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Historia y grafía

versión impresa ISSN 1405-0927

Hist. graf  no.37 México jul./dic. 2011

 

Expediente

 

A golpes de autoritarismo: la Unión de Federaciones Campesinas de México, un intento fallido de organización rural independiente

 

The Union of Peasant Federations of Mexico, a failed attempt on independent rural organization

 

Elisa Servín*

 

* Dirección de Estudios Históricos/Instituto Nacional de Antropología e Historia, México.

 

Artículo recibido: 11/05/2011
Artículo aceptado: 05/10/2011

 

Resumen

Este trabajo revisa la historia de la Unión de Federaciones Campesinas de México creada en la coyuntura de las elecciones presidenciales de 1952. La organización pretendió fracturar el control electoral que el PRI, a través de la Confederación Nacional Campesina, ejercía sobre los trabajadores del campo. El intento fracasó, pues a lo largo de su breve existencia la Unión se enfrentó al autoritarismo del PRI, que buscó por todas las vías impedir su permanencia y consolidación.

Palabras clave: henriquismo, organización rural, CNC, elecciones, autoritarismo.

 

Abstract

The article examines the history of the Union of Peasant Federations of Mexico created in the context of the presidential election of 1952.

The Union organizers adhered to the opposition presidential candidacy of Miguel Henríquez Guzmán and tried to mobilize henriquistas in the countryside. Their efforts met with the PRIista authoritarian control over campesinos which prevented the Union from becoming a permanent organization.

Key words: henriquismo, rural organization, CNC, elections, authoritarianism.

 

El control autoritario del mundo rural fue una pieza clave del ejercicio del poder durante el siglo XX mexicano. Después de la intensa movilización generada por la revolución de 1910, que llevó a miles de campesinos en todo el país a luchar organizadamente por la tierra, los gobernantes de los años veinte y treinta se esforzaron por contener esa fuerza social a través de diversas vías. La más exitosa fue el intenso reparto agrario que se llevó a cabo entre 1936 y 1938 durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, que no sólo respondió a las demandas de tierra y agua que habían surgido en todo el país, sino también puso al campesino en el corazón de la dignidad nacional. Este proceso se desarrolló a la par de los trabajos para constituir una organización que debería garantizar los logros de la reforma agraria a partir de "la unificación campesina".1 La fundación de la Confederación Nacional Campesina (CNC) en 1938 y su incorporación al Partido de la Revolución Mexicana (PRM) marcaron la pauta de lo que habría de ser la relación autoritaria entre el Estado y los trabajadores del campo a lo largo de las siguientes décadas.

Las ansias modernizadoras de los gobiernos de los años cuarenta y cincuenta llevaron al abandono de la reforma agraria, dejando trunco un proyecto de desarrollo rural basado en el ejido y la comunidad campesina. Aunque en su origen cardenista la CNC tuvo como razón de ser la defensa de esa reforma en su sentido más amplio, en los años posteriores sus dirigentes prefirieron mantener su lealtad hacia los respectivos presidentes y el partido del que formaban parte, transformado a partir de 1946 en Partido Revolucionario Institucional (PRI), y colaboraron de distintas maneras con la rectificación agraria. No pudieron impedir, sin embargo, que las resistencias ante esta rectificación se expresaran en distintos puntos del país y por diversas vías. Frente a ellas habrían de imponerse el control clientelista, la disuasión y la represión del descontento rural, estrategias que alimentaron a la así llamada "pax priísta".

Un episodio dentro de este complejo proceso lo protagonizó la organización de una central campesina que en su momento se pretendió independiente de la CNC y el PRI, la Unión de Federaciones Campesinas de México (UFCM), creada en la coyuntura de la elección presidencial de 1952. Dirigida por un grupo de personajes cercanos al agrarismo cardenista, la Unión nació con la intención de sostener la candidatura presidencial del general Miguel Henríquez Guzmán, y a través de ella recuperar fuerza y espacio político para sus dirigentes, a la vez que buscaba ofrecer solución a los problemas de ejidatarios y pequeños propietarios. En el transcurso de su corta vida la nueva organización se enfrentó cotidianamente con el uso de diversos mecanismos de control autoritario puestos en marcha por la política oficial para contener a sus posibles adherentes y simpatizantes. A reconstruir esos eventos se dedicará este texto.

 

EL CORPORATIVISMO AGRARIO

La movilización rural que generó la revolución de la primera década del siglo XX transformó a México. En el transcurso de los años veinte y treinta los campesinos se conformaron como un nuevo sujeto social y político, e impulsaron diversas formas de organización y lucha por sus demandas, en particular tierra y agua. Las luchas campesinas redefinieron la relación entre el centro y las regiones y mostraron la vitalidad de quienes eran todavía la población mayoritaria del país.

Este proceso alimentó la formación de diversas organizaciones con fuerte presencia regional dirigidas por representantes de la nueva clase política surgida de la Revolución. Personajes como Emilio Portes Gil, Adalberto Tejeda, Úrsulo Galván, Graciano Sánchez, Antonio Díaz Soto y Gama, entre muchos otros, fundaron y trabajaron, en las Ligas de Comunidades Agrarias y Sindicatos Agrarios estatales, en la Liga Nacional Campesina (LNC) y el Partido Nacional Agrarista (PNA), las organizaciones con mayor fuerza política de los años veinte. A partir de una idea de organización política agrarista contribuyeron a institucionalizar la relación entre los grupos movilizados y el naciente estado posrevolucionario, y se beneficiaron políticamente de la fuerza del movimiento campesino.2

La rivalidad ideológica entre quienes se encontraban más cerca del oficialismo y quienes buscaban mantener su autonomía marcó la existencia de estas organizaciones. El conflicto se agudizó al fundarse en 1929 el Partido Nacional Revolucionario, tal y como ocurrió con la LNC, la organización con mayor fuerza social y compromiso agrarista, que se fracturó un año después entre quienes deseaban integrarse al PNR y quienes prefirieron mantener su independencia.

En 1933, en la coyuntura de la sucesión presidencial, Graciano Sánchez y Emilio Portes Gil, entre otros, constituyeron la Confederación Campesina Mexicana (CCM) con la finalidad de apoyar la candidatura del general Lázaro Cárdenas. El compromiso de Cárdenas con el agrarismo y el apoyo de los agraristas articulados en la CCM llevó a que en el transcurso de 1936 a 1938 su gobierno realizara un intenso programa de reparto de tierras y fortaleciera al ejido colectivo como instancia de producción y organización social. El proceso se complementó con la instrucción presidencial de lograr la "unificación campesina" en una organización que se articulara al partido oficial, lo que desde la perspectiva de Cárdenas garantizaría la defensa y consolidación de la reforma agraria.

Entre 1935 y 1938, a la par de la reforma agraria, los cuadros agraristas más cercanos al presidente trabajaron en la organización de lo que habría de constituirse formalmente como la Confederación Nacional Campesina (CNC). Con el argumento de la unificación, el 28 de agosto de 1938 la CNC nacía desde el poder como la instancia de mediación privilegiada entre el Estado revolucionario y el movimiento campesino.

Las dificultades de la sucesión presidencial de 1940 obligaron a la redefinición. A ello se añadieron las quejas por los bajos resultados productivos del ejido. Comenzaba un largo y complicado proceso de discusión en torno a la mejor forma de organización productiva para el campo mexicano que llevaría, entre otras cosas, a postergar el reparto de tierras ejidales y a abandonar al ejido colectivo como instancia de producción privilegiada.3

El proyecto de desarrollo de la posguerra impulsado con ímpetu por los gobernantes de los años cuarenta, Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán, redefinió las prioridades y consolidó una nueva forma de producción agroindustrial montada sobre la propiedad privada. La redefinición tuvo su correlato en la suspensión del reparto agrario, el incremento de trabas burocráticas para regularizar la tenencia, el despojo de tierras recién otorgadas durante el cardenismo, la violencia, el asesinato de dirigentes locales y un largo etcétera de conflictos agrarios.

A lo largo de este proceso los dirigentes de la CNC mantuvieron su lealtad a ambos presidentes y colaboraron con la rectificación sobre todo al procurar mantener el control sobre los trabajadores del campo. A muy pocos años de la creación de la central campesina eran evidentes las consecuencias de haber nacido desde el poder. Para sus dirigentes serían más importantes las instrucciones del presidente y el partido, formar parte del legislativo o de las estructuras de poder local que luchar por las demandas campesinas. Aunque a lo largo del gobierno de Ávila Camacho los representantes de la CNC resistieron los intentos de incorporar el amparo agrario a rango constitucional, en diciembre de 1946 sus dirigentes enmudecieron y avalaron sin protestar las reformas al artículo 27 que validaron el amparo y extendieron los límites de la pequeña propiedad.4

La rectificación agraria implicó a su vez la pérdida de fuerza política de quienes habían formado parte del proyecto cardenista, pérdida que se agudizó durante el gobierno de Miguel Alemán. Al acercarse el fin de este sexenio, en los primeros años cincuenta, la coyuntura de la sucesión presidencial abrió de nuevo la posibilidad de una reorganización política y social del descontento que buscó presionar por una recuperación del cardenismo.

 

LA UNIÓN DE FEDERACIONES CAMPESINAS DE MÉXICO

El 24 de noviembre de 1950 se publicó en la prensa nacional el Manifiesto a los trabajadores del campo, documento en el que un grupo de reconocidos agraristas convocaba a constituir la Unión de Federaciones Campesinas de México (UFCM).5 César Martino por el Comité Nacional Organizador, Luis Ramírez de Arellano, Augusto Hinojosa y Enrique Sánchez Perea por la Liga Central de Comunidades Agrarias de la República, Adalberto Cortés, Félix Ramos Hernández y Adalberto Ramírez López por la Liga Nacional Campesina "Úrsulo Galván" y Cuauhtémoc Ríos M., Marcos Sánchez y Nicolás Cabrera por el Comité Reivindicador de los Derechos Campesinos exponían en el Manifiesto las causas por las que consideraban necesaria la creación de una nueva central campesina que trabajara por resolver los problemas de los hombres del campo.6

A cuarenta años del inicio del movimiento revolucionario en México, señalaban, "su pueblo está mal alimentado, está semi-desnudo y semi-descalzo y sólo la mitad de nuestra población sabe leer y escribir". Era necesario revisar las metas y las fallas de la reforma agraria para posibilitar "dar un nuevo jalón en el secular problema de la tierra, que es de donde nacen todos los demás problemas de nuestro pueblo". Gracias a la reforma agraria, argumentaban, regiones que antes se encontraban sumidas en el atraso económico, como La Laguna, el Valle del Yaqui o Mexicali, eran ahora ámbitos de desarrollo agrícola e industrial. Sin embargo, la cuestión agraria había sido dejada de lado, y aunque el campo era la base sobre la que se montaba la industria mexicana, se relegaba a los campesinos y sus necesidades.

El documento enumeraba algunas de las causas que generaban la miseria y la baja productividad rural. La falta de apoyo a los trabajadores del campo había provocado que muchos tuvieran que emigrar a las ciudades a malbaratar su mano de obra, o irse de braceros a sufrir discriminación y humillaciones. Los campesinos debían vender sus productos a precios bajos, y ante la ausencia de créditos eran obligados a caer en manos de usureros. La dotación de tierras irrigadas había beneficiado a "influyentes" y no a los verdaderos campesinos. Éstos, por otra parte, padecían la falta de apoyo de la CNC, "que se preocupa ahora más por fomentar concursos de trajes regionales, mientras en el campo los trabajadores carecen de los más indispensables elementos."

El documento proponía un programa alternativo que buscaba ofrecer respuesta a las principales demandas campesinas: continuar con la distribución de tierras ejecutando las resoluciones presidenciales pendientes y agilizando los expedientes de solicitud; dar preferencia en las obras de riego a los campesinos con derechos agrarios a salvo para impedir la formación de nuevos latifundios y frenar el bracerismo; perfeccionar el crédito agrícola y convencer a la banca privada para que incrementara sus operaciones en los ejidos; proteger la producción mejorando los precios de los productos, creando centrales de distribución y fomentando el seguro agrícola; dotar a las comunidades de salud y asistencia social y extender la educación más allá de la primaria rural, estableciendo escuelas secundarias; rectificar los despojos hechos a diversos ejidos exigiendo la restitución de la superficie sustraída y luchar por el principio de inviolabilidad del ejido y la pequeña propiedad; crear uniones de productores manejadas por los campesinos para buscar mejores precios y mercados a sus productos. Finalmente, los impulsores de la nueva central proponían trabajar por la organización de sindicatos de trabajadores que sin ser ejidatarios laboraran en faenas agrícolas, así como por la posibilidad de que los campesinos pudieran designar libre y democráticamente a las autoridades ejidales y tener representación en los ayuntamientos en los que la población campesina fuera mayoritaria.

La UFCM estaría conformada por federaciones estatales, integradas por los militantes de las organizaciones firmantes del Manifiesto, y por aquellos ejidatarios, pequeños propietarios, colonos y fraccionarios que quisieran sumarse a la nueva central. Se invitaba también a los agrónomos y maestros que quisieran colaborar en su formación. Los convocantes tenían una larga carrera en la causa agrarista y su documento era una llamada de atención respecto al descontento que la contrarreforma agraria estaba generando en el campo.

En otro sentido la creación de la UFCM era parte de la estrategia política de quienes desde mediados de 1950 empezaron a trabajar por la precandidatura presidencial del general Miguel Henríquez Guzmán. Destacaba entre ellos un notable grupo de personajes cercanos al agrarismo cardenista (y a la formación de la CNC en 1938) como los ingenieros Martino e Hinojosa, los coroneles Wenceslao Labra y Ernesto Soto Reyes, o el michoacano J. Trinidad García.7 Participaban también en estos trabajos los ingenieros Alonso Garrido Canabal y Salvador Solórzano, éste último cuñado de Lázaro Cárdenas. Todos formaban parte del Comité Nacional de Orientación ProGral. Henríquez Guzmán, que empezaba a presionar para que el PRI tomara en serio la precandidatura del general.8

La presencia de estos personajes en el entorno del general Henríquez reafirmó la reivindicación del proyecto político y social del cardenismo como uno de los ejes fundamentales del programa henriquista. En ese sentido era fundamental recuperar el apoyo campesino y por ello se abocaron a la creación de una organización que en primera instancia se pretendía independiente de la CNC, aunque no necesariamente del PRI.

Tan sólo dos días después de la publicación del Manifiesto, el 26 de noviembre, se estableció la primera Federación Campesina en Tlaxcala, en un evento al que asistieron los principales organizadores de la nueva central y en el que César Martino anunció la integración de una comisión que se encargaría de discutir y resolver los problemas y quejas que presentaran los campesinos. Entre sus integrantes se encontraban dos firmantes del Manifiesto, Augusto Hinojosa y Adalberto Cortés, así como los ingenieros Salvador Solórzano y Alonso Garrido Canabal. Otro de los convocantes a formar la UFCM, Enrique Sánchez Perea, fue designado secretario general de la Federación tlaxcalteca.9

El 3 de diciembre se constituyó la Federación Campesina del Estado de México en Toluca, evento que contó con la participación como orador del combativo Rubén Jaramillo.10 Destacaba la presencia de Wenceslao Labra, quien en años anteriores había sido diputado, senador y gobernador de esa entidad. Los trabajos iniciales para constituir la Federación campesina en Toluca corrieron a cargo de Labra quien no sólo condujo el proceso sino también designó a su dirigente, Felipe Estrada, ex diputado local y federal, y gente de toda su confianza.11

También en otros estados fueron ex gobernadores los que encabezaron los trabajos para constituir la Federación estatal. Así ocurrió en Jalisco, donde el general Marcelino García Barragán era uno de los personajes más cercanos a Henríquez Guzmán. Otros casos fueron los de Puebla, donde el ex gobernador Gonzalo Bautista impulsaba al henriquismo buscando no romper con la clase política local, o los de Colima, Nayarit, Coahuila y Aguascalientes, en los que la filiación cardenista-henriquista de sus ex gobernadores facilitó la organización de las federaciones campesinas estatales.12

En muchas ocasiones la organización de las federaciones campesinas fue el punto de arranque de los trabajos de proselitismo que se llevaban a cabo en el ámbito local. La formación de comités municipales de apoyo a la precandidatura era parte del objetivo de los organizadores de la nueva central, quienes no ocultaban su intención de contar con una base campesina que apoyara la candidatura de Henríquez. En otros casos la instalación de la Federación campesina fue más bien resultado de un esfuerzo previo de proselitismo local o de la organización de comités municipales. Lo cierto es que la UFCM se alimentó de las relaciones que los dirigentes del henriquismo mantenían en sus lugares de origen y, en su caso, de sus bases de poder local.

Aunque en sus inicios los organizadores de la Unión no pretendían enfrentarse al PRI, ni mucho menos al presidente Alemán (varias de las primeras asambleas para instalar las Federaciones estatales se realizaron con el presidium flanqueado por los retratos de Cárdenas, Ávila Camacho, Alemán y Henríquez), pronto resultó evidente que ineludiblemente tendrían que afrontar las dificultades de ir contra la política oficial.13 Más aún, pese a que en sus inicios la nueva organización no parecía representar ninguna amenaza (había evidencias de que en muchos casos se recurría al "acarreo" para constituir las federaciones estatales), casi en forma paralela al surgimiento de la formación de la UFCM, la CNC y el PRI se aprestaron a boicotearla. La aparición de una organización que se suponía independiente, crítica, y dirigida por viejos conocidos del agrarismo cardenista alertó a la PRI y a los priístas locales, quienes no tardaron en denostarla e impedir su funcionamiento.

El 12 de diciembre el presidente del PRI, el general Rodolfo Sánchez Taboada, mostró a la prensa un mensaje firmado por César Martino en el que éste comunicaba el establecimiento de la Federación Campesina del Estado de México y anunciaba que en su oportunidad ingresaría al partido:

Tal mensaje expresa que los de dicha Federación no pertenecen al PRI. La única central campesina que reconocemos es la CNC... los únicos que se han colocado al margen del partido son los señores Martino y Labra que están actuado fuera de las normas de nuestra institución, hasta el punto de que indebidamente usan el nombre del PRI.14

Las declaraciones de Sánchez Taboada reflejaron el malestar que empezaba a causar el proselitismo henriquista en los círculos oficiales. El 17 de diciembre, quince días después de la constitución de la Federación Campesina de Tlaxcala, la CNC organizó en esa ciudad un Congreso Agrario al que asistieron senadores, diputados y comisarios ejidales además del propio Sánchez Taboada, con la finalidad de discutir la problemática campesina y contrarrestar las llamadas "maniobras divisionistas" del henriquismo. Un día antes la CNC llevó a cabo en Morelos el Pleno Estatal Agrario cuyos resolutivos se concentraban en la necesidad de conservar la unidad frente a las "bastardas ambiciones de elementos irresponsables", así como fundar "desde luego" las uniones de productores de caña de azúcar y de arroz.15

El mensaje de la dirigencia priísta subrayó la obligación de mantener la disciplina y la unidad frente a la propuesta henriquista que buscaba "dividir" a los campesinos. No se trataba solamente del abierto desafío a las órdenes presidenciales de contener el "futurismo" al proclamar la precandidatura de Henríquez Guzmán, sino también, y sobre todo, de las críticas cada vez más frecuentes que se hacían a la CNC, y de los crecientes delegados y comisariados ejidales que dejaban la central priísta para unirse a la UFCM.16 La nueva organización empezaba a beneficiarse de los conflictos al interior de las ligas cenecistas en la medida en que dirigentes regionales o locales inconformes se adherían a la central henriquista.17 Por lo demás, la creación de la Unión de Federaciones en la coyuntura preelectoral era una disputa por la representatividad de la CNC y su eficacia como instancia de gestión y solución de los problemas campesinos.18 Era, en suma, una disputa por el control local y estatal (además de electoral) del campesinado.19

Por todo ello, a la par de los trabajos para constituir las federaciones estatales, la CNC combatió el proselitismo henriquista con reuniones y asambleas, boletines de prensa, promesas de solución a demandas como la formación de uniones de productores o el otorgamiento de créditos, consultas a los diputados de las zonas rurales y, sobre todo, con la distribución de recursos y prácticas clientelistas.20 En forma paralela se recurrió también a obstaculizar los trabajos de los henriquistas o de plano a las amenazas y a la represión directa, siempre en alianza con las autoridades locales. Las más de las veces los organizadores de la UFCM tuvieron que enfrentar el que no se autorizara el uso de locales para sus reuniones, que se impidiera el transporte público de sus contingentes, o que se ordenara no atenderlos en hoteles y restaurantes como estrategias de las autoridades para prevenir las convenciones campesinas.21

Pese a los llamados al orden, el control político y las intimidaciones, entre enero y julio de 1951 se constituyeron federaciones campesinas en Durango, Coahuila, Colima, Chihuahua, Guerrero, Morelos, Querétaro, Guanajuato, Nuevo León, San Luis Potosí, Hidalgo, Oaxaca, Baja California Norte, Sinaloa, Yucatán, Zacatecas, Campeche, Tabasco, Chiapas y el Distrito Federal.22

 

LA UFCM EN LA CAMPAÑA ELECTORAL

El 28 de julio de 1951 se constituyó formalmente la Unión de federaciones campesinas de México en un evento al que asistieron alrededor de cinco mil participantes organizados en 26 delegaciones de los estados en los que ya existían federaciones campesinas constituidas, además de las delegaciones fraternales de Veracruz, Michoacán, Tamaulipas y Sonora.23 Integraron el Comité Directivo Nacional de la nueva organización César Martino como presidente, J. Trinidad García en la vicepresidencia y Alonso Garrido Canabal en la secretaría general.24 Después de escuchar las documentadas ponencias que presentaron varias delegaciones regionales la asamblea tomó dos acuerdos: sumarse a la Federación de Partidos del Pueblo Mexicano (FPPM) y postular la candidatura de Miguel Henríquez Guzmán. Acto seguido éste se presentó en la reunión y aceptó la postulación que se le ofrecía. La reunión terminó con un minuto de silencio por la muerte de Emiliano Zapata.25

El 19 de agosto Miguel Henríquez Guzmán inició su gira electoral en la ciudad de Colima. En el transcurso de los meses siguientes fue evidente que en muchos estados los integrantes de la UFCM eran la base henriquista fundamental. La capacidad organizativa de sus dirigentes, aunada al descontento existente en muchos puntos del país, contrastó con las dificultades que tuvieron quienes buscaron romper el férreo control de la ctm sobre las organizaciones obreras. Por esa y otras razones los problemas del campo fueron un eje central en los planteamientos de Henríquez Guzmán a lo largo de la campaña, mismos que se alimentaron con los recorridos por infinidad de ejidos en todo México y la constatación en vivo de los problemas locales.26

Así ocurrió, por ejemplo, desde los inicios de la gira, durante la visita a Nayarit, en donde existía un fuerte conflicto con el gobernador por el control del precio del maíz. Desde fines de 1950 la UFCM había retomado las quejas por la abismal diferencia entre el precio al que se compraba el maíz a los campesinos productores y el precio al que se vendía en la Ciudad de México.27 Durante el recorrido electoral fue notorio que la participación de henriquistas en los operativos campesinos para sacar clandestinamente el maíz y venderlo fuera del estado habían redituado en la popularidad de Henríquez Guzmán.28 Tal vez por esa razón el candidato y su comitiva se enfrentaron a la fuerte hostilidad del gobierno estatal durante su recorrido nayarita.29

La violencia no era novedad. Desde sus inicios la UFCM se había enfrentado a las provocaciones y agresiones de los gobiernos locales. Éstas se repitieron con mayor o menor fuerza a lo largo de toda la campaña. El 23 de septiembre, por ejemplo, el presidente municipal de Tlacotepec, a 80 kms. de la ciudad de Puebla, detuvo un convoy de camiones en el que grupos de campesinos se dirigían al mítin de recepción al general Henríquez. Después de revisar los permisos de tránsito y apoyado por la policía, el presidente municipal insistió en negarle el paso al convoy. Mientras discutía con el encargado de la organización henriquista, de ambos lados de la carretera surgieron disparos en contra de los camiones. El resultado fue de por lo menos cinco muertos y varios heridos, entre ellos el propio presidente municipal.30 Aunque los dirigentes henriquistas insistieron en que la Suprema Corte de Justicia llevara a cabo una investigación del incidente ésta se negó a hacerlo.

La situación se agudizó cuando el PRI designó a Adolfo Ruiz Cortines como su candidato a la presidencia. El trato otorgado al candidato oficial magnificó por contraste las dificultades y la violencia a la que se enfrentaban los henriquistas. Así había ocurrido en enero de 1952 en Mexicali, Baja California Norte, donde el interés del comité henriquista local por organizar un buen recibimiento al general Henríquez se equiparó con los esfuerzos de las autoridades para restarle fuerza a la recepción del candidato.31 El 27 de enero un grupo de campesinos que se dirigían a bordo de una camioneta al mítin henriquista fueron baleados al desobedecer la orden de detenerse en un puesto de vigilancia militar y policiaca. Un campesino murió y dos más resultaron heridos. De acuerdo a la versión oficial, los henriquistas iban armados y eran los responsables de la agresión.32

La notable participación de militares en el henriquismo daba pie a las acusaciones. La figura del general Henríquez resultaba atractiva no sólo dentro del Ejército sino también entre grupos de veteranos de la Revolución y en los cuerpos de defensa rural, que reivindicaban la alianza revolucionaria con el campesinado. El agrarismo armado había sido parte del proyecto cardenista para defender las tierras otorgadas en los años treinta, y su reivindicación era cotidiana en la campaña electoral. Esto contribuyó a darle mayor credibilidad a la posibilidad de un triunfo henriquista y, sobre todo, al hecho de que habría quien los defendiera de los abusos a los que ya eran sometidos muchos partidarios de Henríquez en el campo.

En esta labor la UFCM se enriqueció con la participación de los maestros, a quienes había convocado desde el inicio. A lo largo del proceso de formación de la Unión y de la organización del magisterio henriquista se insistió en repetidas ocasiones en la relación entre maestros y campesinos que había sido eje de la Revolución y de la reforma agraria durante el gobierno de Lázaro Cárdenas.33 En muchas zonas rurales fueron maestros los que, en efecto, formaron parte de la dirigencia de las federaciones estatales campesinas.34 Su participación contribuyó a que en algunos casos éstas actuaran en la defensa de los intereses de sus agremiados, encabezando o participando en las denuncias en contra del despojo de terrenos ejidales o la ausencia de créditos que aquejaban principalmente a los ejidatarios, así como en las demandas de insumos para la producción, de canales de irrigación o de libertad para la comercialización de los productos.35

La UFCM recurrió a la oferta de créditos, insumos agrícolas, irrigación y defensa de la propiedad a quienes se afiliaran al movimiento.36 En diversas ocasiones sus dirigentes nacionales y estatales se entrevistaron o buscaron hacerlo con gobernadores, funcionarios del Departamento Agrario o de los bancos de crédito agrícola y ejidal, todo en aras de ganar partidarios y apoyar a los ejidatarios y productores. A lo largo de la campaña el PRI fortaleció, por su parte, las tácticas que utilizaba desde 1950 para frenar a los henriquistas. Así ocurrió por ejemplo en Tamaulipas, donde el viejo agrarista Graciano Sánchez logró atraer a muchos partidarios, recurriendo incluso a la promesa de que Lázaro Cárdenas acompañaría a Henríquez durante su gira electoral por el estado. Para contrarrestar su labor proselitista, el gobierno de Tamaulipas ordenó diversos recorridos por los ejidos para entregar "pequeñas ayudas de maíz, frijol, medicinas, etcétera, además de créditos de avío para las siembras de maíz". 37

En un ambiente de creciente rivalidad y violencia física y verbal, el domingo 6 de julio de 1952 se llevaron a cabo las elecciones. El gobierno y el PRI proclamaron el triunfo de Ruiz Cortines cuando apenas cerraban las casillas, aunque los informes que llegaron desde el domingo en la noche a las oficinas de la FPPM dibujaron un escenario distinto. Además de notificar el triunfo del general Henríquez y de los candidatos a la legislatura en diversos puntos del país, daban a conocer las abrumadoras irregularidades del proceso electoral.38 Por ejemplo, en comunicados enviados por el presidente municipal de Jamiltepec, Oaxaca, a otros presidentes municipales de la región, les señalaba que ellos debían encargarse de llevar los "componentes de las casillas electorales" a su oficina, donde se contaba con la documentación para arreglar la elección "en vista de que en esa la mayoría son henriquistas y se puede fracasar". En su mensaje al presidente municipal de San Lorenzo, le informaba que el triunfo del PRI era la instrucción que se tenía de las "Autoridades Superiores". Más aún, "como se sabe que en esa existe un fuerte grupo henriquista, debe aprehender a los dirigentes de ese grupo y consignarlos porque está prohibida por el gobierno la candidatura de Henríquez Guzmán". Por lo demás, todos sus escritos terminaban con el consabido "Sufragio Efectivo. No Reelección". Era evidente que a la fuerza de la oposición correspondería la magnitud del fraude.39

Así ocurrió también en localidades de Jalisco como Amatitlán, Tequila, Tepatitlán y Arandas, en las que se presumía el triunfo del general Henríquez, y en donde los priístas, auxiliados por las autoridades municipales y el ejército, se robaron las ánforas.40 En Mazatlán, Sinaloa, se denunció el robo de ánforas en una localidad donde ganó la FPPM, robo realizado por las autoridades en complicidad con priístas. En algunas rancherías los votos a favor de Ruiz Cortines se encontraban todavía en "fajillas", lo que indicaba que no habían pasado por las urnas.41 Por su parte, el 6 de julio la Procuraduría General de la República informaba alrededor de las 19 horas que en Monclova, Coahuila, la votación favorecía a Henríquez, y que en Toluca, Tlanepantla y Coloayacan la mayoría de las ánforas habían sido robadas porque la votación era favorable a Wenceslao Labra, candidato a senador del Estado de México por la FPPM. También reportó que se habían encontrado 300 boletas henriquistas falsas en Oaxaca y que en Matehuala y La Paz, en San Luis Potosí, se habían robado las ánforas con ayuda de las presidencias municipales.42

En los días siguientes al 6 de julio llegaron a las oficinas presidenciales múltiples denuncias de irregularidades desde distintos puntos del país.43 No obstante, el hecho de que los resultados favorables a la FPPM o a otros partidos de oposición se alteraran prácticamente al concluir la votación hizo que la documentación probatoria de los triunfos locales henriquistas desapareciera justamente desde el día de la elección.

Con el argumento de que el proceso electoral había concluido, el gobierno dejó de lado el discurso democrático que había utilizado a lo largo de la campaña y fortaleció ya sin ambages la vertiente autoritaria. El 7 de julio, los campesinos henriquistas que se reunieron en la Alameda de la Ciudad de México a festejar el pretendido triunfo de su candidato se encontraron con los escudos de los granaderos, las armas de los policías y los tanques de los soldados. Comenzaba así el principio del fin para la Unión de Federaciones Campesinas de México.44

 

HACIA EL FINAL

En los días siguientes a la elección la represión contra los henriquistas se extendió y agudizó por todo el país. Muchas localidades, sobre todo en las zonas rurales, eran patrulladas por soldados y policías con instrucciones de desbaratar cualquier intento de reunión, al punto de detener a quienes insistieran en manifestarse. Las detenciones ilegales se incrementaron y las denuncias sobre asesinatos y desaparecidos llegaron profusamente a las oficinas presidenciales con la exigencia de que se cumplieran las ofertas democráticas que el presidente Alemán y el PRI habían proclamado a lo largo de la campaña.45 Al mismo tiempo llegaban a la Secretaría de Gobernación y a la Presidencia de la República decenas de telegramas de diversos puntos del país protestando por el fraude electoral.46

En los meses siguientes, los dirigentes más visibles del henriquismo agrarista fueron hostigados hasta el punto en que se intentó detenerlos bajo la acusación de que preparaban un levantamiento armado. El temor que la UFCM había despertado en las filas oficiales desde 1950 se magnificaba ante la posibilidad de que sus dirigentes intentaran recurrir a la insurrección para defender el supuesto triunfo henriquista. El 2 de octubre César Martino, Ernesto Soto Reyes, Vicente Estrada Cajigal y Bartolomé Vargas Lugo fueron detenidos y sometidos a varios interrogatorios en la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal. Horas después fueron puestos en libertad.47 Ante la gravedad del asunto el general Henríquez se dirigió a la opinión pública y pidió a sus partidarios que mantuvieran "inalterable serenidad frente a la obsesión terrorista de sus enemigos".48

La "obsesión terrorista" se apoyaba en los informes policíacos que reportaban la organización de intentos insurreccionales locales en varios puntos del país. Diversos grupos habían decidido no esperar a un levantamiento nacional y empezaban a proceder por su cuenta. En el transcurso del mes de octubre de 1952 la prensa reportó las detenciones de henriquistas en Puebla, Morelos, Zacatecas, Tamaulipas y otros puntos del país.

Ya fuera por su incapacidad para resistir el hostigamiento, por su negativa a involucrarse en acciones armadas, por la indecisión del general Henríquez, por recibir generosas ofertas de parte del presidente electo Ruiz Cortines o por todo ello en su conjunto, en junio de 1953 se hizo pública la ruptura de varios prominentes cardenistas con Henríquez Guzmán y su salida de las filas henriquistas. Entre ellos se encontraban dos de los principales organizadores de la UFCM, César Martino y Alonso Garrido, quienes abandonaron a su suerte a la central campesina después de trabajar arduamente desde 1950 en su formación. Martino y Garrido reproducían así el patrón histórico del agrarismo institucional en el que la relación con los campesinos era en realidad un instrumento de presión y negociación política. Eran oficialistas y no rompieron con el sistema.49

Por su parte, en los meses y años posteriores a la elección muchos campesinos acudieron a las oficinas de la UFCM para pedir apoyo frente a la represión de la que eran objeto en sus pueblos y comunidades. Otros más insistieron en pedir el apoyo tantas veces ofrecido para resolver los problemas que enfrentaban en su localidad. Algunos incluso exigieron que se defendiera el pretendido triunfo electoral de Henríquez aunque fuera por la vía de las armas. Ante el abandono de Martino, la UFCM quedó a cargo del michoacano J. Trinidad García, de Feliciano Rodríguez y del viejo revolucionario Celestino Gasca, quien a lo largo de la campaña había dedicado sus afanes a la organización de los trabajadores henriquistas. Ante la deserción de la fracción cardenista ganaron fuerza quienes buscaban organizar un levantamiento en armas.50

Sus esfuerzos, sin embargo, no fueron apoyados por el general Henríquez. No sólo eso. Aprovechando los disturbios que se produjeron después de una manifestación realizada el 5 de febrero de 1954 en la Ciudad de México, la Secretaría de Gobernación decidió quitarle el registro a la Federación de Partidos del Pueblo acusando a sus miembros de instigar a la violencia.

Desarticulados, indefensos y sin organización, muchos ejidatarios regresaron a la CNC. En 1957 la central priísta festejaba el regreso de cien mil agricultores a sus filas, abandonadas en 1951 para integrarse a la Unión de Federaciones Campesinas de México.51 Así concluía la existencia de una organización que buscó inútilmente romper con el control autoritario priísta que dominaba al campo mexicano.

 

FUENTES CONSULTADAS

Archivos

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Publicaciones periódicas

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Excélsior (México), 28 de junio de 1957.         [ Links ]

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---------- "La Organización Nacional Única del Magisterio Henriquista, cordialmente invita a sus compañeros de todo el país", 15 de marzo de 1951.

---------- "En triunfo recorre el Gral. Henríquez Guzmán, Colima, Nayarit y Jalisco", núm. 3, 15 de septiembre de 1951.

---------- "Gran manifestación popular recibe al Gral. Henríquez en Puebla, en medio del dolor por la sangrienta tragedia de Tlacotepec", 15 de octubre de 1951.

Hoy (México),11 de octubre de 1952.         [ Links ]

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Notas

1 Existe una amplia bibliografía sobre la reforma agraria cardenista y el contexto en el que se fundó la CNC. Entre otros puede consultarse a Luis Hernández y Pilar López, "Campesinos y poder: 1934-1940", en Historia de la cuestión agraria mexicana. El cardenismo: un parteaguas histórico en el proceso agrario 1934-1940 (segunda parte), vol. 5; Raquel Sosa Elízaga, Los códigos ocultos del cardenismo; Heather Fowler-Salamini, Movilización campesina en Veracruz, 1920-1938; Moisés González Navarro, La Confederación Nacional Campesina en la Reforma Agraria mexicana.

2 También en este caso la bibliografía es abundante. Puede consultarse por ejemplo Historia de la cuestión agraria mexicana. Modernización, lucha agraria y poder político 1920-1934, vol. 4, Escárcega López, Historia de la cuestión op. cit; Fowler-Salamini, Movilización campensina en Veracruz, op. cit., González Navarro, La Confederación Nacional Campesina..., op. cit.

3 Cynthia Hewitt de Alcántara, La modernización de la agricultura mexicana, 1940-1970; Enrique Ochoa, Feeding Mexico: The Political Uses of Food since 1910.

4 Luis Medina, "Del cardenismo al avilacamachismo" en Historia de la Revolución Mexicana, 1940-1952; Gerrit Huizer, La lucha campesina en México, p. 85.

5 Puede consultarse en Problemas Agrícolas e Industriales de México, p. 365.

6 César Martino tenía una sólida carrera en el ámbito del agrarismo institucional. En 1935 formaba parte del Comité Ejecutivo de la CCM. Después participó en la fundación de la CNC y fue diputado por ese sector. Durante el gobierno de Ávila Camacho fue Gerente del Banco Nacional de Crédito Agrícola y seguramente responsable de las políticas crediticias que poco después criticaría en el Manifiesto. Por su parte, Luis Ramírez de Arellano había reactivado la Liga Central de Comunidades Agrarias por lo menos desde 1941, y era crítico de la CNC y de los Bancos de Crédito Agrícola y Ejidal (y tal vez del propio Martino) desde entonces. González Navarro, La Confederación Nacional Campesina..., op. cit., p. 113. De acuerdo a un informe de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), Félix Ramos Hernández había sido consejero del Departamento Agrario durante el gobierno de Lázaro Cárdenas. En el informe se mencionaba que su organización era "de membrete" y sólo para que Ramos pudiera "lucrar en su provecho personal". Fundación Miguel Alemán, Henriquismo, t. I, pp. 264-5.

7 En 1930 Wenceslao Labra contribuyó a la escisión de la Liga Nacional Campesina y a la incorporación de una fracción al PNR Por su parte, Ernesto Soto Reyes formó parte en 1935 del Comité Organizador de la Unificación Campesina nombrado por Cárdenas. J. Trinidad García conocía a César Martino por lo menos desde 1935, cuando ambos integraban el Comité Ejecutivo de la CCM. González Navarro, La Confederación Nacional Campesina..., op. cit., pp. 90-2.

8 Elisa Servín, Ruptura y oposición. El movimiento henriquista, 1945-1954, p.151.

9 De acuerdo a la DFS, Sánchez Perea trabajaba en el Departamento Agrario. En el reporte sobre este evento, el agente de la DFS informó que a los asistentes se le repartieron billetes de dos pesos con el nombre de Henríquez Guzmán. Henriquismo, op. cit., t. III, pp. 592-6.

10 "Magna asamblea del Estado de México", Heraldo del Pueblo. Órgano de la Federación de Partidos del Pueblo Mexicano (México), año I, núm. 2, 15 de diciembre de 1950, p. 6. Jaramillo se había sumado al henriquismo desde 1945. En una reunión efectuada en la casa de Genovevo de la O en Morelos, en enero de 1951, decía Rubén: "Les vamos a demostrar... que los morelenses ya se cansaron de vivir como esclavos, y que como hombres libres, les vamos a ganar la batalla en las próximas elecciones". "Crónica de la Convención henriquista de Morelos", Heraldo del Pueblo (México), núm. 5, 31 de enero de 1951, p. 7.

11 Henriquismo..., op. cit., t. II, p. 281.

12 En Colima el ex gobernador henriquista era Pedro Torres Ortiz. En Nayarit, Francisco Parra. En Coahuila Pedro Rodríguez Triana y en Aguascalientes Juan N. Alvarado. Servín, Ruptura y oposición, op. cit.

13 A propósito de los retratos, por ejemplo en Jalisco, Henriquismo, t. II, op. cit., p. 247.

14 El Universal (México), 13 de diciembre de 1950.

15 Excélsior (México), 18 de diciembre de 1950.

16 Los organizadores de la Unión de Federaciones aseguraban registrar ante notario el número de comisariados que formalizaban su salida de la CNC cada vez que constituían una federación estatal. Es muy posible, sin embargo, que esos documentos no sean localizables si es que en verdad alguna vez existieron.

17 Por ejemplo, Teobaldo Sosa, ex dirigente de la Liga de Comunidades Agrarias en Puebla y Leonardo B. Gutiérrez, ex secretario de Organización y Planeación Económica de la Liga en Colima, manifestaron públicamente su separación de la CNC para integrarse a su respectiva Federación henriquista. En abril de 1951 fue destituído Armando Arbea, Procurador de Pueblos en Chilpancingo, por su filiación henriquista. En Durango se reportó a fines de 1950 que el diputado local Juan Manuel Tinoco, secretario general de la Liga, era un henriquista connotado. En Sinaloa, José Rodríguez, perito adscrito a la Liga estatal, era henriquista desde 1945. Henriquismo, ts. II y III, op. cit.

18 En la convención de la Federación Campesina en Guerrero señalaba Martino: "La CNC tiene abandonados desde hace cuatro años a los campesinos. Tenemos el caso de Acapulco en donde al campesinado se le ha despojado de sus tierras y la CNC en lugar de defender a los campesinos de Guerrero se ha puesto de parte de los terratenientes enriquecidos de esa región". Ibidem, t. II, p. 207.

19 Por ejemplo, según los organizadores de la Federación Campesina de Jalisco, asistieron a la asamblea la mayoría de los comisariados ejidales de la entidad "quienes rechazaron seguir perteneciendo a la CNC que ha abandonado la resolución de los problemas ejidales". Archivo General de la Nación (AGN), Ramo Presidentes Miguel Alemán (MA), 252/12985, telegrama a Presidencia, 23 de diciembre de 1950. Poco después, en un informe sobre el mismo evento dirigido a Rogerio de la Selva, secretario particular de la Presidencia, el Comité Ejecutivo Regional del PRI mencionaba que se había buscado un "compromiso de adhesión" en las comunidades agrarias a favor de la CNC. AGN, MA, 252/12985, 27 de diciembre de 1950.

20 En una nota publicada en el Heraldo del Pueblo bajo el encabezado "Campesinos alerta", se comentaba que al Jefe del Departamento Agrario, Mario Souza, le había dado por realizar giras por los lugares en los que se organizaban las federaciones campesinas: "Tan pronto como ha surgido un movimiento reivindicador de los campesinos. se ha despertado un notable interés por atender los diversos aspectos de la vida de la clase trabajadora del campo, y como esto redunda en beneficio del sector más olvidado, nosotros nos sentimos satisfechos de ser un pretexto para que se atienda a los campesinos". Heraldo del Pueblo (México), núm. 6, 15 de febrero de 1951, p. 3.

21 En casos extremos "el PRI acude a la acción directa: se detiene con ametralladoras a un grupo de trescientos campesinos que pretendían hacer una demostración pública, o se encarcela toda una noche a cincuenta ejidatarios en Villahermosa". Daniel Cosío Villegas, La sucesión presidencial, p. 127. En Zacatecas, a fines de junio de 1951, las autoridades municipales recorrían los ejidos acompañadas de policías para amenazar a los campesinos y obligarlos a abandonar el henriquismo. Henriquismo, t. III, p. 715.

22 Henriquismo, ts. II y III. Heraldo del Pueblo (México), núms. 1 al 17.

23 Henriquismo..., t. I, pp. 317-36. Heraldo del Pueblo (México), núm. 17, 31 de julio de 1951.

24 También formaron parte del Comité Directivo Nacional los secretarios de Acción Ejidal, Ceferino Canseco; de Acción Obrera, Guillermo Rivera; de Organización, Antonio Olea González; de Acción Cooperativa, Fidencio Vázquez Gómez; de Educación, Juan Soria Urías; de Acción Femenil, Ma. Genoveva de la O; de Colonos, Francisco Contreras; de Higiene y Asistencia, Eduardo Cerda; de Recursos Forestales, Marcos Sánchez; de Planeación y Programa, Feliciano Canul; de Prensa y Propaganda, Isaías Juárez y de Actas y Acuerdos, Salvador Solórzano. Henriquismo, t. I, pp. 317-36.

25 En diciembre de 1950 la Alianza de Revolucionarios Agraristas encabezada por Genovevo de la O publicó un manifiesto en el que acusaba a Sánchez Taboada de participar en el asesinato de Zapata. Los henriquistas repitieron la acusación en múltiples ocasiones.

26 No sólo Henríquez se refirió a los asuntos del campo. La campaña electoral estuvo determinada por las posiciones políticas de todos los candidatos en torno a la cuestión rural. Véase a Julio Moguel, "La cuestión agraria en el periodo 19501970", en Escárcega López, Historia de la cuestión..., op. cit., Política estatal y conflictos agrarios, 1950-1970.

27 "El Comité Organizador de la Unión de Federaciones Campesinas hace declaraciones", Heraldo del Pueblo (México), núm. 3, 31 de diciembre de 1950, p. 3. En la edición número 9 del 31 de marzo de 1951, este periódico publicó en forma condensada un estudio sobre el tema realizado por el Ing. Salvador Solórzano.

28 Servín, Ruptura y oposición, op. cit., pp. 237 ss.

29 Los detalles en el artículo, "En triunfo recorre el Gral. Henríquez Guzmán, Colima, Nayarit y Jalisco", Heraldo del Pueblo (México), núm. 19, 15 de septiembre de 1951, p. 7.

30 "Gran manifestación popular recibe al Gral. Henríquez en Puebla en medio del dolor por la sangrienta tragedia de Tlacotepec", ibidem, núm. 20, 15 de octubre de 1951. Enrique Quiles Ponce, Henríquez y Cárdenas, ¡Presentes! (Hechos y realidades en la campaña henriquista), pp. 94-6.

31 Servín, Ruptura y oposición, op. cit., pp. 287-8.

32 Ibidem, p. 256.

33 La compleja relación entre maestros y campesinos durante la Revolución y el cardenismo rebasa con mucho los límites de este trabajo y ha sido objeto de una copiosa bibliografía. Como referencias muy puntuales al tema pueden consultarse los trabajos de Mary Kay Vaughan, "El papel político de los maestros federales durante la época de Cárdenas: Sonora y Puebla", en Susana Quintanilla y Mary Kay Vaughan, Escuela y sociedad en el periodo cardenista, y Sosa, Los códigos ocultos del., op. cit.

34 Ese fue el caso, por ejemplo, de la profesora Victoria Sánchez en el Estado de México, del profesor Gabriel Lima en Tlaxcala, del profesor Juan Soria Urías en San Luis Potosí o de los profesores Urías Moctezuma Catalán y Waldo Ojeda Sánchez, en Guerrero. El prof. Moctezuma, además de ser secretario general de la Federación campesina guerrerense, era represente regional de la Organización Unica del Magisterio Henriquista. Henriquismo, t. II, Hacia junio de 1951 se comentaba en los reportes de la DFS que los dirigentes del Comité Nacional del Magisterio Henriquista, entre quienes destacaban el historiador Luis Chávez Orozco y el profesor Manuel Chávez Campos, se encontraban dedicados a apoyar a los organizadores de la UFCM. Henriquismo, t. I, p. 184.

35 Véase al respecto "La Organización Nacional Unica del Magisterio Henriquista, cordialmente invita a sus compañeros de todo el país", Heraldo del Pueblo (México), núm. 8, 15 de marzo de 1951, p. 3

36 Desde los inicios de 1951 y a lo largo de la campaña electoral se publicaban en el Heraldo del Pueblo unos recuadros en los que se anunciaba la existencia de una comisión de especialistas en los problemas del campo que se ponía a disposición de los trabajadores rurales para estudiar sus asuntos e indicarles la mejor manera de resolverlos.

37 AGN, MA, 252/14362, Reporte con Datos Confidenciales, Ciudad Victoria, Tamps., mayo 7 de 1952.

38 Entre el 6 de julio en la noche y el día 11 se recibieron informes reportando el triunfo de Henríquez y los candidatos de la FPPM en diversos distritos de las siguientes localidades: Chihuahua, Cd. Juárez, San Francisco del Oro y Santa Bárbara en Chihuahua; Dolores Hidalgo, Gto; Puebla, Acatlán y Oriental en Puebla; Toluca, Zumpango, Cuautitlán y Otumba en el Estado de México; Córdoba, Tantoyuca, Veracruz, Álamo, San Andrés Tuxtla y Manuel Ávila Camacho en Veracruz; Colima y Manzanillo en Colima; Huajuapan, Oaxaca y Cd. Matías Romero en Oaxaca; Compostela en Nayarit; Ixmiquilpan, Pachuca, Molango, Tulancingo, Real del Monte y Tianguistengo en Hidalgo; Cd. Victoria, Matamoros, Río Bravo, Cd. Madero y Tampico en Tamaulipas; Arriaga, Comitán, Tuxtla Chico, Yajalón y Tuxtla Gutiérrez en Chiapas; Hermosillo, Son.; La Paz, B. C. Sur; Mexicali y Tijuana en B.C. Norte; Tacámbaro, Mich.; Chilpancingo, Iguala, Chilapa y San Luis Acatlán en Guerrero; Matehuala, Tamasopo y catorce comunidades más de San Luis Potosí; Emiliano Zapata, Durango y Tayoltita en Durango; Querétaro, Qro.; Cuernavaca, Mor.; Mérida y Ticul en Yucatán; Allende, Monclova e Hipólito en Coahuila. Archivo Personal Miguel Henríquez Guzmán, Relación de reportes y telegramas recibidos en las oficinas de la FPPM, 6-11 de julio de 1952. Documentos facilitados por Francisco Estrada Correa.

39 Circulares reproducidas en Francisco Estrada Correa, Henriquismo. El arranque del cambio, p. 176.

40 Nacional Archives Washington (NAW), Record Group (RC) 84, 350-Guadalajara, del cónsul J.W. Wilson al Embajador, Guadalajara, Jal., 8 de julio de 1952.

41 VAW, RG84, 350-Mazatlán, del Consulado a la Embajada, Mazatlán, Sin., 18 de julio de 1952.

42 AGN, MA, 252/42132, Informes de la Procuraduría General de la República, 6 de julio de 1952.

43 Las irregularidades que se denunciaron en casi todos los casos eran la negativa del personal de las casillas a realizar escrutinios frente a los representantes de la oposición, la presión a los votantes y el robo de ánforas. Por ejemplo, mensajes enviados desde Tuxtla Gutiérrez, Chis.; Matehuala, SLP; Otumba, Edo. de Mex.; San Luis Acatlán, Gro.; Dolores Hgo., Gto.; Tijuana, bc.; Manzanillo, Col.; Allende, Coah.; Compas, Dgo., entre otros. AGN, MA, 252/16046, 252/14362, 252/37366, 252/15453, 150/16610, 252/350, 252/14402, 934/18758, telegramas dirigidos a la Presidencia de la República, 7-19 de julio de 1952.

44 Para un recuento de la represión en la Alameda véase Servín, Ruptura y oposición, op. cit.

45 Por ejemplo: "Miguel Ríos, de Mazatlán, Sin., por ser partidario General Henríquez fue detenido sábado último y transportado avión esta Capital sin que conozcamos su paradero". AGN, MA, 252/18495, del lic. Tomás Villegas al Presidente, Mazatlán, Sin., 8 de julio de 1952. El presidente del Comisariado Ejidal de la colonia Lázaro Cárdenas se quejaba de que "por el hecho de haber sido simpatizador de la candidatura de Henríquez Guzmán las autoridades locales han proferido amenazas de muerte contra él y su hijo Regino Vera. Pide garantías para su persona y su familia". AGN, MA, 252/16046, de Miguel Vera Martínez al Presidente, Yajalón, Chis., 22 de julio de 1952. El 13 de octubre la casa del líder henriquista J. Jesús A. Hernández de Tecuala, Nay., amaneció rodeada de soldados que lo buscaban. NAW, RG84, 350-Mazatlán, del Consulado a la Embajada, Mazatlán, Sin., 31 de octubre de 1952. En su libro, Quiles Ponce reproduce una larga relación de muertos, perseguidos y detenidos henriquistas entre 1952 y 1954. Quiles Ponce, Henriquezy Cárdenas..., op. cit., pp. 281-8.

46 Por ejemplo, AGN, MA, 934/18758, telegrama de los ejidatarios del poblado Rodríguez a Miguel Alemán, Torreón, Coah., 14 de agosto; AGN, MA, 252/350, telegramas de Natividad, Ejutla, Etla, Tlaxiaco y Oaxaca, Oax., 15 de agosto de 1952; AGN, MA, 252/350, telegramas de Puebla, Pue., Tlanepantla, Mex., Peotillos, slp., 15 de agosto de 1952; AGN, MA, 252/350, telegramas de distintos pueblos y ejidos de Guerrero, 16 de agosto de 1952; AGN, MA, 252/350, telegramas de Xilitla, San Luis Potosí y Tamazunchale, slp., 15-20 de agosto de 1952.

47 Excélsior (México), 3 de octubre de 1952. Otra información mencionaba que había sido detenido también Celestino Gasca y no Soto Reyes. Hoy (México), 11 de octubre de 1952.

48 Hoy, Idem.

49 Martino se incorporó como asesor a las filas oficiales aprovechando la apertura del nuevo gobierno ruizcortinista al cardenismo.

50 Así lo indican los reportes policíacos desde 1953.

51 Excélsior (México), 28 de junio de 1957.

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