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Revista de la Sociedad Química de México

versión impresa ISSN 0583-7693

Rev. Soc. Quím. Méx vol.46 no.3 Ciudad de México jul./sep. 2002

 

Barbarín Arreguín Lozano, Ph. D. (Bioquímica)

 

Jesús Kumate

 

Unidad de Bioquímica, Hospital de Especialidades, 1er piso, Centro Médico Siglo XXI, Av. Cuauhtémoc #330, Col. Doctores, México D.F.

 

La Sociedad Mexicana de Bioquímica nació en 1957 bajo los mejores auspicios: contó entre sus fundadores al doctor Barbarín Arreguín Lozano, decano del grupo por edad y por conocimientos. Su preparación era una garantía de profesionalismo; doctorado en el Instituto Tecnológico de California, coloquialmente el Caltech, en los Kerkchoff Biological Laboratories, cuyo director era Thomas H. Morgan ("el hombre de las moscas" por Drosophila), Premio Nobel en Fisiología y Medicina en 1937. La beca de 150 dólares mensuales era más que frugal, apenas para satisfacer las necesidades del metabolismo basal; sin embargo, trabajando en vacaciones pudo presentar la disertación doctoral en 1946. Los estudios de posgrado para obtener el Ph. D. (Doctor en Filosofía) los terminó en tres años en lugar de cuatro habituales. La investigación durante su posgrado fue sobre el metabolismo de carbohidratos en la papa, trabajo que después de 53 años aún es citado (en el año 2000 tuvo cuatro citas).

Durante su larga y fructífera vida, la investigación sobre biosíntesis de productos naturales ha sido un leit motiv permanente. En su segunda estancia en el Caltech realizó investigaciones sobre la biosíntesis de hule en el guayule (Parthenium argentatum). Durante su estancia en Münich hizo contribuciones sobre el tema en plantas del jardín botánico (Kok saghyz diente de león y Hevea brasiliensis). En México trabaja sobre lectinas de origen marino con el mismo entusiasmo y calidad productiva.

A su regreso a México en 1946 no encontró ofertas apropiadas a su trabajo y tuvo la fortuna de un posgrado durante cuatro años en investigación en el Caltech, con su profesor, el doctor James F. Bonner, quien fuera miembro de la National Academy of Sciences (Estados Unidos). Otros profesores de posgrado fueron Linus Pauling (Premio Nobel de Química 1954 y después de la Paz 1963), Carl D. Anderson y Robert A. Millikan (Premios Nobel de Física 1923 y 1936). En 1958 hizo una estancia en el laboratorio de Feodor Lynen (Premio Nobel de Química 1964) en el Max Planck Institut für Zellchemie en Münich.

Ninguno de los fundadores ni de los socios posteriores tiene un pedigree tan ilustre como Barbarín y lo justifica por la originalidad de sus trabajos, el gran número de estudiantes graduados que lo buscan y su permanente interés por la docencia. Su afán por transmitir a los jóvenes su vastísima experiencia, su permanente interés por la investigación y su extraordinaria capacidad para dominar las tecnologías de punta en Bioquímica.

Barbarín es uno de los fundadores que nunca han tenido ni aceptado puestos administrativos fuera de su Laboratorio de Investigación. Es un universitario, sin proclividad a buscar otros horizontes de trabajo, desde su incorporación al Instituto de Química de la UNAM. No le han faltado ofertas con mejorías económicas o de mayor prestigio y siempre ha permanecido fiel a la UNAM; hay razones para ello: ambiente de trabajo excelente, infraestructura tecnológica avanzada, atmósfera académica y de investigación, amén del respeto y consideración muy merecidas de autoridades y alumnos.

En las actividades de la Sociedad Mexicana de Bioquímica es la conciencia de lo que debe ser un científico: laborioso, tenaz, participativo con ideas, ayuda técnica, insumos y equipo con sus compañeros intra y extra muros. Nunca ha necesitado puestos administrativos para ser respetado y buscado como depositario de las mejores esencias de un científico, todo ello con naturalidad (que no humildad) y gran cordialidad.

Su decisión de permanecer en México en la década de los años cuarenta fue muy afortunada para México, aunque con muchas dificultades. En ocasión de buscar empleo en una fábrica de papel, el gerente le espetó que no había trabajo para un filósofo (Ph. D.). Las explicaciones de la índole del título y la conveniencia de mejorar el manejo de la celulosa y demás productos de las coníferas no convencieron al gerente. Su tutor, el Profesor Bonner, lo rescató para el Caltech y estuvimos a punto de perderlo en lo que hubiera sido una lamentable fuga de un cerebro de primera, no aceptó la proposición de permanecer en Estados Unidos y quedó con un recuerdo valioso aunado al matrimonio con su esposa Irma; un matrimonio feliz de más de 50 años, testimonio de la solidez de sus afectos y convicciones; una rara avis en estos tiempos de divorcios exprés.

En la Sociedad Mexicana de Bioquímica su participación ha sido permanente, un factor de unidad en el pequeño grupo desde 1957 hasta la floreciente sociedad actual con más de 300 miembros. No se concibe que la SMB hubiera tenido tan venturosa evolución sin la decidida colaboración de Arreguín. Le somos deudores de gran parte del florecimiento sostenido de la Bioquímica en México.

Su nombre Barbarín tiene origen en la denominación de una moneda de los mozárabes (españoles) que tenía en una cara a San Marcial con barbas, que fue introducida a la Francia carlovingia y que circuló hasta los siglos XII y XIII.

La convivencia de Arreguín es fácil, instructiva y muy cordial, las esposas de los fundadores de la SMB lo motejaron como "el James Mason de la Bioquímica Mexicana", apelativo que recibió con gran sentido del humor. Su longevidad le ha valido alcanzar las bodas de oro de su doctorado en el Caltech y el beneplácito de familiares, amigos y la legión de alumnos. Nadie piensa que deba jubilarse sino que hacemos votos para que ad multos annos siga enriqueciendo la Bioquímica, para la que tiene una vocación sostenida con el mismo ímpetu desde hace 60 años.

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