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Convergencia

versión On-line ISSN 2448-5799versión impresa ISSN 1405-1435

Convergencia vol.19 no.60 Toluca sep./dic. 2012

 

Artículos científicos

 

Trabajo y familia: ¿cómo se articula esta frágil relación?

 

Labor and family: how to articulate this fragile relationship?

 

Patricia Román-Reyes*, Mauricio Padrón-Innamorato**, Telésforo Ramírez-García***

 

*Centro de Investigación y Estudios Avanzados de la Población, Universidad Autónoma del Estado de México, México/promanreyes@yahoo.com.mx

**Instituto de Investigaciones Jurídicas, Universidad Nacional Autónoma de México, México/ mauriciopadron@gmail.com

***El Colegio de la Frontera Norte, México/ telex32@hotmail.com

 

Recepción: 07 de agosto de 2009.
Aprobación: 29 de enero de 2012.

 

Abstract

From a theoretical review on the concept of family in relation to the study of labor market, and by means of the performance and analysis of a series of interviews to family groups that develop his labor activity in micro-business, we propose to inquire into the link labor/family aiming at identifying how they articulate labor and family in their relation with labor market in a specific niche of it. Through the interviews we managed to recognize the workers in their differences and so better comprehend the sense and orientations that working with the family purchases so much for them and for all their domestic units.

Key words: labor, family, production, reproduction, survival.

 

Resumen

A partir de la revisión teórica del concepto de familia vinculada al estudio del mercado de trabajo, y mediante la realización y el análisis de una serie de entrevistas a grupos familiares que desarrollan su actividad laboral en micronegocios, se propone indagar en el vínculo trabajo/familia, buscando identificar cómo se articulan el trabajo y la familia en su relación con el mercado laboral en un nicho específico del mismo. A través de las entrevistas se pudo reconocer a los trabajadores en sus diferencias y con ello comprender mejor el sentido y orientaciones que el trabajo con la familia adquiere tanto para ellos como para todas sus unidades domésticas. De este modo, la principal aportación del documento está en analizar la díada producción/reproducción ampliamente debatida, traducida en unidad familiar y unidad laboral desde una perspectiva sociodemográfica.

Palabras clave: trabajo, familia, producción, reproducción, supervivencia.

 

Introducción

La unidad de análisis tradicional en el estudio del mercado de trabajo ha sido históricamente el individuo. Sin embargo, en el marco de los cambios y transformaciones que la dinámica laboral ha sufrido a lo largo de las últimas tres décadas, se ha insistido en la importancia de considerar a las personas en el marco de sus relaciones familiares, por lo que la familia se convirtió en la unidad de análisis principal en estudios de este tipo.

La importancia de la familia como unidad de análisis económico se basa en el supuesto de que es una entidad que toma decisiones conjuntas en lo relativo a la generación y asignación del ingreso. Por eso, esta posibilidad de acción hace que la familia se constituya como una unidad de fundamental relevancia en el estudio de las desigualdades de ingreso (Kuznets, 1978), aunque también en las investigaciones dirigidas a analizar las formas de su generación y obtención.

En este marco, el interés central del presente trabajo se enfoca en revisar las características y complejidades de la conceptualización y medición de la unidad familiar, en relación con la dinámica laboral, examinando la actividad laboral de los integrantes de diversos núcleos familiares en pequeños establecimientos en la Ciudad de México, y las repercusiones que su trabajo tiene sobre la vida familiar, así como el impacto de la dinámica familiar en las actividades laborales.

Así, el problema de investigación planteado se inscribe dentro del grupo de estudios que se ocupan de analizar las características y las implicaciones de la participación de la familia en la actividad económica, así como los efectos de dicha participación en el hogar. Desde esta perspectiva, el documento busca aportar elementos para dar respuestas a la siguiente inquietud; ¿La participación laboral de los miembros de la familia constituye una forma de producción que permite asegurar la reproducción, tanto de la unidad económica como del consumo y el abastecimiento de la unidad familiar?

La revisión inicia en la década de 1960 con las investigaciones que comienzan a estudiar la forma en que los cambios económicos y demográficos estaban configurando diferentes estructuras de oportunidades para los individuos, a fin de llegar a la discusión de hasta dónde las estrategias familiares empiezan a agotar sus posibilidades, en tanto que ya no otorgan una respuesta al problema de la sobrevivencia de las unidades familiares.

 

Entendiendo la familia a través de la dinámica laboral

El interés está en discutir el rol del trabajo como un elemento central en la vida familiar, teniendo en cuenta que el estudio de la participación en la actividad económica se enriquece al considerar a los individuos en el contexto de sus unidades domésticas (García y Pacheco, 2000).

Sobre el espacio de la familia y sobre las relaciones que en su interior se estructuran han influido e influyen continuamente cambios sociales de muy diversa índole, lo cual hace posible la generación de nuevas modalidades de organización del espacio familiar y doméstico (López, Salles y Tuirán, 2001).

Los hogares, en tanto relaciones sociales que operan sobre la demanda de bienes y servicios, la reproducción de la fuerza de trabajo y las relaciones de la vida cotidiana, no han quedado al margen de estos cambios ni del proceso de reestructuración económica ni de las crisis recesivas sufridas durante los últimos años en México. De hecho, múltiples evidencias1 indican que los efectos del contexto macroeconómico sobre este particular ámbito han generado como respuesta un componente importante del cambio social en los últimos años.

La importancia de la familia como unidad para el análisis económico se basa en el supuesto de que es una entidad que toma decisiones conjuntas en lo relativo a la generación y asignación del ingreso. Esta posibilidad de acción hace que la familia se constituya como una unidad de fundamental relevancia en el estudio de las desigualdades de ingreso (Kuznets, 1978).

Parafraseando a Rubalcava (2001), desde una perspectiva tanto socioeconómica como demográfica, los ingresos familiares son una alternativa de estudio para entender la adopción de estrategias para sobrevivir por parte de los grupos domésticos; al mismo tiempo que permiten conocer la utilización de los recursos familiares para generar los ingresos que exige su subsistencia.

En una muy importante proporción, el recurso principal para conseguir ingresos monetarios lo constituye la fuerza de trabajo de los miembros de la unidad familiar, quienes son los encargados de generar el ingreso familiar. Al respecto, García y Pacheco (2000) señalan que la mayoría de los individuos que conforman la sociedad mexicana organizan su manutención cotidiana y generacional de manera conjunta en sus hogares.

En este sentido, es necesario tener presente que las diferencias entre las formas consideradas por los hogares de proveerse de un ingreso van a variar en función de una serie de características entre las que no se pueden dejar de lado la dinámica, composición y organización de los hogares, así como los roles de género que desempeña cada uno de los miembros que los conforman (quiénes y cómo se encargan de las tareas que permiten la reproducción de la unidad dentro y fuera del hogar), ya que dichos factores ayudan a entender tanto los cambios en la generación y distribución del ingreso de los hogares como la desigualdad (Rubalcava, 2001).

Si se piensa que la división familiar del trabajo es "(...) un proceso social de distribución del trabajo en función del estatus familiar", indudablemente habrá efectos recíprocos de la esfera laboral sobre la vida familiar y a la inversa, creándose un vínculo indisoluble entre ambos fenómenos (Barrere-Maurisson, 1999:9).

Al tener en cuenta las relaciones entre la estructura y la organización de las unidades domésticas y los diversos trabajos que llevan a cabo sus integrantes, se está pensando en los individuos inmersos en dos esferas de acción al mismo tiempo: la familia y el trabajo. Esta concepción implica la necesidad de realizar un análisis que integre ambas esferas de actividad: la organización de la vida familiar conjuntamente con la dinámica de funcionamiento del ámbito laboral.

El estudio de los vínculos que el trabajo mantiene con la familia da cuenta de la estrecha superposición de las esferas del ámbito laboral y doméstico. Por ello, tanto el trabajo como la familia deben definirse de manera específica uno en relación con el otro; debido a que ésta se entiende indisociablemente por su relación con el trabajo, ya que es la familia el lugar donde se realiza una distribución obligada de las actividades laborales.

Su funcionamiento induce necesariamente a la negociación del trabajo entre sus integrantes, para asegurar la supervivencia de la unidad familiar, pues el mantenimiento de esta célula se constituye de tareas domésticas y de recursos provenientes del ejercicio laboral. La familia puede ser entonces entendida como la unidad de referencia que rige la distribución entre el trabajo y lo doméstico, permitiendo la regulación de ambos aspectos (Barrerre-Maurisson, 1999).2

Sin embargo, hay que tener en cuenta que las modalidades como se organiza esta distribución y las formas familiares con que se relaciona pueden ser diversas. Por eso es importante revisar someramente cómo se han dado los vínculos entre el ámbito familiar y el laboral y, fundamentalmente, cómo se han estudiado, con qué unidades de análisis, mediante qué metodologías, a qué resultados se ha arribado y de qué manera ha estado presente el análisis de la relación entre el trabajo y la familia.

 

Trabajo y familia: la articulación de dos dimensiones a través del tiempo

Durante los años cincuenta, caracterizados por un precipitado proceso de urbanización y fuertes cambios en la estructura económica, temas como el análisis y comprensión de los procesos macroestructurales dominaban el ámbito de atención académica. Los temas de análisis destacados en este periodo tenían que ver con el dinamismo y las características del empleo industrial, los cambios en las formas de organización de la producción, la expansión y heterogeneidad del sector terciario y la migración (García y Oliveira, 1998).

A finales de los sesenta se comenzó a estudiar la forma en que los cambios económicos y demográficos estaban configurando diferentes estructuras de oportunidades para los individuos. Asimismo, varios estudios comenzaron a incorporar la inquietud por las características de las familias y la influencia de las relaciones de parentesco en la adquisición de un empleo y en el éxito ocupacional, mediante el análisis de variables como los patrones de movilidad social y el origen social (García y Oliveira, 1998).

En los años setenta sobresalió el estudio de la migración hacia las áreas metropolitanas del país y cómo este fenómeno se interrelacionaba con las transformaciones acaecidas en los mercados de trabajo, así como en la estructura ocupacional. De entre los múltiples estudios realizados en este contexto,3 los resultados más destacados señalan que las redes de relaciones entre familiares y amigos son fundamentales en el proceso de adaptación al lugar de destino de los migrantes, situación que llegó a desmitificar el hecho de que la migración de los miembros del hogar era una decisión tomada exclusivamente por los propios migrantes. Estos estudios evidenciaron que los rasgos y características de las familias de origen están presentes como condicionantes de la migración, la escolaridad y la ocupación de los individuos (García y Oliveira, 1998).

Si bien en los estudios aún la familia no se constituye en un objetivo central en la investigación sobre los mercados laborales, fueron importantes antecedentes para entender el énfasis concedido posteriormente a las familias, como unidades de análisis en los procesos de formación de la oferta de trabajo.

Durante los últimos años de la década de 1970, el agotamiento del modelo de desarrollo (basado en la industrialización por sustitución de importaciones) comenzó a hacerse cada vez más evidente en América Latina. En este contexto se hizo manifiesta la limitación de una concepción del comportamiento sociodemográfico basado únicamente en agregados de individuos aislados, por lo que se buscó recuperar elementos como los modos de producción, las clases sociales, el conflicto, la forma de poder entender la reproducción de la población y de la fuerza de trabajo como una parte de la reproducción de la sociedad en su conjunto. Comenzó a enfatizarse el plano de las estructuras, el interés en los grupos sociales y en sus ámbitos de interacción y su influencia sobre el comportamiento demográfico (García y Oliveira, 1998).

Es así como surge clara y explícitamente el interés por la unidad doméstica y por la familia, entendidas como lugares donde los individuos organizan su reproducción cotidiana y generacional, y donde tiene lugar la socialización de los nuevos miembros y el reforzamiento de los significados y motivaciones que fundamentan las actividades del grupo (García y Oliveira, 1998).

También en relación con los mercados de trabajo, se volvió más perceptible que la dinámica económica no hacía más que destacar la importancia de las redes y características familiares en la manutención de los individuos. La investigación sobre mercado de trabajo desde esta óptica "(...) trata de analizar cómo la participación de hombres y mujeres en la actividad económica se ve afectada por el hecho de que viven la mayoría de las veces en familias y organizan su manutención de forma conjunta. La pertenencia a un hogar implica compartir una experiencia de vida común, encontrar múltiples estímulos u obstáculos a la acción individual" (García, Muñoz y Oliveira, 1989: 85).

En la misma línea de análisis, otros autores más enfáticamente señalan que "(.) la supervivencia de los individuos depende en gran medida de la unidad doméstica, pues constituye la principal defensa frente a la desocupación, el ingreso personal insuficiente, la vejez o la enfermedad" (Margulis, Rendón y Pedrero, 1981: 298).

En el periodo de los noventa y con la continuidad y agudización de los problemas económicos del país, algunos autores plantean que las estrategias familiares están comenzando a agotar sus posibilidades, en tanto ya no otorgan una respuesta al problema de la sobrevivencia de las unidades familiares (García y Pacheco, 2000).

A partir de este momento empezó a evidenciarse que la mayor participación de las esposas en los mercados de trabajo, no sólo no constituyó una respuesta de los hogares con ingresos más bajos, sino que también se extendió a unidades domésticas de sectores medios con mano de obra escolarizada (García y Pacheco, 2000). El incremento de la participación en el mercado de trabajo de las esposas se ha asociado con la ampliación de las oportunidades de empleo para algunas mujeres con mayor escolaridad, con el descenso de la fecundidad y especialmente con la respuesta que adoptaron muchas mujeres para enfrentar el descenso en sus niveles de vida.

El análisis de la familia y el trabajo en esta discusión implica la vinculación de dos unidades: la doméstica y la laboral, e implica también la articulación de los individuos en los diferentes papeles que asumen y de las relaciones sociales que entre ellos establecen. Desde una postura weberiana, una relación social es una conducta que implica al otro, en tanto que va más allá de la conducta del otro, y descansa en la posibilidad de que se actuará socialmente en un sentido esperado. De esta forma, en sus relaciones sociales las personas orientan sus acciones fundamentalmente por tres motivos: el hábito o las normas, las emociones y los sentimientos, es decir, lo subjetivo, y las metas o la racionalidad, que integran, entre otros, las expectativas y la adquisición de recursos y medios (Weber, 1996).

En esta orientación de la acción, los individuos necesitan considerar a los demás para interactuar y relacionarse; requieren negociar su participación tanto al interior de la familia de la que forman parte como fuera de ella. Y esa negociación trae consigo el ejercicio del poder y de la autoridad, y el establecimiento de distintas jerarquías en todos los ámbitos en los cuales los individuos se relacionen.

Al interior de la familia, como grupo económico, existe una necesaria división y diferenciación de tareas que logra la reciprocidad y la dependencia entre sus miembros. Es válido preguntarse si esta división de actividades se asocia a la subordinación de un sexo en función del otro; ¿de qué forma se construyen y validan las jerarquías en la familia?, ¿mediante qué mecanismos se establece la división de tareas? (Lévi-Strauss, 1985).

 

Las entrevistas como herramienta de aproximación al vínculo entre el trabajo y la familia

La entrevista es un acercamiento a la figura del individuo como un actor que desempeña, dramatizándolo, un cierto modelo de rol social. Y este desempeño, a la vez que dramatización de un código, es una idealización, pues tiende a moldear un desempeño según la forma ideal del rol pertinente. De este modo, cuando un individuo se presenta ante otros, su desempeño tenderá a incorporar y a ejemplificar los valores que espera sean atendidos por la sociedad de su grupo de referencia (Ortiz, 1994).

La entrevista, entonces, tiende a producir una expresión individual; pero precisamente porque esta individualidad es una individualidad socializada por una mentalidad cotidiana estructurada por habitus lingüísticos y sociales, como por estilos de vida, en cuanto formaciones y validaciones específicas de la conducta realizadas dentro de los grupos (Ortiz, 1994).

 

La pauta de entrevista

Mediante las entrevistas se han buscado los significados e interpretaciones que los individuos atribuyen a sus experiencias como miembros de una familia y al mismo tiempo como integrantes de una unidad económica. Las entrevistas, como técnicas de recolección de información, han permitido el acercamiento a los individuos que viven una realidad de interacción entre dos espacios fundamentales de sus vidas: la familia y el trabajo, recuperando la diversidad de formas como esa experiencia es vivida.

En las entrevistas se han considerado informantes a las personas que cumplían con los siguientes requisitos:

• Conocimiento sobre la organización y administración de la dinámica de funcionamiento del hogar, la persona que conozca quiénes y con cuánto contribuyen a los gastos de la unidad doméstica y en qué se gasta el dinero.

• Conocimiento sobre la organización y administración de las actividades que se llevan a cabo en el establecimiento.

La guía de entrevista está conformada por ocho apartados básicos:

1. Características sociodemográficas. Tiene como objetivo explorar en las características sociodemográficas del grupo familiar del(a) propietario(a) del establecimiento, con el objetivo de contar con el perfil de los individuos y de la familia.

2. La familia y el hogar. Busca explorar en características como el tamaño, la composición y estructura del hogar de los(as) propietarios(as) de los micronegocios.

3. La dinámica de la unida doméstica. En este punto el interés es indagar acerca de las relaciones que mantienen los integrantes de las unidades seleccionadas, así como en la división de las actividades al interior del hogar y del negocio.

4. Características del trabajo realizado en el micronegocio. Intenta aproximarse al conocimiento de las características que presentan las actividades laborales que se llevan a cabo en los pequeños establecimientos.

5. Redes y apoyos. Tiene como objetivo explorar en las principales formas de apoyo y en las redes que establecen los micronegocios para su funcionamiento y subsistencia.

6. Manejo y distribución de los recursos. Procura indagar en los recursos que ingresan a la unidad mediante equipos, materias primas o solicitudes de créditos.

7. Participación y toma de decisiones. Se orienta a reconocer los mecanismos de participación y toma de decisiones de los integrantes de la unidad familiar y del pequeño establecimiento.

8. Percepciones y expectativas respecto del negocio. Busca conocer las percepciones, expectativas, temores, ansiedades e intereses presentes y futuros de los propietarios y los trabajadores en relación con el negocio.

9. El trabajo con la familia en la misma casa. El objetivo es analizar las implicaciones que tiene el hecho de trabajar con la familia en la misma casa donde la unidad familiar vive.

Las entrevistas se han llevado a cabo en los hogares de las personas, quienes, a su vez, son utilizados como ámbitos para el desarrollo de las actividades del negocio. La utilización del hogar como unidad de análisis de la participación de los individuos en la actividad económica trae implícita una determinada conceptualización del hogar como un ámbito social donde los individuos organizan, con armonías o conflictos, diversas actividades necesarias para la reproducción de la vida cotidiana. La pertenencia a un hogar supone una experiencia de vida en común, de tal manera que cada miembro encuentra múltiples estímulos y obstáculos para su acción individual. Formar parte de una familia también implica utilizar una misma infraestructura, aunque de manera desigual, para la satisfacción de sus necesidades (García, Muñoz y Oliveira, 1989).

 

Las unidades entrevistadas

Se entrevistaron 22 propietarios y propietarias de pequeños establecimientos en la Ciudad de México, durante los meses de noviembre de 2003 a septiembre de 2004; once pertenecientes al rubro de restaurantes o negocios de comida, y los once restantes ubicados en el giro de los talleres mecánicos. El escenario de la Ciudad de México hizo posible estudiar varios aspectos de la dinámica del mercado de trabajo, en un contexto concreto de desarrollo de gran parte de los problemas que aquejan a los micronegocios.

Para llegar a la realización de cada una de las entrevistas, fue necesario un proceso de contacto y conocimiento de los potenciales sujetos de estudio de la investigación. El contacto se logró a través de personas conocidas de los propietarios e incluso mediante los propios dueños de negocios, utilizando el método de bola de nieve, para moverse de un contacto a otro, por medio de una red de informantes. De muchas de las entrevistas se obtuvieron nuevos contactos que, por un lado permitieron el desarrollo de nuevas entrevistas, y por otra parte, hicieron posible la detección de redes locales de funcionamiento de los establecimientos y de las familias en cada una de las delegaciones en las cuales se ha trabajado.

Importa destacar que este procedimiento de búsqueda de los entrevistados fue necesario para asegurar que los negocios cumplieran con los requisitos establecidos dentro de las líneas propuestas en la investigación. De modo tal que antes de la entrevista propiamente dicha con cada uno de los grupos se mantuvo un contacto previo (una "primera entrevista"), en el cual se extraían los datos que permitían saber si ese negocio "calificaba" para ser entrevistado.

Las personas de los establecimientos que cumplieron con estos requisitos fueron entrevistadas, en reuniones donde se pretendió que estuviera presente quien era considerado propietario del negocio y alguno de los trabajadores familiares del mismo. En todas las entrevistas se contó con esta relación de asistentes-entrevistados. Asimismo, tuvieron una duración promedio de dos horas y fueron grabadas en casetes, que luego fueron transcritos para el análisis de la información.

En tres de los establecimientos de cocina, y en cinco de los talleres mecánicos, las entrevistas se realizaron con el propietario, mientras que en los demás negocios, además del propietario, se pudo entrevistar a otro familiar que participa en la actividad laboral del establecimiento. Estos otros familiares eran cónyuges, o hijos(as), de la persona declarada dueña del negocio. En todos los establecimientos se indica la presencia de trabajadores familiares; desde dos hasta ocho personas. En prácticamente ninguno de los negocios relacionados con la elaboración de comida desarrollan actividades laborales trabajadores no familiares. La mayoría de las personas que se declaran, o son declaradas como propietarios de los establecimientos, son hombres, que en general trabajan junto a sus cónyuges o sus hijos.

 

Las distintas formas de vincular la familia y el trabajo

La familia y el trabajo se vinculan de diversas maneras para organizar su funcionamiento cotidiano y conjunto. Para analizar la información proveniente de las entrevistas se agruparon los datos en tres atributos (la inclusión o exclusión de la familia del negocio, la inestabilidad del vínculo trabajo-familia y el frágil equilibrio que sostiene esta relación), pues se entiende que esta diversidad de formas de articular la familia y el trabajo constituye una manera de aproximarse al análisis, tanto de la reproducción sociosimbólica como económica de la unidad familiar.

 

La inclusión o exclusión de la familia al negocio

Incluir o no a los miembros de la familia al trabajo en el negocio es el punto de partida para la comprensión y el análisis de la articulación de la producción y la reproducción en las unidades entrevistadas.

Algunos establecimientos consideran deseable dicha inclusión y la buscan, en tanto que otros manifiestan que no es una buena alternativa integrarla. Así, hay quienes consideran que la labor de la familia es necesario e importante para el negocio, destacando que es la presencia de sus miembros la que da al trabajo las particularidades que le permiten salir adelante.

Yo estoy convencido que si no fuera por ellos (la familia) esto no funcionaría, ¿quién se va a querer meter todas estas horas acá adentro?, nadie, nadie que no sienta que esto es suyo. Por eso yo le digo esto, fíjese bien, la familia es el mejor negocio que uno puede tener, y por suerte a mis hijos esto les gusta, porque acá crecieron, en medio de esto, como quien dice. (Propietario cocina, 53 años)

Bueno, trabaja uno mejor, que diga, más cómodo o no sé, más a gusto, porque es la familia de uno y no hay que andar cuidándose ni nada de eso (...) todos tiran parejo, para el mismo lado, todo lo que se gana va para el mismo lugar, entonces es mejor trabajar así que con extraños que uno ni conoce. (Propietaria cocina, 45 años)

No sólo se reconoce la importancia de la familia para trabajar en el negocio, sino que en estas unidades se hace notar además que el negocio existe por y para la familia, y no tendría sentido si no estuvieran laborando en él los integrantes del grupo familiar.

¿Y para qué hace uno todo este esfuerzo si no es para los hijos y para los nietos?, para que no tengan que andar mendigando un trabajo por ahí. Uno hace esto para ellos, no piensa en hacerse rico y tener una fortuna, no qué va, uno piensa en darles las oportunidades que no tuvo uno, en hacer esto para la familia, para que se quede la familia ¿entiende? (Propietario cocina, 41 años)

Por otra parte, esta idea del negocio por y para la familia evidencia una determinada forma de concebir a la unidad familiar, que, por su ubicación estratégica entre los procesos macro y microestructurales, parece erigirse en un espacio de mediación, y en este caso busca atenuar la fuerza con que algunas transformaciones inciden sobre la vida de sus integrantes.4

Estos establecimientos priorizan los inconvenientes y desventajas que tienen para ellos ser propietarios o trabajar en un negocio familiar con otros miembros de su unidad doméstica. Asimismo, refuerzan la idea de que el negocio puede funcionar independientemente de la familia.

No qué va, aquí todos somos trabajadores, uno tiene que tener cuidado y como quien dice no mezclar las cosas. Sí es la familia pero tienen que trabajar, por eso se les paga como a cualquier hijo de vecino, no se puede estar tocando el corazón y decir: "No, es mi hijo, no importa que llegue tarde o que no me termine"; no, no, no, no hay que hacer distinciones, todos tienen que trabajar. (Propietario taller, 39 años)

Y no, no, porque si no fueran ellos serían otros ¿me entiende?, el negocio por si digamos, esto es para la familia, para vivir mejor ¿no?, para hacerle la luchita como dicen, pero nadie es, eh, esto, nadie es que diga si falta este me muero, no. (... ) a veces es peor la familia para trabajar, por la confianza y esas cosas (...) aquí las cosas están bien claras; aquí se viene a trabajar y la familia se queda afuera, así no nos metemos en broncas ¿no? (Propietario taller mecánico, 64 años)

Se destaca además que trabajar junto con la familia no es una situación óptima ni deseable para los propietarios de estos establecimientos.

Nadie les pidió que se vinieran a trabajar (al negocio), vinieron solitos porque afuera está muy difícil hacerse un trabajito, entonces vinieron solos, nadie los buscó, no que yo les fui a decir: "Vengan a trabajar conmigo que los necesito", nadie les dijo (...) no me molesta, pero tampoco me gusta, por eso de que no se juntan el negocio con el placer, bueno, para mí no se juntan la familia y el trabajo, si no queda de otra está bien, pero no se juntan. (Propietario taller, 50 años)

Esta situación se complementa con las formas en que las actividades de la familia y del negocio se apropian de los lugares de la casa.

Por otra parte, hay quienes realizan las tareas laborales y de la familia en los mismos sitios de la casa; así, la cocina es para la comida del negocio y de la casa, en la sala se atienden los clientes y se ve televisión, en el dormitorio se instala la computadora y se trabaja.

Como que uno se acostumbra, ¿cómo le diré?, sí, eso, se acostumbra y ya no parece raro que la casa no sea una casa como quien dice, porque esto no es una casa, esto es todo del negocio, hasta el baño (...) ellos (esposo e hijo) hacen todo entrando y saliendo, no meten los autos porque no pasan por la puerta (risas) que si no... (Esposa de propietario de taller mecánico, 49 años)

Todo se hace en el mismo lugar y ya estamos acostumbrados así, a nadie le molesta porque es el trabajo, y es mejor así que en una maquila doce horas. (Propietario cocina, 41 años)

En otros trabajos se puede observar una mayor definición al delimitar cada uno de los lugares; no obstante, en esa delimitación la mayoría de las veces es la familia la que pierde espacios, pues la cocina es para el negocio, y la unidad doméstica tiene un lugar más pequeño construido fuera de la casa, la sala deja de tener un uso para los integrantes de la unidad doméstica y se convierte en la oficina, se comparten dormitorios para habilitar sitios como depósito de materiales:

Y sí es duro, para los hijos es más duro porque no lo ven como nosotros, entonces a veces se enojan (.) es comprensible porque les invade la casa todo esto, es bueno por un lado, porque quiere decir que hay trabajo, pero es malo porque la casa es cada vez más chica para todo. (Propietario cocina, 54 años)

Antes tenía mi propio dormitorio, pero ahora comparto con mi hermana y su hija, porque el que era mío ahora es para las despensas (...) antes teníamos sala pero ahora nunca se sabe quién va a estar sentado ahí, antes teníamos parque ahora no se puede (...) ¿sigo?, todo así, todo para el negocio (...) no es que me queje, digo que no me gusta nada más. (Hija de propietario de cocina, 20 años)

Cabe destacar un aspecto fundamental: no todos los integrantes de la unidad doméstica trabajan en el negocio. En algunos casos, esposas, esposos, hijos e hijas de los propietarios desarrollan actividades laborales en otros sitios sin participar del micronegocio familiar. En este sentido, se puede pensar que se habría producido una ampliación del espacio donde tiene lugar la estrategia de vida de la unidad doméstica, pero sin perder la reciprocidad que constituye un mecanismo fundamental que hace posible cualquier estrategia familiar de sobrevivencia (Lomnitz, 1975).

 

La inestabilidad de un vínculo

Desde la percepción de los entrevistados, el vínculo entre la familia y el trabajo es inestable en tanto que el negocio corre el riesgo de debilitarse y no mantenerse ante problemas o conflictos en la unidad doméstica. Las unidades entrevistadas señalan que el negocio depende en gran medida de las relaciones familiares.

Imagínese que nos peleáramos, no, ni pensarlo, ¿entonces quién trabaja si todos se enojan? (...) para que funcione nos tenemos que llevar bien, tenemos que ser positivos y pensar en el bien del negocio, en el bien de la familia, si no entre todos esto no sale, no sale no. (Propietario taller mecánico, 37 años)

Es lo mejor no tener problemas, pero como trabajadora y como profesional, si hay problemas en la casa se resuelven en la casa mientras aquí se trabaja. Es incómodo a veces cuando eso pasa, dan ganas de trabajar con cualquiera menos con las hijas (risas), pero son las menos veces, en general todo es armonía. (Propietaria cocina, 56 años)

El vínculo también es débil cuando los problemas del negocio afectan el funcionamiento y el equilibrio de la familia. También en este aspecto se expresaron las personas de las unidades entrevistadas, y nuevamente hay quienes acentúan esta situación. Mientras para algunos si bien existen estos problemas no son considerados centrales, para otros las situaciones problemáticas en el negocio afectan en gran medida el equilibrio de la familia.

Son problemas casi siempre de dinero, no se puede pelear en la casa siempre por eso (.) como si fuera una regla, cuando se acabó el trabajo no peleamos por el negocio, hablamos sí, para organizar las cosas y ponernos de acuerdo: "¿Que tu abres mañana?, ok, entonces yo voy al mercado, ¿quién atiende al de Coca cola?" y esas cosas, pero no problemas, eso es trabajando, no con la familia descansando. (Propietario cocina, 41 años)

Alguna vez pasó, pero son las menos veces, que el negocio nos afecta en la familia, hasta a mi marido que no tiene nada que ver con esto (risas), a veces los problemas no sabemos cómo resolverlos y nos persiguen por todos lados y llegan a la familia, es lo peor, lo peor que puede pasar. (Propietaria cocina, 56 años)

Se puede decir que si bien las unidades entrevistadas no están exentas de problemas y conflictos en su funcionamiento cotidiano, desde la percepción de los individuos dichos conflictos no amenazan la supervivencia del negocio ni de la familia. Son situaciones que no llegan al punto de romper el vínculo trabajo-familia, como se verá con mayor detalle más adelante.

 

Una doble vida: el frágil equilibrio

Los miembros de la familia son a la vez trabajadores del negocio, en tanto que los propietarios(as) del establecimiento son padres, madres, esposas y esposos. Esta situación es vivida con múltiples sentimientos, a veces contradictorios, desde el orgullo y la satisfacción, hasta la culpa y la preocupación por el manejo de la autoridad y sus límites.

Él no para nunca, si no está dando alguna orden o diciendo cómo se hace algo no está feliz (...) parece que no se da cuenta que no puede estar siempre en pose de jefe (...) a veces nos burlamos y le decimos: "Ya entendimos, Al Capone, ya puede dejarse de gritar" (.) es que no cierra nunca, ni el negocio ni el jefe, no cierran nunca. (Esposa de propietario de cocina, 57 años)

A veces se olvida que soy la madre y me llevo hasta yo los gritos (.) él siente que si no está dando órdenes todo el día y diciendo cómo se hace esto y aquello, no van a hacerse bien las cosas. (Madre de propietario de taller mecánico, 77 años)

Pero también los propietarios expresan sus dificultades de "dejar de ser el jefe del negocio" cuando se está con la familia en la casa:

A veces me olvido que se acabó el trabajo y sigo hablando en el mismo tono en casa, cuando ya no estamos trabajando (...) nunca me dicen nada (esposa e hijos) al que le molesta es a mí porque estoy siempre con lo mismo en la cabeza, no descanso nunca. (Propietario cocina, 54 años)

Las distintas formas de vincular a la familia y el trabajo reflejan diferencias en las concepciones acerca de cómo relacionar el espacio del trabajo con el de la familia. Dado que todas las actividades del negocio son desarrolladas en el ámbito de la unidad doméstica, y llevadas a cabo por sus integrantes, claramente se observa el papel central que otorgan a la familia en el funcionamiento del pequeño establecimiento. Tanto que conciben el negocio únicamente en función de la familia.

Esto se asocia con el hecho de que las actividades del negocio en estas unidades se apropian de todos los espacios de la unidad doméstica, la cual asume esta situación como algo natural y necesario.

En concordancia, se percibe que el negocio está supeditado a las relaciones familiares, y que los problemas laborales no pueden afectar el funcionamiento de la unidad doméstica. Sin embargo, reconocen que una situación inquietante para los miembros de la familia es la jefatura del negocio vivida las 24 horas del día.

Por su parte, hay negocios que realizan un mayor desplazamiento de la familia, al considerar que ésta no es un factor central en el negocio, señalando los inconvenientes y desventajas que muchas veces tiene un negocio familiar. Coherentemente, no todos los miembros de la unidad doméstica trabajan en el establecimiento (muchos lo hacen fuera del mismo) y son negocios que buscan mantener separados los lugares para el trabajo y para la unidad doméstica. No obstante, indican que las situaciones problemáticas en el trabajo suelen afectar la cotidianidad de la unidad doméstica.

 

El riesgo: ¿cómo se vive la relación trabajo-familia y qué percepciones y expectativas se tiene de ella?

Como indica Ulrich Beck (1998), el concepto de riesgo implica el enfoque moderno de la previsión y control de las consecuencias futuras de la acción humana. Por riesgo social se entienden los posibles daños que, en el presente, puedan ser comunicados como anticipación y que resultan de una decisión-acción específica. Un riesgo es existente, cuando en el presente hay inseguridad respecto del futuro, porque éste no puede ser conocido ni anticipado.

Un concepto de riesgo así concebido, como observación de observaciones, no se interesa tanto por la existencia "real" de los riesgos ni por la posibilidad de los daños, sino por la probabilidad de que dichos daños aparezcan en el horizonte de las decisiones que se asuman para realizar cualquier acción. En una sociedad de riesgo, es justamente esta probabilidad de calcular riesgos y de medir daños la que desaparece. Por ello, una sociología del riesgo tiene siempre presente el problema del procesamiento de la inseguridad en el contexto de decisiones contingentes.

Para aproximarse al conocimiento de cómo se perciben actualmente los propietarios y trabajadores en relación con la estabilidad y permanencia del negocio, y los riesgos para ambas unidades (¿lo que es riesgoso para el negocio también lo es para la familia?, ¿la vulnerabilidad de una entidad afecta a la otra?), se propone ubicar el análisis del riesgo en estas percepciones asociadas al sentimiento de seguridad. En este sentido, el riesgo se entenderá como un concepto necesario para la discusión de la viabilidad de los micronegocios, así como de las percepciones de sus trabajadores respecto a la seguridad que estos nichos laborales ofrecen.

La incertidumbre y el riesgo que afrontan las personas, comprende, entre otros aspectos, los grados de inseguridad económica que generan caídas abruptas de los ingresos, el tipo de riesgos indiosincráticos y la posibilidad de que éstos deriven en catastróficos; o bien, la disminuida capacidad para resistir a los choques. El riesgo económico y social que se enfrenta ante la severidad y frecuencia de las perturbaciones, está condicionado por variables económicas y por el desarrollo social de cada país en el marco de sus sistemas políticos (Sojo, 2004).

En un marco estructural de deterioro del salario real y de deficiencia de los servicios y las infraestructuras básicos, es necesario conocer y especificar las alternativas a las cuales recurren los trabajadores y sus familias para satisfacer sus necesidades básicas.

Los efectos intergeneracionales de las estrategias de los sectores medios de la población frente a las perturbaciones del ingreso pueden poner en entredicho su propia constitución y permanencia, y las estrategias que desarrollen, más allá de su relativa eficacia a corto plazo, pueden tener efectos perjudiciales más duraderos que las propias perturbaciones que las originaron. En estas circunstancias, a menudo se recurre a vender activos, restringir la inversión en capital humano, incrementar la participación en la fuerza de trabajo, aumentar las horas trabajadas o migrar (Sojo, 2004).

Estas alternativas pueden ser múltiples y varían según la especificidad histórica y económica de los contextos donde se ubiquen los grupos familiares.

 

La diversidad del riesgo y sus distintas representaciones

El riesgo se percibe y se vive de distintas maneras y desde distintas posiciones entre las unidades entrevistadas.

Dicha diversidad de formas de entender y representar el riesgo se trasladan mayormente hacia el tema de la seguridad y pueden resumirse en tres situaciones: la seguridad versus la incertidumbre respecto del futuro del negocio, la familia como factor de riesgo desde distintas realidades, y la capacidad de trabajar y tener trabajo como una solución ante la inseguridad.

 

¿Esto es temporal o permanente?

Considerar la percepción de los entrevistados respecto a la "duración" de sus trabajos (el tiempo de vida del micronegocio se podría decir) implica introducir en el análisis la noción de incertidumbre, entendida desde el planteo de Filgueira "(...) con respecto al trabajo como vía principal de la construcción del futuro de las personas y de sus familias" (Filgueira, 2002).

En este sentido, mientras que algunos trabajadores permanentemente plantean su inquietud, y en ocasiones temor, ante el futuro del negocio, hay otros que perciben la permanencia del negocio "hasta que se acabe", sin que el riesgo constituya un elemento en constante discusión. No sólo eso, sino que aceptan el riesgo a cambio de las bondades que les ofrece el trabajo por cuenta propia (autonomía, independencia).

El problema de trabajar por cuenta de uno es que es eso precisamente, depende de uno mismo y de nadie más (...) y eso es un riesgo, porque está uno solo frente al mundo; este negocio hoy funciona bien y mañana quién sabe (...) me da miedo sí, cómo no me va a dar miedo no poder garantizarme nada. (Propietario de cocina, 36 años)

Hay que pensar en el día a día, uno que no nació negociante, no sabe calcular otra cosa que no sea lo de todos los días (...) siempre pensamos que esto es hasta que se acabe, hasta lo que tenga que durar (.) si nos metimos en esto es porque nos gusta el riesgo ¿no ? (risas) sabemos que es duro, pero es lo que nos gusta. (Propietario taller mecánico, 52 años)

Posiblemente una de las principales diferencias entre los distintos trabajadores entrevistados sea precisamente ésta, la percepción del riesgo asociada a la seguridad de lo que ya se ha logrado y a la certidumbre respecto del futuro, y en relación con la dificultad de generar nuevos y diferentes escenarios para desarrollar el trabajo. Sin embargo, y a pesar de las diferentes formas de percibir el riesgo, los entrevistados reconocen en la familia un elemento importante para enfrentar la inseguridad y la incertidumbre, aunque con matices, como se verá más adelante.

Entre los entrevistados se encuentran trabajadores que perciben que el riesgo radica en no poder mantener un puesto de trabajo para ellos y en muchos casos, tampoco para los integrantes de su unidad doméstica. Para estas personas, el núcleo de la inseguridad está en las propias condiciones en las cuales desarrollan su trabajo y en la imposibilidad de ejercer poder sobre esas condiciones, no poder controlar el trabajo: "Este negocio hoy funciona bien y mañana quién sabe".

Sin embargo, hay otros trabajadores que manejan un discurso donde reconocen que este tipo de actividad laboral por cuenta propia es por sí misma un riesgo que ellos decidieron asumir. El trabajo en el micronegocio constituye una fuente de autonomía que provee de satisfacción al punto de mantenerse en esa actividad más allá de lo riesgosa que sea: "Si nos metimos en esto es porque nos gusta el riesgo".

Así como el riesgo se percibe de diferente manera, también son distintas las situaciones que generan inseguridad y temor en los negocios.

¿Qué lo hace inestable?, y bueno, muchas cosas; si la gente no tiene dinero no va a meterle al carro, por decir, si se rompe y no tengo, lo dejo parado hasta que pueda, y viajo en metro, ¿eso a quién perjudica?, a nosotros, a todos los que estamos esperando que ese carrito se descomponga. (Propietario de taller mecánico, 37 años) Aquí el problema grande es la situación del país que cada vez está peor, la situación económica (...) eso hace que no haya forma de que la gente salga adelante, que uno salga adelante, porque la situación está cada vez más difícil. (Esposa de propietario de cocina, 39 años)

Nuevamente se hace presente en este grupo de trabajadores la relación directa entre el trabajo y los ingresos que éste genera, en la medida en que los riesgos se reconocen a partir de la ausencia de ingresos al negocio. Por otra parte, también se hace evidente un rasgo señalado anteriormente; la incapacidad percibida en estos trabajadores de controlar su trabajo y las situaciones derivadas de él. Esta falta de control lleva a percibir el riesgo en relación con el entorno exterior al negocio y con situaciones que, en tanto son ajenas al trabajador, son imposibles de controlar y predecir; "el problema grande es la situación del país, que está peor".

Hay trabajadores que identifican modalidades diferentes que pueden crear riesgos para el trabajo en el negocio; aquellas derivadas de su propia capacidad para trabajar y generar trabajo. En este sentido, equiparan como situaciones riesgosas enfermarse y no poder trabajar, no contar con alguna herramienta necesaria o no poder pagar en fecha a sus trabajadores.

Lo que se dice riesgo viene de la mano de uno mismo, porque yo por mí me siento muy seguro de poder hacer todo lo que tengo que hacer, puedo muy bien sacar esto adelante, ¿pero si me enfermo y no puedo seguir?, me imagino a veces que tengo un accidente o algo así; eso me da miedo, no poder levantarme a trabajar. (Propietario taller mecánico, 50 años)

A veces el problema está en no poder comprar todo lo que uno necesita para el trabajo. Mire, le digo que por ejemplo una vez teníamos una comida de fin de año y nos pidieron barbacoa, y no me llegó un dinero que estaba esperando y a último momento no teníamos de dónde sacar para la barbacoa; total que estuve como loco pensando qué iba a hacer, porque si me arriesgaba a no darles a los clientes lo que nos pidieron, me arriesgo a que no vuelvan (.) el riesgo es perder clientes porque uno no puede darles la calidad que quieren. (Propietario cocina, 54 años)

Este grupo de trabajadores, en la medida en que manifiesta mayor confianza y control en sus propias capacidades de trabajo, percibe el riesgo precisamente en relación con esa situación; con la pérdida de esas capacidades; "eso me da miedo, no poder levantarme a trabajar". Para estos trabajadores, el micronegocio está en riesgo cuando ellos no pueden hacer frente a situaciones imprevistas que surgen al interior de la propia dinámica tanto del negocio como de la unidad doméstica, más que en el entorno del establecimiento.

Para estas unidades entrevistadas la seguridad pareciera garantizarse a través de ellas mismas y de sus propias capacidades para trabajar. No es de extrañar que sean mayormente los jóvenes (hijos de los propietarios) quienes sostienen esta opinión.

 

Algunos comentarios finales

La familia y el trabajo constituyen dos ejes organizadores de la vida cotidiana, dos mundos que ya no se encuentran separados sino que se funden en el contexto de las interacciones sociales, económicas y políticas (Goldani, 2001).

Las transformaciones en estas dimensiones implican una multiplicidad de arreglos familiares, la redefinición del papel del Estado, el surgimiento de nuevos procesos de reforma y de un incremento de la vulnerabilidad, situación que comienza a reflejarse en la generación de procesos de exclusión.

Los cambios socioeconómicos y socioestructurales acontecidos en los años ochenta, a velocidades impresionantes, modificaron drásticamente el escenario de la cotidianidad y las formas conocidas para la organización familiar. Los mecanismos habituales eran insuficientes, los esquemas de referencia en el pensamiento social se tornaron ineficaces ante las situaciones inéditas generadas por una crisis económica y se impuso la necesidad de buscar alternativas para enfrentar las nuevas situaciones. Las denominadas estrategias de enfrentamiento a la crisis en la cotidianidad (Goldani, 2001).

Al respecto, García, Muñoz y Oliveira (1989) señalan que los hogares en tanto relaciones sociales que operan sobre la demanda de bienes y servicios, la reproducción de la fuerza de trabajo y las relaciones de la vida cotidiana, no quedan al margen de los procesos de reestructuración económica ni de las crisis recesivas que sufre la economía. De hecho, se puede pensar que los efectos del contexto macroeconómico sobre el ámbito familiar han generado como respuesta un componente importante del cambio social de los últimos años.

La forma de organización de la vida social en las unidades entrevistadas ha estado caracterizada por situaciones de pluralidad, diferencias, heterogeneidad y diversidad. Y esa diversidad se ha reflejado en aspectos como la pluralidad de arreglos domésticos, estilos de vida, diferencias por género y generaciones.

Evidentemente, esta heterogeneidad no es un fenómeno nuevo. Entonces; ¿qué significado tiene en el ámbito de la unidad doméstica que comparte el espacio de trabajo?, ¿qué supone la diversidad en la propia percepción de los integrantes de esta unidad doméstica?, ¿cómo pueden convivir individuos diferentes y autónomos?, ¿cómo es posible que en la unidad doméstica surja la solidaridad a partir no de la semejanza sino de la diferencia?, ¿cómo logra la unidad doméstica imponerse a individuos que se suponen libres y autónomos?

La división del trabajo, en la medida en que representa una separación de funciones, ¿implica un cierto debilitamiento de los vínculos de parentesco?, ¿cómo se concilia en los individuos el nexo entre el individualismo (base y requisito para la afirmación de la división del trabajo) y la subordinación a la unidad doméstica?, ¿cómo se ordena e integra esta pluralidad?, ¿cuál es el elemento que permite dar cuenta de la forma en que la unidad doméstica se integra al trabajo en el micronegocio?, ¿mediante qué mecanismos se produce esta integración?

De acuerdo con las entrevistas, una de las situaciones más problemáticas que deben enfrentar estos negocios está en lograr que los individuos compartan el sistema normativo y de valores presentes en la unidad doméstica.

En este sentido, y en la línea propuesta por Durkheim, se puede pensar que la división del trabajo logra construir y afianzar la cohesión; "la división del trabajo (...) supone el desarrollo de las diferencias entre los individuos, lo cual a su vez implica que los individuos son más libres, más autónomos y dotados de una pluralidad específica (...) Es esta división la que garantiza la integración social, puesto que mientras que vuelve diversos entre sí a los individuos, al mismo tiempo los hace más dependientes o solidarios unos con otros". De esta forma se atribuye a la división del trabajo "la capacidad de producir una integración social fundada sobre una adhesión a los valores y a las normas colectivas" (Esteinou, 1998).

Sin duda, dicha integración enfrenta dificultades, ya que la unidad doméstica está fundada en la cooperación y, por lo tanto, supone el interés recíproco. A la solidaridad hay que agregarle entonces la importancia del contrato, el cual puede entenderse como el elemento que permite a la unidad doméstica subsistir "sólo en la medida que las diferencias individuales encuentren un límite, una convergencia en la conciencia colectiva".

Por otra parte, fue posible entender las estrategias de reproducción de las unidades entrevistadas, como un conjunto de prácticas con características muy diferentes, por medio de las cuales las unidades domésticas tienden (de manera conciente o no) a conservar o aumentar su patrimonio.

Estas estrategias constituyen un sistema y, por ende, dependen tanto de los instrumentos (trabajo del negocio, ingresos, ganancias, horas dedicadas al trabajo, cantidad de clientes, materia prima disponible) como del estado del capital a reproducir. Cualquier cambio en relación con los instrumentos o el estado conlleva una reestructuración del sistema de estrategias de reproducción (Esteinou, 1998).

Claro está que buscando entender la participación de la familia en el trabajo del negocio fueron muchas las situaciones que salieron a la luz; los hijos con ganas de cuestionar a los padres pero con miedo de hacerlo, las esposas en aparente subordinación pero como verdaderas jefas y dueñas de los negocios de sus maridos, los viejos luchando por preservar el patrimonio que alguna vez iniciaron con el deseo de mantenerlo en la familia. Varias generaciones que comparten lugares y actividades a veces con objetivos e intereses tan diversos, a veces con las mismas intenciones.

Intentar articular producción y reproducción implicó un enorme esfuerzo, ¿cómo se integran en la vida cotidiana dos categorías que teóricamente han sido discutidas hasta el cansancio?, ¿hasta dónde es posible dar cuenta de esta articulación a partir de las entrevistas?

Abordar el riesgo implicó emprender con los entrevistados un viaje hacia el concepto mismo del trabajo, ¿para qué trabajan?, ¿qué sentido tiene el negocio?, ¿cómo se valoran y se entienden como trabajadores?, ¿por qué su trabajo brinda (o no) seguridad?, ¿qué del trabajo les aporta certezas y tranquilidad?

Pensar en el poder supuso pensar en el control, en la autoridad, en la negociación, y a fin de cuentas en la forma en que a pesar del control, la autoridad y la negociación, la familia intenta permanecer integrada para hacer funcionar el negocio; ¿lo logra?

Para cada uno de los trabajadores entrevistados hay diferentes respuestas, que sin dudas generarán más interrogantes. Para abordar esta multiplicidad de situaciones en la diversidad de escenarios, que tanto el trabajo cualitativo como el análisis cuantitativo generaron, es necesario equiparse con un conjunto de insumos.

Entre estos insumos es necesario discutir elementos sociosimbólicos y de la teoría del capital humano, que aporten al análisis de, por ejemplo, la percepción del riesgo asociada a la escolaridad y el valor asignado a la educación (¿la mayor escolaridad reduce el riesgo al futuro?). Elementos que permitan discutir el señalado peso de la herencia y del patrimonio (¿por qué quienes menos tienen —materialmente hablando— muestran una preocupación tan fuerte por la herencia para los hijos?).

 

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Notas:

1 Véase García y Oliveira (1994), García, Muñoz y Oliveira (1989), García y Pacheco (2000), Cortés (2001) entre otros.

2 Desde esta perspectiva, se puede pensar en la familia jugando un rol de mediadora entre el desarrollo de actividades de parte de sus integrantes en un ámbito doméstico y en un ámbito laboral, entre el hogar y el trabajo (esferas que en este proyecto se encuentran imbricadas).

3 Entre los que destacan, está el de Monterrey de Balán, Browning y Jelín (1974) y el de la Ciudad de México de Muñoz, Oliveira y Stern (1981), citados en García y Oliveira (1994).

4 De manera directa o indirecta, la unidad doméstica está constituyendo una unidad de análisis privilegiada en la evaluación del impacto de los procesos sociodemográficos sobre la dinámica social.

 

Información sobre los autores

Patricia Román Reyes. Doctora en Estudios de Población por el Centro de Estudios Demográficos y de Desarrollo Urbano de El Colegio de México. Profesora investigadora del Centro de Investigación y Estudios Avanzados de la Población, Universidad Autónoma del Estado de México. Miembro del SNI y Perfil Deseable PROMEP. Líneas de investigación: mercado de trabajo, familias y hogares, migración. Publicaciones recientes: "Análisis del papel de la familia en la supervivencia de los micronegocios. Estudio a partir de entrevistas en profundidad en la Ciudad de México", en Revista Nueva Antropología, núm. 74, UNAM, México (2011); junto con Juan Gabino González Becerril, "La realidad demográfica mexiquense a través de los datos del Censo de Población y Vivienda 2010", aceptado en Revista Cofactor Política Social, Consejo de Investigación y Evaluación de la Política Social, México (2011); junto con Mauricio Padrón, "Exclusión social y exclusión en salud: apuntes teóricos-conceptuales y metodológicos para su estudio", en Boletín Mexicano de Derecho Comparado, núm. 128, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, México (2010).

Mauricio Padrón Innamorato. Doctor en Estudios de Población por el Centro de Estudios Demográficos y de Desarrollo Urbano de El Colegio de México, investigador de tiempo completo del Área de Investigación Aplicada y Opinión, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Universidad Nacional Autónoma de México. Miembro del SNI. Líneas de investigación: pobreza, familias y hogares, salud. Publicaciones recientes: junto con Patricia Román, "Exclusión social y exclusión en salud: apuntes teóricos-conceptuales y metodológicos para su estudio", en Boletín Mexicano de Derecho Comparado, núm. 128, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, México (2010); junto con Patricia Román, "Análisis del vínculo trabajo-familia a través de la dinámica laboral familiar en micronegocios en la ciudad de México", en Mario Boleda y María Cecilia Mercado Herrera [comps.], Seminario Internacional de Población y Sociedad en América Latina, Cuadernos del Gredes núm. 56, Salta, Argentina (2010); junto con Patricia Román Reyes, "Aspectos comparativos de los hogares con y sin jóvenes en México: una primera aproximación a partir de la información del II Conteo de Población y Vivienda", en Estudios Demográficos y Urbanos, vol. 24, núm. 1, El Colegio de México, México (2009).

Telésforo Ramírez García. Doctor en Estudios de Población por el Centro de Estudios Demográficos y de Desarrollo Urbano de El Colegio de México, investigador del Consejo Nacional de Población (Conapo), miembro del SNI. Líneas de investigación; migración, remesas, hogares. Publicación reciente: junto con Patricia Román (2007), "Remesas femeninas y hogares en el estado de Guanajuato", en Papeles de Población, año 13, núm. 54, octubre-diciembre, Universidad Autónoma del Estado de México, México.

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