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Gestión y política pública

versão impressa ISSN 1405-1079

Gest. polít. pública vol.18 no.1 Ciudad de México Jan. 2009

 

Gestión regional y local

 

Construcción de un índice de condiciones laborales por estados para México

 

Construction of a Labor Condition Index at the State Level for Mexico

 

Eduardo Rodríguez-Oreggia* y Lautaro Silva Ibarguren**

 

* Director de Doctorado en Políticas Públicas, EGAP, ITESM Campus Estado de México. Carretera Lago Guadalupe km 3.5, Atizapán, Estado de México, 52926, Tel: +52 (55) 5864-5643. Correo-e: eduardo.oreggia@gmail.com.

** Analista de inversiones. Banco de México, Av. 5 de Mayo 6, 1er piso, col. Centro, Delegación Cuauhtémoc, Distrito Federal, 06059, Tel: 04455-1357-2941, Correo-e: lautarosilva@hotmail.com.

 

Artículo recibido el 6 de noviembre de 2007.
Aceptado el 2 de septiembre del 2008.

 

Resumen

El presente estudio propone la construcción de un índice de condiciones laborales para cada estado de México. Utilizando datos de la Encuesta nacional de empleo 2004, se agrega un índice donde se comprenden tres dimensiones: condiciones de igualdad (por género y de ingreso), trabajo cubierto por la seguridad social y premios salariales por educación. Los resultados muestran que los estados con mejores condiciones son en general los estados del norte: Coahuila, BCS, Aguascalientes, Nuevo León, BC y Chihuahua. Los estados con condiciones laborales menos favorables son Morelos, Oaxaca, Tlaxcala, Guerrero y Chiapas.

Palabras clave: condiciones laborales, igualdad, seguridad social, educación, regional.

 

Abstract

This paper proposes the construction of a labor condition index at the state level in Mexico. Using data from the National Employment Survey 2004, we aggregate an index with three dimensions: equality conditions (by gender and by income), jobs covered by social security and returns to schooling. Results show that states with better labor conditions are in general in the North: Coahuila, BCS, Aguascalientes, Nuevo León, BC and Chihuahua. States with lower labor condition index are: Morelos, Oaxaca, Tlaxcala, Guerrero and Chiapas.

Keywords: labor conditions, equality, social security, education, regional.

 

INTRODUCCIÓN

En los últimos años, diversos indicadores internacionales muestran a México en gran desventaja internacional en cuestiones laborales (por ejemplo, OCDE, 2004; Banco Mundial, 2007). Estos índices nos dan una idea acerca de los avances o retrocesos del país en esta materia, lo cual idealmente serviría para focalizar políticas públicas destinadas a mejorar la competitividad laboral y las condiciones de trabajo. Sin embargo, también es importante identificar hacia el interior del país las variaciones regionales en condiciones laborales, de forma que los gobiernos locales puedan implementar políticas públicas hacia la mejora de sus condiciones, además de dar información acerca de diversos elementos que integran las condiciones de trabajo y sus variaciones en el tiempo y entre áreas.

Se ha señalado que las regulaciones existentes en materia laboral inhiben la generación de empleos y en específico la creación de más trabajos formales, por lo que la alternativa ha sido que los trabajadores busquen colocarse en los trabajos informales. Aunque las regulaciones laborales tienen como objetivo primordial proteger a los trabajadores, muy comúnmente logran el efecto contrario, al beneficiar en su mayor parte a grupos específicos de trabajadores; aunque no todo el rezago experimentado en materia laboral puede atribuirse a las regulaciones. Además, una mayor informalidad puede derivar en una menor productividad agregada (Levy, 2007), mayor exclusión de servicios de salud y de pensiones para el futuro para gran parte de la población, y de un descontento social ante la falta de mejores empleos. Cuestiones como la igualdad por género y de ingreso laboral, y los premios salariales que los trabajadores obtienen en el mercado por su educación formal, también son indicadores de las condiciones laborales.

El objetivo de este trabajo es integrar los conceptos antes mencionados en un indicador de condiciones del mercado laboral para los estados de México con las bases de datos provenientes de la Encuesta nacional de empleo trimestral. Si bien gran parte de las regulaciones laborales son federales, hay ciertas variaciones locales que inciden en los cambios en los índices de condiciones laborales, además de que el reforzamiento de las leyes, por ejemplo, varía muy ampliamente entre estados. El trabajo se inserta en una corriente actual de construcción de indicadores laborales, donde un concepto ampliamente difundido es el de trabajo decente propuesto por la OIT (1999) y en diversos contextos como Taiwán (Gee et al., 2006), y países de la OCDE (Osberg y Sharpe, 2003), entre otros. Por otra parte, existe amplia evidencia de las diferencias regionales en México (por ejemplo, Rodríguez-Oreggia, 2005a y 2007), que apuntan hacia la necesidad de diseñar políticas regionales encaminadas a reducir tales disparidades en varios tipos de factores. La construcción de este índice permitiría conocer el estado y, en un futuro, la evolución de ciertos factores requeridos para tener mejores condiciones laborales en México y ciertamente para mejorar la toma de decisiones en cuanto a políticas públicas estatales en este sentido.

 

EL CONCEPTO DE CONDICIONES LABORALES Y SU IMPORTANCIA

En teoría, las preferencias de los individuos respecto del empleo que desean se revelan en el momento en que seleccionan un trabajo en específico. Sin embargo, encontrar el empleo deseado no siempre está dentro de las posibilidades laborales de una persona, ya que existen otros factores que inciden en esa decisión. Es así como las economías no siempre pueden ofrecer las condiciones óptimas para que los individuos tengan un desarrollo y un desempeño laboral plenos.

El tipo de empleo deseado por un individuo estaría basado en las capacidades reales que posee, como son el nivel de capital humano acumulado o la experiencia laboral adquirida. La relación que establecen los individuos con el empleo deseado no está únicamente vinculada con el salario, es decir, no es una variable unidimensional lo que la define, por lo cual es necesario determinar qué variables específicas de una economía permiten al individuo establecer sus preferencias laborales de acuerdo con las capacidades y habilidades individuales.

Una mayor calidad de empleo no se logra únicamente a través de mayor salario. La calidad de los empleos se refiere a cómo están dadas las condiciones de los trabajos en favor de los empleados. Aunque los individuos no por fuerza toman la decisión de trabajar o no completamente con base en las condiciones laborales, sí pueden decidir sobre un trabajo u otro, o cambiarse de trabajo según las condiciones laborales. Esto puede traer grandes repercusiones en el largo plazo, ya que podría influir directamente en la movilidad social y la productividad de los trabajadores. Así, los individuos tienen la opción de decidir entre las distintas situaciones que se les presentan a lo largo del tiempo y dichas decisiones van condicionadas en gran medida por el entorno laboral.

Las condiciones laborales son un factor de bienestar para el trabajador. Se puede hablar de una relación entre bienestar laboral y condiciones laborales, en la que mejores condiciones laborales llevan a un mayor bienestar laboral y éste deriva en mayor productividad. La pregunta aquí sería ¿qué elementos debemos considerar en un índice de condiciones laborales por estados? A continuación se enumeran aquellos seleccionados para el índice de este estudio.

Si bien la informalidad, medida como aquellos trabajadores que no cuentan con protección social por su empleo, actúa como un colchón de rescate para los trabajadores que no encuentran trabajos formales (o prefieren la informalidad), inhiben los retornos que la educación produce en el mercado laboral (véase, por ejemplo, Rodríguez-Oreggia, 2005). Además, la informalidad también está ligada a los débiles patrones de la administración tributaria (OECD, 2004; WEF, 2007). Incluso, los incentivos no alineados de diversos programas sociales mexicanos podrían estar fomentando una mayor informalidad (Levy, 2007). Por ello, dentro del índice consideramos el peso que el trabajo cubierto por la seguridad social debe tener en un ideal de condiciones laborales.

Existen otros elementos que deben considerarse, como son el premio salarial que el mercado otorga a la educación formal y que es un indicador para los individuos de cuánta educación más les es rentable adquirir. Este indicador incorporaría una medida intergeneracional de condiciones laborales hacia futuro, ya que si los individuos perciben hoy que los premios salariales son más altos estarán más incentivados a adquirir mayor educación, o bien los padres estarán más incentivados a financiar la educación de sus hijos durante más tiempo. Esto, por supuesto, sin considerar cuestiones de calidad educativa.

Las condiciones de igualdad por género resultan ser también parte del indicador del funcionamiento del mercado laboral en cuanto a condiciones de empleo. Aunque la participación laboral de las mujeres se ha incrementado en las últimas décadas, las mujeres siguen compitiendo en términos desiguales en cuanto a remuneraciones y oportunidades en ocupaciones. No obstante, existen además otros elementos generales que pueden considerarse, tales como políticas y estándares de empleo igual por género, entrenamiento, políticas que hagan coincidir los intereses laborales y familiares, etc., éstos son difíciles de medir, por lo que el componente de la diferencia salarial que consideramos puede ser un indicador global de las condiciones laborales por género.

Por otra parte, la concentración del ingreso laboral no sólo es un indicador de igualdad en materia laboral, sino también un potencial que desincentiva la productividad. Si los trabajadores perciben que la desigualdad entre salarios es alta, tendrían más incentivos para eludir parte de sus obligaciones laborales o para incrementar su esfuerzo productivo. Podría argumentarse, desde otro punto de vista, que la desigualdad del ingreso laboral puede ser un resultado de factores de diferencia en habilidades, inteligencia, salud, etc., y que no habría motivos en ese caso para aplicar políticas distributivas; la evidencia nos dice que la desigualdad en México es muy alta, lo que la convierte en un posible detonador de conflictos sociales o de malestar social, por lo que es importante conocer sus niveles y evolución en el tiempo, y sugiere que la aplicación de políticas públicas encaminadas hacia cerrar estas brechas puede ser efectiva siempre y cuando éstas estén bien enfocadas.

Sin duda, existen elementos adicionales, tales como salud en el trabajo, presión psicológica, organización, libertad, trabajo infantil, etc., que han sido incluidos por la Organización Internacional del Trabajo en su concepto de trabajo decente (OIT, 1999). Sin embargo, esos factores son empíricamente difíciles de medir y no se incluyen en las encuestas de empleo que utilizamos en este estudio, además de que sin duda estarían parcialmente correlacionados con aquellos que se seleccionaron para el índice que se presenta en este trabajo.

En el nivel regional, la mejora de las condiciones laborales tiene varias implicaciones. Por otra parte, se ha comprobado que una fuerza de trabajo con mejores condiciones y, por lo tanto, más productiva es un centro de atracción de inversión tanto nacional como internacional con un componente tecnológico más alto, además de que, a su vez, atrae más trabajo con habilidades de otras áreas (DeVol y Wong, 1999). Tiene implicaciones en cuanto a posibles regulaciones, o desregulaciones, que en materia laboral estén asociadas con un mejor bienestar laboral y que caen dentro del ámbito local y, aunque hay un fuerte componente proveniente del gobierno central, es en las áreas locales donde se producen diferencias en cuanto al reforzamiento de las leyes y los reglamentos.

La información proporcionada por el índice de condiciones laborales permite, en términos de políticas públicas, identificar las características particulares de las economías en relación con la calidad de trabajo; con dicha información se deben formar las estrategias para la búsqueda de un progreso económico y social, lo que se traducirá en un bienestar generalizado por medio de la reducción de la pobreza, el desarrollo equitativo y un nivel mayor de justicia social.

 

¿CÚALES SON LAS CONDICIONES LABORALES EN MÉXICO?

Las condiciones laborales en México han presentado en los últimos años un cambio estructural importante a partir de una mayor apertura comercial como efecto de la implementación del Tratado de Libre Comercio. Actualmente, según el Global Policy Network, en el "Reporte laboral de México: primer semestre de 2007", la economía mexicana ha generado un pequeño crecimiento en la creación de empleos estables y de calidad, además de un crecimiento económico por debajo del esperado, lo que conllevaría a un alza en los niveles de precariedad laboral y a un menor ritmo de crecimiento de los ingresos laborales. Además, la calidad del trabajo está directamente influida por la distribución equitativa de la escolaridad y por el apareja-miento que debiera darse entre los niveles de escolaridad y las ocupaciones que se obtienen al salir al mercado laboral, tal como lo ha señalado Muñoz Izquierdo (2001). Este mismo autor destaca que en el ámbito regional hay amplias diferencias en términos de provisión de educación y los rezagos son mayores evidentemente en las regiones menos desarrolladas, además de que la absorción en empleos ha sido deficiente en cuanto a correspondencia entre ocupaciones y estudios realizados.

El hecho de que México no alcance una tasa de creación de empleos formales o cubiertos por la seguridad social puede generar serias repercusiones en el mediano y largo plazo. Una consecuencia directa de esto es que la generación de empleos puede tener una dinámica más grande en la informalidad, la cual, según Perry et al. (2007), se ha incrementado de manera importante tanto en México como en América Latina en general; esto ha sido generado principalmente por cambios en el mercado laboral, inadecuadas políticas públicas, débil capacidad de imposición de la ley y una gran cantidad de programas sociales que no requieren contribuciones de los beneficiarios. También se señala que hoy en día la informalidad puede ser generada por dos razones principales: exclusión y salida. Exclusión significa que los trabajadores informales son excluidos de los beneficios, especialmente de los de la seguridad social. Salida es cuando los trabajadores o las empresas eligen su nivel óptimo de compromiso y después de analizarlo deciden si entran o no al sector formal.

También hay evidencia regional de que los salarios han recibido una repercusión directa a causa de la apertura económica, Hanson (1997 y 2003) identifica tres cambios significativos en la estructura salarial para México: a) los niveles salariales han tenido una caída, a la par de la contracción económica del país, b) los salarios en la zona de la frontera entre México y Estado Unidos se han incrementado en relación con los niveles salariales del resto del país y c) ha habido un incremento constante en los retornos a los trabajadores con mayor habilidad en todo el país, acompañado de una creciente inequidad salarial. Los flujos en inversión extranjera han ayudado al incremento salarial para trabajadores con mayor habilidad, al igual que a una mayor demanda de éstos. Por su parte la reducción en aranceles e impuestos ha alterado las diferencias salariales entre las industrias, ya que se ha incrementado el premio a los trabajadores con mayor habilidad y las industrias por lo general tienen que pagar salarios menores en relación con lo que pagaban antes de la apertura. Todo esto ha repercutido en una mayor inequidad salarial después de la apertura comercial, acentuada por las disparidades geográficas. El incremento salarial ha sido mucho mayor en regiones con mayor inversión extranjera directa, mayor comercio exterior y mayores tasas de migración a Estados Unidos.

En relación con los retornos a la educación, Rodríguez-Oreggia (2005) identifica que éstos se han reducido en los últimos años para todas las regiones de México, lo cual puede explicarse por un rezago en empleos adecuados para gente con mayor grado de educación y que los empleos disponibles no necesariamente requieren un mayor grado de educación. También identifica que las instituciones laborales desempeñan un papel muy importante en las diferencias regionales en lo que respecta a salarios y retornos, incluso éstas tienen un mayor impacto que la distancia a los centros de producción a nivel regional. El grado de informalidad es un factor determinante que afecta tanto a los salarios como a los retornos, teniendo una incidencia negativa sobre la productividad laboral y los premios salariales en México. Además, existe una alta tasa de rotación entre trabajos formales e informales (Rodríguez-Oreggia, 2007a).

En lo referente a desempleo, Garro y Rodríguez-Oreggia (2002) encuentran ciertos patrones en el desempleo, de acuerdo con características de los individuos y con diferentes regiones geográficas. Especialmente, encuentran que las características personales prevalecen sobre las regionales, por lo que la capacitación y el desarrollo de habilidades de los desempleados podrían ser más importantes que las políticas macroeconómicas regionales en México, pero no son excluyentes, es decir, ambas políticas deben complementarse.

 

COMPOSICIÓN DEL ÍNDICE DE CONDICIONES LABORALES

La pregunta inminente es: ¿cómo medir las condiciones laborales en una economía? Éstas, al ser factor de bienestar para el trabajador, pueden ser consideradas condiciones iniciales para los trabajadores de la misma. Así, se busca definir ciertas condiciones ideales del mercado laboral, que maximicen el bienestar de los trabajadores en relación con su empleo.

Otros trabajos han tratado de integrar índices laborales o con componentes laborales en diversos países. Osberg y Sharpe (1999) incluyen un componente laboral en su indicador económico de bienestar para Estados Unidos y Canadá, incorporando trabajo sin pago, desempleo y desigualdad. Osberg y Sharpe (2003) construyen un índice de bienestar laboral para varios países de la OCDE. Utilizando una agregación similar a la del índice de desarrollo humano (IDH), y a través de encuestas de empleo, esos autores incluyen cuatro componentes: salarios (pago por hora y por empleado), tres medidas de seguridad en el trabajo, desigualdad salarial (quintil más alto sobre más bajo, y empleo con salarios bajos), y promedio del nivel educativo. Aggarwal (2004), utilizando datos de manufacturas a nivel regional construye un índice de calidad laboral con datos de encuestas laborales, y utilizando la metodología de funciones translogarítmicas descompone el aporte de niveles de trabajo a la producción. Gee, Tung-Chun y Li-Hsuan (2006), con datos de la manufactura taiwanesa, construyen un índice de calidad laboral por sector de actividad, donde agregan, utilizando ponderadores basados en la importancia del sector e incluyendo variables como productividad por trabajador, seguridad y salud en el trabajo, la estructura etárea de la fuerza laboral, empleados con capacitación, disputas laborales, niveles educativos y el modelo de trabajo.

Para diversos países de la Unión Europea, Schwerdt y Turunen (2006) construyen un indicador de calidad laboral; mediante encuestas de empleo miden la calidad a través de ecuaciones salariales para hombres y mujeres de las que obtienen los salarios estimados, las horas trabajadas y lo utilizan en la descomposición de la productividad total. López-Calva, González y Ortiz (2007) construyen, para diversas zonas urbanas de México, un índice de competitividad social que está basado en las encuestas laborales y se hace una agregación de acuerdo con el IDH, para incluir variables como el salario promedio por arriba de la línea oficial de pobreza, el porcentaje de ocupados con aseguramiento médico y los porcentajes de ocupados que trabajan en lugares registrados, ocupados en un rango de horas y trabajo infantil. En una versión revisada en 2008 de ese mismo índice ya se incluyen además los retornos a la educación de forma adicional (PNUD, 2008).

Las condiciones ideales seleccionadas para nuestro indicador, y que están limitadas al conjunto de variables incluidas en las encuestas de empleo trimestral, son: completo aseguramiento social por trabajo, equidad salarial por género, distribución equitativa del ingreso laboral y nivel de remuneración salarial en relación con las capacidades y habilidades de los empleados adquiridas a través de la educación formal.

Es relevante preguntarse por qué se utilizaron las variables mencionadas y no otras adicionales como ya se dijo anteriormente. Otras variables que se podían haber incluido son, por ejemplo, salud o bienestar en salud, pero dichas variables ya se han considerado en parte al utilizar el aseguramiento médico por trabajo. También se pudieron haber incluido el bienestar económico, la educación y la experiencia de los individuos, las cuales ya están medidas dentro del nivel salarial en relación con las habilidades y capacidades de los individuos.

Las instituciones y el trabajo informal ya están consideradas dentro del aseguramiento por trabajo (trabajo formal). No es posible medir otras cuestiones, como el bienestar psicológico y la salud dentro del mismo trabajo, a través de las encuestas disponibles, por lo que, aunque muy relevantes, no podremos incluirlas.

Para medir los componentes se utilizan los siguientes indicadores:

a) Trabajo formal: Dentro del campo laboral de una economía, los trabajadores se deben desarrollar dentro del sector formal; sin embargo, este objetivo no siempre es alcanzado, lo que da pie a que algunos trabajadores se desarrollen en el sector informal. Estar dentro del sector informal se puede traducir principalmente en trabajar careciendo de algún permiso, incumpliendo alguna regulación gubernamental o dejando de pagar algún impuesto o carga fiscal. El trabajo informal se presenta en mayor medida en economías que poseen un insuficiente desarrollo económico, lo cual significa una solución parcial, ya que representa una fuente importante de empleo para dichas economías. Cuando en una economía existe trabajo informal existe un problema de incentivos porque los integrantes del sector informal no tienen los incentivos suficientes para pasar al sector formal a causa de barreras generadas, como incurrir en altos costos generados por impuestos, regulaciones y/o cargas gubernamentales. El problema principal de estar situado en el sector informal radica en estar en una posición desventajosa en lo que se refiere a posibilidades de crecimiento, ya que existen grandes problemas y carencias en el sector informal, como la escasez de oportunidades de apoyo y protección, las limitaciones de acceso a crédito, la falta de un régimen adecuado de derechos de propiedad, etc. Aunque el trabajo informal representa una fuente de empleo, no representa una solución óptima de desarrollo para una economía, ya que los integrantes del sector informal están en desventaja respecto de los integrantes del sector formal, y en general no les es posible potenciar sus capacidades en ese tipo de trabajos, además de que participar en actividades que no añaden productividad a la nación conlleva a su vez una baja en los salarios generales. Por eso el trabajo formal es una variable necesaria para medir las condiciones laborales, ya que el bienestar por trabajo va a ser explicado en parte por el nivel de formalidad o informalidad de una economía. El indicador usado en el índice de condiciones laborales para medir trabajo formal es el acceso a la seguridad social por su trabajo.

b) Premio salarial en relación con las habilidades de los individuos: El nivel de remuneración de los trabajadores debe estar en relación con las habilidades individuales. Esto puede ser un indicador de qué tanto una economía valora en el trabajo de los empleados sus habilidades, o qué tan justa es la compensación de los empleados por tener ciertas habilidades. Considerar una medición sobre la remuneración salarial para determinar las condiciones laborales de una economía es algo imprescindible; sin embargo, utilizar la media del salario de los trabajadores enmascara una diversidad de efectos, por lo que aquí mediremos el premio salarial de los trabajadores por mayor educación, depurando otros efectos que inciden sobre el salario. En el índice de condiciones laborales el indicador usado para medir el nivel salarial en relación con las habilidades y capacidades de los individuos son los retornos a la educación, los cuales se explican mediante la ecuación minceriana simple para retornos a la educación, cuya estructura funcional es:

Esta función se apega a la teoría estándar de los retornos a la educación (Mincer, 1974). La variable educación será relevante para desarrollar el análisis sobre los retornos a la educación, los demás componentes de capital humano dentro de la ecuación serán usados como variables de control, por lo que se utilizarán de la forma en que están planteados en la ecuación anterior.

Los retornos salariales de los individuos quedan explicados por educación (Educ) y experiencia laboral (Expe). La educación tiene un efecto positivo sobre los retornos a la educación, por lo que más años de educación se traducirán en un mayor retorno para el individuo. La experiencia laboral tiene un efecto positivo sobre los retornos a la educación, pero hasta un punto, ya que a partir de cierto grado de experiencia laboral los retornos empiezan a ser decrecientes. Si hay mayores retornos salariales por educación, entonces hay un incentivo para estudiar más.

Una mayor educación promueve la movilidad social; además, la educación puede determinar qué tipo de trabajo toma el individuo y en qué clase social se posiciona. Por lo tanto, una sociedad más educada puede ser en parte un señalamiento de mayores retornos salariales, lo cual se traduce en mayor bienestar por el trabajo.

Mientras menos fallas tenga el mercado laboral, mayor será el beneficio marginal de la educación: Los retornos a la educación proveen de información importante acerca de los incentivos para la acumulación de capital humano, la eficiencia en asignación de recursos y las consecuencias distributivas de las diferencias en capital humano. Si bien la evidencia nos dice que en México los retornos a la educación aumentaron en la primera parte de los noventa, descendieron y se estancaron en forma general a partir de la segunda mitad de esta década (Rodríguez-Oreggia, 2005). Esto sin duda tiene un impacto sobre las percepciones de la conveniencia de acumular capital humano entre los individuos. Por ejemplo, de acuerdo con una encuesta levantada por Ulises Beltrán y Asociados, los padres de familia perciben que adquirir más educación no redituará en mejores trabajos para sus hijos, y tampoco consideran que el nivel educativo que ellos mismos tienen sea suficiente para alcanzar sus necesidades económicas (citado en Excélsior, 2007).

Que el mercado laboral tenga demasiadas fallas es causa de que aspectos generales de la economía den una serie de señales a los individuos por lo que se pueden formar una percepción como lo reflejado en la encuesta mencionada; de tal manera que usar la medición de retornos a la educación es relevante sin importar el grado de imperfección del mercado laboral.

A la ecuación minceriana simple se le agregó una serie de controles adicionales de ramas y ocupaciones.1

c) Condiciones de igualdad: La justicia en términos de condiciones laborales es determinante de las características de una sociedad. Tanto la distribución como las oportunidades que tienen las personas son factores que influyen sobre la equidad, el desarrollo personal y el desempeño social de los individuos. Las condiciones de igualdad son necesarias para medir la equidad a través de los individuos. Es una variable que ayuda a encontrar de qué manera el mercado está funcionando en relación con la asignación de recursos. Para medir dicha variable en el índice de condiciones laborales se utilizaron dos indicadores, ya que es importante considerar tanto la equidad en ingreso como la equidad en características de género.

Para medir la equidad de género se utiliza la descomposición de Oaxaca-Blinder (Oaxaca, 1973; Blinder, 1973), que explica la diferencia en características observables y no observables del salario entre hombres y mujeres. Esta medida se obtiene de la diferencia de las ecuaciones salariales, tal como la señalada en el inciso b, realizada por separado para hombres y mujeres para cada estado. Aquí, el uso de medias entre salarios de hombres y mujeres también tiene una distorsión en cuanto a cómo afectan tales diferencias un conjunto determinado de factores y que disciernen de posible discriminación, por lo que buscaremos a través de este método llegar a la penaliza-ción salarial de mujeres si tuvieran las mismas características que los hombres. El índice de condiciones laborales considera únicamente la parte de características observables, ya que son las que nos hablan de qué tan iguales son las condiciones iniciales de una economía para individuos, por género, con niveles similares de habilidades y capacidades.2

La equidad en el ingreso tiene como indicador el coeficiente de Gini, que mide qué tan igualitaria es una economía en términos de ingreso, en este caso del laboral. Un mayor índice de Gini indica mayor desigualdad salarial (Gini, 1921).

Existen limitaciones del índice que se intenta construir en este estudio. La ENET es limitada en su base de preguntas y por lo tanto deja fuera conceptos que pueden ser importantes al medir las condiciones laborales, como ya se mencionó anteriormente. Por otra parte, la composición industrial dentro de cada estado puede tener un efecto derivado de las mismas condiciones sectoriales, sin embargo este sería tema de otro estudio.

 

AGREGACIÓN DEL ÍNDICE DE CONDICIONES LABORALES

Para agregar el índice de condiciones laborales es necesario convertir los componentes mencionados en la sección anterior en índices que podamos integrar siguiendo la metodología aplicada al índice de desarrollo humano, creado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (véase Apéndice A). Cabe señalar que los datos utilizados para la construcción de los diversos elementos del índice provienen de la Encuesta nacional de empleo trimestral (ENET), levantada por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), lo cual permite tener una mejor comparación entre estados y tiempo al provenir de una sola fuente de datos.

Para los distintos estados de México, en 2004, se obtuvieron los siguientes índices, en rangos posibles de 0 a 1, por componentes, donde un mayor índice implica una mejor condición laboral en el componente específico (véase cuadro 1).

Los estados con mayor índice de nivel de equidad (considerando la igualdad en salario entre hombres y mujeres y la distribución del ingreso laboral) son: Aguascalientes, Baja California Sur, Estado de México, Baja California y Nuevo León; mientras que los estados con menor nivel de equidad son Tabasco, Quintana Roo, Chiapas y Oaxaca. El Distrito Federal se encuentra en el lugar 21 del ranking en este rubro específico.

Para el ranking de acuerdo con el trabajo formal, los estados con mayor nivel de trabajo formal son Coahuila, Chihuahua, Baja California y Nuevo León, mientras que los estados con menor nivel de trabajo formal son Oaxaca, Tlaxcala, Chiapas y Guerrero. El Distrito Federal se encuentra en la posición seis.

Los estados que aparecen con mayor nivel de retornos a la educación son Chiapas, Tabasco y Yucatán, mientras que los estados con menor nivel de retornos a la educación son Tlaxcala, Morelos y Colima.

Para obtener el índice de condiciones laborales (ICL) se calcula un promedio simple de los tres índices de componentes que lo conforman, siguiendo la misma metodología utilizada por el índice de desarrollo humano (véase PNUD, 2003):

CL= (1/3)* (índice de retornos a la educación + índice de trabajo formal + índice de equidad)

El cuadro 2 presenta los resultados para el índice de condiciones laborales para México, en 2004. Un valor de 1 en este índice de condiciones laborales significa el máximo logro que pueden alcanzar las dimensiones incorporadas. Un valor de 0 significaría que no existen condiciones mínimas de un trabajo de calidad. Mientras mayor sea el valor del índice existen mejores condiciones laborales, por lo que la calidad de trabajo aumenta y el bienestar por trabajo es mayor.

Los estados que obtuvieron mayores valores en el índice de condiciones laborales para México en 2004, son Coahuila, BCS, Aguascalientes, Nuevo León y BC, los cuales tienen un valor bastante similar, por lo que prácticamente presentan el mismo nivel de condiciones laborales, aunque difieren en componentes específicos como se observa en el cuadro 1.

Que Coahuila haya obtenido el valor más alto del índice de condiciones laborales para México en 2004 se traduce en que el bienestar por trabajo recibido por los empleados en ese estado es mayor que en el resto de los estados de la república mexicana. Por su parte, los trabajadores de Morelos son los que reciben un menor bienestar por trabajo en comparación con los demás estados de la república.

Tlaxcala, Oaxaca y Morelos tienen la última posición en la tabla. Sin embargo, el hecho de que ocupen el último lugar no quiere decir que tengan todas y cada una de las condiciones más desfavorables en comparación con otros estados. Al hacer un desglose, aparece que Tlaxcala se sitúa en el último lugar del índice principalmente a causa de los escasos retornos a la educación que ofrece. No obstante, en términos de condiciones de igualdad, pese a estar situado en una posición media baja de la tabla, es un estado que no tiene condiciones de inequidad tan grandes como otros -por ejemplo, Morelos, Tabasco, Quintana Roo y Chiapas-. En términos de informalidad, sus condiciones no son muy favorables, ya que ocupa el segundo lugar en este aspecto, superado sólo por Oaxaca.

El índice de condiciones laborales tiene una correlación mayor a 0.7 con el índice de desarrollo humano para los estados de México construido por el PNUD (2003), y aunque incorporan distintos aspectos de bienestar, la alta correlación nos indica que existe cierta tendencia dentro de los estados a mantener subdesarrollados elementos del bienestar.

 

¿CÓMO SE RELACIONA EL ÍNDICE DE CONDICIONES LABORALES CON OTROS INDICADORES?

La calidad educativa ha sido señalada como un indicador de los niveles salariales y de su retorno a la educación. Si bien no se cuenta con indicadores de calidad educativa confiables hasta 2003, cuando se aplicaron los exámenes de PISA,3 que fueron publicados, es posible ligar este examen a las condiciones laborales por estados. Esta correlación está capturada en la gráfica 1 y es positiva.

De acuerdo con la gráfica 1, la calidad educativa incide sobre las condiciones laborales, y a mayor calidad educativa, mejores las condiciones laborales en el estado. Sin embargo, queda claro que se tiene que profundizar en su análisis, para identificar su significancia y el mecanismo a través del cual opera, ya que puede ser uno de causalidad mutua.

Por otra parte, también es interesante conocer qué tanto el desarrollo económico relacionado con mejores condiciones laborales puede ayudar a conocer cuánto ayuda el crecimiento de la economía no sólo a la cantidad sino a la calidad de los empleos. Según Schwerdt y Turunen (2006) una mayor calidad de empleo lleva a una mayor productividad, lo que incrementa los niveles de ingreso total. 

Si la relación de esta gráfica es cierta, sabríamos que hay una relación positiva entre el crecimiento en la productividad, medida como el crecimiento anual promedio del PIB real per cápita, y los indicadores de calidad laboral en los estados. Aunque el impacto de las condiciones laborales sobre la convergencia de los estados requeriría un ejercicio diferente, y que sería materia para un estudio diferente, hay indicios de que una mejor fuerza laboral incide en una mayor productividad en el estado y la gráfica presenta, independientemente de efectos causales que podrían argumentarse, una relación positiva.

Por último, se podría argumentar que los niveles de migración de los estados también pueden afectar los niveles de condiciones laborales, si precisamente se movieran los más educados o productivos, o los menos educados o menos productivos. Obviamente, dentro de los factores de decisión para migrar de una economía a otra pueden encontrarse las condiciones laborales. Es decir, se pueden determinar mutuamente. Sin embargo, la relación entre tasas de migración (1995-2000) y el ICL es sólo de 0.08. Esto puede explicarse de cierta manera porque existen factores de decisión que pueden ser más importantes para cambiarse de una economía a otra, es así como la movilización por mejores condiciones laborales puede estar en una curva de utilidad por debajo de la curva de utilidad de otros factores de decisión.

Se podría argumentar que los flujos migratorios hacia fuera del país también podrían modificar las condiciones laborales. Al respecto, aspectos relacionados con la migración externa, como las remesas, no muestran un efecto claro sobre el mercado laboral en los lugares de origen. Por ejemplo, Amuedo-Dorantes y Pozo (2005) encuentran evidencia mixta sobre el efecto de las remesas en los hogares receptores en disminuir su oferta laboral. Cox-Edwards y Rodríguez-Oreggia (2007), con otras técnicas, no encuentran evidencia de que la oferta laboral de los hogares cambie debido a la recepción de remesas del extranjero, tampoco sobre las decisiones de emplearse en actividades formales o informales.

 

USO DE SENSIBILIDAD A DISTRIBUCIÓN

De acuerdo con Foster et al. (2005), un problema con el uso de la metodología de agregación del PNUD, y que hemos utilizado en las secciones anteriores para el índice de condiciones laborales, es que la agregación del índice de desarrollo humano (IDH) ignora la distribución de desarrollo humano entre los individuos. Esto es, que no se distingue si los beneficios son para todos los estratos de la sociedad o si se concentran en algunos cuantos. Estos autores proponen un nuevo índice que considera la sensibilidad a la desigualdad a través de las dimensiones del índice. Si pensamos en el índice de condiciones laborales, tenemos el mismo problema que el IDH, por lo que en esta sección aplicaremos la fórmula adaptada a las condiciones de trabajo, de forma que tenemos:

Donde ε es un parámetro de aversión a la desigualdad en un rango entre 0 y 3, donde un valor más alto nos dice que hay una mayor sensibilidad en la parte más baja de la distribución. Con un parámetro e=0, la importancia de la desigualdad es nula y el resultado es el mismo ICL que obtuvimos anteriormente. El cuadro 3 presenta los índices utilizando ε=2 y ε=3, lo que equivaldría a incorporar la desigualdad en el interior de los estados del país, para 2004, así como el cambio en el ranking tomando como base el ranking del ICL del cuadro 2 (ε=0).

Como se puede observar en el cuadro 3, todos los estados ven reducido su ICL al aumentar la importancia de la desigualdad, medida a través del término ε. En general, utilizando ambos parámetros, los extremos superior e inferior del ranking no se mueven.

Tomando una ε=2, el mayor ascenso del ranking es para Campeche y San Luis Potosí, que suben cinco puestos, mientras que los estados que más descienden en el ranking son Puebla y Sonora, que bajan cinco y siete posiciones respectivamente. Utilizando una ε=3, que es la máxima sensibilidad a la desigualdad considerada, el mayor descenso es para Sonora, que baja diez puestos, mientras que Tabasco, SLP, Quintana Roo y Campeche suben siete posiciones.

En general, al igual que con la reclasificación encontrada por Foster et al. (2005), el ICL parece ser también sensible a dar un mayor peso a los individuos que se encuentran en la parte baja de la distribución de condiciones laborales. Un problema al utilizar este índice es qué parámetro de aversión a la desigualdad utilizar, ya que no es una decisión sencilla.

 

CONCLUSIONES

El estudio propone un índice de condiciones laborales por estados para México. Utilizando las bases de datos de la Encuesta nacional de empleo, se obtuvieron indicadores de condiciones de igualdad (distribución del ingreso laboral e igualdad salarial entre hombres y mujeres), de trabajo formal y de retornos a la educación. Estos elementos fueron agregados siguiendo la metodología empleada por el índice de desarrollo humano del PNUD. Los indicadores muestran que los estados con mejores condiciones laborales en 2004 son Coahuila, BCS, Aguascalientes y Nuevo León. Los estados con los indicadores de condiciones laborales más desfavorables son Morelos, Oaxa-ca, Tlaxcala, Guerrero y Chiapas. El rankeo es sensible a parámetros de aversión a la desigualdad, aunque los estados en la parte extrema superior e inferior no cambian, pero un problema de este ranking incorporando aversión a la desigualdad es qué parámetro de desigualdad utilizar. El indicador presentado en este estudio puede ser un punto de partida hacia la toma de decisiones en materia de políticas públicas encaminadas a mejorar las condiciones laborales dentro del país y la búsqueda de mejores condiciones de competitividad a nivel estatal para atraer inversiones.

 

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Apéndice A

 

NOTAS

Los autores agradecen los comentarios recibidos de Rodolfo de la Torre, Nora Lustig, Luis Felipe López-Calva, la clase de verano de Pobreza y Desigualdad 2007, así como del grupo de académicos para la integración de un índice de trabajo decente de la OIT y de dos dictaminadores anónimos.

1 Se incluyó además una corrección por selectividad, donde las variables de exclusión son la tasa de dependencia en el hogar y si alguien más en el hogar trabaja. La muestra se restringe a trabajadores ocupados de 18 a 65 años.

2 La parte no explicada, y que usualmente se atribuye a discriminación, no se utiliza, dado que también puede atribuirse parcialmente a ciertas preferencias por parte tanto de hombres como de mujeres.

3 Programa Internacional para la Evaluación del Estudiante, o PISA en inglés, es una evaluación estandarizada internacional en la que participan pases de la OCDE, aplicada a una muestra representativa de alumnos de 15 años en los estados, la cual cubre lectura, matemáticas y ciencias.

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