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Revista mexicana de investigación educativa

versão impressa ISSN 1405-6666

RMIE vol.13 no.39 Ciudad de México Out./Dez. 2008

 

Editorial

 

La radiografía de un ciclo

 

Este número cierra un ciclo anual más de la Revista Mexicana de Investigación Educativa e inaugura una novedad que esperamos se convierta en tradición: presentar un informe de la gestión editorial durante el año que acaba. Elsa Naccarella y Guadalupe Espinoza reunieron información acerca de los eventos principales de nuestra revista a lo largo de 2008 (en particular de los cambios en el Comité y el Consejo Editoriales) y de todo lo que hay detrás de las páginas impresas: los manuscritos recibidos, los resultados de la convocatoria para las secciones temáticas, el proceso de dictamen, los dictaminadores, los lectores, y la nacionalidad y la adscripción de los autores. Se trata de una especie de radiografía a partir de la cual cada quien pueda realizar un diagnóstico de esta publicación, valorar el enorme esfuerzo que ésta representa y proponer medidas para su supervivencia y mejoría. Esta radiografía va acompañada por un enlistado de quienes nos apoyaron con la lectura y la evaluación de los manuscritos, al que agrego una sola palabra con signos de admiración: ¡gracias!

Cuando leí el informe, algunos datos me impresionaron por su relevancia. A desemejanza de lo que sucede con otras publicaciones académicas, que muy a menudo tienen que andar a la caza de textos para publicar, nuestras arcas siempre están llenas de propuestas. Sólo 50% de éstas son aprobadas para su publicación; prácticamente todas con sugerencias y correcciones. Esto indica que la RMIE se ha convertido en un medio, siempre necesario, para la supervisión entre pares de la investigación educativa. Los dictámenes, sean negativos o positivos, constituyen una forma de contribuir al diálogo académico y a la consolidación de nuestro campo.

La aprobación de los manuscritos es sólo el inicio de un círculo que nunca se cerraría sin la existencia de un público lector, difícil de conocer y del que no tenemos datos precisos. Si bien la versión impresa de la revista tira sólo 1400 ejemplares, muchos de los cuales no circulan con la inmediatez y la magnitud óptimas, la electrónica es visitada y descargada por miles de personas en diversas latitudes, en particular del mundo de habla hispana. De acuerdo con el registro de Redalyc, a la que pertenecemos desde hace varios años, durante los últimos doce meses, de septiembre de 2007 a agosto de 2008, hubo cerca de 350 mil descargas de la RMIE. Esto nos coloca en el primer sitio de las revistas especializadas en educación (cuyo promedio de descargas en el mismo periodo fue de 57 mil 789) y muy por encima del promedio total de descargas a través del portal mencionado.

El hecho de que alguien descargue un texto no garantiza que éste sea leído; su destino es tan incierto como el de los impresos que son adquiridos de manera directa o los que están resguardados en una biblioteca de uso público. Aun así, confiamos en la existencia de lectores y en el deseo de que nuestra revista esté cumpliendo el propósito que le dio origen, contribuir al conocimiento de la educación y al debate sobre ésta, en particular en América Latina, mediante la difusión masiva de los resultados de la investigación educativa. Esto no se limita (no debe limitarse) al número de citas registradas por los índices; tampoco tiene por qué ceñirse a los medios convencionales de divulgación científica. Si pensamos en términos aparentemente novedosos pero presentes, al menos, desde el Siglo de las Luces, estamos contribuyendo a un movimiento de mayor alcance y que a veces olvidamos por necesidades inmediatas, como reportar el factor de impacto de nuestros productos o "pasar" los criterios, siempre veleidosos, de repercusión académica en alguna de las evaluaciones a las que nos sometemos.

Pero la revisión del informe no sólo despertó en mí sentimientos gratificantes: generó también algunas preocupaciones que quiero compartir. La primera se relaciona con los "géneros" de los textos publicados, en especial el escaso número de ensayos y de aportes para la discusión que llegan a la Redacción. El ensayo, descrito por Alfonso Reyes como "el centauro en el paisaje de la literatura", es el género más poderoso de las humanidades y de las ciencias sociales para debatir, comunicar e idear. Si bien ha ido a la baja en aras de los artículos de investigación y de otros textos académicos, su extinción representaría una pérdida incalculable. Y no sólo porque cumple funciones únicas, sino debido a que estimula el desarrollo del "estilo personal" de los autores y la creatividad de los posibles lectores, quienes son los beneficiados principales de lo primero.

Igualmente preocupante resulta la escasez de reseñas, sobre todo de libros publicados en otros países e idiomas. En este sentido, hago un exhorto para que la sección dedicada a este tipo de textos sea revitalizada mediante contribuciones de especialistas y de estudiantes de posgrado, necesariamente al tanto de lo que se realiza en sus respectivas especialidades. Además de ser un buen ejercicio crítico, reseñar implica ser un lector atento y sagaz. No en balde, algunos de los más grandes sociólogos y humanistas, algunos de ellos maestros excepcionales, son reseñadores porfiados. George Steiner, uno de estos grandes, afirma que el crítico de ninguna manera sustituye al autor, o compite con éste: sólo contribuye a que el encuentro entre la página escrita y la mirada del lector se produzca.

 

Susana Quintanilla, Directora

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