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Convergencia

versión On-line ISSN 2448-5799versión impresa ISSN 1405-1435

Convergencia vol.16 no.50 Toluca may./ago. 2009

 

Dossier: Asociación Mexicana de Estudios Rurales

 

Heterogeneidad en las prácticas agrarias como estrategia de adaptación a los procesos globales. Caso de Santa Cruz (Chilapa, Guerrero, México)

 

Sabás Vásquez Agustín1, Ivonne Vizcarra Bordi2, Eduardo Quintanar Guadarrama3 y Bruno Lutz Bachère4

 

1 Universidad Autónoma de Guerrero. E–mail: vagusab@yahoo.com.mx

2 Universidad Autónoma del Estado de México. E–mail: ivbordi@yahoo.com.mx

3 Investigador independiente. E–mail: eduardoquintanarg@hotmail.com

4 Universidad Autónoma Metropolitana–Xochimilco. E–mail: brunolutz01@yahoo.com.mx

 

Envío a dictamen: 08 de noviembre de 2008.
Reenvío: 20 de enero de 2009.
Aprobación: 30 de enero de 2009.

 

Abstract

This study case is based on the community of Santa Cruz, municipality of Chilapa, from the State of Guerrero, Mexico. The data obtained from interviews, local groups of discussion and participant observation, allowed us to learn the heterogeneity of agrarian practices, processes of change and the established relationships among the social actors, as well as their relationship with natural resources; in the framework of modernity and their incidence on social strategies of rural reproduction. In the diversification of the agrarian practices, where those culturally appropriated to assure the subsistence and the modern that look for the local development are combined, one finds the cultivations of maize and tomato, and cattle, mats and mescal production, practices that have strengthened networks that enable social cohesion.

Key words: agrarian practices, peasant strategies, local actors.

 

Resumen

El estudio de caso se basa en la comunidad de Santa Cruz, municipio de Chilapa, en el estado de Guerrero, México. Los datos obtenidos de entrevistas, discusión de grupos focales y de la observación participante permitieron conocer la heterogeneidad de las prácticas agrarias, los procesos de cambios y las relaciones establecidas entre los actores sociales, así como su relación con los recursos naturales, en el marco de la modernidad y su incidencia en las estrategias sociales de reproducción campesina. En la diversificación de las prácticas agrarias, donde se combinan las culturalmente apropiadas por la población para asegurar la subsistencia, y las prácticas recientemente introducidas que buscan el desarrollo local se encuentran los cultivos de maíz y jitomate, la producción ganadera, del petate y del mezcal; prácticas que han fortalecido redes que permiten la cohesión social.

Palabras clave: prácticas agrarias, estrategias campesinas, actores locales.

 

Introducción

Estudiosos del medio rural han puesto énfasis en las consecuencias que ha traído consigo la globalización económica y el paulatino abandono gubernamental de la agricultura de subsistencia (comenzado desde la década de 1960), como es la acentuada nula participación competitiva en los nuevos mercados, el abandono de prácticas agrícolas campesinas, la migración y hasta el éxodo (Yúnez–Naude y Bárcenas, 2004; Barkin, 2006; Canabal y Flores, 2004; Massieu et al., 2005; Sánchez–Daza y Martínez, 2005). Paralelamente a esta corriente, otros estudios buscan revalorizar la agricultura tradicional, tratando de superar la dicotomía entre el sector agropecuario y rural, y el papel marginal que se le ha asignado en el desarrollo, buscando romper el estrecho paradigma económico en que se le ha situado y trasladarlo al contexto de la política y las instituciones (Pérez, 2001). Una de las líneas de revalorización son los estudios con perspectiva centrada en el actor local. Ésta no sólo considera la complejidad actual del medio rural como consecuencia de los factores exógenos concebidos en los procesos más amplios del mercado neoliberal, que inciden y configuran procesos sociales y agrarios de las comunidades, sino también reconoce a los(as) campesinos(as) como actores, en tanto que dentro de sus limitados espacios de acción acondicionan estrategias para resolver los problemas que enfrentan para sortear su subsistencia (Baños, 2003; Long, 1996).

Gerritsen (2004) y Paredes (2003) consideran que existen pocos estudios que sostengan la idea de que las respuestas locales se han diversificado para hacer frente a los embates de la globalización; de ahí que reconocer la complejidad e importancia de los estudios rurales con una visión centrada en las estrategias campesinas es aceptar su heterogeneidad y no su disolución al integrarse a esos procesos más amplios.

Nuestra investigación se enmarca dentro de la perspectiva de la diversidad, centrándonos en el rescate del concepto de prácticas agrarias, proveniente del enfoque metodológico de estilos agrarios. Por un lado, porque este concepto examina tanto la complejidad en las relaciones sociales, como la diferenciación en la economía, y por el otro, porque muestra la relevancia que tiene el control de la tierra en las interrelaciones tanto con los procesos o factores exógenos como con las condiciones agroecológicas. De esta manera, nuestra hipótesis de trabajo parte de la premisa de que la heterogeneidad de acceso a los recursos estratégicos de subsistencia, como estructura específica del proceso laboral agropecuario y forestal, permite entender los patrones básicos generados en la práctica agraria en el nivel comunitario, como respuesta de los actores locales a los procesos de cambio, y tomar en cuenta algunas que puedan contribuir a un desarrollo sustentable. Para ello y para analizar el ámbito social en la heterogeneidad de las prácticas, además de profundizar en las relaciones que se construyen en torno a ellas (prácticas agrarias) en una comunidad en concreto: Santa Cruz del municipio de Chilapa, Guerrero, el estudio de caso se basó en el método cualitativo. Para ello se aplicaron tres técnicas de investigación: entrevistas a profundidad, grupos–focales y la observación–participante de campo entre 2007 y 2008.

El estudio considera a los (las) campesinos (as) y sus grupos domésticos–familiares1 como los actores locales centrales, por su nivel de incidencia en la toma de decisiones colectivas relacionadas con la producción agropecuaria y por su participación activa en las prácticas agrarias, las que, a su vez, se relacionan con los recursos naturales. La incidencia campesina en su subsistencia no es, sin embargo, autónoma o ajena a las estructuras sociales y económicas hegemónicas a las cuales se sujeta la acción, por lo que nuestro análisis ve a la heterogeneidad como respuesta a esos niveles superiores de los procesos de producción. Lo que interesa destacar son las relaciones que se generan entre los factores estructurantes y las prácticas agrarias locales, sin sobreponer una sobre otra o desarrollar categorías subalternas. De esta manera, el contexto de la globalización es considerado como un proceso dinámico, complejo, de interacciones económicas, políticas y socioculturales entre distintos actores, agencias, sectores y entre niveles internacionales y locales, cuyas ideas, mercancías y personas circulan según sean las innovaciones tecnológicas para permitir los flujos (Held y McGrew, 2000). Así y sin llegar a los estilos agrarios, este artículo analiza las prácticas agrarias como respuestas o estrategias; en ellas se aborda la complejidad como un fenómeno dinámico que se manifiesta en el tipo de cultivo, las prácticas agropecuarias y sociales, las relaciones entre agentes productivos, productos agrícolas e insumos agropecuarios.

 

Prácticas agrarias y sus restricciones conceptuales

El posestructuralismo sostiene que la modernidad no es nueva y que la globalización actual es simplemente la expresión de su radicalización y universalización. Además considera que se han generado modernidades híbridas, lo cales, mutantes, alternativas o múltiples respuestas como formas de resistencia a ser absorbidos e integrados a procesos globales de por sí excluyentes y discriminatorios. Se caracteriza por el conocimiento teórico que se elabora de la autorreflexividad sobre los procesos de arrancar a la vida local de su contexto (descontextualización); de aquí que su propuesta va dirigida a la necesidad de resituar la vida local en el lugar. Esta postura trata de explicar cómo la sociedad se crea en el lenguaje, las significaciones y las representaciones, por eso analizan en quién y cómo se produce el conocimiento, porque en gran medida así se produce la realidad; sus actores relevantes son las comunidades locales, los nuevos movimientos sociales, las ONGs y todos los productores de conocimiento (Escobar, 2002).

En relación con el desarrollo, se plantean dos escenarios de cambio: el primero es profundizar el modelo neoliberal en un sentido amplio, más allá del razonamiento económico, y el segundo es de las modernidades múltiples, donde el desarrollo dominante continúa siendo resistido o negociado en las localidades para convertirlo en algo distinto. El desafío metodológico supone aprender a reinterpretar el desarrollo convencional y a leer la práctica cotidiana de la gente de una forma distinta, tomando las prácticas locales como punto de partida para reconstruir lo local y lo regional, y para repensar el desarrollo (Escobar, 2002). Se trata de abordar y entender la realidad campesina con sus múltiples relaciones e interrelaciones que generan estrategias de acuerdo con sus condiciones endógenas y exógenas, como respuestas, resistencias o cambios de adaptabilidad ante los procesos amplios y globales que buscan una integración vertical hegemónica. Estas estrategias se expresan en las prácticas agrarias (Gerritsen, 2004).

El concepto de estrategia se enmarca en una visión del desarrollo que difiere del convencional, donde lo local adquiere relevancia por ser generadora de alternativas para un desarrollo comunitario más amplio y donde subyacen dos ideas importantes:

La primera es que las estrategias de sobrevivencia constituyen un todo complejo que está determinado por la esfera económica, pero también las esferas social, política y cultural. La segunda idea es que en distintos ámbitos y aun con cierto grado de desvinculación de algunos núcleos familiares de sus comunidades, la población se reproduce, reinventando modalidades de sobrevivencia y formas de identidad (Canabal, 2001: 26).

De la misma forma, las prácticas agrarias consideran el análisis de los patrones básicos de la producción campesina como un flujo organizado de actividades a través del tiempo, tomando en cuenta dos componentes básicos para entender su complejidad: el primero es que está centrado en los (las) actores (campesinos/as), y el segundo es que considera el modo de hacer las labores de campo, sin descuidar la atención de otros actores que interactúan con ellos, como pueden ser los agentes gubernamentales, promotores del desarrollo, empresas privadas, intermediarios y otros actores políticamente significativos en la vida local. Esto implica el reconocimiento de sus múltiples realidades y sus diversas prácticas sociales; de su capacidad para procesar experiencias locales y el ingenio para enfrentar condiciones difíciles. Además de las actividades agrícolas y pecuarias, se observa la relación que tienen los actores locales con los recursos naturales, principalmente la forestería, porque se establecen relaciones de interacción y procesos de transformación mutua y constante. Dado que estas relaciones no son lineales ni ahistóricas, la diversidad de prácticas agrarias, aún en territorios con características agroecológicas similares, difieren unas de otras a través de los procesos históricos y sociales, precisamente por el carácter relacional entre actores locales y los que se incorporan a ellos, de ahí la heterogeneidad. Ciertamente, Gerritsen (2002) advierte que la transformación continua y heterogénea de la naturaleza, la agricultura, del ganado y de las plantas forestales favorece cierta capacidad para que surjan nuevos esquemas de desarrollo; sin embargo, en las relaciones sociales existen intereses de poder entre grupos de una misma comunidad o entre otras comunidades, los cuales pueden llegar a establecer ciertos mecanismos de control para cada práctica agraria y beneficiar a unos sobre otros.

En efecto, Ploeg (2008) señala la necesidad de observar matices de dinamismo sociopolítico en cada práctica, ya que las relaciones sociales entre agentes productivos y los cambios en el tipo de cultivo y en las prácticas agropecuarias generan tensiones sociales y políticas en todos los niveles, sobre todo cuando la dinámica productiva transforma el uso de la tierra, las prácticas de manejo y control de recursos naturales.

Entre los niveles de conflicto que llaman la atención son los que surgen al interior de los hogares, entre géneros y generaciones, y de las comunidades, pues los arreglos o no que se acuerden van formando parte de las estrategias para sobrevivir. Estos conflictos casi siempre van acompañados de procesos que profundizan las desigualdades sociales existentes; por eso es importante tomar como punto de partida el análisis de las formas que sostienen las tomas de decisiones sobre las prácticas agrarias, así como las relaciones que se entretejen en torno a éstas en contextos más amplios y globales del mercado agropecuario y de trabajo. Siguiendo a Long (1996: 53), existe "un patrón de múltiples respuestas campesinas como producto de los efectos combinados de globalización y localización, de situaciones locales que se transforman al convertirse en parte de procesos globales, al tiempo que las condiciones globales adquieren significado en relación con las condiciones locales específicas y a través del discernimiento y las estrategias de los actores locales". Por ello las comunidades son esencialmente heterogéneas en términos de las estrategias campesinas para enfrentar dificultades de producción y otros tipos de problemas. De aquí que entender las prácticas campesinas en el manejo de los recursos naturales y la manera de cómo perciben y enfrentan sus relaciones con el medio ambiente, natural y social implica considerar aspectos de heterogeneidad, complejidad y dinámica sociopolítica, tanto del hogar como de la comunidad rural (Gerritsen, 2002).

 

El contexto global y Chilapa, Guerrero

En México, las poblaciones locales interactúan de algún modo con la globalización, ya sea por el consumo de bienes, por intercambio mercantil, por la influencia de ideas, por el flujo de personas, informaciones y representaciones. En el aspecto agropecuario, la interacción proviene de otros planos más regulados, como los acuerdos internacionales, en este caso del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN), firmado desde 1994, cuyos resultados para las poblaciones rurales son cuestionables. Por ejemplo, el crecimiento promedio anual del sector de 1982 a 2006 fue de 1.3%, y del periodo TLCAN de 1994 a 2006 fue de 1.8%, aun cuando el comercio agroalimentario de México con el mundo aumentó en 12.3% promedio anual. Esto quiere decir que el modelo de comercio agroalimentario no impulsa el crecimiento del sector agropecuario en su conjunto (García, 2007; Suárez y Polanco, 2007).

Y en ese afán de inserción al libre comercio mundial que exige homogeneización y especialización productiva, puede decirse que han puesto a competir a campesinos contra monopolios agroindustriales transnacionales, incluso cuando hay pocas opciones concretas de desarrollo (Barkin, 2005; Canabal y Flores, 2004). Esta situación ha impactado negativamente en las comunidades campesinas, al incrementarse la pobreza y la migración internacional (Massieu et al., 2005).

En este panorama, el modelo neoliberal basado en fomentar la producción comercial y la competitividad ha tenido que sortear algunos obstáculos en el estado de Guerrero. En principio porque la mayoría de su población rural es pobre y practica una agricultura tradicional (94% de la superficie agrícola es de temporal, y la ganadería es de tipo extensiva) (INEGI, 1997), condicionada por su entorno biofísico y socioeconómico.2 Otra parte de la población, principalmente urbana, se encuentra estrechamente relacionada con el turismo nacional e internacional en ciudades como Taxco, Acapulco y Zihuatanejo, y el resto son empleados de gobierno, instituciones educativas y otros servicios profesionales; la industria es mínima. No existe una vinculación entre los diferentes sectores productivos, y la relación que existe profundiza las desigualdades sociales y regionales en el estado, que de hecho está ubicado entre las tres entidades con grado de marginación muy alto, donde 89% de sus municipios es de muy alta y alta marginación (Conapo, 2000). Se sitúa también en un Índice de Desarrollo Humano (IDH) "medio–alto", ocupando el lugar 30 de 32 en el país (PNUD, 2002). Por su parte, Bustamante (2005) afirma que en las comunidades rurales existen manifestaciones de pobreza y migración obligada, aunada a la crisis ambiental generada como la contaminación y erosión de suelos, deforestación, escasez y contaminación de aguas. Y como en toda agricultura tradicional campesina, el principal cultivo es el maíz que se siembra en superficies diferenciadas dependiendo de las condiciones agrarias, topográficas y socioeconómicas; en este caso, 74% de los productores siembra en superficies menores de 3.0 ha, 16.4% de 3.1 a 5 ha, y sólo 9.6% en superficies mayores de 5 ha (Cervantes et al., 2005).

El municipio de Chilapa de Álvarez forma parte de esta realidad. Localizado en la región centro del estado, tiene como principal actividad económica la agricultura, que constituye 44.9% de la Población Económicamente Activa (INEGI, 2000). Se ubica como de marginación muy alta y con el IDH "medio bajo" (Conapo, 2000).

En la cabecera municipal están asentadas muchas de las dependencias del gobierno federal y estatal, y también se encuentran los centros comerciales más importantes. De manera relevante cuenta con dos mercados y la "plaza" de fin de semana, donde se vende todo tipo de productos agropecuarios, forestales y no maderables y artesanías provenientes de las comunidades. En esta plaza concurren vendedores y compradores locales, regionales y, en menor medida, de ciudades como Tixtla, Chilpancingo y Acapulco, así como del estado de Morelos.

La agricultura es de temporal en 95.0% de su superficie agrícola, y el principal cultivo es el maíz grano (98.2% de los cultivos anuales), seguido del cacahuate, camote, frijol, jícama, tomate rojo y garbanzo. La superficie restante (5.0%) es de riego (arroyos y ríos) y se siembran hortalizas y flores. La ganadería es extensiva de bovino criollo, ovino, caprino, porcino y aves de traspatio (Sagarpa, 2002). La actividad agropecuaria dinamiza al mercado y "plaza" de fin de semana, donde se comercializa al mayoreo y menudeo, y es también el lugar donde los campesinos adquieren sus herramientas de trabajo, los medicamentos para su ganado, los insumos agrícolas, principalmente agroquímicos para el combate de plagas y enfermedades, herbicidas y semillas.3

 

Santa Cruz, la comunidad de estudio

Se localiza a 16 km al noreste de la cabecera municipal de Chilapa y se llega sobre la carretera pavimentada Chilapa–Ahuacotzingo. Por su altitud de 1,280 msnm cuenta con clima templado. Tiene una población de 375 personas, de las cuales 193 hablan la lengua indígena náhuatl. La población total está distribuida en 70 hogares, y 11 de ellos tienen jefatura femenina. Nueve de cada diez cuenta con piso de tierra, y no pasan de dos viviendas las que tienen agua entubada, drenaje, excusado o sanitario (INEGI, 2005). Un tercio de la población es analfabeta y su promedio de escolaridad es de 3.35 años (INEGI, 2005). La principal actividad productiva es la agropecuaria con 74% de la población ocupada, de la cual 46.5% reportó no recibir ningún ingreso, y 26% hasta un salario mínimo (INEGI, 2000).

La autoridad local se representa por el comisario municipal4 (equivalente al delegado municipal) y el comisariado ejidal,5 ambos tienen estructura y funciones reguladas por la Ley del Municipio Libre y la Ley Agraria, respectivamente; pero también tienen una estructura informal autóctona conformada por los "principales", el "comandante" y sus "soldados". Las autoridades ejidales duran tres años en su cargo y son los responsables de las cuestiones agrarias, productivas y de acceso a los recursos naturales. Ambas instancias toman decisiones importantes en asamblea y por consenso de mayoría.

Antes de la regulación del ejido por el Programa de Certificación y Regulación del Ejido (Procede) en 1994, la estructura jerárquica para llegar a ser autoridad comunitaria era rígida y se alcanzaba por escalafón de servicios a la comunidad (soldados, auxiliar, suplentes, mayordomos), en la cual no participaban los avecindados e hijos de ejidatarios no reconocidos por asamblea. Por eso, al Procede se le menciona como factor de incidencia en la flexibilización de la obligatoriedad de prestar servicios a la comunidad. Actualmente enfrentan el dilema de dejar las cosas como están —a algunos no les parece correcto— o de buscar mecanismos innovadores que mantengan, aunque sea parcialmente, los criterios anteriores para tener una perspectiva social más responsable.6

[...] ahí nos hace mal, a veces nos ponemos a platicar con algunos de mis compañeros ejidatarios que vamos de edad iguales... que cómo vamos a hacer (don Ciro B., 54 años, marzo 2008).

Se mencionan otros factores que han alterado, en alguna medida, la funcionalidad de las autoridades locales como la religión protestante y la migración. En la primera inciden por sus actitudes en las tareas colectivas. Como lo expresa la siguiente opinión:

Por ejemplo, si vamos a hacer una obra el año que viene y que le toque de auxiliar, no lo quiere hacer. En trabajos públicos no lo hace. Eso lo vemos mal, porque si vamos a hacer un trabajo comunitario, un trabajo entre todos, por ejemplo una carretera vamos a componerlo, y no quieren; caminos, manantiales que se limpien, y no quieren (don Ciro B., 54 años, marzo 2007).

Y en la segunda, provoca variabilidad en las asistencias a asambleas (las autoridades locales tienen prohibido emigrar mientras estén en sus cargos).

 

Prácticas agrarias

Como en toda agricultura campesina existe una relación estrecha de los recursos naturales y las prácticas agrarias, donde el acceso está normado por acuerdos comunitarios y, en el caso de la tierra, por programas de regularización del gobierno federal. La administración del recurso forestal y el agua recae en las autoridades ejidales, quienes, a su vez, toman las decisiones de acuerdo con las circunstancias particulares, pero generalmente en asamblea. El uso de este recurso en las prácticas agrarias se centra principalmente en el aprovechamiento para postes de cercado, construcción de chiqueros, corrales de traspatio, varas para cultivo del jitomate y elaboración de herramientas para trabajo agrícola, ganadero y de producción de mezcal.

La administración de la tierra por las autoridades ejidales está más acotada por la aplicación del Procede y se considera que habrá más control en la apertura de nuevas áreas de cultivo, ya que se han presentado casos como el que se señala:

[...] aquí la gente parece que es tranquila, pero no, hay mucho desorden. Porque aquí no falta que alguien tenga una parcelita pegada al cerro y que en su terrenito tenga algunos arbolitos que desmonta y quiere ir más allá (quiere ganar terreno) y empieza a trozar... ya después alguien llega y también hace desmonte, son dos, tres, y ahí se van yendo. ya nomás alguien llega y dice, pues ya tiraste arbolitos, déjame hacer un desmonte, (así) se va yendo; y pues tiene que ir a ver el consejo de vigilancia (comisariado ejidal, 44 años, octubre 2007).

La práctica del desmonte había sido común por el crecimiento de la población, configurando una relación negativa entre actividad agrícola y recursos forestales, como lo muestran los datos del cuadro 1. Tomando en cuenta que la colectividad considera desde la creación del ejido (1954) que:

Sí. Había más bosque. puro encino, teuixtle, cacahuite, encino prieto, casi el amarillo poco. estaba cerrado de bosque por allá. [señala un cerro con áreas de cultivo] (entrevista grupal, 8 de septiembre de 2007).

Se infiere la estrecha relación de las actividades productivas con los recursos naturales. En este caso se observa que la superficie agrícola ha aumentado más del doble en detrimento de la superficie forestal, presentando un área forestal perturbada, con su consecuente impacto ecológico.7 El cambio más relevante en tipos de cultivos es el garbanzo que ha sido sustituido por el jitomate.

Cabe mencionar que actualmente los campesinos han dejado de practicar el desmonte, debido a que se han sometido a la regularización de la explotación de leña (venta y trueque). Si bien esta regularización es implementada por instituciones gubernamentales, los campesinos han adoptado sin resistencia estas medidas, considerando un avance en la toma de decisiones para el cuidado y conservación del recurso forestal.

Entre las medidas bien acogidas se pueden enumerar: la prohibición de la extracción en áreas de manantiales, la definición de su área de conservación, y la reforestación de áreas muy perturbadas con pino y maguey.

Muchas de estas acciones se realizaron como respuesta a los efectos de la degradación forestal, sobre todo, ante la drástica disminución de caudales en arroyos y manantiales. La conciencia social surgió del agotamiento del agua (aprovechada para el hogar) proveniente de estos sistemas y no tanto por el desmonte en sí. La necesidad de contar con agua todo el año impulsó a tomar decisiones comunitarias para construir dos bordos rústicos que proporcionan el líquido a los animales y riego complementario al cultivo del jitomate, bajo un esquema estricto de administración por la autoridad ejidal para no malgastarlo. A nivel familiar se construyeron pequeños pozos "de reata" para uso doméstico, y también se trae agua de las partes altas con mangueras.

En la búsqueda de alternativas ambientales, también se consideraron las socioeconómicas, como la construcción de una fábrica comunitaria de mezcal para aprovechar el maguey silvestre que abunda en la región (el cual cultivan ya en pequeña escala). De esta manera grupos de campesinos trabajan de febrero a mayo, obtienen ingresos personales, y la comunidad consigue ingresos y mezcal para sus fiestas.

En el proceso de perturbación antropogénica,8 se observó que la actividad ganadera no tiene impacto equivalente a la agricultura por su escasa presencia en las unidades campesinas y por la movilización a que son sometidas. Se ha demostrado que un problema grave con la ganadería extensiva es que ésta no permite la regeneración de los ecosistemas. Al abrirse tierras para la agricultura y abandonarse, los ecosistemas no se recuperan por la presión que ejerce el ganado sobre estas áreas. Además incide en las poblaciones de magueyes en la temporada de secas (Quintanar, 2003).

La realización de prácticas productivas agrarias no son procesos simples, en ellos subyacen otros subprocesos de diferentes índoles (social, cultural y económico) que se interrelacionan con factores externos, redefiniendo formas de sobrevivencia campesina, donde el fenómeno de la migración juega un papel importante.9 Las distintas actividades productivas detalladas a continuación conforman la estructura agraria y configuran las prácticas agrarias de la comunidad de Santa Cruz, las que, sin duda, han sido productos de diferentes etapas de transformación en la agricultura y en el acceso, uso y disponibilidad del recurso forestal, las cuales han dado lugar a la diversificación como parte de las estrategias campesinas.

Agricultura

En Santa Cruz se llevan a cabo actividades diversificadas en tiempo y espacio diferentes. En primer lugar, la población dedica medio año, aproximadamente, a trabajar en la agricultura de temporal, con cultivos como el maíz, frijol y calabaza, y usa tecnología tradicional adaptada a los cambios ambientales o necesidades socioeconómicas, cuyos fines son de autoconsumo y venta de excedentes en la misma comunidad. En segundo lugar, con 30% de los productores, también en temporal y con riego complementario, se da el proceso productivo relativamente reciente (1990) del cultivo de jitomate con tecnología "moderna", que se siembra y cosecha en tiempos diferenciados y cuyo destino es el mercado regional. Este "nuevo" cultivo se inició por la experiencia obtenida en la migración a campos agrícolas, combinada con la iniciativa de un productor foráneo para experimentar con el cultivo en terrenos del ejido en condiciones adecuadas de pendiente y drenaje.

Anteriormente se aprovechaba la humedad residual de los suelos en los meses de octubre y noviembre para cultivar el garbanzo, el cual era destinado al autoconsumo y al mercado local. Ahora el jitomate lo ha sustituido rápidamente, principalmente porque el mercado regional ha abierto alternativas de ingresos a los hogares campesinos, y por otra razón no menos importante, porque el garbanzo ha tenido una grave enfermedad llamada "rojillo" o "chahuistle" de aparición cíclica, lo cual ha contribuido al desánimo generalizado para seguir cultivándolo, a pesar de que forma parte de la comida tradicional de la región.

Uno de los cambios ocurridos en el cultivo del jitomate ha sido tecnológico, pues se han ido abandonando antiguas prácticas agrícolas en la preparación de la tierra, arado, escardas y repasos de tierra con deshierbe, que hacen uso intensivo de mano de obra familiar. A cambio, el tractor y los herbicidas resultan ser indispensables para el nuevo cultivo. De hecho ha incluido en el vocablo de los procesos de trabajo de esta práctica "sellar la tierra", para decir que ya no es necesario mano de obra durante el cultivo.

Ya casi todos hacen esto, sellan la tierra, ya no vuelven a meter el arado (don Santos, 44 años, julio 2008).

De ninguna manera estos cambios pueden ser comparados como la innovación desde la tradición, a pesar de que no son antónimos. Ciertamente el cambio es necesario en la vida campesina, pero el uso de tractores y la aplicación de herbicidas o fertilizantes no provienen de la observación–experimentación y generación de conocimientos campesinos. Sin embargo, las formas de apropiación de las nuevas técnicas derivadas de sistemas económicos más amplios y con mayor tecnología recrean, sin duda, un proceso de aprendizaje al introducirlos a sus saberes locales (Chemoux, 1997).

Por otro lado, respecto al cultivo de jitomate, su introducción a las prácticas agrarias en terrenos ejidales tiene aproximadamente 18 años. Al inicio, algunos productores introdujeron el jitomate en condiciones de temporal en pequeñas extensiones de tierra. Al encontrar rápidamente un nicho de mercado regional que trasciende el municipio de Chilapa, pronto se vieron en la necesidad de aplicar riego complementario en su última fase de desarrollo, manejando diferentes fechas de siembra y corte para buscar mejores precios.10 Se puede decir que el desarrollo de este cultivo se ha dado con base en la influencia de factores tanto endógenos como exógenos, que, en su conjunto, han generado nuevas relaciones sociales con otros actores externos a la comunidad. Tal y como se resume en los siguientes puntos:

– El acceso a la tierra. Todos los ejidatarios tienen parcelas con una superficie promedio de 2.4 ha, incluso algunos llegan a tener hasta siete parcelas, con superficies pequeñas de hasta media ha. Son 96 campesinos los que tienen superficies de hasta 3 ha, 26 que poseen de 3.1 a 5 ha y sólo 8 cuentan con superficies mayores de 5 ha sin rebasar las 10 ha. Para el cultivo del jitomate se dan acuerdos de renta o préstamo para sembrar en superficies mayores de las que tienen (Carpeta básica del ejido, 1999).

– Disponibilidad de mano de obra en la misma comunidad. Aunque existe migración temporal (aproximadamente 20% de la población), queda mano de obra que se contrata en ciertas etapas de producción del jitomate, como en la siembra, en la aplicación del riego complementario y en la cosecha; para esta última actividad se prefiere mano de obra femenina. Un jornal se paga de $80.00 a $90.00 sin comida o bien $70.00 diarios con una comida. Según versiones de varios productores, la siembra de jitomate ha impactado parcialmente en la migración nacional.

– Capacidad de asociarse con reglas claras. Los acuerdos preestablecidos de inversión, aportación de tierras y mano de obra y distribución de ganancias han permitido mayor acceso a factores de producción (mano de obra, tierras y capital), así como de asesoría técnica. Cabe mencionar que no existen apoyos institucionales de crédito o asesoría técnica.

a) Asociación con campesinos de la misma comunidad que aportan capital de inversión o tierras.

b) Acuerdos con migrantes de EUA, principalmente familiares que financian con remesas el cultivo de jitomate.

Mi sobrino se fue a trabajar para Estados Unidos, allá anduvo y con la lana que ganó, pues se vino, se casó, y después ya va pensando, tiene otro hermano allá que le ayuda, son dos que están allá, pero trabaja uno que le manda dinero, le manda como patrón,... para poner huerta de jitomate... a medias11 ... ese muchacho ya está levantando (don Ciro, 54 años, octubre 2007).

c) Asociación con comerciantes de insumos químicos de Chilapa, asegurándose con ello asesoría técnica y los insumos para el cultivo de jitomate.

[Los que venden agroquímicos]... No lo trabajan ellos, pero ponen la medicina, o sea uno da medicina y otro trabaja (entrevista con grupos focales, septiembre 2007).

d) Obtención de crédito para insumos químicos en casas comerciales de Chilapa.

Nosotros vamos comprando todo, el único que nos viene dando crédito es Eugenio [dueño de una tienda de agroquímicos] no por mucho tiempo, unos ocho días (don Eleuterio, 30 años, septiembre 2007).

– Acuerdos internos para gestión y construcción de infraestructura rústica para almacenar agua de lluvia, que usan para riego complementario, lo cual permite manejar diferentes fechas de siembra.

– Acceso a asesoría técnica para siembra y combate de plagas y enfermedades del jitomate, a través de los comerciantes de insumos agrícolas, fuertemente condicionado a productores que son clientes confiables y fieles al comerciante.

– Acceso a información sobre fluctuaciones de precios de comerciantes del mercado regional de Chilapa o de los comerciantes de insumos químicos de Chilapa que en algunos casos hacen consultas por internet.

– Comercialización en el mercado y "plaza" regional de Chilapa, donde los mejores jitomates se ofrecen al mayoreo a compradores de Acapulco, Chilpancingo, Tixtla y, en menor medida, a compradores locales y del estado de Morelos. Los jitomates de segunda y tercera se ofertan al menudeo a los comerciantes locales y compradores en general. También se dan casos en los que compradores al mayoreo llegan directamente a la comunidad para conseguir mejores precios en los meses de octubre y noviembre, principalmente.

Ganadería

En la comunidad existe el sistema ganadero de traspatio (crianza de aves, cerdos, bueyes y chivos) y el sistema de pastoreo extensivo (ganado bovino y caprino). Hacen un manejo del ganado al libre pastoreo en terrenos forestales de propiedad privada durante el temporal; en la poscosecha introducen a los animales a las parcelas para aprovechar el rastrojo residual del maíz y después, en épocas de secas, los mantienen en terrenos del ejido con pastor y en traspatio o solar por las noches.

No existen explotaciones de ganado a gran escala, sólo una persona tiene 20 cabezas de ganado, y tres o cuatro tienen de seis a diez cabezas, el resto de los campesinos (aproximadamente 90%) tiene uno o dos animales con el propósito de realizar labores agrícolas (sobre todo para siembra) o para transportar los productos, leña y/o agua. Únicamente cuatro personas producen queso en época de temporal para autoconsumo y venta local, y cerca de 20 tienen ganado caprino en cantidades que van de tres a 20 cabezas. En esta práctica se aprovecha el pasto natural y otras plantas como los renuevos de árboles y arvenses.

A pesar de que la relación de la ganadería bovina con la agricultura se ha modificado con la introducción de nuevos elementos tecnológicos en etapas donde se usaba el arado, los campesinos hacen esfuerzos por adquirir animales de trabajo, y su relación de binomio con la agricultura ha provocado que antes del temporal (abril–mayo) se observe cierto dinamismo de comercialización e intercambio en la misma y con otras comunidades.

Otras modificaciones se refieren a relaciones sociales (más que económicas) que mantenían con el ejido de Coacoyul, donde hasta 2003 conducían sus animales para dejarlos en libre pastoreo durante el temporal a cambio de una cuota económica, la cual tuvo un alza considerable, y aumentaron los requisitos, como presentar personalmente todo el ganado al comisariado ejidal para su contabilidad.

Casi todos iban, pero después se empezaron a retirar porque nos empezaron a cobrar más, primero nos cobraban diez pesos por cabeza, pero los chiquitos no pagaban, pero después le han ido aumentando de cien a doscientos pesos por cabeza (don Cubertino B., 45 años, diciembre 2007).

Ante ello, los campesinos se vieron obligados a plantearse algunas opciones para no perder su pequeño hato, el cual ha sido considerado como una práctica de ahorro–inversión,12 como se ejemplifica:

Se me descompuso mi camioneta cuando acarreaba leña y no tenía dinero para arreglarla, tuve que pedirle a mi mujer (mil pesos) porque yo sabía que había vendido unos marranos y que por eso tenía dinero (don Eugenio B., 43 años, mayo 2008).

Inicialmente un grupo de cinco perronas, y la mayoría después, decidieron rentar a menor costo terrenos forestales de propiedad privada que colindan con el ejido y dejar ahí al ganado en libre pastoreo13 en temporal. De esta situación se logra percibir cómo lazos de cooperación social entre ejidos que se mantenían por generaciones, con el fin de reproducir un sistema de producción "ganadero" campesino, se vieron erosionados y suplidos por una relación más monetarista. Pero, a cambio, han generado otros tipos de relaciones sociales, económicas y productivas con nuevos actores; en este caso sería con los dueños de la propiedad privada. Asimismo, esta situación fortaleció procesos internos de decisiones colectivas, a tal grado que han experimentado mejorar la raza del ganado por monta de sementales de mejor calidad genética.

Se cuidan de que se cruce con ganado mejorado, no consentimos que se crucen con otros corrientes... aquí ningún toro vamos a consentir corriente, si están de acuerdo el que quiera que meta... pero a los viejitos o corrientes los vamos a capar, por eso les estamos avisando. Cápenlo, el que quiera meter su toro. Pero ya terminó de trabajar y quieren irlo a dejar, que los vaya a dejar (don Cubertino B., 45 años, diciembre 2007).

Gracias a estas decisiones, en los últimos años se ha dinamizado la comercialización en la comunidad con la presencia de pequeños ganaderos y campesinos que llegan para vender, comprar o intercambiar ganado. Este flujo de dinamismo comercial se retroalimenta con el mejoramiento del ganado, lo cual ha permitido mejores precios y reconocimiento regional.

[...] porque ya vienen también algunos de Ahuacotzingo (municipio colindante), vienen a vender [...] mas casi abril es cuando pagan más porque los van a ocupar (para el arado) (varios del grupo focal, septiembre 2007).

En relación con la asesoría técnica, ésta proviene de los comerciantes veterinarios de la cabecera municipal, quienes también venden el producto que recomiendan; para ello se han establecido relaciones de consulta personal o bien por teléfono, y en caso necesario el veterinario visita al ganado en el ejido cuando se le requiere. Estas relaciones se han fortalecido concomitantemente con el mejoramiento del ganado, debido a su mayor valor de venta, pero también los campesinos han adquirido nuevos conocimientos técnicos (vacunas, dosis de medicamentos) para un mejor aprovechamiento y manejo de sus recursos pecuarios.

[... ] yo también los inyecto, nada más luego voy a verlo (a los comerciantes veterinarios) y les digo, quiero mis medicinas, véndemelos, pero yo los voy a preparar, nada más les digo quiero para prevenir (don Cubertino B., 45 años, diciembre 2007).

Producción de petate

Una gran parte de los hogares campesinos producía el petate de manera artesanal, utilizando como materia prima la palma de soyate (Brahea dulcis) que existe en el ejido y la región. Pero a pesar de constituir un recurso natural de fácil acceso, su producción no ha dejado de ser una actividad marginal, los precios que se pagan siempre han sido bajos; lo cierto es que genera un ingreso fijo que les permite tener un poco de dinero en efectivo. Además requiere de mucha mano de obra, al menos se necesita el trabajo de dos mujeres durante dos días para fabricar un petate. Otro elemento puede ser que el tamaño de la hoja de palma haya disminuido, porque se necesita un mínimo de largo de 30 o 45 cm para que sea útil en la elaboración de este artículo.

Anteriormente la producción y venta de petates proveía recursos importantes a las familias, pero conforme se incrementó la migración y se generalizó el cultivo del jitomate, dejó de ser atractiva para muchos hogares donde los hombres y mujeres participaban en su elaboración y venta.

En la actualidad, solamente algunas mujeres continúan fabricando petates en sus tiempos libres, aunque a nivel regional esta actividad sigue siendo una fuente relevante de ingresos para muchos hogares indígenas, a pesar del intermediarismo para este producto.14

Además, como parte de las transformaciones de la racionalidad campesina, esta actividad productiva es percibida hoy en día como no rentable y, por lo tanto, poco atractiva, lo cual ha contribuido a que se vaya abandonando. Las mujeres que aún la realizan señalan que a veces compran un rollo de palma a $45.00, con lo cual hacen dos petates que venden en la comunidad a $40.00 cada uno, y si consideran el costo de la mano de obra, la ganancia es mínima, ya que se requieren al menos dos días de trabajo de ocho horas. El valor de la palma se ha incrementado precisamente porque cada vez es más escasa la mano de obra que quiere hacer el corte —recolección en el campo— y, al mismo tiempo, una vez terminado el petate, se encuentran mercados competitivos y reducidos que ya tienen acceso a otros productos que los sustituyen y que son más confortables como las camas y los colchones.

Casi no se gana nada, sólo lo hacemos para trabajar en algo y para comprar el azúcar, el arrocito, la sal....(señoras de Santa Cruz y Tecoanapa, mayo 2008).

En comparación con otras comunidades cercanas a Oaxaca, donde la fabricación de cinta de palma15 está a cargo de hombres y mujeres de todas las edades por ser considerada una actividad secundaria, pues se teje mientras se cuida el ganado, en reuniones o en casa, en Chilapa existe una fuerte competencia en el mercado regional para este producto. Por la falta de rentabilidad y dada la oferta de sustitutos del petate, la población masculina de Chilapa ha perdido interés en su producción, dejándosela como en reducto a las mujeres. Sin embargo, los hombres entrevistados que han dejado de tejer la palma justificaron el abandono de esta práctica por su creciente interés en dedicarse a las prácticas del cultivo de jitomate.

Producción de mezcal

En contraparte del detrimento de la producción del petate, la producción del mezcal ha venido creciendo considerablemente en la región centro del estado. Esta región es conocida por su tradicional producción de mezcal en fábricas rústicas o artesanales.

El maguey papalote (Agave cupreata) se reproduce de manera natural en diferentes tipos de suelos e incluso en áreas accidentadas y pedregosas, pero en los últimos años se reproduce en viveros con la participación de los productores y el apoyo de programas federales y estatales. Cabe mencionar que la iniciativa vino de actores locales, quienes empezaron a operar el proyecto, y la que después fue retomada junto con las instituciones gubernamentales.

En 1994 comenzamos a hacer las reforestaciones. La producción la iniciamos en 1993 y en 1994 la reforestación. Hoy día estamos en cerca de tres mil hectáreas reforestadas con maguey papalote. En los viveros hacemos el pachole (cortar la semilla y germinarla). Luego hay que trasplantarlo a los cerros. Los magueyes los seleccionamos desde ahí. Año tras año los estamos cosechando (don Albino T., 42 años, diciembre 2007, organización Sanzekan Tinemi).

Con el impulso de otras comunidades de la región, en colaboración con la ONG Grupo de Educación Ambiental (GEA) y el apoyo institucional de lo gobiernos estatales y federales, Santa Cruz se insertó a la expansión e incursión de nuevos mercados. De hecho, en la actualidad existen dos fábricas de mezcal que llevan procesos más cuidadosos en la selección del maguey y en la elaboración del mezcal a través de algunos equipos modernos.16 Ambas fábricas ya se encuentran en proceso de certificación, según lineamientos técnicos del Consejo Mexicano de Certificación del Mezcal, con lo cual se trata también de mejorar instalaciones y el proceso de producción para obtener mayor calidad y, por lo tanto, competitividad en el mercado. Entre otros aspectos de orden sanidad/inocuidad, estas fábricas han introducido a sus procesos de producción un equipo de cocción de maguey que reducirá el tiempo del horneado de cuatro días a sólo ocho horas; la intención también es disminuir el uso de leña (encino) y promover el manejo sustentable de los recursos forestales.

La mayor parte de la producción de estas fábricas se entrega a la organización Sanzekan Tinemi,17 la cual, con apoyo de programas estatales y federales, impulsa el proyecto de producción y comercialización a nivel nacional. Ellos hacen las pruebas de calidad correspondientes, lo envasan en botellones de vidrio como ha sido la costumbre en la fabricación artesanal o rústica, lo etiquetan con el nombre de la organización y del maestro mezcalero, y lo almacenan en una cava recientemente inaugurada en su primera etapa en 2007. El propósito colectivo es conservar la cultura local del mezcal, como estrategia de comercialización en un mercado fuertemente competitivo.

 

Algunas consideraciones finales

Ante la globalización, donde la circulación de capiral, mano de obra, productos e ideas son cada vez más influyentes en la regulación social y económica de las comunidades campesinas, la privatización y concentración tanto de recursos económicos como del conocimiento refuerzan las profundas desigualdades sociales, hacen surgir respuestas un tanto originales por su adaptabilidad y creatividad como estrategias de reproducción social campesina, tal y como se logró observar en esta investigación. Si bien es un estudio de caso, la metodología empleada para distinguir las prácticas agrarias que reconfiguran una comunidad permite mostrar que la diversificación de éstas puede contribuir a mediano plazo al bienestar de los hogares campesinos y al medio natural que los provee de recursos.

El acceso a la tierra, su distribución y mantenimiento de una relación entre campesinos y posesión, es un factor clave para que se construyan nuevas propuestas de producción agropecuaria, ya sean totalmente innovadoras o bien adecuadas a la coexistencia de prácticas de subsistencia tradicionales (maíz) y la introducción de otras que se limitan a las exigencias de los mercados regionales y hasta globales.

El estudio apuntala igualmente a reforzar la idea de que la diversificación de las prácticas agrarias orientadas al mercado local y regional genera ingresos importantes, los cuales no sólo benefician a los hogares sino que atañen a la comunidad y a la región. Asimismo, se logró observar que la diversificación trae consigo la innovación, la transferencia tecnológica y la adaptación al entorno dominado por el mercado. Aunque no fue el propósito de este trabajo, se puede inferir que la diversidad de prácticas agrarias de Santa Cruz ha generado trabajos e ingresos a nivel local.

Por otro lado, esta diversificación ha ampliado la capacidad de la gente para reconocerse como actores sociales. Si bien no necesariamente se crean relaciones justas entre toda la población, pues en cada práctica agraria coexisten relaciones de poder, asimetrías y jerarquías que llegan a provocar más desigualdades entre los géneros, los hogares y en la comunidad, al menos en un espacio más amplio de interpretación estos problemas llegan a invisibilizarse en la valorización de las estrategias mismas de subsistencia que logran mantener prácticas agrícolas tradicionales (maíz) y las combinan con las nuevas (jitomate, mezcal, incluyendo la migración y otros), y en el fortalecimiento de algunas redes de productores gracias a la incursión de nuevos mercados y acceso a recursos institucionales. Se podría decir en un sentido más amplio de interpretación que la heterogeneidad permite hasta cierto punto la cohesión social, aunque sus bemoles quedan a discusión en un análisis de lo microsocial.

En efecto, las relaciones sociales y económicas establecidas en cada práctica agraria ayudan a reducir y compartir los riesgos de incursionar en los nuevos mercados, pero no siempre reducen la vulnerabilidad de los miembros de los hogares, pues las actividades poco rentables y residuales en las dinámicas del cambio siguen siendo atribuidas a las mujeres. Cabe mencionar que al igual que en muchas regiones del país la migración hacia las ciudades y hacia Estados Unidos de Norteamérica es considerada como parte prioritaria de los proyectos de vida de la mayoría de los jóvenes de ambos sexos. De hecho, en la actualidad, las remesas son un recurso indispensable para el desarrollo de las prácticas agrarias. La migración y las remesas son también un vehículo para establecer nuevas relaciones con actores exógenos, facilitando de cierta manera la innovación, adecuación y coexistencia de prácticas agrarias. Finalmente, para conocer las diferenciaciones sociales al interior de los hogares y entre ellos faltaría profundizar en aspectos que tienen que ver con las relaciones de género y la edad, sin perder la perspectiva de la etnicidad y la movilidad social en la dinámica de las reconfiguraciones de la vida campesina y sus prácticas agrarias, que permita definir los estilos agrarios.

 

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Notas

1 Para este estudio, el término campesinos (as) se refiere al grupo de personas que practican actividades agropecuarias como una de sus estrategias de subsistencia, la cual puede o no ser la principal fuente de ingresos de su hogar y de la reproducción social de la familia. El hogar es el espacio social donde las relaciones familiares se gestan para ganarse la vida; es importante remarcar que estas relaciones entre los miembros son por lo general jerárquicas y asimétricas, según sea el género y la edad de cada uno de ellos (Vizcarra, 2002).

2 La mayoría de las localidades, 98.2% de 7,718 que hay, tiene menos de 2,500 habitantes, que, según el INEGI (2000), son rurales, y con este criterio 42.4% de la población estatal es rural; pero si particularizamos a esas localidades, 87.53% de ellas tiene poblaciones menores de 499 personas, que solamente representan a 18% de la población total. En contraste, en sólo 16 localidades (0.2%) con 15,000 personas y más se alberga 39% de la población urbana. Únicamente la ciudad de Acapulco representa 19.8% y su municipio, 23.44% de los habitantes del estado (INEGI, 2000). Según el VII Censo Agropecuario, 91.3% de la superficie censada es de tenencia ejidal (INEGI, 1997).

3 Debido a que en los últimos 15 años las políticas institucionales para el campo no consideran la asistencia técnica para la agricultura tradicional, las tiendas de agroquímicos han crecido en importancia como asesores técnicos para los campesinos, a la vez que promocionan y venden sus productos; estableciéndose así una relación recíproca entre ambos y dando un nuevo dinamismo comercial en el municipio. Este aspecto se abordará más adelante.

4 Ley Orgánica del Municipio Libre del Estado de Guerrero, art. 35.

5 El comisariado ejidal se integra por un presidente, un secretario y un tesorero, propietarios y sus respectivos suplentes. El consejo de vigilancia está formado por un presidente y dos secretarios, propietarios y sus respectivos suplentes.

6 Datos obtenidos de la Carpeta básica del ejido (1999) muestran que la certificación de parcelas promovido por Procede se dio en 1994 con 134 ejidatarios.

7 La perturbación es cualquier evento que sucede en el tiempo y quebranta la estructura de un ecosistema, además cambia los recursos, la disponibilidad del sustrato o el ambiente físico. La perturbación en los ecosistemas se entiende como toda acción humana que reduce la adecuación de los organismos en la biosfera, y que puede ser por obtención y producción de alimentos, crecimiento y movimiento poblacional, asentamientos y urbanización, búsqueda, obtención y consumo de agua y otros recursos naturales, uso y modificación del suelo, entre otras acciones (Bolaños, 1990).

8 La importancia ecológica del factor humano ha sido puesta en evidencia por un creciente número de estudios que han demostrado la existencia de múltiples formas de impacto. A la influencia humana negativa sobre los ecosistemas se le denomina perturbación antropogénica. En muchos casos los cambios inducidos por causas humanas directas o indirectas pueden afectar la calidad ambiental, así como las opciones futuras de manejo (Bolaños, 1990).

9 La migración temporal se ha presentado desde 1970 hacia Sinaloa, principalmente; ahora es con menor intensidad y con destinos más diversificados, entre los que se incluye a los Estados Unidos de América (EUA). La migración temporal y nacional permite cada seis o siete meses el retorno a las actividades agropecuarias y, por lo tanto, a la participación en la toma de decisiones agrarias.

10 Es importante mencionar que el precio del jitomate varía de un día a otro o en el mismo día, dependiendo de la oferta y la demanda.

11 El término es variable en tiempo y lugar. Muñoz (1963) describe, refiriéndose al municipio de Chilapa, que el dueño proporciona la tierra, la semilla y la mitad del costo de la siembra; el trabajador "mediero" da el resto y la cosecha se divide en partes iguales. En tanto, Vásquez (1994) define tres modalidades de producir a "medias" dependiendo de la ubicación de las parcelas (laderas) y la calidad de los suelos, pero siempre es el "mediero" quien aporta la mano de obra en todo el proceso, variando las cantidades de la cosecha que se reparten. En este caso, los productores de jitomate de Santa Cruz presentan una nueva modalidad: el "mediero" se caracteriza por la aportación de dinero o agroquímicos, y el "dueño" pone la tierra y la mano de obra, las ganancias se reparten en partes iguales.

12 En caso de una urgencia o necesidad familiar, el animal representa una forma de obtener recursos rápidamente para solucionar parcial o totalmente sus "apuros".

13 En 2007, todos los campesinos llevaron a sus animales a este terreno, y la cuota actual era de $250.00/cbz. De este acuerdo, el propietario obtiene ingresos, reparación de sus cercados y también una dotación anual de mezcal producido por los campesinos (a "medias"), aprovechando el maguey silvestre existente en su propiedad.

14 Tecoanapa es una comunidad náhuatl cercana a Santa Cruz que vive prácticamente de este producto artesanal, vendiendo a intermediarios.

15 De hecho, las entrevistadas más ancianas reconocen que mucha de la palma (palma real) con la que aún trabajan proviene de Oaxaca.

16 Los dos productores de Santa Cruz están inmersos en este nuevo proceso, igual que otros productores de la zona, quienes en 2000 formaron la Asociación de Magueyeros y Mezcaleros de Chilapan (Ammchi). Ochenta y siete personas en total están agrupadas y producen unos 40 mil litros por temporada (don Albino T., 42 años, diciembre 2008).

17 Esta organización se creó en 1990 como Sociedades de Solidaridad Social (SSS) a partir del Consejo Comunitario de Abasto de Chilapa, después conformaron áreas de trabajo en: producción y comercialización, artesanías, reforestación y manejo de recursos naturales, mujer campesina, y apoyo a productores.

 

Información sobre los autores

Sabás Vásquez Agustín. Doctorante en Ciencias Agropecuarias y Recursos Naturales por la Universidad Autónoma del Estado de México, profesor de la Universidad Autónoma de Guerrero. Línea de investigación: procesos sociales en el medio rural. Publicaciones recientes: coautor de Estratificación de productores agropecuarios del estado de Guerrero, México (2005) y de "La sustentabilidad de la ganadería bovina en la Costa de Oaxaca", en Revista de Divulgación A, núm. 92 (2004).

Ivonne Vizcarra Bordi. Doctora en Antropología, profesora investigadora del Instituto en Ciencias Agropecuarias y Rurales de la Universidad Autónoma del Estado de México. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel II. Líneas de investigación: ruralidad, migración, seguridad alimentaria, estudios de género, gobernabilidad y políticas sociales. Publicaciones recientes: con Viridiana Conzuelo, "Variables socionutricionales de hogares mazahuas integrados por preescolares desnutridos con madres con obesidad y sin obesidad", en Población y Salud en Mesoamérica [en línea] (2009), y con Xóchitl Guadarrama, "Cuando los hombres emigran ¿qué ganan y qué pierden las mujeres mazahuas con el programa Oportunidades?", en ¿Ruralidad sin agricultura? Perspectivas multidisciplinarias de una realidad fragmentada, México (2008).

Eduardo Quintanar Guadarrama. Doctor en Agroecología, Sociología y Desarrollo rural Sostenible. Investigador independiente. Líneas de investigación: evaluación de programas de conservación de suelo y desertificación; evaluación de impactos de Faire Trade y alternativas para la comercialización de productos del Corredor Biológico Mesoamericano. Publicaciones recientes: coautor de "Jefaturas de hogar: el desafío ante la migración trasnacional masculina en el sur del Estado de México", en Migraciones Internacionales, núm. 13 (2007), y de "Maíz y organizaciones de productores en el Estado de México", en revista Ciencia Ergo Sum de la Universidad Autónoma del Estado de México (2006).

Bruno Lutz Bachère. Doctor en Ciencias Sociales, profesor investigador titular de tiempo completo de la Universidad Autónoma Metropolitana–Xochimilco. Publicaciones recientes: coautor de "La política de desarrollo rural en México y el cambio institucional 2000–2006", en Economía, Sociedad y Territorio, núm. 28, México (2008), y de "entre el metate y el sueño canadiense: representaciones de mujeres mazahuas de la migración conrractual transnacional", en Les Cahiers Ahlim, núm. 14, Paris 8 (2007).

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