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Gestión y política pública

versión impresa ISSN 1405-1079

Gest. polít. pública vol.28 no.1 Ciudad de México ene./jun. 2019

https://doi.org/10.29265/gypp.v28i1.556 

Reseñas

Cockcroft, L. y A.C. Wegener, Unmasked Corruption in the West, Londres: Tauris & Co. Ltd., 2017, 264 pp.

Luis Jair Trejo Alonso1 

1CIDE

Cockcroft, L.; Wegener, A.C.. Unmasked Corruption in the West. Londres: Tauris & Co. Ltd., 2017. 264p.


Considere lo siguiente: Usted va con un médico, le cuenta sus síntomas y el médico le extiende una receta con el nombre de un medicamento que debe adquirir para recuperar la salud. ¿Sabe si ese medicamento se vende en las farmacias locales como resultado de un favor derivado de una negociación política? Usted compra un automóvil, lo adquiere por el color, la comodidad y la potencia que ofrece, ¿las legislaciones para que el productor pueda venderlo en el país se vieron afectadas por intereses de algunos grupos de presión?, o ¿están en contra del cuidado del medio ambiente mundial? ¿Sabe si las carreteras por donde viajará próximamente con ese auto fueron concesionadas al amigo de un político que aportó dinero a su campaña? O quiza, ¿su equipo de fútbol ganó el campeonato arreglando el resultado de la final? Este libro puede ayudarlo a comprender la relación que hay entre estas preguntas y sus preocupantes repuestas.

¿Cómo se produce la corrupción en los países desarrollados? Hasta hace pocos años se reconocía que la corrupción era un fenómeno que generalmente ocurría en países pobres del Tercer Mundo, con problemas de consolidación de sus democracias y cuyos actores principales eran los políticos y los funcionarios públicos (Bukanovsky, 2006). En la actualidad, parece que hay interés en un rango de países (G8 y G20) por desenmascarar la corrupción de las élites, no sólo en su territorio, sino en el mundo ¿Qué sucede en el entorno global, político y económico, que cada vez es más aceptado por países de Europa y en Estados Unidos el hecho de que enfrentan problemas de corrupción severos?

Unmasked Corruption in the West es un libro que desnuda prácticas de corrupción en varios países de Europa y Estados Unidos. Los autores, a partir de la documentación de situaciones particularmente notables (de escándalo mediático reciente), describen con detalle prácticas de corrupción en países desarrollados, por ejemplo: cómo se conforman las redes de corrupción al interior y exterior de sus países, se lava dinero, se destinan (o desvían) recursos públicos a causas políticas o se “ganan causas” públicas y se benefician negocios privados, cómo se crean riquezas en paraísos fiscales, cómo actualmente se sale victorioso en los deportes y hasta cómo el ejército puede tener relación con la corrupción. En ese sentido, el libro describe una paradoja constante que muestra una realidad “occidental” poco explorada y minimizada, ya que en esos países la corrupción no parecía cotidiana ni cercana, estaba enmascarada.

Laurence Cockcroft es un economista del desarrollo, fue uno de los cofundadores de Transparencia Internacional (TI), una sociedad civil de escala global cuyo objetivo ha sido el combate a la corrupción desde su creación en la primera mitad de la década de 1990; entre 2000 y 2008 fue presidente del TI Reino Unido. Por su parte, Anne-Cristine Wegener es una analista de ciencia política y combate a la corrupción, fue subdirectora y gerente de programas en TI Reino Unido y, en colaboración con miembros de TI de otros países, como Alemania, centró sus análisis en defensa y seguridad. Ambos autores plantean en este libro que desenmascarar la corrupción es una tarea que debe tomarse en consideración como un problema serio a escala global. Aunque en este libro centran su exposición de casos de corrupción en países de Occidente, señalan que lo hacen sólo como una forma de ampliar la comprensión que se tiene del fenómeno de la corrupción. Sin duda, ambos son capaces de ofrecer una noción de la corrupción que la investigación en la materia podría estar pasando por alto. Me refiero a la idea de que, en los países desarrollados, pocas veces se reflexiona sobre las acciones de particulares que pueden obtener un beneficio a costa del interés o los recursos públicos, ya sea en favores, en especie o, más comúnmente, en dinero.

Cockcroft y Wegener se proponen, en Unmasked Corruption in the West, mostrar al lector que la corrupción ha sido un fenómeno subestimado y poco valorado en los países desarrollados. Los autores señalan que “este libro se propone corregir ese dato, al mostrar que la influencia se compra y el poder se vende1 en ambos lados del Atlántico […] en muchas áreas de la política, los deportes y los negocios en el mundo”2 (p. vi).

El libro está estructurado en once capítulos. El primero de ellos describe la corrupción como un problema de orden mundial y explica porqué es importante tomar en consideración sus consecuencias. El capítulo titulado Corruption and its Perils sirve como una introducción sobre lo que los autores pretenden desarrollar en el resto del libro, aquí muestran que la preocupación central del texto es acercar al lector a las consecuencias más visibles de la corrupción: la compra de influencias que se realizan al poder político para obtener beneficios en las organizaciones o entidades privadas, la desigualdad que se genera en los países, los efectos sobre el sistema financiero mundial, la compra de la justicia, el uso de paraísos fiscales para desviar recursos y acumular riquezas (mayormente ilegales) y, finalmente, la principal preocupación de los autores es mostrar que, aunque hay diferencias en la forma en que la corrupción se desarrolla en Europa y Estados Unidos, el efecto más pernicioso recae sobre las democracias.

Los capítulos dos a cuatro de este libro tienen que ver con la compra de influencia que sucede en los países desarrollados, las negociaciones y los beneficios de esas actividades. En el segundo capítulo, Cockcroft y Wegener señalan que los políticos de Estados Unidos y otros más en países de Europa —Alemania, Reino Unido, Italia o España— han ido “incrementando el precio del poder”. Este capítulo (The Rising Price of Power) señala que, en un entorno democrático donde los partidos políticos y los políticos de manera personal reciben fondos privados para sus campañas políticas o la operación de sus organizaciones partidarias, el fondeo de recursos económicos se vuelve el “corazón de la corrupción” (p. 9). La corrupción sucede porque quienes aportan a las campañas y organizaciones políticas suelen ser amigos, conocidos o grupos interesados que, cuando el político se encuentra en una posición de poder, reciben a cambio beneficios en forma de grandes contratos (capítulo 4). Pero no sólo es eso, lo que describen es cómo lo que se observa socialmente como una aportación por afinidad política, se convierte en el mediano plazo en la compra de influencias en beneficio de los aportantes. “En los casos de América y Europa lo discutido aquí son las fuerzas detrás del sistema electoral que socavan la medida de lo que puede ser llamado democracia” (p. 38).

En ese mismo sentido, el tercer capítulo, titulado The Power of the Lobby, es una explicación del poder que tiene la negociación política en la obtención de beneficios privados que con frecuencia aparecen enmascarados por el interés público. Cockcroft y Wegener enlazan la compra de influencias con el poder de negociación que tienen los actores privados y lo muestran como una inversión de los empresarios para obtener beneficios desde lo público. En las democracias de Europa y en Estados Unidos, los temas de la agenda legislativa se posicionan y se mantienen latentes, en muchas ocasiones, debido a la presión de grupos de interés que pugnan por lograr legislaciones o acuerdos a su favor. Originalmente, el lobbying no era perjudicial, significaba la forma en que los ciudadanos trataban de ser escuchados por los políticos para resolver sus problemas públicos. Sin embargo, el lobbying en los países de Occidente se ha convertido en una fuerza que ha moldeado y manipulado las legislaciones a su favor. El libro hace un recuento de casos perniciosos para el mundo logrados por el lobbying: la crisis financiera de 2008-2009, la legislación a favor del consumo de tabaco, a favor del uso medicamentos y farmacéuticas concretas, la desregulación a favor de empresas y negocios o en apoyo para mantener la producción de gases que ponen en riesgo el medio ambiente mundial.

The Big Business of Corruption, capítulo cuarto, es una reiteración del argumento de la compra de influencia y uso de lobbying —de los dos capítulos anteriores—, con situaciones en las que hay grandes negocios privados que, en su momento, usaron el poder político adquirido para hacer negocios en la industria de la construcción o la industria farmacéutica. En este capítulo destaca el pago de sobornos como una práctica que facilita los negocios en varias ramas de la economía. Además, ilustra que hay ámbitos gubernamentales, como la defensa nacional, en los que también se ha constituido un mecanismo para obtener negocios lucrativos. Cockcroft y Wegener evidencian cómo la secrecía, justificada en la defensa nacional de los países desarrollados, se ha convertido en un embrión que evoluciona en actos de corrupción, porque los negocios que se hilan en ese ámbito, generalmente, carecen de transparencia y pocas veces son cuestionados por ser asuntos de interés público. Así, los negocios se han construido en los países occidentales bajo la premisa del pago de favores con la “justificada” intervención de algunas empresas especializadas en pro del beneficio público.

En el quinto y el sexto capítulos, Cockcroft y Wegener narran cómo se erosionó la reputación de los banqueros debido a la crisis financiera de finales de la década de 2000, se preguntan si esta creciente pérdida de confianza (capítulo 5, The Bankers’ Story: An End of Trust) está justificada. La historia que describe este capítulo narra el oportunismo y la presión que los banqueros (en distintas partes en el mundo) ejercieron sobre algunos asesores o gente con influencia política y legislativa, así como con responsables financieros en los gobiernos de Estados Unidos y Europa desde la década de 1990, los cuales tuvieron como desenlace una débil regulación que condujo a la crisis financiera mundial de 2008-2009. Los autores exponen la manipulación que los banqueros hacen de los mercados financieros y el juego que llevan a cabo con las tasas interés para su beneficio, así como el rescate de los capitales privados con cargo al erario de los países. En este capítulo también se muestra un conjunto de redes de corrupción que conformaron legisladores, políticos, asesores presidenciales, valuadores de acciones y calificadoras privadas para obtener ganancias extraordinarias del sistema financiero global.

En el sexto capítulo, On-and Offshore Secrets, los autores retoman una discusión vieja sobre las “bondades” que ofrecen los paraísos fiscales en el mundo y explican cómo las transacciones “protegidas y secretas” facilitan muchas formas de corrupción, desde lavado de dinero y fraudes, hasta el movimiento de las ganancias del crimen organizado. De este modo, el capítulo 6 amplía la discusión sobre los problemas de un sistema financiero global que tiene “excepciones” (paraísos fiscales) justificadas en “secrecías jurisdiccionales” en las que los movimientos financieros se convierten en cajas negras cuyas transacciones son casi imposibles de rastrear. Hasta hace algunos años, los paraísos fiscales más reconocidos eran los bancos suizos y las filiales de grandes bancos internacionales localizadas en ese país, las Islas Caimán, así como Panamá. Las investigaciones periodísticas de los Panamá Papers lograron evidenciar grandes riquezas formadas por desvío de recursos, lavado de dinero, evasión fiscal o fraudes realizados por políticos, figuras públicas o deportistas, así como redes del crimen organizado alrededor del mundo. Probablemente, las élites mundiales fueron puestas en evidencia, por primera vez, de forma contundente.

La última parte del libro está estructurada por los capítulos siete a diez. Cockcroft y Wegener exponen prácticas de corrupción en ámbitos diferentes de la esfera política y financiera, a saber, los sistemas de justicia, las redes del crimen organizado, la corrupción en los deportes y en temas relacionados con el cuidado medioambiental. En el capítulo siete, Justice for Sale?, los autores señalan actos corruptos en los sistemas de justicia de Estados Unidos, Francia, Bulgaria y Rumania. Las situaciones muestran sistemas de justicia viciados, en los que la policía local sesga su labor cuando debe hacerse la presentación de delincuentes, la apertura y la investigación de los casos, no sólo de pequeños delincuentes sino de grandes capos (incluidos los de cuello blanco). El motivo principal son esquemas permeados por el soborno, el pago de favores y el tráfico de influencias. En esos países, los jueces que suelen ser electos son también actores que enfrentan, al igual que los políticos, la presión de quienes aportan a sus campañas políticas. Así, sus juicios y sentencias llegan a verse afectados por el conflicto de interés. La contraparte se beneficia con la supresión o reducción de penas, incluso con el desecho de los casos de conocidos o de sus grandes aportantes. Para los autores, la principal consecuencia es que las democracias se ven afectadas por sistemas de justica contaminados incapaces de ejercer el cumplimiento de las leyes (enforcement).

Los autores (en el capítulo ocho, Organised Crime: A Perennial Spectre) hacen un recuento de cómo los países occidentales son demandantes asiduos de las actividades que propician el crimen organizado. En los países desarrollados, “para ocultar sus crímenes, las ganancias de las redes del crimen organizado a menudo son lavadas en las actividades de la economía legal” (p. 137). El tráfico, la trata de personas y la prostitución; además, el tráfico de drogas, los beneficios no reconocidos de la migración en la “agromafia” y las recientes actividades que suceden en internet, en la deep web y los sistemas de crypto monedas, son algunas de las principales formas en que el crimen organizado ha logrado diversificarse y obtener lucrativas ganancias en los últimos años.

El capítulo nueve, Foul Play: Corruption in Sport, discute cómo las grandes comisiones del deporte en el mundo están afectadas por el interés económico de los grandes eventos, las marcas y la publicidad. La Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) y el Comité Olimpo Internacional (COI) son ejemplos de organizaciones privadas que, entre otras cosas, se han visto involucradas en problemas de arreglo de juegos, juicios y penas dudosas sobre casos de dopaje de deportistas, así como la asignación sospechosa de las sedes para grandes eventos (como el Mundial de fútbol). El tema que acusan Cockcroft y Wegener es la poca transparencia en las actividades de financiamiento, la compleja estructuración organizacional y de operación de estas grandes corporaciones, asimismo, la imposibilidad de persecución que puede hacerse de sus miembros porque el país donde están establecidas esas organizaciones no criminaliza a los entes privados como actores corruptos (Suiza). Además, el libro evidencia situaciones menores, pero no menos importantes, de arreglo de juegos en diferentes ligas de futbol y en la de búsqueda de talentos deportivos, el apoyo desventajoso que hay para los estudiantes universitarios en las ligas de basquetbol y fútbol americano en Estados Unidos.

El capítulo diez, Murky Waters: Enviromental Corruption, discute la presión que ejercen los países desarrollados y sus empresas sobre los acuerdos internacionales de cuidado ambiental. La emisión de gases de efecto invernadero, asociados a la producción de autos y la restricción a las empresas contaminantes, el manejo turbio de las aguas de ríos y lagunas en Estados Unidos o el tratamiento que se da a la producción forestal y sus derivados. El texto profundiza en el argumento presentado en los capítulos dos a cuatro de este libro y describe las situaciones como un espejo de arreglos políticos y el sector privado.

Así, el libro plantea un argumento sencillo, pero potente: la influencia se compra y la justicia se vende en ambos lados del Atlántico. Los capítulos uno a cuatro conforman la primera parte de este argumento, en ellos se muestran situaciones claras donde la influencia se compra en el entorno político. Los capítulos cinco y seis muestran cómo la construcción del sistema financiero actual es el combustible de este mecanismo que aparece, en muchos ámbitos de los países desarrollados, como disparador de la corrupción. En el capítulo siete los autores cierran su argumento detallando cómo la justicia se vende en los países de Occidente. La última parte del libro, los capítulos ocho a diez, presentan las situaciones más novedosas, en las que la corrupción ha permeado en los países de Primer Mundo: el crimen organizado, los deportes y la manipulación de recursos ambientales.

Lo interesante del planteamiento de Unmasked Corruption in the West es que el argumento parte de dos ideas básicas: uno, la corrupción tiene distintos significados para diferentes personas; es decir, no hay una definición de corrupción concreta y única. La corrupción son prácticas cuyo resultado es el beneficio privado a costa del interés (o el dinero) público. Dos, la corrupción es un problema no sólo de países en desarrollo, sino que los países desarrollados deben estar pendientes de los problemas que la corrupción atrae a sus democracias y economías (p. vi). Pero, agregaría a éstas, una tercera idea que Cockcroft y Wegener no se atreven a manifestar en el texto, ni tampoco lo hacen en el capítulo once (A Challenge to the West) donde enlistan sus recomendaciones. Los autores, sin promoverlo, dejan entrever que el fenómeno de la corrupción trastoca tanto el ámbito privado y a sus colaboradores, cuanto la industria anticorrupción lo ha hecho con los funcionarios públicos y los gobiernos, al menos desde 1996, cuando el presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn ofreció aquel famoso discurso en el que señaló que la corrupción era un “cáncer” que debía ser eliminado.

El argumento que presentan Cockcroft y Wegener es persuasivo, además, ya ha probado su “éxito” para permanecer latente en la agenda internacional —no necesariamente ha tenido éxito para controlar la corrupción—, su construcción toma la misma ruta que siguió la conformación de la industria anticorrupción (Krasner, 1983; Sampson, 2010) emprendida por Transparencia Internacional desde la década de 1990. Es decir, la retórica de un discurso —como el presentado en el argumento de este libro— que se alimenta de estudios empíricos densos y dinámicos —como el de Unmasked Corrption in the West— que encuentra, cada vez con más énfasis, que la corrupción es un concepto de muchas aristas y no un fenómeno discreto que pueda ser acotado con una metáfora simple de una enfermedad que necesita ser extirpada o de un maleficio al que hay que “hacer la guerra” (como las frases “combate a la corrupción”, “lucha contra la corrupción” parecen indicar). Puede decirse que este libro tiene un pendiente: insistir con más fuerza en que la corrupción no es un fenómeno general y discreto. A pesar de ello, este libro aporta a la investigación sobre el fenómeno de la corrupción en el sentido de que, probablemente, va en contra de uno de los grandes obstáculos que se han impuesto para estudiar empíricamente el fenómeno, la secrecía y opacidad de los casos y en esto hay que reconocer a los autores su capacidad para documentar y monetizar cada acto corrupto narrado en este libro.

Por último, la corrupción política y judicial, el soborno, el fraude (y sus múltiples modalidades), el uso inadecuado de recursos, el conflicto de intereses, entre otros, son en sí mismos tan distintos y sus bases teóricas tan dispares, que el objetivo de los autores por “corregir el dato” sobre dónde se comenten actos corruptos, y virar la atención hacia los países de Occidente aún es un tema que se encuentra en una fase incipiente en el marco del control de las conductas corruptas en el mundo. En conclusión, los hacedores de política pública, los tomadores de decisiones o los gerentes públicos deben conocer cómo la corrupción se “mimetiza” en múltiples conductas para la obtención de beneficios privados, para ellos es de gran interés saber cuándo las políticas que se diseñan y llegan a instrumentarse corren el riesgo de enfrentarse con posibles entornos de corrupción, los cuales desviarán los objetivos iniciales de las políticas públicas. Así que, el medicamento que usted toma para curar una enfermedad, el auto que compra, los caminos por los que transita o el partido de fútbol los de los fines de semana pueden estar permeados de relaciones sociales de intercambio corrupto, preocupantes por el hecho de que casi en cualquier ámbito está involucrada la corrupción. A los hacedores de política pública les corresponde estar atentos para evitar caer en la dinámica que las redes de corrupción han construido en el mundo.

Referencias bibliográficas

Bukanosky, M. (2006), “The Hollowness of Anti-Corruption Discourse”, Review of International Political Economy, (13)2, pp. 181-209. [ Links ]

Krasner, S.D. (1983), International Regimes, Ithaca: Cornell University Press. [ Links ]

Sampson, S. (2010), “The Anti-Corruption Industry: From Movement to Institution”, Global Crime, (11)2, pp. 261-278. DOI: 10.1080/17440571003669258 [ Links ]

1Las cursivas son mías, es un interés propio señalar las prácticas que más adelante cobran mayor relevancia en esta reseña.

2Todas las traducciones son propias.

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