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Revista de la Sociedad Química de México

versión impresa ISSN 0583-7693

Rev. Soc. Quím. Méx vol.44 no.1 Ciudad de México ene./mar. 2000

 

Obituario

 

En una clase de fisicoquímica del doctor Cetina

 

Bernardo A. Frontana-Uribe

 

Instituto de Química, Universidad Nacional Autónoma de México, Circuito Exterior, Ciudad Universitaria, Coyoacán, 04510 México, D.F. E-mail: bafrontu@servidor.unam.mx

 

Durante varias generaciones de posgrado en la Facultad de Química de la UNAM, es raro el químico que no tomó alguna vez clase de fisicoquímica con el singular profesor Raúl Cetina. Digo singular pues en su deseo de transmitir de una manera amena sus conocimientos a los alumnos, empleaba todo un conjunto de frases y vocabulario verdaderamente propio de él que lo hacía único entre nuestros demás profesores. Esta manera de expresarse trascendía el aula escolar y en cualquier plática con él en los pasillos de la Facultad o Instituto de Química, era común que nos hiciera reír o pasar un buen rato solo con oírlo hablar. En el apodo o sobrenombre dado por los Ingenieros Químicos "El profesor pasita" (manera de nombrar las uvas secas en México), se refleja mucho de su carácter como profesor, maduro en conocimientos pero gustoso de paladear.

Piensen en voz alta para que se equivoquen y así justifique mi presencia; a ver, ¿impunemente puedo escribir lo que escribí?; piensen, no importa... decía el Dr. Cetina con el afán de que sus alumnos externaran alguna opinión, o bien, participaran en la clase. Cuando por fin alguien se decidía a participar con un comentario y por timidez o por que estaba al fondo del salón y el no lo oía bien, le sugería: mas fuerte para que oigamos, pues de aquí a que vayamos y volvamos, ya nos olvidamos.

En las ecuaciones de fisicoquímica que explicaba en el pizarrón, frecuentemente aparecían letras de variables como: T de Tita, Tito, Tonto pero ¿es de?... Temperatura; F de Fábrica, Foco Fundido pero ¿es de?... Función; P de Pancho Pantera, Presión... ¡si! Presión; una u con pata larga llamada mu (µ); la risa en griego se llama ji, ji, ji (χ, χ, χ ).

Si tenía un error u olvido en el pizarrón parafraseaba: ¡se le cayó! (si se le olvidaba una letra o variable en una ecuación); no soy voluble, se me olvida (momento de cambiar algo donde se dió cuenta que se había equivocado); ando volando bajo, o bien, así me quedé por que comí carne de burro (si tenía varios errores cometidos en la misma clase); es pecata minuta (error que él consideraba ligero); nunca hagan esto. Estos errores, aunque muchos de ellos ligeros y tal vez para otro profesor sin importancia, él los tomaba muy en serio, pero con filosofía. Esto no impedía que la calidad de la clase y los temas expuestos por él fueran brillantemente desarrollados y fáciles de asimilar.

La resolución o despeje de una ecuación era acompañada por una narrativa florida y variada como: ningüineamos (despreciar un término o variable), déjenme pensar, ¡por que pienso!; hagan la raya con teodolito, soy crítico de esto (al construir una gráfica). Si obtenía el resultado correcto comentaba: y caprichosamente obtenemos...; ¡me salió por inspiración del espíritu santo!; no fui alumbrado, me vino la luz; Es que fui a la Villa allá por Peralvillo (santuario de la Virgen de Guadalupe en México D.F).

Palabras como: escozor, detallarín, comezón, rupestre, serafín, o bien aquellas propias de su tierra natal Yucatán como: chicoleo (mover o agitar con la mano), montóm (montón) que, acompañadas de movimientos corporales y gesticulaciones provocaban una sonrisa en aquellos que estábamos en clase. De esta manera rompía la barrera entre profesor y alumno o luchaba contra el cansancio, propio de lo abstracto de los temas. Siempre recordaremos aquellas clases difíciles de fisicoquímica, siempre amenas y agradables gracias al empeño, dedicación y esfuerzo del Dr. Cetina por transmitir, de una manera ágil y dinámica, sus conocimientos.

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