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Agrociencia

versión On-line ISSN 2521-9766versión impresa ISSN 1405-3195

Agrociencia vol.44 no.2 Texcoco feb./mar. 2010

 

Agua–Suelo–Clima

 

Indicadores bioquímicos de calidad en tepetates cultivados del eje neovolcánico mexicano

 

Biochemical indicators of quality in cultivated tepetates of the mexican transvolcanic belt

 

Silvia Pajares–Moreno1, Juan F. Gallardo–Lancho1, Sara Marinari2, Jorge D. Etchevers–Barra3

 

1 Consejo Superior de Investigaciones Científicas, IRNASa. 37071 Salamanca, España. *Autor responsable: (jgallard@usal.es).

2 Universitá della Tuscia. Viterbo, Italia.

3 Campus Montecillo, Colegio de Postgraduados. 56230. Estado de México, México.

 

Recibido: Noviembre, 2008.
Aprobado: Enero, 2010.

 

Resumen

Los tepetates (tobas volcánicas endurecidas ubicadas en el Eje Neovolcánico Mexicano) habilitados para la agricultura presentan un alto grado de degradación debido a malas prácticas de manejo. El objetivo del trabajo fue definir características bioquímicas que puedan usarse como indicadores tempranos del estado de recuperación de tepetates. Durante el periodo 2002–2005 parcelas experimentales cultivadas desde 1986 se sometieron a tres prácticas agronómicas de manejo: tradicional (Tt), mejorado (Tm) y orgánico (To). Otras dos parcelas roturadas en 2002 se trataron con los manejos tradicional (Rt) y orgánico (Ro). Como referencia se eligieron dos tepetates sin cultivar (Tv y Td). Se tomaron muestras de suelo y se determinó: C orgánico (COS), N total (Nt), C y N de biomasa microbiana (BM), respiración del suelo (RS), mineralización de N, actividades deshidrogenasa, β–glucosidasa, fosfatasa, ureasa y proteasa, amonificación de la arginina y diferentes índices metabólicos. Los tepetates sin cultivar, con escaso contenido en COS y Nt, tuvieron los valores más bajos de todas las variables bioquímicas, las cuales aumentaron con los años de cultivo, sobre todo con los manejos To y Tm. Los mayores valores de BM, RS y actividad enzimática se relacionaron con el aumento del COS en las parcelas con esos manejos, sugiriendo un incremento de la calidad y fertilidad de dichos sustratos. Por tanto, el adecuado manejo de los tepetates, con adición de materia orgánica o fertilizantes con cobertura de residuos de cosecha, promovió la mejora de sus propiedades bioquímicas. Estas variables se correlacionaron significativamente, indicando la existencia de estrechas relaciones entre los procesos bioquímicos en los tepetates. Las variables bioquímicas estudiadas fueron indicadores útiles para evaluar cambios en la calidad de los tepetates cultivados con diferentes manejos.

Palabras clave: actividad enzimática, fragipán, índices metabólicos, manejos agrícolas, materia orgánica del suelo.

 

Abstract

Tepetates (hardened volcanic tuff located in the Mexican Transvolcanic Belt) conditioned for agricultural use are highly degraded due to poor management practices. The objective of this study was to define biochemical characteristics that can be used as early indicators of the state of tepetate recovery. During the period 2002–2005, experimental plots cultivated since 1986 were subjected to three agronomic management practices: traditional (Tt), improved (Tm) and organic (To). Another two plots plowed in 2002 were treated with traditional (Rt) and organic (Ro) management. As a reference, two plots of tepetates without cultivation were selected (Tv and Td). Soil samples were collected, and the following variables were determined: soil organic carbon (SOC), total N (Nt), microbial biomass C and N (BM), soil respiration (RS), N mineralization, dehydrogenase, β–glucosidase, phosphatase, urease and protease activity, ammonification of arginine, and different metabolic indexes. The tepetates without cultivation, containing little SOC and Nt, had the lowest values of all of the biochemical variables, which increased with years of cultivation, especially with To and Tm management. The highestvalues of BM, RS and enzyme activity were associated with the increase in SOC in To and Tm plots, suggesting improved quality and fertility of these substrates. Therefore, appropriate management of tepetates, with supplements of organic matter or fertilizers with harvest residue cover, promoted better biochemical properties. These variables correlated significantly, indicating the existence of close relationships among the biochemical processes in the tepetates. The biochemical variables studied were useful indicators for assessing changes in quality of the tepetates cultivated under different management systems.

Key words: enzyme activity, fragipan, metabolic indexes, agricultural management, soil organic matter.

 

INTRODUCCIÓN

El término tepetate se usa en México para referirse a suelos derivados de tobas volcánicas que presentan capas endurecidas por procesos geológicos y pedológicos (Zebrowski, 1992; Quantin et al, 1993). Sin embargo, se ha propuesto un uso más restrictivo de dicho término (Etchevers et al, 2006) que se aplica sólo a capas endurecidas formadas a partir de material piroclástico (toba), localizadas a diferentes profundidades del perfil.

Los tepetates se distribuyen en el Eje Transvolcánico Mexicano, principalmente en los Estados de México y Tlaxcala, ocupando una superficie de 30 000 km (Zebrowski, 1992), 30 a 40 % de los suelos agrícolas y tienen una importante repercusión en los recursos disponibles para la población rural (Quantin et al., 1998). Sin embargo, el manejo intensivo de estos sustratos tiene un efecto perjudicial en la calidad y cantidad de la materia orgánica edáfica (MOS), afectando las propiedades de los tepetates y, por tanto, a su fertilidad (Etchevers et al, 1992; Werner, 1992).

Los tepetates se clasifican en tipos fragipán y duripán. Los de tipo fragipán pueden incorporarse a la agricultura mediante roturación y prácticas agrícolas adecuadas (Navarro y Zebrowski, 1992). El principal factor limitante para la producción agrícola reside en las bajas concentraciones de C orgánico edáfico (COS), N total (Nt) y P asimilable, que son insuficientes para el crecimiento de las plantas (Etchevers et al, 1992; Etchevers y Brito, 1997). Además, los tepetates presentan baja aireación e infiltración de agua, por lo cual son muy susceptibles a la erosión hídrica (Prat et al, 1997). Estos problemas se pueden corregir a corto plazo; los nutrimentales mediante adición de abonos químicos y orgánicos y los físicos mediante prácticas mecánicas para crear una adecuada estructura y reducir la erosión.

La calidad edáfica se entiende como la capacidad que tiene el suelo para funcionar adecuadamente en un ecosistema (Karlen et al, 1997). Se pueden usar propiedades físicas y químicas para definir la calidad del suelo: textura, densidad aparente, capacidad de retención de agua, contenido de agregados, pH o MOS (Doran y Parkin, 1994; Gil et al, 2005). Estas variables cambian lentamente y, por consiguiente, se requieren muchos años para apreciar cambios significativos. Por el contrario, las propiedades bioquímicas edificas (C y N, la biomasa microbiana [BM], N mineralizable, respiración del suelo [RS], actividad enzimática, etc.) son sensibles a pequeños cambios edáficos y, por tanto, proporcionan información exacta e inmediata de cambios en la calidad edáfica (Caravaca et al., 2002; Nannipieri et al., 2003). La BM es el componente activo de la MOS, responsable de su mineralización (Goyal et al., 2000) y de la RS, por lo que suele utilizarse para cuantificar la actividad microbiana. La BM y la RS están influenciadas por el clima, las propiedades físicas y químicas y las prácticas agrícolas (Wang et al., 2003).

Las actividades enzimáticas del suelo son indicadores sensibles y tempranos de cambios producidos por el manejo en la calidad edáfica (Masciandaro y Ceccanti, 1999; Pascual et al., 2000; Nannipieri et al., 2003). Las enzimas hidrolasas actúan así: 1) la ureasa (URa) y la proteasa (PRa) hidrolizan el N orgánico y producen N inorgánico; 2) la fosfatasa (PHa) cataliza la hidrólisis de los compuestos de P orgánico en inorgánico y los hace asimilables para las plantas; 3) la β–glucosidasa (GLa) hidroliza los enlaces β–D–glucopiranósidos para proporcionar estructuras carbónicas esenciales como fuente energética para los organismos heterótrofos edáficos (Eivazi y Zakaria, 1993).

Los objetivos del presente trabajo fueron: 1) evaluar los efectos de diferentes prácticas agrícolas sobre la MOS y propiedades bioquímicas de tepetates; 2) validar el uso de variables bioquímicas como potenciales indicadores tempranos de recuperación de tepetates sometidos a diferentes manejos agrícolas.

 

MATERIALES Y MÉTODOS

Ubicación, manejo agronómico y diseño experimental

La zona experimental se localiza en Santiago de Tlalpan, estado de Tlaxcala (México: 19° 20' N y 98° 20' O), a una altitud de 2600 m. El clima es templado subhúmedo, con una temperatura media anual de 14 °C y una precipitación anual de 700 mm, concentrada en verano.

En las parcelas más antiguas se hizo un roturado profundo (40 cm) en 1986 y 1990, delimitándose seis terrazas de 1300 m2 cada una, cultivadas con fines de investigación de 1990 a 1992 y de 1995 a 1996. En la primera fase se evaluó la eficacia de diferentes dosis de fertilización (Werner, 1992) y en la segunda se probaron métodos de labranza de conservación (Fechter et al., 1997). Entre 1997 y 2001 las parcelas se manejaron tradicionalmente por el agricultor (rotación de trigo–cebada–maíz y luego maíz, con fertilización anual de 45 kg N ha-1 y 15 kg P ha-1).

Durante el periodo de 2002 a 2005 las seis terrazas se utilizaron para la presente investigación. Cada terraza se subdividió en dos parcelas de 650 m cada una y se establecieron tres tipos de manejo agrícola con rotación de cultivos (Cuadro 1): 1) tradicional (Tt), parcelas labradas cada año y cultivadas con bajo aporte de fertilizantes inorgánicos y con exportación de residuos de cosecha al final del ciclo agrícola; 2) mejorado (Tm), parcelas con cobertura de residuos de cosecha para la protección del suelo y moderado aporte de fertilizantes inorgánicos; 3) orgánico (To), parcelas cultivadas con aporte de fertilizantes orgánicos en forma de estiércol y compost. Al inicio del experimento (2002) se roturó una nueva terraza sobre un sustrato similar y se dividió en cuatro parcelas. Dos de ellas se manejaron con el sistema tradicional (Rt) y las otras dos con el sistema orgánico (Ro) (Cuadro 1). Un tepetate con vegetación natural (Tv) y otro desnudo (Td), localizados cerca de las parcelas agrícolas, se utilizaron como referencia. La preparación del terreno y las labores culturales se realizaron con tecnología local (muías y algunas veces tractor).

El diseño experimental fue parcelas al azar con cuatro repeticiones en las parcelas viejas y dos en las nuevas. Dicho arreglo fue necesario por la ubicación de las terrazas construidas entre las cárcavas del terreno, hecho común en este tipo de agricultura.

Análisis químicos y bioquímicos

En agosto de 2005 se tomaron con una barrena cilindrica muestras compuestas de suelo (mínimo 10 muestras simples por muestra compuesta) en cada parcela, a 10 cm de profundidad (la capa más sensible a los cambios). Las muestras fueron secadas al aire, homogeneizadas y tamizadas con malla de 2 mm.

El COS se analizó por combustión seca (TOCA, Shimadzu) y el Nt por el método micro–Kjeldahl (Bremner, 1996). El C y N de la biomasa microbiana (C–BM y N–BM) se determinaron mediante fumigación con cloroformo y extracción con K2SO4 0.5 M (Vanee et al., 1987). El C–BM se determinó mediante oxidación con K2Cr2O7 (Nelson y Sommers, 1996) y el N–BM con el método del N–ninhidrina (Joergensen y Brookes, 1990). La RS in vitro se calculó mediante el cociente entre el C–CO2 emitido durante el experimento y su tiempo de duración; las muestras edáficas se introdujeron en frascos de cierre hermético y se ajustaron a 5 5 % de humedad a capacidad de campo antes y durante los 30 d de incubación a 25 °C. La producción de CO2 fue recolectada periódicamente en 10 mL de NaOH 0.5 M y valorada con HC1 0.5 N (Hernández y García, 2003). La mineralización neta del N (Nm) se calculó como la diferencia del N inorgánico entre 0 y 30 d de incubación.

La actividad deshidrogenasa (DHa) se determinó con el método modificado de Casida et al. (1964), basado en el cálculo del grado de reducción del cloruro de trifeniltetrazolio (TTC) a trifenilformazán (TPF) después de incubar el suelo 24 h. La amonificación de la arginina (AAr) se determinó midiendo la formación de amoniaco liberado tras incubar el suelo con arginina como sustrato 2 h a 25 °C (Alef y Kleiner, 1987, modificado). La GLa y la PHa se analizaron mediante el método de Tabatabai (1994), basado en la determinación colorimétrica de p–nitrofenol después de incubar el suelo 1.30 h a 37 °C con los sustratos p–nitrofenil glucopiranósido y p–nitrofenil fosfato. La URa se calculó en función del amonio liberado después de incubar las muestras con urea como sustrato 1.30 h a 37 °C (Nannipieri et al, 1980). La PRa se analizó después de la incubación del suelo por 2 h a 50 °C con caseína como sustrato y determinando los péptidos liberados (Ladd y Butler, 1972).

Se calcularon algunos índices metabólicos como variables empíricas de calidad edáfica: el cociente metabólico (qCO2) que representa respiración microbiana por unidad de biomasa (Anderson y Domsch, 1993); el cociente microbiano (Cmic:Corg) que es el porcentaje de C–BM con respecto al COS (Anderson y Domsch, 1989) y el cociente de mineralización (Qmin) que indica la potencialidad de mineralización por unidad de COS (Alvarez y Anzueto, 2004).

Análisis estadísticos

Todos los análisis se realizaron por triplicado. Los datos mostraron una distribución normal y se realizó un ANOVA de una vía (p<0.05) según el tipo de manejo. Se realizó un análisis de correlación de Pearson y un análisis de componentes principales (ACP) con rotación Varimax; sólo los factores mayores a 0.6 se consideraron en el ACP. Se usó el programa STATISTICA 8 para el análisis estadístico.

 

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Efectos de las prácticas agrícolas en la materia orgánica edáfica (MOS) y las propiedades bioquímicas edáficas

Los contenidos de COS y Nt fueron bajos en todos los manejos (de 0.7 mg C g–1 en Td a 4.4 mg g–1 en To; y de 0.15 mg N g–1 en Td a O.53 mg N g–1 en To; Cuadro 2), lo cual es característico en este tipo de sustratos volcánicos endurecidos (Etchevers et al, 1992; Báez et al, 2002). Los mayores valores se observaron con los manejos To (con abonos orgánicos) y Tm (con fertilizantes en mayores cantidades que en el Tt y con residuos de cosecha). Esto se debe principalmente a la humificación de los restos orgánicos y estiércoles añadidos al suelo (Etchevers et al., 1992; Alvarez et al., 2000). Los contenidos de COS y Nt no aumentaron al mismo ritmo con el Tt debido al excesivo laboreo, la baja adición de fertilizantes y la extracción de residuos de cosecha. En cuatro años, los tepetates recientemente roturados manejados con Ro incrementaron más intensamente los valores de estas variables que en los tepetates sin cultivar (Tv y Td). Resultados similares para estos sustratos fueron reportados por Etchevers y Brito (1997) y Báez et al. (2002). Según Alvarez et al. (2000), la adición de estiércol bovino y compost a tepetates recientemente incorporados a la agricultura aumenta la actividad microbiana. Los menores valores de COS se encontraron en Td y de Nt en Td y Tv, debido a que son sustratos endurecidos que no recibieron aportes significativos de residuos orgánicos.

Hubo un efecto positivo de los manejos y los años de cultivo sobre el C–BM, siendo significativamente mayor en las parcelas con mayor contenido de COS (147 y 131 ug g–1 en To y Tm). Los bajos valores de C–BM y N–BM en Td (74 y 4 ug g–1 ) se interpretan como una respuesta de las comunidades microbianas al estrés ambiental (Langer y Gunther, 2001). El manejo con mayor fertilización (Tm) aumentó significativamente el N–BMS en comparación con el tradicional (Tt); por tanto, hay una relación directa entre la fertilización y el aumento del N–BM, ya que la fertilización aumenta la producción de biomasa aérea y radical de los cultivos y, con ello, los retornos de C y N orgánicos al suelo, que son el sustrato para la población microbiana. En las parcelas cultivadas la RS fue significativamente más alta en los manejos mejorado y orgánico (Tm, To y Ro) que en los tradicionales (Tt y Rt); existiendo mayor contenido de COS en los primeros, dado que los residuos orgánicos mantienen la actividad microbiana. El Nm fue significativamente más alto en To y Tm (12.3 y 11.6 ug g–1); en el primero se atribuyó a la presencia de altos niveles de COS y, por consiguiente, a una mayor actividad microbiana con este tratamiento, mientras que en el segundo se debió a la descomposición rápida de los residuos de cosecha aplicados con este manejo.

Variables bioquímicas como potenciales indicadores tempranos de calidad del suelo

La actividad DHa es considerada un indicador del metabolismo microbiano edáfico. Los mayores valores se encontraron con el To (122 ug TPF g–1 h–1). Las enmiendas orgánicas normalmente estimulan la actividad enzimática edáfica (Marcóte et al., 2001). La menor actividad DHa se obtuvo en los tepetates sin cultivar (Tv y Td) y en las parcelas roturadas manejadas con el sistema tradicional (Rt). Tanto las parcelas Tv y Td como las Rt tuvieron escaso contenido de MOS, indicando también baja presencia de microorganismos asociados (García et al., 1997). La AAr fue significativamente mayor en los tratamientos orgánicos To y Ro (0.65 y 0.63 ug NH4–N g–1 h–1), lo cual refleja la mayor capacidad de amonificación de los tepetates manejados con estos dos tratamientos, que contrasta con la nula AAr de los tepetates sin cultivar (Tv y Td). González et al. (2007) mencionaron que la AAr es un buen indicador de los procesos microbianos en suelos cultivados con diferentes manejos.

Los mayores valores de GLa con To y Tm (62 y 55 µg PNP g–1 h–1) se explican por un enriquecimiento del suelo con materiales frescos de naturaleza celulolítica, que actúan como sustrato para esta enzima (Caravaca et al., 2002). Similarmente a lo reportado por Pascual et al. (2000) y Kanchike–rimath y Singh (2001), la actividad PHa fue significativamente mayor con To y Tm (2088 y 1948 µg PNP g–1 h–1), indicando una mayor presencia de compuestos orgánicos de P con estos tratamientos. La mayor actividad URa y PRa con To (21 µg NH4–N g–1 h–1 y 50 µg tirosina g1 h1) se debe a la mayor disponibilidad de compuestos orgánicos de N. Las actividades de estas enzimas aumentan con la fertilización orgánica (Pascual et al., 2000) y después de agregar estiércol animal (Kandeler y Eder, 1993).

Por tanto, el efecto de las prácticas de manejo en la inducción de una mayor actividad enzimática en el tepetate puede atribuirse al rizodepósito de sustancias orgánicas por plantas cultivadas y a la mayor disponibilidad de compuestos orgánicos (resultantes de la incorporación de cobertura vegetal y de insumos orgánicos añadidos con los años de cultivo).

Índices metabólicos

El cociente qCO2, que refleja el estado fisiológico de los microorganismos edáficos (Anderson y Domsch, 1993), mostró poca variación entre los tepetates sometidos a los tres tratamientos descritos (entre 3.2 y 4.0 ug C–CO2 h–1 /ug C–BM x 10–3). Los menores valores se encontraron en los tepetates sin cultivar y los mayores en los cultivados (Cuadro 2). En estos últimos existirían, en consecuencia, mayor cantidad de sustratos usados para satisfacer la demanda energética de la microflora edáfica (Joergensen y Scheu, 1999).

El cociente CmicCorg, que refleja la disponibilidad del sustrato para los microorganismos (Joergensen y Scheu, 1999), varió entre 3–1 y 9–5 %. Los mayores y menores valores se obtuvieron en los tepetates sin cultivar (Td y Tv) y cultivados durante más tiempo (Tt, Tm y To). En los primeros se atribuye a su bajo contenido de COS, el cual aumenta con los años de cultivo. A pesar de que esta variable es uno de los índices más sensibles a las prácticas de manejo edáfico (Saviozzi et al., 2001), en los tepetates cultivados más antiguos no se presentaron diferencias significativas entre los tratamientos.

El cociente Qmin fue significativamente mayor en los tepetates sin cultivar (Td yTv) (7–4 y 5–9 mg C–CO2 g–1 COS d–1), disminuyó en las parcelas recientemente roturadas (Rt y Ro) y alcanzó valores significativamente más bajos en las parcelas cultivadas por más tiempo (Tt, Tm y To). Ello indica que la tasa de mineralización decreció con los años de cultivo, independientemente del manejo, lo cual favoreció la acumulación de MOS.

Interrelación de las variables químicas y bioquímicas

Se observaron elevadas correlaciones significativas entre las variables estudiadas, lo cual significa una alta interrelación entre los procesos bioquímicos en estos sustratos (Cuadro 3). Hubo una correlación positiva entre COS, Nt, C–BM, N–BM, RS y Nm, similar a la reportada por Masciandaro y Ceccanti (1999) y Goyal et al. (2000); de aquí se deduce que el COS y el Nt son los factores determinantes del tamaño y la actividad microbiana. Goyal et al. (2000) y Wang et al. (2003) indicaron que la disponibilidad de sustrato (en este caso el COS) es el principal determinante de la BM y la RS. La correlación positiva entre la RS y la BM indica que la primera puede considerarse un indicador apropiado de la cantidad de BM afectada por los manejos agronómicos aplicados.

La DHa tuvo alta correlación positiva con las demás variables, sugiriendo que es un buen indicador de la actividad y BM del suelo. Se obtuvo una alta correlación entre AAr y DHa, que se explica por la liberación de amoniaco a partir de la arginina debido a la actividad microbiana (Alef y Kleiner, 1987). También hubo una alta correlación entre todas las hidrolasas (URa, PRa, GLa y PHa), lo que sugiere un equilibrio entre los ciclos de los principales nutrientes. Estas actividades enzimáticas mostraron igualmente una buena correlación con las diferentes formas de C y N (COS, Nt, BM, RS y Nm).

El qCO2 se correlacionó positivamente con las demás variables bioquímicas, mientras que el QmicCorg y el Qmin tuvieron una correlación negativa con las otras variables. La elevada correlación del qCO2 con COS, C–BMS y RS indica que la respiración por unidad de BM es mayor en los tepetates que tienen un mayor contenido de C fácilmente degradable.

Para lograr una adecuada descripción de la calidad edáfica se considera más útil la máxima integración posible de propiedades químicas y bioquímicas que el análisis individual de estas variables (Insam y Domsch, 1988). Con este propósito se efectuó un ACP que permitiese describir un modelo de las relaciones entre variables edáficas individuales para extraer factores comunes responsables de la variación total.

Los dos primeros componentes principales (CP) definieron 86.4 % de la variación total de las propiedades examinadas (Cuadro 4). El primer CP (CP1; indicador de disponibilidad energética para los microbios edáficos) explicó 60.1 % de la variación total y está conformado por las variables COS, Nt, C–BM, N–BM, DHa, GLa, PHa, URa, PRa y qCO2 (relacionadas positivamente) y por dos variables correlacionadas negativamente con todas las anteriores (CmicCorg y Qmin). El segundo CP (CP2; indicador de disponibilidad nitrogenada) explicó 16.3 % de la variación total y está constituido por las variables RS, Nm y AAr.

Las ordenadas X–Y de los valores de los factores de los dos CP reflejan la distribución de los manejos en base a las variables consideradas (Figura 1). El manejo To se encuentra entre el área de influencia de las variables del CPl interrelacionadas positivamente (que hacen referencia al COS y a la actividad microbiana que participan en su mineralización) y las variables del CP2 (que expresan la mineralización de la MOS y la actividad microbiana que libera N asimilable). El manejo Tm está en el área de influencia de las variables del CPl interrelacionadas positivamente; mientras que el Ro está influenciado por las variables del CP2. El manejo Rt y los tepetates Tv y Td carecen de energía y de N asimilable, mientras que el manejo Tt tiene limitado el suministro de N, lo que reduce su productividad.

Por tanto, los manejos situados en el primer cuadrante de la Figura 1 (Tm, To y Ro) serían los más adecuados, dado que las variables bioquímicas responden positivamente a estos manejos y, por ello, los tepetates cultivados con estos tratamientos tenderían hacia una mejor calidad edáfica. El manejo Tt muestra deficiencia de nitrógeno que limita su producción y un incremento sostenido de MOS.

 

CONCLUSIONES

El adecuado cultivo de los tepetates, mediante un manejo orgánico o una correcta fertilización con cobertura de residuos de cosecha, conduce a un incremento en los contenidos del carbono orgánico y nitrógeno total que conlleva a una mejora de las propiedades bioquímicas de dichos sustratos a corto plazo. Cuatro años de manejos orgánico o mejorado fueron suficientes para producir un aumento significativo del contenido la materia orgánica de los tepetates, mostrando un efecto positivo en la recuperación de estos sustratos.

Las variables bioquímicas edáficas (biomasa microbiana, respiración basal y actividades enzimáticas) fueron buenos indicadores de calidad de los tepetates manejados con diferentes prácticas agrícolas. Estas variables aumentaron con los años de cultivo, sobre todo con los tratamientos orgánico y mejorado, lo que sugiere una activa transformación bioquímica de los materiales orgánicos aportados con los abonos o residuos de cosecha.

El análisis de componentes principales fue una herramienta útil para integrar variables bioquímicas y evaluaron los efectos del manejo edáfico sobre la calidad de estos sustratos cultivados.

 

AGRADECIMIENTOS

Los autores agradecen a la Unión Europea la financiación del Proyecto REVOLSO (Programa INCO) y al Ministerio Español de Educación y Ciencia la ayuda complementaria.

 

LITERATURA CITADA

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