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Problemas del desarrollo

versión impresa ISSN 0301-7036

Prob. Des vol.40 no.156 Ciudad de México ene./mar. 2009

 

Reseñas

 

El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo / Los precios elevados de los alimentos y la seguridad alimentaria: amenazas y oportunidades

 

Emilio Romero Polanco*

 

Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, Roma, FAO, 2008.

 

* Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM

 

 

La presente publicación elaborada por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) —con motivo de la última Cumbre Mundial sobre la Alimentación efectuada en Roma del 3 al 5 de junio de 2008 y con la presencia de representantes de 180 países, más la Unión Europea— está centrada en el análisis sobre el estado que guarda la inseguridad alimentaria en el mundo. En este contexto, el planteamiento medular del presente informe señala el convencimiento "de que la comunidad internacional debe tomar medidas urgentes y coordinadas a fin de combatir la repercusión negativa del aumento de precios de los alimentos sobre los países y las poblaciones más vulnerables del mundo". El informe centra su atención en la manera en que los incrementos sistemáticos en los precios de los alimentos están agravando las condiciones de vida de la población más pobre del mundo y poniendo en entredicho la posibilidad de alcanzar los objetivos acordados internacionalmente sobre el hambre para 2015, en el sentido de reducir la pobreza y la desnutrición en 50%. Algunos de los principales pronunciamientos emitidos durante esta reunión destacan cuestiones como a) Un preocupante incremento del hambre en el mundo, en donde se ha identificado, según estimaciones de la FAO para 2007, a 923 millones de personas hambrientas que representan a más de 80 millones que las registradas durante el anterior periodo de referencia 1990-1992; b) Se considera que el incremento más rápido del hambre crónica se produjo entre 2003-2005 y 2007 como consecuencia principalmente de los cada vez más elevados precios de los alimentos, situación que por su complejidad y alcance está amenazando la seguridad alimentaria mundial a largo plazo; c) Los focos rojos de este agravamiento de la situación del hambre se concentran en la mayoría de los hogares urbanos y rurales pobres de los países en desarrollo que dependen de la compra en el mercado de alimentos para cubrir sus necesidades nutricionales; en particular, se señala la vulnerabilidad ante la escalada en los precios de los comestibles, de la población más depauperada de la ciudad y del campo, las personas sin tierra y los hogares sostenidos por mujeres; d) La Cumbre Mundial de Alimentos concluyó sobre la necesidad de exhortar a los distintos actores involucrados en esta problemática para aplicar estrategias que enfrenten esta escalada internacional de los precios de los alimentos que incluyan: i) medidas que permitan reactivar al sector agrícola, en especial a los pequeños agricultores de países en desarrollo, y ii) redes de seguridad y programas de protección social que de forma selectiva se orienten a la población más vulnerable y con más inseguridad alimentaria.

Existe una profunda alarma ante la comprobación de que los éxitos relativos en el combate al hambre crónica en el mundo alcanzado hasta mediados de la década de los años noventa no han tenido continuidad, e incluso se han revertido en los últimos años ante las alzas en el precio internacional de los alimentos, cuestionando la posibilidad de alcanzar los objetivos en la materia convenidos mundialmente. La magnitud de la crisis alimentaria global está empujando a los países en desarrollo más pobres a complejas situaciones de incertidumbres sociales y políticas, obligando a sus autoridades a elegir entre la disyuntiva de continuar insistiendo en la adopción de políticas económicas que garanticen sus equilibrios y estabilidad macroeconómica, pero al costo de enfrentar revueltas y disturbios sociales causados por la pobreza y el hambre.

En la Cumbre sobre la Seguridad Alimentaria Mundial se estimó que el número de personas subnutridas en 2007, 923 millones, superaban en más de 80 millones al periodo de referencia de 1990-1992. No se descarta que muy probablemente para 2008 haya crecido aún más el número de personas, que al verse privadas de un acceso a una alimentación diaria suficiente sufran hambruna. Desde la óptica de la distribución geográfica del hambre en el planeta, se informa que los mayores incrementos en el número de personas subnutridas en 2007 se produjeron en Asia y el Pacífico y el África sub-sahariana, en la medida que las dos regiones contabilizan 750 millones (89%) de personas hambrientas en el mundo en 2003-2005. La FAO estima que el aumento de precios ha empujado al hambre a 41 millones de personas más en Asia y Pacífico y 24 millones en el África subsahariana. En el caso del continente africano se localizan 15 de los 16 países con mayor vulnerabilidad ante el costo de los alimentos, mismos que alcanzan una prevalencia del hambre superior a 35% de la población. Aunque en una escala menor las regiones de América Latina y el Caribe y el Cercano Oriente y África del Norte también han experimentado un aumento de la población desnutrida como consecuencia de los incrementos en los precios de los alimentos. En conjunto para 2007 se informa que un número récord de países (47) enfrentaba graves crisis alimentarias que requerían asistencia de emergencia. De estos países, 27 eran africanos, 10 asiáticos y los otros 10 de otras parte del mundo.

Es de llamar la atención las experiencias, no exentas de claroscuros, de países exitosos en materia de desarrollo económico y social como India y China, verdaderos gigantes demográficos, que debido a su tamaño contabilizan entre ambos 42% de las personas que padecen hambre crónica en el mundo en desarrollo. En el caso de India, a pesar de importantes éxitos en su lucha contra el hambre y la pobreza realizados durante los últimos lustros, ha venido experimentando un estancamiento en la materia que se ha traducido en los últimos años en un incremento adicional de 24 millones de personas en situación de subnutrición. Por su parte China, a pesar de sus espectaculares éxitos económicos y en materia de distribución de la riqueza, todavía exhibe la existencia de 123 millones de chinos con problemas de hambre durante el periodo 2003-2005. Aunque es importante señalar la presencia de una tendencia sistemática en la reducción total de pobres alimentarios como lo muestran las cifras estimadas durante el periodo 1990-1992 (178 millones) y 1995-1997 (144 millones). Es interesante comprobar que aunque los veloces avances en los procesos de crecimiento económico, industrialización y urbanización experimentados en potencias emergentes como India y China se han traducido en una creciente demanda de todo tipo de alimentos y en la incorporación en la ingesta de productos cárnicos y lácteos, estos incrementos no son un factor de peso en la dinámica de la crisis global de alimentos. Aunque con distintos grados de éxito, en ambos países asiáticos se ha privilegiado la adopción de estrategias que garantizan la seguridad alimentaria de sus países mediante el logro de su autosuficiencia alimentaria. Gracias a lo anterior, los cambios en las pautas de consumo han sido satisfechas en lo fundamental por su producción interna, como lo ilustra el hecho de que durante los últimos años las importaciones de cereales realizadas por China e India se han reducido desde casi 14 millones de toneladas a comienzos de la década de los ochenta hasta unos seis millones en los últimos tres años. En consecuencia, los cambios positivos en la configuración de la dieta alimentaria en estos gigantes asiáticos no constituyen un factor explicativo de la agroinflación que alimenta a la actual crisis global alimentaria.

En el informe final sobre "El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo" se dieron ejemplos de distintos factores (climáticos, económicos, sociales y políticos) que inciden en la dinámica de esta problemática y se señaló que en la actualidad: "La crisis alimentaria pude aparecer en cualquier momento y en cualquier lugar del mundo, como consecuencia de diversas condiciones climáticas adversas, catástrofes naturales, conmociones económicas, conflictos o una combinación de estos factores", las tendencias alcistas de los alimentos se estima que continuarán en los próximos años y aunque en el corto plazo, como sucede en la actualidad, puedan amortiguarse, el promedio de los precios de los alimentos en el mercado mundial se mantendrán con cotizaciones más elevadas que en la pasada década. Sin embargo, aunque se plantea una alerta mundial para monitorear y enfrentar los problemas de la pobreza, la desnutrición y el hambre en el planeta, queda la impresión de que la necesidad de someter a consenso posturas contradictorias entre los cientos de delegados asistentes provenientes de distintas naciones, empresas trasnacionales e instituciones internacionales, finalmente desemboca en compromisos laxos y ambiguos que permiten evadir responsabilidades a los grupos de poder responsables de la construcción de un sistema agroalimentario internacional, que condena al hambre crónica a millones de seres humanos. Dos "botones de muestra" de lo antes expuesto lo comprueban las breves y tímidas menciones relativas a factores trascendentes de la actual crisis alimentaria como son la voluntad de las naciones ricas y las grandes empresas trasnacionales relacionadas con el "agribussines" de seguir fomentando los agrocombustibles sin importar su impacto sobre los precios de los alimentos y el agravamiento del calentamiento global, o las consecuencias de las maniobras del capital financiero en los mercados de futuros de materias primas agrícolas especulando con el hambre de los pueblos. A pesar de lo anterior, es un avance el señalar que para enfrentar los factores estructurales involucrados en la actual crisis alimentaria, los países pobres del mundo deben revalorar la importancia de disminuir su dependencia alimentaria y de fomentar la producción local de todo tipo de alimentos y de apoyar el fortalecimiento de la producción familiar campesina, como única vía para atacar las raíces de la pobreza y el hambre en el mundo.

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