Editorial

Fomentar el debate entre investigadores y actores involucrados

Desde su fundación, el Consejo Mexicano de Investigación Educativa (COMIE) ha buscado como objetivo central promover la investigación educativa de calidad y fomentar el debate entre la comunidad de investigadores y de éstos con otros actores involucrados en el funcionamiento, orientación y reforma del sistema educativo nacional. La Revista Mexicana de Investigación Educativa ha sido uno de los medios relevantes generados y apoyados por el COMIE para contribuir a estos objetivos.

El presente número contiene una sección temática que explora y debate un aspecto crucial, hacia dónde va y cuál debería ser la tarea de la investigación sobre el cambio educativo en la próxima década si lo que se busca es promover: a) una mayor equidad de oportunidades educativas en sociedades profundamente desiguales y b) una mayor pertinencia en los objetivos y contenidos de la educación y las experiencias de aprendizaje que se ofrecen a los niños y jóvenes en función de la transformación histórico–social que estamos viviendo. Se entiende, por tanto, como responsabilidad de la educación, no solamente la formación del capital humano para elevar la productividad, lograr la incorporación de los jóvenes al mercado laboral y el avance en el desarrollo económico, sino la necesidad de ampliar la mirada en cuanto a sus objetivos considerando la relevancia de su formación ética, moral y responsable de ciudadanos capaces de participar y promover de manera creativa e innovadora el avance de la democracia, el cuidado de los recursos naturales, la práctica de la tolerancia y el respeto a la pluralidad; en una palabra, para que las nuevas generaciones cuenten con los elementos y sean capaces de integrarse a la sociedad, no sólo nacional sino global.

Pero desde el punto de vista de la investigación educativa, no se trata de definir de manera abstracta lo que deben ser los contenidos, procesos o prácticas de la educación, ni dependen éstos de la voluntad o punto de vista particular de alguno de los actores involucrados, pues tanto los contenidos de la discusión como los actores participantes y las posibilidades de éxito de las iniciativas propuestas están delimitados históricamente. Desde los orígenes mismos de la sociología de la educación, Durkheim (1973, 1994) señalaba que los contenidos de la educación responden a las necesidades y composición de la sociedad, más que a la propuesta de mentes iluminadas o brillantes que pretendan imponer su punto de vista sobre lo que sería valioso enseñar.

Los objetivos, contenidos, procesos y resultados educativos son entonces, en alguna medida, reflejo y consecuencia de las formas de organización y las relaciones sociales prevalecientes, en su definición y cambio se presenta una lucha entre ideas e intereses de grupos, no siempre simétricos o con fuerza equivalente, sino que muestran la distribución de poder en un espacio y momento determinado de evolución de la sociedad (Young, 1988). De ahí la importancia al estudiar el cambio educativo, de avanzar en el análisis de procesos que ocurren simultáneamente en distintos niveles de la realidad social.

La investigación sobre el cambio educativo es compleja, en la medida en que debe desglosar y analizar críticamente de manera simultánea las iniciativas en curso y las reacciones por parte de los distintos actores para entender su viabilidad e implicaciones. Es necesario conocer los objetivos, considerar los intereses y supuestos con que operaron, al diseñar las medidas propuestas y en curso, quienes están a cargo de orientar, financiar y evaluar el desempeño del sistema educativo, tanto en el país como dentro de los organismos multinacionales. Pero resulta indispensable observar, simultáneamente, reconstruyendo sistemáticamente los procesos de respuesta, apropiación–rechazo, reinterpretación y ajuste con que se llevan a cabo efectivamente los cambios en los distintos niveles del sistema educativo, tipos de escuela, así como estudiar los efectos, resultados y grados de transformación o no de las prácticas cotidianas y las opiniones, compromiso o participación de los actores: directivos de los planteles escolares, profesores, estudiantes, padres de familia y especialistas del campo que, como señala Fullan (2010), en la investigación disponible constituyen elementos clave para explicar los diferentes resultados logrados en los procesos de aprendizaje entre las escuelas. Es necesario superar la mera comparación sobre indicadores de resultados, profundizando en las condiciones, procesos e interacciones entre los actores que los hicieron posible. Establecer el vínculo entre ambos aspectos es relevante para que sirva como base a nuevos procesos de innovación y cambio educativo.

Plantear la necesidad de profundizar en el conocimiento y análisis del presente no significa aceptar que sólo hay una alternativa, la que está en curso o ha sido propuesta por organismos multinacionales o gobiernos sino que, como señalan varios de los participantes en el debate temático que presentamos, debe hacerse para pensar en redefiniciones y alternativas viables. Como señala Day (2010), si adoptamos el papel de "víctimas" de cambios producidos por agentes externos, limitándonos a criticar las medidas sin proponer alternativas, u optamos por mantenernos fuera de los campos de la política, afirmando el papel del académico como un intelectual público que produce desde su torre de marfil, aislándose de toda posible contaminación o diálogo con otros actores, corremos el riesgo de que nuestro trabajo sea considerado irrelevante. Sin duda, el equilibrio entre el análisis sistemático y la capacidad creativa de proponer alternativas es difícil, pero podrían explorarse vías de solución retomando la idea de Bloch (2004), sobre conocer y descubrir las potencialidades de futuro contenidas en el presente y diseñar posibles escenarios. Al reconocer que las relaciones de poder cambian a través de la participación activa y organizada de los distintos actores involucrados, considero posible generar alternativas de cambio factibles, pues no habría que olvidar las enseñanzas de la historia y la sociología respecto de que sólo así es posible explicar las distintas soluciones que históricamente se han dado a las tensiones permanentes en la sociedad entre la reproducción y el cambio social.

Como podrá observarse en la sección de debate temático, los alcances y límites del cambio, las posibles estrategias de acción, los temas señalados como relevantes en la presente coyuntura y las posiciones respecto del papel que debe desempeñar la investigación sobre el cambio educativo en la próxima década que han externado nuestros invitados presentan un amplio abanico. Invitándolos a la lectura y sin retomar a detalle, para evitar reiteraciones no sólo frente a los textos de nuestros invitados, sino con la introducción de los coordinadores de la sección temática del presente número, quisiera concluir destacando algunos puntos de confluencia respecto de los retos que enfrenta la investigación educativa en este tema:

La importancia de integrar el tiempo y el espacio en el estudio del cambio, reconociendo la diversidad de ritmos y ciclos que implica la transformación en los distintos niveles de análisis (la escuela, el sistema y el modelo económico social en que están insertos), para lograr entender y proponer alternativas de cambio que consideren "reformas situadas y viables".

Se requiere ampliar y redefinir los objetivos y retos que deben enfrentarse en la formación de las nuevas generaciones y la resocialización de las generaciones adultas (educación para toda la vida), que trasciendan la visión economicista, utilitarista y pragmática contenida en muchos de los discursos y programas de reforma en curso, de manera que los jóvenes recuperen la capacidad de disfrute y la pasión por conocer y aplicar al servicio de otros el saber obtenido. Esto sólo será posible en la medida en que lo recuperemos nosotros mismos y en que seamos capaces de analizar críticamente las distintas voces, visiones y perspectivas de los actores implicados tanto en el financiamiento, orientación y supervisión como en la práctica cotidiana dentro del sistema educativo (la escuela y el aula).

Entre las sugerencias compartidas está el señalamiento sobre la necesidad de profundizar en el análisis de las implicaciones que tienen para la educación las propuestas de innovación del sistema escolar y los procesos de enseñanza–aprendizaje, la influencia creciente de los medios de comunicación y el avance tecnológico, principal pero no solamente, en el ámbito de las nuevas tecnologías de información y comunicación.

Finalmente, hay que tomar conciencia de que todo ello supone retos importantes de orden teórico–metodológico. Como señala Fullan (2010), se necesita investigar y proponer alternativas sobre formas rigurosas de conectar los objetivos educativos propuestos, tanto en los programas en curso como en las posibles alternativas, con formas consistentes de lograrlos, medirlos y valorar los avances durante el proceso de cambio, involucrando en su evaluación no sólo a los educadores, sino a toda la comunidad vinculada con las tareas educativas.

Rocío Grediaga Kuri, Directora

Bibliografía

Bloch, Ernst (2004). El principio de la esperanza. Obra completa, Madrid: Trotta (1ª edición en alemán, 1959).         [ Links ]

Day, Christopher (2010). "El futuro de la investigación en contextos de cambio educativo", Revista Mexicana de Investigación Educativa, vol. 15, núm. 47, pp. 1131–1138.         [ Links ]

Durkheim, Emile (1973). "Educación moral", en la Educación moral, Buenos Aires: Schapire.         [ Links ]

Durkheim, Emile (1994). "La educación: su naturaleza y su función", en Educación y Sociología, México: Colofón.         [ Links ]

Fullan, Michael (2010). "Investigación sobre el cambio educativo: presente y futuro", Revista Mexicana de Investigación Educativa, vol. 15, núm. 47, pp. 1100–1106.         [ Links ]

Lukes, Steven (1987) "Teoría y práctica de la educación", en Emile Durkheim: su vida y su obra, Madrid: Siglo XXI/Centro de Investigaciones Sociológicas.         [ Links ]

Young, Michael (1988). "Una aproximación al estudio del currículum como conocimiento socialmente organizado", en Monique Landesman (comp.) Currículum, racionalidad y Conocimiento, México: UAS, pp. 13–41.         [ Links ]