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Historia y grafía

Print version ISSN 1405-0927

Hist. graf  n.48 México Jan./Jun. 2017

 

Reseñas

La princesa y el guisante: la experiencia de dolor como fenómeno social

The Princess and the Pea: the Experience of Pain as a Social Phenomenon

Marisol López Menéndez1 

1Departamento de Ciencias Sociales y Políticas, Universidad Iberoamericana, México.

Bourke, Joanna. The Story of Pain. From Prayer to Painkillers. Londres: Oxford University Press, 2014. 396p. 1


Nacida en una familia humilde en Pennsylvania, Mary Rankin vivió una vida larga y llena de amargura. Su precaria salud y sus continuos coqueteos con la muerte hicieron de ella una escritora sui generis, que sólo publicó The Daughter of Affliction (1871). El libro, cuyos cuatro mil ejemplares se agotaron con rapidez, narra una historia de religiosidad y sufrimiento que constituye uno de los cientos de fuentes que dan solidez al texto de Joanna Burke. En él, Rankin afirma que a pesar de sus atroces dolores resolvió negarse a aceptar cualquier forma de aliviarlos. Su mente -razonaba la piadosa decimonónica- podría embotarse de tal modo que la inconsciencia le impediría percatarse de su encuentro con el Creador (p. 285).

Lejos de ser una excentricidad, tal actitud predominó en amplios sectores de la población anglosajona entre el siglo XVIII y el XX: los métodos artificiales para mitigar el dolor y hacerlo soportable recibieron una acogida tibia por muchos porque la experiencia del dolor se articulaba con la vida religiosa y espiritual. La apreciación del dolor como castigo, como ausencia de equilibrio, o como forma de purificación y edificación transitó por diversos modos de lidiar con él en la vida cotidiana, de nombrarlo y de registrar sus estragos en el cuerpo.

El texto de Bourke organiza su argumentación a través de una robusta colección de material de archivos médicos, literarios y geográficos que muestra que el dolor no es uno solo y que la experiencia del mismo está mediada por diversas modalidades de apropiación social, lingüística, cultural, religiosa y de género.

La minuciosa búsqueda de la autora se entrelaza con sus investigaciones previas, en el entendido de que emociones como el miedo o experiencias como la violación o la violencia se constituyen históricamente en el marco de tradiciones discursivas. La experiencia del dolor es -de acuerdo con Bourke- de modo particular rica en esta veta interpretativa porque, desde su perspectiva, el dolor no es una cualidad intrínseca de la mera sensación corpórea, sino un modo de percepción de la experiencia que nunca puede ser por completo privado (pp. 6-7).

La argumentación a propósito del carácter social del dolor que la autora hace tiene cuidado de no olvidar el carácter neurológico del evento doloroso. Es decir, si bien su enfoque se encuadra dentro del constructivismo histórico, la investigación no niega la experiencia física del cuerpo adolorido ni la naturaleza sensorial del dolor. Por el contrario, Bourke plantea la existencia de mediaciones sociales, políticas, discursivas, filosóficas e institucionales que convierten el dolor en un evento y que traducen éste en un dispositivo cultural, comunicativo y normativo. En este sentido, las interacciones culturales no se “inscriben” sin más en el cuerpo pre-social, sino que son agentes activos en la creación de mundos sociales (p. 22): el “sentir” forma parte de la capacidad propiamente neurológica humana, pero el inscribir ciertas experiencias sensoriales en el ámbito del dolor nos remite a formas de interpretación de la experiencia del cuerpo como ente histórico que se construye en negociación permanente entre procesos fisiológicos y mundos culturales, enfatizando de manera particular las diferencias de clase, género y, hasta cierto punto, raciales -es importante tomar en cuenta que sus fuentes pertenecen al mundo anglosajón estadounidense, británico y australiano-.

Para mostrar la construcción sociohistórica del dolor, Bourke recurre al análisis del lenguaje figurativo: el uso de diversas metáforas para nombrar la experiencia dolorosa da cuenta de modos distintos de concebir el dolor como algo ajeno al cuerpo, que existe con independencia de él y que lo rompe, desgarra, quema o quiebra (p. 65). Para Bourke, el lenguaje figurativo asignado al dolor ha tendido a transformarse entre el siglo XVIII y el presente. Mientras que han surgido nuevas metáforas para transmitir la experiencia del dolor, otras han sido abandonadas en virtud de tres grandes fenómenos: los cambios en la concepción fisiológica del cuerpo, el desarrollo de ambientes externos al mismo, así como profundas transformaciones ideológicas. Por poner solo un ejemplo, las metáforas bélicas para describir el dolor tendieron a hacerse más frecuentes en el siglo XX, en lo que Bourke entiende como una respuesta a la creciente militarización de las sociedades británica y estadounidense; por otra parte, los métodos analgésicos de bajo costo y fácil acceso -como la aspirina- fueron introducidos al mercado en términos militaristas y agresivos. Los painkillers remitieron a una experiencia del dolor que ya no era concebido como una entidad a la que debía resistirse con pasividad o heroísmo (p. 75), sino como un enemigo a vencer.

The Story of Pain se inscribe en el novedoso y fructífero campo de la historia de las emociones. Sus antecedentes, sin embargo, pueden ubicarse en el ya clásico The Body in Pain de Elaine Scarry,2 donde la autora se preguntaba por las dificultades en la expresión del dolor físico y las complicaciones perceptuales y políticas resultado de esa dificultad original.3 Otro antecedente directo puede hallarse en Regarding the Pain of Others,4 la aguda y triste exploración que Susan Sontag hiciera de las representaciones de atrocidades cometidas por humanos contra humanos y las características modernas de éstas.

El libro de Bourke tiene, además, raíces en la historia francesa de las mentalidades y, sobre todo, en la sociología figuracional de Norbert Elias, quien describe la transformación de la percepción de la violencia y de los umbrales del dolor físico en términos de un proceso civilizatorio originario de la modernidad,5 y en el estudio histórico de la sensibilidad humana en los pasos que Lucien Febvre diera en “Sensibility and History: How to Reconstitute the Emotional Life of the Past”.6

Sin embargo, la especificidad y el sólido uso de fuentes propias de la historia por parte de Bourke orientan su trabajo en la línea del texto de William M. Reddy, The Navigation of Feeling: A Framework for the History of Emotions7 y, más recientemente la Historia cultural del dolor de Javier Moscoso,8 que mira el fenómeno doloroso desde sus representaciones en la pintura, la escultura y la literatura para desentrañar lo que Bourke ha llamado las metáforas del dolor.

Bourke utiliza de manera notable una gran variedad de fuentes históricas para estudiar las transformaciones de la percepción del dolor, las metáforas mediante las cuales la persona que lo padece intenta transmitir su experiencia, la influencia de la religión y la secularización en la vida cotidiana, la relación entre personal médico (médicos y enfermeros) y las diversas formas de empatía que el dolor ajeno ha provocado en la era moderna. Su búsqueda tanto de metáforas para nombrar el dolor como de mecanismos sociales para evaluarlo la lleva entre el diario íntimo y la revista médica, entre la carta escrita desde el hospital de campaña y la valoración del experto.

Preocupada por identificar las discontinuidades en el discurso del dolor, Bourke muestra cómo el discurso racial, el nacionalismo, la identidad religiosa y de género plantean disonancias y contradicciones entre los modos en que el dolor es relacionado con personas específicas. Así, el diferencial en los umbrales de tolerancia al dolor es visto alternativamente como marcador de una “menor civilización” -donde refinamiento y bajo umbral de dolor son idénticos, como en la célebre historia infantil de la princesa y el guisante- (pp. 253-254). A la par, “constituciones débiles” se asocian a la pertenencia a ciertas culturas o comunidades, como en el caso de la judía, la turca o los “salvajes”, a quienes podían atribuirse “respuestas exóticas al dolor” (p. 195). El texto de Bourke deja claro cómo estas diversas maneras de entender la experiencia del dolor fincada en identidades sociales ha redundado en manejos terapéuticos distintos, que a menudo redundan en un déficit en la administración de analgésicos para ciertos grupos de pacientes, como las mujeres latinas o negras que se aprestan a dar a luz en los Estados Unidos. Algunos discursos que vinculan sufrimiento, redención, pecado, purificación e inocencia continúan corriendo sin interrupción hasta entrado el siglo XXI y dando forma a la experiencia terapéutica.

The Story of Pain analiza también las cambiantes y complejas relaciones entre médicos y pacientes y el creciente diferencial de poder entre ambos que se amplió a partir de la confluencia entre secularización y avances científicos. La experiencia del dolor propio y ajeno, muestra Bourke, se inscribe dentro de las transformaciones epistémicas propias de la era moderna y es uno de los ejes en que se reconfiguran las “fuentes del yo” que Charles Taylor describiera en 1989.9

1 Joanna Bourke es profesora de Historia en el Departamento de Historia, Clásicos y Arqueología en Birkbeck College, en la Universidad de Londres. Es también miembro de la Academia Británica. Su amplia gama de publicaciones se ha concentrado en la historia social y cultural y ha trabajado con amplitud en el área de la historia de las emociones y de la violencia sexual. En años recientes ha incursionado en el estudio de la violencia militar y la experiencia sociocultural del dolor en las sociedades británica, estadounidense y australiana entre el siglo XVIII y el presente. Entre sus libros destacan: Wounding the World: How the Military and War-Play Invade our Lives, Londres, Virago, 2014; The Story of Pain: From Prayer to Painkillers, Oxford, Oxford University Press, 2014; What It Means to Be Human, Reflections from 1791 to the Present, Londres, Virago, 2013; Rape: A History from 1860s to the Present, Londres, Virago, 2007; Fear: A Cultural History, Londres, Virago, 2005; The Second World War: a people’s history, Oxford, Oxford Univer- sity Press, 2001 y An Intimate History of Killing: Face-to-Face Killing in Twentieth Century Warfare, Londres/Nueva York, Granta/Basic Books, 1999. Ha escrito además docenas de artículos y ensayos sobre historia de la cultura, género, emociones y experiencias bélicas.

2Elaine Scarry, The Body in Pain. The Making and Unmaking of the World, Nueva York, Oxford University Press, 1985.

3Ibidem, pp. 3-6.

4Susan Sontag, Regarding the Pain of Others, Nueva York, Picador, 2003.

5Norbert Elias. The Civilizing Process. Sociogenetic and Psychogenetic Investigations, Oxford, Blackwell, 2000.

6Lucien Febvre, “Sensibility and History: How to Reconstitute the Emotional Life of the Past”, en Peter Burke (ed.), A New Kind of History, Londres, Harper Row, 1973.

7William M. Reddy, The Navigation of Feeling: A Framework for the History of Emotions, Nueva York, Cambridge University Press, 2001.

8Javier Moscoso. Historia cultural del dolor, Madrid, Taurus, 2011.

9Charles Taylor, Sources of the Self: the Making of the Modern Identity, Cambridge, Massachusetts, Harvard University Press, 1989.

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