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Convergencia

versión On-line ISSN 2448-5799versión impresa ISSN 1405-1435

Convergencia vol.14 no.45 Toluca sep./dic. 2007

 

Reseñas

 

Las mujeres como constructoras de paz, análisis de una realidad

 

Irene Comins Mingol

 

Magallón Portolés, Carmen (2006), Mujeres en pie de paz: pensamiento y prácticas, Madrid: Siglo XXI, 297 pp. ISBN: 84-323-1244-4

 

Universitat Jaume I de Castellón. Correo electrónico: cominsi@fis.uji.es

 

El libro Mujeres en pie de paz constituye un auténtico manual ilustrativo respecto de las aportaciones de las mujeres a la construcción de la paz. Su autora, Carmen Magallón, directora de la Fundación Seminario de Investigación para la Paz del Centro Pignatelli de Zaragoza (España), ha logrado sintetizar a lo largo de 11 capítulos los elementos vectores que han definido en la historia y describen en la actualidad el compromiso de las mujeres por la paz.

Los capítulos del libro están agrupados en dos grandes bloques: I. El protagonismo de las mujeres en la causa de la paz, y II. La lógica de la sostenibilidad de la vida. En el primer bloque la autora hace una revisión histórica de las diversas prácticas e iniciativas de la participación de las mujeres en favor de la paz; las Abuelas de la Plaza de Mayo, las Mujeres de Negro o las participación de las mujeres en las mesas de negociación son algunos de los ejemplos que se analizan. El segundo bloque menos historiográfico y más analítico trata de desvelar el porqué de ese compromiso de las mujeres por la paz; el pensamiento maternal, la sostenibilidad de la vida o el lugar de los hombres en este debate son algunos de lo temas en los que se profundiza. A continuación pasaré a resumir brevemente los principales contenidos de cada capítulo del libro.

La forma de empezar la revisión histórica sobre el compromiso de las mujeres por la paz es muy sincera y cercana; Carmen Magallón empezará esta revisión dedicando el primer capítulo a su propia experiencia y la del grupo de mujeres que como ella encabezarían en los años ochenta la revista En Pie de Paz Mujeres que vivieron la dictadura en España, la transición, el pacifismo antinuclear de la década de 1980, y que se comprometieron tanto con el feminismo como por la paz. "Lo que al principio fue una intuición llegaría a ser un planteamiento consciente: queríamos ser feministas, ejercer nuestro feminismo, en el movimiento por la paz" (11). Cabe destacar el concepto micromilitancia que utiliza la autora para referirse a la nueva forma de entender la política en la que estarían comprometidas el grupo de mujeres de En Pie de Paz, una política que debía incluir no sólo los grandes temas sino también los asuntos cercanos del día a día.

En el segundo capítulo Carmen Magallón, y antes de pasar a la revisión histórica en positivo de las contribuciones de las mujeres a la construcción de la paz, revisa la vinculación de las mujeres con la violencia, tanto como víctimas como perpetradoras de la misma. Aunque el libro se especializa en las contribuciones de las mujeres en la construcción de la paz no silencia la realidad de mujeres que participan como militares o terroristas de mano de la violencia. Estos datos demostrarán que el pacifismo que de forma general demuestran las mujeres no es algo que se deba a la naturaleza intrínseca de ellas, sino que se trata de un constructo cultural en el que todos podemos socializarnos. Por otro lado, la mujer como víctima es otra realidad en la que si bien no se especializa el libro cabe explicitarla. Las mujeres son cada vez más víctimas de las nuevas guerras. "En la Primera Guerra Mundial las víctimas civiles representaron el 15% de las muertes, en la Segunda Guerra Mundial, fueron el 50%. En las guerras de los años noventa, fueron más del 80%, la mayoría mujeres y niños" (29). Además, las mujeres en zonas de guerra tienen una gran probabilidad de ser víctimas de violaciones. Pero no sólo las mujeres son víctimas de la violencia en situaciones bélicas, también en el ámbito doméstico. Sin embargo, no podemos quedarnos anquilosados en este análisis de la mujer como víctima, como muchas veces sucede, pues es un análisis paralizante que no hace justicia a la diversidad y riqueza de los grupos de mujeres que se oponen a la guerra y ofrecen visiones alternativas de la realidad. "Mirando hacia atrás, nos damos cuenta de que las mujeres poseemos una larga historia de acción y compromiso libre a favor de la paz" (41).

Desde el capítulo tercero hasta el séptimo la autora revisa las experiencias y contribuciones más importantes de las mujeres en la causa de la paz. Estos movimientos y grupos de las mujeres en favor de la paz son muy heterogéneos, podemos encontrar enfoques centrados contra el militarismo, otros en defensa del medio ambiente, algunos en los ámbitos de política internacional o en el trabajo comunitario más cercano. Como pilares históricos, Carmen Magallón nombra el Primer Congreso Internacional de Mujeres por la Paz en La Haya en 1915 en plena Primera Guerra Mundial o la cuarta Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer en Pekín en 1995. Estos congresos son hitos simbólicos en los que se sientan las bases del movimiento internacional de mujeres por la paz.

En el marco de los grupos de mujeres que construyen la paz, Carmen Magallón destacará de forma especial el movimiento de las Mujeres de Negro al que dedicará todo el capítulo cuarto. El grupo de las Mujeres de Negro nace en 1988 en Israel cuando 10 mujeres israelíes se manifiestan en una plaza de Jerusalén con un cartel que rezaba: "Stop a la ocupación". Además de oponerse a la política militarista de su gobierno, expresada en la ocupación de territorios palestinos, el objetivo de Mujeres de Negro de Israel siempre fue acercar a las dos comunidades, enfrentadas por una violencia de múltiples caras. A las Mujeres de Negro de Israel le seguirían las Mujeres de Negro de Belgrado y posteriormente, y de manera paulatina, toda una red mundial de Mujeres de Negro (en España, en Italia o en Tokio) que convertirían en lema de su red la frase: "Expulsar la guerra de la historia" y que organiza todos los años un encuentro internacional de mujeres contra la guerra.

Además de este grupo, la autora también revisa otros menos conocidos pero igualmente interesantes en el capítulo 5. Estos grupos serán el Bat Shalom en Israel-Palestina y el grupo Manos que Cruzan la Línea en Chipre. Ambos grupos tienen en común su interés por acercar dos comunidades separadas y divididas. La organización Manos que Cruzan la Línea nace en Nicosia en 2001 para superar la enemistad entre las dos partes de Chipre que separaba la Línea Verde desde 1974.

Otras mujeres se organizan para encontrar soluciones a conflictos en los que hay varios actores armados y una gran violencia estructural, como es el caso de Colombia; o para reclamar la verdad de lo que sucedió a sus familiares en tiempos de represión, para buscar a los desaparecidos y a los responsables, para que no se repitan los genocidios, para que haya justicia y no impunidad, para la ayuda mutua y el apoyo a las víctimas, para hacerse cargo de la subsistencia cotidiana (123).

En el capítulo sexto se analizan, entre otros, los movimientos de mujeres conera la impunidad y para la recuperación de la verdad y la justicia que se han venido desarrollando en América Latina. Las Madres y las Abuelas argentinas de la Plaza de Mayo, la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala (CONAVIGUA) o el Comité de Madres Desaparecidas en El Salvador (COMADRES) son algunos de los grupos examinados. Cabe destacar que el valor y persistencia de estos movimientos ha llevado a Naciones Unidas a crear un grupo de trabajo sobre la desaparición forzada.

"El enorme trabajo por la paz que llevan a cabo las mujeres no tiene su correlato en el nivel de la toma de decisiones" (143). El capítulo 7 cierra el primer bloque del libro pasando de los grupos y movimientos de mujeres que trabajan por la paz al de su participación en las negociaciones de paz. A pesar de que hay conflictos en los que las mujeres han hecho valer su voz en las negociaciones de paz como en Sudáfrica, Irlanda del Norte o Guatemala, y que cada vez hay una mayor inclusión de las mujeres en los procesos de paz, cabe señalar que esta realidad es aún minoritaria y es por ello un reclamo hoy en día. "Una reclamación que no es simplemente una petición para añadir mujeres y revolver como en una receta de cocina, sino una oferta y una llamada a un nuevo paradigma, a un estilo diferente de concebir las relaciones y afrontar los conflictos y su resolución" (144). Al respecto y por primera vez en octubre de 2000 el Consejo de Seguridad aprobó la resolución 1325, que exhorta al secretario general y a los Estados miembros a actuar para lograr una mayor inclusión de las mujeres en los procesos de construcción de la paz.

En el segundo bloque del libro, Carmen Magallón analiza el porqué de ese compromiso de las mujeres por la paz. Diríamos que mientras que el primer bloque se centraba en las prácticas, el segundo lo hace sobre el pensamiento que sustenta esas prácticas, de ahí el subtítulo del libro: Mujeres en pie de paz, pensamiento y prácticas.

Empezará en el capítulo 8 aludiendo al pensamiento de las principales mujeres que argumentaron en contra de la violencia como Virginia Woolf, Simone Weil o Agnes Heller. Asimismo, hace una revisión de todas las mujeres que recibieron el premio Nobel de la Paz, el Nobel más femenino de todos "hasta el año 2005 habían sido 12 las mujeres que lo habían recibido frente a 10 en Literatura, 7 en Medicina, 3 en Química y 2 en Física" (175). Carmen Magallón se centrará en este capítulo en el análisis del pensamiento de Bertha Von Suttner premio Nobel de la Paz en 1905 y en la propuesta de la ecopacifista Petra Nelly.

En el noveno capítulo titulado "Por qué las mujeres", la autora analiza las razones de la identificación entre mujeres y paz. Según Carmen Magallón, esta identificación tiene dos causas principales (208):

1) El histórico alejamiento de las mujeres de los aparatos de poder, de la política y de los cuerpos armados institucionales.

2) La capacidad de dar la vida y la experiencia de la maternidad que hace que para la mujer sea una contradicción en términos matar y ejercer como combatiente.

Esta identificación es paralela con la de los hombres y la violencia; y ambas identificaciones se han naturalizado creando una dicotomía difícil de resolver. Sin embargo, frente a estas tesis naturalistas o esencialistas, en el libro se aboga por la explicación cultural y socialmente construida de lo géneros. En este capítulo se introduce también la voz de los hombres al respecto.

La dicotomía mujer pacífica/hombre violento es una construcción social que hay que desmontar y seguir manteniéndola, arroja leña al fuego de los estereotipos, al mantener horizontes de identidad que realimentan la violencia. Por esta razón, de modo simüar al cuestionamiento que hicieron las mujeres de la identidad y roles que les fueron asignados por la tradición patriarcal, es preciso que emerjan movimientos, conceptualizaciones y teorías que ayuden a desmontar la construcción social del varón (223).

En el penúltimo capítulo, Carmen Magallón nos da la clave de ese comportamiento pacífico en las mujeres: el maternaje. Siguiendo a Sara Ruddick, la autora del libro opina que no es tanto la maternidad biológica, sino el cuidado de la vida lo que pesa a favor de la paz. A este cuidado de la vida lo denomina maternaje. Según Sara Ruddick, sería erróneo caer en la visión romántica de la unión entre madre e hijo. En primer lugar porque niega las respuestas ambivalentes de muchas madres biológicas hacia sus hijos, y en segundo lugar porque es ciega a la variedad y riqueza de los compromisos de muchas mujeres y hombres que sin ese lazo biológico toman a su cargo el trabajo mat ernal, por ejemplo en el caso de las adopciones. Del trabajo mat ernal o maternaje surgen capacidades cognitivas, actitudes, valores y hábitos afines a la paz: la paciencia, la responsabilidad, la ternura, el amor, la empatía, el compromiso... Además, el trabajo maternal está guiado por la noviolencia.

El último capítulo, titulado "La lógica de la sostenibilidad de la vida", profundiza en el fenómeno de la vulnerabilidad. Hoy en día ante la situación de pobreza de gran parte de la humanidad y el deterioro medioambiental creciente podemos hablar, según la autora, de vulnerabilidad global. Esta vulnerabilidad debe ser compensada con nuevas lógicas que coloquen en el centro del pensamiento no la economía ni el dinero, sino la vida humana (258). "De ahí la defensa de las subculturas femeninas, que no va encaminada a rescatar una esencia eterna de mujer sino a rescatar y universalizar su experiencia civilizatoria, proponiéndola como modelo para hombres y mujeres" (276).

En definitiva, el libro constituye un manifiesto de esperanza, de construcción positiva en favor de la paz. Un libro enriquecedor para todas aquellas disciplinas que como los estudios para la paz, los estudios de género, la sociología o la historia tienen un compromiso en trabajar por la paz.

 

Información sobre la autora

Irene Comins Mingol. Es licenciada en Humanidades; realizó estudios de maestría en Estudios para la Paz y el Desarrollo, y es doctora en Filosofía por la Universitat Jaume I de Castellón (España). Actualmente es profesora de Filosofía en el Departamento de Filosofía, Sociología y Comunicación Audiovisual, y coordinadora académica del Máster Internacional en Estudios de Paz, Conflictos y Desarrollo de la Universitat Jaume I de Castellón. Sus líneas de investigación son la ética del cuidado, la coeducación, la educación para la paz y la antropología para la paz. Sus más recientes publicaciones son: "El discurso como valor humano", en Valores básicos de la identidad europea (2004); "Por una Filosofía comprometida. Hacer las Paces tras el 11-S y el 11-M", en Convergencia. Revista de Ciencias Sociales (2005); y Los programas universitarios para mayores en España: una investigación sociológica (2006).

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