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América Latina en la historia económica

versão On-line ISSN 2007-3496versão impressa ISSN 1405-2253

Am. Lat. Hist. Econ  no.23 México Jan./Jun. 2005

 

Artículos

 

Sacando la nuez de la cáscara: los archivos de empresa como fuente para la historia. Mi experiencia en los archivos de la CIVSA, la CIDOSA y la Fundidora Monterrey

 

Aurora Gómez-Galvarriato*

 

* CIDE. Agradezco los valiosos comentarios que aportaron a este trabajo los dictaminadores anónimos de esta revista.

 

¿Por qué son valiosos los archivos de empresa? ¿Qué historias podemos hacer a partir de los archivos de empresa? ¿Qué tipo de documentos encontramos en los archivos de empresa? ¿Cómo podemos aprovecharlos? ¿Cómo podemos rescatarlos y preservarlos? Mi artículo tratará de dar algunas respuestas a estas preguntas a partir de mi experiencia al trabajar con los archivos de tres empresas: la Compañía Industrial Veracruzana, S. A. (CNSA), la Compañía Industrial de Orizaba, S. A. (CIDOSA)1 y la Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, S. A. (Fundidora Monterrey).2

 

La continuidad de los archivos de empresa y su valor para la historia

Las grandes rupturas históricas que vivió México a lo largo de los siglos XIX y XX hacen difícil encontrar instituciones (organismos diría North) de larga duración que hayan preservado documentos de forma continua durante largos periodos dentro de estos dos siglos. Algunas de estas instituciones son las empresas privadas, en cuyos archivos encontramos grandes madejas documentales continuas. En ellas, la historia se deja ver sin los abruptos cortes que nos impone la consulta de otro tipo de fuentes, como las gubernamentales o hemerográficas, que nos obligan como historiadores a cortar la historia de acuerdo con los ritmos de la política, ya que son generalmente las grandes rupturas políticas las que marcan el fin o el principio de una gran parte de las fuentes disponibles al historiador.

Los archivos empresariales nos permiten descubrir que la periodicidad que generalmente marca los ritmos de la historiografía nacional no necesariamente es la mejor para describir una gran cantidad de fenómenos, sociales, económicos, y hasta culturales y políticos. Además, en ellos podemos encontrar "los eslabones perdidos", "las piezas que faltaban", pues en ellos existe información para periodos que, por las convulsiones políticas del momento, existe gran escasez de información en otro tipo de fuentes. Este es el caso, por ejemplo, del periodo entre 1912 y 1925, una especie de dark age para la historia económica por la falta de información gubernamental y hemerográfica.

Asimismo, la continuidad de los archivos empresariales nos permite observar, valorar, analizar y describir los cambios y permanencias que las rupturas políticas pudieron significar y que es difícil, si no imposible, encontrar en otro tipo de fuentes. Puesto que cuando intentamos describir cambio o continuidad a partir de fuentes diversas que cambian justamente debido al proceso que intentamos valorar, es difícil distinguir si el cambio observado ocurrió en la realidad o si es producto del instrumento que utilizamos para observarla, es decir, la fuente que estamos estudiando.

 

Bailando con los archivos de empresa

Uso esta metáfora puesto que, a mi modo de ver, al hacer historia el historiador debe pensar en el archivo como su pareja de baile. Elegimos con quién queremos bailar, elegimos la orquesta, el ritmo e incluso la melodía, pero una vez que nos metemos al archivo, hay que saber entender a la pareja, acoplarse a ella, hay que saber llevar y dejarse llevar, o el baile sale terrible. Al decir esto no estoy sugiriendo que el papel del historiador ha de ser o puede ser pasivo. El historiador se aproxima a un archivo con una propuesta teórico-metodológica, con una serie de preguntas que busca responder, con un conjunto de ideas y teorías que están detrás de esas preguntas y que lo llevan a escoger, descubrir y dar orden a la información con la que se va encontrando. El punto que quiero destacar es que, al igual que en el baile, existe un sutil equilibrio entre la propuesta con la que llegamos al archivo y lo que el archivo nos puede dar, que requiere para alcanzarlo de cierta flexibilidad intelectual, teórica, e incluso metodológica por parte del historiador.

Esto es cierto para todo tipo de fuente, sin embargo, me parece más claro cuando lo que se está estudiando es un archivo de empresa. Esto ocurre puesto que adentrarse en un archivo de empresa por lo general representa para el historiador una inversión de gran envergadura, a la que es difícil renunciar una vez entrado en materia. Esto en parte se debe a la precaria situación en que se encuentran los archivos empresariales en México. En mi caso, como fue en CIVSA y CIDOSA, había que empezar por ordenar un archivo, que en un principio no era más que una montaña de papel.3 Muchas veces se trata de archivos que no están clasificados, sobre los que es imposible saber de antemano qué información se acabará encontrando. Si bien existe una estructura similar entre los distintos archivos de empresa, dictada por las normas de contabilidad y de administración de las distintas épocas, cada empresa llevaba sus papeles de forma distinta imprimiendo en ello sus particularidades de gestión y organización. A esto se suma el hecho de que sólo una parte del conjunto de papeles de cada empresa logra sobrevivir al paso del tiempo y esto varía enormemente entre los distintos archivos.

Además, debido al tipo de acervo documental que representan los archivos de empresa, aproximarse a ellos requiere de un importante esfuerzo inicial, puesto que para comenzar a entender realmente lo que dicen los documentos en dichos archivos hay que hacer un trabajo sustantivo. En primer lugar es importante entender los principios básicos del negocio de que trata el archivo, si es una fábrica textil, por ejemplo, es necesario entender cómo se fabrica la tela. Además, es necesario adentrarse lo suficiente en el mundo de la empresa -su organigrama interno-, quiénes ejercían qué función y cuáles eran sus jerarquías, quiénes eran los proveedores, los clientes, etc., para comenzar a entender los documentos. Así pues, una vez que se decide bailar con un archivo empresarial, no es tan fácil cambiar de pareja de baile.

Entramos al archivo de empresa con nuestro proyecto de tesis, nuestras hipótesis, nuestras ideas y expectativas, pero como toda fuente, en los archivos empresariales vamos a encontrar información sorprendente e inesperada y vamos a no encontrar, tal vez, aquello que andábamos buscando. Cuando el historiador se aproxima a un archivo empresarial con preguntas demasiado estrechas, generalmente acaba desesperándose al no lograr darles respuesta, y dejando escurrir entre las manos pedazos de información que darían para contar historias de una gran riqueza. Sin embargo, si tenemos la suficiente flexibilidad, si sabemos bailar, además de divertimos, probablemente tengamos un buen resultado, mejor que nuestro proyecto original.

 

Las historias que los archivos de empresa nos permiten contar

Una vez dicho lo anterior, me atrevería a decir que a partir de los archivos empresariales podemos llegar a contar historias de los más diversos temas. Por supuesto son la fuente por excelencia para hacer historia de empresas (business history). En ellos podemos compenetrarnos en la historia del funcionamiento de la empresa, su organización, su forma de financiamiento, de toma de decisiones, su tecnología, su productividad, sus utilidades o pérdidas, la red comercial en la que se insertaba, su relación con sus trabajadores, con el gobierno y con otras empresas. También los archivos de empresa contienen rica información acerca de los empresarios que en ellas participaban o con quienes dichas empresas sostenían relaciones; sin embargo, generalmente la historia de los empresarios tiene que valerse de otras fuentes como acervo principal, puesto que en los archivos empresariales difícilmente encontraremos información biográfica y probablemente perderemos de vista facetas importante de personajes de los que los archivos de empresa nos mostrarán sólo una parte. Probablemente, por ejemplo, tenían otros negocios y actividades que no se dejarán ver en el archivo o los archivos de empresa que consultemos.

Los archivos de empresa son también una extraordinaria fuente para la historia económica. En este caso nuestra mirada a la economía a partir de los archivos de empresa nos permite observar las oportunidades y los problemas generales del entorno económico que están aprovechando o que están enfrentando día a día las empresas. Aquí hay que ser precavido en cuanto a la amplitud de la generalización que permite hacer la información que encontramos en los archivos de empresa, puesto que muchas veces hay que circunscribirla al sector o a la región de que se trata. Sin embargo, la información que encontramos es mucho más sólida, detallada, precisa y creíble que lo que podemos reconstruir a partir de las grandes estadísticas de cuyo origen y metodología generalmente sabemos muy poco. Los archivos de empresa rápidamente nos llevan a la conclusión a la que poco a poco va llegando la historia en su conjunto: es muy difícil pensar que existe una historia nacional homogénea, sobre todo cuando nos referimos al siglo XIX y principios del XX y cuando nos salimos del campo de lo político. Tal vez es por eso que existe una enorme compatibilidad entre la historia regional y los archivos de empresa.

Asimismo, a partir de los archivos de empresa es posible reconstruir series cuantitativas sobre precios,4 salarios, tasas de interés, utilidades, productividad, competitividad internacional, imposibles de reconstruir para largos periodos de la historia de México a partir de otras fuentes.

En los archivos de empresa también he encontrado piezas fundamentales para la historia social. El nacimiento y funcionamiento de los pueblos de compañía, las migraciones de trabajadores, empleados y empresarios, el nacimiento y desarrollo del movimiento obrero, los orígenes de un sistema de salud pública, las primeras escuelas para obreros, las primeras cooperativas obreras, el funcionamiento de las tiendas de raya, la vivienda obrera, el deporte y los pasatiempos entre la población trabajadora y entre los empleados de cuello blanco, su religiosidad, son temas que me han saltado por sorpresa al revisar los papeles de las empresas. Además la perspectiva desde la cual los podemos observar en estos archivos, totalmente a nivel del piso, pragmática y factual creo que seña difícil de encontrar en otras fuentes documentales.

Es incluso posible hacer historia cultural y de las ideas a partir de los archivos de empresa. En la correspondencia que guardan las empresas, así como en sus actas del consejo se trasluce, de una forma difícilmente equiparable, la fauna de pensar -la ideología, los miedos, los mitos-de los dueños de las empresas, sus gerentes y empleados, presidentes municipales, jefes políticos, funcionarios públicos y otros gobernantes, trabajadores y comerciantes, entre otros. Sin embargo, particularmente en este tipo de temas, en los archivos de empresa se trata de encontrar, no de buscar.

En los archivos de empresa también están escondidas historias aún sin contar sobre la historia política. En mi experiencia, en los archivos empresariales se encuentran piezas importantes sobre la relación entre empresas y gobierno, empresas y trabajadores, trabajadores y gobierno, empresas y ciudadanos, y empresas y trabajadores con otros actores políticos, revolucionarios por ejemplo. Estas historias algunas veces son de trascendencia para la historia "nacional" como en el caso de episodios como la matanza de Río Blanco, en muchos otros nos dejan ver aspectos de la política local, municipal, estatal o regional, que difícilmente se pueden encontrar en otras fuentes.

Vale la pena indicar que no hay mejor complemento para hacer estas historias a partir del archivo de empresas, que los archivos de sindicato, que eran muchas veces sindicatos de empresa. Acervos que, al igual que la mayor parte de los archivos de empresa en este país, se encuentran en vías de extinción.

 

Los documentos que encontramos en los archivos de empresa

Dependiendo de la suerte que tengamos, los archivos de empresa pueden estar más o menos completos. Esto depende del azar, de la disponibilidad de espacio en las empresas para guardar papeles, de si han sido o no depurados, de si a alguien le ha preocupado preservarlos.

Lo que más comúnmente podemos encontrar en un archivo de empresa, si se trata de una Sociedad Anónima, son la Actas de la Asamblea General. En ellas encontramos un recuento anual del devenir de la empresa así como los balances generales y estados de resultados anuales de la misma.5 No se trata de información muy detallada, pero si tenemos la suerte de encontrarlos para varios años, podemos ya, sólo a partir de esta información, tener una buena idea de quiénes fueron sus socios, cómo se financió la empresa, cuáles fueron sus principales problemas, y cómo le fue en términos de utilidades o pérdidas en el periodo estudiado. En el caso de empresas como Fundidora, sus Actas de la Asamblea General son particularmente informativas, dándonos información sobre su producción e incluso sus costos y competitividad internacional. 6

Cuando encontramos además las Actas del Consejo de Administración podemos ir un paso más allá en el detalle del devenir de la empresa. Estos informes son generalmente semanales, así que con ellos el nivel de profundidad sobre los problemas y oportunidades, la estrategia y organización empresarial, la relación de la empresa con otros actores, entre otros asuntos, aumenta considerablemente. Si tenemos suerte, encontraremos muchas veces como anexo de estas Actas informes sobre producción, ventas, clientes y precios, que nos ayudan mucho a reconstruir lo que ocurría en la empresa.

Generalmente también he encontrado en libros copiadores de cartas, o en fólders con cartas sueltas, la correspondencia que sostenía la empresa con todo tipo de personas: clientes, proveedores, bancos, sindicatos, gobernantes, entre otros, que son una fuente valiosísima de información. De esta correspondencia pude conseguir, por ejemplo, datos sobre el tipo de maquinaria que compraron las empresas, su costo, y su costo de transporte de Inglaterra a México. Así como buena parte de las controversias con los sindicatos, y con los gobiernos locales y estatales.

En el caso de CNSA y CIDOSA existe también una correspondencia diaria entre los gerentes de las fábricas y el consejo de administración en la ciudad de México. Esta correspondencia, generalmente identificada por grandes rubros: Ventas, Algodón, Operarios ... , complementa de forma extraordinaria lo que indican las Actas del Consejo. Sin embargo, por hablar de temas cotidianos, conocidos por quien escribe y lee esas cartas, no significarán mucho para el historiador a menos que tenga ya una muy buena idea de la operación de la empresa. Dentro de la correspondencia pueden existir algunos expedientes realmente jugosos, como aquellos clasificados de "correspondencia privada" que he encontrado para el caso de CNSA, entre gerentes y consejo de administración o entre el consejo de administración y el Comité Consultivo de París, que en el caso de CNSA y CIDOSA eran los verdaderos dueños de las empresas, ya radicados en Francia.

Otra fuente valiosísima son las listas de raya. Éstas expresan la nómina semanal de las empresas, y su información es una veta que puede ser explotada desde cientos de perspectivas distintas. En ellas se encuentra el nombre, puesto, salario y descuentos al mismo (por multas, tienda de raya, vivienda, luz) de cada uno de los trabajadores. En el caso de CNSA usé esa información para conocer cómo cambió el salario real de los trabajadores de 1900 a 1930, para conocer los cambios en productividad de los trabajadores, con cuántas máquinas operaban, cuánto producían, para conocer diferencias salariales entre distintos puestos, para tener alguna información sobre permanencia en el trabajo. Pero muchos más trabajos pueden hacerse utilizando esta información. Eso sí, es tanta información que resulta un tanto avasalladora, y hay que ingeniar estrategias para poder utilizarla.

Están también los libros propiamente contables. Los libros de mayor, de diario, de costos, los libros de inventarios, las listas de precios. En este caso, para encajarles el diente hay que estudiar un poco de contabilidad, pero nada demasiado sofisticado. Hay que conocer las reglas básicas del debe y el haber y la jerarquía entre los libros contables. Ninguno me resultó superfluo. Sin embargo, su utilidad aparece cuando uno tiene preguntas concretas que surgen después de haber estudiado los balances generales, los estados de ganancias y pérdidas, las actas generales y del consejo y la correspondencia.

En los libros de mayor encontré con qué bancos operaban las empresas, cuánto gastaban en nómina, y quiénes eran sus principales clientes. Los libros de diario me ayudaron a entender cómo le hicieron las empresas para sobrellevar el caos monetario durante la revolución, ya que en ellos llevaban las cuentas en doble columna, una en el billete que prevalecía en el momento y otra en pesos oro, lo que fue como una piedra Rosetta para descifrar la paridad entre las distintas monedas y su periodicidad. Esto ayudó a descifrar, por ejemplo, lo que ocurrió con los salarios en ese periodo. A partir de los libros de inventarios pude conocer qué maquinaria fueron adquiriendo y cuándo, así como los precios de muchos de sus insumas y productos. En fin, a pesar de lo poco hospitalarios que parecen en un principio, los libros contables ofrecen un banquete suculento.

 

Los archivos empresariales: un animal en vías de extinción

Al igual que los archivos de sindicato, los archivos de empresa son en México animales en vías de extinción. Esta situación es particularmente seria a partir de la apertura comercial, que ha afectado enormemente la estructura empresarial de nuestro país, eliminando muchas empresas longevas o implicando cambios radicales en cuanto a sus propietarios. Al morir las empresas, generalmente con ellas mueren también sus archivos.

Un cambio de propietario de la empresa pone generalmente a los archivos en serio peligro, pues implica reestructuraciones y modernizaciones, que muchas veces por cuestión de espacio y "eficiencia" implican la destrucción de los archivos. Es posible también que los nuevos dueños tengan menos apego a los papeles viejos, y les den menor importancia que los anteriores propietarios. Es común el desconocimiento por parte de los empresarios y gerentes sobre el valor de los papeles viejos, por lo que no consideren que valdría la pena preservarlos. Asimismo, es posible que consideren que en esos papeles pueden aparecer cuestiones problemáticas en torno a sus empresas, por lo que restrinjan su uso de forma tajante.7 Incluso esta preocupación puede llevarlos a que más allá de preservarlos, piensen que puede valer la pena destruirlos y quitarse de problemas (tal es el caso de CIDOSA, en la que muchos papeles fueron quemados, o el caso de Fundidora, en la que todo lo referente a cuestiones obreras fue "depurado"). Afortunadamente algunos propietarios o antiguos funcionarios de algunas empresas, reconociendo el valor de los archivos empresariales, han logrado preservarlos de forma personal.8 Sin embargo hace falta un esfuerzo institucional que permita localizarlos en archivos públicos que permitan un acceso más amplio y su preservación a largo plazo.

Al morir la empresa muere también su sindicato, si no es que lo hizo antes, así que este tipo de archivos corre la misma suerte que los de las empresas. Aquellas que no han muerto aún (como la CIVSA) subsisten con tal precariedad que sus responsables no tienen los recursos para preservar sus archivos decorosamente.

El problema radica en que un bien de alto valor público -pues como he dicho son fuentes irrecuperables y de gran valor para la historia-está en manos privadas, y sus propietarios desconocen su valor. Estos acervos tienen incluso un valor monetario considerable, pues más de una universidad estadunidense estaría dispuesta a comprarlos. Sin embargo, en muchos casos se desconoce su existencia, salvo por algunos empleados de la empresa, y su manejo representa costos muy altos. Son voluminosos, están aventados sin clasificación alguna en bodegas (como en CIVSA o en CIDOSA) y requieren una importante labor especializada de depuración. Además los archivos nacionales, estatales y municipales carecen de recursos y muchas veces de espacio para hacerse cargo del problema. El INAR, que a veces hace algo por preservar monumentos históricos, al no existir la regulación necesaria, carece de dientes para actuar sobre empresarios empeñados en transformar sus viejas fábricas en nuevos espacios productivos y, si no puede rescatar edificios, mucho menos fuentes documentales.

Más allá del pesimismo que produjo en mí el tratar de rescatar sin éxito algunos archivos, como fue el caso de CIDOSA, creo que algo podemos hacer. Se trata de difundir la importancia de los archivos de empresa, y yo agregaría de sindicato, para la historia de México.9 Si de alguna manera podemos hacer ver a los empresarios principalmente pero también al gobierno, los directores de los archivos, de las bibliotecas, del INAR, y a quienes les otorgan sus presupuestos, la importancia de salvaguardar estos archivos, algo estamos haciendo. Es importante comunicar a los empresarios que en sus archivos se encuentran las fuentes para hacer historias que pueden servirles para difundir el valor que la labor empresarial tiene para el desarrollo de México. Así como diseñar esquemas para facilitarles la preservación de sus archivos, labor en la que, por ejemplo, la Asociación de Archivos Privados ha llevado a cabo una labor trascendente. Cabe destacar también la labor que ha llevado a cabo la Universidad Iberoamericana en sus campus tanto de la ciudad de México como de Coahuila en la preservación de archivos empresariales, dándoles un espacio en sus propias bibliotecas y archivos.

Asimismo es fundamental hacer a otros historiadores conscientes de las ricas vetas de información que en este tipo de archivos se pueden encontrar, pues somos los historiadores quienes más interés podemos tener en descubrir y utilizar estos archivos, mostrando así el valor que en ellos se encuentra, así como de velar por su preservación. Finalmente, con un toque de optimismo, diría que las nuevas tecnologías nos pueden ayudar a hacer menos costoso salvar la información de los archivos de empresa, puesto que digitalizando los documentos -hoy en día algo muy accesible gracias a nuevas cámaras fotográficas digitales-hacemos viable su conservación. Sin embargo, esto requiere una inversión que debemos ser capaces de mostrar que es redituable realizar, tanto para las empresas como para el país. En otras naciones esto ha sido posible, no veo por qué no lo sería en México.

 

Bibliografía

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Gómez-Galvarriato Freer, Aurora, "El primer impulso industrializador en México. El caso de Fundidora Monterrey", tesis de licenciatura en Economía, México, ITAM,1990.         [ Links ]

----------, "The Impact of Revolution: Business and Labor in the Mexican Textile Industry, Orizaba, Veracruz 1900-1930", tesis de doctorado, Cambridge, Harvard University, 1999.         [ Links ]

---------- y Aldo Musacchio, "Un nuevo índice de precios para México, 1886-1929", El Trimestre Económico, vol. LXVII (1), núm. 265, enero-marzo de 2000, pp. 47-91.         [ Links ]

Gómez-Galvarriato Freer, Aurora y Bernardo García Díaz, "La industria textil del valle de Orizaba y sus trabajadores: fuentes locales para su estudio", América Latina en la Historia Económica. Boletín de Fuentes, Manufactura e Industria Textil, vol. 4, julio-diciembre de 1995, pp. 59-75.         [ Links ]

Ortega Ridaura, Isabel, "Cervecería Cuauhtémoc: crecimiento y consolidación de una empresa cervecera" en Arnoldo Hernández Torres (comp.), Memoria X Encuentro de Historia Económica de México, vol. III, núm. 13, abril de 2002, pp. 161-179.         [ Links ]

 

Notas

1 Gómez-Galvarriato, "Impact", 1999.

2 Gómez-Galvarriato, "Primer", 1990.

3 Véase Gómez-Galvarriato y García, "Industria", 1995, pp. 59-75.

4 Véase, por ejemplo, Gómez-Galvarriato y Musacchio, "Nuevo", 2000, pp. 47-91.

5 Los archivos de las empresas CNSA y CIDOSA se encuentran localizados en las propias empresas en Ciudad Mendoza, Veracruz y en Río Blanco, Veracruz, respectivamente. Los papeles de la CNSA están relativamente bien organizados (los que van hasta 1950) en un área especial de la empresa, su consulta requiere la previa autorización de sus dueños, quienes son muy accesibles al respecto. El archivo cuenta con información bastante completa de la empresa. En cuanto a la ClDOSA, el archivo era hasta 1995 todavía más completo que el de la CNSA. Sin embargo, su organización quedó suspendida, y no sabemos hasta qué punto han sido preservados los documentos a partir de 1995. Su consulta requiere también de la autorización de su dueño, pero su accesibilidad ha sido muy limitada.

6 Estas se pueden encontrar en la Biblioteca del Banco de México, así como en el archivo de la empresa localizado en el Parque Fundidora, Monterrey, Nuevo León.

7 Éste es el caso del archivo de la Cervecería Cuauhtémoc, cuyo acceso ha sido severamente restringido. Una excepción fue la que ha permitido a Isabel Ortega Ridaura realizar algunos trabajos sobre la empresa. Véase Ortega, "Cervecería", 2002, pp. 161-179.

8 Tal es el caso por ejemplo de los papeles de la Cervecería Toluca y México que ha preservado la familia Pagés y que fueron fundamentales para un excelente estudio de dicha empresa. Véase Barrera, "Industrialización", 1999.

9 Ejemplo de esto son los archivos de los sindicatos de la CIVSA y la CIDOSA, que se encuentran en las oficinas sindicales de dichas empresas en Ciudad Mendoza y Río Blanco, Veracruz, respectivamente. Dada la difícil situación de dichos sindicatos en los últimos años, los archivos han sufrido difíciles mudanzas y corren el gran riesgo de desaparecer.

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