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Revista Chapingo. Serie horticultura

versión On-line ISSN 2007-4034versión impresa ISSN 1027-152X

Rev. Chapingo Ser.Hortic vol.17 no.3 Chapingo sep./dic. 2011

 

Evaluación de podas en dos variedades de tomate de cáscara (Physalis ixocarpa Brot. ex Horm.) cultivado en campo

 

Evaluation of pruning in two husk tomato (Physalis ixocarpa Brot, ex Horm.) varieties cultivated in field

 

Juan José Ponce–Valerio1; Aureliano Peña–Lomelí 2*; Felipe Sánchez–del–Castillo 2; Juan Enrique Rodríguez–Pérez 2; Rafael Mora–Aguilar2; Rogelio Castro–Brindis 2; Natanael Magaña–Lira3

 

1 Desarrollos Tecnificados Agrícolas S. A. de C. V. km 0.5 Carretera San Ignacio, Magdalena, Sonora, C. P. 54160. MÉXICO.

2 Departamento de Fitotecnia. Universidad Autónoma Chapingo. Chapingo, Estado de México. C.P. 56230. MÉXICO. Correo–e: aplomeli@correo.chapingo.mx (*Autor para correspondencia).

3 Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias. Campo Experimental Valle de México. km 13.5 Carretera Los Reyes–Texcoco, Coatlinchán, Estado de México. C.P. 56250. MÉXICO.

 

Recibido: 2 de agosto, 2010.
Aceptado: 21 de septiembre, 2011.

 

Resumen

Con el propósito de mejorar la calidad y producción del cultivo de tomate de cáscara, se estudiaron, durante el ciclo primavera–verano de 2005, cuatro niveles de poda (cuarto, sexto y octavo entrenudo y sin poda) en dos variedades de tomate de cáscara (CHF1 Chapingo y Tamazula SM2). Se empleó un diseño experimental de bloques al azar con cuatro repeticiones y un diseño de tratamientos factorial completo 4x2. La unidad experimental fue de 1.5 m de ancho por 4 m de largo (6 m2) con 18 plantas totales y 16 útiles para mediciones. Las variables evaluadas fueron: peso, tamaño (diámetro ecuatorial y polar) y rendimiento de fruto. Ningún nivel de poda tuvo efecto positivo en el rendimiento ni en la calidad de fruto; sin embargo, sí hubo efecto entre variedades. Con la variedad CHF1 Chapingo se obtuvo el mayor rendimiento (963.5 g por planta) y la mejor calidad de fruto (peso por fruto de 26.4 g, diámetro ecuatorial de 54.4 mm y diámetro polar de 34.1 mm).

Palabras clave: Rendimiento, calidad de fruto, variedad CHF1 Chapingo.

 

Abstract

This investigation was carried out during the spring – summer cycle of 2005. The purpose was to improve the quality and yield of husk tomato crop with pruning. The effect of four pruning levels (fourth inter node, sixth inter node, eighth inter node, and without pruning) was studied on two husk tomato varieties (CHF1 Chapingo, and Tamazula SM2). The experiment design was a randomized blocks with four replications, and treatments were arranged in a 4x2 full factorial design. The experimental unit was of 6 m2, 18 total plants, and 16 plants to measuring. The evaluated characteristics were fruit size (equatorial and polar diameter), fruit weight, and yield. Pruning had not positive effect on yield and fruit quality. The highest yield (963.5 g per plant) and better fruit quality (weight per fruit of 26.4 g, equatorial diameter of 54.4 mm, and polar diameter of 34.1 mm) were obtained with the CHF1 Chapingo variety.

Key words: Yield, fruit quality, CHF1 Chapingo variety.

 

INTRODUCCIÓN

El tomate de cáscara (Physalis ixocarpa Brot. ex Horm.) es un cultivo hortícola de importancia económica en México y representa una alternativa para la agricultura. En el año 2008 se sembraron 47,097 hectárea, con rendimiento promedio de 13.14 t·ha–1 (SIAP, 2008). El incremento de la superficie cultivada (71 % entre 1982 y 2008) y la alta demanda de mano de obra (88 jornales por hectárea) han ubicado a esta especie entre las principales cuatro hortalizas del país.

A pesar de la importancia del cultivo de tomate de cáscara, su rendimiento es bajo en muchas regiones del país, debido probablemente a un manejo agronómico inadecuado (fertilización, variedades mejoradas y densidades) o a condiciones ambientales adversas (temperatura, precipitación, suelo no apto para este cultivo) y problemas fitosanitarios, por lo que en México y en otros países existe la tendencia hacia la búsqueda de nuevas opciones de producción (Peña y Márquez, 1990; Peña et al., 1999; Soldevilla et al., 2002; Peña et al., 2007).

La dinámica agrícola del cultivo del tomate de cáscara demanda la generación de cultivares mejorados que se ajusten a las necesidades actuales del mercado nacional e internacional. Dentro de las características a mejorar destacan: rendimiento, hábito de crecimiento, distribución de la producción, así como color, forma y tamaño del fruto. El concentrar la producción en un tiempo reducido debe ser uno de los objetivos del mejoramiento genético de la especie, al menos en regiones donde las bajas temperaturas son limitantes para su siembra, como en el Altiplano mexicano, ya que esto, junto con la precocidad, permitiría llegar al mercado con mayor rapidez y reduciría los costos de recolección (Peña y Márquez, 1990).

A pesar del gran impacto que tiene el cultivo de tomate de cáscara en las áreas productoras, la investigación que se ha desarrollado ha sido muy poca, particularmente con respecto a los diferentes sistemas de poda, densidades de población y fenología del cultivo (Saray y Loya, 1978; Mulato et al., 1987; Peña et al., 1997; Peña et al., 2007).

La poda se considera como una forma de reducir la competencia de los órganos de una misma planta, para regular el balance entre el crecimiento vegetativo y el reproductivo, induciendo la remoción de sustancias de reserva e incrementando la disponibilidad de agua y nutrientes para el vástago (Salisbury y Ross, 1994). Tiene como finalidad controlar el crecimiento de la planta y por lo tanto la calidad del fruto, así como acortar el ciclo del cultivo. Por ejemplo, el jitomate (Lycopersicum lycopersicon Mill.) es manejado a un solo tallo y puede podarse a sólo tres racimos de fruto, por lo que se reduce la producción por planta aunque ésta se compensa por el incremento en la densidad de población y la obtención de mayor número de frutos por unidad de superficie. Esto contribuye al acortamiento del ciclo del cultivo, con lo que es posible lograr ventanas de mercado específicas con el consiguiente beneficio económico (Cansino et al., 1992; Hernández et al., 1992).

Una de las principales técnicas de producción de hortalizas de fruto en invernadero o en cultivos protegidos es la realización de podas, es decir, la modificación del crecimiento natural de las plantas. La remoción de partes tales como yemas, brotes desarrollados, raíces y frutos, sirve para mantener una forma deseable y controlar la dirección y cantidad de crecimiento. Lo anterior influye en el número de flores y calidad de los frutos. Por ejemplo, si se reduce el número de frutos mediante la poda, los frutos que permanecen en la planta hasta la cosecha serán más grandes y de mejor calidad. Una poda terminal excesiva estimula el crecimiento vegetativo y puede suprimir la floración. Como la poda terminal remueve los ápices, los meristemos laterales dispondrán de mayor abastecimiento de agua, nutrientes y otros elementos vitales para el crecimiento vegetal (Halfacre, 1979).

Con relación a la poda, se han realizado diversos trabajos en invernadero y en campo abierto principalmente en el cultivo de jitomate (Hernández et al., 1992) y el cultivo de chile (Capsicum annum L.) (Pérez y Castro, 2008). En el cultivo de tomate de cáscara no se ha establecido esta práctica, a pesar de que es una alternativa comúnmente utilizada en cultivos hortícolas, sobre todo para incrementar la calidad del fruto y facilitar el manejo agronómico. Con base en esto, en el presente trabajo se estudiaron cuatro niveles de poda en dos variedades de tomate de cáscara, con el objetivo de determinar su efecto sobre la calidad del fruto y el rendimiento de la planta, a fin de evaluar dicha práctica en el manejo agronómico del cultivo.

 

MATERIALES Y MÉTODOS

La investigación se llevó a cabo en el Campo Experimental de la Universidad Autónoma Chapingo (19° 29' N, 98° 53' O; a 2,250 m), durante el ciclo primavera–verano de 2005, con las variedades CHF1 Chapingo y Tamazula SM2, proporcionados por el Programa de Mejoramiento Genético de tomate de cáscara de la Universidad Autónoma Chapingo. El suelo del sitio experimental tiene las siguientes características físico–químicas: pH: 6.83; M.O.: 1 %; Textura: franco arenoso; D.A.: 1.4 t·m–3; N= 10.3 mgkg–1; P= 52 mg·kg–1; K= 265 mg·kg–1 ; Ca= 1,814 mg·kg–1 ; Mg= 346 mg·kg–1 ; Fe = 22.8 mg·kg–1 ; Mn= 17.1 mg·kg–1 ; Zn= 0.65 mg·kg–1 ; Cu= 0.66 mg·kg–1 ; B= 0.78 mg·kg–1.

La siembra se realizó el 16 de marzo de 2005, en charolas de poliestireno de 200 cavidades, utilizando turba como sustrato; las charolas se estibaron y se taparon con plástico blanco durante tres días, después se destaparon y se colocaron horizontalmente sobre una mesa para irrigarlas diariamente. La primera semana después de la emergencia se regó con agua potable, y cuando las plántulas presentaron dos hojas verdaderas se regó con solución nutritiva de Steiner (Sánchez y Escalante, 1988) al 25 % de concentración, misma que semanalmente se aumentó 25 % hasta llegar al 100 %.

El trasplante a campo se realizó en surcos separados a 1.5 m, en los cuales se instaló una línea regante con distancia entre emisores de 30 cm; se colocó acolchado plástico plata–negro perforado a 30 cm; 30 días después de la emergencia se realizó el trasplante cuando las plántulas tenían una altura promedio entre 8 a 10 cm y 4 a 6 hojas verdaderas con 0.5 cm de longitud. Una hora antes de iniciar el trasplante se accionó el sistema de riego para que se humedeciera el terreno. Antes de trasplantar se le aplicó un tratamiento preventivo para plagas y enfermedades, el cual consistió en sumergir las plantas en una mezcla de productos Confidor® (1 ml·L–1 de agua) + Rooter Plus 3000® (1 litro en 100 litros de agua), cuyos ingrediente activos son Imidacloprid y ácido indol–3–butírico, respectivamente.

El contenido de humedad del suelo se determinó diariamente por la mañana durante todo el ciclo del cultivo. Cuando el contenido de humedad era menor que 80 %, se aplicó un riego hasta lograr 90 % de humedad aprovechable.

Se hizo una fertilización de fondo con 92 unidades·ha–1 de N (200 kg·ha–1 de urea) + 69 unidades de P2O5 (150 kg·ha–1 de súper fosfato de calcio triple) + 90 de K2O (150 kg·ha–1 de cloruro de potasio), antes de trasplantar. Posteriormente, a partir de dos semanas del trasplante, cada semana se aplicaron, mediante fertirrigación, 50 kg·ha–1 de urea y 75 kg·ha–1 de triple 18 (N–P2O5–KO2).

La prevención de plagas y enfermedades se realizó a partir de los 10 días después del trasplante, aplicando al tallo de la planta una mezcla de Confidor® (imidacloprid) 0.5 ml·L–1 + Phyton® (sulfato de cobre pentahidratado) 0.5 g·L–1 + Nudrin® (metomilo) 1 g·L–1, con el propósito de prevenir el ataque de barrenadores del tallo y hongos. Además, se realizaron aplicaciones foliares de Bayfolan® (extractos orgánicos) 2 ml·L–1 + Folidol® (paratión metílico) 0.5 g·L–1.

Los factores de estudio fueron: poda de ramas (al cuarto, sexto y octavo entrenudo y sin poda) y variedades de tomate de cáscara (CHF1–Chapingo y Tamazula SM2). La unidad experimental fue de 1.5 m de ancho por 4 m de largo (6 m2) con 18 plantas totales y 16 útiles para mediciones. El diseño experimental fue bloques al azar con cuatro repeticiones y el diseño de tratamiento factorial completo 4x2. El análisis estadístico consistió en análisis de varianza y prueba de comparación de medias de Tukey (P = 0.05).

Los caracteres evaluados fueron: rendimiento (g) por planta por corte y total, peso promedio (g) de 15 frutos por corte y promedio de cortes, y diámetro ecuatorial y polar de fruto (mm) por corte y promedio de cortes. En total se hicieron tres cortes.

 

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

En el análisis de varianza del rendimiento por planta, en los tres cortes realizados y en el total de ellos (RTP), se encontraron diferencias significativas (P = 0.05) en todos los casos para poda, en tanto que para las variedades sólo el segundo corte no presentó diferencias significativas (Cuadro 1). La interacción no fue significativa en ninguna variable de rendimiento (P = 0.05). Los coeficientes de variación fueron aceptables (menores que 22 %) para rendimiento por planta en los cortes 1 y 2 y en el total de ellos, en comparación con los reportados por Peña et al. (1997) en tomate de cáscara.

El peso promedio de 15 frutos por corte y el promedio de los tres cortes (PP15F) mostraron diferencias significativas (P = 0.05) tanto para variedades como para poda, excepto en el corte 1 para el factor poda (Cuadro 1). La interacción no fue significativa (P = 0.05) en ninguno de los tres cortes ni en el promedio de ellos. Los coeficientes de variación fueron aceptables (menores que 16 %), en comparación con los reportados por Soldevilla et al. (2002) en la misma especie.

El análisis de varianza para diámetro ecuatorial de fruto (Cuadro 1) en cada corte y el promedio de ellos (DEP) presentó diferencia significativa para variedades, mientras que el factor poda sólo para el segundo corte y en el promedio de ellos. Para diámetro polar del fruto en cada uno de los cortes y el promedio de ellos (DPP) las variedades tuvieron efectos significativos; el factor poda sólo fue significativo en el corte dos, y la interacción variedad por poda no fue significativa (P = 0.05).

En el Cuadro 2 se puede observar que la variedad CHF1 Chapingo superó significativamente (P = 0.05) en rendimiento a la variedad Tamazula SM2 en el primer y tercer cortes, así como en el rendimiento total por planta. En el primer corte se obtuvo el mayor rendimiento por planta y éste descendió conforme avanzó el número de cortes, resultado que coincide con lo reportado por Peña et al. (1997).

La prueba de comparación de medias mostró que la variedad CHF1 Chapingo fue significativamente (P = 0.05) de mayor peso promedio de 15 frutos, en los tres cortes y el promedio de ellos, que la variedad Tamazula SM2 (Cuadro 2). La raza Rendidora, a la que pertenece la variedad CHF1 Chapingo, presenta frutos de mayor tamaño que la raza Tamazula, lo cual coincide con lo reportado por Peña et al. (1999). El peso promedio por 15 frutos descendió conforme se avanzó en los cortes, y en el primero los frutos fueron significativamente de mayor peso que en los dos últimos. Datos similares obtuvieron Peña et al. (1997), quienes encontraron las mismas tendencias al evaluar intervalos de cosecha en la variedad CHF1 Chapingo de tomate de cáscara.

Los resultados indican que el mayor rendimiento y tamaño de fruto se obtienen en el primer corte y descienden paulatinamente a través de los siguientes cortes, situación explicable en función de las relaciones fuente–demanda que se establecen en la planta, ya que al momento del primer corte existen menos flores, bolsas y frutos totales (demanda) en comparación con los siguientes cortes (Mulato et al., 1987).

En cuanto al diámetro ecuatorial y polar del fruto en los tres cortes y en el promedio de ellos, la variedad CHF1 Chapingo fue la que presentó mayor tamaño de fruto, superando significativamente (P = 0.05) a la variedad Tamazula SM2 (Cuadro 2).

En el Cuadro 3 se presenta la prueba de comparación de medias para los niveles de poda. Los niveles de poda más sobresalientes en rendimiento por planta (por corte y el total de ellos) fueron sin poda y poda en el octavo entrenudo, sin diferencia significativa entre ellos (P = 0.05). En el primer corte, el nivel sin poda (462.6 g·planta–1) y poda en el octavo entrenudo (447.0 g·planta–1) sólo superaron significativamente al cuarto entrenudo (304.5 g·planta–1). En el segundo y tercer cortes sólo el tratamiento sin poda (380 g·planta–1, 222.7 g·planta–1, respectivamente) superó significativamente a los de poda en el sexto y cuarto entrenudos. Para el rendimiento total tanto el tratamiento sin poda (1,065.4 g·planta–1) como el de poda en el octavo entrenudo (919.5 g·planta–1) superaron significativamente a los de poda en el sexto (762.3 g·planta–1) y cuarto (543.2 g·planta–1) entrenudos. Lo anterior sugiere que la poda de ramas no es importante para incrementar el rendimiento del tomate de cáscara, debido posiblemente a su hábito de crecimiento (Peña y Santiaguillo, 1999); esto en contraste con lo reportado para jitomate por Silvia y Vizzoto (1986), quienes al comparar plantas no podadas y podadas cerca del tercer racimo encontraron que con la poda se incrementa el rendimiento en 87 %.

En el caso de las variables peso de 15 frutos por corte y promedio de los tres cortes (Cuadro 3), los mejores tratamientos de poda fueron en el cuarto y sexto entrenudos, aunque no mostraron diferencia significativa (P = 0.05) entre sí en ningún corte ni en promedio de ellos. En el segundo corte sí tuvieron diferencia significativa con el tratamiento de poda en el octavo entrenudo y sin poda, mientras que en el tercer corte sólo la poda en el sexto entrenudo superó significativamente al tratamiento sin poda. Para el primer corte y el peso promedio de los tres cortes no hubo diferencia significativa entre los cuatro tratamientos.

Para el diámetro ecuatorial y polar de fruto por corte y en promedio de los tres cortes (Cuadro 3) sólo hubo diferencia significativa en el segundo corte, donde el tratamiento de poda en el sexto entrenudo fue el único que superó significativamente (P = 0.05) al tratamiento que no se podó, lo cual indica que en general la poda no mejora el tamaño del fruto de tomate de cáscara. Este resultado contrasta con lo reportado por Pérez y Castro (2008) para chile manzano, quienes señalan que la poda de brotes y ramas incrementa la calidad del fruto en tamaño y grosor en pericarpio; por Knaver (1979) en chile morrón, que encontró que las plantas podadas produjeron mayor tamaño de fruto que los testigos sin podar; y por Hernández et al. (1992) en jitomate, quienes encontraron que la poda a un solo tallo incrementó significativamente la calidad del fruto, expresada por su tamaño de diámetro y altura.

No obstante que está demostrado que la poda es una práctica benéfica para incrementar el rendimiento y la calidad de fruto en especies hortícolas como chile y jitomate (Knaver,1979; Silvia y Vizzoto, 1986; Cansino et al., 1992; Hernández et al., 1992; Pérez y Castro, 1998; Pérez y Castro; 2008), en el presente trabajo no se encontró efecto positivo de la poda sobre el rendimiento y la calidad del fruto (peso y diámetro ecuatorial y polar de fruto) de tomate de cáscara, lo cual se debe posiblemente a que su hábito de crecimiento, floración y fructificación son diferentes a los de las especies señaladas (Mulato et al., 1987; Peña et al., 1997; Peña y Santiaguillo, 1999), en particular respecto a jitomate (Cansino et al., 1992; Hernández et al., 1992). Con base en lo anterior, se puede decir que la poda de ramas no es una práctica importante para el manejo agronómico del cultivo de tomate de cáscara.

 

CONCLUSIONES

La variedad CHF1 Chapingo produjo el mayor rendimiento (963.49 g·planta–1) y calidad de fruto (peso por fruto de 26.4 g, diámetro ecuatorial de 45.4 mm y diámetro polar de 34.1 mm).

No hubo efecto positivo de la poda sobre el rendimiento y la calidad del fruto de tomate de cáscara, aunque el rendimiento en el primer corte es fundamental para obtener un alto rendimiento total.

 

LITERATURA CITADA

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