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Problemas del desarrollo

versión impresa ISSN 0301-7036

Prob. Des vol.39 no.152 Ciudad de México ene./mar. 2008

 

Reseñas

 

Por qué no crece la economía mexicana y cómo puede crecer

 

Alicia Girón*

 

Arturo Huerta, México, Editorial Diana, 2006.

 

* Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM.

 

 

Arturo Huerta es un economista que ha estudiado y profundizado la teoría del prestamista de última instancia y en estos momentos figura en la lista de postkeynesianos que enarbola la teoría del pleno empleo para México, país cuyo banco central, el Banco de México, es responsable de la expulsión del mercado laboral de millones de mexicanos durante los últimos 20 años. Al igual que Luiz Carlos Bresser- Pereira, economista de Brasil, critica el actual modelo económico para América Latina que da prioridad al crecimiento económico basado en el ahorro externo.

En este libro, Huerta manifiesta, como pocos economistas en México y América Latina, la crítica sostenida desde 1976 a la política económica que ha generado un modelo económico que empobrece a gran parte de la sociedad para enriquecer a unos cuantos. A continuación se presentan los puntos más relevantes de este trabajo:

1. El autor sostiene a lo largo del libro que la política económica de México a partir de la devaluación del peso frente al dólar en 1976 se ha basado en los planes de estabilización del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la apertura indiscriminada de nuestro país, supuestamente en aras de alcanzar el crecimiento económico, la estabilidad monetaria y el control de la inflación. Este modelo ha tratado de sostenerse con ahorro externo, para el cual el tipo de cambio y la tasa de interés tienen una gran importancia. Por una parte, se insiste en que el tipo de cambio debe ser flexible, es decir, que debe promover nuestras exportaciones y encarecer las importaciones para evitar un déficit crónico en nuestra balanza de pago.

2. Señala que "a pesar de que las autoridades monetarias definen el tipo de cambio como flexible, hacen todo para que, en términos nominales, permanezca estable". No obstante, menciona: "[...] por más que tales autoridades señalan que se trabaja con un régimen de tipo de cambio flexible, éste no se ajusta en torno al diferencial de precios internos versus externos, lo cual es necesario para mantener la paridad del poder de compra de la moneda nacional en términos del dólar y evitar distorsiones de precios que afecten a la competitividad, a la producción nacional y a la balanza de comercio exterior". Y continúa "[...] no se opta por la lexibilidad del tipo de cambio en relación con los precios, porque ese régimen cambiario daría margen para disminuir las tasas de interés y flexibilizar la política fiscal para impulsar el crecimiento, así como para incrementar la participación del Estado en la actividad económica, con la consecuente reducción de la esfera de influencia del sector privado en la economía". Esta política lleva de la mano a los procesos de privatización y extranjerización. Tan cierto es este tipo de manejo político que la alta tasa de interés y la disciplina fiscal que las autoridades monetarias y hacendarías imponen inducen a un efecto contraccionista y la rentabilidad del capital financiero permanece en ascenso.

3. Un punto importante en esta obra es su visión de los cortos como expresión de la restricción de liquidez deseada para la economía. Para ello se mantiene una tasa de interés que atraiga los ahorros privado y externo para la inversión. El resultado de los cortos es todo lo contrario, pues la tasa de interés fijada por el banco central desalienta el crecimiento de la inversión y la demanda, para evitar presiones sobre los precios y sobre el dinero, manteniendo bajo control la oferta monetaria y circunscribiéndola al nivel de reservas internacionales existentes, con lo cual se garantiza la estabilidad del tipo de cambio y la convertibilidad de la moneda.

4. Al referirse a la tasa de interés, Huerta menciona que esta tasa se fija en función de los intereses económico-políticos del banco central, lo que significa que el banco central interfiere en relación con la Eficiencia Marginal de Capital (EMK) que Keynes desarrolló en su libro. La EMK estará en función de los intereses de los grupos financieros de este país y no de los objetivos que debe tener un banco central, es decir, promover el crecimiento económico y elevar el nivel de vida de la población. además, la apreciación de la moneda tiene un gran significado para estos grupos y para la descapitalización del país. El autor señala que "[...] el alza en la tasa de interés se hace a fin de promover la demanda de bonos públicos por parte de los inversionistas financieros internacionales para mantener estable el tipo de cambio y alcanzar su meta de baja inflación. Por consiguiente, el argumento de que la baja inflación reduce la tasa de interés es falaz, pues al sustentarse la reducción de la inflación en un tipo de cambio nominal estable, se incrementa el déficit de comercio exterior y los requerimientos de entrada de capitales que obligan a mantener relativamente alta la tasa de interés para atraerlos. de no haber activos atractivos y preservar la estabilidad cambiara". Lo que dice Arturo Huerta entre líneas es que sustentar un modelo económico en el ahorro externo, en las privatizaciones y la extranjerización es perder por completo el control del rumbo de la economía y por tanto de la nación. Efectivamente, el objeto de la política económica durante la última década ha sido profundizar las reformas estructurales, con un fuerte componente de capital externo. Ello ha sustentado el modelo económico actual, sin tomar en cuenta un proyecto nacional con una economía basada en el crecimiento. Este modelo se basa en mantener el déficit comercial. Para Huerta el "[...] déficit comercial permite a la economía existir mas allá de su capacidad productiva, lo hace a costa de promover la entrada de capitales –vía endeudamiento y/o extranjerización de los activos para financiar el déficit externo– y de dejar de tener políticas económicas de pago para hacer frente a las obligaciones contraídas".

Este libro, en especial, ubica a Arturo Huerta entre los pocos autores latinoamericanos que conforman el Consenso Post-Keynesiano, quienes reconocen la exogenidad natural de la tasa de interés y la endogenidad del dinero. Todo lo contrario a los postulados de la teoría neoclásica. Esta trayectoria que nace con la teoría monetaria de la producción iniciada por Joan Robinson, en su libro Acumulación de Capital, sienta las bases para que posteriormente Kaldor, Moore y Lavoie, por una parte, y Minsky y Davidson, por otra, inicien el debate de la teoría del dinero y su origen, debate que se da entre estructuralistas y horizontalistas en relación con la oferta monetaria. Hoy en día este debate se ha superado al menos en el consenso de los autores postkeynesianos en el sentido de que la política monetar es endógena, la tasa de interés exógena y las operaciones de la banca central responden a mecanismos de la tradición horizontalista. Por tanto, el papel del banco  central es de primordial importancia por ser el prestamista de última instancia o, dicho en otros términos, empleador de última instancia resultado del manejo de  las políticas monetaria y fiscal. Y ¿por  qué no considerar al banco central como  el empleador de última instancia en los  términos que lo hacen autores como Randall Wray?

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