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Cirujano general

versão impressa ISSN 1405-0099

Cir. gen vol.36 no.4 Ciudad de México Out. 2014

 

Historia de la cirugía

El licor de Labarraque, primer antiséptico de los cirujanos mexicanos del siglo XIX

Labarraque liqueur, the first antiseptic of the 19th century used by Mexican surgeons

Carlos Agustín Rodríguez-Paz1  * 

1Servicio de Cirugía, Hospital General de Zona Cincuenta, Instituto Mexicano del Seguro Social, San Luís Potosí; Escuela de Medicina, Universidad Cuauhtémoc, México


RESUMEN

Resumen El inicio de la antisepsia se dio en México con el uso de sustancias cloradas, inventadas por el químico Antoine Labarraqué (1777-1850). Describimos la manera, los autores y cómo usaron esta sustancia los cirujanos mexicanos y la repercusión en su uso clínico en el siglo XIX, descritas en las tesis de pregrado y artículos de cirujanos mexicanos. Se muestra el estricto uso de dicha sustancia, enseñada por el eminente general Francisco Montes de Oca (1837-1885), quien obtuvo notorios éxitos al reducir la infección a casi cero complicaciones por gérmenes antes de la era bacteriana.

Palabras clave: Labarraque; Cirugía; México; Historia; Antisepsia; Cloro

ABSTRACT

Abstract The beginning of antisepsis occurred in Mexico with the use of chlorinated, that was invented by chemist Antoine Labarraque (1777-1850). We describe the way, the authors and used this substance by Mexican surgeons and the impact on its clinical use in the 19th century, described in thesis of undergraduate and Mexican surgeons articles show the strict use of that substance, taught by the eminent General Francisco Montes de Oca (1837-1885), who obtained notable successes in preventing infection at almost zero percent of complications by germens bacterial age.

Keywords: Labarraque; Mexico; History; Surgery; Antiseptic; Chlorine

Generalidades de la sustancia y el autor

El primer uso de soluciones cloradas lo dio Guyton de Morveau (figura 1) en 1773, al desinfectar una iglesia de Dijon, cuyas tumbas fueron abiertas, desapareciendo el fétido hedor. Autoridades como Vicq-d’Azyr en 1780 usaban, en lugar de la solución clorada, cloruro de estaño en las exu-maciones. Guyton-Morveau en 1800 usó en forma de gas la solución clorada1 y Pierre-Francois Percy, con una solución hecha a base de cloruro de potasio, disminuyó en un 50% las infecciones de guerra2.

Antonie Germain Labarraque (figura 2) fue un químico francés nacido en Saint-Marie Bloron en 1777 y fallecido en Galluis en Seine et Oise en 1850. Fue enlistado en el ejército francés (1793), como farmacéutico, graduándose de dicha profesión en 1795; para 1820 tuvo la visión de usar solución clorada como desinfectante, al unir cloruro de óxido de cal y sosa3. Prácticamente en todo el mundo se usó dicha solución en la purificación de hospitales, navíos, iglesias, la atmosfera, etc. El autor lo propone como un medio que impide la putrefacción de los cadáveres, cura la sarna, el herpes, las úlceras gangrenosas, etc.4.

Lo mismo se utilizaba para el lavado de heridas como de fijador de membranas en vacas ante hemorragia uterina5. Dicha solución estaba constituida de una mezcla de 10 g de cloruro de cal, cloro activo al 25% y 12.5 g de carbonato sódico, disuelto todo en un cuarto de litro de agua destilada. Labarraqué fue considerado uno de los químicos más competentes de Francia de inicios del siglo XIX. Fue miembro de la Academia de Medicina de Francia en 1824, premiado por la Academia de Ciencias en 1825, en 1836 fue miembro del Consejo de Higiene y Seguridad Pública del Departamento del Sena y Miembro de la Legión de Honor en 18273.

Figura 1 Louis-Bernard Guyton de Morveau (1737-1816), químico y político francés. Se le atribuye la producción del primer método sistemático de nomenclatura química. 

Figura 2 Antoine Germain Labarraqué (1777-1850), químico y farmacéutico francés, que destaca por la formulación de una solución de hipoclorito de sodio utilizado como desinfectante y desodorante. 

La antisepsia en México antes del listerismo

La experiencia de Ignaz Philipp Samelweiss (figura 3) nos describió cómo la Europa de la primera mitad del siglo XIX no usaba técnicas para evitar infecciones, y estas tardaron en ser incorporadas6,7; al no tener las bases bacteriológicas, la percepción de los malos olores o “podredumbre”, como se decía hace 200 años4, obligaba a mantener limpias las áreas más por una cuestión estética que por impedir infecciones.

Los estudios de Quijano-Pitman y Toledo-Pereyra nos describen que el cirujano mexicano usó diversas técnicas antes de la era antiséptica, desde soluciones alcoholadas, lavado con jabones, etc.8-10. Se discutió incluso en la Academia Nacional de Medicina en la sesión del 20 de abril de 1898; los tres iniciadores del listerismo: el Dr. Ricardo Vértiz en 1880 en el Hospital de San Pablo (Juárez), en las laparotomías, el Dr. Eduardo Liceaga en fecha ulterior (no se refiere en la cita) en la cirugía general y el Dr. Jesús San Martín en una tesis escrita en París en 1877; este comentó que introdujo en México dicho método10,11.

El uso del licor por los cirujanos mexicanos

Hasta donde se han revisado los documentos del Dr. Pedro Vander Linden, no existen elementos para inferir que dicho cirujano militar haya introducido en México el uso del licor de Labarraque, no existe ni en las notas ni en los artículos12 o leyes13,14editadas por este cirujano militar, donde se hable de medios para impedir dicha “podredumbre” o limpieza de heridas15; tampoco tenemos antes de 1860 citas que refieran el uso de dicha sustancia. Hasta la segunda mitad del siglo XIX es frecuente su descripción y uso en heridas16.

Diversos médicos han afirmado que el licor de Labarraque es un medio recomendado por el Dr. Montes de Oca; dicho cirujano militar insistió en forma reiterada a sus alumnos el uso de dicho medio17; el Dr. Regino González elogió a nuestro general, afirmando que antes de cada cirugía se lavaba las manos con jabón y zacate, así como la región que se iba a operar, luego rociaba la solución de Labarraque con “profusión y largueza” (sic), circunscribía la zona a operar con sábanas blancas limpias y, al terminar de suturar los bordes ya intervenidos de la cirugía, volvía a rociar dicha solución en los tejidos18.

El artículo donde se describe mejor el uso de las soluciones cloradas antes del listerismo es el del Dr. Manuel Soriano, del 18 de junio de 1872, durante la batalla de San Luis Potosí. Se describe el proceso que iniciaba con el lavado de las paredes de las habitaciones con agua feneciada, y se lavaba las sábanas con licor de Labarraque diariamente, cambiando dichas ropas antes de la llegada de los heridos, tras los procedimientos quirúrgicos y, realizadas las ocho curaciones diarias, se procedía por el personal de enfermeros militares al cambio de sábanas de camas cada 24 h9.

Fin de una era en México

Las ideas del listerismo fueron inmediatamente aceptadas en nuestro país tanto por la apertura de finales del siglo XIX a leer artículos de autores alemanes, franceses e ingleses por nuestros cirujanos8,10como porque ya existía una disciplina de limpieza en los procedimientos quirúrgicos, así como medidas de aseo de las heridas, su protección y preservación durante el postoperatorio, entre 1880 y 189011,20,21, cuando los europeos aun debatían la eficacia de las teorías de Pasteur y Lister, ya que a inicios de la primera guerra mundial aun eran cuestionadas6. Finalmente fueron aceptadas tras los estudios de Carrel y Drakin22, con la toma de cultivos y su particular diseño de un sistema de irrigación de heridas que, a pesar de ser efectivo como los sistemas de irrigación y curaciones diarias con licor de Labarraque de los mexicanos, fueron obsoletos al iniciarse la era de los antibióticos. Después de 1910, no encontré otra referencia en nuestro país que volviera a comentar el licor de Labarraque; dicho sistema clorado fue en su momento una respuesta para evitar la “podredumbre” y evitar los malos olores de las infecciones, medio indirecto de evitar gérmenes, aun antes de conocerse estos por Pasteur, y nos permitió ingresar a la era de la antisepsia antes que el mundo lo aceptara en general20. La última cita en Latinoamérica la hace en 1895 el Dr. Angel C. Sanhueza, al manejar la difteria con sueroterapia y aseo de las zonas afectadas con el licor comentado23. El licor de Labarraque sería sustituido24 durante la primera guerra mundial por la solución de Drakin, que salvó cientos de vidas con el sistema de irrigación que diseñó Alexis Carrel22 y seguía usándose en nuestro país en 1935, antes de la era de los antibióticos25.

Afortunadamente, se rescató dicho medio clorado por las nuevas sustancias que a inicios del siglo XXI se han ofertado en el mercado de la curación de heridas. Dichas soluciones contienen iones superóxido y radicales ionizados, y se ha demostrado que mejoran y aceleran el proceso de cicatrización y mantenienen limpias las heridas26. Este es un ejemplo de que la historia de la medicina es más que un acervo de datos, nombres y fechas; podemos encontrar opciones terapéuticas que en otro tiempo quizá ya fueron obsoletas pero que, con el paso del tiempo y readecuándolas a los medios disponibles en una nueva era, pueden brindarnos nuevas respuestas a las preguntas que día a día nos implican nuevas y viejas enfermedades.

Queda también nuestra revisión como un homenaje al Dr. Montes de Oca a quien solo le faltó tiempo para editar sus experiencias27; la constancia en las tesis de licenciatura y de algunos autores descritos nos hablan del liderazgo que tenía el general en las generaciones de quirúrgicos, implementando un medio que nos permitió ingresar a la era de la antisepsia aun antes que los europeos, insistiendo en la necesidad de publicar nuestras experiencias exitosas, para que puedan ser empleadas no solo en nuestra generación, sino en las siguientes, como hubiera sido si nuestro cirujano editara su primacía mundial28.

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

Referencias

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Recibido: 01 de Julio de 2014; Aprobado: 30 de Agosto de 2014

Autor para correspondencia: Consultorio 205 y 206, Hospital de Especialidades Médicas de la Salud, Av. Benito Juárez 1210, Colonia Valle Dorado, CP 78399 San Luís Potosí, SLP, México. Teléfono 01444 567 5811. Correo electrónico:ticitlhuasteco@msn.com(C.A. Rodríguez-Paz).*

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