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Historia y grafía

versión impresa ISSN 1405-0927

Hist. graf  no.54 México ene./jun. 2020  Epub 30-Mayo-2020

https://doi.org/10.48102/hyg.vi54.291 

In Memoriam

In Memoriam Immanuel Wallerstein (1930-2019)

Roide Orlando Alfaro Velázqueza 

aUniversidad Iberoamericana Ciudad de México, México. Correo: roide1985@gmail.com


La muerte de Immanuel Wallerstein ha cavado un profundo vacío intelectual para las ciencias humanas en general. Más allá de fronteras construidas en los últimos ciento cincuenta años, su obra y accionar han sido muestra de un férreo compromiso por superar los paradigmas restrictivos de la ciencia moderna, en aras de recuperar la imprescindible unidisciplinariedad como base epistemológica de una nueva ciencia social histórica.

Nacido en 1930, el mosaico intelectual de nuestro autor es tan atractivo como la riqueza de todos los procesos históricos en los que fue protagonista. Proveniente de una familia austriaca, que tras haber pasado por Alemania se establece en Estados Unidos, el joven va construyendo una privilegiada formación teórica desde la ciudad de Nueva York, en años cuando este país libraba la moderna “Guerra de los Treinta Años” contra Alemania por el control hegemónico de lo que el mismo Wallerstein designará posteriormente como el sistema-mundo capitalista. Aires intelectuales que abrazan la figura de Immanuel Wallerstein desde su acercamiento a grupos estudiantiles de izquierda y desde el diálogo con renombrados profesores de la Universidad de Columbia, como los sociólogos Robert King Merton o Charles Wright Mills.

Cercano a las lecturas de Marx, Lenin y Gandhi en sus primeras fases intelectuales, se inscribe como uno de los pioneros de una rama sociológica, la sociología histórica, como un eslabón de promiscuidad epistemológica entre las distintas ciencias humanas. A su tesis de maestría, “El macartismo y los conservadores” (1954), la define como un ensayo de sociología histórica contemporánea bajo las luces argumentativas de la obra de su profesor Wright Mills. Primera propuesta por la preocupación de los más enconados procesos actuales desde una perspectiva histórica y bajo el impulso del trascendental “altavoz norteamericano” que le permite ir abriéndose espacio en el gremio político e intelectual.

Su preocupación por los países del denominado “Tercer Mundo” llega con su especialización en estudios africanos, lo que lo acerca a las disparidades económicas entre las diversas zonas geográficas, las subordinaciones e imposiciones de los países colonizadores para con los colonizados, la apropiación del excedente en una red internacional de intercambio desigual centro-periferia, la construcción histórica de la división internacional del trabajo y los distintos ritmos y temporalidades de los procesos de construcción del desarrollo, como tema central de la época, en las diversas zonas del mundo. Campo de estudio que lo convierte en una especie de erudito sociológico en temas africanos en los años cincuenta y sesenta, resultado de su proyecto doctoral “El surgimiento de dos naciones de África Occidental: Ghana y Costa de Marfil” (1959), pero que no le permite aún dar el salto que transgreda las barreras de especialización dentro de la sociología histórica.

Si un año puede ser paradigmático en la periodización de su recorrido intelectual, es 1968, como acontecimiento-ruptura de una revolución cultural planetaria. El que la Revolución cultural de 1968 sea un centro de especial interés teórico para Wallerstein, se explica desde su papel protagónico en las revueltas estudiantiles en Estados Unidos, específicamente en la Universidad de Columbia, Nueva York, que lo obligaron en 1971 a trasladarse a la Universidad de McGill en Montreal. No es casualidad que, entre los años 1968-1971, sus escritos radiquen alrededor del ámbito universitario, su empuje como fuerza política, las consecuencias de la revolución estudiantil del sesenta y ocho, las relaciones de equilibrio y poder en la unidad planetaria y que él reflexione sobre las posibilidades del cambio social en una clara perspectiva histórica.

Se había construido una sólida formación teórica y política que le permitió asumir su más grande proyecto intelectual, como base de la ciencia social histórica que se había empeñado en desarrollar: la redacción de El moderno sistema-mundo y, con él, la presentación de su perspectiva de análisis del sistema-mundo capitalista. Definía a su propuesta no como una teoría o un paradigma conscientemente construido y acabado, sino como un llamado urgente a dialogar sobre el enfoque de análisis hegemónico dentro de la ciencia moderna. Entraba Wallerstein de lleno en la selecta lista de autores que se han aventurado a estudiar la historia del capitalismo como sistema (entre ellos Karl Marx, Werner Sombart, Karl Polanyi, Fernand Braudel, Michel Foucault o Giovanni Arrighi). El moderno sistema-mundo lo proyecta como una unidad primero semiplanetaria y luego planetaria y como la única economía-mundo estable de la historia humana, de ahí su carácter único y singular. Su aspiración intelectual radica en construir la historia de la génesis, evolución y crisis sistémica del sistema-mundo capitalista desde el siglo XVI hasta la actualidad.

Para construir su propuesta de superación restrictiva, acoge a Marx en una clara vocación neomarxista, establece poderosos nexos personales e intelectuales con Braudel, para asumir las ideas de las temporalidades históricas y sociales múltiples y su esquema de explicación del capitalismo, complejiza la explicación estructural centro-periferia del sistema capitalista de Raul Prebisch, desde el bautizo teórico de la existencia de zonas semiperiféricas y arenas exteriores dentro de la economía-mundo capitalista, rescata a Rosa Luxemburgo y su tesis de la necesidad determinante del capitalismo de zonas atrasadas económicamente para la expansión y desarrollo de las economías más poderosas, comparte proyectos intelectuales con impulsores de la teoría de la dependencia como André Gunder Frank, de quien asume la idea de la construcción histórica paralela del desarrollo del subdesarrollo, aplica con aguda originalidad los ciclos Kondratiev dentro de las fases de expansión-contracción del sistema-mundo capitalista a lo largo de su historia, y los ciclos económicos de François Simiand, de gran presencia en la obra de los autores de la Escuela de los Annales. Se acerca también a Ilya Prigogine y su Teoría del caos para explicar la nueva etapa de caos sistémico y bifurcación histórica que se abre dentro del sistema-mundo capitalista posterior a los procesos planetarios de 1968. Sus deudas intelectuales también se trasladan a autores como Sigmund Freud, Joseph Schumpeter, Karl Polanyi y Franz Fanon. Original síntesis de múltiples influencias intelectuales dentro de la obra wallersteiniana que se convierte, sin duda, en una profunda revolución teórica, epistemológica y metodológica en las formas de comprensión de cualquier proceso histórico dentro de los marcos de una única unidad de análisis.

Del proyecto de construcción de la perspectiva crítica del sistema-mundo capitalista y de su teoría sobre el capitalismo y la modernidad, florecieron otros ejes temáticos1 dentro de su amplia producción intelectual. Por un lado, encontramos la preocupación por la historia del largo siglo XX como una necesidad por construir y explicar el mapa geopolítico del mundo actual. Procesos como la Revolución rusa, la caída del Muro de Berlín, la moderna Guerra de los Treinta Años (1914/1917-1945), la Revolución cultural de 1968, el rol de las principales potencias del sistema-mundo o los movimientos antisistémicos, son procesos de marcado interés en este eje intelectual. Otro campo de estudio de Wallerstein resalta de su examen crítico del sistema de saberes y de los divorcios entre las “tres culturas” del conocimiento. División que necesita ser superada para rescatar una imprescindible unidisciplinariedad, de ahí su llamado a impensar las ciencias sociales contemporáneas, desde proyectos en su totalidad diferentes a las multi, pluri, inter o transdisciplinariedades como intentos estériles de asumir los retos de los procesos históricos actuales. Y un último campo de interés intelectual dentro de la obra de Wallerstein lo encontramos en el reto de la caracterización, en una clara perspectiva histórica, de los escenarios actuales de evolución en el corto y mediano plazo. Rompe con la visión arcaica de comprender la historia como ciencia del pasado, otorgándole la más fuerte voz en el presente desde el análisis de una única unidad de análisis, más allá de fronteras regionales, políticas, nacionales o estatales, desde la comprensión de la estructuración del sistema-mundo capitalista y sus zonas de polarización centro, periferia y semiperiferia.

La personalidad intelectual de Immanuel Wallerstein se consolidó internacionalmente tras la aparición del volumen I de El moderno sistema-mundo en 1974, lo que posibilitó la estrecha y fructífera relación teórica y personal con Fernand Braudel, autor de El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II. Una plataforma importante, que hizo posible la mucho más amplia difusión de su proyecto intelectual, fue la fundación, en 1976, del Fernand Braudel Center, en la ciudad de Binghamton (el cual dirigió hasta 2005) y el lanzamiento de la revista Review, cuya aparición agradecía el historiador francés como un atrevido y necesario espacio de reflexión y explicación de los más profundos temas de la agenda histórica. Ambos proyectos dirigidos por Wallerstein colocaron a la perspectiva del sistema-mundo capitalista como un serio esfuerzo historiográfico por hacer, escribir y construir una nueva ciencia social. La organización de un Programa Posdoctoral sobre la Unidisciplinariedad en las Ciencias Sociales (1994-1995), la presidencia de la Comisión Gulbenkian para la Reestructuración de las Ciencias Sociales (1995-1996), su responsabilidad al frente de la Asociación Internacional de Sociología (1994-1998), su participación activa en los primeros años de trabajo del Foro Social Mundial (2000-2006) y su abierto apoyo al movimiento neozapatista mexicano, al que consideraba el punto de arranque del actual “ciclo de la protesta mundial”, son muestras fehacientes de que nos acercamos no sólo a un faro teórico de gran alcance sino a un intelectual comprometido con el cambio social en todos los niveles.

La Revolución francesa, la denominada Revolución industrial, los movimientos independentistas de América Latina en el siglo XIX, los proyectos triunfantes del socialismo en el XX, el liberalismo como geocultura dominante del sistema-mundo capitalista, la caída del Muro de Berlín, los ciclos hegemónicos o la salud de la izquierda a escala planetaria, son escenarios históricos que, enclaustrados en marcos nacionales, carecen de sentido, pero que desde una nueva unidad de análisis, como nos enseñara Wallerstein, abren un amplio espectro de duraciones y explicaciones en correspondencia con las fases de desarrollo de la economía-mundo capitalista. Una mirada que, por ejemplo, permite comprender a América Latina como la más antigua zona periférica de toda la historia del sistema-mundo capitalista, desechar el “mito del feudalismo americano” posterior al largo siglo XVI, explicar las anomalías de sus estructuras económicas dentro del sistema-mundo en su dimensión estructural, repensar los denominados procesos independentistas del siglo XIX como simples proyectos descolonizadores ante el reacomodo geopolítico del centro capitalista y meditar sobre la efervescencia en la región como el epicentro de la más activa lucha antisistémica contemporánea.

Immanuel Wallerstein, desde la larga duración braudeliana, otorgó vida teórica y explicativa a los largos siglos históricos del sistema-mundo capitalista, posibilitándole avizorar, en un futuro no lejano, dentro del largo siglo XX, la desaparición definitiva del sistema histórico que se ha expandido en los últimos cinco siglos. Tesis que defiende dialécticamente no desde el fracaso del capitalismo, sino como resultado de un rotundo éxito histórico, aun cuando difiere con el marxismo original a la hora de cuestionar el carácter progresivo de la expansión capitalista. El análisis de esas últimas bocanadas de aire en forma de procesos históricos lo explicaba con agudeza extrema en la serie de sus Comentarios quincenales, publicados entre 1998 y 2019 en el sitio de internet del Fernand Braudel Center y traducidos al español en el diario mexicano La Jornada, con tanta disciplina como clarividencia, para redondear los quinientos artículos de opinión que otorgan luz comprensiva desde la visión histórica de una sola frontera de análisis -el sistema-mundo capitalista- a los más inmediatos acontecimientos históricos de la corta duración. Su profundidad teórica, que le permitió cultivar un interesante matiz prospectivo, le posibilitó, incluso, despedirse de todos los que, con especial atención, se acercaban a sus escritos de opinión y a su obra en general. El 5 de agosto de 2019, a pocas semanas de su muerte, aparecía en La Jornada, en son de despedida de su tradicional espacio de opinión, “Éste es el fin, éste es el comienzo”, anunciando el cambio transformador cada vez más cercano dentro de la crisis estructural del sistema-mundo capitalista.

Referencia

Carlos Antonio Aguirre Rojas, Immanuel Wallerstein. Crítica del sistema-mundo capitalista. Estudio y entrevista, México, Ediciones Era, 2003. [ Links ]

1Los ejes temáticos dentro de la obra de Immanuel Wallerstein, la periodización y otros apuntes de su biografía intelectual resaltados en este breve escrito, pueden consultarse en la entrevista concedida por el sociólogo norteamericano al intelectual mexicano Carlos Antonio Aguirre Rojas. Véase Carlos Antonio Aguirre Rojas, Immanuel Wallerstein. Crítica del sistema-mundo capitalista. Estudio y entrevista, México, Ediciones Era, 2003.

Recibido: 10 de Septiembre de 2019; Aprobado: 16 de Septiembre de 2019

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