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Agrociencia

versão On-line ISSN 2521-9766versão impressa ISSN 1405-3195

Agrociencia vol.50 no.4 Texcoco Mai./Jun. 2016

 

Socioeconomía

Beneficio de la parcelación de los agostaderos comunales del ejido "El Castañón", municipio Catorce, San Luis Potosí: 1993-2013

Luis O. Negrete-Sánchez1  * 

Juan R. Aguirre-Rivera1 

Juan M. Pinos-Rodríguez1 

Humberto Reyes-Hernández1 

1 Programas Multidisciplinarios de Posgrado en Ciencias Ambientales, Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP). Avenida Manual Nava #201, Zona Universitaria, 78290. San Luis Potosí, México. (jaibabrava1926@hotmail.com) (iizd@uaslp.mx) (jpinos@uaslp.mx) (hreyes@uaslp.mx).


Resumen:

La mayoría de los agostaderos comunales de la Altiplanicie Mexicana se encuentran en proceso de desertización por la sobrecarga animal resultante de su aprovechamiento irrestricto con beneficio individual. El objetivo de este estudio fue documentar con base en una encuesta, el proceso y los resultados actuales de la parcelación de los potreros de uso común del ejido "El Castañón y Anexos", en el municipio de Catorce, San Luis Potosí, México, único ejido en el Altiplano Potosino que ha aprovechado la reforma del artículo 27 constitucional para certificar y titular sus parcelas ganaderas, iniciativa endógena realizada a pesar de la resistencia y falta de apoyo oficial, que permitió a cada ejidatario decidir cómo aprovechar sus recursos. En esta investigación se documenta cómo se decidió y realizó el reparto de los potreros comunales, y cual ha sido el grado de satisfacción de los ejidatarios tras 20 años de administrar sus agostaderos en forma privada. Aunque existen casos de abuso del agostadero, otros ejidatarios mejoraron la condición de sus parcelas ganaderas, al grado de negociar el acceso de ganado ajeno para evitar su muerte por inanición durante la sequía más reciente. Casi la totalidad de los ejidatarios de Castañón reconoce el aumento en la producción y en los inventarios ganaderos, y una mejora en la condición de sus agostaderos, como resultado de la parcelación. El sentido de pertenencia de la tierra ha provocado el cuidado y manejo adecuado de las parcelas ganaderas y ha generado la opción de arrendamiento, una actividad económica imposible bajo el régimen de uso comunal. El contraste actual entre los agostaderos de Castañón y los de ejidos aledaños es evidente, por lo que diversos ejidos de la región tienen ya la intención de replicar este proceso en sus áreas de uso común.

Palabras clave: Tenencia; conservación; usufructo; deterioro; derechos de pastoreo; iniciativas endógenas

Abstract:

Most of the communal rangeland of the Mexican highlands are under a desertification process due to animal overgrazing because of unrestricted exploitation with personal benefit. The goal of this study was to document, based on a survey, the process and current results of the parceling of the common use pastures of the "ejido" "El Castañón y Anexos", in the Catorce municipality, San Luis Potosí, México, the only ejido in the San Luis Potosí highlands that has taken advantage of a constitutional reform to the article 27, in order to certify and legally entitle the livestock parcels, this endogenous initiative was carried out in spite of resistance and lack of government approvement, that allowed each and every "ejidatario" to decide how to use its resources. In this research we documented how the parcellation of common paddocks was decided and the level of satisfaction of the ejidatarios after 20 years of private management. Even though there are cases of abuse of the rangelands, other ejidatarios improved the conditions of its livestock parcels, to the extent of negotiating the entry of foreign livestock to avoid death by starvation during recent drought. Almost all ejidatarios acknowledge the rise in production and livestock stocktaking and improvement in their rangeland as a result of parceling. The sense of ownership of the land has led to care and proper handling of the livestock parcels and has generated the option of leasing as an economic activity that was impossible under the communal regime. The current contrast between the Castañon rangelands and the nearby ones is evident, because of that various ejidos of the region are already attempting to replicate this process in their communal areas.

Key words: Tenure; conservation; usufruct; deterioration; rights of grazing; endogenous initiatives

Introducción

Con excepción de las áreas cubiertas por bosques lluviosos, cultivos, suelo desnudo, roca, hielo, hormigón o desiertos, la mayor parte del resto de coberturas terrestres pueden clasificarse como agostaderos, los cuales incluyen a los matorrales, bosques subhúmedos y todos los zacatales naturales. Son áreas de productividad pobre, debido a limitaciones físicas, e inadecuadas para el cultivo, pero pueden mantener ganado y fauna silvestre (Holechek et al., 2011); así, su contribución principal en la mayor parte de África, Asia y América Latina, es el forraje para el ganado.

En el mundo, más de 50 % de la superficie terrestre se usa como agostadero (Holechek et al., 2011); es notable que esta misma proporción se repita en México y en el estado de San Luis Potosí. El pastoreo genera modificaciones en la vegetación, al igual que otras actividades humanas (Lasanta, 2010). Las tierras de pastoreo constituyen un recurso natural renovable, que al ser manejadas en forma racional, son productivas y ambientalmente estables por tiempo indefinido. Sin embargo, el abuso creciente de las tierras de pastoreo en el Altiplano Potosino es muy evidente, y la mortandad del ganado durante las sequías es su única oportunidad de recuperación. En consecuencia, el proceso inconsciente de desertización está generalizado, y con ello el potencial de producción orgánica de estas tierras se reduce de manera gradual e irreversible (INE, 1994).

En México hay tres modalidades de tenencia ciudadana de la tierra, la propiedad privada, el usufructo ejidal y el usufructo comunal; las dos últimas han sido tuteladas por el Estado (sector social) (González, 2005). El término ejido proviene de la palabra latina exitus, que significa "salida", y se refiere al terreno de usufructo común del entorno del pueblo. El mismo autor refiere que en las distintas etapas históricas de México, la tenencia de la tierra pasó de ser propiedad comunal a propiedad privada, a la coexistencia de ambas, luego a la excesiva concentración de la propiedad privada en pocas manos, y finalmente a la convivencia de la propiedad privada, y el usufructo ejidal y comunal. También menciona que desde los años noventa del siglo pasado, en México se vivió un proceso de apertura comercial que implicó ajustes económicos, políticos y jurídicos. En la iniciativa de reformas al artículo 27 constitucional del 7 de noviembre de 1991, decretada el 6 de enero de 1992, se tomó en cuenta el problema ecológico del campo mexicano y se consideraron como preocupantes la erosión de los suelos por técnicas deficientes de conservación y uso, la contaminación y el agotamiento de los acuíferos y, la escasa competitividad y rentabilidad de la actividad forestal, con beneficios económicos mínimos para los poseedores de los bosques. Según Lewis (2002), la enmienda al artículo 27 constitucional se realizó para modernizar al ejido, ya que la falta de certeza en la tenencia de la tierra y el tamaño reducido de las parcelas individuales, limitaban el progreso y la eficiencia económica, y así se garantizó el derecho de los ejidatarios para rentar, vender o hipotecar la tierra.

En la propiedad social, el ganado de todos los usufructuarios se alimenta del forraje de los potreros de uso común y por lo general el límite individual del número de animales es solo la cantidad que cada sujeto con derecho sobre dichas áreas pueda tener (Cruz y Aguirre, 1992). Si los ejidos y comunidades agrarias carecen de límite de carga animal en el agostadero y si la forma principal de aprovechar este recurso son los animales, se cree que entre más ganado se posea se logra mayor riqueza e influencia social; esta tendencia se conoce como ganadería para prestigio, y no importa que los animales no produzcan ni leche ni crías (Aguirre et al., 1995). Este problema ocurrió hace más de 120 años en los agostaderos libres de EE.UU. (Hardin, 1968). Este fenómeno resulta de una contradicción fundamental entre la tenencia comunal de la tierra, y su aprovechamiento basado en medios y beneficios privados (Cruz y Aguirre, 1992). Incluso, gran parte de las remesas que envían los emigrantes a EE.UU., se invierte en la compra de ganado y en su mantenimiento durante las sequías, lo cual reduce su mortalidad y posibilidad de descarga temporal en los agostaderos comunales. Este problema fue reconocido por Fernández y Fernández (1971), quién señaló que el uso individual y libre de los pastos y montes debía quedar en el pasado y, sugería (sin atentar contra el modelo) el establecimiento de reglas rígidas, a fin de permitir en los agostaderos sólo pastoreo con carga animal adecuada, dividir en potreros y realizar rotaciones, mediante inversiones colectivas bajo un criterio único de administración.

La tenencia actual de la tierra en el país se rige por la Ley Agraria del 26 de febrero de 1992, reformada el 9 de julio de 1993. Con respecto a los ejidos, y de acuerdo con su artículo 23, "Es de la competencia exclusiva de la Asamblea, la delimitación, asignación y destino de las tierras de uso común así como su régimen de explotación." En el artículo 56 se establece que "La Asamblea de cada ejido podrá determinar el destino de las tierras que no estén formalmente parceladas, efectuar el parcelamiento de éstas, reconocer el parcelamiento económico o de hecho, o regularizar la tenencia de los posesionarios o de quienes carezcan de los certificados correspondientes. En consecuencia, la Asamblea podrá destinarlas al asentamiento humano, al uso común o parcelarlas a favor de los ejidatarios. En todo caso, a partir del plano general del ejido que haya sido elaborado por la autoridad competente o el que elabore el Registro Agrario Nacional (Ley Agraria, 1992).

En los ejidos y comunidades agrarias el aprovechamiento comunal de los agostaderos se realiza principalmente mediante el pastoreo de ganado. Sin embargo, la falta de reglas en la Ley Agraria para dicho aprovechamiento, ha generado lo que sería el principal problema ambiental del país; el sobrepastoreo severo y generalizado de los agostaderos comunales que provoca su desertización, la disminución aguda de la productividad animal y la expulsión creciente de población de los ejidos hacia áreas urbanas e incluso al extranjero, en busca de mejores condiciones de vida (Cruz y Aguirre, 1992).

El ejido "El Castañón y Anexos" surgió el 13 de febrero de 1946 cuando se autorizó la primera dotación de tierras (9300 ha), tomadas de la hacienda Sierra Hermosa. Luego, el 16 de agosto de 1960 se concedió una ampliación (6000 ha) que afectó nuevamente dicha hacienda, y ese mismo año los ejidatarios establecieron por su cuenta el cercado perimetral, para evitar el trasiego generalizado y las pérdidas de ganado (RAN, 2013). En 1993 los ejidatarios iniciaron un reparto preliminar, medido por ellos mismos, y cada uno procedió a cercar y subdividir su potrero individual (J. Coronado, comunicación personal[1] El 17 de septiembre de 1996 la asamblea ejidal aprobó la delimitación, destino, asignación y certificación de derechos sobre las tierras ejidales. Entonces habían 62 ejidatarios y nueve posesionarios y el Registro Agrario Nacional (RAN) les definió 13 514.2146 ha como tierras de uso común, excedentes de la asignación y titulación de solares y parcelas abiertas al cultivo (RAN, 2013). En el 2000 contrataron un despacho privado para la medición exacta de las parcelas y generar el plano interno del ejido, el cual fue registrado ante el RAN para así expedir los títulos de propiedad individual. Con ello se complementaron y asignaron lotes individuales de 222 ha, a excepción de seis ejidatarios que solo recibieron 111 ha por negarse a participar en las faenas comunales (J. Coronado, comunicación personal)En el reglamento interno se estableció dejar 12 m entre parcelas como derecho de paso, lo cual se descartó pues reducía la superficie aprovechable y duplicaba el gasto en cercas, pero se acordó aprovechar los caminos existentes, y que cada ejidatario cerrara las puertas por las que cruzara hasta llegar a su parcela (J. Coronado, comunicación personal)[1].

Este ejido es el único en el Altiplano Potosino que ha aprovechado la reforma al artículo 27 constitucional para repartir y titular sus tierras de uso común. La titulación de solares y parcelas de labor no presentó problema, pero los agentes de gobierno estuvieron renuentes para hacer lo mismo en los agostaderos. Lo valioso es que la parcelación de los agostaderos se hizo a pesar de la resistencia y falta de apoyo oficial: fue una iniciativa endógena y permitió que cada ejidatario pudiera decidir qué hacer o cómo aprovechar su recurso. Al respecto, Lesorogol (2005) señala la escasez de información empírica acerca de los efectos de la privatización de tierras comunales de pastoreo. Por ello, se consideró importante documentar este proceso que condujo al parcelamiento de las áreas de uso común, y a la vez, conocer sus principales efectos y el grado de satisfacción de los ejidatarios, tras 20 años de administrar sus potreros en forma privada.

Materiales y Métodos

Área de estudio

De acuerdo con las cartas temáticas del INEGI (2001), la descripción física y biótica es la siguiente: el ejido "El Castañón y Anexos" está ubicado al noroeste del municipio de Catorce, San Luis Potosí, México. Los asentamientos humanos principales del ejido son Charco Largo y Castañón. El primero se ubica en 101° 12' O y 23° 51' N, a una altitud de 1920 m; el segundo en 101° 16' O y 23° 49' N, a una altitud de 1 994 m. Fisiográficamente, el ejido se localiza en la Provincia Mesa del Centro, subprovincia Sierras y Lomeríos de Aldama y Río Grande. El sustrato geológico es de conglomerados formados en los periodos terciario y cuaternario. De acuerdo con el drenaje superficial se ubica en la región hidrológica el Salado, y su hidrología subterránea presenta unidades de permeabilidad media compuestas de material no consolidado. Su suelo dominante es xerosol cálcico y el secundario es háplico, de estructura media, en fases petrocálcica y gravosa. El clima se clasifica como BS0kw"(e) esto es, seco templado con temperatura media anual entre 12 y 18 °C, temperatura media del mes más frío entre -3 y 18 °C, lluvias de verano, porcentaje de precipitación invernal mayor que 10.2 mm y verano cálido. La precipitación media anual (estación climatológica Santa María del Refugio) de 1951 a 2010 fue 300.1 mm (CNA, 2013). Los tipos de vegetación son principalmente Matorral Desértico Micrófilo y, en menor proporción, Matorral Desértico Rosetófilo.

Encuesta sobre el manejo del agostadero y el grado de satisfacción actual

Un cuestionario se diseñó para entrevistar solo a los ejidatarios a cargo de parcelas ganaderas, con base en los usados en estudios similares (Osorio, 1974; Bolaños, 1996[2]). Las preguntas debían generar información sobre la problemática observada durante los recorridos previos en el área de estudio, y la captada en conversaciones y entrevistas con los principales actores ejidales y oficiales, acerca del proceso de parcelación desde su concepción. El proyecto se presentó a la Asamblea ejidal del 2 de junio de 2013, se obtuvo autorización para realizarlo entre diciembre de 2013 y febrero de 2014 y se entrevistaron los ejidatarios en las localidades Charco Largo, Castañón, Santa María del Refugio, Los Pames, Tanque Colorado y Santa Isabel. En total se aplicaron 41 cuestionarios a igual número de ejidatarios que administran 58 de las 62 parcelas ganaderas existentes. Los responsables de las otras parcelas quedaron fuera de las entrevistas por negarse a ser entrevistados.

Para el análisis e interpretación de la información generada por la encuesta se diseñó una base de datos en Excel® 2007. La información recopilada por medio de la encuesta se resume y presenta en forma de cuadros y referencias en los resultados y su discusión.

Estimación de la carga animal

El cálculo correspondiente para bovinos de diferente edad y función se basó en las equivalencias a la unidad animal estándar (UA) propuestas por Vallentine (1965) y de Alba (1971), y para las otras especies de ganado se usaron las equivalencias en UA del Departamento de Agricultura de EE.UU., catalogadas para el pago de derechos de pastoreo en Arizona (Arizona Agricultural Statistics, 2001).

Resultados y Discusión

Las entrevistas se realizaron a 41 ejidatarios responsables de 58 de las 62 parcelas (con una superficie total de 12 826 ha); 32 ejidatarios (78 %) aprovechan de manera individual 36 parcelas que suman 7942 ha (61.9 % del terreno total); cuatro de ellos administran más de una parcela pues pertenecen a familiares ausentes o fallecidos. Los nueve restantes (22 %) lideran el uso grupal de 22 parcelas (4884 ha, o 38.1 % del área total); estos grupos están conformados por dos, tres y hasta cuatro ejidatarios, y en todos los casos se integran por familiares quienes solicitaron la asignación de sus parcelas en colindancia. La preferencia fue por el trabajo individual y el agrupamiento se dio con riesgos mínimos de conflicto, al trabajar familiarmente desde antes de la parcelación. A partir de ella parece que el ejido se prestigió y se fortaleció como organización de gestión ante las agencias de gobierno.

Apego a la tierra y grado de satisfacción actual

Casi todos los ejidatarios entrevistados están conformes con su condición de campesinos y se sienten a gusto con su forma y nivel de vida; sólo uno de los 41 manifestó que le hubiera gustado haber nacido en otro lugar y dedicarse a actividades distintas a las del campo. Ninguno considera que ser propietario de tierras ejidales le obligó a vivir en este lugar y le privó de mejores oportunidades de trabajo, ingresos y tipo de vida. La satisfacción general manifestada es muy destacable y podría estar relacionada con la historia de este ejido, en particular con las características personales de sus líderes y demás integrantes para reconocer sus problemas y brindarles soluciones, las cuales les generaron un bienestar satisfactorio. Esto discrepa de lo observado por Finkler (1974) en las zonas áridas del Valle del Mezquital en Hidalgo, donde hubo una fuerte emigración temporal a la ciudad de México, y él atribuye a la aridez de esas tierras, la ausencia de procesos innovadores de producción y comercialización. Fernández y Fernández (1971) menciona que la principal problemática en los ejidos de tierras de labor es que a cada integrante se le dotó de una parcela pequeña, rodeada de otras parcelas similares, sin la posibilidad de poder hacer transacciones con ellas. Este mismo autor señala que si el ejidatario es mal trabajador o tiene vicios, ahí permanecerá, y si es emprendedor y visionario no prosperará por las restricciones de tierra y mal ambiente de trabajo. Sin embargo, estas condiciones no se presentan en Castañón.

Lo ocurrido en Castañón coincidió en parte con lo registrado por Lewis (2002) en el Valle del Yaqui en Sonora, donde las reformas económicas y legales en combinación con las características agrícolas de esa región, provocaron en los ejidos un mejor uso de la tierra, debido a que los ejidatarios rentistas pueden dedicarse a otras actividades, mientras los arrendatarios producen con eficacia. En "El Castañón y Anexos", después de 20 años de administrar sus parcelas ganaderas como propiedad privada, 91.4 % de los entrevistados considera que la condición de sus tierras de pastoreo sí mejoró. En cambio, 8.6 % considera lo contrario; entre éstos, un ejidatario que redujo su hato de 100 a 45 bovinos y otro de 70 a 30, pues ya no podrían aprovechar todo el agostadero comunal y sobrecargaban su parcela ganadera; pero, el tercer ejidatario aumentó su hato de 10 a 30 bovinos. Otra razón del grado de satisfacción con la parcelación es el incremento en producción de sus hatos; así, 81.8 % de quienes crían bovinos (n = 33) consideran que su producción aumentó; lo mismo opina el 53.8 % de quienes además pastorean caprinos (n= 13) y ovinos (n= 5, 40.0 %); en contraste, quienes mantienen équidos (n= 28, 85.7 %) consideran que su producción permaneció igual.

La satisfacción con la parcelación también se relaciona con mayor disponibilidad de forraje en los potreros. Así, 26.8 % de los ejidatarios entrevistados negoció el acceso a su parcela de ganado ajeno, y seis ejidatarios sin ganado rentaron su parcela a ejidatarios de éste y otros ejidos, e incluso a pequeños propietarios colindantes con Castañón; el 90.9 % de quienes lo hicieron, obtuvo alguna remuneración y 63.6 % de los solicitantes de dicho acceso fue de productores ajenos a Castañón. Lo anterior difiere de lo registrado por Lewis (2002) en Sonora, donde 70 % de las parcelas de labor ejidales están rentadas, y de éstas, hasta 96 % a productores privados. Los otros 30 ejidatarios sólo pastorean ganado propio y no les interesa negociar con sus excedentes de forraje. El incremento en la cantidad de forraje contrasta con lo encontrado por Cruz y Aguirre (1992) en los agostaderos comunales en Tiltepec, Oaxaca, cuya utilización es exclusiva de los comuneros y 90 % de los campesinos entrevistados notaron empobrecimiento de las especies forrajeras preferidas por sus ovejas y cabras. También difiere de lo registrado en Cameros, España, por Lasanta (2009), quién señala que la escasez de forraje, obliga a los ganaderos a comprar casi 50 % del alimento consumido por sus hatos.

Los beneficios evidentes de la parcelación ya interesaron a otros ejidatarios, del municipio de Catorce, de otros municipios del estado, y del estado de Zacatecas, en particular por la mejora aparente de la condición de los agostaderos, por lo cual quieren promover este proceso en sus ejidos. Al respecto, se registraron 31 alusiones a la intención de otros ejidatarios de promover una parcelación similar, en particular en los ejidos Tanque de Arenas y Santa María del Refugio, ambos colindantes con Castañón. Este último ya comenzó a buscar agencias de medición y delimitación de superficies para parcelar las áreas de uso común. Además hubo ocho casos de ejidos de otros municipios de San Luis Potosí y dos más de un ejido del municipio de Mazapil, estado de Zacatecas (Cuadro 1).

Cuadro 1 Conocimiento en Castañón sobre la intención de otros ejidos, de parcelar sus agostaderos bajo uso común. 

n=15 ejidatarios. Un mismo ejidatario pudo mencionar a más de un ejido

Conocimiento actual sobre el origen del ejido y del parcelamiento de las áreas de uso común

Todavía sobreviven dos ejidatarios participantes en la creación del ejido, pero sólo uno recuerda en qué año sucedió y cuál fue la propiedad afectada para ello. El tiempo transcurrido desde que se creó el ejido en 1946, explica el desconocimiento general de su origen y el desinterés de las nuevas generaciones de ejidatarios por conocer su historia. Respecto al proceso de parcelación, todos manifestaron haber apoyado la decisión de parcelar, certificar y titular las áreas de uso común, 83.9 % reconoce a los principales actores ejidales de este proceso, 36.6 % a las instituciones que apoyaron dicha iniciativa, y sólo 7.9 % supieron de quienes se opusieron a ella. A la vez, todos optaron por el dominio pleno de su solar, parcela de cultivo y parcela de potrero, ninguno intercambió sus tierras y sólo uno vendió parte de sus tierras a otro integrante del mismo ejido. Esto contradice los supuestos sobre la desintegración de los ejidos y la venta y acaparamiento de tierras resultantes del parcelamiento y titulación individual (Lesorogol, 2005; Aguirre, 2012). Según Lesorogol (2005), los resultados de privatizar tierras de pastoreo comunal son cuestiones empíricas que requieren ser investigadas más que adelantar conclusiones derivadas de teorías.

Cría de ganado

El 94.3 % (33 de 35) de los ejidatarios crían mayormente bovinos y sólo dos crían exclusivamente caprinos. En el Cuadro 2 se presenta el número de bovinos en 1993 y 2013, así como los de otras especies en 2013. El hato de bovinos se redujo en 186 en dicho periodo, de los cuales 117 fueron de ejidatarios individuales, y 69 de agrupados. En las otras especies destacan los caprinos, de los cuales casi 82 % son de ejidatarios individuales. La mayoría de ejidatarios también tiene animales para tiro y carga (équidos) y para venta o autoconsumo ocasional (carneros y chivos).

Cuadro 2 Inventario ganadero según forma de uso de las parcelas, en las parcelas de agostaderos del ejido Castañón y Anexos (Catorce, SLP). 

n = 35 ejidatarios responsables de 58 parcelas ganaderas. Como los datos de 1993 son genéricos para hacerlos comparables con los de 2013, éstos no se expresan en UA

La libertad para decidir el uso de la parcela ganadera en Castañón contrasta con lo registrado por Jameson et al. (1984) en el ejido Noria de Guadalupe, Zacatecas, donde sólo las familias pudientes pastorean bovinos en las áreas con mayor potencial forrajero (matorral y zacatal halófito), e impiden el acceso a otros ejidatarios. Otras familias con menos recursos económicos, con hatos mínimos, sólo pastorean sus cabras cerca del caserío en matorrales empobrecidos dominados por Gobernadora Larrea tridentata (DC.) Coville y Hojasén Flourensia cernua DC., y así la escala social dentro del ejido limita las posibilidades de aprovechar los recursos a los que todos tienen igualdad de derechos.

Hatos iniciales y actuales de bovinos

Como en la mayoría de los ejidos ubicados en regiones secas y subhúmedas, pocos ejidatarios tenían la mayor parte del hato ejidal, mientras muchos carecían o tenían pocos animales (Aguirre, 1982, 2012; Jameson et al., 1984). Quienes poseían mucho ganado, y quienes carecían o tenían poco, fueron los principales opositores a la parcelación del ejido porque los primeros tenían más de 13 000 ha aunque compartidas y deterioradas, y desde entonces tendrían que ajustarse a sólo 222 ha. Los carentes o con poco ganado no entendían el beneficio de tener una parcela ganadera exclusiva para ellos, pero fácilmente se les convenció al explicarles que así podrían aumentar su hato o bien rentar su parcela y obtener ingresos que antes no recibían. En 20 años, 17 ejidatarios redujeron el tamaño de sus hatos entre 6 a 68 bovinos, y otros 13 los aumentaron entre 3 y 60 bovinos. Pero hubo tres ejidatarios que no cambiaron el tamaño de sus hatos en ese período.

De las causas aducidas para cambiar o mantener el tamaño o composición de sus hatos a partir de la parcelación, la de mayor frecuencia (14.4 %) fueron de quienes de inicio lo aumentaron al tener mejor control de sus potreros, aunque la sequía de 2010 a 2013 los obligó a reducirlo por venta oportuna de ganado para descargar sus potreros, o principalmente por mortalidad. El segundo cambio importante ocurrió entre quienes sin incremento previo tuvieron que reducir sus hatos por sequía (13.4 %). En contraste, cinco ejidatarios que operan en forma individual (14.3 %) aumentaron de manera gradual el tamaño de sus hatos, pues al inicio sólo tenían 2 a 20 bovinos, y en 2013 tenían hatos con 18 a 60. De los tres restantes (8.6 %), uno señaló que disminuyó su hato por enfermedad y sequía, otro porque su parcela no tenía capacidad para mantener todos sus bovinos, y el último lo redujo por sequía y sobrecarga. En Tiltepec, Oaxaca, sin restricción de uso del agostadero comunal, 60 % de los comuneros entrevistados aumentó el tamaño de sus rebaños, pero quienes no lo hicieron, señalaron como causas principales la insuficiente área de pastoreo, poca disponibilidad de forraje y la necesidad frecuente de vender animales para satisfacer necesidades económicas (Cruz y Aguirre, 1992). Explicaciones similares de comuneros registraron Contreras et al. (2003) en Yanhuitlán, Oaxaca.

Explotación de bovinos

La actividad económica predominante en el ejido es la ganadería en pastoreo, particularmente de bovinos, por las restricciones ecológicas que caracterizan a los agostaderos de la región. El principal sistema de producción es el de vaca-becerro (Callejas et al., 2014), esto es un hato reproductor permanente que genera becerros para venderse al destete, y parte de la leche se ordeña para elaborar queso fresco, cuyos mercados principales son las cabeceras municipales de Matehuala y Vanegas, SLP, la localidad Estación Catorce y el área metropolitana de Monterrey, Nuevo León. De los ejidatarios dedicados principalmente al pastoreo de bovinos (n= 33), 31 producen carne y leche, y dos producen sólo becerros para venta al destete. Entre los primeros, se ordeña parcialmente a las vacas por cuatro meses, y se deja toda la leche al becerro hasta los seis o siete meses de edad cuando se desteta. La mayoría de los becerros destetados se vende en la cabecera municipal de Vanegas. Este sistema de doble propósito de producción es similar al de rejeguería practicado por ganaderos en pequeño y medianos en el sureste del país. Las vacas de doble propósito en pastoreo se ordeñan a mano y con el estímulo de la cría lactante, a la cual se le deja la leche de un pezón y que agote la restante en los otros pezones. Esta cercanía con las crías y sus madres permite seleccionar y disponer de las mejores becerras para reemplazos, lo cual se dificulta en los sistemas especializados en la producción de carne o leche. La ventaja es disponer de leche cada día para autoconsumo y venta diaria (fresca) o semanal (quesos), lo cual ayuda a solventar los gastos cotidianos hasta la venta semestral de becerros (Osorio, 1996; Manjarrez et al., 2007; Vilaboa et al., 2009).

Composición del hato

El hato global del ejido en 2013 tenía 74.3 % de vacas reproductoras, 3.1 % sementales, 11.8 % toretes o vaquillas, y 10.8 % becerro(a)s, cifras similares a las reportadas por Holechek (1992) para ranchos de tamaño mediano (250 UA) en Nuevo México, entre 1986 y 1991: 76 % vacas reproductoras, 6.5 % sementales, y 16.5 % vaquillas para reemplazo. En Castañón, el tamaño de los hatos individuales varió de 2 a 80, con una media de 23.6 bovinos y en el ejido hay 520 vacas reproductoras, de los cuales 428 son de doble propósito, 91 son de hatos dedicados a la producción de becerros destetados, y sólo uno a la producción de leche. Los toretes o vaquillas (92) del ejido están destinados principalmente al reemplazo de reproductores; las 152 crías (entre machos y hembras) son para venta al destete o para reemplazo de reproductores. Los 17 sementales en Castañón serían suficientes de acuerdo con la relación considerada óptima por de Alba (1985), de 20 a 30 vacas por toro; sin embargo, muchos tienen una tasa sobrada en sus hatos y otros requieren servicio de monta en renta o préstamo. Las mayores frecuencias (18.2 %) fueron para proporciones de 10 y 16 vacas por semental; con dos menciones, proporciones de 3, 6, 7, 9, 11, 17, 20 y 25 vacas por semental. Aun con la mortalidad de vacas causada por la sequía más reciente, hay exceso de sementales en muchos hatos individuales, lo cual es antieconómico. Esta situación contrasta con los agostaderos de Chihuahua, donde los hatos tienen 40 vacas en promedio, una relación vacas/semental de 40:1 (Callejas et al., 2014), mayor que la más alta registrada en Castañón, aunque deficiente de acuerdo con lo recomendable (de Alba, 1985).

Los ejidatarios realizan esfuerzos para mejorar su ganado, ya que 83.9 % del hato es mestizo de alguna raza europea con ganado criollo, 6.4 % son animales de alguna raza, y 9.7 % es ganado criollo apreciado por su rusticidad. Esto difiere del ejido ixtlero de San José de la Joya, Coahuila, donde hay unos 100 bovinos criollos encastados de Holstein, Beefmaster y ocasionalmente Cebú (Torres et al., 2008). En Castañón no hay razas mejoradas de doble propósito, pero destaca la capacidad de gestión del ejido para adquirir sementales con subsidios oficiales.

Carga animal

La carga animal (ganado que pastorea un área determinada) debe expresarse en términos de UA ha-1; la capacidad de carga de un agostadero es la superficie necesaria para sostener una UA en forma productiva y persistente por tiempo indefinido (Holechek et al., 2011). La carga animal promedio fue ligeramente mayor (5 %) en las parcelas agrupadas, pero en las parcelas individuales se registraron más casos de sobrecarga (Cuadro 3). Cruz y Aguirre (1992) encontraron en los agostaderos comunales de Tiltepec, Oaxaca, una carga de 0.26 UA ha-1, la cual, según la Comisión Técnico Consultiva para la Determinación Regional de los Coeficientes de Agostadero (COTECOCA, 1980) era de tres a cinco veces más alta que la recomendada. En la misma región (Yanhuitlán, Oaxaca) e igual régimen de tenencia y uso, se estimó una carga animal 8.7 veces superior a la recomendada (Contreras et al., 2003). En áreas ovejeras comunales del sur de Túnez la carga animal es 0.05 a 0 .14 UA ha-1, la capacidad de carga es 0.03 UA ha-1 a 0.04 UA ha-1, es decir, una sobrecarga de 67 % a 350 %, la cual ocurre en las áreas próximas a los núcleos de población, en tanto se subutilizan otras menos accesibles (Hanafi y Jauffret, 2008).

Cuadro 3 Carga animal (UA) y superficie (ha) en las parcelas ganaderas del ejido Castañón y Anexos, Catorce, SLP (año 2013). 

UA=unidad animal. n = 35 ejidatarios responsables de 58 parcelas ganaderas

Ortega et al. (2008) mencionan que los coeficientes de agostaderos (estimaciones indirectas de la capacidad de carga) para los seis tipos de matorral de Chihuahua varían de 13.5 hasta 60 ha UA-1 (COTECOCA, 1979), mientras para los agostaderos correspondientes a Matorral Inerme Parvifolio de esta región del Altiplano Potosino en condición excelente, el coeficiente asignado es 21.15 ha UA-1 (COTECOCA, 1974). Así, las cargas medias actuales de los agostaderos de Castañón pueden considerarse moderadas, pero aún persisten ejidatarios con cargas abusivas y son quienes sufrieron las consecuencias de la sequía reciente. La persistencia de esta tendencia en las parcelas propias parece un remanente de la conducta predominante en el uso comunal de los agostaderos (Pinos et al., 2013).

Duración del período de monta

En Castañón, el período de monta es dos meses en 63.6 % de los casos, 90 d en 9.1 %, y cuatro meses en 15.2 %. Tres ejidatarios mantienen el toro con las vacas en periodos distintos a los mencionados, y un ejidatario no respondió. Así en Castañón el período de monta controlada es bastante adecuado y contrasta con el desconocimiento total de la reproducción en los hatos de la mayoría de los ejidos. Los períodos de monta más frecuentes en el ejido ocurren entre abril y septiembre. El control de la monta permite ajustar la reproducción del hato a la disponibilidad de forraje, la cual para bovinos va muy ligada a la fenología de los zacates (Carpenter, 1998).

Eficiencia de la reproducción y productividad

Los indicadores principales de la eficiencia de reproducción y producción de ganado bovino en agostaderos son el porcentaje de partos del total de vacas expuestas al toro y el rendimiento (peso vivo ha-1) de becerros destetados, respectivamente. De 399 vacas expuestas a montas durante 2012, sólo parieron 278 (69.7 %), tasa considerada entre mediana y buena según la clasificación propuesta por de Alba (1985) para bovinos de carne después de la pubertad. También es similar a la encontrada por Callejas et al. (2014) en hatos de 20, 50, 200 y 500 vacas reproductoras en cuatro regiones de Chihuahua, donde el promedio de partos fue 71.0 %. En 2013 terminó un periodo mayor a dos años de precipitación y producción de forraje muy bajas. De las 278 vacas paridas sólo 180 (45.1 % de las vacas expuestas al toro) destetaron su becerro, proporción considerada mala según las normas propuestas por de Alba (1985) para las pérdidas entre el nacimiento y la pubertad. La cosecha de becerros fue idéntica a la registrada en agostaderos de Nuevo México (USDA, 1936) e inferior a lo encontrado después en la misma región (75 %, Holechek, 1991; 62 %, Winder et al., 2000). Según Holechek et al. (2011), la cosecha de becerros en agostaderos del oeste de EE.UU. se redujo de 50 a 60 %. En Castañón la eficiencia de crianza, es decir, la proporción de vacas que destetaron su becerro con respecto al total de vacas paridas fue 64.7 %. Parte importante de la pérdida de becerros en Castañón se debió a la sequía registrada entre 2010 y 2013, la cual redujo mucho la disponibilidad de forraje y coincide con lo señalado por de Alba (1985) de las grandes variaciones en pérdidas de becerros después del período perinatal y hasta el destete, debido a circunstancias climáticas y nutricionales.

Tecnología pecuaria

De los ejidatarios entrevistados 69.7 % recibieron asistencia técnica oficial o privada para el manejo de su ganado durante los cinco años recientes, el 100 % proporcionó minerales, 54.5 % dio un suplemento con forraje comprado y 63.6 % utilizó gallinaza, pollinaza, urea o melaza como suplemento concentrado. Esto indicaría que en Castañón hay condiciones favorables para una mayor tecnificación con asesoría adecuada, así como para la aplicación efectiva de programas oficiales de fomento a la productividad. En contraste, ningún ejidatario realizó prácticas de reproducción asistida, probablemente por sus mayores costos y requerimientos técnicos. De los ejidatarios que producen bovinos (n = 33), 97 % usaron antiparasitarios y vacunas contra el carbón sintomático (Clostridium chauvoei Blackleg); la práctica sanitaria con menor proporción (casi 70 %), fue el baño antiparasitario. Lo anterior contrasta con los resultados de López et al. (1981) al comparar hatos caprinos ejidales y privados, pues la inmunización contra enfermedades endémicas sólo se realizaba en estas últimas. En casi 85 % de los hatos de bovinos, hubo muerte de ganado durante 2012; en 53.6 % de estos casos la causa fue la escasez de forraje por sequía, otro 24.9 % fue la inanición por sequía junto con otros factores, 10.7 % lo atribuyó a enfermedades no diagnosticadas, distocia y depredadores, 7.1 % al carbón sintomático, y 3.6 % a timpanismo. Lo anterior indica que una cantidad importante de ejidatarios tenían cargas animales superiores a la capacidad de sus potreros, y que la mortandad atribuida a la sequía fue consecuencia lógica del abuso de los agostaderos. En contraste, 33.3 % de productores mantuvieron sus animales aun con la sequía y, además, permitieron el acceso al ganado de ejidatarios del mismo ejido y de otros aledaños, a fin de evitar su muerte por inanición.

Infraestructura ganadera

La habilitación de agostaderos implica disponer de aguajes, cercos, corrales de manejo y caminos, entre otras instalaciones (Holechek et al., 2011). Todos los ejidatarios dedicados a la cría y explotación de animales (n = 35), tienen aguajes en sus parcelas ganaderas, 94.3 % saladeros, 97.1 % cuenta con cercas interiores para rotar el pastoreo y 82.9 % tuvo otro equipo o instalación, ya sea en forma individual o compartida. Al acordarse la parcelación, hubo consenso entre los ejidatarios para establecer al menos un bordo (dique de tierra para represar escorrentías superficiales) o aguaje en cada parcela ganadera, que su costo fuera cubierto por cada ejidatario, y que se hicieran simultáneamente a fin de abaratar costos. Para todos los ejidatarios con parcela individual, su bordo es la fuente principal de agua para su ganado.

Casi 87 % de los ejidatarios señaló que la cantidad de agua para sus animales en el año es insuficiente; de ellos, casi 84 % la acarrea desde la presa de Santa María del Refugio ubicada a 11 km de Castañón, o peor aun, desde Estación Catorce situada a 41 km de distancia. Castañón está catalogado por el Gobierno del Estado de San Luis Potosí (SEDARH) y por el Distrito de Desarrollo Rural 128 de SAGARPA, como una unidad de producción que padece escasez de agua (V. Sánchez, comunicación personal[3]; S. Espinoza, comunicación personal[4]). Por ello, en 2012 mediante el Proyecto Transversal de Desarrollo de las Zonas Áridas (PRODEZA), se construyó una presa y se instaló un sistema subterráneo de distribución de agua para complementar a los bordos existentes en cada parcela.

En el ejido existen 79 saladeros, la mayoría elaborados con material de reciclaje, como neumáticos usados o recipientes para líquidos partidos en mitades. Estos saladeros movibles ayudan a mejorar la distribución del pastoreo y reducir las áreas de sacrificio (Gillen et al., 1984). En el agostadero del ejido hay 112 divisiones, casi el doble de la generada por la parcelación. Gracias a la organización ejidal, diversos programas oficiales les favorecieron con materiales para cercas divisorias, lo cual explica el número de potreros en la actualidad. La utilidad de la habilitación adecuada de los agostaderos y el control de la carga fue demostrada por Price (1948) en agostaderos de un rancho de Nuevo México, donde al incrementarse el número de potreros, aguajes y saladeros, con sólo un tercio de la carga animal original, en 22 años se duplicaron los porcentajes de partos y pesos de becerros al destete, y se obtuvo mayor cantidad anual de peso vivo vendible por hectárea. Al respecto, Hart et al. (1993) y Bailey et al. (1996) encontraron que al reducir el tamaño de los potreros y la distancia al agua mejoró la utilización del forraje e incrementó la uniformidad del pastoreo.

Casi 86 % de los ejidatarios complementó la alimentación de su ganado durante la época seca en los cinco años recientes, con nopal Opuntia spp., maguey Agave salmiana Otto ex Salm-Dyck, mezquite Prosopis laevigata (Humb. & Bonpl. ex Willd.) M.C. Johnst., cardenche Cylindropuntia imbricata (Haw.) F.M. Knuth, izote Yucca filifera Chabaud o cualquier otro recurso forrajero que crece en su parcela ganadera, lo cual fue realizado de manera constante durante la sequía mencionada. Hasta en la forma más racional de aprovechamiento de estos recursos forrajeros se notan diferencias con lo realizado en los ejidos sin parcelación de agostaderos.

Cultivos forrajeros

Según los agentes locales de SEDARH y SAGARPA, a los ejidatarios de Castañón les falta integrar sus parcelas de cultivo a la explotación pecuaria para mejorar sus resultados con el ganado y reducir los riesgos por la falta de forraje, sin considerar que para ellos es más importante producir maíz y frijol para autoconsumo en sus parcelas receptoras de escorrentías (Gallegos et al., 1991; Charcas et al., 2010). Aunque es posible producir cultivos forrajeros de secano en ambos ciclos agrícolas, su henificación o ensilado se desconoce en el ejido. Dos terceras partes de los ejidatarios siembran cultivos forrajeros para proporcionarlos en verde a sus animales; de ellos, casi 70 % indicó al maíz y la avena como los principales cultivos. Por su parte, quienes no producen cosechas forrajeras argumentaron que estos cultivos producen poco en esas condiciones. A la vez, 63 % de los ejidatarios mencionó que pastorea sus parcelas en barbecho, 94.3 % dijo que recoge los esquilmos agrícolas como pajas y rastrojo para alimentar a sus animales, y casi 69 % recolecta el estiércol de las zonas de concentración del ganado para aplicarlo en la parcela agrícola, para mejorar la fertilidad del suelo. Así, el área de cultivo y el agostadero sí están muy relacionados. En Tiltepec, Oaxaca, de abril a mayo, 50 % de los comuneros daban suplemento a sus bovinos y ovejas, con trigo, mijo, paja de frijol, rastrojo de maíz, olotes, alfalfa, maíz y calabaza picada de sus parcelas, aunque la cantidad disponible de estos suplementos no cubría las necesidades (Cruz y Aguirre, 1992).

Prácticas de mejoramiento y conservación de los agostaderos

El ejido es naturalmente poco productivo y por ello es inviable realizar inversiones costosas, pero existen diversas prácticas de bajo costo para restaurar o incrementar su producción, aparte de la principal que es la reducción de la carga animal. Al respecto, el ejido recibió apoyos oficiales, principalmente para repoblación de nopal y maguey, así como formación de terrazas, para disminuir la escorrentía y aumentar la infiltración y retención de suelo. Después de la parcelación, 97 % de los 35 ejidatarios que pastorean ganado repobló plantas forrajeras, sobre todo maguey y nopal, nadie realizó quemas controladas de la vegetación, y sólo 11.4 % combatió plantas indeseables, como gobernadora, tasajillo Opuntia leptocaulis DC., sangre de drago Jatropha dioica Sessé ex Carv y gatuño Mimosa biuncifera Benth. La sequía reciente causó que los ejidatarios reconocieran la necesidad de disminuir sus efectos, como tener reservas de forraje producido en sus parcelas de labor o remanente en sus agostaderos. Asimismo, hay más consciencia de como todo el sistema de producción puede colapsar, por lo que la mayoría presta mayor atención a la carga animal de sus agostaderos, a la intensidad de pastoreo permitida, a la rotación de potreros y al control de especies indeseables.

Castañón se cataloga como un ejido piloto por diversos programas oficiales y por su organización interna se le facilita conseguir apoyos de los tres niveles de gobierno, pero los ejidatarios consideran que estos programas sólo benefician a la instancia oficial, pues del subsidio recibido, la mayor parte se destina a pagos por servicios para sus animales, como sucede con el PROGAN. Los agentes oficiales señalan que los apoyos deben destinarse a mejoras con mayor nivel tecnológico, como cercas electrificadas móviles.

Conclusiones

El reparto de los agostaderos comunales en el ejido "El Castañón y Anexos" permitió mejorar su aprovechamiento y generar mayores beneficios que en otros ejidos. El control de los agostaderos es mejor porque cada ejidatario tiene certeza sobre la disponibilidad de sus recursos y, en la mayoría de los casos, los ejidatarios perciben que la producción y el tamaño de sus hatos aumentaron desde la parcelación, debido a que mejoró la condición de sus potreros.

Seis ejidatarios mantienen poco ganado, mucho menos que la capacidad de carga de sus parcelas, para obtener ingresos al rentarlas a otros productores, beneficio inexistente para ellos bajo el uso comunal. La ganadería del ejido se distingue por el predominio de la finalidad doble, venta de becerros al destete y queso fresco.

Las limitantes de agua y de medios para intensificar la producción se resuelven gracias a la mejora en la capacidad de gestión del ejido ante las dependencias de gobierno. Por sus resultados y beneficios, la parcelación de las áreas de uso común, está despertando el interés en otros ejidos de la región.

Agradecimientos

A Don Jesús Coronado Díaz por su labor de gestión ante la asamblea ejidal. Al estudiante de geografía de la UASLP Estardo Camacho Rosales y al pasante de IAZ Néstor Godínez Hernández por su ayuda en la encuesta. Al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología por la beca 230424 recibida por el primer autor para realizar estudios doctorales.

Al cuerpo editorial y árbitros de Agrociencia por su esmero y rigor propositivo en el tratamiento de la versión original.

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1Jesús Coronado Díaz, Presidente del Comisariado Ejidal en 1960 y actual integrante del Consejo de Vigilancia de “El Castañón y Anexos”.

2Bolaños M., A. 1996. Los agostaderos forestales del occidente del Estado de México. Tesis de maestría en ciencias. Colegio de Postgraduados. Montecillo, Estado de México. México. 181 p.

3Ing. Víctor Sánchez Vázquez, Delegado de la Secretaría de Desarrollo Agropecuario y Recursos Hidráulicos del Gobierno del Estado, Zona Altiplano Este.

4MVZ. Sixto Arturo Espinoza Franco, Jefe del Distrito de Desarrollo Rural 128 de la SAGARPA.

Recibido: Noviembre de 2014; Aprobado: Septiembre de 2015

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