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Revista mexicana de investigación educativa

versión impresa ISSN 1405-6666

RMIE vol.14 no.43 Ciudad de México oct./dic. 2009

 

Reseña

 

Tejiendo las bases para dignificar la vida

 

Guadalupe Poujol Galván

 

Yurén, Teresa (2008). Aprender a aprender y a convivir. Fundamentos teóricos de una estrategia educativa para familias jornaleras migrantes, México: Juan Pablos Editor

 

Profesora investigadora de la Universidad Pedagógica Nacional–Morelos. Av. Universidad s/n, col. Chamilpa, 62210, Cuernavaca, Morelos. CE: gpoujol@yahoo.com.mx

 

La población jornalera migrante interna es un grupo vulnerable que sobrevive en una situación socioeconómica precaria y con escasas oportunidades educativas. Este libro reúne cuatro trabajos analíticos que aportan las bases teóricas y los principios orientadores de una estrategia educativa dirigida a este grupo. En el primero de ellos, se aborda la relación entre eticidad, moralidad y cuidado de sí desde diversas posiciones teóricas, para arribar a un conjunto de lineamientos de la práctica en el campo de la educación sociomoral. En el segundo, a la luz de teorías que hacen la crítica de las consecuencias humanas de la globalización, se analizan las condiciones de vida de los jornaleros migrantes, se hace el recuento de las dificultades que esas condiciones conllevan para la formación ética y ciudadana y se muestran las vías y principios que, pese a esas condiciones, hacen posible un proceso formativo. En un tercer trabajo se retoman diversas teorías de la justicia para hacer el análisis crítico de las políticas públicas para abatir el rezago educativo, para derivar de ahí algunos principios para la formación de la población vulnerable. En el último trabajo, se exponen los principios y lineamientos psicopedagógicos que orientaron el dispositivo puesto en marcha para trabajar con las familias de jornaleros migrantes, poniendo en el centro de la atención el aprender a aprender, a convivir, a ser y aprender de y con otros.

Los jornaleros se encuentran solos con los problemas familiares y laborales, pues la pobreza los ha desarraigado de su comunidad; conscientes de su desprotección enfrentan la incertidumbre de no saber qué alternativa tendrán cuando termine la cosecha. Esta situación se agrava, pues sufren una doble crisis de identidad; la primera por el pasaje forzado de una forma comunitaria de vida a una societaria y la segunda porque se les impone esa forma societaria de vida. Para ellos no hay espacio ni tiempo para el cuidado de sí, para la reflexión, para aprender, divertirse o descansar. Ante esta realidad, la autora se pregunta (p. 74): ¿cómo pueden los sujetos en esta condición superar este sistema de eticidad en el que son víctimas y excluidos? ¿En qué pueden anclar su ser ciudadano si, de facto, se les niega la posibilidad de ejercer sus derechos? Según Dussel, este sistema de eticidad "no permite vivir a la víctima, le niega al mismo tiempo su dignidad de sujeto [...] y la excluye del discurso". Para Villoro, la muerte del Estado de bienestar ha contribuido a debilitar las instancias que aseguraban la pertenencia a una comunidad y favorece el desconocimiento de los derechos sociales (ambos autores citados en Yurén, 2008).

Las condiciones de inequidad de la vida de los jornaleros migrantes y sus familias constituyen escollos para su formación sociomoral. Siendo congruentes con los planteamientos descritos, la autora y sus colaboradores no sólo aprecian la equidad sino que actúan a favor de ella, diseñando un dispositivo para que las madres de familias jornaleras apoyen mejor a sus hijos en su desempeño escolar y aprendan de ellos. Los logros alcanzados en su intervención son un testimonio de que, si bien la educación no puede todo, sí puede algo, como dijera Freire.

En este libro, Teresa Yurén va tejiendo las bases teóricas y prácticas para mejorar la educación de grupos vulnerables, a la vez que responde a la pregunta ¿formación sociomoral para qué? Para dignificar la vida, se responde. En este tejido, encontramos que para favorecer el aprender a ser y a convivir, la eticidad (entendida como aquello que es bueno o valioso para la comunidad) y la moralidad (que para Yurén es la manera en la que cada sujeto conforma sus acciones a normas y principios con pretensión de universalidad) deben implicarse mutuamente, teniendo en cuenta la diferencia, para lograr una síntesis de bondad–justicia–equidad.

Esta síntesis, que orienta el proyecto de dignificación, se concreta en los ámbitos de cuidado de sí, del cuidado del otro, de la convivencia social y de la ciudadanía. Para Yurén, la dignidad es la necesidad de cada uno de ser libre, social, consciente y creador de cultura, que busca ser reconocido como miembro del género humano. La síntesis de lo justo, lo bueno y lo equitativo tendrán validez ética en la medida en que contribuya a que todos los miembros de una comunidad vivan dignamente. La dignidad es la pauta última según la cual se juzga la validez de lo que se considera bueno.

Otra vía para construir principios orientadores de la práctica educativa consiste en someter a un examen crítico las políticas y programas puestos en marcha para aminorar el rezago. Este examen, realizado a la luz de teorías de la justicia, constituye la base para plantearse una vía de trabajo alternativa orientada por el principio de equidad. El tejido se vuelve denso cuando la autora nos advierte que, para alcanzar la eticidad dignificante no es suficiente el cuidado de sí, la moralidad y la convivencia con equidad sino que se requiere además del ejercicio político con sentido crítico del presente, que asimila las lecciones del pasado, e imagina el futuro. Todos estos procesos movilizan la construcción de la identidad, pues se trata de que el sujeto se dé cuenta en qué sentido su identidad es atribuida por otros y vaya construyendo una identidad deseada para sí. Este proceso es particularmente importante cuando se trabaja con poblaciones vulnerables pues la identidad atribuida es generalmente vergozante.

 

¿Cómo proceder para favorecer estos procesos de formación sociomoral?

En este texto encontramos claves, tareas previas, que tienen que ver con las representaciones y acciones de los educadores o mediadores. Nos invita a superar nuestra visión y actitud respecto de los grupos vulnerables como "ellos", diferentes de "nosotros"; a aceptar que todos somos parte del planeta, la misma casa, la misma comunidad humana, todos enfrentamos el grave deterioro ambiental y social. Tenemos que acercarnos con respeto, con apertura para aprender, con una actitud de solidaridad. Aquí se hace necesario citar las palabras de la autora:

En el caso de los sujetos que están en condición de vulnerabilidad extrema, es la acogida, la verdadera estima del otro lo que contribuye a desestabilizarlos; es también la oportunidad de reconocer que se tiene un valor y que sobre esa base es posible la producción del sujeto sociomoral (p. 50).

En otras palabras, primero el reconocimiento, el respeto, el amor y enseguida la educación. Para promover la formación sociomoral de otros es necesario que los educadores trabajemos en nuestra autoformación, que seamos capaces de correr el velo que culpabiliza a la víctima por su rezago, ocultando así la responsabilidad de un sistema que victimiza.

Estas claves forman parte de un ambiente favorable para aprender a aprender, a ser y a convivir. Como tareas fundamentales encontramos que es necesario cuestionar la eticidad existente, esto es, problematizar la calidad de las relaciones, los ideales que se persiguen, las normas que rigen las interacciones. Estas actividades nos llevan a realizar la crítica del presente, para construir un futuro más valioso. En el ámbito de la moralidad, la tarea es propiciar las capacidades para examinar pautas de valor, mediante el juicio moral, juzgar la validez de las normas y valores, determinando los principios que orientarán sus preferencias. Estos procesos se pueden impulsar por una motivación que dignifique la vida, con disciplina, constancia y perseverancia.

Entre las estrategias educativas propuestas figura el trabajo práctico en grupos, facilitando el diálogo y el debate razonado, así como la construcción de consensos; asimismo, es importante propiciar experiencias del "nosotros". La narrativa autobiográfica se presenta también como una estrategia muy valiosa que promueve el autoconocimiento y la expresión original. En un camino de ida y vuelta entre ejercicios individuales y grupales, el libro muestra que resulta favorable crear una red de comunicación entre los miembros de un colectivo que desarrollan un proyecto, pues esto contribuye a la significatividad y relevancia de los aprendizajes.

Finalmente, invito a leer este texto, que ilumina un sendero por el cual podemos todos dignificar la vida y aprender a convivir y a ser, mediante la estrategia de aprender a aprender de y con otros.

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