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Gestión y política pública

Print version ISSN 1405-1079

Gest. polít. pública vol.29 n.1 Ciudad de México Jan./Jun. 2020  Epub Sep 11, 2020

https://doi.org/10.29265/gypp.v29i1.696 

Reseñas

Verónica Crossa Niell, Luchando por un espacio en la Ciudad de México: Comerciantes ambulantes y el espacio público urbano, México, El Colegio de México, 2018, 336 pp.

Raúl Gutiérrez Meave* 

* Estudiante del doctorado en Políticas Públicas, CIDE

Crossa Niell, Verónica. Luchando por un espacio en la Ciudad de México: Comerciantes ambulantes y el espacio público urbano. México: El Colegio de México, 2018. 336p.


El debate acerca del uso y la apropiación del espacio público por particulares es un tema recurrente y controvertido y se han alzado diversas voces en distintas latitudes y desde diferentes perspectivas, ya sea provenientes de la sociedad civil, la academia o, sobre todo, los gobiernos que implementan las políticas públicas de la ciudad. Para sumarse a las voces académicas que tratan este debate, Verónica Crossa Niell se propone analizar cómo se estructuran e implementan las políticas urbanas de regeneración de espacios públicos en la Ciudad de México, así como las implicaciones que éstas tienen para los comerciantes ambulantes que hacen su vida cotidiana en las calles.

El título de su libro -más que sugerente- nos propone una mirada desde el otro lado de la moneda: el de la lucha y la defensa del espacio público por aquellos individuos que lo utilizan como medio de supervivencia. Esto no es poca cosa. La autora desde un inicio deja muy clara la postura que mantendrá a lo largo de todo el escrito: un ataque en contra de la idealización normativa del espacio público -que considera ambigua- para centrarse, así, en lo que ella estima más relevante desde la realidad empírica para responder en concreto a la pregunta que será el hilo conductor de su estudio: ¿Cuáles son las implicaciones de las políticas de regeneración de espacios públicos para los actores urbanos?

Los intentos llevados a cabo por parte del Estado para regular, desincentivar, desplazar y hasta prohibir el ambulantaje en los espacios públicos de la Ciudad de México han sido numerosos,1 y cuando hablamos de intervención del Estado nos vemos obligados a contextualizarla en el marco contemporáneo neoliberal que ha caracterizado las decisiones políticas, sociales y económicas en nuestro país en las últimas décadas. Así, como punto de partida, en el primer capítulo, la autora lleva a cabo un desarrollo exhaustivo del término “neoliberalismo” y de sus implicaciones como proceso de tendencia global en la construcción de espacios de las ciudades -que ella denomina “urbanismo imitador” -. Para la autora, la tendencia clara de la (re)imaginación de la ciudad es una consecuencia directa de los procesos neoliberales que operan con lógicas de mercado y de competitividad en la búsqueda de atracción de capitales e inversiones. Para lograr tal cometido, se reestructuran los espacios en un intento constante por mejorar la imagen de la ciudad a través de políticas urbanas de recuperación de los espacios con base en imaginarios, definiciones normativas, reglas cotidianas y juicios morales, que terminan por alterar las dinámicas de las relaciones sociales y su conexión con los espacios visibles. Así, la mercantilización del espacio urbano se materializa en políticas de planeación urbana que seleccionan y acotan los espacios públicos para desplazar y restringir el comercio callejero a ciertas zonas específicas admitidas que no afecten la imagen urbana idealizada global.

En el segundo capítulo, la autora trata el difícil concepto de la “informalidad” desde todas las perspectivas imperantes a través de los años, es decir, repasa la multiplicidad de posturas teóricas más relevantes. Con el fin de alejarse de las valoraciones morales arraigadas en el imaginario colectivo con respecto a la actividad del ambulantaje -como aquella que se realiza al margen de la ley-, y más allá de las posturas a las que atinadamente menciona como antecedentes históricos del estudio del fenómeno, lo importante para la autora es destacar que la presencia y existencia de las actividades informales forma parte del contexto sociohistórico de la ciudad. De manera más significativa, la autora busca sacudirse el concepto reduccionista de informalidad mediante el reconocimiento de una actividad que no es homogénea, sino que, por el contrario, tiene como característica fundamental su heterogeneidad y su manifestación en múltiples escalas y, por lo tanto, su difícil discusión desde cualquier perspectiva teórica.

En el tercer capítulo se trata de responder qué es el comercio ambulante desde tres lentes conceptuales: como un problema público, como una solución a otros problemas y mediante la distinción -a veces difusa- entre lo público y lo privado. Es evidente que el ambulantaje es un problema que atañe a la esfera urbana y, por lo tanto, al ámbito social, pero también es un problema de índole económica, política y de valoración moral, puesto que sus consecuencias se exteriorizan y se expanden a casi todos los campos en mayor o menor medida. Al reconocer que el espacio público es un objeto político en incesante disputa, la visibilidad del comerciante que se apropia del espacio con fines particulares tiene una serie de externalidades -como el congestionamiento del espacio, disturbios en la vía pública, deterioro del espacio urbano, delincuencia, etc.- que la sociedad y el gobierno reprueban categóricamente. Sin embargo, muchas veces se pasa por alto que el comercio ambulante es, al mismo tiempo, tanto un problema como una solución circunstancial a diversos problemas socioeconómicos de diferentes escalas: se configura como un medio de subsistencia para individuos en condiciones de extrema precariedad que forman parte de un exceso de oferta laboral cuya falta de habilidades y oportunidades de emplearse en el sector formal los aleja de lo jurídica y moralmente establecido como “correcto”.2

A pesar de la imagen negativa de algunos vendedores ambulantes que se de­ dican al robo y a la venta de productos ilícitos como la piratería, la gran mayoría lleva a cabo actividades honradas de compraventa de productos permitidos que resultan necesarios para el resto de la sociedad y, al ofrecer productos que son más baratos y asequibles, ofrecen más alternativas para los grupos urbanos más pobres (véase Bhowmik, 2007: 93). Según la autora, “ejemplos sobran. Existen un sinfín de razones para repensar al comerciante como actor urbano que aporta a la vida diaria más que sólo un producto, una lectura de los espacios, las prácticas, las lógicas e incertidumbres que forman parte de la vida cotidiana urbana” (p. 97). Este aspecto contradictorio del comercio ambulante -que es a la vez positivo y negativo- puede resultar paradójico, pero justo ahí radica entonces la importancia de su estudio desde perspectivas contrapuestas, que nos permitan entender el fenómeno de manera integral.

En el cuarto capítulo, la autora nos lleva por un recorrido histórico del comercio en la vía pública de la Ciudad de México, desde la época colonial y poscolonial hasta llegar a la ciudad posrevolucionaria. Tal recuento tiene un objetivo claro: comprender las prácticas históricas y contemporáneas de desplazamiento de los vendedores, así como de aquellas tendientes a su continuidad y permanencia en el espacio. Aquí, la autora se detiene para acercarse a un par de temas que considero de radical importancia para comprender el fenómeno del ambulantaje en nuestro país: el clientelismo y la institucionalización del comercio informal. Estos temas explican parcialmente la permanencia -y la difícil aplicación de las políticas urbanas- del comercio informal en las calles. Desde el aspecto clientelar, históricamente los comerciantes ambulantes han significado un mecanismo de orden y una importante fuente de apoyo político -desde la hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI) hasta la actualidad-, dando lugar así a la formación y consolidación de organizaciones informales de vendedores que “constituyeron un modo de institucionalización de la venta en las calles” (p. 178). La formación de tales organizaciones informales les permite a los comerciantes configurarse en grupos de presión importantes que luchan por obtener ventajas políticas para negociar con las instituciones del Estado en la búsqueda de permanecer en los espacios públicos -mediante la adquisición de permisos especiales, entre otros-. En consecuencia, dependiendo de las coyunturas políticas, tienen mayor o menor margen de negociación y evasión frente a las planificaciones urbanas.

En el quinto capítulo, la autora analiza el comercio ambulante frente al “Programa de Rescate del Centro Histórico” de la Ciudad de México, destacando el complejo entramado de actores -vecinos, ambulantes, autoridades, iniciativa privada, etc.- que forman parte, ya sea de forma activa o pasiva, de las políticas públicas urbanas.

Un punto que me parece importante señalar es la afirmación de la autora con respecto a la política gubernamental “volátil” que se mueve entre dos extremos: el de la permisividad, por un lado, explicado en gran medida por el clientelismo, las organizaciones informales y la institucionalización de la venta ambulante y, por el otro, las reubicaciones y los desalojos masivos y violentos de comerciantes a través de mecanismos coercitivos que buscan “limpiar” las calles. Ante dichos mecanismos, los vendedores ambulantes han estructurado distintas formas de resistencia, desde marchas y plantones, hasta resistencias más sutiles como aquella “por movilidad” (o torear), que consiste básicamente en vendedores nómadas que cuelgan los productos que venden de sus cuerpos o utilizan algún mecanismo móvil como carretas, diablitos, etc., para desplazarse a distintos puntos de la ciudad con mayor facilidad y rapidez, lo que además les permite también huir o esconderse de la autoridad en caso necesario.

Una forma de resistencia muy particular, y que analiza la autora en el último capítulo de su libro, es aquella con fines “lúdicos”, y que fue llevada a cabo por los artesanos y vendedores ambulantes frente al “Programa de Recuperación de Espacios Públicos” de Coyoacán en 2008. Cuando el gobierno decidió intervenir para embellecer las plazas de Coyoacán (Hidalgo y Centenario), los vendedores afectados se organizaron en un plantón de resistencia pacífica caracterizado primordialmente por la impartición de talleres, música, bailes y la exhibición de fotografías que evidenciaban su lucha y por una protesta creativa con un fuerte significado simbólico: la necesidad de los artesanos en las calles de Coyoacán como configuradores y conformadores del espacio y la dinámica social. Sin embargo, dicha protesta trajo consigo una importante consecuencia: la política de diferencia, es decir los artesanos intentaron diferenciarse de los vendedores ambulantes (al buscar con esta estrategia ser favorecidos por las autoridades en detrimento de los demás grupos) y al mismo tiempo, estos últimos trataron de diferenciarse de los demás vendedores de la ciudad -especialmente de los del Centro Histórico-, argumentando su relevancia en la dinámica socioespacial de Coyoacán.

Lo anterior es importante por varios motivos, pero sobre todo porque nos permite identificar a los distintos tipos de vendedores ambulantes no sólo por los productos que ofrecen, sino también por el papel que desempeñan en la dinámica social en la que están incrustados. Aquí es donde el argumento de la autora logra su punto más alto para salirse del reduccionismo en el que en general se encasilla a los ambulantes como un todo homogéneo y perverso en sí mismo.

Sin embargo, ya resaltados los puntos fuertes del argumento del libro, conviene también mencionar algunos de sus puntos débiles que, desde mi perspectiva, comienzan precisamente desde las primeras líneas, es decir desde su particular forma de tratar el fenómeno. Al tratar de realizar una crítica del concepto normativo del espacio público, pero alejándose de juicios de valor, la autora termina por hacer exactamente lo contrario. Pretende sacudirnos de la simplicidad y el reduccionismo del análisis del comercio ambulante -algo que logra completamente-, pero ella misma cae en la misma trampa cuando desecha las nociones “idealizadas” y “vacías” -como ella misma las describe de las políticas neoliberales urbanas. Tal desestimación del potencial del uso del espacio público como un medio que aporta a la sustentabilidad, la cohesión social, la movilidad social y el derecho a la ciudad, entre otros, y que termina por catalogar como conceptos “sin valor social concreto” (p. 291), le permite a la autora llevar el hilo conductor cómodamente por donde desea, sin la necesidad de profundizar en la complejidad de tales conceptos. Lo anterior no es del todo malo, ya que nos permite analizar el problema desde una perspectiva única, aunque incompleta; sin embargo, la provocativa posición con la que discute el tema sirve sólo para lo que se propone.

A pesar de las críticas mencionadas, la aportación del libro es innegable, ya que goza de un alto valor por la calidad de su escritura y por los recorridos históricos y teóricos realizados de manera precisa con respecto al comercio ambulante en la Ciudad de México. Además, el trabajo de campo exhaustivo llevado a cabo por la autora logra ponernos en los zapatos de los actores urbanos para ampliar la lente conceptual del análisis y mejorar así la comprensión crítica del fenómeno sin caer en lugares comunes. Dado que éste el principal objetivo del libro se puede concluir que la autora lo logra de manera satisfactoria.

REFERENCIAS

Bhowmik, S. (2007), “Street Vending in Urban India: The Struggle for Recognition”, en J. Cross y A. Morales (eds.), Street Entrepreneurs: People, Place and Politics in Local and Global Perspective, Londres, Routledge. [ Links ]

INEGI, Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2019), “Resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo”, Comunicado de prensa núm. 555/19. 14 de noviembre, disponible en: https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2019/enoe_ie/enoe_ie2019_11.pdf [fecha de consulta: 15 de noviembre 2019]. [ Links ]

1Son dos los más representativos -y que la autora analiza en su libro-: el “Programa de Rescate” del Centro Histórico de la Ciudad de México y el “Programa de Recuperación de Espacios Públicos” de Coyoacán, lanzados en 2001 y 2008 respectivamente.

2Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la población económicamente activa de México es de alrededor de cincuenta y cuatro millones de personas, de las cuales, 57 por ciento trabaja en el sector informal, es decir, cerca de treinta millones de personas.

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