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Historia y grafía

versión impresa ISSN 1405-0927

Hist. graf  no.61 México jul./dic. 2023  Epub 28-Ago-2023

https://doi.org/10.48102/hyg.vi61.511 

Expediente

Frontera: memorias, identidades y de diferencias

Frontier: Memories, Identities and Visibility of Differences

Preliminares

Preliminaries

Silvia Pappe Willenegger* 
http://orcid.org/0000-0003-0804-3040

*Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco México. Correo: spappewillenegger@gmail.com


En la comprensión de la historia política moderna, las fronteras dividen y a la vez circunscriben los territorios de los Estados-nación y remiten a divisiones internas; estructuran acuerdos y tratados regionales e internacionales, y orientan o frenan tácitamente los intercambios. Las construcciones político-territoriales son jurídicamente constitutivas de los Estados y de su organización interna, así como de sus relaciones internacionales. Asimismo, desde el momento en que diversas estructuras postnacionales (generalizadas mediante la idea de globalización) se intensifican, o incluso recrudecen, las funciones delimitadoras pierden relevancia: las fronteras ganan en porosidad, a la par que crece la necesidad política de recuperar su visibilidad en aras de una supuesta seguridad tanto nacional como internacional. Si en 1989 la caida del muro de Berlín simbolizaba el fin de la guerra fría y prometía vagamente libertad, a lo largo de las últimas tres décadas se han estado construyendo casi 70 muros nuevos a lo largo de fronteras internacionales. Las principales razones: conflictos territoriales, flujos migratorios, grupos internacionales de crimen organizado.

Por otra parte, están presentes las experiencias específicas que grupos sociales, políticos, ideológicos y étnicos viven ante fronteras territoriales sobre las que no tienen poder, a diferencia de los Estados-nación que las controlan. En las tradiciones y la memoria de aquellos pueblos y etnias que no habitan en, ni se identifican con, un Estado-nación que les permita establecer formas de organización propias, persisten otras fronteras, no formalizadas ni reconocidas a nivel internacional. Recientemente, conforme va en aumento la presencia política y cultural activa de esos grupos, tanto estos como otros construyen, reconstruyen y recuperan memorias con las que buscan reinterpretar periodos históricos marcados por procesos de ocupación y colonización desde la mirada de los colonizados, otorgándose y otorgándoles lo que se plantea como voz original. La historiografía actual empieza a incorporar la creciente sensibilidad ante diferencias y cierres, ante decisiones sobre estructuras geopolíticas en el pasado que siguen afectando la organización y la vida de comunidades, pueblos y etnias.

Si bien esta no es la temática principal que se aborda en este Expediente, sí forma parte del horizonte ante el que muchos “leen” hoy en día la noción de frontera como un conjunto de divisiones que separan de manera definitiva grupos identitarios cuyas miradas difieren en torno al pasado histórico, experiencial, memorístico y emotivo. La noción de frontera rebasa, en este sentido, las políticas tanto nacionales como internacionales. Describe divisiones y diferencias en las estructuras y relaciones sociales, remite a distinciones que permanecen más que nada en memorias individuales y grupales no siempre claramente organizados que cuestionan memorias históricamente establecidas. En el ámbito teórico la noción frontera reúne un conjunto de experiencias que se concentran y sedimentan hasta configurarse como concepto.

Cualquiera de las acepciones de la frontera, la (geo)política, la socio-cultural, la conceptual, depende de actores: desde los sujetos abstractos (Estados, naciones, instituciones…) hasta actores colectivos e individuales. Estos actores se distinguen por las relaciones (de poder) que establecen con la manera de diferenciarse ante otros, y se distinguen por las múltiples maneras que encuentran para representar, social, cultural, política e históricamente, las respectivas fronteras que les otorgan identidad y los separan de otros.

La finalidad de analizar la multiplicación de la noción de frontera desde la historiografía es tratar de entender hasta qué grado se diluye en usos cada vez más prolíficos. “Frontera” sigue operando, como se observa sobre todo en situaciones de conflicto, como un claro referente geopolítico, pero no podemos dejar de lado que su creciente porosidad provoca que se utilice como marca para distinciones y diferencias identitarias en todos los niveles. Y, lo que es de interés para este Expediente, la noción frontera adquiere rasgos conceptuales además de otros, metafóricos, que se encuentran en continua transformación, dada la historicidad de sus usos y la actualización de memorias en disputa que caracterizan partes significativas de las sociedades actuales.

Nos dimos así a la tarea de hacer visibles percepciones, representaciones e imaginarios en torno a la noción de frontera. Las posibilidades historiográficas de reflexionar en torno a la frontera no se agotan en las estrategias a las que recurren las autoras de los cinco artículos que conforman este Expediente. Sin pretensión de jerarquizar, se observan y analizan, además de documentos escritos, las experiencias que se han fijado en distintos medios visuales; asimismo, se consideran lugares, espacios construidos y objetos que dan cuenta de lo que se pretende recordar del pasado; tampoco puede faltar un ejercicio constante de (re)conceptualización. Para comprender el creciente número de identidades, las estrategias escogidas parten de diferencias y relaciones múltiples, y de cómo estas adquieren, desde distintos lugares y tiempos de observación, significados necesariamente parciales de los respectivos pasados observados.

En otras palabras, proponemos un conjunto de reflexiones que consideren esos tres entornos de debate, en tanto condiciones de posibilidad para comprender las distintas reconfiguraciones de la noción de frontera. Para la organización de los cinco artículos no solo se toma en cuenta que, en sus orígenes, frontera es un concepto espacial con la posibilidad de remitir a espacios tanto concretos como simbólicos; se considera, asimismo, el alcance de las experiencias que son observadas y problematizadas en las investigaciones.

Si bien en el presente inmediato se puede interpretar la historia de la expansión rusa como una larga práctica imperial, en “Una propuesta para analizar la colonización de América Rusa”, artículo que abre el Expediente, Martha Ortega Soto recurre a un enfoque distinto. La América Rusa le permite, con un alcance geopolítico, analizar la relación de pueblos nativos de las Islas Aleutianas, y del extremo noroeste de América, con los rusos. Su texto es una propuesta de investigación de largo alcance cuyo objetivo es analizar procesos de interculturalidad y transculturación durante la colonización rusa en América. Apoyada en el estudio de fuentes rusas, británicas, españolas y estadounidenses, estudios antropológicos y etnohistóricos, presenta posibilidades de entender y analizar percepciones y representaciones de los pueblos colonizados, sus actitudes de defensa, resistencia, sometimiento e integración. Martha Ortega Soto realiza un profundo análisis de los problemas teóricos, metodológicos y conceptuales entre los que figuran: significados específicos, en la historiografía rusa, de la noción de colonización, o del significado de pueblos definidos como salvajes; debates sobre alteridad; problemas de las distorsiones en la recepción. Su trabajo contribuye a entender cómo actuaron algunos pueblos nativos ante la colonización del continente americano. Tiene un alcance geopolítico en por lo menos dos sentidos: la colonización de los pueblos nativos de las Islas Aleutianas y del extremo noroeste del continente americano no solo fue efectuada por los rusos, sino también por británicos y españoles, y posteriormente por estadounidenses. Las fuentes entre cuyos autores figuran viajeros, soldados, exploradores y científicos, muestran que no solo se trata de procesos de políticas imperiales e intereses económicos, sino de procesos interculturales con resultados de transculturalidad; procesos que, como señala Martha Ortega Soto en su texto, tanto los pueblos colonizados como los colonizadores habían experimentado desde antes de los encuentros entre europeos y americanos.

En el estudio “Mutilados por la frontera. Imágenes de Kurdistán y los kurdos en el cine de Bahman Ghobadi” que presenta Violeta Rodríguez García, el alcance geopolítico está igualmente presente. A diferencia de los procesos de colonización del continente americano, quienes decidieron, en el caso de los kurdos, sobre las fronteras nacionales y el control del territorio de la región, fueron las potencias que surgieron vencedoras de la primera guerra mundial. Los kurdos no fueron reconocidos como comunidad nacional y viven, hasta la fecha, divididos en distintos Estados-nación. Las fronteras políticas de Kurdistán, inexistente como Estado, son internas, entre Irak, Turquía, Siria e Irán. Las divisiones culturales, sociales, religiosas, no dependen de decisiones propias, sino de los respectivos poderes estatales que controlan el territorio. Asimismo, interfieren constantemente intereses y conflictos bélicos por razones económicas, religiosas y de formas de vida. Desde un enfoque historiográfico, Violeta Rodríguez García recurre a la observación de observaciones, mediante el estudio del cine kurdo que presenta una imagen del pueblo kurdo que niega claramente los prejuicios existentes sobre todo en Occidente. El cine de Ghobadi produce una serie de contravisualidades que fungen como medios de resistencia: contra las intenciones de ser “borrados” literalmente del mapa político, social y cultural del mundo; contra las representaciones hegemónicas; contra la desaparición de su lengua, su cultura, sus formas de vida; contra la mutilación simbólica. En su análisis de las representaciones visuales, Violeta Rodríguez García muestra la capacidad de la producción cultural kurda (Ghobadi no es una excepción) y la eficacia simbólica del lenguaje cinematográfico, para elaborar, más allá de los limitantes políticos, visiones propias. El cine es, en este sentido, generador de una identidad que la política les niega a los kurdos.

En el marco de un régimen de historicidad presentista, Laura Moya López explica cómo un proyecto ubicado en la red, el Mapa colaborativo del Exilio Español en México, le permite problematizar en distintos niveles la generación de memorias y narrativas en torno al exilio español, en las que se busca hacer presente lo ausente. Para su análisis, la autora abre la discusión en torno a la reconfiguración de la memoria mediante la elaboración de un mapa colaborativo que produce nuevas narraciones. La complejidad del texto radica, entre otros, en la manera en que relaciona esta producción de narraciones con la relevancia que tienen una serie de conceptos analíticos que provienen de disciplinas como la filosofía, la sociología y las remediaciones, y que se propone como posibilidad para el análisis historiográfico y teórico de distintos tipos de generación de memoria y de su comunicación. Señala, asimismo, las posibilidades que ofrecen al análisis historiográfico de la memoria y la posmemoria. Se entiende, por ejemplo, la intención de distinguir entre memorias basadas en la experiencia, es decir, las memorias de quienes vivieron el exilio, y lo que hoy se llama posmemoria, basada en memorias trasmitidas, comunicadas a las generaciones posteriores que no se nutren ya de la experiencia vivida, sino de hábitos, ritualizaciones, objetos, lugares, imágenes, relatos y silencios. Al unir los distintos tipos de memoria en un mismo mapa, se unen distintas capas temporales, pero también formas de experimentar, comunicar y mediar el pasado. En las narraciones que se producen, permanecen vivas emociones que resisten una memoria fijada materialmente. Laura Moya López utiliza, para este fenómeno, el concepto de rizoma, entendido como estrategia para resistir, justamente, ante versiones sobre el exilio español jerárquicamente establecidas. Es en este sentido que el registro virtual en la red permite crear nuevos tipos de experiencia entre sus colaboradores; visualmente, podemos hablar de una cartografía que incluye las emociones experimentadas, y en lo que se refiere a la memoria, a una posibilidad de no despersonalizarla.

La transformación de San Miguel de Allende a lo largo de más de medio siglo es observada por Margarita Olvera Serrano a través de la presencia del “otro”. Este “otro”, el estadounidense Stirling Dickinson, se encuentra con un poblado bajo una normatividad reciente que indica la preservación espacial y arquitectónica colonial. En su artículo “Las identidades locales, el espacio y el extranjero. San Miguel de Allende y Stirling Dickinson”, la autora desarrolla una línea doble que interrelaciona continuamente la explicación teórica con la información fáctica, para explorar de qué manera se entretejen identidad y espacio o, con mayor precisión, extranjero, identidades, espacio y frontera, a lo largo de más de medio siglo. Eso solo es posible, según la propuesta de Margarita Olvera Serrano, si se consideran para el análisis los distintos sistemas de significación en las que lugareños y fuereños perciben e interpretan su actuación y sus respectivas experiencias. La insistencia activa de Stirling Dickinson con respecto a la preservación del lugar, hoy Patrimonio de la Humanidad, así como diversos proyectos culturales (se asocia por ejemplo con Cossio del Pomar, fundador de la Escuela Universitaria de Bellas Artes), son la base para que invite a otros extranjeros a visitar el poblado como lugar auténtico que preserva no solo un espacio, sino formas de vida y, por lo tanto, una identidad distinta a la de los visitantes.

De allí resulta que a través del espacio es posible observar una entidad transhistórica cuyos rasgos sociales y espaciales son redefinidos en un largo proceso de tipificación y redefinición de límites culturales e identitarios. Para los extranjeros que siguen llegando a San Miguel de Allende, turistas, jubilados, el espacio suspendido a medias en el tiempo promete simbólicamente tradición, y con ella el cumplimiento de las expectativas con las que llegan.

Lo típico tiene que ver, indudablemente, con la manera de determinar algunos rasgos que definen al otro. En su texto “Cruzar lo desconocido. Perspectivas desde la carretera”, Silvia Pappe analiza el viaje de dos soviéticos, un reportero y un fotógrafo amateur, quienes cruzan Estados Unidos de extremo a extremo, en busca de la América típica que presentarán a sus lectores. Existen, desde luego, diferencias ideológicas, no sin la capacidad de analizar críticamente al otro y reconocer algunas de sus aportaciones: estamos en los años treinta del siglo veinte, uno de los pocos momentos de acercamiento entre las dos grandes potencias. Pero mucho más interesante son todas las fronteras internas de Estados Unidos, visibles en su mayoría solo de manera indirecta, observadas, descritas, ironizadas, fotografiadas, ignoradas inconscientemente -algunas no serán percibidas sino por lectores posteriores. Frontera es, en este artículo, algo invisible que organiza el paisaje, el viaje en carretera, la vida social, la cultura, la economía, las relaciones de trabajo, las pequeñas ciudades que, concluyen los soviéticos, son lo realmente típico. Todo lo que no es grandioso y excepcional - aunque eso también sirve de orientación y, frecuentemente, para establecer comparaciones con la Unión Soviética o con Europa. Diferencias simbólicas -y diferencias de lo ya diferente…

El espacio al que se refieren los viajeros soviéticos es siempre un espacio observado desde la carretera, lo que implica un continuo cambio de perspectiva; hay una implícita evaluación de las expectativas ante la experiencia acumulada, sorpresas que se convierten en algo siempre igual, percepciones que difieren en los medios usados para fijarlas: notas para los reportajes, cartas, fotografías. Estas, las fotografías, refuerzan al mismo tiempo la impresión del continuo cambio de perspectiva. Recuerda, asimismo, la manera en que una de las carreteras que atraviesa Estados Unidos se ha convertido a través del trabajo de fotógrafos y cineastas, de escritores y poetas, en un símbolo que cada generación, cada grupo, cada viajero, llena de significados.

La transformación del significado tradicional (histórico-político) de la noción de frontera y la multiplicación de los significados y los ámbitos en los que incursiona conllevan una serie de aspectos teórico-metodológicos, así como conceptuales. Los artículos del Expediente dan cuenta de ello y recurren a distintas mediaciones para visibilizar fronteras, límites, diferencias que, sin los medios usados, no existirían de la misma manera en nuestra percepción del espacio.

Este Expediente quiere ser, finalmente, una invitación a familiarizarse con conceptos, estrategias teórico-metodológicas y enfoques interdisciplinarios mediante los que la historiografía pretende problematizar aspectos históricos y culturales de las sociedades de nuestro presente. Habrá que seguir realizando investigación para ver hasta qué grado serán pertinentes las delimitaciones, diferencias y fronteras cognitivas.

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