SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.13 issue42Mapeando las redes de investigación en ciencias básicas en la Universidad de Costa RicaMás allá del PRD: avances en la investigación sobre la izquierda política mexicana author indexsubject indexsearch form
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Convergencia

On-line version ISSN 2448-5799Print version ISSN 1405-1435

Convergencia vol.13 n.42 Toluca Sep./Dec. 2006

 

Ensayos

 

Mundialización y terrorismo: la sociedad del "riesgo mundial"

 

Asael Mercado Maldonado y Rafael Cedillo Delgado

 

Universidad Autónoma del Estado de México, México. Correo electrónico: asaellmm@hotmail.com; rafa_cd2000@yahoo.com.mx

 

Envío a dictamen: 17 de agosto de 2006
Aprobación: 07 de septiembre de 2006

 

Resumen

Los actos violentos ocurridos en algunas importantes ciudades del mundo en los primeros años del siglo XXI han revelado que el proceso de mundialización, que elimina barreras comerciales y logra una aproximación espacial entre la población, también tiene consecuencias como la generación de un panorama incierto de "temor mundial" ante la amenaza más incomprensible para la humanidad: el terrorismo.

Palabras clave: imperialismo, hegemonía mundial, terrorismo, mundialización, riesgo mundial.

 

Abstract

The violent acts that took place in some important cities of the world during the first years of the XXI Century have revealed that the mundialization process that eliminates commercial barriers and achieves a spatial approach among the population, has also consequences like the generation of an uncertain a "worldwide fear" panorama above the most incomprehensible threat for humanity: terrorism.

Key words: imperialism, world hegemony, terrorism, mundialization, world risk.

 

Introducción

Los actos de terror sucedidos el 11 de septiembre de 2001 en Nueva York (Estados Unidos de América), el 11 de marzo de 2004 en Madrid (España) y el 07 de julio de 2005 en Londres (Gran Bretaña), sólo por mencionar los que han tenido mayor cobertura de los medios de comunicación propios de la globalización y sin dejar de lado a diversas ciudades de Oriente Medio que también son terreno de acciones violentas (como en Afganistán, Arabia Saudita, Irak, India o Marruecos), han atemorizado a los ciudadanos del orbe en los inicios del siglo XXI.

Desde la percepción del mundo occidenlal, los actos terroristas se efectúan en conlra de gente inocente, perpetrados generalmente con explosivos en lugares muy concurridos, con el fin de generar miedo, temor y angustia enlre la población, y restarle apoyo y consenso a los gobiernos en cuestión. Recientemente —cuando son objeto de ataques violentos—, en algunos países del llamado mundo occidental (Estados Unidos, Gran Bretaña y España) se presenta una tendencia ideológica del bloque imperial dominante para condenar las acciones realizadas por grupos terroristas provenientes, según ellos, del mundo musulmán. Dichos acontecimientos, ocurridos en Norteamérica y Europa, se conocieron inmediatamente en todas parles del mundo gracias a la tecnología y a los medios de comunicación que han logrado borrar barreras y distancias entre los miembros de la comunidad mundial.

Las reacciones políticas, militares y ciudadanas que condenaban, combatían o rechazaban las acciones terroristas no se hicieron esperar, aunque "sospechosamente" las intervenciones militares llevadas a cabo por el imperio mundial en Irak, Afganistán y Líbano no fueron objeto de la misma condena de los medios de comunicación mundial. Las opiniones, generalmente vagas e imprecisas, obligan a los científicos sociales a emprender análisis profundos sobre los hechos para su cabal comprensión. El terrorismo obliga a revisar los resortes del act ual imperialismo, las modificaciones en el discurso ideológico imperante y a explicar los impactos que implica vivir en un sistema-mundo. Como refiere Juan Cole en su artículo "Pensando nuevamente el 9/11" —Foreing Policy—: Irán y su influencia en Siria y Líbano, la relevancia del petróleo en el Golfo Pérsico, la obstinada relación de Arabia Saudita con Egipto y la guerra desatada por Isr ael en el sur de Líbano y en los territorios palestinos. En los cuatro escenarios es visi ble el drama, los ataques del 9/11 dejaron intactas muchas fuerzas de izquierda subyacentes y las relaciones tensas persisten en la esfera de la política internacional.

Nos encontramos en un mundo en donde las claves de la polarización tradicional —entre capitalismo y socialismo, la lucha armada militar frontal y la mediación de los organismos internacionales— que fueron útiles para explicar y justificar el orden mundial dominante a fines del siglo XX, han dejado de ser vigentes para entender el terrorismo internacional actual. "Este tipo de lucha terrorista, que genera o reviven odios raciales o religiosos, debe considerarse como contra-hegemónica al imperialismo occidental, en donde no hay posibilidad de solución; lo que implica que el ciudadano del siglo XXI deberá aprender a convivir con él, en una sociedad globalizada", que el sociólogo alemán Ulrich Beck llama: del riesgo mundial (Beck, 2001: 5).

El presente artículo se organiza en cuatro apartados: primero se revisa la relación íntima que tienen el imperialismo y el terrorismo elaborando un cuadro comparativo; en el segundo se plantean las características del terrorismo tradicional; en el tercero se expone el perfil del terrorismo a principios del siglo XXI; en el cuarto se presentan las motivaciones —geopolíticas, raciales y religiosas— del terrorismo y sus efectos, para convertir al mundo en una sociedad del riesgo.

 

1. El nuevo imperialismo y el terrorismo

El imperialismo es una estrategia internacional de control político, realizada por las naciones con mayor poderío económico o militar, con la que pretenden ampliar sus intereses. Los países imperialistas, en tanto buscan incrementar su influencia económica, cullural o territorial, logran dominar a las naciones menos poderosas, ya sea mediante la presión financiera, comercial o militar. Según Lenin, "los países capitalistas, históricamente, en su afán por ampliar sus intereses e influencias, entran en fases de repartición del mundo, con acciones violentas de 'conquista, bandidaje y rapiña', en la cual, sólo un puñado de países 'adelantados' se reparte el botín" (Lenin, 1917: 2-8).

El imperialismo occidental tuvo su auge en los siglos XIX y XX; sus principales impulsores: Gran Bretaña y Francia, hicieron su aparición en el mundo islámico y su influencia se dejó sentir en la modificación de costumbres de los pueblos musulmanes. Ante esta invasión militar, económica y cullural reaccionaron los líderes religiosos que veían con terror cómo sus gobernantes se occidentalizaban y se convertían en vasallos del lujo, admiradores del poder occidenlal, imitadores de los monarcas europeos, difusores del consumismo, corrupción e indiferencia religiosa. Los miembros de la jerarquía religiosa propiciaron un activismo social para derrocar a sus gobernantes traidores del islam y desterrar los vicios e influencia occidental.

El imperialismo históricamente ha estado presente en la conformación del sistema-mundo. Samir Amin señala que el "imperialismo es el estadio permanente del capitalismo", en tanto que la conquista del planeta es una constante en el desarrollo del sistema capitalista.

Dicho proceso de expansión capitalista ha pasado por varias fases, su primer momento (mercantilista) tuvo que ver en su origen con la conquista de América, que dio paso a lo que Carlos Marx denominó "la acumulación originaria del capital", con el consiguiente triunfo final del capitalismo sobre el antiguo régimen (feudal); el segundo momento (clásico), que se desarrolló a partir del siglo XIX y hasta la segunda mitad del XX, con la colonización de Asia y África y tercero, comprendió los conflictos por la repartición del mundo en la primera y segunda guerras mundiales (Amin, 2001: 8-10).

En las dos primeras fases imperialistas, la competencia fue básicamente violenta, en donde las guerras eran por el control hegemonizado de alguna nación; en un primer momento por Inglaterra, Francia y Holanda y en el segundo, por Estados Unidos, Alemania y Japón. Para fines del siglo XX y principios del XXI, se visualiza una tercera ola de expansión imperialista, alentadas por el derrumbe del bloque socialista y de los regímenes populistas del tercer mundo (Amin, 2001: 12).

En esta última oleada, la del recién imperialismo, siguen vigentes los objetivos del capilal dominante: el conlrol de la expansión de los mercados, el saqueo de los recursos naturales del planeta y la sobreexplotación de las reservas de mano de obra de la periferia; aunque operen en condiciones nuevas y, en algunos aspectos, muy diferentes al imperialismo anterior. Como se registra en el Cuadro 1, desde la segunda mitad del siglo XX y en los primeros años del XXI, la lucha por controlar los recursos naturales contribuyen a alimentar los conflictos en muchos países.

En el cuadro(1) se observa que el petróleo es uno de los principales recursos que está en medio de los conflictos desatados en el mundo, desarrollados, de manera principal, en naciones de África, Medio Oriente y Sudamérica; otro grupo de recursos, motivo de conflicto, son las piedras preciosas, diamant es, oro, cobre, estaño y cobalto; finalmente, están aquellas vinculadas al narcotráfico, como el opio, la marihuana y la cocaína. En tal proceso de explotación, sobreexplotación y saqueo no es secreto que los beneficiarios son, en menor medida, los grupos de poder local, y en gran escala, los grupos políticos y económicos de los países que dominan el orbe, sobre todo Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, China y Japón.

"Una interpretación sobre la nueva cara del imperialismo, señala que ésta no está hegemonizada por un solo país sino por una 'tríada colectiva' (Estados Unidos, Europa y Japón), aunque dirigida desde Washington; en un dominio básicamente económico, pero también militar y cultural" (Amin, 2001: 13). De tal forma que Estados Unidos, Europa y Japón, con su intervinculación de intereses y propósitos, han logrado imponer una concatenación de la distribución social del poder, configurándose una nueva hegemonía en el sistema mundial del siglo XXI.

Los argumentos de Samir Amin nos permiten vincular directamente al terrorismo internacional con esta nueva fase del imperialismo capitalista. Sostiene que los escenarios de un siglo XXI gobernado según los principios estrictos del imperialismo colectivo y del liberalismo económico mundializado que se presenten, ya sea el marco político definido por la hegemonía de los Estados Unidos, o bien por el marco de una gestión compartida por los socios de la tríada, serán, en ambos casos, intolerables para los puebtos de la periferia.

Los Estados Unidos y sus socios europeos y japoneses actúan en forma integral en la defensa de sus intereses, con políticas militares y monopólicas de control comercial, financiero, tecnológico y cultural; y en conjunto (esa tríada) representan la cara opresiva del capitalismo mundial. En tal sentido, la "resistencia", "oposición" o "reacción" de los pueblos de la periferia a ese bloque dominante es dirigida, abierta o simbólicamente, con los actos terroristas, contra todo lo que signifique ese nuevo imperialismo. De ahí que los actos de "terror" ocurridos en los últimos años pueden responder a esa lógica histórica de reacciones contra el nuevo imperialismo mundial.

Otra interpretación indica que China y Rusia están colocándose, junto con los grandes países occidentales, en los primeros planos por controlar los ricos yacimientos petroleros de Medio Oriente y verse, asimismo, beneficiados de los grandes negocios que se hacen con los países ricos en recursos naturales. A China ya se le reconoce como una gran potencia económica y a Rusia se le observa recuperarse aceleradamente del fracaso del "socialismo real"; pero ambos en busca de un posicionamiento en la recién repartición del mundo.

Desde dicha interpretación, que no deja de registrar que hay un grupo de países imperialistas, se reconoce que China, Estados Unidos y Rusia se han percatado de la enorme importancia de la regiones petroleras del mundo, como la del Caspio. "Estos países, como varias naciones occidentales, por medio de diversos mecanismos tratan de asegurar su riqueza, Estados Unidos a través del control de los gobiernos de la zona, mientras que China se prepara para un eventual confrontación bélica al emprender un plan de modernización de su ejército y financiando grupos de terroristas y Rusia manteniendo una política dura en su territorio del Caspio, en Chechenia" (Mercado, 2005: 127-137).

El nuevo imperialismo bajo el dominio de una "tríada" (Estados Unidos, Europa y Japón) o con el concurso de una gran variedad de naciones, no sólo de Occidente sino también de las antiguas potencias socialistas, como China y Rusia, buscan, principalmente por medios violentos y desde una óptica dominante, apoderarse de las riquezas económicas del mundo. Dicha forma de violencia debería, también, interpretarse como formas de terror que implementan las naciones poderosas sobre las más débiles.

En términos generales visualizamos dos estrategias para imponer metas e intereses, que varían según sus recursos y formas de actuar (véase el Cuadro 2): el imperialismo, en el terreno frontal y abierto, en búsqueda del control de los recursos del mundo; mientras que el terrorismo, desde la clandestinidad y la informalidad, para coaccionar e intimidar a quienes detentan el dominio político-económico del mundo.

El imperialismo es una práctica violenta, de opresión y explotación de los países con intereses hegemónicos, en contra de los menos favorecidos; el terrorismo implica violencia, pero de grupos o individuos que dicen representar a un sector del mundo "oprimido" en contra de los intereses de las naciones poderosas. Ambos utilizan la violencia para sus fines, ninguno se justifica por la pérdida de vidas humanas en el orbe; sin embargo, la primera se considera legítima y a la segunda se le condena, debido a que los primeros tienen de su lado al poder y controlan los medios de opinión pública mundial.

El argumento que sustentamos aquí tiene que ver con esa ambivalencia que caracteriza a la mundialización; las ideas son las siguientes:

1. El terrorismo tiende a desplazarse de las luchas al interior de los Estados-nacionales hacia una guerra mundial sin fronteras; pero en donde los gobiernos de los países de Occidente tienden a proteger sus espacios nacionales.

2. Si bien los actos terroristas se han interpretados como una lucha entre "cristianos" y "musulmanes" y entre "Medio Oriente" contra "Occidente", no se debe considerar al terrorismo sólo como una confrontación raaial y cultural, sino como una consecuencia del desarrollo histórico del imperialismo mundial.

Los medios para argumentar son los acontecimientos históricos referidos al fenómeno del terrorismo y algunas concepciones clásicas como: imperialismo, Estado-nación, globalización y la redefinición de la geopolítica mundial.

 

2. El terrorismo tradicional de viejo cuño

El terrorismo busca generar, a través de la violencia, un clima de terror, pánico, miedo y angustia entre la población. En el argot bélico se considera al terrorismo como una forma de guerra no convencional, no front al, utilizada por grupos poco numerosos y con bajos recursos económicos y militares.

Debido a que los grupos terroristas no poseen los medios bélicos adecuados para enfrentar a un enemigo poderoso y bien armado, entonces recurren a los ataques sorpresivos sin importar que muera gente inocente. [...] Sus blancos son: institucionales (como embajadas, oficinas de gobierno o militares), económicos (bancos, empresas o comercios) o simbólicos (como monumentos, medios de transporte y de comunicación (Horowitz, 1977: 54).

Los grupos terroristas saben que no podrán derrotar militarmente a su enemigo, pero generan un clima de inseguridad y caos entre la población, para que el apoyo y credibilidad que tiene el gobernante se vea disminuido. No buscan acceder al gobierno de alguna nación en particular, pero sí provocar un temor generalizado y la idea, entre los habitantes afectados, de que la situación de violencia es insoportable e intolerable, ocasionando confusión y conflictividad a quienes detentan el poder.

Los especialistas distinguen tres grupos de terrorismo tradicional:

1. Terrorismo basado en motivaciones nacionalistas. Como las operaciones en Europa, los palestinos y los croatas.

2. Terrorismo basado en minorías étnicas de interés. Como los vascos, corsos e irlandeses.

3. El terrorismo basado en motivaciones revolucionarias, marxistas-leninistas y maoístas. Como el Movimiento 2 de junio, la Células revolucionarias en Alemania y las Brigadas Rojas en Italia.

Fernando Reinares señala que un acto de violencia es terrorista si el impacto psíquico que provoca en una sociedad o algún segmento de la misma, en términos de ansiedad y miedo, excede con creces sus consecuencias materiales, esto es, los daños físicos ocasionados intencionalmente a personas o cosas. "Quienes instigan o ejecutan el terrorismo pretenden así condicionar las actitudes y los comportamientos de gobernantes o gobernados. [...] Suele perpetrarse de manera sistemática e impredecible, por lo común dirigido contra blancos dotados de alguna relevancia simbólica en sus correspondientes entornos culturales o marcos institucionales de referencia" (Reinares, 2005a: 1).

Las formas del terrorismo son variadas y tienen fines distintos; las hay desde las que se encuentran dentro de un cuadro gentral de lucha guerrillera, con tintes revolucionarios y antisistémicos, como las que se dieron en América Latina, Asia y África; hay otras que se enfocan a conflictos internos de autonomía territorial, como la desarrollada por los palestinos en Israel, el Ejército Republicano Irlardés (ERI) en Irlanda o Euzcadi Ta Askatasuna (ETA) en España; hasta los que se enfrentan abiertamente contra del imperialismo mundial, sus países y sus intereses, como son los acontecidos en los últimos años en Nueva York, Madrid y Londres. Como el centro de atención sobre el terrorismo es su manifestación actual, sólo nos referiremos a los dos últimos tipos, en donde el debate sobre el imperialismo y los Estados nacionales han tomado importancia manifiesta.

El terrorismo que se desarrolló en la segunda mitad del siglo XX tuvo como características principales ser un problema enmarcado en la lucha dentro de los Estados nacionales, como se escenificó en los conflictos árabe-israelí, ETA en España y el ERI en Gran Bretaña, y en su dimensión internacional ser un problema vinculado con intereses de Occidente y del imperialismo mundial (Europa y los Estados Unidos).

La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) desarrolla una lucha para recuperar el territorio que —desde 1948— fue asignada por la ONU al pueblo de Isr ael, donde los palestinos fueron desplazados y marginados en su propia tierra. Desde entonces éstos emprendieron una lucha, mediante el terrorismo, por recuperar su territorio en contra de las fuerzas armadas de uno de los ejércitos más poderosos del mundo, el de Israel, quien además siempre ha contado con el apoyo de los Estados Unidos. "Si bien, ésta es una lucha librada por los palestinos en pro de hacerse de un Estado propio, de igual forma, se convirtió en una guerra entre los países árabes e Israel, quien representa al imperialismo mundial" (Quintana, 1980: 92-135).

La organización separatista ETA, en España, lleva a cabo una guerra abierta en contra del Estado español, pues considera que el pueblo vasco debe regirse de manera autónoma e independiente y formar un Estado propio.

Su estrategia de presión es el terrorismo, mediante la colocación de bombas en distintos lugares de España y generar con ello un clima de inseguridad y temor entre los ciudadanos, presionar al gobierno y lograr su independencia. [...] Si bien en los últimos años el gobierno español y ETA entraron en un proceso de arreglo político, mediante el diálogo, cese de ataques e integración de éstos a la vida política legal, el conflicto no ha sido resuelto totalmente (Martínez, 2005: 48-51).

En Gran Bretaña se desarrolló un grupo terrorista con semejantes demandas: el ERI, quien mediante actos terroristas busca coaccionar al gobierno inglés para alcanzar su independencia del Reino Unido (conformado por Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda). La lucha del ERI, que inició sus actividades en la década de 1970, es para lograr la autonomía territorial de Irlanda, en donde además hay un problema de tipo religioso entre el Sur (protestantes) y el Norte (católicos), con la consabida espiral de odios irreconciliables. "En el conflicto Irlanda del Sur cuenta con el apoyo del gobierno de Inglaterra, quien ejerce el control político y administrativo del Reino Unido. [...] El ERI, actualmente, se encuentra en un proceso de desarme y de negociación con el gobierno inglés, pero no hay certeza de que este conflicto haya finalizado" (Boix, 2005: 60-61).

En los tres conflictos los problemas raciales y religiosos están presentes: árabes contra judíos en Istael, de los vascos en España y cristianos contra protestantes en Irlanda; en una situación no resuelta de identidad y de conformación de esos Estados nacionales. Por donde se le quiera ver, son conflictos propios de una etapa anterior del imperialismo mundial (del clásico), porque lo que está en juego es la apropiación y repartición de un territorio (en los tres casos); pero, de igual forma, por los intereses imperialistas que están presentes, como en Medio Oriente (con el conflicto palestino), ya que en esta zona se encuentran motivos económicos (petroleros) de importancia y preocupación mundial.

En los casos de Palestina, España e Irlanda, hay actos terroristas con implicaciones internacionales, por los intereses que están en juego, pero con manifestaciones de "terrorismo nacionalista y con propósitos estatistas" (Reinares, 2005a: 2). Aquí se buscaba provocar cambios de régimen o de los alineamientos políticos en cada país, incluso perseguir el surgimiento o desaparición de una entidad estatal, pero sin un proyecto de alcance mundial.

 

3. La reciente ola terrorista

El terrorismo está definido como el uso de violencia y amenazas para cohesionar o intimidar, especialmente con propósitos políticos. Estas organizaciones, que responden a determinadas concepciones político-filosóficas, sólo pueden progresar en la medida que su "mensaje" les permita adoctrinar y conquistar nuevos adeptos para reemplazar a los terroristas eliminados. Por ello es importante analizar los aspectos ideológicos y las culturas en los que se apoyan. En general, los terroristas suicidas tienden a justificar todos los medios para conseguir determinados fines y a no respetar la vida humana, aún la propia. Son "salvacionistas", es decir, que esperanzados en el "paraíso de la otra vida", sacrifican la vida por la muerte. La falta de respeto a la vida humana los lleva a minimizar la felicidad que se pueda lograr por medio de una conducta ética. Salman Rushdie dijo: "Parecen creer en una autorización divina para hacer terrorismo y linchar a la gente" y agregó desde su posición de musulmán: "¡Qué Islam han hecho estos apóstoles de la muerte, y qué importante es tener el valor de disentir de ello!" Esas organizaciones terroristas, a pesar de estar en contra del sistema de vida pluralista, liberal y tolerante, lo utilizan en provecho de sus fines organizativos.

En la actualidad el terrorismo resarce el vacío que dejó la desaparición del bloque socialista y es uno de los más intrincados y complejos problemas a los que enfrentamos como humanidad. El terrorismo siempre ha existido, pues donde exista una insurgencia o una actitud contestataria contra el Estado dominante, éste desacreditará toda acción en contra de su poder. La unipolaridad estadounidense representa un peligro para las identidades, culturas y costumbres de pueblos que viven conforme a principios, estatutos y herencias ancestrales, legados de su historia y religión. Desde nuestra opinión, el terrorismo contra los imperios no es más que una expresión desesperada de conservar y preservar las costumbres y la identidad frente a la apabullante y degradante globalización capitalista neoliberal.

Los últimos atentados en Nueva York y Washington son una clara demostración de su habilidad en ese aspecto. El Dr. Samson L. Kwaje, Comisionado para Información en Sudán, comentó que el fundamentalismo islámico tiene como misión que cada musulmán extremista expanda el istam por la fuerza de la espada con el sólo propósito de establecer el Umma (la Comunidad) en todos los países musulmanes y eventualmente en todo el mundo por medio de la guerra Yihad Islámica Internacional. Ese es el deseo de "Allah": la guerra de los fundamentalistas del islam —no confundir con la religión musulmana— en cont ra del resto del mundo, incluidos los países árabes no fundamentalistas como Egipto y Argelia.

Las organizaciones terroristas de la Yihad Islámica Internacional, que sostienen la mencionada ideología, son numerosas y prácticamente existen en todos los países del mundo. Las más conocidas son: Al-Qaeda que está involucrada en los ataques al World Trade Center en Nueva York y el Pentágono en Washington y cuyo líder es Osama Bin Laden; en Sudán se organizó, en 1993, en Khartoum la Conferencia Internacional Islámica fundamentalista y establecieron, junto con Bin Laden, campos de entrenamiento para terroristas y una extensa red internacional de inversiones en las principales capitales de Europa, Austratia y América; Gamaat El Islamita, de Egipto que organizó, en conjunto con Al-Qaeda, el fallido asesinato del presidente Hosni Mubarak de Egipto en Addis Abeba en 1995; la organización Jihad Islámica Algeriana; la Hezbulah en Líbano; los grupos palestinos Hamas y Yihad Islámica Palestina, que asesinaron en Israel a cientos de civiles; grupos terroristas operando bajo diferentes nombres en Uganda, Kenya, Tanzania, Somata, Etiopía y Eritrea (véase Cuadro 3).

Aparecen también organizaciones antiterroristas igual o más despiadadas que sus contrincantes como la temible Mossad israelí, la Agencia Central de Inteligencia estadounidense y los grupos antiterroristas de Inglaterra, Francia, Alemania, Rusia y España. En el marco del terrorismo mundial hay una gran diversidad de agrupaciones, algunas más renombradas que otras; dicho reconocimiento se desprende de la magnitud de sus acciones, por el impacto que logran en la opinión mundial, por los intereses que hay en juego en donde actúan e incluso, la mayoría de las veces, por la misma importancia que les otorgan los gobiernos de los países en donde, o desde donde, se conducen.

Como se observa en el cuadro, las organizaciones terroristas conforman un todo heterogéneo y tienen su lugar de origen en diversas regiones del mundo, aunque es muy visi ble que una mayoría fue constituida en naciones y regiones en donde la lucha por el control y la explotación de los recursos naturales es motivo constante de conflicto.

Todos estos grupos terroristas actúan en forma de una federación internacional de entes autónomos. En suma, se trata de una doctrina que otorga a los fanáticos religiosos, culturales o étnicos una manera de santificación de la muerte producida por medio del suicidio terrorista.

Las alteraciones en las víctimas son consideradas como impactos psíquicos agudos inducidos por un acto terrorista y aparecen durante las cuatro primeras semanas, y algunas no necesariamente se mantienen más de tres meses. Si superan este tiempo, se tipifican como secuelas.

La primera reacción suele tomar una de estas tres vías: la incredulidad o negación, la defensa y la turbación o el shock conmocional. Después de una de estas tres reacciones instantáneas, o incluso sin que éstas se presenten, se inician las alteraciones psíquicas como la confusión mental, la ansiedad, el síndrome psicomotor —representado por una agitación de movimientos o una paralización casi total—, y un cuadro paranoide, expresado en desconfianza e incluso en alucinaciones auditivas. La presentación de estos trastornos, que afectan la conciencia, la afectividad, la psicomotricidad y el pensamiento puede producirse de forma pura o asociada. A veces, incluso, aparecen de manera retardada.

El cuadro de estrés postraumático abarca síntomas psíquicos, trastornos afectivos, terrores fóbicos, irritabilidad, cambios de humor, evitando cualquier elemento que recuerde el acto terrorista; trastornos cognitivos, falta de concentración y fallas de memoria; trastornos que afectan el sueño (insomnio), la alimentación (anorexia, bulimia) y sexualidad (falta de interés), dol ores de cabeza, mareos, alteraciones digestivas, palpitaciones.

Los actos terroristas causan sufrimientos extremos a quienes se ven atrapados o afectados. Las víctimas inocentes son vidas destruidas por un acto de violencia, la pérdida de una sola vida puede causar efectos a familias enteras, especialmente en los países que no tienen recursos económicos elevados. Las familias que pierden a un miembro fundamental en su manutención se ven afectadas tanto sentimental como económicamente llegando a pasar por hambre y miseria.

El tipo de reacción por parte de la víctima varía según la relación psicológica establecida en las circunstancias con el suceso. Es determinante el papel que juegan cuatro factores: la personalidad del individuo y su situación sociofamiliar; la naturaleza del acto terrorista, que provoca la máxima expresión del estrés en los sobrevivientes y en los torturados, secuestrados o heridos; los detalles del acto terrorista, que incluyen duración en el tiempo, contacto personal con los criminales, crueldad; y los datos demográficos: reacciones más intensas siempre en las mujeres y en los niños.

La personalidad del terrorista es caracterizada por la visión occidental de una fuerte sobrecarga de narcisismo sociopático, cristalizado como fanatismo combativo. Todos los terroristas comparten un hipernarcisismo con ideales fanatizados, que puede ser individual o de grupo.

Este radical hipernarcisista reflejado en el fanatismo integrado por un ideal sacralizado se propaga con mucha facilidad de unos individuos a otros, simplemente a través de la interrelación personal. [...] Nos encontramos así ante una alteración psíquica con un carácter parcial, ya que se limita a los temas sobrevalorados, y una evolución intermitente, sujeta a la vez a una dinámica propia y al influjo estimulador de ciertos factores ambientales, sobre todo el trato con los compañeros (Sánchez, 2004: 7).

Matar para infundir terror únicamente es posible desde el sinsentido o la sinrazón del fanatismo. La mayoría de las organizaciones terroristas tienen un fin para realizar sus actos, pero siempre aplican una dosis de fanatismo. El psiquiatra Franco Ferracuti, citado por la RAND Corporation, analizó los rasgos de los terroristas y concluyó que generalmente demostraban buena capacidad para manejar el estrés, habilidad para organizarse en grupos y capacidad para diseminar propaganda con sus principios ideológicos. Y destaca varias características en relación con la personalidad de los terroristas: ambivalencia acerca de la autoridad; ideas pobres y defectuosas; separación emocional sobre las consecuencias de sus acciones; disturbios en la identidad sexual con roles inciertos; superstición, magia y pensamientos estereotipados; destructividad y autodestructividad; bajo nivel educativo; y percepción de armas y adherencia a valores de una subcultura de violencia (Kellen, 1982: 15-16).

Respecto al impacto sobre las víctimas está demostrado que una experiencia intensa desastrosa, como es un acto de terrorismo, cambiará drásticamente su vida. Los actos terroristas violentos e inesperados pueden dejar graves heridas físicas y emocionales a las víctimas. El Departamento de Justicia de los Estados Unidos señala que las personas que llegan a ser afectadas por actos terroristas tienen ciertos derechos que son importantes mencionar: el derecho a mantener la dignidad y la confidencialidad, y a ser tratado con justicia y respeto; el derecho a buscar ayuda de las fuerzas del orden federales en el caso de que le amenacen o intimiden; el derecho a recibir notificaciones del procedimiento judicial; el derecho a asistir a todos los procedimientos públicos en la corte relacionados con el delito, a menos que la corte determine lo contrario; el derecho a consultar con los abogados trabajando en el caso; el derecho a la restitución; y el derecho a recibir información sobre el fallo de culpabilidad, la sentencia y el encarcelamiento del ofensor. Hacia una regulación del terrorismo global (U.S. Department of Justice, 2005).

Con los atentados del 11 de septiembre de 2001, se sobredimensionó su importancia por el impacto en el país que comanda el imperialismo mundial (los Estados Unidos), se inaugura la época del terrorismo global, posmoderno y sin fronteras, nace la era del Megaterrorismo. Para ir a las raíces más profundas de este mal, el terrorismo debe dividirse en institucionalizado y subversivo. Mientras que el subversivo trata de provocar estados de terror colectivo como medio de luchar contra el poder establecido, el institucionalizado asumido por las estructuras oficiales o estatales, busca el aniquilamiento del adversario.

Los actos terroristas ocurridos en Nueva York, Madrid y Londres, entre 2001 y 2005 presentan nuevas manifestaciones. Los atentados ya no son perpetrados bajo demandas de autonomía territorial; es decir, dentro del marco de un Estado nacional. El nuevo terrorismo es realizado por grupos extremistas contra objetivos que, por sus alcances y dimensiones, tienen un carácter mundial.

Nos encontramos con un Terrorismo Internacional, que en primer lugar se practica con la deliberada intención de afectar la estructura y distribución del poder en regiones enteras del planeta o incluso a escala misma de la sociedad mundial. En segundo término, aquel cuyos actores individuales y colectivos hayan extendido sus actividades por un significado número de países o de áreas geopolíticas, en consecuencia con el alcance de los propósitos declarados (Reinares, 2005a: 1).

El terrorismo global, que afecta a todas las zonas del mundo, tiene —actualmente— una orientación islamista, constituida por distintos grupos armados dispersos por todo el orbe, vinculados directa o indirectamente con Al-Qaeda. Esta organización, con sus diversas entidades asociadas en distintas partes del mundo y numerosos grupos locales autoconstituidos, conforman un complejo entramado multinacional y multiétnico (Reinares, 2005b: 1-2), que ha mostrado su capacidad para operar y dirigir sus acciones en cualquier parte del mundo, con una estructura y organización tan compleja como eficaz.

Lo que contribuyó a dilucidar los orígenes de Al Qaeda fue un hallazgo el 19 de marzo del 2003 por autoridades bosnias en las oficinas de la Fundación Internacional de Benevolencia de Sarajevo, en una de las computadoras se encontró un archivo titulado (Tareekh Osama) que en árabe significa (Historia de Osama) [...] Hallaron documentos de la fundación de Al Qaeda, incluidas fotografías y cartas escaneadas, algunas de puño y letra de Osama Bin Laden. [...] Un documento afirmaba: la única solución es la continuación de la Yihad armada. Se describía cómo el grupo había trasladado la lucha iniciada en Afganistán a Chechenia, Bosnia, Sudán y Eritrea. [...] Se estaba formando una extraordinaria red de terrorismo internacional. [...] Se descubrió un versículo del Corán —y gasta por la causa de Dios—, seguido de una lista de 20 acaudalados donantes saudíes, conocidos como la Cadena de Oro. [...] Los donantes de la Cadena de Oro son la flor y nata de la élite industrial y mercantil saudí, propietarios de 16 de las 100 mayores empresas saudíes, con más de 85,000 millones de dólares en bienes (Unger, 2004: 132).

Una interpretación del terrorismo y de Al-Qaeda —que no se comparte aquí— sostiene que dichos actos violentos deben analizarse como una "lucha entre civilizaciones", debido a que los ataques en Estados Unidos, España e Inglaterra fueron atribuidos a grupos islámicos, como Al-Qaeda, bajo el liderazgo de Osama Bin Laden, en los cuales participaron terroristas marroquíes, pakistaníes, sauditas y afganos, quienes tenían motivos evidentemente raciales y religiosos.

Con la idea de Samuel Huntington, sobre el Choque de civilizaciones (1997), se dice que en esta época de modernidad y globalización, los conflictos ya no son por la repartición del mundo y en defensa de los Estados nacionales, sino entre grupos étnicos y religiosos. Si bien el ingrediente cultural está presente en la integración de los grupos e individuos que realizaron los atentados terroristas en Nueva York, Madrid y Londres, asumir que, simplemente, ésta es una guerra entre civilizaciones, sería olvidar el desarrollo histórico del capitalismo, dejar de lado que hay una tendencia imperial por dominar el orbe y que un puñado de gobiernos —la tríada ya mencionada— pretende imponer sus intereses al mundo. Como argumento para debatir la idea del pretendido choque de civilizaciones, se debe considerar que los escenarios, modalidades y blancos del reciente terrorismo global se presentaron dentro del propio mundo islámico y no sólo en Occidente (véase Cuadro 4).

Los actos de la organización Al-Qaeda efectuados en Occidente ocupan un porcentaje menor en relación con los ocurridos en naciones del istam. La respuesta se encuentra en que la lucha por los intereses económicos y políticos no sólo se realiza contra el enemigo externo —el imperialismo norteamericano, europeo o asiático—, sino por conservar o acrecentar la hegemonía política dentro del mundo islámico. "Los actos perpetrados en la región árabe e islámica buscan erosionar la legitimidad de algunos gobiernos e instaurar regímenes políticos que compartan un mismo proyecto —dicen— del mundo islámico" (Reinares, 2005c: 5).

En los actos terroristas del naciente siglo registramos que hay elementos de tipo racial y religioso, pero también, y acaso más, hallamos causas de carácter político-económico de quienes llevan a cabo las acciones violentas (Al-Qaeda), como de los gobiernos y naciones a las que están dirigidas. El 7 de junio de 2006 por la tarde en la ciudad de Baquba, 65 km al norte de Bagdad y como resultado de un bombardeo aéreo, fue asesinado el segundo principal líder de Al-Qaeda en Irak : Abu Musab Al Zarqawi. Momentos después la red Al- Qaeda declaraba: "La muerte de nuestro líder significa la vida para nosotros. [...] Sólo incrementará nuestra resistencia en continuar con la guerra santa hasta que la palabra de Dios llegue a ser suprema".

Es común encontrar en los discursos de Bush o Blair ideas que desvían la atención real de sus objetivos, centrándose en aspectos ideológicos y no en los intereses que persiguen. Sus argumentos son los siguientes: "El fanatismo pertenece al Istam; la verdad, la bondad y la belleza, a Occidente; y la democracia, en cualquier circunstancia, supera todas las formas de gobierno aparecidas desde los orígenes de la humanidad" (Segovia, 2005: 47).

Bajo el cobijo ideológico de la democracia, se pretende esconder una ofensiva terrorista por parte de la tríada imperialista, con la que busca ampliar sus intereses económicos, principalmente del petróleo, energético que es el objetivo real de sus acciones. A esa "violencia causa", la del despojo y saqueo, hay como reacción una "violencia efecto", la de los ataques terroristas de los explotados de siempre. Llama la atención la muerte —infarto al miocardio en 2005— del ex ministro británico Robin Cook semanas después de afirmar que el dictador iraquí no disponía de armas de destrucción masiva ni era aliado de Bin Laden, y que Al-Qaeda era en realidad un invento de los servicios de inteligencia occidental para utilizarlos como pretexto y justificación para desarrollar sus estrategias imperiales.

El analista inglés Peter Lehr expuso la ambivalencia del terrorismo: los atentados terroristas como los de Londres y Madrid son ejemplos típicos de lo que se conoce en la actualidad como "guerra asimétrica". Estos atentados son normalmente la herramienta empleada por los débiles, es decir, por los movimientos que carecen de suficiente poder como para hacer frente a su enemigo (real o imaginario) en un campo de batalla. La guerra contra el terrorismo en Afganistán e Irak es un buen ejemplo de ello; las fuerzas aliadas, bajo el liderazgo de Estados Unidos como última superpotencia, disponen de un arsenal impresionante en tierra, mar y aire. Así, cualquier campaña convencional contra esta alianza dirigida por Estados Unidos será inútil y suicida. La única opción que queda a los ojos de los acérrimos baatistas iraquíes o los extremistas musulmanes internacionales es una campaña terrorista. Los objetivos no sólo son soldados y los emplazamientos no quedan limitados a Afganistán o Irak, sino que los objetivos son bastante a menudo civiles inocentes (trabajadores con contrato en Bagdad, por ejemplo, o turistas en Bali, o ciudadanos de Madrid o Londres).

El propio Osama Bin Laden declaró que el terrorismo es el arma más temida de la era moderna, ya que ataca a la psique de los ciudadanos europeos y estadounidenses. [...] Debido a lo impredecible de este tipo de ataques, la población en su conjunto experimenta sentimientos de temor e indefensión, lo cual va minando progresivamente la capacidad de sus Estados de actuar con decisión contra los terroristas y sus exigencias (Lehr, 2005: 2).

Fuera del debate de que ambas formas de terror son condenables, debemos enfatizar que más allá de los ingredientes culturales, religiosos y raciales hay en el trasfondo una lógica clara del desarrollo del imperialismo mundial.

 

4. Reacciones del imperialismo

Un aspecto relevante, que es imprescindible destacar, es el elevado simbolismo implícito en los actos terroristas perpetrados en las ciudades occidentales, Nueva York, Madrid y Londres, que tuvieron gran cobertura en la opinión pública mundial, íntimamente vinculados con el proceso de globalización, que podemos encontrar en los blancos de ataque como los medios utilizados por los grupos extremistas.

En Estados Unidos, por ejemplo, el ataque tuvo un enorme impacto, primero porque la nación militar más poderosa del mundo había mostrado ser vulnerable ante este tipo de actos; y, segundo, porque los atentados más importantes se habían efectuado contra las Torres del World Trade Center (WTC), el centro financiero del mundo, que representaban la modernidad, el progreso y la globalización.

En España, por su parte, los atentados tuvieron, por un lado, un impacto político, ya que influyó mucho para que el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) desplazara del gobierno al conservador Aznar y al Partido Popular. Con un claro mensaje antiimperialista, y como una respuesta de los árabes al apoyo del gobierno español a Estados Unidos y sus aliados europeos, a la invasión en Afganistán e Irak. En Gran Bretaña los propósitos antiimperialistas fueron evidentes, debido a la alianza histórica del primer ministro Tony Blair con los Estados Unidos, en los ataques militares a Libia, Irak y Afganistán; y por otro, por la "coincidencia" de los ataques con la reunión el Grupo de los Ocho (G-8).

En los Estados Unidos, dos hombres y una mujer fueron designados por el presidente Bush para enfrentar la amenaza terrorista: Donald Rumsfeld en Defensa, John Dimitry Negroponte como ditector de Inteligencia y Codolezza Raice en el Departamento de Estado. Ellos están definiendo la política de defensa imperial que incluye una serie de proyectos para aplicar decisiones en el ámbito regional e internacional, desarticulando las amenazas potenciales desde las emergentes armas nucleares en Asia hasta la vigilancia cibernética del pensamiento disidente.

Los acontecimientos terroristas del siglo XXI que han cubierto, realmente y en el imaginario colectivo, a todo el mundo, nos han revelado que nos encontramos en un mundo caótico que se debate en un escenario de lucha hegemónica. A raíz de los acontecimientos del 11 de septiembre, los EUA han llevado a cabo importantes cambios en sus fuerzas armadas. Donald Rumsfeld afirmó que el 11 de septiembre mostró que el futuro esconde aún muchos peligros desconocidos, y que, a nuestra cuenta y riesgo, fallamos a la hora de prepararnos para enfrentarlos. La nueva estrategia de defensa imperial consistirá en seis pasos, según los estrategas del Pentágono: 1. Proteger el territorio estadounidense y nuestras bases en el exterior. 2. Enviar fuerzas a escenarios distantes y mantenerlas allí. 3. Impedir que nuestros enemigos encuentren refugio. 4. Proteger nuestras redes de información. 5. Utilizar la tecnología de la información para enlazar los distintos tipos de fuerzas de EUA, de modo que puedan combatir en forma conjunta. 6. Mantener sin trabas el acceso al espacio y proteger de cualquier ataque enemigo nuestros recursos en el espacio.

Las guerras del siglo XXI requerirán cada vez más el concurso de todos los elementos del poder nacional: recursos económicos, diplomáticos, financieros, de aplicación de la ley y de inteligencia. [...] Lo que nos enseñó esta guerra es que la efectividad del combate dependerá en gran medida de la operación conjunta, de que las diversas armas de nuestros ejércitos sean capaces de comunicarse y coordinar sus esfuerzos en el campo de batalla. [...] Pero lograr la operación conjunta en tiempos de guerra requiere construirla en tiempos de paz. Defenderse contra el terrorismo y otras amenazas emergentes requiere que llevemos la guerra hasta donde está el enemigo. [...] La mejor defensa, y en algunos casos la única, es una buena ofensiva. [...] Los enemigos deben entender que nos valdremos de cualquier medio a nuestra disposición para derrotarlos, y que estamos dispuestos a hacer los sacrificios que sean necesarios para alcanzar la victotia. [...] Transportar rápidamente las fuerzas especiales estadounidenses al terreno de operaciones incrementa extraordinariamente la efectividad de una campaña aérea (Rumsfeld, 2002: 156).

La estrategia de Bush y del secretario de defensa fue fundamentalmente apoderarse de un nudo neurálgico: Irak, como pieza estratégica en Medio Oriente. Tomar la decisión de atacar a Irak violentando y desconociendo todos los tratados que le daban estabilidad al sistema jurídico mundial. Y a partir del cuestionamiento y desobediencia al Consejo de Seguridad, todo el mundo se convertirá potencialmente en un terreno de ocupación. La ocupación será contundente con un ejército de intervención armada. Los países no pueden ni defenderse ni quejarse ante ninguna instancia jurídica internacional. Los EUA reafirman su destino manifiesto: no permitirán la creciente amenaza a su liderazgo. Se apropian de la racionalidad del futuro descalificando a las otras naciones como irracionales, fundamentalistas y nacionalistas.

Aparece un discurso totalizante, y el que no lo acepte o lo cuestione es un enemigo terrorista y peligroso objeto de ser eliminado. En esa lucha —según el Destino Manifiesto—, el Dios del bien acompañará a los EUA. Sin embargo, los EUA afrontan una serie de amenazas para mantener su hegemonía y papel protagónico en el mundo: 1. Agotamiento del modelo neoliberal, y la desigualdad profundizada por la globalización en el mundo. 2. Emergencia de potencias intermedias que están cuestionando su liderazgo. Aparece un nuevo bloque competitivo: Berlín, Pekín, Tokio. Frente al eje Washington, Londres, Madrid. 3. Aparece una ofensiva financiera encabezada por China, Japón y Alemania competitiva contra el capital norteamericano. Japón en el mercado automotriz, China en textiles, y Alemania aparece como el segundo principal inversionista en América Latina desplazando al capital americano. 4. Se calcula que para el año 2020 las áreas de influencia americana serán desplazadas por los alemanes. Asistimos a la conformación de nuevos conglomerados de empresas multinacionales eminentemente europeas: Aéreas, Chryster, Mercedes. 5. Ascenso de la socialdemocracia en el mundo. De 172 países registrados, 158 son socialdemócratas. La tercera vía, proyecto que se está impulsando en Europa, está logrando más legitimación que el neoliberalismo. 6. En el terreno monetario el euro se fortaleció ante el dólar. 7. A diferencia de América, en Europa se creó un banco central que en cuestión financiera es altamente competitivo. 8. En el ámbito del conocimiento por cada 10,000 investigadores que hay en Europa existen 10 en América Latina. El futuro del conocimiento es europeo. El dato es relevante si consideramos que no hay desarrollo sin conocimiento. 9. En el medio asiático se está desarrollando un sistema productivo espacial. Ante este escenario competitivo es necesario desestabilizar a los otros bloques. 10. Ante la ofensiva musulmana es indispensable derrotar el cristianismo ortodoxo. 11. La creciente importancia política de la minoría hispana en EUA compromete —la segunda población más importante en demanda de legalización en EUA— la posición conservadora de la élite en el poder. 12. La actual coyuntura política y económica a nivel mundial es desfavorable para los EUA en las próximas décadas, por eso debe revertir la tendencia. Apoderándose de Irak tendrá petróleo para los próximos tres siglos.

Lo contradictorio del asunto es que los Estados Unidos, que se jactan de ser los garantes del orden mundial, defensores de la democracia e impulsores del progreso, han desatado una ola de violencia militar e intervensionista en Irán y Afganistán, generando la misma o mayor sensación de "terror" entre la población a la que dicen ayudar o proteger. Los medios de comunicación, ceñidos al proceso de globalización, ayudan en gran medida a desviar la atención de los verdaderos objetivos del imperialismo mundial, e incluso de grupos o países que realizan cualquier forma de terrorismo, que es el cont rol, explotación y sobreexplotación de los recursos naturales del mundo, en especial del petróleo.

No debemos dejar de lado la postura de los Estados Unidos ante el conflicto entre Israel y Líbano de 2006, en el cual el pretexto de la lucha contra Hezbollah ha revelado que apoyan al terrorismo de Estado, ya que se han hecho los desentendidos por lo excesos cometidos por Israel en contra de la población civil del Líbano. Aunque tal situación no debe extrañar, ya que como explican Juan Mearsheimer y Stephen Walt: "Israel no sólo es apoyado por los Estados Unidos en sus afanes imperialistas en el Medio Oriente, sino que los EUA se han convertido en un medio de éstos para ampliar su dominio y poder en la región" (Mearsheimer, 2006).

 

5. La mundialización y el riesgo mundial

En los diversos ataques terroristas ocurridos en los últimos años del siglo XX y principios del XXI, se utilizaron medios masivos de transportes y de comunicación, propios del desarrollo tecnológico mundial: además de los explosivos dirigidos a control remoto, se deben mencionar los aviones, tren subterráneo, autobuses urbanos y teléfonos celulares. Con el proceso de mundialización, estamos viviendo una aceleración del progreso científico y tecnológico al alcance de muchos sectores y regiones del orbe. En este proceso también son beneficiados los grupos terroristas, pues el armamento y equipo que usan son muy modernos.

Las armas que emplean los terroristas son más sofisticadas, menos costosas y pequeñas, y por lo tanto fácil de camuflar; al mismo tiempo utilizan gran variedad de instrumentos, como teléfonos vía satélite e internet, que les permite mantener contactos fluidos a gran distancia y facilitan, por tanto, la operación a nivel trasnacional e incluso mundial (Avilés, 2003: 1).

Los mismos organismos de inteligencia estadounidense reconocen esa evidencia, cuando señalan que: "A fin de cuentas estamos hablando de dar seguimiento a una red de terroristas. [...] Una red no puede funcionar totalmente sin recurrir a la tecnología. [...] Tienen que ser capaces de transferir fondos, tienen que ser capaces de viajar. Y tienen que ser capaces de comunicarse" (Saxe-Fernández, 2001: 6)

Los objetivos y fines del terrorismo de nuevo cuño tienen que ver con una reacción al imperialismo vigente; pero, de igual forma, son acordes con la etapa de modernidad y globalidad que estamos viviendo, que manifiesta una clara ambivalencia: por un lado, nos procura comodidad y acceso a todos los medios y recursos disponibles, y por otro, nos ubica en una sociedad mundial de "riesgo" y de "inseguridad" ante las problemáticas y luchas por la hegemonía mundial no resueltas hasta el momento.

El terrorismo internacional responde a una situación de violencia mundial con nuevas características, ya no son sólo entre Estados (guerras convencionales), sino al interior de los Estados. Ya lo advertía Ulrich Beck: "Las respuestas de Estados Unidos y sus aliados —en el año 2001 en prácticamente todos los países de la cultura octidental— están generando una guerra que quizá no venza al terrorismo, sino que lo alimente y acreciente; y de paso suprima libertades importantes, renueve el proteccionismo y el nacionalismo, y demonice a los países culturalmente diferentes" (Beck, 2001: 2).

No debemos minimizar el hecho de que en Estados Unidos, Europa y en gran parte del mundo haya manifestaciones de temor hacia los inmigrantes. En muchas naciones ya se están debatiendo los problemas de la "seguridad nacional", se están cerrando las fronteras y persiguiendo, deteniendo y hostigando a los ciudadanos "del mundo" con características musulmanas o simplemente por parecer "sospechosos".

Una encuesta realizada por Sofres, por encargo de The German Marshall Fund y la Compagina di San Paolo (en julio de 2003), en Estados Unidos y ocho países europeos, para conocer sobre sus temores, arrojaron los siguientes resultados: 1. El terrorismo internacional es considerado una amenaza importante o muy importante por el 96% de los europeos y el 96% de los norteamericanos. 2. Un conflicto militar entre Israel y sus vecinos es considerado una amenaza importante y muy importante por el 87% de los europeos y el 82% de los norteamericanos. 3. El fundamentalismo islámico es considerado una amenaza importante o muy importante por el 85% de los europeos y el 83% de los norteamericanos. 4. El desarrollo de armas de destrucción masiva por Irán es considerado una amenaza importante o muy importante para el 84% de los europeos y el 83% de los norteamericanos. 5. El desarrollo de armas de destrucción masiva por Irán es considerado una amenaza importante o muy importante por el 82% de los europeos y el 85% de los norteamericanos (Avilés, 2003: 3-4).

En el aspecto en que coinciden, por cierto con un alto porcentaje, es en lo relativo a que el terrorismo constituye una grave amenaza para su población. El porcentaje es muy elevado si se considera que la encuesta se practicó a casi dos años de los hechos ocurridos en Nueva York (en septiembre de 2001) y que todavía no ocurrían los lamentables acontecimientos de Madrid y Londres.

Nos encontramos ante un conflicto que, por sus dimensiones imperialistas y no sólo culturales, parece no tener solución a corto plazo. Una de las consecuencias más visibles es que la angustia mundial es visible. La incógnita de todos parece ser ¿cuándo y en dónde será el próximo atentado? ¿Tokio, Berlín, París, Roma u otra ciudad? Tal situación ha provocado que los habitantes del mundo vivan en un ambiente de riesgo permanente, sobre todo porque el "enemigo" no viene de fuera sino que se encuentra en la misma sociedad, incluso pudiendo ser los nativos del país de que se trate. La certeza de que hay células terroristas por todo el mundo, parece indicar que el fenómeno se extiende aún más, ningún país se encuentra a salvo de la violencia que hoy golpea a Occidente.

 

Conclusiones

El problema del terrorismo mundial es complejo y su real comprensión todavía está por concretarse. Es claro que en estas líneas solamente debatimos algunas ideas relativas al fenómeno, en el sentido de que el terrorismo actual tiene una gran correspondencia con el imperialismo mundial.

En contraposición con la idea, muy difundida, de que el origen de los actos terroristas está un "choque de civilizaciones", reconocemos que entre las causas del terrorismo hay, sin duda, aspectos culturales y religiosos, pero también reacciones violentas ante la opresión del imperialismo, debido a la reciente lucha por la hegemonía mundial y conservación o creación de nuevos intereses políticos y económicos.

Las acciones terroristas revisadas obligan a reconsiderar la noción de Estado-nacional, en tanto que han revivido problemas de nacionalismos y proteccionismo territorial. El terrorismo internacional del siglo XXI nos obliga a revisar las consecuencias perversas de la modernidad y la globalización, como es la espiral de violencia de los de arriba (imperialismo) y los de "abajo" (terrorismo); en la cual, la lucha por la conquista de intereses mezquinos son el verdadero móvil, mientras que la víctima de siempre es la comunidad mundial.

 

Bibliografía

Amin, Samir (2001), "El nuevo imperialismo colectivo de la tríada", en Más allá del capitalismo senil: por un siglo XXI no norteamericano, México: Paidós.         [ Links ]

Avilés, Juan (2003), Terrorismo y antisemitismo [en línea], 1-12-2003 [consultado el 20 de diciembre de 2005], en: <htp://www.realinstitutoelcano.org/análisis/369.asp>         [ Links ].

Avilés, Juan (2005), "La amenaza del terrorismo islamista en España", en Análisis, núm. 33, Madrid: Real Instituto Elcano.         [ Links ]

Baudrillard, Jean (2002), "El espíritu del terrorismo", en Fractal, año 6, núm. 24, Paris.         [ Links ]

Beck, Ulrich (1996), "Teoría de la modernidad reflexiva", en Giddens et al. [comps.], Las consecuencias perversas de la modernidad, Anthropos.         [ Links ]

Beck, Ulrich (2001), Sobre el terrorismo y la guerra (Conferencia), México: Paidós.         [ Links ]

Boix, Leonardo (2005), "ERI: desarme a prueba", en Proceso, núm. 1500, 31 de julio. <http://www.foreignpolicy.com>         [ Links ].

Horowitz, Irving (1977), Fundamentos de sociología política, México: Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]

Huntington, Samuel (1997). El Choque de Civilizaciones: la configuración del orden mundial, Madrid: Paidós.         [ Links ]

Keller, Konrad (1982), On terrorist and terrorism, Santa Mónica, California: The RAND Corporation.         [ Links ]

Lista de organizaciones terroristas extranjeras designadas por el Departamento de Estado de Estados Unidos. Washington, D.C. 27 de abril de 2005. Disponible en: <http://usinfo.state.gov/esp/Archive/2005/Apr/29-767751.html>         [ Links ].

Lehr, Peter (2005), "Los atentados terroristas del 7 de julio en Londres: el extremismo Islámico golpea de nuevo", en Análisis, núm. 99, Madrid: Real Instituto Elcano.         [ Links ]

Lenin, Vladimir (1917), El imperialismo, fase superior del capitalismo, Pekín: Ediciones en lenguas extranjeras.         [ Links ]

Martínez, Sanjuana (2005), "Utopía el desarme de ETA", en Proceso, núm. 1499, México.         [ Links ]

Mercado, Asael et al. (2005), "El águila y el dragón: la batalla del nuevo milenio", en Revista Espacios Públicos, 16 de agosto, año 8, núm. 16, Toluca, México: Universidad Autónoma del Estado de México.         [ Links ]

Mergier, Anne (2005), "Cuando el terrorismo nos alcance", en Proceso, núm. 1500, 31 de julio, México.         [ Links ]

Quintana, Santiago (1980), La resistencia palestina: estrategia, táctica y clases sociales, núm. 73, México: Era, Serie Popular.         [ Links ]

Reinares, Fernando (2005a), "Conceptualizando el terrorismo internacional", en Análisis, 1 de julio, núm. 82, Madrid: Real Instituto Elcano.         [ Links ]

---------- (2005b), "Tras el 7 de julio: ¿Qué estrategia tiene el terrorismo internacional'", en Análisis, 11 de julio, núm. 86, Madrid: Real Instituto Elcano.         [ Links ]

---------- (2005c), "¿Es el Terrorismo Internacional como nos lo imaginábamos? Un estudio empírico sobre la Yihad Neosalafista global en 2004", en Panorama estratégico 2004/2005,11de julio, Madrid: Real Instituto Elcano.         [ Links ]

Rumsfeld, Donald (2002), "La transformación de las armas", en revista Foreign Affaire, verano, vol. 2, núm. 2, Instituto Tecnológico Autónomo de México.         [ Links ]

Sánchez Mayka (2004), El sin sentido del fanatismo terrorista, [en línea] 2 de septiembre, [consultado 25 de agosto de 2006], en: <http://www.psikis.cl/portal/leer.php?cod=332>         [ Links ].

Saxe-Fernández, John (2001), "Globalización del terror y guerra", en Revista la Maza, noviembre, Universidad Nacional Autónoma de México.         [ Links ]

Segovia, Rafael (2005), "El fin del mundo", en Proceso, 24 de julio, núm. 1499, México.         [ Links ]

Unger, Craig (2004), Los Bush y los Saud. La relación secreta entre las dos dinastías más poderosas del mundo, Argentina: Planeta.         [ Links ]

U.S. Department of Justice (2005), Información para las víctimas del terrorismo. Información suministrada por The United States Attorneys' Offices (Fiscalías de los Estados Unidos). Consulta en línea: 25 agosto de 2006. Disponible en: <http://ublib.buffalo.edu/libraries/e-resources/ebooks/records/e ek1430.html>         [ Links ].

Wallerstein, Immanuel (1988), "El capitalismo histórico", en El sistema mundial, México: Siglo XXI.         [ Links ]

---------- (1998), "Paz, estabilidad y legitimación 1990-2025/2050", en López, Francisco, Los retos de la globalización. Ensayos en homenaje a Theotonio Dos Santos, tomo I, Caracas: Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).         [ Links ]

 

Información sobre los autores

Asael Mercado Maldonado. Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Iberoamericana. Líder del cuerpo académico: Nuevo orden mundial: retos políticos y económicos para el siglo XXI. Sus principales líneas de investigación son: teoría y sociología del conflicto, y teoría sociológica. Sus publicaciones más recientes son: "Las guerras por el oro: la geopolítica de las trasnacionales", en Revista Espacios Públicos, núm. 13, UAEM, 2004; "Los límites del poder americano de Joseph Nye", en Revista Espacios Públicos, núm. 14, UAEM, 2004; "Teorías sobre la conflictividad del siglo XXI", en Revista QUADRIVIUM, núm. 17 y 18, UAEM, Centro de Investigación y Estudios Avanzados en Ciencias Sociales y Humanidades, 2004; y "El ocaso de la política tradicional y el auge de los predestinados", en Revista Espacios Públicos, núm. 17, UAEM, 2006.

Rafael Cedillo Delgado. Licenciado en Ciencia Política por la Universidad Autónoma Metropolitana; Maes tro en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México; doctorante en Ciencias Sociales, línea de investigación en sociología y política, Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Autónoma del Estado de México. Sus más recientes publicaciones son: "La lucha por la hegemonía política en un municipio semiurbano del Estado de México: el caso de Chicoloapan", en Sánchez Ramos Miguel Ángel y Rafael Cedillo Delgado [coords.], El Proceso ElectoralMexiquense 99, México, UAEM, 2000; "La Cultura Política de las Asociaciones Religiosas No católicas en México", en Espacios Públicos, agosto, año 5, núm. 14, Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública, UAEM, 2004; y "La Alternancia Política en los municipios del Estado de México", en Espacios Públicos, septiembre, año 5, núm. 18, Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública, UAEM, 2006.

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License