SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.50 número7Inducción de la ovulación con efecto macho y un reconstituyente energético en ovejas pelibuey prepúberesEfecto del tratamiento térmico en el comportamiento reológico de salsas de chile habanero (Capsicum chinense) adicionadas con gomas guar y xantana índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Agrociencia

versión On-line ISSN 2521-9766versión impresa ISSN 1405-3195

Agrociencia vol.50 no.7 Texcoco oct./nov. 2016

 

Ciencia animal

Ocurrencia de micotoxinas en alfalfa (Medicago sativa L.), sorgo [Sorghum bicolor (L.) Moench] y zacate (Cenchrus ciliaris L.) en venta al menudeo en el estado de Nuevo León, México

Alejandra Huerta-Treviño1 

Jorge E. Dávila-Aviña1 

Eduardo Sánchez1 

Norma Heredia1 

Santos García1  *

1 Facultad de Ciencias Biológicas. Universidad Autónoma de Nuevo León. Apartado Postal 124F. San Nicolás, N. L., México. 66451. (santos@microbiosymas.com).


Resumen

Las micotoxinas son metabolitos secundarios producidos por hongos filamentosos específicos que son contaminantes comunes en productos agrícolas. Estos compuestos son tóxicos para humanos y animales, y un problema de salud en el mundo. Los alimentos con micotoxinas pueden causar graves enfermedades en animales de granja y pérdidas económicas sustanciales. Por lo tanto, el objetivo de este estudio fue determinar las ocurrencias y niveles de seis micotoxinas en tres tipos de forraje vendidos al menudeo en el estado de Nuevo León, México. La hipótesis fue que todos los tipos de forraje estaban contaminados con al menos una de las seis micotoxinas analizadas. De junio a noviembre de 2013 y en enero de 2014, en granjas y comercios locales en el estado de Nuevo León, se recolectaron 120 muestras de alfalfa (Medicago sativa L.), sorgo [Sorghum bicolor (L.) Moench] y zacate (Cenchrus ciliaris L.) usadas para consumo animal. Las concentraciones totales de aflatoxinas, deoxinivalenol, fumonisinas, ocratoxinas, toxinas T-2 y HT-2, y zearalenona se determinaron con inmunoensayos asociados a enzimas usando un kit de prueba de micotoxinas Neogen Veratox. Para el análisis de datos se usó la prueba no paramétrica Kruskal-Wallis. Todos los tipos de forraje contenían micotoxinas y las muestras de alfalfa mostraron niveles más altos de aflatoxinas (2.77 μg kg-1), deoxinivalenol (470 mg kg-1), ocratoxina (32.7 μg kg-1), toxinas T-2 y HT-2 (93.7 μg kg-1), y zearalenona (199.6 μg kg-1). La mayoría de las muestras estaba contaminada con más de dos micotoxinas, que pueden ser un riesgo para la salud de animales y humanos. Los datos mostraron la necesidad de establecer medidas de control apropiadas para reducir los riesgos de contaminación en alimentos, en particular cuando se usa forraje susceptible a contaminación micótica para alimentar al ganado.

Palabras clave: Micotoxinas; forrajes; aflatoxina; fumonisina; ocratoxinas

Abstract

Mycotoxins are secondary metabolites produced by specific filamentous fungi that are common contaminants of agricultural commodities. These compounds are toxic to humans and animals, and they are a health problem worldwide. Mycotoxin-containing feeds can cause serious diseases in farm animals and substantial economic losses. Therefore, the objective of this study was to determine the occurrence and levels of six mycotoxins in three types of forage at retail in the state of Nuevo León, México. The hypothesis was that all types of forages were contaminated with at least one of the six mycotoxins analyzed. One hundred and twenty samples of alfalfa (Medicago sativa L.), sorghum [Sorghum bicolor (L.) Moench], and grass (Cenchrus ciliaris L.) used for animal consumption were collected from farms and commercial locations in the state of Nuevo León, from June to November 2013, and January 2014. The total concentrations of aflatoxins, deoxynivalenol, fumonisins, ochratoxin, T-2/ HT-2 toxins, and zearalenone were determined by enzymelinked immunoassays using Neogen Veratox mycotoxin test kits. For data analysis, the non-parametric Kruskal-Wallis test was used. All forage types contained mycotoxins, although the alfalfa samples showed higher mean levels of aflatoxins (2.77 μg kg-1), deoxinivalenol (470 mg kg-1), ochratoxin (32.7 μg kg-1), T-2/HT-2 toxins (93.7 μg kg-1), and zearalenone (199.6 μg kg-1). Most samples were contaminated with more than two mycotoxins, which could be a risk for animal and human health. These data showed the need to establish appropriate control measures to reduce the risk of feed contamination, particularly when mixtures with forage susceptible to fungal contamination are used for feeding livestock.

Key words: Mycotoxins; forages; aflatoxin; fumonisin; ochratoxin

Introducción

Las micotoxinas son metabolitos producidos por hongos filamentosos específicos que colonizan varios alimentos de consumo humano y animal (García y Heredia, 2013). Las micotoxinas ingeridas por humanos o animales pueden causar una respuesta tóxica conocida como micotoxicosis, con manifestaciones graves, subcrónicas o crónicas en animales (Streit et al., 2013). Las micotoxinas más frecuentes en los piensos animales incluyen las aflatoxinas, deoxinivalenol, zearalenona, fumonisinas, ocratoxinas A, y toxinas T-2 / HT-2 (Bryden, 2012). El crecimiento de hongos y su habilidad para producir micotoxinas en el forraje está influenciado por complejas interacciones de factores bióticos y abióticos, como la agresividad de la especie de hongo, la vulnerabilidad del portador, factores ambientales (temperatura y disponibilidad de agua), y sistemas agrotecnológicos (Alonso et al., 2013).

Las aflatoxinas producidas principalmente por Aspergillus flavus y Aspergillus parasiticus, son de gran preocupación desde una perspectiva global (Bhat et al., 2010). Al ser ingeridas pueden causar necrosis en el hígado, toxicidad aguda, cáncer, incluso la muerte en animales y humanos (Duarte et al., 2010). El maíz (Zea mays L.), arroz (Oriza sativa L.), sorgo [Sorghum bicolor (L.) Moench], cebada (Hordeum vulgare L.), centeno (Secale cereale L.), trigo (Triticum aestivum L.), y semilla de algodón (Gossypium hirsutum) se usan como alimento para animales y son blancos de contaminantes (Duarte et al., 2010; Torres et al., 2014).

Las fumonisinas, producidas principalmente por miembros del Fusarium y por algunas especies de Alternaria, se dan con frecuencia en el maíz y en otros cereales (Streit et al., 2013). Las fumonisinas se asocian con la leucoencefalomalacia equina, hidrotórax, y síndrome de edema pulmonar porcina, (Bhatnagar y García, 2013); además, pueden afectar el sistema inmune (Streit et al., 2013).

La ocratoxina A se produce por A. alutaceus, A. carbonarius, A. niger, y Penicillium verrucosum (García y Heredia, 2013). Esta toxina se puede encontrar en granos de cereales, frijoles, cacahuates y carne (Pereira et al., 2014), y produce efectos nefrotóxicos, teratogénicos, y hepatotóxicos en ciertas especies de animales (García y Heredia, 2013).

El deoxinivalenol, también conocido como vomitoxin se produce por F. graminearurn y F. culmorum y se encuentra en cultivos de cereal en el mundo (Wood, 1992). En el ganado esta toxina altera el sistema inmune (Streit et al., 2013) y se asociada con el rechazo al alimento y vómitos (Binder et al., 2007).

La zearalenona es una micotoxina no esteroidea, estrogénica producida por F. graminearum, F. culmorum, y F. heterosporum, contaminantes comunes en los cultivos de cereal en el mundo (Wood, 1992; García y Heredia, 2013). Esta toxina se asocia con problemas reproductivos en animales y probablemente en humanos.

Las toxinas T-2/HT-2 se producen principalmente por F. sporotrichoides, F. poae, y otras especies del Fusarium (Wood, 1992). Están asociadas con toxicosis letal en vacas lecheras que consumieron maíz con moho (Wood, 1992; García and Heredia, 2013).

La contaminación de alimentos con micotoxinas ocurre cuando las condiciones son favorables para el crecimiento de hongos. Los sistemas de producción animal en regiones templadas y áridas o semiáridas, en México, dependen de sistemas de bovinos que representa 95 % del valor de productos rumiantes (Améndola et al., 2006). El estado de Nuevo León en el norte de México está en una de las regiones más viejas y consolidadas de alimentación ganadera (Olsen et al., 2006). Entre 1993 y 2003, seis estados del norte de México, con un clima árido o semiárido en aproximadamente 74 % de su territorio, exportaron 0.91 millones de reses por año a EE.UU., 94 % de la exportación nacional de este productos (Améndola et al., 2006).

Las micotoxinas en alimentos son preocupaciones económicas y de salud por la reducción de la producción animal y su acceso a los humanos a través de productos de origen animal. Hasta donde sabemos, no existe información en literatura científica que describa los niveles de micotoxinas en alimentos en el estado de Nuevo León. Por lo tanto, el objetivo de este estudio fue determinar la presencia y niveles de micotoxinas seleccionadas en alfalfa, sorgo y zacate vendidos al menudeo en este estado.

Materiales y métodos

Muestras de forraje

De junio a noviembre de 2013 y enero de 2014 se recolectaron 120 muestras (40 de alfalfa, 40 de sorgo y 40 de zacate) de granjas y comercios locales en el área metropolitana de Monterrey, Nuevo León (25° 40’ 17” N, 100° 18’ 31” O). Las muestras se llevaron al laboratorio y procesaron en una semana.

Extracción de muestras

Las muestras de forraje (1 kg) se molieron con un molinillo mecánico y se homogenizaron antes de la extracción. Para cuantificar la cantidad total de aflatoxina, fumonisina, toxinas T-2/HT2, y zearalenona, se mezclaron 10 g de muestra pulverizada con 50 mL de metanol/agua (7:3 v/v), y la mezcla se agitó 3 min con vigor. Para extraer ocratoxina, la muestra (10 g) se mezcló con 40 mL de metanol/agua (1:1, v/v). Para extraer deoxinivalenol, la muestra (10 g) se mezcló con 100 mL de agua destilada. Las muestras se filtraron con papel Whatman No. 1, y la solución se usó para la resolución de micotoxinas.

Análisis de micotoxinas

La cantidad total de aflatoxinas, deoxinivalenol, fumonisinas, ocratoxinas, toxinas T-2/HT-2 y zearalenona se cuantificaron usando kits de micotoxinas Neogene (Veratox®). Estos kits se basan en inmunoensayos directos y competitivos asociados a enzimas, y el procedimiento usó las instrucciones del fabricante. En breve, 100 μL de la muestra extraída y 100 μL de solución de peroxidasa de rábano picante (toxina HRP) se colocaron en los pozos de una placa proporcionada en el kit. Las alícuotas (100 μL) se transfirieron a pozos cubiertos con anticuerpos específicos de micotoxinas, y la placa se incubó 3 min a temperatura ambiente para cuantificar aflatoxina, 10 min para ocratoxina, y 5 minutos para otras toxinas. Los pozos se lavaron 5 veces con agua destilada, y se agregaron 100 mL de solución de substrato de K-Blue. Después de incubar de 3 a 5 min a temperatura ambiente, se detuvo la reacción añadiendo 100 μL de solución Red Stop. La absorbancia (650 nm) se midió usando un lector de tiras NEOGEN®Stat Fax® 4700. La concentración de micotoxinas se calculó usando parámetros externos para cada micotoxina proporcionada por el kit (Roze et al., 2013). El límite de detección del kit es 1.4 ppb, 0.1 ppm, 0.2 ppm, 1ppb, 10 ppb para el total de aflatoxinas, deoxinivalenol, fumonisinas, ocratoxinas, y zearalenona, respectivamente (determinado por el promedio de 10 muestras libres de micotoxinas más dos desviaciones estándar; http://foodsafety.neogen.com/en/veratox#mycotoxins).

Análisis estadístico

El muestreo fue aleatorio simple y cada muestra se analizó dos veces. Para determinar si todas las medias eran iguales (H0) o si por lo menos dos medianas eran diferentes (p≤0.05) se usó la prueba Kruskal-Wallis. Para saber si las medianas eran significativamente diferentes se usó la prueba de comparación múltiple Kruskal-Wallis (Prueba de Dunn). El software usado fue The Number Cruncher Statistical System version 6.0 (NCSS, LLC).

Resultados y discusión

Los niveles de micotoxinas en los alimentos variaron de no detectable (ND) hasta 6.4 μg kg-1 para aflatoxina, ND hasta 1.1 mg kg-1 para deoxinivalenol, ND hasta 1.82 mg kg-1 para fumonisina, ND hasta 273 μg kg-1 para zearalenona. La alfalfa tuvo mayores niveles de micotoxinas en comparación con el sorgo y el zacate. En la Figura 1 se muestran las cantidades promedio de aflatoxinas, ocratoxinas, deoxinivalenol, fumonisinas, toxinas T-2/HT-2 y zearalenona presentes en alfalfa, sorgo y zacate.

Figura 1 Niveles de micotoxinas (mg kg-1) en muestras de alfalfa, sorgo y zacate de Nuevo León, México. 

Todas las muestras presentaron contaminación por micotoxinas (al menos dos micotoxinas en la misma muestra). La alfalfa tuvo la mayor incidencia de contaminación múltiple. Las seis micotoxinas analizadas se encontraron en 15 de 40 muestras de alfalfa (37.5 %), mientras que la menor frecuencia de contaminación fue en las muestras de sorgo, 1 de 40 (2.5 %) y zacate, 3 de 40 (7.5 %). Cinco micotoxinas se detectaron en 35 %, 40 % y 25 % de las muestras de alfalfa, sorgo, y zacate, respectivamente. Cuatro y tres diferentes micotoxinas se detectaron en 25 %, 32 % y 20 % y 2.5 %, 25 %, y 20 % de las muestras de alfalfa, sorgo y zacate, respectivamente. Solo el 10 % de las muestras de zacate tenían dos micotoxinas.

Aflatoxinas

Estas toxinas se detectaron en el 62 % de las muestras de alfalfa con un nivel promedio de 2.77 μg kg-1. En el zacate (45 %, 0.5 μg kg-1) y en el sorgo (40 %, 0.36 μg kg-1) se encontró un número menor de muestras positivas (Tabla 1).

Tabla 1 Incidencia y concentración de micotoxinas en alfalfa, sorgo y zacate, en Nuevo León, México. 

Mycotoxin Forage #Samples Positive samples (%) Mean (μg kg-1)
Aflatoxin
  • Alfalfa

  • Sorghum

  • Grass

  • 40

  • 40

  • 40

  • 25 (62.5)

  • 16 (40)

  • 18 (45)

  • 2.77b

  • 0.36a

  • 0.5a

Ochratoxin
  • Alfalfa

  • Sorghum

  • Grass

  • 40

  • 40

  • 40

  • 39 (97.5)

  • 37 (92.5)

  • 21 (52.5)

  • 32.74c

  • 5.09b

  • 0.92a

Zearalenone
  • Alfalfa

  • Sorghum

  • Grass

  • 40

  • 40

  • 40

  • 40 (100)

  • 40 (100)

  • 40 (100)

  • 199.56a

  • 171.68a

  • 49.14b

T-2/HT-2
  • Alfalfa

  • Sorghum

  • Grass

  • 40

  • 40

  • 40

  • 40 (100)

  • 40 (100)

  • 40 (100)

  • 93.71c

  • 30.2b

  • 17.6a

Deoxynivalenol
  • Alfalfa

  • Sorghum

  • Grass

  • 40

  • 40

  • 40

  • 37 (92.5)

  • 10 (25)

  • 27 (67.5)

  • 470c

  • 35a

  • 112.82b

Fumonisin
  • Alfalfa

  • Sorghum

  • Grass

  • 40

  • 40

  • 40

  • 22 (55)

  • 25(62.5)

  • 17 (42.5)

  • 91a

  • 168.71a

  • 290.5a

Letras diferentes en superíndice indican diferencias significativas (p≤0.05) entre forrajes.

Fumonisinas

Fumonisinas se encontraron en 54 % de las muestras de forraje, con un rango de 0.09 a 0.29 mg kg-1 (Tabla 1). El zacate mostró el mayor nivel promedio (0.29 mg kg-1), seguido por el sorgo (0.16 mg kg-1) y alfalfa (0.09 mg kg-1). La prueba Krustal-Wallis no mostró diferencias significativas (p>0.05).

Ocratoxina

Esta toxina se encontró en 97 de las 120 muestras de forraje, con un rango de 0.92 a 32.74 μg kg-1. De manera similar a las aflatoxinas, la ocratoxina se encontró principalmente en las muestras de alfalfa (39/40), también en el sorgo (37/40) y zacate (21/40) (Cuadro 1). Además, la alfalfa mostró el promedio de concentración más alto (32.74 μg kg-1), luego el sorgo (5.09 μg kg-1) y zacate (0.92 μg kg-1).

Toxinas T-2/HT-2

Todas las muestras tuvieron toxinas T-2/HT-2, pero hubo diferencias significativas (p≤0.05) entre forrajes (Cuadro 1). La concentración media más alta se detectó en la alfalfa (93.7 μg kg-1) en comparación con el sorgo (30.2 μg kg-1) y zacate (17.6 μg kg-1).

Zearalenona

Las 120 muestras tenían zearalenona. Los niveles promedio más altos se encontraron en la alfalfa y el sorgo (199 μg kg-1 y 171 μg kg-1, respectivamente), comparados con el zacate (41 μg kg-1) (Cuadro 1).

Deoxinivalenol

La alfalfa tuvo el nivel promedio más alto de deoxinivalenol (0.47 mg kg-1), seguida por el zacate y el sorgo (0.11 mg kg-1 y 0.03 mg kg-1, respectivamente) (Cuadro 1).

Las aflatoxinas están entre las micotoxinas con un gran impacto en un rango amplio de productos agrícolas (Robledo et al., 2001). Dado que la contaminación por aflatoxina es difícil de evitar, se establecieron límites en su contenido en alimentos y pienso en muchos países para proteger la salud de animales y humanos (Torres et al., 2010), pero los límites máximos varían en cada país (Afsah‐Hejri et al., 2013). Por ejemplo, el límite máximo de aflatoxinas en cereales para consumo humano establecido por la Secretaría de Salud de México (NOM-188-SSA1-2002; García y Heredia, 2013) y por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos es 20 μg kg-1, mientras que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria estableció un límite de 10 μg kg-1 (Afsah‐Hejri et al., 2013). Si se excede esta concentración, el cereal contaminado sólo se puede usar para alimentar animales, aunque también hay límites máximos (μg kg-1): aves de corral 100, puercos 100-200, ganado 100-300 (García y Heredia, 2013).

Entre 2004 y 2011 se realizó una investigación sobre el maíz en Vietnam y 27 % de 10 172 muestras estaban contaminadas con aflatoxinas (58 μg kg-1, Skrinjar et al., 1992). Un estudio similar sobre el sorgo en Brasil mostró aflatoxina B1 (7-33 μg kg-1) en 12.8 % de 104 muestras (Charoenpornsook and Kavisarasai, 2006). En Tailandia se detectó aflatoxina B1 (7.5 μg kg-1) en 23 de 25 (92 %) muestras de alimento (Buckle, 1983); mientras que Amigot et al. (2006) detectaron aflatoxina en alfalfa, maíz, y sorgo: 3.75±0.5 μg kg-1, 2.56±0.51 μg kg-1, y 2.82±1.51 μg kg-1, respectivamente. Estos resultados son similares a la concentración de aflatoxinas (1.21 μg kg-1) en el 49 % de las muestras de nuestro estudio, y esos niveles fueron más altos en la alfalfa, seguida del sorgo y el zacate. Aflatoxina se encontró en muchas muestras, pero los niveles estaban dentro de los parámetros permitidos por las regulaciones mexicanas e internacionales para la alimentación de animales.

En EE.UU., el límite máximo total para fumonisinas (FB1+FB2+FB3) en productos de consumo humano es 2-4 mg kg-1 (Streit et al., 2012), para el consumo de ganado es 60 mg kg-1, para aves de corral es 100 mg kg-1 (Driehuis et al., 2008a Bhat et al., 2010; Afsah‐Hejri et al., 2013). Estudios realizados en pienso en Malasia (Petzinger and Weidenbach, 2002), en cereales y pienso en Croacia (Hussein and Brasel, 2001), y en pienso y sus ingredientes en Asia (Bhatnagar and García, 2013) detectaron niveles bajos (0.261-2.4 mg kg-1, 2.3 mg kg-1, and 0.39-1.01 mg kg-1, respectivamente) de estas toxinas. De manera similar, en nuestro estudio se detectaron niveles bajos (0.09-0.290 mg kg-1) de fumonisinas en las muestras de forraje analizadas.

Los cereales y otros productos agrícolas son la fuente más prominente de ocratoxina en la dieta humana, y esta toxina puede pasar del pienso a los productos alimenticios de origen animal. Así, las aflatoxinas en las aves de corral pueden tener un índice de traspaso del 0.02 % hacia los huevos, y en rumiantes del 1 % al 3 % hacia la leche (Driehuis et al., 2008a; Peel et al., 2011, Volkel et al., 2011). Las regulaciones en varios países muestran que los niveles máximos permitidos de ocratoxinas en cereales y en productos de cereal para consumo humano son de 5 μg kg-1 y 3 μg kg-1, respectivamente (Naicker et al., 2007). En algunos países se reportan variaciones en la frecuencia y concentración de esta toxina. Un estudio en Sudáfrica mostró un promedio de 5.2 μg kg-1 de ocratoxina A en 3 de 7 muestras (Lincy et al., 2008). En Tailandia se encontró una mayor incidencia (30 % de las muestras) y niveles mayores (10.4812.35 μg kg-1) de esta toxina en el pienso (Charoenpornsook and Kavisarasai, 2006). En Yugoslavia, las concentraciones variaron hasta en 400 μg kg-1 en muestras de heno, alfalfa seca y fresca, pulpa de remolacha granulada y en ensilaje (Skládanka et al., 2010). En nuestro estudio, los niveles de ocratoxina A oscilaron de 0.9 a 32.7 μg kg-1, y el promedio fue 12.9 μg kg-1, que excede el límite máximo (5 μg kg-1) establecido para ocratoxina en productos de cereal de acuerdo con la legislación en EE.UU.

Maíz, trigo, cebada, arroz, avena, mijo y sorgo se pueden contaminar con zearalenona (Zain, 2011), mientras que la contaminación por toxinas T-2/ HT-2 es rara en trigo y maíz. Pero en nuestro estudio se detectaron toxinas T-2/HT-2 y zearalenona en todas las muestras analizadas de alfalfa, sorgo y zacate (Tabla 1).

Las regulaciones actuales sobre los límites máximos de zearalenona en alimentos y pienso varían en cada país, desde no regulaciones hasta más de 1000 μg kg-1 (Afsah‐Hejri et al., 2013; Bhatnagar and García, 2013). Valores menores a 300 μg kg-1 se recomiendan en el alimento para vacas lecheras (Reyes-Velázquez et al., 2008), a pesar de que los rumiantes son más resistentes a los efectos negativos de micotoxinas (Wu et al., 2014). Estudios in vivo mostraron que la zearalenona se metaboliza con rapidez en humanos y animales y se elimina principalmente como glucurónidos solubles en agua (García and Heredia, 2006). Por lo tanto, el consumo de dosis bajas de alimento contaminado con zearalenona en vacas lecheras no es un riesgo de salud para el humano. Pero la salud de los animales y sus productos alimenticios se pueden alterar cuando los rumiantes consumen alimentos contaminados con micotoxinas por largos periodos (García and Heredia, 2006; Afsah‐Hejri et al., 2013). El pienso contaminado por estas toxinas se reporta en varios países. Muestras de sorgo importado de Japón de 2001 a 2006 tuvieron un índice de contaminación por zearalenona de 52.5 % (84/160), con valores de 60-7260 μg kg-1 (Aoyama et al., 2009). De acuerdo con Zain (2011), piensos para vaca en Argentina estaban contaminados con esta toxina (1200-3006 μg kg-1), y en Sudáfrica todas las muestras de pastura tenían micotoxinas (un promedio de 2,500 μg kg-1), que es una concentración más alta a la permitida para vacas y reses (Lincy et al., 2008). En nuestro estudio, esta toxina se encontró en todas las muestras, pero la concentración fue más baja (49.1-199.5 μg kg-1).

En México, la información de la prevalencia de toxinas T-2/HT-2 en productos y en pienso es limitada (García y Heredia, 2013). En un estudio realizado en Nayarit, sólo una muestra (5 %) de forraje de maíz estaba contaminada (7 μg kg-1) según Reyes-Velázquez et al. (2008). Sin embargo, en nuestro estudio hubo una incidencia del 100 % en toxinas T-2 / HT-2 en las muestras y una concentración más alta (17.6-93.7 μg kg-1). Nuestros resultados son similares a los reportados en Croacia, con 6.09-67.68 μg kg-1 en el 76 % de las muestras de pienso; Tailandia, con 6.91 μg kg-1 en el 100 % de las muestras de pienso (Buckle, 1983); e India, con 12-130 μg kg-1 en el 100% de las muestras de sorgo (Klarić et al., 2009).

El deoxinivalenol es la micotoxina más común (20-100 %) en forrajes (en particular en el maíz) y en ingredientes de pienso concentrado (Driehuis et al., 2008b; Skrinjar et al., 1992). En nuestro estudio, el deoxinivalenol se encontró en la alfalfa (92.5 %), sorgo (25 %) y zacate (67.5 %). A pesar de una incidencia alta de deoxinivalenol, los niveles fueron relativamente bajos (0.035-0.47 mg kg-1) y dentro de parámetros aceptables (0.5-1.0 mg kg-1), de acuerdo con Aoyama et al. (2009). Nuestros resultados son similares a los reportados en Europa en muestras de alfalfa (0.187±0.059 mg kg-1), maíz (0.167±0.051 mg kg-1), y sorgo (0.029±0.015 mg kg-1) (Amigot et al., 2006), así como en piensos compuestos (0.348-2.40 mg kg-1) (da Silva et al., 2000).

En nuestro estudio se encontraron dos o más micotoxinas en todas las muestras, que es similar a los resultados de otros países, donde hubo dos o más micotoxinas en 75-100 % de las muestras (Streit et al., 2012). La ocurrencia de múltiples micotoxinas en nuestro estudio se puede deber a: 1) la mayoría de hongos pueden producir de manera simultánea varias micotoxinas, 2) los productos pueden estar contaminados por varios hongos y 3) el pienso puede estar compuesto por varios productos contaminados (Streit et al., 2012). El hecho de que un pienso específico contenga más de una micotoxina puede afectar la salud de los animales, incluso en dosis pequeñas, y se debe realizar un análisis del riesgo para reducir o eliminar el daño al humano por su exposición.

Conclusión

Hasta donde sabemos, este es el primer estudio que provee información referente al estado de contaminación por micotoxinas en forraje usado para animales en el estado de Nuevo León. La mayoría de las micotoxinas se detectaron dentro de niveles admisibles de acuerdo a regulaciones internacionales. Sin embargo, la mayoría de las muestras estuvieron contaminadas con más de dos micotoxinas, lo que podría representar un riesgo de salud para animales y humanos. Esta información muestra la necesidad de establecer medidas de control apropiadas para reducir el riesgo de alimento contaminado, en particular cuando se usan mezclas con forraje susceptible a contaminación micótica.

Literature cited

Afsah‐Hejri, L., S. Jinap, P. Hajeb, S. Radu, and S. Shakibazadeh. 2013. A Review on mycotoxins in food and feed: Malaysia case study. Compr. Rev. Food. Sci. F. 12: 629-651. [ Links ]

Alonso, V. A., C. M. Pereyra, L. A. Keller, A. M. Dalcero, C. A. Rosa, S. M. Chiacchiera, and L. R. Cavaglieri. 2013. Fungi and mycotoxins in silage: an overview. J. Appl. Microbiol. 115: 637-643. [ Links ]

Améndola, R., E. Castillo, and P.A. Martínez. 2006. postingdate. Country Pasture/Forage Resource Profiles México. http://www.fao.org/ag/AGP/agpc/doc/Counprof/Mexico/Mexico.htm . Food and Agriculture Organization of the United Nations (FAO). (Consulta: Julio 2015). [ Links ]

Amigot, S. L., C. L. Fulgueira, H. Bottai, and J. C. Basílico. 2006. New parameters to evaluate forage quality. Postharvest Biol. Tec. 41: 215-224. [ Links ]

Aoyama, K., E. Ishikuro, M. Nishiwaki, and M. Ichinoe. 2009. Zearalenone contamination and the causative fungi in sorghum. J. Food. Hyg. Soc. Jpn. 50: 47-51. [ Links ]

Bhat, R., R. V. Rai, and A. Karim. 2010. Mycotoxins in food and feed: present status and future concerns. Compr. Rev. Food. Sci. F. 9: 57-81. [ Links ]

Bhatnagar, D., and S. García. 2013. Aflatoxins and Aspergillus flavus. In: Labbe, R. G., and S. Garcia (eds). Guide to Foodborne Pathogens, second edition. Wiley Blackwell, New York. pp: 257-272. [ Links ]

Binder, E., L. Tan, L. Chin, J. Handl, and J. Richard. 2007. Worldwide occurrence of mycotoxins in commodities, feeds and feed ingredients. Anim. Feed Sci. Technol. 137: 265-282. [ Links ]

Bryden, W. L. 2012. Mycotoxin contamination of the feed supply chain: Implications for animal productivity and feed security. Anim. Feed Sci. Technol. 173: 134-158. [ Links ]

Buckle, A. E. 1983. The occurrence of mycotoxins in cereals and animal feed-stuffs. Vet. Res. Commun. 7: 171-186. [ Links ]

Charoenpornsook, K., and P. Kavisarasai. 2006. Mycotoxins in animal feedstuffs of Thailand. KMITL Sci. Technol. J. 6: 25-28. [ Links ]

da Silva, J. B., C. R. Pozzi, M. A. B. Mallozzi, E. M. Ortega, and B. Correa. 2000. Mycoflora and occurrence of aflatoxin B1 and fumonisin B1 during storage of Brazilian sorghum. J. Agric. Food Chem. 48: 4352-4356. [ Links ]

Driehuis, F., M. C. Spanjer, J. M. Scholten, and M. C. Te Giffel. 2008a. Occurrence of mycotoxins in maize, grass and wheat silage for dairy cattle in the Netherlands. Food Addit. Contam. B 1: 41-50. [ Links ]

Driehuis, F., M. C. Spanjer, J. M. Scholten, and M. C. Te Giffel . 2008b. Occurrence of mycotoxins in feedstuffs of dairy cows and estimation of total dietary intakes. J. Dairy Sci. 91: 4261-4271. [ Links ]

Duarte, S. C., A. Pena, and C. M. Lino. 2010. Ochratoxin a in Portugal: a review to assess human exposure. Toxins 2: 1225-1249. [ Links ]

García, S., and N. Heredia. 2006. Mycotoxins in Mexico: Epidemiology, management, and control strategies. Mycopathologia 162: 255-264. [ Links ]

García, S., and N. Heredia. 2013. Aflatoxins: an overivew. In: Dixon, J. E. (ed). Aflatoxin Control in Animal Feeds with Adsorbent Smectite in Bentonite American Society for Agronomy and Soil Science Society of America, Madison. pp: 1-10. [ Links ]

Hussein, H. S., and J. M. Brasel. 2001. Toxicity, metabolism, and impact of mycotoxins on humans and animals. Toxicology 167: 101-134 [ Links ]

Klarić, M., Z. Cvetnić, S. Pepeljnjak, and I. Kosalec. 2009. Co-occurrence of aflatoxins, ochratoxin A, fumonisins, and zearalenone in cereals and feed, determined by competitive direct enzyme-linked immunosorbent assay and thin-layer chromatography. Arh. Hig. Rada. Toksikol. 60: 427-434. [ Links ]

Lincy, S. V., R. Latha, A. Chandrashekar, and H. K. Manonmani. 2008. Detection of toxigenic fungi and quantification of type A trichothecene levels in some food and feed materials from India. Food Control 19: 962-966. [ Links ]

Naicker, D., G. Marais, H. Van den Berg, and M. Masango. 2007. Some fungi, zearalenone and other mycotoxins in chicken rations, stock feedstuffs, lucerne and pasture grasses in the communal farming area of Rhenosterkop in South Africa. J. S. Afr. Vet. Assoc. 78: 69-74. [ Links ]

Olsen, M., N. Jonsson, N. Magan, J. Banks, C. Fanelli, A. Rizzo, A. Haikara, A. Dobson, J. Frisvad, and S. Holmes. 2006. Prevention of ochratoxin A in cereals in Europe. In: Hocking, A. D., J. I. Pitt, R. A. Samson, and U. Thrane (eds). Advances in Food Mycology. Springer. pp: 317-342. [ Links ]

Peel, D. S., K. H. J. Mathews, and R. J. Johnson. 2011. Trade, the expanding Mexican beef industry, and feedlot and stocker cattle production in Mexico. Department of Agriculture Economic Research Service Report LDP-M-206-01, United States. [ Links ]

Pereira, V., J. Fernandes, and S. Cunha. 2014. Mycotoxins in cereals and related foodstuffs: a review on occurrence and recent methods of analysis. Trends Food Sci. Tech. 36: 96-136. [ Links ]

Petzinger, E., and A. Weidenbach. 2002. Mycotoxins in the food chain: the role of ochratoxins. Livest. Prod. Sci. 76: 245-250. [ Links ]

Reyes-Velázquez, W. P., V. Isaías-Epinoza, F. Rojo, C. Jiménez-Plasencia, E. de Lucas Palacios, and J. Hernández-Góbora. 2008. Ocurrence of fungi and mycotoxins in corn silage, Jalisco State, México. Rev. Iberoam. Micol. 25: 182-185. [ Links ]

Robledo, M. L., S. Marín, and A. J. Ramos. 2001. Contaminación natural con micotoxinas en maíz forrajero y granos de café verde en el Estado de Nayarit (México). Rev. Iberoam. Micol. 18: 141-144. [ Links ]

Roze, L. V., S.-Y. Hong, and J. E. Linz. 2013. Aflatoxin biosynthesis: current frontiers. Annu. Rev. Food Sci. Technol. 4: 293-311. [ Links ]

Skládanka, J., J. Nedělník, V. Adam, P. Doležal, H. Moravcová, and V. Dohnal. 2010. Forage as a primary source of mycotoxins in animal diets. Int. J. Environ. Res. Public Health 8: 37-50. [ Links ]

Skrinjar, M., R. D. Stubblefield, and I. F. Vujicić. 1992. Ochratoxigenic moulds and ochratoxin A in forages and grain feeds. Acta Vet. Hung. 40: 185-190. [ Links ]

Streit, E., G. Schatzmayr, P. Tassis, E. Tzika, D. Marin, I. Taranu, C. Tabuc, A. Nicolau, I. Aprodu, and O. Puel. 2012. Current situation of mycotoxin contamination and co-occurrence in animal feed-Focus on Europe. Toxins 4: 788-809. [ Links ]

Streit, E., K. Naehrer, I. Rodrigues, and G. Schatzmayr . 2013. Mycotoxin occurrence in feed and feed raw materials worldwide: long-term analysis with special focus on Europe and Asia. J. Sci. Food Agric. 93: 2892-2899. [ Links ]

Torres, A., M. Ramirez, and S. Chulze. 2010. Fusarium and Fumonisins in Maize in South America,. In: Rai, M., and A. Varma (eds). Mycotoxins in Food, Feed and Bioweapons. Springer Berlin Heidelberg. pp: 179-200. [ Links ]

Torres, A. M., G. G. Barros, S. A. Palacios, S. N. Chulze, and P. Battilani. 2014. Review on preand post-harvest management of peanuts to minimize aflatoxin contamination. Food Res. Int. 62: 11-19. [ Links ]

Völkel, I., E. Schröer-Merker, and C. P. Czerny. 2011. The carry-over of mycotoxins in products of animal origin with special regard to its implications for the European food safety legislation. Food Nut. Sci. 2: 852-867. [ Links ]

Wood, G. 1992. Mycotoxins in foods and feeds in the United States. J. Anim. Sci. 70: 3941-3949. [ Links ]

Wu, F., J. D. Groopman, and J. J. Pestka. 2014. Public Health Impacts of Foodborne Mycotoxins. Annu. Rev. Food Sci. Technol. 5: 351-372. [ Links ]

Zain, M. E. 2011. Impact of mycotoxins on humans and animals. J. Saudi Chem. Soc. 15: 129-144. [ Links ]

Recibido: Febrero de 2016; Aprobado: Julio de 2016

Creative Commons License This is an open-access article distributed under the terms of the Creative Commons Attribution License