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Problemas del desarrollo

versión impresa ISSN 0301-7036

Prob. Des vol.54 no.213 Ciudad de México abr./jun. 2023  Epub 07-Nov-2023

 

Información

In memoriam Esther Beatriz Iglesias Lesaga

Germán A. de la Rezaa 

a Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Unidad Azcapotzalco, México.


Esther Iglesias ha fallecido. Ahora pertenece a la memoria profunda del exilio latinoamericano y a la vanguardia de quienes hicieron de la historia oral una fértil herramienta para la comprensión del mundo agrario.

Fue discípula, colega y amiga de Tulio Halperin Donghi, Sergio Bagú, Enrique Tandeter y José Carlos Chiaramonte, quizá los mayores historiadores de su natal Argentina, en cuya Universidad Nacional del Sur (Bahía Blanca) estudió y dictó clases sobre temas de historia rural. Poco después continuó sus investigaciones en el marco del programa doctoral de la Universidad Toulouse Le Mirail de Francia, donde se graduó con honores con una tesis sobre las Crisis agrícolas del sudoeste pampeano, obra que combina por primera vez una disciplina establecida -la historia económica- y un enfoque novedoso -el análisis de la historia oral-. De esa época data su promoción de los estudios pampeanos entre historiadores y geógrafos franceses, influencia perceptible en la obra del latinoamericanista Romain Gaignard, futuro rector de la misma universidad.

Impedida por el golpe de Estado de 1976, para regresar a Argentina, evento que inauguró una etapa de terror, persecuciones y asesinatos en el país hermano; ese mismo año ingresó a la planta de investigadores del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) a invitación de Arturo Bonilla Sánchez, entonces director.

El giro que daba su vida la llevó a replantear su metodología respecto de una región escasamente estudiada: los últimos sobrevivientes de las haciendas agaveras y el cultivo de henequén en Yucatán. Esta labor científica se extendió por varios años con el apoyo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y de la Escuela de Economía de la Universidad de Yucatán, dando por fruto la monografía: Yucatán, monocultivo, oro verde y decadencia henequenera (1984), premiada y publicada por El Colegio de México, así como otros tres libros, una compilación documental intitulada Voces de los henequenales, así como una veintena de artículos y capítulos, además de la formación de investigadores a nivel local y nacional.

A lo largo de su vasta vida intelectual y sus numerosas publicaciones, Esther Iglesias abordó varios temas de estudio, desgajados o diferentes de su principal proyecto de investigación. Entre los segundos figura la industria del calzado en Guanajuato. Con su equipo creó una red de productores y pequeñas empresas, y luego de una extensa investigación publicó La industria del calzado y la curtiduría (1998), el libro de su autoría que más citas y reseñas ha recibido hasta la fecha.

En una época en que la investigación académica sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) consistía básicamente en críticas superficiales, ofreció pautas y objetivos precisos para la mejoría del sector.

Los investigadores solemos encontrar en la lectura un complemento necesario para nuestra producción intelectual; en el caso de Esther, en cambio, la lectura era una suerte de estado natural, pues le permitía desplegar una fina observación crítica, su gran memoria y el manejo erudito de datos que, por cierto, no aminoraba su nivel de autoexigencia.

Cuando asumió la dirección de la Revista Problemas del Desarrollo en 2002, sus amigos supimos que era una decisión que tendría importantes consecuencias. Durante ocho años, se entregó en cuerpo y alma a convertir a esta publicación en la mejor de nuestro idioma, y desde la perspectiva que me permiten la actividad de lector, la dirección de varias revistas académicas y mi participación en el grupo de expertos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), sé que lo logró.

Con un magnífico equipo de colaboradores dispuso un dommy que renovaba el formato, las secciones y las portadas con el cuidado que sólo el amor puede dar; luego eliminó los retrasos en la impresión y buscó mejorar prácticamente cada elemento de la edición, dictaminación y contacto con los autores. Al mismo tiempo, se esforzó en dar visibilidad internacional a la revista, no sólo por vía de la difusión, sino mediante ConoSur, una selección de los mejores artículos coeditada con el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) Argentina.

Esther Iglesias fue y seguirá siendo para quienes la conocimos, un ser entrañable y de intachable honestidad intelectual. Su conversación podía ser fustigante, erudita, serena y reflexiva. Tenía el espíritu joven, de la joven que un día fue y de la combatiente que nunca dejó de ser. Hereda al mundo su ejemplo como editora y lo que más amó: su hijo Pablo. Y la memoria de un pueblo que rescató del olvido.

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