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Gestión y política pública

versión impresa ISSN 1405-1079

Gest. polít. pública vol.18 no.1 Ciudad de México ene. 2009

 

Gestión y organización

 

El ciclo político oportunista y el gasto de los estados mexicanos

 

Opportunistic Political Cycle and Expenses in Mexican States

 

Cesáreo Gámez*, Alejandro Ibarra-Yúnez**

 

* Doctor en Filosofía en Administración por la Escuela de Graduados en Administración de Empresas (EGADE), ITESM-Monterrey, y profesor de economía en la UANL. Simón Montemayor 102, Santiago, N.L. 63700. Tel. (81) 2285-4335. Correo-e: cgamez@faeco.uanl.mx.

** Profesor titular de economía y política pública de la EGADE, ITESM-Monterrey. Av. Fundadores y Rufino Tamayo s/n, col. Valle Oriente, Garza García, N.L. 66278, Tel. (81) 8625-6075. Correo-e: aibarra@itesm.mx.

 

Artículo recibido el 14 de junio de 2007
Aceptado el 22 de octubre de 2007.

 

Resumen

El propósito de este trabajo es medir la influencia del ciclo político en el nivel y la composición del gasto público estatal en México, bajo el marco general de la teoría del ciclo político económico (CPE) y una de sus variantes, el ciclo político presupuestal (CPP). Se ofrece una revisión del marco teórico usado y sus principales corrientes, así como la evidencia empírica realizada en este campo. Se prueba la existencia del ciclo político en el gasto público estatal, aunque de una manera un tanto diferente a lo postulado por la teoría. Se discuten los resultados obtenidos y se comparan con los de otras investigaciones. Al final se delinean algunas conclusiones y líneas de investigación futura.

Palabras clave: ciclo político económico, gobiernos estatales y locales, economías emergentes, México.

 

Abstract

The purpose of this investigation is the measurement of the political cycle's influence on the level and composition of public expenses by states in Mexico, using the general framework of the economic political cycle theory (CPE), and one of its variants, the budgetary political cycle (CPP) . A review of the theoretical model is presented along with its main branches, and empirical evidence derived in this field. We prove the existence of a political cycle in government expenses at the state level. However, the transmissions and composition are somewhat different from the theoretical postulates. The derived results are discussed and contrasted with other research findings. At the end some conclusions and future lines of research are spelled out.

Keywords: economic political cycle, state and local governments, emerging economies, Mexico.

 

INTRODUCCIÓN

El ciclo político presupuestal (CPP) es un desarrollo reciente de la literatura del ciclo político económico (CPE), que enfatiza el papel de los instrumentos de política fiscal y su utilización por gobernantes y/o partidos políticos oportunistas para incrementar sus probabilidades de permanecer en el poder.

Específicamente, el objetivo de este estudio es comprobar si los gobiernos estatales en México manipulan el gasto público y ciertos renglones del mismo, como las transferencias y las obras públicas, como medidas para señalizar competencia ante los ojos de los electores para así mejorar las oportunidades de victoria electoral del partido en el poder.

El estudio del CPP a nivel subnacional tiene algunas ventajas, dado que las elecciones nacionales son acontecimientos relativamente infrecuentes y proporcionan pocas observaciones para el análisis econométrico. El análisis a nivel subnacional en un país proporciona ventajas análogas a los estudios de conjuntos de países, en el sentido de que hay más grados de libertad (Khemani, 2000, 1). Una ventaja adicional del análisis a nivel subnacional es que en la mayoría de los casos el entorno institucional de las diversas entidades subnacionales (estados, municipios) es más homogéneo que el existente al realizar comparaciones entre diversos países.

La teoría del ciclo político presupuestal de equilibrio sugiere que es más promisorio enfocar la investigación empírica en probar el ciclo electoral en impuestos, transferencias y gasto público. Para esas variables, se pueden analizar datos en elecciones estatales y locales, en lugar de concentrarse solamente en el pequeño número de observaciones disponibles en el caso de elecciones nacionales (Rogoff, 1990, 33 y 34).

El CPP ha sido estudiado en numerosos países emergentes a nivel nacional, y a nivel subnacional en países como India, Rusia, Argentina, Colombia, España y Portugal, por mencionar algunos, encontrándose evidencia de conducta oportunista de los partidos en el poder. Así, la principal hipótesis por probar en este trabajo es que los gobiernos estatales emprenden políticas fiscales expansionistas antes de las elecciones, tales como incrementos en el gasto público y un cambio en la composición de este gasto hacia aspectos más visibles del mismo, como obras públicas y pagos de transferencia.

El análisis se hace para 31 entidades federativas del país (excluyendo al Distrito Federal) en el periodo 1997-2004, durante el cual se realizaron 47 procesos electorales a nivel estatal en México. La organización del trabajo es la siguiente: en primer lugar, se ofrece una visión panorámica del surgimiento y la evolución de las teorías del ciclo político económico y del ciclo presupuestal, así como su adaptación e implicaciones para el caso de México, donde existen varios jugadores, como los ejecutivos estatales, el ejecutivo federal (las transferencias con destino etiquetado) y los congresos estatales, pero concentrándose en las decisiones de los ejecutivos estatales; a continuación se revisa la evidencia empírica disponible del CPE y el CPP, con énfasis especial en las economías emergentes. En la siguiente sección se describen los datos incluidos en el estudio y sus limitaciones. Enseguida se presenta el modelo usado en la estimación y los resultados obtenidos. Al final se delinean algunas conclusiones, así como líneas para futuras investigaciones.

 

ANTECEDENTES

La literatura sobre el ciclo político y su influencia en la economía se desarrolló en dos etapas. La primera, que surgió a mediados de los años setenta, utiliza modelos macroeconómicos tradicionales en los cuales los gobiernos pueden influir en los escenarios macroeconómicos de manera sistemática y predecible. Esta primera etapa, a su vez, se desarrolló en dos vertientes, una de ellas enfatiza la conducta oportunista de los gobiernos, suponiendo que los políticos no tienen preferencias propias y simplemente buscarían permanecer en el poder, mientras que la otra vertiente, conocida como "partidaria" o ideológica (partisan), resalta que los gobiernos de izquierda tienen ciertas preferencias en materia económica (alto crecimiento y bajo desempleo), mientras que los gobiernos de derecha prefieren la estabilidad de la economía, entendida como bajos niveles de inflación y tasas de interés (Alesina et al., 1999).

La segunda fase de la literatura se produjo a mediados de los años ochenta. Estos modelos de ciclos políticos incorporan expectativas racionales y enfatizan el grado en que un público racional limita los alcances en los que los políticos pueden influir en la economía. En esta corriente también existen versiones oportunista y partidista.

Las diferencias no se limitan a los supuestos sobre la conducta de los agentes económicos, sino a las implicaciones que tienen en el comportamiento de las variables económicas. Alesina et al. resumen las principales en el cuadro 1.

 

Franzese (2002) presenta un recuento de la literatura relevante desde la década de 1970, poniendo énfasis en que los contextos demográfico, geográfico e institucional guían de alguna manera las decisiones presupuestales oportunistas. Sin embargo, no presenta modelos microfundamentados de la conducta de los gobiernos en términos de gasto presupuestal.

Una fase más reciente de esta corriente de pensamiento, el llamado ciclo político presupuestal (CPP), enfatiza la manipulación de instrumentos de política fiscal, como impuestos, transferencias y gasto público, como el vehículo a través del cual gobernantes oportunistas pretender influir en las preferencias del público y de esa manera incrementar las probabilidades de victoria electoral. "El ciclo político presupuestal es la fluctuación periódica en las políticas fiscales del gobierno, inducidas por el calendario electoral" (Shi y Svensson, 2003, 2).

Esta corriente surge ante la incapacidad de los modelos tradicionales, basados en la política monetaria como instrumento de conducta oportunista, de explicar el gasto presupuestal. El argumento es doble: en primer lugar, el grado de control discrecional de la política monetaria por la rama ejecutiva del gobierno es limitada, en especial en países en donde el banco central es independiente; en segundo lugar, el manejo de instrumentos de política fiscal es más propicio para una conducta oportunista por varias razones: el gobierno tiene un mayor grado de control, especialmente en el gasto público, y la política fiscal tiene efectos reales aun si es anticipada y puede afectar las condiciones de grupos específicos de votantes aun si no tiene efectos agregados (Drazen, 2000, 22-25).

Drazen (2000) propone un modelo que combina una política fiscal activa con una política monetaria pasiva al que denomina modelo AFPM, el cual supera algunas limitaciones de modelos anteriores. Enfatiza, además, la importancia del CPP en países emergentes, en especial en las llamadas "nuevas democracias", como los países que surgieron del desmembramiento de la Unión Soviética o antiguas dictaduras militares.

En estos países, los electores disponen de información limitada y distribuida de manera asimétrica, además tienen poca experiencia en los procesos y las decisiones democráticas. Estas circunstancias ofrecen un contexto altamente propicio para la adopción de políticas oportunistas por parte de los gobernantes.

Para que los votantes infieran de manera correcta las decisiones estratégicas de gasto de los gobiernos, necesitan información adecuada y la capacidad para procesar correctamente esa información. Esto implica la existencia de instituciones que procesen y divulguen la información necesaria, así como medios de comunicación capaces de analizar correctamente esta información y hacerla llegar al público. En muchos países emergentes y "nuevas democracias" estas condiciones no se presentan (Brender y Drazen, 2003).

Schuknecht (1996) señala que en los países emergentes es más factible la presencia de conductas oportunistas debido a que los sistemas institucionales de pesos y contrapesos son más débiles y los gobiernos tienen un mayor poder discrecional sobre los instrumentos fiscales. También argumenta que en estos países las políticas de gasto son más efectivas que las reducciones de impuestos, entre otras cosas, porque en estos países amplios segmentos de la población no pagan impuestos. Entre las políticas de gasto más usadas se encuentran las transferencias directas, los precios subsidiados y la creación de empleo en obras públicas. Cabe anotar que en el juego oportunista en países como México, donde una fracción sustancial de los gastos dependen de transferencias federales con destinos predeterminados (como el llamado ramo 33 para educación), los beneficios políticos de conductas oportunistas de gobiernos podrían verse repartidos entre los niveles estatal y federal. A pesar de este posible subjuego de poderes, el ejercicio de los gastos gubernamentales entre la población estatal se centra en la percepción de los gobiernos estatales más que el federal. Siendo ésta una pregunta empírica que amerita ser desarrollada, queda fuera del alcance del presente estudio.

Por su parte, Rogoff y Siebert (1988) y Rogoff (1990) desarrollan un modelo formal de CPP de equilibrio, basado en asimetrías de información entre los gobernantes y los ciudadanos. Este modelo ha sido usado extensivamente en el estudio de los CPP tanto a nivel nacional como subnacional.

Shi y Svensson (2006) proponen un modelo en el que el tamaño del CPP depende de las rentas que perciben los políticos por estar en el poder que, entre otras cosas, dependen del grado de corrupción en el país. Otra variable importante es la proporción de votantes informados entre el electorado. Vaaler et al. (2006) realizan un modelo donde las agencias calificadoras de deuda de los gobiernos reducen o aumentan sus calificaciones de riesgo crediticio dependiendo de momentos electorales. Utilizan para su análisis una ecuación de probit ordenada para dar cuenta de la variable dependiente de su modelo que es categórico de los diversos niveles de calificación crediticia.

 

EVIDENCIA EMPÍRICA

La investigación empírica del CPE empezó en las economías desarrolladas a fines de la década de 1970 y principios de los ochenta. Drazen (2000) ofrece un resumen de las principales investigaciones empíricas y sus hallazgos. Este autor identifica siete "regularidades" detectadas por los estudios empíricos, entre las cuales se encuentran las siguientes: las condiciones económicas agregadas tienen un efecto significativo en los patrones de voto de Estados Unidos y otros países industriales; en muchos países de la OCDE hay un claro incremento postelectoral en la inflación; se registran incrementos preelectorales en la tasa de crecimiento del dinero en muchos países; se observa un claro efecto partisano en la actividad económica en Estados Unidos, con una mayor actividad en la primera mitad de las administraciones demócratas en comparación con las republicanas y finalmente existe evidencia de incrementos preelectorales en transferencias y otros instrumentos de política fiscal en muchos países, tanto desarrollados como emergentes.

Alesina et al. (1999) investigaron la existencia del CPE en Estados Unidos y los países de la OCDE. Para Estados Unidos, los autores utilizan datos trimestrales de 1947 a 1994 de inflación, crecimiento del producto y desempleo, así como varias medidas de política monetaria y fiscal.

Los datos políticos son las fechas de las elecciones, las fechas de los cambios de administración y la orientación política de las diferentes administraciones, los demócratas son identificados como izquierdistas y los republicanos como derechistas. Se analizan los efectos del ciclo político sobre crecimiento, inflación, desempleo, política monetaria y política fiscal.

En términos generales los resultados respaldan el modelo partidista (partisano en inglés) racional para Estados Unidos en el periodo de observación. Los resultados son más claros para el crecimiento y el desempleo que para la inflación. En relación con la manipulación preelectoral de las políticas fiscal y monetaria no se encontró evidencia significativa.

Los autores realizaron una extensión de este estudio para una muestra de 18 países de la OCDE, de los cuales se incluyó información trimestral sobre variables económicas (inflación, desempleo y crecimiento) y políticas (elecciones, cambios de poder, orientación ideológica), encontrando resultados similares a los obtenidos para Estados Unidos.

 

Evidencia en economías emergentes

Los estudios empíricos sobre la presencia del CPE en países emergentes se inician a mediados de los noventa. Entre los principales trabajos se encuentran los desarrollados por Larraín y Assael (1994, 1995, 1997) para Chile en nueve administraciones presidenciales, encontrando evidencia del ciclo político económico en variables instrumentales, como la oferta monetaria, el déficit público y la política cambiaria. Los autores encontraron incrementos significativos en la oferta monetaria y el déficit público en los meses anteriores a las elecciones, así como la postergación de ajustes cambiarios (devaluaciones de la moneda) hasta después de los procesos electorales.

Ogura (2000) estudia la economía brasileña desde 1980 hasta 1999, utilizando el modelo de ciclo político oportunista. Este autor encuentra evidencia de incrementos en la tasa de crecimiento del PIB, tasas de interés reales y oferta de crédito antes de las elecciones y un incremento en el desempleo y la inflación, así como una mayor tasa de depreciación de la moneda en los meses posteriores a los comicios.

Ergun (2001 ) utiliza el modelo oportunista tradicional para analizar los efectos de las elecciones en las variables económicas y financieras en Turquía. El autor analiza datos mensuales de una serie de indicadores macroeconómicos y de política económica durante el periodo comprendido entre enero de 1985 y mayo de 1999, en el cual se registraron cuatro elecciones en Turquía. Ergun utiliza variables binarias o dummy en los meses anteriores y posteriores a las elecciones para analizar si éstas alteran el comportamiento de variables macroeconómicas e instrumentales, encontrando evidencia de que los procesos electorales inciden de manera significativa en los patrones de comportamiento de los ingresos, el gasto público, la inflación, las tasas de interés y los agregados monetarios.

Por su parte, Sibley (2001) examina el impacto de las elecciones presidenciales en los valores nominales del tipo de cambio para un grupo de 15 países latinoamericanos entre 1982 y 1996, mediante la metodología de estudio de eventos. Se analizan un total de 41 procesos electorales. Para cada elección de la muestra, el cambio porcentual mensual en el valor del tipo de cambio se calcula para un periodo de 61 meses alrededor de las fechas de la elección y del cambio de presidente. El comportamiento del tipo de cambio se analiza para ver si resulta estadísticamente diferente en los meses inmediatamente posteriores a la elección, o al cambio de poder, que en el resto del periodo observado.

Un hallazgo del trabajo de Sibley que vale la pena destacar es que encuentra que el efecto más fuerte sobre el tipo de cambio no se produce en los meses posteriores a las elecciones, sino después de la toma de posesión del nuevo mandatario.

Los resultados empíricos indican que los mayores ajustes al tipo de cambio tienden a ocurrir poco tiempo después de la toma de posesión del nuevo presidente, lo cual es típicamente entre dos y cuatro meses después de las elecciones. Este patrón sugiere que las acciones tomadas por el nuevo presidente y su equipo juegan un papel importante en muchos casos (Sibley, 2001, 19).

De hecho, Sibley usa el caso de la devaluación mexicana en 1995 como un ejemplo claro (prime example) de este patrón. Sus resultados llevan a Sibley a sugerir que el estado del ciclo político en países emergentes es un factor importante que influye en el tipo de cambio y debe tomarse en cuenta en la planeación y las decisiones operativas de las empresas en estas economías.

Stein y Streb (2004) examinan la relación entre los tiempos de las elecciones y el comportamiento del tipo de cambio, en especial las decisiones de devaluar la moneda, medida que ha tenido y tiene fuertes repercusiones políticas.

En este estudio los autores examinan la evidencia de 26 países latinoamericanos y del Caribe en el periodo comprendido entre 1960 y 1994, en el cual se registraron 242 procesos electorales, de los cuales 131 fueron elecciones presidenciales y 111 parlamentarias. Para cada caso, los investigadores examinaron el comportamiento del tipo de cambio durante un periodo de 19 meses, nueve anteriores y nueve posteriores al mes de las elecciones.

El trabajo encontró evidencia significativa de que en los meses dos, tres y cuatro después de las elecciones la tasa de depreciación de la moneda fue mayor que en el resto del periodo considerado, lo que respalda la hipótesis de que los gobiernos tienden a posponer las devaluaciones hasta después de las elecciones para no perjudicar al partido en el poder.

 

Evidencia en México

Gámez y Botello (1987) realizaron un análisis de la relación entre el ciclo presidencial en México y variables macroeconómicas. En este estudio se incluyó el análisis de cinco administraciones presidenciales, de Ruiz Cortines a López Portillo (1953-1982). El análisis fue realizado de manera intuitiva y ad hoc. Se estimaron diversas funciones macroeconómicas (consumo, inversión, exportaciones, importaciones, gasto público, ingreso agregado), utilizando un conjunto de variables dummy para identificar los cinco periodos presidenciales incluidos en el estudio. Los autores encontraron evidencia de que el ciclo presidencial ejerce influencia significativa en el comportamiento del gasto público, las exportaciones y el ingreso agregado. La función consumo se encuentra prácticamente libre de la influencia sexenal, mientras que para las importaciones y la inversión la evidencia es incierta.

Magaloni (2000) estudia la influencia del ciclo político en la economía mexicana entre 1970 y 1998 y encuentra incrementos en el gasto público, el consumo privado y el crecimiento de la economía antes de las elecciones, una posposición estratégica de los ajustes cambiarios hasta después de los procesos electorales, así como una contracción de la actividad económica después de los comicios. Un aspecto interesante del trabajo de Magaloni es que divide el periodo de estudio en dos submuestras: los llamados gobiernos "populistas", que son los regímenes de Echeverría y López Portillo (19701982) y los "tecnócratas" o neoliberales (1982-1997), que incluyen los regímenes de Miguel de la Madrid, Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo.

Magaloni identifica a los gobiernos populistas como gobiernos de izquierda y a los neoliberales como gobiernos de derecha, e incorpora los elementos del modelo partisano, en el sentido de que los gobiernos de izquierda prefieren estimular el crecimiento aun a costa de elevar la inflación, mientras que los gobiernos de derecha prefieren la estabilidad macroeconómica, aun a costa del crecimiento.

Gámez (2006) encuentra evidencia del CPE en las principales variables macroeconómicas del país, como el producto interno bruto (PIB) general y sectorial, demanda agregada, tipo de cambio real y gasto público federal. Es posible detectar la existencia del CPE en los principales indicadores de actividad, con una importante salvedad: en México los principales efectos del CPE no se presentan antes de las elecciones, sino después de ellas, en especial después del cambio de poderes presidenciales, la llamada "maldición del primer año".

En nueve de los últimos diez sexenios (de cumplirse las expectativas para 2007, éste sería el décimo en los últimos once) se ha registrado una desaceleración de la economía en el primer año del nuevo sexenio, en relación con el último del sexenio anterior. En tres de esas ocasiones (1983, 1995 y 2001) la desaceleración ha llevado a la economía mexicana a registrar tasas de crecimiento negativas.

Se han ofrecido algunas explicaciones para este fenómeno. Una tiene que ver con los efectos rezagados de los desajustes realizados en el sexenio anterior y la necesidad de tomar medidas drásticas para corregirlos. Otra está relacionada con la posposición de medidas necesarias, pero impopulares, como se ilustra dramáticamente en el caso de los ajustes cambiarios que se pospusieron en 1982 y 1994, y detonaron las crisis de 1983 y 1995.

Otra explicación es de tipo administrativo, se trata de la "curva de aprendizaje" que tienen que enfrentar las nuevas administraciones presidenciales, la cual se refleja en un menor ritmo de actividad (y de gasto) en los primeros meses de cada sexenio y que, dada la importancia de la actividad económica del gobierno federal en nuestro país, se transmite al resto de la economía, lo que origina una desaceleración (Gámez, 2006, 53 y 54).

En el tipo de cambio real se observa un comportamiento más acorde con los postulados del modelo oportunista. Utilizando el índice del tipo de cambio real, que elabora el Banco de México con base en una canasta con monedas de 111 países, se observa una tendencia a la apreciación del tipo de cambio real antes de las elecciones, seguida por una depreciación después de éstas, en especial después del cambio de poderes, en línea con los hallazgos de Sibley (2001) y Stein y Streb (2004).

 

Evidencia del CPP

Los estudios empíricos sobre la existencia del CPP son más recientes y más enfocados a las economías emergentes. Schuknecht (1996 y 2000) estudia el comportamiento de instrumentos mediante los cuales los gobiernos tratan de influir en los resultados electorales en 24 países emergentes durante el periodo comprendido entre 1973 y 1992. El autor encuentra que el principal vehículo para la política fiscal expansiva es el aumento del gasto público, en especial los gastos de capital, que incluyen infraestructura y obras públicas.

Brender y Drazen (2003 y 2005) examinan una base de datos de 107 países, que incluye los gastos totales, ingresos y balance financiero del gobierno central para el periodo de 1960 a 2001. Su principal conclusión es que existe un CPP en el balance fiscal, aunque la magnitud del ciclo depende de la definición de variables, el periodo estudiado y la submuestra en consideración.

Nuestros resultados muestran claramente que el CPP es un fenómeno de las nuevas democracias. El fuerte ciclo político en esos países, caracterizado por expansiones de gasto en los años electorales, explica el incremento del déficit público en años electorales... estos hallazgos sugieren que la manipulación fiscal funciona debido a la falta de experiencia de los votantes o la falta de información que está disponible para la ciudadanía en democracias establecidas (Brender y Drazen, 2005, 1292).

Shi y Svensson (2002 y 2006) estudian una base de datos de 85 países durante un periodo de 21 años (1975-1995), encontrando evidencia de CPP. De acuerdo con sus resultados el déficit fiscal en promedio se incrementa 22 por ciento (1 por ciento del PIB) en años electorales. Encuentran también que el CPP es grande y significativo en países emergentes, pero pequeño o inexistente en países desarrollados.

González (2000 y 2002) estudia el CPP en México en el periodo comprendido entre 1957 y 1997. La autora encuentra evidencia de manipulación de instrumentos de política fiscal en los periodos preelectorales. Entre los instrumentos que siguen un patrón cíclico se encuentran el gasto público en general y ciertas partidas del mismo, como la inversión pública y los pagos de transferencia. Encuentra también que la magnitud del ciclo se incrementa con el grado de democracia en el país.

Gámez (2006) estudia el gasto público federal en México entre 1987 y 2004 y encuentra fuertes expansiones en el primer trimestre de los años electorales, seguidas por contracciones en el primer trimestre del año siguiente, que es el primero del nuevo gobierno. Este patrón se apega más a los postulados del ciclo oportunista tradicional. Este comportamiento se observa tanto para el gasto total, como para el gasto en salarios y el gasto de capital, que incluye obras públicas (Gámez, 2006, 47-53). Todos los estudios anteriores se han aplicado en el ámbito nacional y en estudios de datos en panel, y se han realizado comparaciones entre países. Sin embargo, como se plantea en este trabajo, es más probable que las asimetrías de información y la prospectiva de más oportunismo gubernamental se observen en el nivel subfederal.

 

El ciclo político en el ámbito estatal

A nivel subnacional, el CPP fue estudiado en India por Khemani (2000). Examinó el efecto de las elecciones en 14 estados hindúes entre 1960 y 1994, lo que incluye 114 elecciones estatales. La autora encontró evidencia de CPP a nivel estatal en la entrega de obras públicas, en especial la construcción de carreteras rurales, así como la reducción en cierto tipo de impuestos, consistentes con la hipótesis de que los gobernantes tienden a mandar señales que aumenten su competencia ante los ojos del electorado.

Este fenómeno también ha sido estudiado en Rusia (Akhmedov et al., 2002; Akhmedov y Zhuravskaya, 2003). Los autores examinan una base de datos mensuales entre 1996 y 2002 para examinar los efectos de las elecciones estatales en Rusia. Entre los principales resultados se encuentran los siguientes: hay fuerte evidencia de ciclos oportunistas en los gastos de programas sociales, salud, educación y subsidios industriales; los CPP son muy fuertes, pero muy cortos, y en promedio abarcan de dos meses antes a dos meses después de las elecciones; la magnitud del CPP depende del nivel de transparencia del gobierno, grado de democracia local y de la preparación y conciencia del público.

Un resultado relevante del trabajo de estos autores es que investigaron (usando un modelo probit) si la conducta oportunista en realidad incrementaba las probabilidades de victoria electoral, y encontraron que el oportunismo paga; es decir, que este tipo de conducta sí mejora las perspectivas electorales de los partidos en el poder.

Drazen y Eslava (2003) estudian el CPP en Colombia tanto a nivel nacional como estatal. En el análisis estatal usan una base de datos con observaciones anuales para cada uno de los 32 estados y sus ciudades capitales en el periodo 1984-1998. La base de datos incluye 64 unidades regionales con un tamaño de muestra total de 960 observaciones. Los autores encuentran un CPP significativo en el gasto público total y algunos de sus componentes. El ciclo es más pronunciado en gasto de inversión e infraestructura, con grandes incrementos (entre 20 y 25 por ciento) antes de las elecciones. Este resultado respalda el postulado de que la manipulación preelectoral es más significativa en los gobiernos regionales y locales. El estudio también revela la importancia de disponer de buena información sobre finanzas públicas a nivel regional.

Medina (2003) explora la existencia de ciclos políticos en variables de política fiscal a nivel provincial en Argentina durante el periodo 19852001, usando las fechas electorales como variables explicativas. Encuentra evidencia de incrementos significativos en los niveles de gasto y déficit públicos en años electorales. Encuentra también evidencia de cambios en la composición del gasto hacia renglones más visibles, como obras públicas.

Goncalvez y Veiga (2004) prueban la existencia del CPP a nivel municipal en Portugal. Los autores usan una base de datos que incluye diversos rubros de gasto público en 279 municipios portugueses de 1979 a 2000, periodo que cubre seis periodos electorales.

Los resultados empíricos muestran evidencia clara de ciclos políticos en los déficit municipales y el gasto público en años electorales y, en ocasiones, en los años previos a las elecciones. Esta conducta oportunista es más relevante en gastos de inversión altamente visibles para el electorado, como caminos rurales y obras públicas.

Un punto importante es deducir la relación tanto institucional como el juego de visibilidad entre gobierno federal y gobiernos estatales, ya que, como en el caso específico de México, las relaciones intergubernamentales han cambiado a lo largo del tiempo. A partir de 1981, la ley de coordinación fiscal daba potestades de administración de ingresos fiscales y gasto a los estados, donde crecientemente se desincentivó el esfuerzo fiscal de los ejecutivos estatales. Más aún, a partir de la administración del presidente Salinas, la fórmula de reparto fiscal recayó preferentemente en el tamaño de la población y de manera reducida en el esfuerzo fiscal y el tamaño del producto bruto estatal. La federalización de la educación también generó presión fiscal en el gasto estatal y federal y en la asignación de partidas etiquetadas de gasto federal, aunque ejercible por los gobiernos estatales. Así podría haber juegos de compartimiento o rivalidad entre la visibilidad de los gobiernos federal y estatales ante el electorado. A pesar de ello, el presente estudio pone énfasis en el ejercicio de los gastos a nivel estatal, aunque parte de dichos rubros dependan de las asignaciones federales. Con ello, parece válido concentrarse en el análisis estatal, aunque el grado de discrecionalidad en el gasto quede como una pregunta empírica para posteriores estudios, punto que no ha abordado la literatura.

En todo caso, después de revisar la evidencia empírica sobre el CPE y el CPP se pueden identificar varias tendencias en el estudio de estos fenómenos durante los últimos 30 años. En primer lugar, ha habido un cambio en el objeto de estudio, al pasar de las llamadas variables resultado, como el crecimiento, la inflación y el desempleo, a las variables instrumento y, más aún, a los instrumentos de política fiscal, en especial el gasto público y su composición.

Una segunda tendencia es el énfasis que se ha puesto en años recientes en el estudio tanto del CPE como del CPP en países emergentes, en especial en las llamadas "nuevas democracias". A propósito, Brender y Drazen ubican el inicio de la democracia mexicana en 1988 (Brender y Drazen, 2005, p. 1293).

Una tendencia más reciente es el estudio del CPP a nivel subnacional, en provincias, estados y municipios. Este tipo de investigación ha sido realizado en algunos países emergentes, como Rusia, India, Colombia, Argentina y Portugal, entre otros, pero no se había realizado antes en México. En este sentido, el análisis de la presente investigación se concentra en elecciones y ciclo presupuestal en el ámbito estatal en México.

 

LOS DATOS

Para la estimación del modelo se utilizan tres tipos de datos: instrumentos de política fiscal, en este caso el gasto público, que son las variables independientes; variables de control y variables políticas, que son dummies definidas para los años alrededor de las elecciones. Las variables fiscales utilizadas fueron obtenidas directamente del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI). La base de datos incluye información anual sobre ingresos y gastos de las entidades federativas de México (excluyendo el Distrito Federal) de 1997 a 2004. En este periodo hubo al menos uno y, en muchos casos, dos procesos de elección de gobernador en los 31 estados incluidos en el estudio. En total, el periodo de estudio incluye 47 elecciones estatales.

La base de datos contiene información detallada en nueve grandes categorías y varias subcategorías de gasto público estatal. Sin embargo, un examen más detenido de los datos mostró numerosas omisiones en muchos renglones de gasto, para muchas entidades y en varios años. Solamente fue posible completar cinco series con información para todos los estados y todos los años de la muestra. Estas variables son:

• Gasto total

• Salarios y remuneraciones

• Subsidios y pagos de transferencia

• Obras públicas y acciones sociales

• Otros gastos, que incluye conceptos como gastos administrativos, compras y adquisiciones, pago de servicios, servicio de la deuda pública y transferencias a municipios.

El concepto de gastos totales incluye once rubros: servicios personales, materiales y suministros, servicios generales, subsidios, transferencias y ayudas, adquisición de bienes muebles e inmuebles, obras públicas y acciones sociales, recursos federales y estatales a municipios, gasto reasignado a municipios por cuenta de terceros, amortización de deuda pública y disponibilidad final.

El gasto en salarios y remuneraciones incluye remuneraciones ordinarias y adicionales. Los subsidios y pagos de transferencia incluyen transferencias a los poderes legislativo y judicial del estado, a otros sectores e instituciones, ayuda, donativos, apoyos, pensiones y jubilaciones.

El gasto en obras públicas y acciones sociales incluye construcción de edificios públicos, carreteras, caminos, puentes, provisión de agua potable y acciones sociales diversas. El renglón de otros gastos agrupa todos los conceptos no incluidos en las tres variables anteriores: materiales y suministros, servicios generales, adquisición de bienes muebles e inmuebles, recursos estatales y federales a municipios, amortización de deuda pública y por cuenta de terceros.

La información se reporta en pesos nominales. Los datos originales fueron deflactados usando el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) elaborado por el Banco de México, para ser reexpresados en pesos constantes de 2002. Las variables incluidas en las estimaciones fueron la tasa de crecimiento real anual de los cinco renglones de gasto definidos anteriormente. La base de datos final incluyó cinco variables fiscales para cada estado de 1997 a 2004, lo que constituye 248 observaciones para cada una de ellas. Este periodo incluye 47 elecciones para gobernador en las entidades incluidas.

En lo referente a las variables de control, se utiliza la tasa de crecimiento total de la población (pob) de cada entidad. Esta tasa incluye los movimientos migratorios netos y constituye una proxy del mercado que debe atender el gasto público de cada estado. Esta información fue obtenida del Consejo Nacional de Población (Conapo).

En cuanto a las variables políticas, se definieron tres dummies para identificar los tres años alrededor de las elecciones:

DAE = 1 en el año anterior a las elecciones

= 0 en otro caso

DE = 1 en el año electoral

= 0 en otro caso

DDE = 1 en el año siguiente a las elecciones

= 0 en otro caso

 

RESULTADOS

De acuerdo con la bibliografía revisada (Khemani, 2000; Akhmedov et al., 2002 y 2003; Medina, 2003; Drazen y Eslava, 2003; Goncalvez y Veiga, 2004; Brender y Drazen, 2005; Shi y Svensson, 2006), se estima un modelo de análisis de datos panel con efectos fijos. El modelo básico por estimar es el siguiente:

donde:

F i,t = Indicador fiscal del estado i al tiempo t

Xi,t = Vector de variables de control (POB)

ELEC t = Dummies electorales (DAE, de, DDE)

Mi = Efecto fijo por estado i

Ei,t = Error

La estimación se realiza para las cinco variables de gasto público:

• Gasto total (gastot)

• Salarios (sal)

• Subsidios (sub)

• Obras públicas (ob)

• Otros gastos (ot)

En el caso de los indicadores fiscales, la variable analizada es la tasa de crecimiento anual real. De acuerdo con el modelo teórico, se espera que las dummies de antes y durante las elecciones (DAE y DE) tengan signo positivo, mientras que para DDE se espera un signo negativo. Además, se espera que este efecto sea más pronunciado en el caso de los bienes públicos más visibles, como los subsidios (sub) y las obras públicas ejercidas por los gobiernos estatales (ob). Los resultados de las estimaciones se presentan en el cuadro 2. (Los resultados completos, incluyendo los efectos fijos por entidad, están disponibles para consulta con los autores.) Una primera serie de pruebas del panel de datos incluyó pruebas de la existencia de heteroscedasticidad y autocorrelación. Los datos para el análisis se corrigen por errores heteroscedasticos y covarianzas, de acuerdo con Greene (1993). Las estimaciones más sólidas están en tasas de crecimiento reales, con variables de control de población, de acuerdo con la teoría econométrica de datos en panel. El modelo no presenta problemas de autocorrelación.

 

Se observa un incremento significativo cercano a 2.0 por ciento en la tasa de crecimiento de los gastos totales (gastot) en el año electoral (DE) y una contracción de 2.3 por ciento en el siguiente (DDE). Estos resultados son estadísticamente significativos y concuerdan con lo esperado. Sin embargo, el signo de la dummy anterior a las elecciones (DAE) es contrario a lo esperado y no resulta significativo.

El pago total de salarios y remuneraciones (sal) muestra una reducción significativa en los años electorales. Este resultado no había sido reportado en estudios anteriores.

Hay incrementos significativos de 5.0 por ciento en los pagos por subsidios, transferencias y ayudas (sub) en el año anterior a las elecciones (DAE) y de 4.3 por ciento en el año electoral (DE), de acuerdo con lo esperado. El signo de la variable representando el año siguiente a las elecciones (DDE) es el esperado, pero no resulta significativo.

No es posible detectar un ciclo electoral en el gasto de obras públicas (ob), identificado en estudios anteriores como uno de los más propensos a tener patrones electorales. Los signos de DAE y de son contrarios a lo esperado y ninguno de ellos es significativo. Éste es un resultado inesperado, no reportado en estudios anteriores que, en su mayoría, identifican este renglón como uno de los más sensibles al ciclo político.

Se observan incrementos significativos en los rubros de gasto clasificados como "otros" (ot) durante los tres años del ciclo electoral (DAE, DE y DDE). Debido al modo en que se definió esta variable, no es posible detectar en qué rubros de gasto específicos (gastos administrativos, compras y adquisiciones de materiales, bienes muebles o inmuebles, participaciones a municipios) se produce este efecto.

 

Discusión

Como puede observarse, los resultados obtenidos confirman dos de las tres hipótesis planteadas, la expansión del gasto en el año electoral y la contracción en el siguiente, pero no la expansión del gasto en el año anterior a las elecciones.

En lo referente a la composición del gasto, se encuentra evidencia de expansión de los subsidios antes y durante el año electoral. Sin embargo, no es posible detectar un comportamiento cíclico en los gastos en obras públicas alrededor de los años electorales. Además, se detecta una disminución en los pagos por salarios en los años electorales.

Comparando estos resultados con los obtenidos en investigaciones anteriores, el incremento en el gasto total durante el año electoral ha sido identificado prácticamente en todos ellos (Khemani, 2000; Akhmedov et al., 2002 y 2003; Medina, 2003; Drazen y Eslava, 2003; Goncalvez y Veiga, 2004).

Sin embargo, el comportamiento de los componentes del gasto identificado aquí difiere de estudios anteriores, especialmente la no significancia de los componentes más visibles, como las obras públicas y los subsidios.

Hay algunos factores que pueden explicar, al menos de forma parcial, los resultados obtenidos: en primer lugar, la pobre calidad de los datos, lo que hizo imposible analizar el CPP en niveles más desagregados. Un segundo factor es que la información original (y sus tasas de crecimiento) es presentada con periodicidad anual, lo que no permite analizar los efectos intra-anuales. Como se mencionó antes, estos efectos de corto plazo pueden ser muy importantes (Akhmedov et al., 2002 y 2003) y no se pueden detectar con información anual.

Por último, otra posible explicación de los resultados sería la omisión de variables relevantes, sobre todo aquellas relacionadas con la educación y la experiencia de los votantes, el grado de transparencia en la entidad y la calidad de los medios de comunicación. Aquí la principal dificultad es la disposición de información sobre este tipo de variables y, en especial, de tener series históricas que cubran el periodo considerado.

 

CONCLUSIONES Y LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN

Por la evidencia presentada se puede decir que existe un CPP en el gasto público a nivel estatal en México, que sigue, en términos generales, los lineamientos postulados por el modelo oportunista, aunque con algunas diferencias. Se detecta una expansión en los años electorales, pero no en el año anterior, y se registra una contracción en el año siguiente.

Es necesario resaltar la necesidad de una mejora en la calidad de los datos sobre finanzas públicas a nivel estatal. La experiencia de trabajar con la información existente fue ciertamente difícil y muchas de las ideas e hipótesis originales simplemente no pueden ponerse a prueba debido a que no existen los datos necesarios.

Es posible identificar varias líneas para futuras investigaciones en esta área de interés para México y para países emergentes en general. En primer lugar, es posible profundizar en el estudio del CPP en el ámbito estatal dividiendo la muestra en varias submuestras de acuerdo con diversos criterios.

Uno de ellos es dividirla de acuerdo con el partido que está en el poder durante las elecciones. Dado que en las últimas décadas se ha producido la alternancia en los gobiernos estatales de diversos partidos, es posible probar los postulados del modelo partidista o partisano y ver si los gobiernos de diferentes partidos tienen patrones de comportamiento diferentes en el manejo del gasto público en tiempos electorales. Este tipo de análisis se ha hecho en Rusia (Ahkmedov et al., 2002 y 2003) y Portugal (Goncalvez y Veiga, 2004), se ha encontrado evidencia de diferencias del tipo partidista o partisana en el CPP.

Otra división de la muestra puede ser entre gobiernos que cuentan con mayoría en el congreso local y los que no la tienen. Ex ante se esperaría que los gobiernos con mayoría en el congreso tuvieran una conducta más oportunista. Este patrón fue identificado en Colombia (Drazen y Eslava, 2003) y sería interesante estudiarlo para México. Un punto adicional es poder desagregar decisiones de gasto netamente estatal del gasto ejercido por los estados de manera condicionada, por el origen federal de las asignaciones. Esto es especialmente importante para México, donde el federalismo fiscal ha pasado de descentralización a centralización y recientemente a un sistema complejo.

Otra línea de investigación es estudiar si el oportunismo paga; es decir, si la conducta oportunista efectivamente incrementa las probabilidades de victoria del partido en el poder. Este efecto fue estudiado en Rusia, en donde se encontró que los gobiernos con una conducta más oportunista tienen más probabilidades de ganar las elecciones (Ahkmedov et al., 2002 y 2003).

También es posible estudiar la presencia de ciclos políticos en los ingresos estatales. Dado que en México la mayor parte de los ingresos estatales provienen del gobierno federal, sería interesante ver si estos flujos siguen patrones relacionados con el ciclo electoral.

Otra línea de investigación es estudiar si el ciclo político tiene efectos en las economías estatales en sí mismas; es decir, en variables como el PIB estatal, la producción sectorial, el empleo y los salarios, por mencionar algunas variables. Akhmedov et al. (2002, 18) estudian la relación entre ciclos políticos y este tipo de variables, y encuentran influencia significativa en la producción industrial, los salarios y el ingreso monetario de la población.

También es posible estudiar el CPP a nivel municipal. Este tipo de análisis fue realizado por Goncalvez y Veiga (2004) para Portugal, encontrando evidencia del uso oportunista de los recursos públicos a este nivel. El INEGI tiene una base de datos a nivel municipal (Simbad), que incluye información sobre finanzas públicas.

Para concluir, el estudio del ciclo político económico en países emergentes constituye un área relevante y prometedora que puede proporcionar elementos valiosos para una mejor toma de decisiones políticas, análisis de política fiscal, planeación y finanzas corporativas, entre otros campos. Es un campo relativamente nuevo que ofrece una amplia perspectiva para investigaciones futuras.

 

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