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Revista de la Sociedad Química de México

versión impresa ISSN 0583-7693

Rev. Soc. Quím. Méx vol.44 no.2 Ciudad de México abr./jun. 2000

 

Obituario

 

Compañeros y amigos de muchos años

 

Ana María Cetto y Luis de la Peña

 

Instituto de Física. Universidad Nacional Autónoma de México, Circuito Exterior, Ciudad Universitaria. Coyoacán 04510. México, D.F. E-mail: luis, ana@fenix.ifisicacu.unam.mx

 

Conocimos a Jacobo al principio de la década de los setentas. Tal vez la primera ocasión en que nos vimos fue en el Consejo Sindical, o quizá en alguna asamblea de la APAC. Esta última, la Asociación del Personal Académico de Carrera de la UNAM, era el órgano de participación voluntaria pero con cierto reconocimiento oficial que, ante la falta de otro recurso, los académicos más inquietos se habían congregado como organismo gremial del personal de carrera, que acordó disolverse con la creación del sindicato académico, el cual ayudó a construir aún con la ilusión de ver realizar en nuestro país un sindicalismo verdaderamente democrático. La otra instancia, el Consejo Sindical, fue un órgano particularmente exitoso de acción político-académica que se planteó entre sus tareas precisamente la construcción del sindicato. Fue muy grata la impresión que nos causara la solidez y pertinencia de los argumentos de Jacobo, un demócrata de convicción, lo que produjo un acercamiento entre nosotros que fue estrechándose con el tiempo hasta convertirse en profunda amistad y sincera estimación.

A lo largo de los años tuvimos oportunidad de trabajar muchas veces en diversas comisiones y tareas con Jacobo, tanto académicas como de servicio, incluso en alguna ocasión en el Consejo Universitario, donde una vez más pudimos apreciar la entereza con que defendía sus convicciones.

En el plano científico Jacobo representaba para nosotros un punto de contacto personal importante con la química, una disciplina que, a pesar de su cercanía con la física, es en general ampliamente desconocida e ignorada por los físicos. Se hizo costumbre en él responder a nuestra curiosidad, manteniéndonos al tanto de su trabajo y el de sus colegas en el Instituto de Química, de su visión de la química en el país y de las cosas más sobresalientes que pasaban en el mundo de la química. Ciertamente era un químico que se entendía bien con los físicos y comprendía su oficio, como lo atestigua el gusto con el que fue acogido como miembro de la Comisión Dictaminadora de nuestro Instituto.

Jacobo trabajó muy intensamente y por largo tiempo con grupos y estudiantes de otras universidades a lo ancho del país, desde el nivel elemental hasta el posgrado. Ha sido de los pocos que, al menos en épocas recientes, se han tomado en serio y como responsabilidad personal la misión nacional de la UNAM. De ello seguramente escribirán otros colegas que conocieron mejor sus peripecias por la República Mexicana, por lo que aquí sólo apuntamos que fue éste un esfuerzo sostenido durante muchos años, hasta el final de su vida.

Pero lo que quizá menos gente sabe es que también tenía una vocación latinoamericanista, la cual desplegó a su mejor estilo, siempre cordial y generoso. Aceptó entusiasta, junto con su buen amigo y colega chileno Juan Garbarino, la invitacion del comité COSTED de ICSU (Consejo Internacional para la Ciencia) y de la UNESCO para ayudar a formar una red latinoamericana de química (RELAQ), siguiendo el ejemplo de la ya tradicional Red Latinoamericana de Biología. Como todas las de este tipo, era una invitación a trabajar más, a dar algo más de su tiempo libre y de su buena voluntad para reunir a los químicos de la región y coordinar esfuerzos de cooperación regional. Desde su creación en 1995, la RELAQ ha empleado sus pocos recursos en apoyar el intercambio de investigadores y la participación de jóvenes químicos en reuniones internacionales. La colaboración de Jacobo en los trabajos de la Red hará falta siempre; pero su entusiasmo en la etapa inicial de construcción fue un aliciente importante, que seguramente habrá de estimular a otros colegas a continuar esta labor.

La última oportunidad de colaborar con Jacobo la tuvo uno de nosotros al invitarlo a escribir el capítulo sobre su especialidad para un libro que estaba en preparación, y que ahora se encuentra ya en circulación: Ciencias de la materia. Génesis y evolución de sus conceptos fundamentales (CEIICH/UNAM- Siglo XXI, 1999). Este fue desafortunadamente uno de los últimos, si no el póstumo, de los trabajos que publicara Jacobo.

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