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Revista mexicana de investigación educativa

versión impresa ISSN 1405-6666

RMIE vol.14 no.40 Ciudad de México ene./mar. 2009

 

Sección temática. De lo local a lo global: nuevas perspectivas en historiografía de la educación

 

Presentación. La perspectiva global en la historia de la educación

 

Ariadna Acevedo y Susana Quintanilla

 

Investigadoras del Departamento de Investigaciones Educativas del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN. Calzada Tenorios 235, colonia Granjas Coapa, 14330, México, DF. CE: aacevedo@cinvestav.mx / susanaq@cinvestav.mx

 

La historiografía de la educación en México transitó durante las últimas dos décadas de una perspectiva pretendidamente nacional, pero que daba excesivo peso a la legislación expedida en la ciudad de México y a los planes y programas del gobierno federal, hacia el estudio de la diversidad regional, las prácticas educativas y los grupos subordinados. Este giro fue alentado por procesos que cuestionaron tanto el nacionalismo homogeneizador, centralista y autoritario del Estado como la capacidad de este último para moldear a la sociedad. Sin embargo, la crítica no fue acompañada por una reflexión sobre lo transnacional.

La deliberación de la escala global no es ajena a la historiografía, y sin duda precede a la aparición del Estado moderno. Desde Herodoto hasta nuestros días han existido diversas perspectivas que han sido calificadas de muy distintas maneras: imperialistas, cosmopolitas, internacionales y transnacionales. Recientemente, la historia poscolonial y la global, entre otras, han cuestionado el eurocentrismo de la vieja "Historia Universal" y han aportado profundidad histórica y matices analíticos a los debates contemporáneos sobre la globalización.1 No obstante, estos aportes han sido relegados dentro de la historiografía mexicana. Aun cuando se ha reconocido la presencia de procesos globales, éstos no han sido estudiados sistemáticamente como tales.

La nueva perspectiva mundial o global es muy reciente en las universidades europeas y estadunidenses, pero ha ganado un número considerable de adeptos. Si bien la Organización de Historia Mundial (World History Organization), que edita la revista Journal of World History, fue creada desde 1982 en Estados Unidos, el florecimiento de la investigación publicada sobre el tema se ha producido a partir de finales de los noventa del siglo XX y principios del actual. Jeremy Adelman (2004: 399–400), de la Universidad de Princeton, recomienda dos libros a manera de guía de lo que implica la nueva historia mundial; uno fue publicado en 1998 y el otro en 2000. Adelman reporta, además, dos procesos imbricados entre sí: el aumento de los cursos de historia mundial en las universidades norteamericanas y la tendencia, entre los historiadores especializados en América Latina, Asia o Africa, a formar grupos de trabajo en torno a una perspectiva mundial. De hecho, en 2004, cuando Adelman escribió en Hispanic American Historical Review estas observaciones, él y sus compañeros de departamento ya habían publicado la primera edición de un libro de texto de historia mundial (Tignor et al., 2002) cuya segunda edición aparecería en 2008.2 En ese mismo año, al otro lado del Atlántico, Christopher A. Bayly, de la Universidad de Cambridge, publicó "The Birth of the Modern World 1780–1914. Global Connections and Comparisons", una reinterpretación del surgimiento del mundo moderno desde la nueva historia global, que fue muy bien recibida en los círculos académicos. Dos años después del texto de Bayly salió a la luz el primer número de la revista Journal of Global History, editada por la London School of Economics and Political Science.

Si bien la diversidad de adeptos es suficiente para que se empiece a hablar de muchas, y no de una, historias mundiales o globales, éstas comparten la crítica al etnocentrismo explícito o latente en las historias imperiales e internacionales previas, aun cuando reconocen que son parte del bagaje a tomar en cuenta en las nuevas reflexiones. Bayly, por ejemplo, es catedrático en historia "naval e imperial", al tiempo que se distancia del pasado de una historiografía occidental arrogante y totalizadora. El es especialista en países asiáticos, pero hace el esfuerzo por incorporar a América Latina en sus reflexiones; éste es un gesto muy poco común en su campo y su país.3

Resulta paradójico que la moda historiográfica se haya producido en las instituciones de educación superior de los países "centrales". Esto constituye un ejemplo más del poder desigual de las instituciones académicas al que hace referencia el artículo de Sandra Carli aquí incluido. Asimismo, supone un reto para la academia latinoamericana que, por un lado, denuncia las desigualdades y, por el otro, ha sido incapaz de proponer nuevas modalidades. Esta pequeña sección temática pretende ser un grano de arena para abrir el debate sobre estas propuestas en la investigación educativa mexicana e hispanohablante.

Los artículos reunidos en esta sección temática presentan sólo tres de los muchos caminos posibles para introducir una perspectiva global en la historia de la educación. Todos se refieren a asuntos que no podrían ser explicados sin el conocimiento de acontecimientos y procesos que van más allá de las fronteras del Estado nación. Sin embargo, cada uno aborda esta problemática con muy distintas estrategias.

El artículo de Eugenia Roldán se inserta en una tradición, la historia educativa comparada, que ha sido renovada por los aportes de la historia mundial o global desarrollada recientemente en Estados Unidos y Europa. Analiza los orígenes de la radio educativa en México y Alemania durante el periodo de 1924 a 1935 como un proceso global en el que reconoce importantes similitudes, pero opta por destacar las particularidades de cada uno de los casos. En este sentido, se deslinda de las miradas que enfatizan, y quizás exageran, una convergencia transnacional homogeneizadora. Consciente de que la escala de su análisis pareciera asumir que los ejemplos locales se refieren a los Estados nación, Roldán hace dos precisiones clave: la existencia de historias regionales y la diversidad interna de cada país. Su objeto de estudio está centrado en dos estaciones de radio educativa, que no hace pasar ni por toda la sociedad mexicana o alemana ni por todo el fenómeno de la transmisión radial. Asimismo, su trabajo se distancia claramente de la historia educativa comparada que buscaba en el estudio de desarrollos educativos en los países europeos modelos a imitar para su aplicación en las sociedades "periféricas". Su comparación tampoco cae en otro de los lugares comunes de la historia internacional: el ver el caso mexicano como una versión atrasada o subdesarrollada del europeo. Las particularidades mexicanas no implican carencias, sino que son resultado de una historia propia y diferente.

Ruth Guzik describe las relaciones del fisiólogo y filósofo de la ciencia Arturo Rosenblueth con comunidades científicas, prácticas de investigación y científicos de diversas latitudes, en particular de Estados Unidos, y destaca no sólo la existencia de flujos de conocimiento transnacionales sino de relaciones de poder, en ocasiones excluyentes y cargadas de prejuicios. Con base en fuentes primarias extraídas de diversos archivos, Guzik rastrea los aportes de un científico mexicano a la producción científica, la reflexión sobre filosofía de la ciencia y la formación de investigadores en su paso por las escuelas de medicina de México, La Sorbona y Harvard. Más aún, establece los vínculos entre estas experiencias con la labor pionera desarrollada por Rosenblueth en el Instituto Nacional de Cardiología y en la fundación del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (IPN). Todo ello, en un contexto particularmente crítico a nivel internacional, del fin de la primera gran guerra al de la guerra fría, y bajo condiciones laborales adversas para los defensores de la libertad de investigación y las hoy llamadas minorías, los judíos, los "socialistas" y los propios científicos mexicanos. La relación de Rosenblueth con el fisiólogo Walter B. Cannon y el matemático Norbert Wiener da cuenta tanto de la riqueza de los flujos transnacionales en materia científica como de su lado oscuro.

Sandra Carli contribuye a esta sección temática con un ensayo historiográfico. Su reflexión sobre el impacto de la globalización en la historiografía educativa argentina establece un diálogo con las ciencias sociales. Desde esta perspectiva, con referencias muy diferentes a las de la historia global europeo–estadounidense que inspira el trabajo de Roldán, Carli coincide con esta última en señalar la necesidad de estudiar las particularidades de la experiencia argentina frente a una historiografía que, en el pasado, ha puesto mucho énfasis en su impronta europea y que ha caído en la "tentación generalizadora"; por ejemplo, en los estudios foucaultianos centrados en la homogeneización de experiencias mediante la imposición de dispositivos disciplinarios. Partiendo de una reflexión desde lo global, el trabajo de Carli hace referencia a lo local identificándolo con la escala del Estado nación: la sociedad argentina. Sin embargo, también nos alerta sobre la necesidad de desarrollar "análisis situados" "relativizando ciertas tesis generales sobre el sistema educativo en trabajos reconocidos y prestando atención a las historias institucionales y a los contextos locales". Aclara que la nueva historia de la educación nacional argentina se funda ahora en "historias provinciales" y que habrá que añadirle nuevos temas de una agenda influida por los procesos de globalización contemporáneos, como el de las migraciones. Sin hacer referencia a ella, pero en línea con la historia global, este artículo alerta de que una perspectiva influida por la globalización no debe ocultar la persistencia de desigualdades entre distintos Estados nación y en el interior de éstos. La desigualdad de poder y recursos económicos se refleja en las enormes diferencias entre instituciones académicas de países centrales y periféricos, así como entre distintas universidades dentro de Argentina. A su vez, para este país, las reformas de Estado y las tendencias privatizadoras han llevado a una "polarización socio–económica" desde la década de los noventa del siglo XX, la cual se refleja en la división entre una educación pública gratuita y las escuelas privadas de élite.

Entre las muchas posibilidades que nos abre la historiografía contemporánea quedan pendientes las reflexiones que, partiendo de los aportes que ya han hecho la historia local y regional (de escala subnacional) de las dos últimas décadas, integren la escala global y la cuestionen. Este es un reto aún pendiente, e invitamos a enfrentarlo en el futuro inmediato.

 

Referencias bibliográficas

Adelman, Jeremy (2004). "Latin American and World Histories: Old and New Approaches to the Pluribus and the Unum", Hispanic American Historical Review, vol. 84, núm. 3, pp. 399–409.         [ Links ]

Bayly, Christopher A. (2004). The Birth of the Modern World 1780–1914. Global Connections and Comparisons, Oxford: Blackwell.         [ Links ]

Miller, Nicola y Stephen Hart (eds.) (2007). When Was Latin America Modern?, Nueva York: Palgrave.         [ Links ]

O'Brien, Robert (2006) "Historiographical Traditions and Modern Imperatives for the Restoration of Global History", Journal of Global History, núm. 1, pp. 3–39.         [ Links ]

Tignor, Robert; Jeremy Adelman; Stephen Aron; Stephen Kotkin; Suzanne Marchand y Michael Gyan Prakash (2002). Worlds Together, Worlds Apart: A History of the Modern World from the Mongol Empire to the Present, Nueva York y Londres: W.W. Norton & Company.         [ Links ]

 

Notas

1 Entre las múltiples introducciones a estos temas, desde una perspectiva contemporánea, un buen comienzo es O'Brien (2006).

2 El artículo de Adelman (2004) formó parte de un Foro del Hispanic American Historical Review titulado "Situar a América Latina en la historia mundial" (PlacingLatin America in World History) en su volumen 84, número 3.

3 Aunque, por supuesto, esto no lo salvó de las críticas de los latinoamericanistas británicos que indican los errores e imprecisiones de sus interpretaciones, un ejemplo que nos alerta de los peligros que puede correr la bienintencionada historia global al querer abarcar más regiones de las que puede conocer cabalmente un solo especialista. Véase Miller y Hart (2007).

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