ingreso de los estudiantes, lo que limita la efectividad de los programas; c) hay una falta de correspondencia entre lo que los estudiantes esperan de los cursos y la oferta de las diferentes instancias de formación; y d) los centros de formación no están acostumbrados a rendir cuenta del desarrollo de sus programas.

Si bien los argumentos que se esgrimen tienen fundamento, consideramos que la importancia de estos programas deriva de la situación que guarda la educación en México, y que lleva a que la capacitación técnica se convierta en un recurso demandado por muchos jóvenes a quienes se les dificulta proseguir sus estudios de media superior. Las estadísticas en esta materia son preocupantes y revelan la importancia de enfrentar las necesidades de formación de un amplio grupo de jóvenes en el país. Como ejemplo de ello, los datos del Conteo de Población (INEGI, 2005) señalan que cerca de 45.1% de la población de 15 a 19 años de edad no estudia en México. Además, sólo 62% de este grupo está empleado y 38% está desempleado o no se dedica a un trabajo, estudio ni capacitación. La cifra de este último grupo de jóvenes —los ninis—, que ni estudian ni trabajan, también resulta preocupante ya que asciende a más de un millón en el país y a más de cien mil en la Ciudad de México. Finalmente, las cifras del rezago educativo, población de más de 15 años que no ha concluido su educación básica (10 años de estudio), ascienden a cerca de 33 millones, aproximadamente la tercera parte de la población en México.

Estas cifras revelan un panorama preocupante para los jóvenes y plantean retos importantes para los programas de educación y formación para el trabajo. En este marco, la capacitación técnica se constituye en una oportunidad para jóvenes urbanos y rurales de escasos recursos, con una escolaridad en torno de la educación secundaria, para quienes no está en el horizonte inmediato proseguir estudios formales.

En México existe escasa investigación o evaluación acerca del funcionamiento de los centros de capacitación, en particular se observa la ausencia de investigaciones realizadas a partir de los testimonios de los propios estudiantes. Este trabajo intentó llenar este vacío y estuvo orientado a analizar la pertinencia social de la propuesta de formación a partir del impacto que tienen los cursos sobre las trayectorias de vida y trabajo de sus estudiantes y egresados, con especial referencia a los procesos de permanencia e interrupción escolar, las historias laborales y sus mutuos entrecruzamientos. Se adopta un enfoque desde el sujeto y sus trayectorias, que ha adquirido importancia en los últimos años, por permitir una visión alternativa de las organizaciones (Guerra, 2009).

Este artículo da cuenta del significado para los/as jóvenes de la propuesta de formación del Instituto de Capacitación para el Trabajo de Michoacán (ICATMI). En particular estuvo orientado por interrogantes como: ¿quiénes son los jóvenes que participan en el ICATMI? ¿Qué sentidos les atribuyen a esta instancia de capacitación? ¿Cómo perciben el valor agregado a sus saberes? ¿Cómo se ubica el paso por el ICATMI en las dinámicas de estudio y trabajo de los/as jóvenes? ¿Cuál es el papel del ICATMI en el campo de la formación para el trabajo? El texto se encuentra organizado con base en ciertas dimensiones que fueron consideradas en la investigación. En un principio se apuntan algunas notas metodológicas del estudio, con objeto de clarificar el procedimiento seguido y los dispositivos utilizados. Posteriormente, se brinda un bosquejo de la formación para el trabajo y de la problemática social y económica que viven los jóvenes hoy día, con fines de contar con referentes que permitan contextualizar el estudio y los resultados de la investigación. El cuerpo central del texto se dedica al análisis de la información obtenida sobre el perfil de los/as jóvenes que asisten a estos centros de capacitación, su vinculación con el ICATMI, sus expectativas, las razones por las que no continúan sus estudios, sus procesos iniciales de inserción al mundo del trabajo. Se concluye con una serie de consideraciones en torno a algunas implicaciones sociales que se derivan de los rasgos que caracterizan la oferta de formación para el trabajo de los ICAT.

 

Notas metodológicas

Para el desarrollo de la investigación se seleccionó al ICATMI, uno de los institutos descentralizados que forman parte de los ICAT y que desarrolla sus actividades en el estado de Michoacán. La investigación adoptó un enfoque cualitativo con base en la realización de dos estudios de caso. Se seleccionaron dos planteles de los diecisiete que componen el ICATMI: Corupo, en zona rural indígena purépecha, y Morelia en zona urbana. Esta selección tuvo como propósito contrastar la situación social, educativa y laboral de los/as jóvenes que viven en una ciudad mediana, capital del estado versus los rurales, en gran parte provenientes de comunidades indígenas, que viven en localidades urbanas pequeñas o en zonas rurales aledañas.

Para la investigación, se seleccionaron diferentes especialidades en cada plantel, respondiendo a consideraciones sobre el tamaño de la matrícula, la antigüedad dentro de la oferta de la institución y la conexión que tienen con el mundo del trabajo. Las especialidades seleccionadas en los dos planteles fueron las mismas con propósitos de comparación y contraste; sólo hubo mínimas variaciones que fueron: servicios de belleza, mantenimiento automotriz, confección de ropa, electrónica, secretariado, refrigeración, herrería y operación de micro–computadoras.3 Es importante mencionar que las mujeres constituyen la población mayoritaria en muchas de las especialidades tradicionales que ofrece el ICATMI es el caso de enfermería, corte y confección, servicios de belleza y computación.

Un rasgo particular de estos programas es que la orientación de los cursos que se ofrecen es fundamentalmente práctica y encauzada al mercado de trabajo, por lo que la organización de la currícula prioriza las actividades prácticas por encima de las teóricas, a veces hasta en una relación de 80% a 20%. Finalmente, cabe señalar que desde hace dos años se implementó un modelo polifuncional, que consiste en la adición de contenidos complementarios (inglés, computación, materias afines de la especialidad) a los cursos que tradicionalmente se ofrecían. Ello ha permitido enriquecer la currícula de los programas e incrementar el impacto de los cursos.

Para el desarrollo de la investigación se dispuso de dos dispositivos: por una parte se realizaron entrevistas y, por otra, se levantó una encuesta con base en la aplicación de cuestionarios. El trabajo de campo consistió en visitas intensivas a los planteles por un periodo total de tres semanas y media espaciadas; asimismo se sostuvieron intercambios con personal administrativo y directivo del ICATMI.

• Entrevistas semi–estructuradas. Se sostuvieron entrevistas individuales a estudiantes, egresados, instructores de las respectivas especialidades y personal administrativo; en total fueron 108: 64 en Morelia (33 a estudiantes, 5 a profesores y 6 a personal administrativo) y 44 en Corupo (27 a estudiantes, 4 a profesores y 2 a personal administrativo). Las entrevistas a los docentes y a los miembros del personal administrativo incluyen a responsables del área de vinculación, capacitación, servicio social y directivos. Ello permitió contar con una visión desde las autoridades, tanto sobre la institución misma, como sobre la problemática de los estudiantes. Las entrevistas a los/as estudiantes se realizaron mediante una selección al azar, tomando como referencia la lista de asistencia del instructor en cada taller. El total de estudiantes elegidos en cada especialidad osciló entre 30% y 50%, dependiendo de los registrados en cada especialidad (el mínimo es de quince alumnos por curso). Se entrevistó a un promedio de seis estudiantes por cada especialidad. Asimismo, con el apoyo de las autoridades en cada plantel, se concertaron citas con egresados de las diferentes especialidades consideradas en la investigación. El número de estas entrevistas dependió de la accesibilidad de los estudiantes; en total se realizaron 20 entrevistas en Morelia y 11 en Corupo. En el caso de los egresados, el tiempo promedio de haber concluido sus estudios en el ICATMI, osciló entre seis meses y tres años. La información de este grupo fue particularmente útil para analizar lasdiferentes formas en que los jóvenes se incorporan al trabajo al concluir la modalidad.

• Encuesta: con objeto de contar con una visión general del perfil de los estudiantes y de algunas dimensiones del ICATMI, se diseñó una encuesta. No se seleccionó una muestra específica, sino que los cuestionarios se aplicaron a todos/as los estudiantes (de las especialidades consideradas) que asistieron ese día al taller. En total, se aplicaron 183 encuestas, 61 en Corupo y 123 en Morelia.

En el proceso de análisis se incorporan y cruzan opiniones y percepciones de estudiantes, maestros, administrativos y directivos. Asimismo, la utilización de dos ópticas metodológicas (entrevistas y encuesta) permitió enriquecer el análisis con dos lupas distintas: por un lado la información cuantitativa brindó un marco general; por su parte la información cualitativa contribuyó a contextualizar y significar con base en las experiencias y situaciones de los/as estudiantes.

 

El contexto del trabajo y la problemática de los jóvenes

Los retos de la capacitación técnica se ubican en un contexto de grandes transformaciones en el mundo del trabajo: un creciente "descentramiento" o retiro de la vida social, que implica su "desregulación", así como el crecimiento de las actividades del sector informal junto con la reducción de los empleos formales. En efecto, ha tenido lugar una desregulación del trabajo (fin del empleo fijo, de la clase trabajadora, de los convenios colectivos de trabajo), una terciarización del trabajo (contratación externa y outsourcing) que acompaña a la terciarización de la economía, una "flexibilidad laboral" que oculta las nuevas reglas de juego de explotación y los procesos de vaciamiento institucional (De la Garza, 2000). El trabajo se ha hecho global, no así el trabajador, excepto en altos niveles de calificación. El empleo fijo tiende a desaparecer, mientras crece el denominado "sector informal de la economía", para dar cuenta de todo lo que queda fuera de la economía tal cual se la entiende en términos empresariales. Un punto a destacar es que la precariedad laboral es transversal, afectando incluso a los trabajadores de altos ingresos y niveles de calificación, que de un día para otro, se quedan "fuera del trabajo". La flexibilidad laboral se acompaña con una alta individualización del trabajo, en términos que se acaba con los criterios de normalización y cada tarea se redefine de acuerdo con los criterios del mercado. La categoría de sector informal ha sido muy debatida; sin duda una parte muy significativa de las economías de América Latina y de México, en torno a 60%, funcionan en el sector informal.

Por otra parte, si miramos el mundo del trabajo desde la realidad de los sujetos, resulta que las categorías de trayectoria de vida, tránsitos, inserciones, acceso o entrada, resultan clarificadoras. Según varios autores (Guerra, 2009; Machado Pais, 2007), los jóvenes se reinventan, improvisan, viven y aceptan la vida como laberinto, se animan a dar giros radicales; la flexibilización laboral es para algunos una oportunidad y no sólo una situación de carencia. Estos jóvenes viven el presente y aseguran su autonomía, están en permanente búsqueda, incursionan por modelos performativos (de nuevas actuaciones) aun cuando conocen los modelos normativos. Un punto a destacar es que las nuevas actuaciones de los jóvenes no son "cultura sombra" sino otras formas de hacer (Machado Pais, 2007). Los jóvenes se presentan como más flexibles y más dispuestos a aceptar la desregulación laboral, así como más "expertos" o más dispuestos a aprender las nuevas tecnologías de la información (Weller, 2007).

Las nuevas actuaciones se ven como cultura sombra o los micro–emprendimientos juveniles como espacios de carencia y desprofesionalización, cuando se los mira desde una lógica externa y empresarial. Sin embargo, estos jóvenes se ganan la vida día a día, comienzan cada día, se gastan en el día todo lo que ganaron; en alto grado se manejan con la lógica "de la cigarra", de vivir el presente, en vez de la lógica de la hormiga (Machado Pais, 2007). Igualmente, son jóvenes obligados a "echar mano" de estrategias inéditas, que incluyen desde el trabajo doméstico al pluriempleo, como formas múltiples de "luchar por la vida" y "salir del apuro" (hacemos la lucha). Son jóvenes para quienes el trabajo tiene alta presencia en sus vidas (desde edad temprana está presente). Comenta Machado Pais (2007:13) que "... para estos jóvenes no hay realidad que encaje en el concepto tradicional de trabajo. En lugar de una rutina estable o de una carrera previsible, atributos que caracterizaban a los tradicionales puestos de trabajo, hay un enfrentamiento con un mercado de trabajo flexible".

La nueva situación laboral afecta especialmente a los jóvenes de los grupos sociales más marginados. Además, si bien han logrado mayor permanencia en el campo de la educación, tanto en América Latina como en México, y consecuentemente han alcanzado una escolaridad superior, se observa mayor discriminación en el mundo del trabajo, que actúa en el presente como el principal clasificador social. Algunos autores han denominado esta situación como "la nueva condición juvenil" (Miranda, 2007). Ante esto, los jóvenes de grupos sociales marginados se ven obligados a tomar decisiones excluyentes: estudian o trabajan. En el caso de México, las investigaciones ponen de manifiesto que pocos jóvenes se ubican en la categoría "estudian y trabajan", mientras el grupo "sólo trabaja" tiende a crecer junto con la edad (Encuesta del IMJ, 2005).

Considerando que la secundaria representa el nivel de la educación obligatoria en México, y que muchos jóvenes por diversos motivos no continúan sus estudios de bachillerato, se justifica investigar cómo ellos incursionan en el mundo del trabajo y qué papel le asignan dentro de sus trayectorias de vida a algún tipo de formación "para el trabajo".

 

¿Quiénes son los/as jóvenes que ingresan al ICATMI?

Algunas de nuestras preguntas de investigación estuvieron orientadas a conocer un poco más sobre estos/as jóvenes que decidían ingresar al ICATMI, quiénes eran, cómo eran sus familias, cuál era su relación con la educación. La información que proporciona la encuesta nos permite entrar en algunos detalles que tipifican a estos/as jóvenes.

Los/as estudiantes son predominantemente jóvenes, de 15 a 29 años (76%), aun cuando el 24% de los encuestados cuenta con 30 años y más. Sin embargo, al reducir el universo sólo a los jóvenes (140 casos) se observa que el grupo de los "más jóvenes", de 15 a 19 años, es el predominante, llegando a involucrar a cerca de la mitad de toda la población juvenil (45%). Este dato es particularmente interesante ya que refiere a quienes recién terminan sus estudios de secundaria y se encuentran en la disyuntiva de continuar o no con el bachillerato.

Los jóvenes predominan en mayor grado en Morelia, donde llegan a 83% de los casos, mientras en Corupo sólo constituyen 64%; asimismo mientras en Morelia los estudiantes de 30 años y más representan 17%, en Corupo ascienden a 36%. Esto coincide con que Corupo es zona rural, donde la población estudiantil tiende a ser de mayor edad.

Por lo general, los jóvenes que ingresan al ICATMI provienen de familias de bajos recursos. Las ocupaciones de sus padres son poco calificadas e incluyen oficios o actividades tales como herrero, albañil o electricista, mientras las madres se declaran principalmente como amas de casa (62%), o en tareas no calificadas, en servicios o venta ambulante o comerciante instalada en un pequeño negocio. En lo que respecta a su escolaridad, la primera tendencia que se observa es que la de los padres y madres es significativamente más baja que la de sus hijos/as, dando cuenta del avance generacional que ha tenido lugar. En efecto, en el conjunto de los dos centros, la escolaridad de los padres se concentra en la educación primaria o menos, con una leve diferencia favorable a las madres respecto de los padres (49% de los padres y 45% de las madres oscilan desde "no saber leer o escribir" hasta primaria completa).

La mayoría de los/as jóvenes en ambos planteles todavía vive con sus padres o con algún familiar (63%); sólo un porcentaje minoritario ha constituido su propia familia (27%). Una proporción mínima de ellos vive solo (6%), sin diferencias por centro y sí por género, ya que entre los que viven solos predominan los varones (73%). En congruencia con esta situación, la mayoría de los estudiantes declara ser dependiente económicamente (76%).

Son jóvenes que han interrumpido sus estudios por diversas razones. En palabras de un miembro del personal administrativo, los jóvenes que asisten al ICATMI "... son una población totalmente vulnerable, que viene de sistemas educativos con muchos traumas, principalmente en los tratos que han tenido. Debido a esos tratos, son jóvenes que ya no quieren integrarse, y deciden que: 'mejor yo me voy a dedicar a trabajar'".

La población que accede a estos centros de formación está constituida, en primer lugar, por jóvenes que estudiaron en forma parcial o completa la educación media superior (54%, de los cuales 22% la estudió en forma incompleta y 32% completa) seguidos de los egresados de la educación secundaria (30%). Un punto a destacar es que la mayoría son egresados de uno u otro nivel (media superior 32%, o secundaria 30%), antes que "desertores" de esos niveles. En consecuencia predominan en los centros los participantes que tienen una tradición de "continuar estudiando". Al mismo tiempo, los/as jóvenes buscan otro tipo de estudios, otro tipo de centro educativo y otra relación de la educación con el trabajo.

La información obtenida por la encuesta revela que la mayoría de los estudiantes declara contar con la educación básica completa (83%), mientras sólo 5% define su escolaridad en términos de educación primaria (completa o incompleta), un 12% hace referencia a que no completó la educación secundaria y 30% a que sólo cuenta con la secundaria completa. Casi la mitad de los estudiantes tiene una escolaridad que termina en algún punto de la educación secundaria (42%), mientras la "buena noticia" es que un poco más de la mitad de los estudiantes (54%) tiene algún tipo de escolaridad por encima de la básica, ya sea la educación media superior completa o incompleta. Sin embargo, sólo un tercio (32%) ha completado la educación media superior.

Esta información da cuenta de la relativa generalización de la educación básica, tanto en el sector urbano como rural. En consecuencia, esta generación de jóvenes ya no tiene como único patrimonio educativo formal a la primaria. Sin embargo, el límite impuesto por las condiciones sociales se ha desplazado hacia la educación básica, y la distribución piramidal e inequitativa de la escolaridad se inicia a partir de este punto. En efecto, sólo la mitad de los estudiantes encuestados ingresó a la media superior y únicamente un tercio logró completarla. Un punto a destacar es que la encuesta no da cuenta de estudiantes que hayan hecho algún tipo de incursión por la educación superior.

Interesa destacar, como ya se señaló, que el ICATMI no es un lugar de desertores sino de estudiantes que han completado niveles educativos, ya sea la secundaria o la media superior. Esta tendencia se combina con otras dos: a) 68% de los estudiantes no completó la educación media superior, aduciendo como una de las tres razones principales el desinterés por la escuela, en particular los varones; b) 68% tiene interés en continuar estudiando la educación media superior, porcentaje que no presenta diferencias significativas según género.

El acceder a estudios de media superior en Corupo es complicado ya que no hay instituciones en la zona, por lo que tienen que acudir a otras localidades, como Charapan o Uruapan, y tener que afrontar los costos del transporte. Aun así, hay jóvenes que cuentan con estudios de bachillerato, particularmente en el taller de herrería y en el de informática, aunque no son la mayoría y en algunos casos se trata de estudios de preparatoria truncos. Entre ellos hay quienes han tenido que abandonar la escuela, sea por la necesidad de dedicarse a otras actividades laborales (agricultura, albañilería, en la construcción o realizando trabajos de herrería) debido a restricciones económicas familiares que les impiden continuar, o por la falta de interés en los estudios.

Cabría señalar que la escolaridad de algunos de los jóvenes que asiste rara vez rebasa la secundaria, como es el caso de las estudiantes de la especialidad de enfermería, o ya bien de las del curso de belleza, entre quienes es común incorporarse al taller apenas egresan de la secundaria. Sin embargo, también es posible encontrar a jóvenes que cuentan con escolaridades más altas, incluso algunos con estudios universitarios.

En Morelia son pocos los que tienen estudios de preparatoria, y tienden a concentrarse en la especialidad de electrónica. En ellos es posible percibir un horizonte definido que se ubica en lograr mayores niveles de profesionalización en la especialidad. Las expectativas de continuar estudios se ubican más fácilmente en los jóvenes que están en las especialidades de secretariado, electrónica y refrigeración. En las especialidades de mecánica y belleza es menor el interés por continuar los estudios de preparatoria.

En síntesis, los participantes del ICATMI son estudiantes que tienen una tradición escolar; al mismo tiempo, en un momento se han alejado de la escuela, pero desean, al menos dos de cada tres, continuar estudiando. En consecuencia, se conjetura que encontraron en el ICATMI una alternativa a la continuación de estudios. Los participantes viven el ICATMI como una manera de "seguir estudiando", de "ir a la escuela", como un lugar diferente y que sienten, no sólo como posible sino como más amigable ("... aquí nos tratan bien, no como en la escuela").

 

¿Qué buscan los/as jóvenes al ingresar a un centro de capacitación?

Una de las inquietudes principales de la investigación fue sobre las razones que llevan a los/as jóvenes a incorporarse al ICATMI. ¿Qué condiciones sociales, económicas, familiares los mueven a cursar una determinada especialidad? ¿Cómo entender esta decisión en el marco de sus expectativas? Lo que sabemos es que los jóvenes ingresan con la intención de adquirir conocimientos básicos y habilidades que les apoyen en su incorporación al mundo de trabajo; sin embargo, uno de los intereses de la investigación, fue profundizar en las consideraciones y variables que influyen en la decisión de ingresar. La información de la encuesta y las entrevistas nos permitió realizar esta tarea.

De acuerdo con la encuesta, los estudiantes tomados como totalidad, incluyendo a los dos centros, declaran que ingresaron al ICATMI principalmente por el gusto de la especialidad (26%) o por deseos de superación (16%), seguidos de una diversidad de motivos que concentran, cada uno, una baja proporción de los casos, tales como encontrar empleo (9%), aprender cosas nuevas (8%), gusto por el plantel (7%), especializarse o tener un oficio (6%), auto–emplearse (5%), otros. Si se agrupan los motivos, resulta que predominan en primer lugar aquellos vinculados con el interés de lograr una especialización asociada a un oficio, seguidos de los relacionados con deseos de superarse y aprender cosas nuevas; el tercer lugar estaría ocupado por los motivos ligados directamente con el trabajo, tales como "conseguir empleo" o "autoemplearse".

En términos generales se puede hablar de dos orientaciones primarias en la incorporación de los/as jóvenes al ICATMI:

• Básica: quienes sólo están interesados en aprender la especialidad, sin mayores pretensiones de especializarse en el ramo y con la expectativa de contar con una actividad económica para tener un ingreso complementario. Es el caso de muchas jóvenes casadas que se sienten "entusiasmadas" por la especialidad y deciden "quedarse" en esta actividad. Es también la situación de quienes están en banca y deciden aprovechar el tiempo aprendiendo un oficio.

• Especialización: quienes están interesados en su desarrollo profesional y el paso por el ICATMI constituye tan sólo un escalón en sus trayectorias profesionales: "... pues tengo muchos planes, pues más que nada quiero enfocarme a la belleza, pero por completo estar en eso, pero de una manera fuerte, profesional, que esté bien capacitado" (Estudiante de belleza).

Aun cuando estos sean los sentidos u orientaciones principales, al profundizar en las entrevistas se revela una diversidad de variables que intervienen en la decisión de los/as jóvenes para incorporarse a estos centros de capacitación. Aquí, interesa diferenciar entre las razones por las cuales se elige una determinada especialidad, y las razones por las cuales los/as estudiantes eligieron entrar a un centro de formación como el ICATMI; ambas se encuentran entrecruzadas y ello se muestra en las diferentes categorías.

La necesidad de trabajar

Entre los/as jóvenes predominan las motivaciones de índole económica y laboral. Asisten con la idea de adquirir conocimientos y habilidades que les permitan incorporarse al mundo del trabajo, sea instalando un taller propio, o bien insertándose en una actividad remunerada, como trabajar en un taller "ajeno". Otros están interesados en aprender algo rápido para empezar a trabajar, la urgencia de un oficio que les permita ayudar a la familia, continuar sus estudios. Las palabras de un administrativo, con muchos años de trabajar en el plantel, reiteran esta visión pragmática de los jóvenes en su interés de incorporarse al ICATMI: "...para adquirir los conocimientos para poner su negocio propio, para ponerse a trabajar. Es lo que está buscando la gente ahorita, ya no estudiar una carrera larga, ya tiene un poco más de visión, ya hay muchos licenciados, ya hay muchos doctores, algo más corto, mejor me voy por acá".

La motivación y necesidad de trabajar es una constante entre los estudiantes que asisten al ICATMI, situación que en ocasiones nubla los deseos y posibilidades de poder continuar los estudios: "Estudiar una carrera se me hacía muy largo y luego yo aquí en la facultad quería estudiar derecho, pero muchos dicen no, no te metas ahí porque sales y ni hay trabajo, entonces dicen que nada más se pierde el tiempo. Pos sí, pues ahí te desaniman, y pues mejor decidí estudiar algo rápido para empezar a trabajar".

En algunos jóvenes existe una motivación de poder autoemplearse: "... aprender para poder hacer trabajitos". Se observa un interés particular en poder contar con algo propio: poner un taller de herrería, ofrecer reparaciones de computadoras, contar con un taller de mecánica, abrir un salón de belleza. Este tipo de motivaciones guardan una correspondencia muy directa con el sello principal del ICATMI: proporcionar una capacitación fundamentalmente práctica y orientada al mercado de trabajo, un tipo de capacitación rápida y concreta que permite adquirir conocimientos y habilidades que les permiten a los/as jóvenes lograr primeras inserciones en el mundo del trabajo.

Visualización de lo promisorio

Hay especialidades que "prometen a futuro" y que motivan a los jóvenes, como es el caso de informática y electrónica. Son especialidades que tienen ese rasgo común de ser "novedosas" (oficios más calificados) en la región y que ofrecen otro tipo de vínculo con el mercado de trabajo. Adicional a ello, ofrecen continuidad de formación en estudios superiores, por lo que tienen la capacidad de despertar el interés en los estudiantes de poder proseguir su formación académica. Este interés se pudo observar en algunos egresados de informática, todos ellos con educación media superior, y que tenían en sus horizontes de vida el poder profesionalizarse en el campo de la computación.

Aprovechar el tiempo y "hacer algo"

Algunos estudiantes se inscriben al ICATMI para aprovechar el tiempo. Una de las respuestas frecuentes que se escuchan era "estar en banca", estar en una situación administrativa escolar de espera, debido a haber reprobado alguna materia; por esta situación no pueden entrar a la prepa: "... y prefirieron (los padres) que entrara aquí, a no hacer nada"; "__o sea, como para no estar sin hacer nada". En una situación similar, hay estudiantes mujeres que se vieron obligadas por diferentes motivos (económicos, trámites escolares, etc.) a suspender sus estudios y no se quieren quedar sin estudiar. Revelan la importancia y el interés de no querer desaprovechar el tiempo y ponerse a estudiar por lo menos algo que les sirva en el futuro: "... no pude entrar y pues un año es un año y no lo quise perder. Me metí a estudiar algo simple, bueno, no tan simple, porque llevamos inglés y computación, pero es algo que me va a ayudar a futuro" (Estudiante mujer de secretariado).

Para muchas jóvenes, el ICATMI representa una oportunidad de hacer algo al no haber podido continuar sus estudios debido a matrimonios tempranos o embarazos; para este grupo de jóvenes el ICATMI se abre como una alternativa de formación a la que pueden recurrir para hacerse de una formación rápida que les permita tener una actividad económica y obtener un ingreso. El ICATMI se convierte en un último espacio para su formación, "...porque son madres solteras, o son madres que viven con su pareja pero no tienen el apoyo. Como no estudiaron quieren hacer algo, pues poner un negocio por su propia cuenta, auto emplearse" (Verónica, servicio social).

Actualización

Existen especialidades a las que ingresan los/as estudiantes con el interés de reforzar y/o actualizar conocimientos, por lo que sólo se inscriben en algunos módulos especiales. Estos jóvenes ya cuentan con otros estudios (bachilleratos tecnológicos, la universidad en pocos casos) y/o han cursado previamente la especialidad, o tienen interés de actualizarse en algunos campos específicos. Se presenta el caso de un joven con estudios universitarios que cursa la especialidad de corte y confección y que tiene el objetivo de ser diseñador de modas, o ya bien el de otro interesado en el módulo de pintura dentro del taller de mecánica. En estos casos el ICATMI se convierte en un eslabón dentro de sus trayectorias profesionales.

Asimismo, otros jóvenes ya cuentan con experiencia y ven al ICATMI como una vía de acreditación. Es el caso de un estudiante de refrigeración, con amplia experiencia en el campo debido a que desde chico apoyaba en el taller de su papá, quien ingresa al ICATMI con la intención de poder acreditar sus conocimientos: "yo entré aquí porque tenía que comprobar mi conocimiento en refrigeración".

Opción por estudios que "cuiden" el trabajo

Otros jóvenes, con una mayor orientación hacia lo práctico, optan por estudiar una carrera técnica en lugar de continuar estudios formales. El caso de un egresado de refrigeración resulta interesante, debido a que expone una elección muy racional donde se reflexiona sobre los pros y contras de haber continuado los estudios de bachillerato:

Pues no, porque sí me abrió la puerta para entrar al ICATMI, porque son dos respaldos, dos diplomas que me permiten conseguir trabajo. Si hubiera estudiado la prepa, sería como un ingeniero para conseguir trabajo. Si yo entro a la prepa y no sigo enseñándome, se me va olvidando lo que yo sé, porque para mí pues, ahorita lo estudio porque lo necesito. Te vas quedando, hay que enseñarse. Si hubiera hecho mi prepa a lo mejor no sería lo mismo porque descuidaría lo que es mi trabajo (Estudiante de refrigeración).

Quienes se "topan" con la especialidad

Resulta interesante observar cómo en varios casos los jóvenes se "topan" con la especialidad y terminan entusiasmándose por ella con el paso del tiempo. Es el caso de una estudiante de informática que llegó por casualidad haciendo caso de la invitación de un amigo: "... y fue más que nada por curiosidad que me metí, y pues me gustó... y fue que seguí". Es el mismo caso de recomendaciones de amigas o vecinas a las que responden las/os jóvenes sin haber tenido antes contacto con la especialidad. Lo interesante es que una vez que se participa en el taller se desarrolla el gusto por la especialidad. Diríamos que la especialidad acaba entusiasmando a los/as estudiantes llevándolos a modificar en ocasiones sus perspectivas y horizontes. Esta situación se presenta sobre todo en jóvenes que han optado por no continuar estudios de bachillerato, aunque también en quienes sí tenían expectativas de continuar estudiando, pero que una vez en la especialidad terminan optando por ella.

Por ser una especialidad que les atrae

En otros estudiantes la motivación obedece simplemente al interés o atracción por la especialidad. Particularmente, entre los/as estudiantes de belleza, mecánica y computación, se ubican motivos que hablan de que "siempre tuve interés en belleza, es algo que siempre me gustó", o ya bien "desde chico me gustaba la mecánica". El caso de un estudiante de mecánica es ilustrativo de vocaciones que ya vienen desde temprana edad y que se acaban imponiendo con el tiempo:

[...] a mí me mandaba mi papá: "es que es buena carrera (mantenimiento de computadoras en CONALEP) 4 me decía, y es lo de ahora", pero realmente no era lo que a mí me gustaba. A mí me gustaba meterle mano a los coches, porqué se quedó, o cómo es que un motor funciona [....], desde la primera vez que entré al curso me gustó (David).

Así, hay quienes tienen claro desde edades tempranas hacia dónde quieren dirigir su vida y otros no, estos últimos van escalonando su trayectoria, lo que les permite ir pensando, observando, analizando posibilidades, sintiendo, descubriendo hacia dónde quieren ir.

Finalmente, de acuerdo con la encuesta, la escolaridad es otro factor que permite diferenciar los motivos de ingreso al ICATMI, ya que los estudiantes con primaria completa e incompleta son los que apelan en mayor grado al deseo de superación y aprender cosas nuevas, en particular las mujeres; los que cuentan con educación secundaria incompleta o educación media superior completa o incompleta, aluden en mayor grado al gusto por la especialidad y el interés por especializarse y/o tener un oficio, en particular los varones; los que cuentan con secundaria completa, concentran sus motivos en torno de encontrar empleo, en particular los varones; los que cuentan con educación media superior incompleta y completa son los que nombran la posibilidad de formarse para el autoempleo o hacen mención al gusto por el plantel. En este sentido, los motivos están asociados con carencias o con oportunidades, en forma tal que: a) para los que tienen menor escolaridad, el ICATMI es la alternativa para superar su condición educativa y laboral; b) para los que tienen una escolaridad en torno a la educación básica o más, el ICATMI es visto como una oportunidad de hacer una especialización, que está como asignatura pendiente; y c) sólo los que tienen estudios post–básicos, y esto supone un cierto patrimonio escolar, asocian al ICATMI con la posibilidad de formación para el autoempleo.

Por su parte, la combinación del centro con la adscripción de género da como resultado que, tanto en Corupo como en Morelia, la superación personal sea el primer motivo para las mujeres, mientras los varones aluden al gusto por la especialidad, dando cuenta de una orientación más centrada en lo técnico.

 

¿Por qué no continúan sus estudios?

¿Qué motivos llevan a estos/as jóvenes a no continuar estudios formales? ¿En qué circunstancias se da esta interrupción y cómo la viven los/as jóvenes? ¿Cuáles son las valoraciones que toman en cuenta cuando deciden interrumpir sus estudios? Al igual que señalan numerosas investigaciones sobre este tema, la principal causa que lleva a los/as jóvenes a no continuar los estudios es la económica. Sin embargo, es posible encontrar diferentes matices en torno a las circunstancias y motivos que llevan a la interrupción de estudios.

La situación económica

Detrás de la decisión de no continuar estudios de media superior, la falta de recursos económicos es una de las principales causas y se manifiesta de diferentes maneras, tales como: los padres ya no pueden apoyarlos, son demasiados hermanos, hay otras necesidades en la familia, etc. Algunos tienen que abandonar los estudios porque se ven obligados a trabajar para contribuir a la economía de la familia ("... por problemas económicos que traía con mi familia"), o bien para poder allegarse de un ingreso que les permita continuar con sus estudios. En esta última situación está el ejemplo, en Morelia, de un joven de 16 años, estudiante de la especialidad de mecánica, quien debido a una situación familiar compleja (sin padre, madre que trabaja en el comercio y con una hermana menor) y a la falta de recursos, tuvo que abandonar la escuela e inscribirse al ICATMI para hacerse de un oficio, empezar a trabajar y a generar un ingreso que le permitiera apoyar a su familia y continuar sus estudios.

Connotación negativa del estudio

Las experiencias escolares que han tenido algunos/as jóvenes inciden en los motivos por los cuales toman la decisión de no continuar o abandonar sus estudios. Por ejemplo, en mecánica automotriz, especialidad típicamente masculina, predomina como principal motivo de interrupción de estudios de secundaria la falta de motivación. Entre los varones tiende a hacerse más presente una relación con la escuela como algo ajeno a sus intereses y necesidades. Así, a las restricciones de índole económica, se suma una connotación negativa del espacio escolar, donde los intereses de los jóvenes no encuentran correlato con los códigos propios de la escuela.

En las especialidades de belleza y enfermería, a las que asisten mujeres en su mayoría, el primer motivo de separación de la escuela fue la falta de recursos, seguido de "desinterés por el estudio" y por "matrimonio". Comenta una estudiante de belleza: "... las clases eran muy aburridas, los maestros eran medio corajudos. Si uno no ponía atención, lo regañaban y eso no me gustaba, que me regañaran, y ya por eso".

Con un argumento similar, hay quienes optan por belleza o mecánica, por la simple preferencia por la especialidad, en contraposición al interés que les despierta continuar estudios de media superior. Este testimonio da cuenta de una de las razones que esgrimen diferentes estudiantes: "... en realidad la prepa no me gustaba. Bueno, en sí la escuela no me gustaba, porque había muchas materias que no me gustaban. Pues ya me decidí a salirme porque no me gustaba perder el tiempo en algo que no me gustaba, y secretariado me gusta mucho, entonces pues ya me metí aquí" (Alumna de secretariado).

La dinámica y distracciones de los jóvenes a esa edad

De una forma similar, pero diferente, hay quienes reconocen que abandonaron los estudios por la dinámica de distracción con los amigos que se presenta entre los jóvenes de esa edad y que lleva a descuidar los estudios.

[... ] en la prepa tenía mucha influencia con mis amigos y todo eso, y ya no entraba a clases ni nada y pues me fui quedando, me fui quedando, y al último me salí y me metí. Y de hecho saliendo de aquí pienso retomar otra vez la prepa (Alumna de secretariado).

[...] pues por andar con los amigos por ahí,...andábamos ahí con los amigos, ya ve usted de quince, dieciséis años nada más andábamos jugando y haciendo otras cosas y no nos importaba la escuela y ya nos salimos mejor (Alumna del curso de belleza).

El matrimonio a temprana edad

Otra causa de interrupción de estudios formales tiene que ver con el hecho de contraer matrimonio a tempranas edades, particularmente entre las mujeres, pero también entre los hombres. El casarse implica casi de inmediato restricciones de tiempo y mayores necesidades y responsabilidades económicas, por lo que los jóvenes se ven forzados a dejar la escuela para hacer frente a estas necesidades: "... sí fue por eso (por casarse joven) que tuve que estudiar un oficio rápido [...] Fue una buena opción para mí porque no tenía bachillerato y fue una buena opción para conseguir trabajo" (Estudiante egresado de refrigeración).

Esta situación, en el marco de un contexto tradicional y de costumbres conservadoras, lleva a que las jóvenes abandonen la escuela, o que ya no continúen sus estudios de media superior debido a las obligaciones de la casa y del matrimonio.

Relativización de los estudios frente a la capacitación

En casi todas las especialidades los/as estudiantes se sienten atraídos por el carácter práctico de los cursos. Eso ayuda a que se sientan seguros al término del programa, ya que de una forma u otra a lo largo del curso han desarrollado varias prácticas y contado con la asesoría de sus maestros. Sin duda uno de los sellos que caracterizan al ICATMI es la estrategia curricular y pedagógica utilizada por los instructores para asegurar que exista un fuerte componente práctico (cerca de 80% en algunas especialidades, como mecánica y belleza). Al escudriñar en los motivos que llevan a los jóvenes a interrumpir sus estudios, se encuentran situaciones muy personales donde optan por una formación más corta y técnica, en lugar de proseguir estudios que demandan un mayor tiempo y dedicación. Es el caso de un estudiante de la especialidad de herrería:

No me quedaba lejos (la preparatoria) pero el tiempo no me alcanzaba. Ya no me daban permisos ahí para seguir con los cursos (del ICATMI): primero salíamos a las 2:40 y ahí en Corupo teníamos que entrar a la una, ahí en el ICATMI. Por eso ya no me alcanzaba bien el tiempo. Había luego curso sabatino y me cambié y ya no alcanzaba hacer las tareas. Es que el ICATMI me servía para trabajar, es que ahorita como estoy haciendo ahora, ya me servía directo y para lo otro necesitaba más tiempo.

 

¿Cómo establecen contacto con el mundo del trabajo?

La información de la encuesta brinda elementos sobre algunos rasgos generales que caracterizan las vicisitudes educativas y laborales de los/as jóvenes. Así, se advierte que un poco más de la mitad de los estudiantes de los centros de Morelia y Corupo, tomados como conjunto (55%), declara que no trabajaban antes de ingresar al ICATMI, mientras que los que sí trabajaban lo hacían en tareas poco calificadas, especialmente servicios. También se hacen presentes unos pocos casos que se declaran profesionistas, trabajadores en la casa, cuenta propia, o trabajadores sin remuneración.

La condición de trabajo "antes" de ingresar al ICATMI se modifica según la localización y tipo de centro educativo. En Corupo, se eleva la proporción de estudiantes que no trabajaban antes de ingresar al centro, respecto de la población total (60%), especialmente entre las mujeres llegando a 83%, mientras trabajaban la casi totalidad de los hombres (sólo 16% no lo hacía). Esta información confirma que los jóvenes rurales varones trabajan mayoritariamente, incluso cuando no reconocen los trabajos como tales. En Corupo, los estudiantes que trabajaban al momento de entrar al ICATMI, en su mayoría varones (73%), desempeñaban oficios no calificados o por cuenta propia; las pocas mujeres que lo hacían era en el sector servicios, en tareas poco calificadas. Los casos de trabajo por cuenta propia se concentraban en las mujeres.

La proporción de estudiantes que no trabajaba "antes" se modifica por género, ya que no lo hacían el 65% de las mujeres y el 38% de los varones; queda a la vista que las mujeres se diferencian significativamente de los varones en términos de su condición declarada de "no trabajo". Asimismo, la edad es un elemento diferenciador de la condición de trabajo "antes", ya que son los más jóvenes quienes presentan las proporciones más altas de desempleo o inactividad; en efecto, no trabajaba el 67% de los menores de 20 años, el 53% de los jóvenes de 20–24 años, el 43% del grupo de 25 a 29 y el 37% de los adultos (30 años y más).

En la información proveniente de las entrevistas, se observa también el desarrollo de pequeños trabajos antes de que los jóvenes ingresen al ICATMI. Esto se presenta fundamentalmente en los hombres debido a la necesidad de enfrentar situaciones económicas de sus familias, aunque también hay experiencias de mujeres que han realizado trabajos menores en la agricultura o en el comercio informal. Así, entre los jóvenes hay quienes lo hacían en oficios, como un estudiante de mecánica que trabajaba de albañil, otros que aprendieron el de sus padres (estudiantes de herrería y refrigeración) y lo siguen ejerciendo, y otros que han trabajado en el campo. Cabe resaltar que en algunos casos estas experiencias laborales les permiten a los jóvenes hacerse de un ingreso para entrar al ICATMI, costear su capacitación o ya bien solventar sus estudios. En algunos casos se combina el estudio y el trabajo como una forma que les permite continuar con su formación.

La condición laboral actual de los/as estudiantes

De acuerdo con la encuesta, los estudiantes de ambos centros, tomados como conjunto, presentan una condición laboral actual de "no trabajo" en el 72% de los casos. Esta relación se modifica por género, ya que no trabaja actualmente el 76% de las mujeres y el 59% de los varones. Si bien se mantiene la tendencia de que los varones trabajen en mayor grado que las mujeres, se observa que el porcentaje de desempleados o inactivos se ha incrementado, en estrecha vinculación con el cambio en la condición de vida que implica agregar la especialidad como otra actividad cotidiana.

En Corupo, en la actualidad, la mayoría de los estudiantes no trabaja (69%). Nuevamente esta relación se modifica por género, ya que no lo hace el 89% de las mujeres y sí trabaja el 68% de los hombres. Los oficios actuales son similares a los realizados en el pasado; los varones lo hacen en los no calificados o por cuenta propia y las mujeres en su casi totalidad en servicios no calificados.

En Morelia, en la actualidad, la mayoría de los estudiantes no trabaja (63%), situación que se modifica por género, ya que se incrementa en el caso de las mujeres y se reduce entre los varones (69% versus 54%). En consecuencia, el ingreso y la permanencia en el ICATMI se han acompañado con una reducción de la actividad laboral, tanto en los estudiantes varones como mujeres. Los trabajos actuales son similares a los que los estudiantes realizaban en el pasado: tareas poco calificadas en el sector servicios, seguidas de oficios no calificados. La novedad es que aparecen unos pocos casos que se definen como cuenta propia o profesionistas. La situación se modifica por género, ya que entre las mujeres crece el número de profesionistas y cuenta propia, aun cuando siguen predominando los trabajos no calificados en servicios. Entre los varones predominan los servicios y en oficios no calificados, mientras está ausente la categoría "cuenta propia" y tiene muy baja presencia la categoría "profesionista".

La escolaridad de los estudiantes no influye en los trabajos que realizan, ya que predominan las tareas no calificadas, tanto entre los que cuentan con primaria incompleta como entre los que tienen media superior completa. La única diferencia que se observa es que los pocos casos que se declaran comerciantes o profesionistas cuentan con educación media superior completa. La edad tampoco aparece como un elemento diferenciador, ya que en todos los rangos de edad predominan los trabajos no calificados del sector servicios.

Un punto a destacar es que los estudiantes transitan de una tarea a otra, mostrando trayectorias laborales no lineales, sino laberínticas, que responden a la necesidad de sobrevivir. En este proceso no se especializan en un campo de trabajo, sino que rotan de una ocupación a otra. Por ejemplo, pasan de empacar en la ciudad a cortar verduras en el campo, de trabajar en un camión a "eléctrico" en una reparadora automotriz.

Los trabajos que realizaban antes de ingresar al ICATMI, o durante su permanencia, se unifican en términos de su escasa calificación y de su ubicación en el sector servicios, pero se diversifican en términos de múltiples actividades específicas, tales como: ventas sin aclarar qué, consultora de productos que se venden a domicilio, comerciante sin indicar en qué, mesero, "dueño de un ciber café", albañil , chofer, encargado de un puesto de comida, sastre, ama de llaves, chef, esteticista, cargador de trailers, plomero, eléctrico, pintor, empacador, vendedor en tienda de abarrotes, vendedor de huevos en el mercado, transportista de muebles, lavado de autos, carpintero, herrero, policía, agricultor, elabora guitarras, vende tortillas, talabartero, vende en taquería, auxiliar de administración, empleada del hospital, auxiliar en jardín de niños, otros. Los trabajos más calificados que se identifican, de nivel profesional o semi–profesional, son dentista, contadora, analista en el sector educación, enfermera.

De lo anterior se desprende que los estudiantes que trabajan lo hacen en tareas poco calificadas, que no guardan relación entre sí en términos de especialidad, sino que tienen en común ser trabajos para la sobrevivencia. La impresión que dan los estudiantes es que están en una permanente búsqueda de nuevos espacios educativos y laborales, unidos por el interés de conseguir o mejorar el trabajo. Su ingreso al ICATMI constituye por tanto otro eslabón en sus trayectorias de formación.

El hecho de entrar a estudiar implica, en varios casos, el tránsito de un trabajo poco calificado a la condición de "no trabajo" mientras que en otros pocos supone lo contrario así se pasa a pequeños trabajos exploratorios en la especialidad. Algunos de los/ las estudiantes tienen un trabajo principal asociado con la sobrevivencia y otro "que les gusta", por cuenta propia, en algunos casos asociado con la especialidad que están cursando (por ejemplo, un negocio de estética en la casa, que funciona de una manera informal, o bien empezar a hacer reparaciones de equipo de cómputo). En el taller de herrería fue común encontrar a jóvenes ya casados que se encuentran desarrollando trabajos menores que les permiten pagar las cuotas del ICATMI.

Las ocupaciones que realizan los estudiantes no están asociadas con la especialización que están cursando. A modo de ejemplo, estudian electrónica y trabajan como meseros, supervisores o incluso un profesional (dentista); estudian mecánica y trabajan como albañil, en el campo cortando verduras, como comerciante, empacador, transportador de muebles, ayudante de cocina, otros. Sin embargo, se presentan ciertos casos en mecánica y belleza que dicen que ya están trabajando en lo suyo o haciendo las prácticas. Lo interesante es que transitaron desde labores fuera de la especialidad a otras de la especialidad, tales como: de "hacer electricidad con un tío" a trabajos en mecánica; de transportar muebles a prácticas en mecánica; de trabajar en una pipa de agua a eléctrico en una reparadora automotriz.

 

¿Cómo se incorporan al trabajo al concluir la especialidad?

De acuerdo con las entrevistas a los egresados, en la incorporación al trabajo hay diferencias según el taller, sin embargo, la ventaja de las especialidades que ofrece el ICATMI es que los/as jóvenes pueden incorporarse cuando han cursado aproximadamente un año. Esa posibilidad la brindan prácticamente todos los talleres, aunque particularmente los de mecánica, herrería, belleza, informática y electrónica. En todos se adquieren conocimientos básicos que les permiten realizar sus primeras prácticas en la especialidad. Se tiene, además, la ventaja de que en algunas (el caso de electrónica) se pueden realizar desde los propios domicilios, algo que les resulta conveniente a los estudiantes ya que no dependen de la instalación de un taller propiamente dicho (que, por otro lado, es el sueño de muchos de ellos).

En el caso de la especialidad de belleza, el taller se distingue por ofrecer un vínculo rápido con el mercado de trabajo. Las estudiantes tienen la ventaja de que pueden iniciar sus prácticas desde los primeros módulos de los cursos; asimismo estas prácticas las pueden realizar en sus domicilios ya que los instrumentos básicos no son muchos y no son caros. Como señalara una maestra: "... con unas tijeras, un cepillo y un espejo se puede empezar", es por ello que algunas de las estudiantes han podido instalar sus salones de belleza en un espacio vacío de sus casas. Un vínculo similar con el mercado de trabajo ocurre en otras especialidades como mecánica, según comenta un estudiante: "... pues ya tenía como el año y ya me empezaban unos a traer, 'cámbieme esto y esto', y ya empecé a tener la idea de tener mi taller y vender las partes, o lo más necesario".

Al egresar del taller pueden realizar servicios más completos, sin embargo sus posibilidades de desarrollo se ven limitadas por no contar con la herramienta necesaria, ni con los recursos económicos para adquirirla. Como comenta un estudiante de refrigeración: "... es difícil tener nada más la capacitación y no tener la herramienta, el lugar, las facilidades para poder trabajar, pues siempre se han complicado muchas cosas".

Ocurre, asimismo, que en el contacto con el mundo del trabajo los/as jóvenes se enfrentan a la realidad de que la formación adquirida constituye tan sólo un primer paso en su preparación y que es preciso complementar los conocimientos con otros estudios y mayor práctica. Por ejemplo, entre los egresados de herrería hay quienes se tuvieron que seguir capacitando fuera, ya que en algunas áreas los aprendizajes no son suficientes.

Por su parte, entre los estudiantes de informática tiende a presentarse la iniciativa de poner un cíber, o un taller de mantenimiento. En el caso de los egresados que se pudieron entrevistar, dos se organizaron para poner un cíber en sus casas. En ambos casos fueron apoyados por sus padres, y en uno de esto se logró mediante la obtención de un apoyo de gobierno para la compra de equipo de cómputo. Los dos ejemplos muestran que no es fácil para los jóvenes iniciar un negocio propio sin contar con apoyo económico, ya que por su edad les resulta difícil allegarse los recursos para la compra del equipo y herramienta necesarios.

En el caso de las estudiantes de enfermería, se presentan varias circunstancias que afectan su inserción laboral: a) la baja escolaridad (sólo secundaria) de las egresadas, que tiene implicaciones negativas a la hora de concursar por un empleo, y en el monto de su remuneración económica; b) las oportunidades laborales se ven afectadas por la ausencia de convenios entre el ICATMI, los hospitales estatales y los programas de salud, por lo que las egresadas no pueden colocarse en estos espacios, ni para realizar sus prácticas, ni para trabajar; c) las jóvenes que se colocan laboralmente lo tienen que hacer fuera de la meseta, mientras que las que se quedan no pueden ejercer por la ausencia de convenios. Las expectativas de las jóvenes cambian una vez que termina el curso y tienen la meta de conseguir un empleo y mejorar su nivel de vida, sin embargo sólo un 50% logra colocarse debido a circunstancias familiares, lejanía de sus casas y al hecho de que no cuentan con el permiso de los padres para estar fuera.

En el caso de las estudiantes de secretariado, a decir de la instructora y de la experiencia de varias jóvenes, el mercado de trabajo es bastante amplio y al parecer se colocan con relativa rapidez. Esta sería el ejemplo de una especialidad que en los últimos años se ha visto enriquecida con el modelo polifuncional, que mejora las posibilidades de incorporación laboral y que mantiene buenas condiciones de materiales e infraestructura para el desarrollo del taller.

En el caso de los estudiantes de refrigeración, todos ellos han tenido experiencias laborales después de que salieron de la especialidad. Valoran el carácter práctico de la especialidad, lo que de alguna manera se convierte en el sello de los ICAT. Como señala uno de ellos: "... la ventaja aquí era de que aprendíamos practicando, entonces ya cuando salimos ya tenía práctica reparando refrigeradores".

En la experiencia laboral de dos de ellos, resulta de interés la reflexión que hacen sobre la importancia que han tenido sus estudios de preparatoria en el marco de sus trayectorias. Uno comenta sobre cómo no haber cursado la preparatoria le ha impedido avanzar en su desarrollo profesional y en la posibilidad de ser contratado en diferentes empresas: "...no me aceptaron como vacante que hubo de supervisor porque no tenía estudios de prepa, querían ingeniería y lo perdí" (estudiante de refrigeración). Sin embargo, resulta interesante la ponderación que el joven realiza sobre la relativa conveniencia que habrían tenido los estudios de preparatoria en su trayectoria y en su futuro como profesional.

En el caso de otro egresado, se acaba reconociendo la importancia de contar con un certificado de bachillerato, sin embargo se está consciente que hasta la fecha "... no me ha cerrado puertas porque no las he tocado, no porque no haya querido tocarlas sino a lo mejor porque no era una necesidad en ese momento [..] ahorita no es tanto a lo mejor que necesite estudiar, sino porque te digo a futuro es algo que voy a necesitar".

Cabe señalar que para muchas especialidades, el vínculo con el trabajo una vez egresados del curso, se traduce en la realización de cortes de pelo, reparar un coche, una computadora, confeccionar una prenda de vestir, hacer un trabajo de herrería. Lo que es importante destacar es que una vez que los/as estudiantes egresan del taller, se genera un vínculo con el espacio del trabajo, aunque esto se manifieste en este pequeño nivel. Lo que sí cabe afirmar es que los conocimientos y habilidades adquiridos a lo largo de la especialidad, brindan a los estudiantes la posibilidad de vincularse con el espacio laboral. Como señalaba un estudiante de electrónica de Morelia: "... de aquí sí puede uno salir a la vida laboral de lleno". Sin embargo, qué tan de lleno, depende ya de las circunstancias personales, del nivel de formación y de los recursos con que se cuente. En muchas ocasiones los primeros trabajos que se realizan son para la casa y ésa constituye una forma de iniciar partiendo de poner en práctica lo aprendido. Cabe mencionar que el nivel de escolaridad (secundaria o media superior) de los/as jóvenes, no incide mayormente en el tipo de experiencias laborales que desarrollan en esta primera etapa. Sin embargo, y como se observará más adelante, contar con estudios de media superior sí representa una ventaja para quienes terminan incorporándose en el ámbito formal del trabajo, que es donde se requiere contar con este tipo de credenciales.

 

¿Qué expectativas tienen de continuar estudios?

La información que proviene de la encuesta aporta datos interesante respecto del interés que muestran los/as jóvenes en la continuación de sus estudios. En efecto, ante la pregunta "¿te gustaría continuar tus estudios de preparatoria, bachillerato o equivalente?", los dos tercios contestan en forma afirmativa (68%), mientras que 15% dice que no o "no contesta" (17%). Los casos que no contestan podrían ser considerados como más cercanos al no que al sí; algunos aclaran que están dudosos; asimismo, condicionan su participación a "... como me vaya en el ICATMI". En este sentido, la capacitación técnica que están realizando representa, para algunos estudiantes, un punto de elección respecto de la continuidad de sus estudios en el sistema educativo formal.

Al combinar el centro con las especialidades, resulta que en Morelia las estudiantes de secretariado son quienes están más interesadas en continuar estudiando (86%) seguidas de los de electrónica (71%), mecánica (65%) y belleza (63%); el último lugar lo ocupa la especialidad de costura (55%). Por su parte, en Corupo, enfermería es la especialidad donde se observa el mayor interés por continuar estudiando (88%) seguida de belleza (80%), herrería (75%) y mecánica (50%); el último lugar lo ocupa costura, con un interés sumamente bajo (14%).

El interés por continuar estudiando se modifica por la especialidad en la cual participan los estudiantes. Al analizar a los dos centros, tomados de conjunto, las especialidades de enfermería y secretariado cuentan con los mayores porcentajes de interés por continuar estudiando (88 y 86%, respectivamente), seguidas de herrería (71%), electrónica (71%) y belleza (66%). Las estudiantes de costura son las que tienen el menor interés en continuar estudiando (37%), junto con los de mecánica (61%). Se infiere que los estudiantes con menor interés en continuar son los que participan en especialidades femeninas tradicionales como costura o belleza, o los de mecánica, que son vistas como una oportunidad de acceso rápido al trabajo. En cambio, en los estudiantes de informática se percibe interés por acceder a estudios superiores y profesionalizarse en el área.

Los motivos que expresan los/as estudiantes para seguir estudiando oscilan desde "para superarse" (20%) hasta "mejorar la situación económica", "poder trabajar", "mejorar el trabajo" (11%) o "continuar estudiando una licenciatura" (6%). Un punto a destacar es que se diferencian según quienes perciben la continuación de estudios como un medio práctico para mejorar el trabajo y el ingreso versus otros que la conciben como parte de una proyección mayor. En particular, para estos últimos consiste en la educación superior y/o alcanzar una profesión y, más aún, como un camino de superación, lo que los acerca a una noción intuitiva de educación permanente.

Los estudiantes de ambos sexos que aluden a no seguir estudiando, fundamentan su respuesta en la necesidad de contar con una formación que permita un acceso rápido al mundo del trabajo y al ingreso. En este sentido, refieren a motivos tales como: "pienso poner un negocio con este curso"; "quiero algo que me dé frutos rápido, para trabajar en algo con que pueda atender a mi hijo"; "quiero trabajar para tener ingresos y comprarme mi casa"; "necesito trabajar para ayudar a mis padres". Algunos, además, atribuyen una connotación francamente negativa a la continuación de estudios, apelando a razones tales como: "es aburrido", "es muy complicado", "mucho gasto", "no me gusta estudiar", "me tengo que levantar temprano".

Un aspecto relevante a mencionar es que para unos pocos casos, el ICATMI se presenta como una alternativa a la continuación de estudios en el sistema educativo formal. Como señala un administrativo de Morelia: "son aquellas personas jóvenes que no pueden seguir una carrera porque es muy cara, entonces este instituto, el ICATMI, es la mejor institución que se pueden encontrar". En este sentido se expresan dos estudiantes: "... me estoy dedicando a la carrera que quiero" (referencia a la especialidad que están cursando en el ICATMI), mientras otra señala en forma muy enfática: "ya estoy en el ICATMI!!!". Este último testimonio puede ser leído como el sentimiento de haber arribado al mejor lugar, acompañado de la decisión de mantenerse en ese nicho ("... aquí me quedo").

En síntesis, en ambos centros, a pesar de sus diferencias sociales y económicas, se hace presente una mayoría de estudiantes que tiene aspiraciones educativas, deseos de continuar aprendiendo y cambiando. Al mismo tiempo, el otro tercio de los estudiantes concibe el trabajo como un medio para su autonomía, mientras el estudio es sentido como algo que retrasa esa posibilidad.

Finalmente, el interés por continuar estudiando se relaciona con la edad, ya que entre los jóvenes se muestra un mayor interés, mientras éste decrece en las generaciones más adultas. Esta situación es explicable ya que entre los adultos se presenta una mayor incorporación al mercado de trabajo y un incremento de obligaciones familiares que se derivan del estado civil. Además, incide la escolaridad, en forma tal que los estudiantes que no han completado la educación primaria o la secundaria, son quienes manifiestan menor interés en continuar estudiando, o sólo plantean la posibilidad de completar la secundaria.

Es importante señalar que a la pregunta sobre "¿dónde se ven en diez años?", la mayoría ubica a la especialidad dentro de sus horizontes de vida, se ven en la especialidad. Sin embargo, hay variantes en esto, ya que para algunos el paso por el taller les brinda una oportunidad para el desarrollo de una actividad económica; para otros, el ICATMI constituye sólo una escala dentro de un camino más largo que lleva a la profesionalización en la actividad o a la continuación de sus estudios. Es un hecho que la mayoría están interesados en contar con una actividad económica propia (un saloncito de belleza, un taller mecánico, de herrería, de reparación y mantenimiento de computadoras): "me gustaría que mi negocio creciera más. Y poner un negocio quizá de arreglar computadoras". También, entre los estudiantes de herrería, hay algunos interesados en la mejora de sus talleres para mantener a sus familias.

 

Consideraciones finales

De la naturaleza del programa curricular de los centros de capacitación, y de su vinculación con el perfil, percepciones y expectativas de los/as estudiantes, se derivan una serie de implicaciones sociales.

Segregación social y oportunidades

La oferta del ICATMI cumple la función principal de segregar, en tanto oferta para población de bajos recursos e, incluso, lleva a algunos/as jóvenes a participar en diferentes cursos al interior de la propia institución sin plantearse otras opciones. Sin embargo, para otros constituye un trampolín que les permite continuar estudios de cualquier tipo. Esta distinción guarda relación con sus trayectorias y su gusto por la especialidad. Así, algunos/as definen su gusto por el oficio ("me gustaba desde chico") y muestran seriedad e interés en su desarrollo dentro de la especialidad. El comentario de una estudiante de belleza es un ejemplo de este tipo de orientaciones:

Para mí, antes, lo primero, lo prioritario, era tener mi estética, era un sueño desde que empecé a estudiar, y ya no me seguí capacitando en otra cosa porque uno tiene que trabajar para poder estudiar. Me gustó y se me hizo un poco fácil para poder estudiar y trabajar, además de que pude poner mi estética, lo que yo soñaba, lo que yo quería. Sí me gustaría seguirme capacitando para poder dar clases, seguir creciendo en este ramo y que si no, seguir trabajando...

De esta manera, cabe hablar de que para un grupo de jóvenes (los que brincan), el centro de formación es vivido como un camino de movilidad social ascendente, como una etapa más dentro de sus trayectorias de vida, que los va a apoyar a ir definiendo sus horizontes, mejorar su formación y ocupar un mejor lugar en el mundo del trabajo.

Para otros, en cambio, debido a su juventud, su apatía por la escuela, las vicisitudes propias de la adolescencia, el ingreso al centro de capacitación se vive como un experimento dentro de su proceso de formación, luego cambian a otra especialidad, toman otro tipo de trabajo, etcétera y así van trazando trayectorias laberínticas. Para ellos (los que se quedan), el centro es vivido como el único posible "como lo que les corresponde" por su condición social. De acuerdo con Bernstein (1977), el curso estaría reforzando el posicionamiento social de algunos/as estudiantes al haber correspondencia entre los códigos de los estudiantes y el propio código marginal de la institución formadora. Para estos/as jóvenes, el ICATMI se convierte en el lugar de llegada (ya estoy en el ICATMI!) sin haber cuestionamientos sobre su ubicación personal dentro de este ámbito de la oferta educativa y de formación.

En síntesis, para algunos/as jóvenes, la participación en el ICATMI los confina a un nivel básico de capacitación; a otros, por el contrario, les posibilita continuar en un proceso de aprendizaje y de reconversión laboral.

Segmentación de estudiantes por especialidades

Resulta interesante constatar que al interior de un mismo centro, las especialidades convocan a diferentes sectores sociales. Las estudiantes de secretariado provienen de hogares de nivel socioeconómico más alto que los de mecánica o belleza, por ejemplo. Si este es el caso, ¿qué factores dan cuenta de esta relación? Por su parte, los talleres de belleza y mecánica se distinguen por ser especialidades que agrupan a estudiantes con menor nivel de escolaridad, bajas expectativas en lo que se refiere a la continuación de estudios y que tienden a ver la especialidad como su horizonte de trabajo (y en ocasiones como horizonte de vida). Si bien estos talleres pueden contar con excelentes docentes y alta calidad en la impartición de sus programas, se distinguen por proporcionar una formación básica y por tener un techo laboral en el mercado de trabajo. En ambas especialidades la orientación práctica tiene un mayor peso, con baja presencia de teoría; es decir, son especialidades que se caracterizan por un código básico para un segmento de jóvenes que muestra una mayor orientación hacia cuestiones prácticas. Tienden a ser especialidades cuyo aprendizaje no resulta complicado y con el cual se identifican personas que no están interesadas en continuar sus estudios. En este sentido, no es gratuita la animadversión que existe entre estudiantes de mecánica y electrónica, y que se aprecia en varios de los comentarios de esta última especialidad. Resulta un ejemplo de la rivalidad entre jóvenes con diferentes rasgos sociales y con distinto tipo de intereses. Mientras mecánica es un oficio tradicional, electrónica es un oficio especializado; unos se ensucian las manos de grasa, otros realizan un trabajo básicamente limpio. Sus destinos y posibilidades laborales son también totalmente diferentes: mientras que para los de mecánica la posibilidad de poner un taller resulta complicada y terminarán en su mayoría trabajando en talleres ajenos y aprendiendo el oficio, en cambio los estudiantes de electrónica pertenecen a un oficio calificado que brinda acceso a un nicho más especializado y competitivo en el mundo del trabajo.

Programa curricular e implicaciones

Si se atiende a la matrícula de cada una de las especialidades, se observa que las que cuentan con mayor número de estudiantes son operación de microcomputadoras, servicios de belleza, confección industrial de ropa, inglés y mantenimiento automotriz. Entre ellas representan 79% de los estudiantes encuestados, sobresaliendo micro–computadoras que, por sí sola, representa 35% de la matrícula. Resulta interesante que a excepción de inglés y computación, las especialidades con mayor matrícula en el ICATMI son corte y confección, estética y mecánica. Del análisis de esta situación, cabe la pregunta sobre el sentido y función de la formación para el trabajo que se imparte en los ICAT, asimismo sobre la pertinencia de algunas especialidades que conforman la oferta tradicional dentro de estos centros. Es decir, en qué medida la meta institucional es la oferta de un proyecto curricular que se caracteriza por:

1) una matrícula sobresaliente en las materias de inglés y computación (que no son especialidades propiamente dichas, sino materias que forman en competencias básicas y que debieran ser más bien atribución del sistema escolar);

2) focalizar la formación en tres especialidades que se caracterizan por formar en oficios básicos: mecánica, belleza y costura (que se han mantenido en el programa de capacitación a lo largo de los años). Cabe preguntar aquí cuál es la función que cumplen estas especialidades en ámbito de las trayectorias juveniles, considerando los segmentos laborales a los que brindan acceso, las posibilidades de desarrollo profesional, las restricciones en el mercado de trabajo (espacio laboral competido y necesidad de recursos para el desarrollo del autoempleo). Cabría indagar, además, si son altamente demandadas por la población juvenil, en qué medida se podría incrementar el perfil de salida (dadas las restricciones de materiales y herramientas); y

3) el predominio de especialidades que convocan fundamentalmente a jóvenes mujeres (secretariado, costura y belleza).

Los aportes de la investigación

Consideramos que los cuestionamientos que se formulan a esta modalidad de capacitación necesitan ser contrastados con los aportes observados por la investigación. Así, resulta interesante que aun en el marco de la marginalidad que caracteriza a muchos de estos cursos, dejan huellas en las trayectorias laborales de jóvenes de sectores vulnerables. Algunas reflexiones son las siguientes:

• Para los sectores de bajos ingresos, estas instituciones tienen la ventaja de ofrecer capacitación rápida y económica en un oficio, amén de que los costos y colegiaturas son accesibles para su situación económica.

• Los talleres ofrecen a los/as jóvenes posibilidades de vincularse con el trabajo (aunque sea en segmentos inferiores) y obtener un ingreso.

• Estos espacios constituyen una segunda/última oportunidad (y, en algunos casos, la última llamada) para jóvenes de bajos recursos que abandonaron sus estudios por diversas razones.

• Para los jóvenes con necesidades familiares y económicas, los cursos ofrecen una alternativa rápida de capacitación que les permite vincularse con el mercado de trabajo sin tener que cursar tres años de preparatoria.

• Hay interés genuino en lo que se aprende y en muchos casos los/as jóvenes definen su vocación.

• Los jóvenes le dan utilidad a las habilidades y conocimientos que adquieren: se vuelven a vincular con el sistema educativo formal, se incorporan al mercado de trabajo en puestos iniciales, desarrollan pequeños emprendimientos, refuerzan y/o actualizan habilidades, etcétera.

• Dado que para algunos/as jóvenes ésta es la primera capacitación para el trabajo que reciben, en ocasiones acaba impactando en sus trayectorias educativas y formativas. Como se señalaba, los estudios tienden a seguir al trabajo en muchas de las trayectorias de los/as jóvenes, es así como van dándole utilidad a los nuevos conocimientos, continuando su desarrollo educativo y formal (se promueve así la continuación de estudios) y mejorando sus oportunidades laborales. Por ejemplo, un curso de computación puede permitir que un joven desarrolle pequeñas prácticas laborales, la obtención de un ingreso y con ello la posibilidad de continuar estudios superiores. De esta manera, se generan dinámicas de movilidad social que son resultado de recorridos complejos y laberínticos donde los jóvenes van perfilando sus trayectorias.

• A los centros no sólo acuden jóvenes, sino población de mayor edad que satisface diferentes necesidades de capacitación, entre ellas el reforzamiento y actualización de conocimientos y habilidades.

Las consideraciones anteriores no obstan para que sea necesario enfatizar la importancia de que se dote de mayor calidad a esta modalidad de capacitación, si lo que se desea es lograr un mayor impacto en el nivel de formación, así como en mayores y mejores posibilidades de incorporación de los/as jóvenes al mundo del trabajo. Una formación para el trabajo de calidad precisa enriquecer el currículo de los programas, dotarlos de mayor integralidad, generar nexos con el sistema educativo formal para efectos de la regularización y continuación de estudios, revisión y readecuación de la oferta de las especialidades, la búsqueda de una mayor correspondencia con el mercado de trabajo y con las necesidades locales, mayores recursos que permitan mejorar y actualizar la oferta de los talleres, entre otros.

La ausencia de estos elementos hace fácil cuestionar la baja incidencia y el limitado papel que cumple esta modalidad de capacitación en la trayectoria laboral de los/as jóvenes. Consideramos que no se le puede demandar un mayor impacto a la capacitación técnica, de no contar con las modificaciones curriculares y pedagógicas necesarias y con recursos y apoyos que le permitan reposicionarse en el campo amplio de la formación para el trabajo.

Finalmente, como ha sido señalado en reiteradas ocasiones, para que la capacitación pueda ser efectiva precisa de contextos socioeconómicos favorables para la puesta en práctica de las habilidades y conocimientos aprendidos (De Moura Castro, 2001). En contextos de crisis económica y alto desempleo, los esfuerzos desarrollados por los programas de capacitación corren el riesgo de tener poca efectividad, sin embargo, lo que es definitivo, y así lo ha evidenciado la investigación, es que la capacitación posibilita procesos de inclusión social de los jóvenes de sectores vulnerables. Esto se logra al favorecer el desarrollo de incursiones laborales en diferentes niveles, al incrementar la empleabilidad y posibilitar mayores posibilidades de inserción al mundo del trabajo, y al motivar a algunos/as jóvenes a proseguir sus procesos de formación, sea en el campo de la capacitación para el trabajo o en la continuación de estudios formales. La capacitación técnica tiene, ciertamente, funcionalidades sociales y económicas insospechadas para los/as jóvenes de bajos ingresos.

 

Referencias

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De la Garza, Enrique (2000). Tratado latinoamericano de sociología del trabajo. México: Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]

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Notas

1 El proyecto de investigación tuvo alcances más amplios y abundó en el análisis de las diferentes funcionalidades de la capacitación técnica. Estos resultados forman parte del informe técnico final y serán materia de un próximo artículo. Para efectos de este texto hemos priorizado dar cuenta de las perspectivas de los/as estudiantes y del impacto de la capacitación en sus trayectorias. A lo largo de la investigación se contó con el apoyo de Graciela Messina para el análisis de la información proveniente de la encuesta aplicada, y de Lilia Martínez y Nadia Santillanes como asistentes en el desarrollo del trabajo de campo y diferentes fases del análisis de la información. También se contó con el apoyo de Susana Veraza para el procesamiento de la información de la encuesta. Mi más sincero agradecimiento a todas ellas y a las autoridades del ICATMI por haber facilitado y contribuido a auspiciar el desarrollo de esta investigación.

2 La oferta pública de capacitación técnica formal es impartida en México por la Dirección General de Centros de Formación para el Trabajo (DGCFT), a través de los Institutos Descentralizados de Formación para el trabajo (ICAT) y de los Centros de Capacitación Técnica Industrial (CECATI).

3 Cabe notar que en las especialidades de refrigeración y operación de micro–computadoras se entrevistaron solamente a egresados. Asimismo, el taller de herrería opera únicamente en Corupo y el de refrigeración en Morelia.

4 Colegio Nacional de Educación Técnica Profesional (CONALEP).

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