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Política y cultura

versión impresa ISSN 0188-7742

Polít. cult.  no.49 México mar./jun. 2018

 

Diversa / Reseña de libros

La doble cara de la gentrificación. Entrevista a Silvio Schachter*

Mario Hernández** 

** Licenciado y profesor en sociología, Universidad de Buenos Aires, Argentina. Periodista y escritor. Director de la Editorial Metrópolis. En 2013 publicó El movimiento de autogestión obrera en Argentina y fue coautor de El peronismo que no fue en 2014. Produce y conduce cinco programas radiales por FM La Boca-Buenos Aires (90.1).


Escribiste un importante artículo que se puede leer en Herramienta, debate y crítica: “Buenos Aires gentrificada. Transformaciones socioespaciales en la ciudad inmobiliaria”, el cual toca muchos temas, como los incendios en La Boca, el megaproyecto inmobiliario que comienza por Berisso y Ensenada y llega hasta más allá de Tigre, el denominado Corredor costero vinculado con las grandes empresas constructoras. Este artículo nos da las herramientas para analizar estos fenómenos. Por un lado, te pido que expliques qué es la “gentrificación” y, por otro, a qué te refieres cuando señalas que Buenos Aires es una metrópolis sobreurbanizada y suburbanizada al mismo tiempo.

-Gentrificación es un anglicismo que se empezó a utilizar en la década de 1960 cuando se publicó un libro de un conjunto de autores sobre los cambios en Londres, y particularmente una de las autoras creó este término para definir los cambios que se producían en los ámbitos centrales de Londres. Utiliza el término “gentry” que corresponde a una clase social acomodada y que en cierto momento se alejó de las zonas históricas o céntricas de Londres para recluirse en la periferia o en barrios cerrados, pero en las décadas de 1950 y 1960, por una serie de cambios que hay en los hábitos de vida y en los roles históricos de la ciudad, sobre todo con la concentración de los aparatos financieros y de servicios en el centro de la ciudad, el desplazamiento en su actividad productiva o los cambios en la producción, decide instalarse de nuevo en los cascos históricos desplazando hacia la periferia a los sectores populares, trabajadores o de menos recursos.

Ese fenómeno que se define para un sector pudiente de mejores recursos que desplaza a sectores de menos recursos hacia ámbitos más precarios y periféricos, se denomina gentrificación. Después se adoptó como término, por no encontrar otro mejor, en los países angloparlantes, y de alguna manera los que estudian la geografía urbana intentaron buscarle semejanzas con otras palabras como aburguesamiento, elitización, que se usan, pero que para unificarlo con una idea más clara se denomina gentrificación. No es casual que se utilice en ese momento, fue la etapa en la que el capitalismo estaba mutando a nuevas formas de producción, a nuevas formas de flexibilización, de destrucción de los núcleos obreros fordistas de concentración.

-No solamente se expulsa a los trabajadores de las fábricas sino también de su hábitat.

-También mutan las fábricas, una gran parte del capital se vuelca a lo financiero y a los servicios, entonces las fábricas empiezan a desaparecer de los núcleos urbanos. Esto es aprovechado por los grandes grupos inmobiliarios que utilizan el excedente financiero que se produce por la financiarización del capital para comprar suelo, un suelo que en ese momento es barato justamente por la presencia de sectores de bajos recursos y precarizados. El Estado no había invertido en esos lugares y los servicios eran de muy bajo nivel, entonces era un gran negocio comprar tierra para hacer grandes emprendimientos a un costo muy bajo y obtener una renta diferencial enorme, que es el objetivo principal de la especulación inmobiliaria.

Ese fenómeno, en la medida que se fue globalizando, que las ciudades se fueron transformando en ciudades globales, con distintas categorías y rangos, de alguna manera se expandió por todo el mundo y llegó a Latinoamérica, donde los cascos históricos de las ciudades más importantes de América Latina, como el caso de México, o de Quito, Salvador de Bahía o Buenos Aires que tal vez no tiene un casco histórico tan significativo, se da de la mano con otros fenómenos que tienen más que ver con otro tipo de perfil. Por ejemplo, Buenos Aires en esta escala se ofrece al mundo como la ciudad de la cultura, donde uno de los elementos más importantes es el tango, la noche, la ciudad con vida las 24 horas, etcétera. Cada ciudad busca algún rasgo que le permita competir por un sitio de privilegio tanto en el aluvión turístico, que también es un fenómeno que se ha expandido en las últimas décadas, como también en el tema de las inversiones, atraparlas a partir de ofrecer un suelo barato que se jerarquiza a partir de inversiones del Estado en equipamiento o la apropiación de plusvalías colectivas.

En América Latina, a diferencia de Europa, el fenómeno no solamente se vuelca en el tema habitacional, que es predominante en los países del norte, sino en otro tipo de actividades, desde museos, discotecas, centros gastronómicos, hoteles boutique, etcétera. Todo eso se conjuga para definir determinadas zonas de la ciudad en las cuales históricamente vivieron sectores de clase media baja; este proceso de inversión es piloteado por el Estado en cuanto a las facilidades, pero motorizado por los grandes grupos inmobiliarios, a veces con actos directos con protagonistas muy eficaces y conocidos y, en otros casos, con fenómenos más velados.

Como estos procesos se dan en periodos más largos, a veces cuesta verlos, excepto la experiencia que se puede detectar en la época de la dictadura militar con el intendente Cacciatore, que saca 150 mil personas y erradica las villas de emergencia o en la actualidad con la experiencia de las Olimpiadas y el Mundial de futbol en Brasil.

No es casual que el PRO tenga un peso hegemónico en la ciudad de Buenos Aires

-Otro tema de tu artículo es cuando hablas del rol determinante del Estado en su papel privatizador. Pensaba en la falta de inversión en escuelas públicas. El Partido para una República con Oportunidades (PRO) nunca va a invertir en escuelas públicas en la Ciudad de Buenos Aires, siguiendo el razonamiento que planteas.

-La gentrificación tiene esa doble cara, por un lado te genera espacios súper calificados; cuanto más se concentra la riqueza en determinadas zonas de la ciudad, más se pauperizan otras zonas, es un proceso de acumulación y desinversión en simultáneo.

Te comentaba que hay fenómenos que son evidentes, como estos de los grandes desplazamientos, y otros que se van dando en procesos más largos que hacen que la mayoría de la población no los perciba. Por ejemplo, los fenómenos de centrifugación de pobres del eje urbano de la Ciudad de Buenos Aires es producto también de un cambio en la composición de los habitantes de la ciudad, que están en condiciones de acceder a los costos de vida que impone este proceso gentrificador, que no es solamente el valor de la vivienda sino todo lo que se consume.

Obviamente, una persona que tiene una verdulería, que tiene que pagar equis cantidad de alquiler, va a cobrar la verdura mucho más cara y así sucesivamente se van cargando los costos, los impuestos y se hace más difícil a la gente con menos recursos vivir en la Ciudad, y entonces se tiene que suburbanizar.

Cuando se analizan las conductas políticas hay que tener en cuenta que no es sólo en el tema cultural genérico o de clase abstracto, sino que esas formas sociales tienen localizaciones determinadas; por eso no es casual que el PRO o las fuerzas de derecha tengan un peso hegemónico en el casco urbano, porque los sectores trabajadores, más populares, fueron desplazados de su hábitat, tanto de vivienda como de producción.

-Otro dato interesante que das es que la Ciudad de Buenos Aires no ha crecido en cantidad de habitantes.

-Pero sí en metros cuadrados, se ha duplicado en los últimos 20 años. Esto significa que la gente rica vive en espacios mucho más grandes y de más calidad que la gente más pobre. La densidad de ocupación del suelo urbano es más grande, no es lo mismo Nordelta o Puerto Madero que la Villa 31; en Nordelta hay una relación de 50 hectáreas por habitante y en la Villa 31 de Retiro, 16 hectáreas albergan a 40 mil habitantes, con una densidad de 2 500 habitantes/hectáreas, o en el barrio de Almagro donde viven 250 personas por hectárea.

En la medida que sacas a los sectores populares, generas más espacio a los sectores más adinerados que están en condiciones de comprar más metros cuadrados para vivir. Además, cambian las funciones y las relaciones, que es un tema subsidiario y que explica la vuelta al centro y a los lugares históricos; tiene que ver con nuevos hábitos de vida de esta clase media alta, hedonista, consumidora compulsiva de los shoppings y de la noche, que no era la característica de la familia trabajadora. A esta última se le cambió su lugar de trabajo en la Ciudad, como pasó con el cierre de las fábricas que modificaron sus modos de producción y localización, como Grafa en Villa Pueyrredón, o Sudamtex en Villa Ortúzar, o la Cervecera Palermo donde se construyó el shopping Alto Palermo, o en la Algodonera para hacer un edificio de viviendas.

Crece la familia monoparental, mucha gente separada, mucha gente que vive sola, está el mismo número pero en más viviendas y, por otro lado, muchos metros cuadrados para servicios, la proporción servicios-vivienda en la Ciudad de Buenos Aires cambió radicalmente; hace 40 años representaba 5%, hoy los metros cuadrados para oficinas ascienden casi al 30 por ciento.

La Ciudad crece pero no crece en habitantes, por otro lado, toda esa estructura de servicios genera una demanda de personal que no vive en la Ciudad, que tiene tres millones de habitantes, pero a la cual entran 2.5 millones todos los días a trabajar. Esa gente también tiene derecho a la Ciudad, independientemente que puedan o no pagar una vivienda en ella, porque son los que producen su riqueza.

-Sus hijos tienen derecho a ir al colegio, a acceder a la salud, etcétera, que es lo que se cuestiona. Paralelamente comenzó la urbanización de la Villa 31, como parte de planes de urbanización de villas que existen. ¿Cómo se contextualiza esto con lo que comentas?

-Es un debate abierto, porque hay gente que defiende la patrimonialización de las casas en la villa, lo cual significaría sumar privatización aunque sea para sectores populares, cuando hay otras experiencias en el mundo que muestran que se puede hacer vivienda social sin necesidad de privatizar el suelo. Un ejemplo son las experiencias de cooperativas de vivienda en Uruguay, que son miles y miles de personas y cientos de cooperativas de vivienda donde el suelo le pertenece a la cooperativa, no a un individuo privado.

Lo que significa que se privaticen los espacios en la villa es que se incorporen como mercancía, de hecho ya existe en parte, porque muchas partes se alquilan, a valores muy altos para el servicio que ofrecen. Si a eso le das un marco patrimonial, esa vivienda empieza a ser parte de un negocio mercantil de compra y venta que en un futuro mediano puede significar también la expulsión. En La Boca las autoridades del club Boca Juniors, querían avanzar sobre las viviendas próximas para ampliar el estadio; por suerte hubo resistencia, pero no siempre ni todos pueden resistir cuando la presión económica es muy alta.

-También cuando se producen incendios sin explicaciones claras.

-Los proyectos que empiezan a circular como parte del nuevo código que contemplan urbanizar algunas villas estableciendo caminos, nuevos lotes, etcétera, son muy difíciles de materializar porque significan expulsión para esponjar el espacio compacto y los primeros desplazados van a ser los inquilinos que es el sector más vulnerable dentro de la villa y representa 40% de sus habitantes; por otro lado, si sigues la línea de los planes de urbanización, todas son villas cercanas a sectores de grandes proyectos económicos inmobiliarios, la Villa 20 en relación con la Villa Olímpica para los Juegos de la Juventud, la de Fraga por el ensanchamiento de la Av. Triunvirato en Chacarita, la 31 obviamente por todo lo que significa el corredor de Av. Libertador y Puerto Madero, o la Rodrigo Bueno en relación con el mega proyecto en la Ciudad deportiva propiedad del grupo inmobiliario Irsa.

No son todas las villas las que se van a urbanizar, hay una idea de mejorar las fachadas de esas villas para que no le quiten valor a la propiedad cercana y después habrá que ver qué proyectos encubiertos hay, para generar también un efecto gentrificador en las villas.

Cuando se procedió al desplazamiento de la gente que estaba en la AU3, para vender los lotes del nuevo barrio Donado-Holmberg, Franco Moccia, actual ministro de Desarrollo Urbano y Transporte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, ante la inquietud de los vecinos por la falta de tierra para nuevos emprendimientos, contestó que sí había mucha tierra, es la que ocupan las villas, y es del Estado, es decir, que hay proyectos para ese espacio aunque no se publiciten. Es lo que te decía del proyecto del nuevo código, el actual tiene 40 años y fue aprobado durante la dictadura militar. Con la excusa de su actualización se autorizarán nuevas zonificaciones para permitir mega emprendimientos inmobiliarios que individualmente hubiesen generado mucho debate, entre otros, el que te mencioné de la Ciudad Deportiva.

Las ciudades y el cambio climático

-No se registraba un diciembre/enero tan calurosos desde 1906. En aquel momento fueron catorce días consecutivos que la temperatura no bajó de 22°. Esa marca ha sido superada en lo que va de este verano. ¿Tiene que ver la acción hombre con esto?

-Hay fenómenos que son propios de la naturaleza, que son cíclicos, pero digamos que en el tema del calentamiento o del calor que se vive en la ciudad evidentemente hay una influencia directa del hombre. Recordemos las trágicas consecuencias de las inundaciones por lluvias en abril de 2013, que causaron más de 70 muertes. Las noticias las presentaron como un fenómeno meteorológico excepcional, pero si analizas las curvas de crecimiento, la magnitud, frecuencia, caudal, tienen que ver con el violentamiento de los cauces naturales, la construcción indiscriminada, la falta de espacios verdes de absorción, la saturación de la napas, etcétera, todas anomalías causadas por el hombre, improvisación, desidia y negocios.

Acá hay dos fenómenos diferentes. Uno de carácter global que está registrado y sobre el cual ya no existe ningún tipo de dudas y está científica y políticamente asumido, que es el calentamiento del planeta, del cual somos todos responsables, aunque los países de América Latina menos que los considerados centrales, que son los que producen básicamente la energía y el calor para el calentamiento global de todo el planeta. Es un dato innegable.

Cuando uno habla de 1 o 2 grados de diferencia, lo estamos haciendo de magnitudes enormes por el impacto en el planeta. Nadie puede cuestionar el derretimiento de los hielos, la modificación de las corrientes marinas, los cambios en las condiciones de vida, los aumentos de las altas y bajas temperaturas, porque así como aumentan en determinadas zonas del planeta, en otras regiones, como el caso de Puno en Perú, donde ha muerto muchísima gente a causa de las bajas temperaturas, o lo que está pasando actualmente en el norte de América, en Estados Unidos y Canadá, demuestra que el dato es cierto y hay que prestarle muchísima atención, sobre todo porque aquellos que tienen en sus manos la posibilidad que eso pueda cambiar, no sólo no están dispuestos, sino que van en un camino de agudización.

La Conferencia de Copenhague, la de Río + 20 o la de Varsovia, que apuntaban justamente al cambio climático, fueron un fracaso. Tal es así que casi 100 organizaciones no gubernamentales que participaron en Varsovia, en la actividad de la Organización de las Naciones Unidas para analizar el cambio climático, se retiraron por la falta de voluntad de los representantes de los grandes países centrales y de las corporaciones que expresaban los intereses fundamentales que esos gobiernos sostienen. Ante un cuadro gravísimo, la decisión de Donald Trump de retirar a Estados Unidos del acotado y mínimo Acuerdo de París, resulta todo un terricidio.

Si uno analiza las experiencias que registran organizaciones como “Médicos del Mundo” es notorio el aumento de las pandemias en América Latina producto del cambio climático. El dengue ha crecido exponencialmente y ha recrudecido la malaria. Tienen datos irrefutables que demuestran que el crecimiento es debido a los cambios del clima en esta región del mundo.

Ese es un fenómeno al que nosotros también contribuimos. Buenos Aires hace su aporte con la cantidad de automóviles por ejemplo; lo dramático del asunto es que no sólo está en riesgo la humanidad sino todo el planeta. Es el antropocentrismo que ignora a la naturaleza y las consecuencias que está produciendo.

Hay sequías, incendios forestales, datos nuevos como tornados y rayos que caen en las playas, etcétera. Frente a la lluvia como al calor tú puedes ignorarlo o sufrirlo o tomar medidas que de alguna manera disminuyan el efecto del aumento de temperatura. No hablo de las medidas estratégicas, de los cambios civilizatorios. Me refiero a lo concreto. En una ciudad se puede hacer que el calor sea más sufrido o más tolerable. La misma temperatura que hay en Buenos Aires tiene Montevideo, pero ahí la soportan mejor porque es una ciudad abierta.

Buenos Aires hace todo para que la vida de sus habitantes sea más sufrida con el calor. Si a eso le agregas la crisis energética, los cortes de luz, la polución, el caos del tránsito, realmente se convierte en un escenario sumamente hostil.

-Una ciudad cada vez con más cemento y más hormigón.

-Así es. Piensa que toda ciudad es un consumidor privilegiado de energía. La mayor parte de energía que se produce en el país es consumida por una ciudad. Esa energía que se consume es una forma de energía calórica que vuelve al medio ambiente en forma de calor. En un área metropolitana de 15 millones de habitantes te imaginarás la energía calórica que la ciudad incorpora, al margen del clima general. Si le agregas hormigón, que es refractario al calor, que lo conserva, no lo elimina, millones de m3 de hormigón y edificios que se transforman en pantallas que impiden el viento.

Es importante que teniendo kilómetros de costa litoral con el río más ancho del mundo, el Mar Dulce, que tendría que ser un regulador de la temperatura, lo tenemos bloqueado por las torres y los edificios corporativos que rodean el Río de la Plata, por lo menos en la Ciudad de Buenos Aires. A eso súmale que hay cada vez menos espacios verdes, porque tanto los árboles como las plantas y la tierra son elementos reguladores de la temperatura.

Basta con acercarse al Delta de Tigre, a sólo 15 kilómetros de la CABA, para percibir la notoria diferencia de temperatura.

Al mercado no le interesan las condiciones de vida de los habitantes de la ciudad

En la Ciudad en lugar de sumar espacios verdes los estamos quitando, en el Parque Roca, las playas ferroviarias de Caballito, Palermo y Liniers, y ahora las de Colegiales que van a ser transformadas en zonas de concentración edilicia, de especulación inmobiliaria, dejando la Ciudad en manos del mercado, al cual le interesa muy poco la vida de sus habitantes.

Un elemento que tampoco es menor y actúa como paliativo es que la gente más sencilla, más humilde, que tiene menos recursos, no sólo en la CABA sino también en el área metropolitana, ha perdido el río como lugar de recreación y para refrescarse. Que el río esté contaminado, hace que los sectores populares, que en una época lo usaban como lugar para enfrentar las horas de calor, hoy no lo puedan hacer porque está totalmente contaminado.

-Mis tíos me llevaban al balneario de la Costanera Sur en la década de 1960.

-Aparte podías ir a Vicente López, que era una zona de balnearios, el YCO, el Ancla y otros. La gente iba a pasar el fin de semana, a refrescarse en el agua, a enfrentar el calor, no sólo como algo recreativo y lúdico, hasta de recuperación física.

Obviamente, gobernantes que pertenecen a la élite, gobiernan para esa élite que tiene otros recursos, sus piletas, sus countries, sus casas de fin de semana, donde puede resolver el tema mientras la mayor parte de la gente de la Ciudad que no tiene recursos, se queda encerrada en su casa.

En estos días la gente habla del consumo de los aires acondicionados, pero un millón de personas vive en villas de emergencia o barrios carenciados donde no sólo no hay aires acondicionados sino que los espacios del hábitat están sin acondicionar. Lugares estrechos, con calles sinuosas, con techos de chapa. El calor en esos hogares no sólo es insoportable, sino causal de enfermedades, de un conjunto de daños físicos y psicológicos. Eso no se tiene en cuenta. Esa gente no tiene alternativas para salir de ese infierno.

No podemos dejar el planeta en manos de las corporaciones

-¿Qué deberíamos hacer?

-La respuesta tiene múltiples matices. Desde ahora la sociedad tiene que tomar conciencia que es un tema que nos incumbe, no podemos permanecer indiferentes al cambio climático. No podemos dejar el planeta en manos de las corporaciones, de aquellos que nos están llevando a la desaparición. No es que estemos hablando a 200/300 años, seguramente será en la próxima generación. Es un tema importante. Además, los argentinos tenemos que insistir ante el propio gobierno para que esto cambie. La realidad es que los gobiernos, y el kirchnerismo en particular, han hecho una apología de la venta de autos. Un millón de autos vendidos en un año como un gran acontecimiento, cuando significa un gigantesco aporte al calentamiento del planeta, o sea, que la responsabilidad no es sólo de los países del norte. En lo macro debemos apuntar a ese terreno.

Después hay un conjunto de acciones que debemos realizar en la Ciudad, como recuperar el sentido de comunidad, pensar que hay que enfrentar los problemas en conjunto. La crisis eléctrica ha provocado que la gente salga a las esquinas a cacerolear o enojarse, pero en la puerta de su casa. Cuando la quieres convocar para una batalla más general, que plantee políticas estratégicas en el caso de la energía, contra los responsables del vaciamiento de empresas como Edenor y Edesur, el manejo de subsidios de manera absolutamente corrupta, etcétera, no hay respuesta. La sociedad tiene que recuperar su protagonismo y decir “esta ciudad es nuestra y queremos vivir de otra manera”.

Lo primero es la solidaridad. No es una cuestión de “a mí me cortaron la luz, me la devuelven” y ya está resuelto el problema, o de hacerle un juicio a la empresa, que tienen todo el derecho del mundo pero, al mismo tiempo, hay que pensar en otro tipo de vida, de sociedad. Recordarás que en una entrevista anterior hablamos de refundar Buenos Aires.

Hay que recuperar el río. Fijate que ni a las organizaciones ecologistas o a los partidos políticos en sus campañas electorales se les ocurre decir que hay que recuperar el Río de la Plata, una cosa tan evidente y necesaria. ¿Por qué vamos a tener que naturalizar que el Río de la Plata esté contaminado? Que nadie se pueda bañar. Que estemos tomando agua de un río contaminado porque la principal fuente de agua proviene de ahí, que se sigan vertiendo desechos en el río. Me parece que esos temas tienen que ser incorporados a la agenda. Tienen que cambiar las prioridades; no es hacer túneles para que los autos se muevan más rápido; que el espacio público que se priorice no sea sólo el de los autos.

Hay que pelear por los espacios verdes, resistir cuando los quitan y reclamar nuevos, como han hecho algunos vecinos de Caballito y Palermo, entre otros. Tiene que ser un tema de toda la sociedad, y los partidos políticos que se dicen o definen como populares tienen que incorporar estos temas de manera seria, igual que las organizaciones sociales, de otra manera no habrá cambios.

Los diagnósticos existen. Sobre estos temas hay libros, trabajos enjundiosos que muestran y califican esto de manera irrefutable. Está claro cuáles son los problemas y también cuáles serían las soluciones posibles. No hay que hacer magia ni buscar imágenes esotéricas. Hay que empezar a instrumentarlas, a tener una praxis, pero si la sociedad no lo toma va a ser muy difícil.

Puerto Madero fue uno de los actos de mayor corrupción y especulación urbana de Argentina

-César Hazaki escribió un libro que se llama El cuerpo mediático, él es miembro del Consejo de redacción de la revista Topía y ahí aparece un artículo que se llama “La ciudad extraña”, donde habla de Puerto Madero y lo llama “El barrio más seguro y vigilado de Buenos Aires”, sin embargo, en ese barrio se produce la muerte del fiscal Nisman, por lo que podemos pensar que de seguro y vigilado no tenía demasiado. ¿Compartes lo que plantea César?

-El concepto de “seguro” es un concepto polémico, ¿qué es la seguridad?, ¿cuál es el criterio de seguridad?, ¿qué es la sensación de seguridad?, etcétera. Un barrio muy vigilado, con una superposición de mecanismos tanto de seguridad privada como de Prefectura, Policía Metropolitana y Federal, no significa que sea seguro, el problema es a quién vigilas, quién te vigila, qué intereses se custodian y demás. Un ejemplo son los barrios cerrados del conurbano, se supone que ahí la gente se recluye buscando esa sensación de protección y aislamiento frente a una sociedad salvaje que está detrás de esos muros y, sin embargo, se producen casos cotidianamente, de robos y asesinatos. Creo que hay que separar los conceptos de vigilancia y seguridad. La fantasía que Puerto Madero es un lugar seguro está muy acuñada, porque figura en el imaginario la idea que los sectores que manejan grandes recursos como están más cuidados están más seguros. La mayor parte de la gente no es consciente de cómo la vigilancia altera sus vidas, las acepta y las naturaliza para soportar el miedo que se ha convertido en categoría ideológica.

-¿Cómo surge Puerto Madero?

-El puerto de Buenos Aires como tal surge en el siglo XIX en plena transformación del país al modelo agroexportador de la mano de la generación de 1880, con una alta demanda de proteínas y materia prima mundial. El viejo puerto de la Ciudad de Buenos Aires era completamente ineficaz.

-Te refieres al puerto de La Boca.

-Sí, Buenos Aires siempre fue un puerto difícil, de hecho en el época colonial una de las invasiones inglesas fracasa por la complejidad que se le presentó a la tropa para acercarse a la Ciudad. En 1887 deciden, por razones de carácter político ya que Madero era un comerciante ligado al presidente Julio A. Roca y su tío era el vicepresidente de la Nación, darle el proyecto a él, pues además consiguió la financiación de la banca Baring. Otro proyecto presentado, pero que fue rechazado porque no tenía el patrocinador para hacerlo, fue el del ingeniero Huergo.

El de Madero era un puerto de características militares, de dársenas cerradas, como la Base naval de Mar del Plata, de un costo operativo muy elevado y que no se adaptaba al naciente crecimiento de los buques que tenían que llegar a Buenos Aires, con lo cual fue un puerto que a los 20 años resultó obsoleto, y hubo que retomar en 1910 la idea de Huergo. Un puerto abierto con una gran escollera, que permite un mejor acceso.

Al ser obsoleto, el puerto construido por Madero, queda paralizado y se transformó en un baldío entre el río y el resto de la Ciudad. Hubo varios proyectos para trabajar ese espacio, el propio Le Corbusier, cuando vino a Argentina en la década de 1930, propone un proyecto para ese predio de 170 hectáreas ubicado en la zona central de Buenos Aires, con un frente al río muy importante, era una propuesta para construir un área recreativa para la que había que ganarle terreno al río.

Siempre atrajo a los urbanistas transformar el área, con intención de integrarla a la Ciudad, para que funcionara como una especie de hiato entre la Ciudad y el río, etcétera. Pero por diversos motivos los proyectos nunca lograron materializarse, quedando como asignaturas pendientes. En la década de 1990 surgen nuevamente producto de un cambio que se opera no solamente en el país, sino a nivel mundial, donde el capitalismo empieza a mostrar un creciente interés en la reconversión de los espacios urbanos con megaproyectos.

Se dan una serie de construcciones en el mundo como La Defense en París, los Docklands en Londres, el puerto de Rotterdam, el “exitoso” proyecto de la modificación de Barcelona, producto de las Olimpiadas de 1982, entonces el gobierno argentino inmerso en una ola privatizadora decide que es un buen momento para intervenir esas hectáreas como parte de la hegemónica corriente neoliberal que pensaba la Ciudad como un espacio para el negocio inmobiliario y no como una construcción social. Carlos Grosso era el intendente en ese momento, luego tuvo que renunciar al gobierno por las denuncias de corrupción, las “escuelas shopping”, las playas de estacionamiento subterráneas, etcétera.

Todos los fenómenos espaciales estaban pensados dentro de la lógica de la mercancía. Se contrató una empresa consultora catalana que había sido parte de la reforma de Barcelona para hacer un proyecto para Puerto Madero. Se generaron varias propuestas alternativas, incorporando a la Sociedad Central de Arquitectos que reclamaba participación local, lo que generó un híbrido sin un proyecto coherente. Para administrarlo en 1989 se creó la corporación CAPMSA, con un decreto que le entregó esas 170 hectáreas, inaugurando un sistema en Argentina que consiste en tomar propiedades del Estado y entregarlas a una empresa mixta con la figura de sociedad anónima, controlada por personas asignadas por autoridades tanto de la Ciudad como de la Nación, pero con toda la estructura y mecánica jurídica de una sociedad anónima, con lo cual no tiene que rendir balances al Estado y puede disponer de sus recursos libremente.

Esto es lo que sucedió también con el Banco Hipotecario y que después se utilizó también como modelo para YPF. Esa Sociedad contaba con bienes que se calculaban entre cuatro mil y cinco mil millones de dólares, que nunca fueron rendidos a la comunidad desconociéndose el destino de ese dinero, con lo cual se llevó a cabo el mayor acto de corrupción relacionado con la especulación urbana en Argentina, sustentado en un discurso que afirmaba que a la sociedad no le iba a traer costo alguno. En ese momento las ideas hegemónicas tenían esa base “mientras no tenga costo para los individuos, está bien que se realice”, que es una falacia enorme, no sólo por los cinco mil millones de dólares, sino por otras cosas que son imposibles de mensurar como costo: la belleza escénica, el río, las vistas aéreas, la ubicación privilegiada respecto del resto de la Ciudad, la contaminación, el consumo irracional de energía, etcétera. El arrebato de un bien público para servir a los especuladores, que se transformaron en los nuevos urbanistas, agentes inmobiliarios que conseguían los inversores y armaban el paquete para que el proyecto cierre exitosamente, fue tolerado como parte de esa mirada.

Llamativamente fueron pocos quienes se opusieron y ahora que el proyecto se cierra con el último emprendimiento, tampoco hay balances sobre Puerto Madero de urbanistas, de sociólogos urbanos ni economistas que hayan puesto la mirada en este hecho que es omnipresente, nadie puede decir que no sabe dónde queda Puerto Madero. Sin embargo, a partir de la nota que publicamos en la revista Herramienta, varias personas me contactaron para decirme que no tenían la menor idea de esto, y es toda gente de la Ciudad de Buenos Aires, no del interior del país. Gente que no pertenece a la generación más joven que piensa que tanto Puerto Madero como la Reserva Ecológica siempre estuvieron ahí, que no conocen que ahí hubo un balneario, un espacio de democracia recreativa que le fue sustraído a un sector de la población que no tiene la posibilidad de pagarse recreaciones privadas o salir de la Ciudad.

La recreación es un elemento importante en la sociedad y en la resolución de otros elementos colaterales como la violencia urbana, la necesidad de recrearse, de compartir, es un elemento ya demostrado que genera el alivio de tensiones. El balneario se perdió en la época de la dictadura, muchos pensaron que a su fin se iba a recuperar, sin embargo, nunca sucedió y fue ocupado por la Reserva Ecológica que en realidad es resultado del plan demoledor del intendente de la dictadura, Cacciatore, cuando hizo las autopistas, rellenando ese sector sin control. En esa mínima franja quedó algo de lo que era el Paseo Italiano del balneario, que era una belleza, la Confitería Munich, la escultura de Lola Mora de “Las Nereidas”, que en realidad estaba planeado ubicarla en el centro de la Ciudad pero los vecinos se quejaron porque la encontraron muy obscena y entonces la ubicaron en un espacio residual.

Todo eso quedó comprimido entre Puerto Madero y la Reserva Ecológica, que conserva el aire popular gracias a los puestos de parrillas al paso, un reducto donde resiste el espíritu de la gente de a pie, pero que ha perdido mucho de su encanto original.

En el tema urbanístico hay más continuismo que otra cosa

-Puerto Madero es uno de los símbolos de las políticas urbanísticas de la década de 1990, pero hablando de la actualidad, hoy recibí un mensaje del Registro de Medios de la Ciudad de Buenos Aires diciendo que de ahora en adelante nos van a atender en Parque Patricios, en lo que iba a ser el edificio del Banco de la Ciudad de Buenos Aires y que ahora es ocupado por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad, un barrio al que le están cambiando la cara, así como a otros como Barracas con el Distrito de diseño o las políticas que promueven la instalación de empresas en la zona de Lugano y Pompeya. ¿Cuáles son los símbolos actuales de estas políticas urbanísticas en nuestra Ciudad?

-Si bien hubo un proceso de cuestionamiento sobre las políticas neoliberales en Argentina, en el tema urbanístico hay más continuismo que otra cosa, se siguió con la misma línea de acción, donde la figura principal es el inversor y el que tiene la capacidad de atraer a esos inversores de origen tanto nacional como internacional, para producir cambios en el espacio urbano. La mirada que hay sobre Puerto Madero sigue siendo la de un proyecto exitoso, tal es así que tanto durante el gobierno nacional de Cristina Kirchner como el del PRO en la Ciudad y ahora también en la Nación, nunca plantearon reparos sobre su desarrollo y coincidieron en elogiarlo.

-Recuerdo que alguna vez Cristina hizo una comparación entre Puerto Madero y el Tren Bala.

-Cuando esto surge, representantes de la administración de Carlos Grosso, que integraban el directorio de Puerto Madero representando a la Ciudad de Buenos Aires, durante la presidencia de Carlos Menem, había una empatía absoluta. Cuando el mapa político cambia en Argentina, éstos pasan a ser los representante del gobierno nacional de los Kirchner y con ambos gobiernos del PRO siguen al frente de la Corporación, lo que expresa esa continuidad que no tuvo quiebre y que se proyecta en nuevos emprendimientos, tanto desde la Ciudad como desde la Nación, incluso ofreciendo su experiencia a otros países.

-El proyecto en Ciudad Deportiva se frenó por la existencia de la Villa Rodrigo Bueno.

-IRSA le ofreció al Gobierno de la Ciudad un millón de dólares para urbanizar la villa y zanjar el tema, la apuesta de la empresa es construir ocho torres de 50 pisos para una población de seis mil habitantes. Puerto Madero fue pensado para 40 mil, se achicó a 17 mil y ahora tiene 6 500. El proyecto del nuevo Código de Planeamiento le resuelve el problema, cambia el uso y le permitiría construir 450 mil m2 con cinco mil metros de costa sobre el río.

-En tu artículo haces una comparación con el barrio de San Cristóbal.

-Claro, porque San Cristóbal tiene 60 mil habitantes en una superficie similar, y es uno de los barrios con menor densidad en la Ciudad. Existe también el proyecto del nuevo Retiro que toma toda la franja de Av. Libertador, desde la actual estación de trenes de Retiro hasta el Parque Thays, donde hay intereses muy firmes de inversores chinos que estarían en el orden de los seis mil millones de dólares. Ahí tropiezan con un elemento muy importante que es la Villa 31.

Una de las características que tuvo la creación de Puerto Madero es que no estaba habitado y no hubo resistencia social, producto de que todavía en gran parte de la sociedad existe un desapego hacia el espacio público. Cuando el terreno no es de “nadie”, en vez de pensar que es de todos, la lucha se diluye. En el caso de Puerto Madero los únicos que resistieron fueron los estudiantes del Colegio Buenos Aires, porque les querían comprar el predio donde funciona un campo deportivo y no aceptaron, a pesar de que los directivos del colegio empujaban en esa dirección.

En la manera de pensar la colapsada área metropolitana, la sinergia de fenómenos que la atraviesan, nunca se tienen en cuenta, de hecho Puerto Madero ha agudizado estos problemas, el discurso que lo promovía decía que los beneficios de Puerto Madero se invertirían en la Ciudad, pero eso nunca sucedió, todo se reinvirtió adentro del emprendimiento que a su vez saturó más el núcleo central de la Ciudad.

Esta lógica de enclave, de pensar cada lugar aislado, produce lo que mencionabas, el Distrito de las Artes en La Boca, el Distrito Tecnológico, el administrativo, el empresario, el del área deportiva que se podría armar luego de las Olimpiadas juveniles en el Parque Indoamericano. Todos son fragmentos, el de Puerto Madero es notorio porque está completamente escindido del resto de la Ciudad, no funciona como barrio, es una isla que casi no tiene nexos.

Sigue prevaleciendo esta idea en todos los proyectos que se piensan para la Ciudad, primero privilegiando al inversor, ofreciéndole ventajas impositivas a quienes radiquen en ese lugar para que las empresas tengan un incentivo. Aprovechándose también del relato del “proyecto verde” o “proyecto ambiental y sustentable” de algunos urbanistas, aparece esta idea de mercadeo de que se va a recomponer el tejido de la zona sur de la ciudad, que siempre estuvo degradado, superando la división de la Ciudad entre norte y sur, incentivando la inversión.

La realidad es que el enclave no crea tejido, el distrito a determinada hora del día se vacía. Si quieres generar una trama y urdimbre donde tenga lugar lo barrial, lo cultural, pensado como conjunto, que es lo que realmente hace a la vida de la Ciudad, la respuesta no es ésta, porque el concepto de enclave fragmenta aún más la Ciudad y es generador de segregación.

Además, se sigue consolidando esta idea de trabajar en partes. Nadie se preguntó cuándo comenzó el proyecto, cómo se relacionaría con el resto de la Ciudad, qué pasaría cuando se termine. Las conclusiones son nefastas y, sin embargo, una gran parte de la Ciudad lo ve como una vidriera para el turismo.

-En el trabajo que te mencionaba de César Hazaki, escrito hace unos siete años, decía que el turista extranjero que iba al Hotel Faena, rápidamente buscaba otro hotel al no encontrarse con lo que venía a ver de Buenos Aires. Desde el punto de vista de la hotelería señalaba que era un fracaso, porque el turista no se quedaba en Puerto Madero.

-Es un espacio árido y hostil. Se pueden cuestionar muchos elementos de la construcción y gentrificación de Palermo pero para el turista funciona como un elemento más acogedor. Puerto Madero esta despojado de vida y de historia.

-Llaman la atención incluso los nombres de las calles.

-A varias luchadoras del movimiento feminista les he planteado por qué no han hecho algo respecto a un espacio que está al servicio de los mismos sectores que fueron enemigos acérrimos de esas mujeres como las mapuches, las feministas, de Azucena Villaflor, fundadora de Madres de Plaza de Mayo, etcétera. Que hagan uso de sus nombres no es un homenaje, es una ofensa. Muchos de los que viven ahí son responsables del genocidio que se vivió en Argentina. Se mezcla con el mundillo de la política y la farándula, mencionabas el caso Nisman, Cristóbal López alquila propiedades de la familia Kirchner, ahí funciona “la Rosadita”, la financiera de los políticos, los ex ministros Aníbal Fernández y Alberto Fernández tienen sus departamentos ahí como inversión o para uso. Todo esto debería ser puesto en evidencia ante el resto de la sociedad.

Construir un tejido histórico es un proceso sociocultural, le pueden poner un nombre a una calle, pero ahí no están los derechos humanos ni las luchadoras. Se puede hacer referencia a las grúas, a la cuestión nostálgica del puerto granero de la Argentina floreciente, del “granero del mundo” o la idea de puerto, puerta de entrada a la inmigración, al crisol de razas, a quienes forjaron la historia de nuestro país, etcétera. Esa historia genuina no se da en Puerto Madero, a pesar de que lo usen, la gente que viene a conocer Buenos Aires, no es lo que quiere ver, es un paisaje clonado, globalizado, es el mismo que podrían encontrar en un aeropuerto o en cualquier ciudad del mundo que incluso ha sido muy cuestionado por los arquitectos más destacados, no es atractivo desde el punto de vista arquitectónico, no hay obras importantes. A quien conoce Nueva York, París o Londres, Puerto Madero no le dice nada, le dicen más otros sectores de la Ciudad donde encuentra raíces históricas más auténticas.

En la facultad de arquitectura se formaron generaciones que medían su éxito profesional por los recursos que manejaban

-¿Qué se ve de todo esto en la Facultad de Arquitectura? Ahí hay un proyecto a cargo de un grupo llamado Velatropa, en el mismo lugar donde ahora está planeándose un proyecto urbanístico vinculado con una estación de trenes y estacionamientos.

-Es difícil pensar una universidad escindida de las ideas hegemónicas de cada momento. En la década de 1970 estaba la idea de una universidad abierta al pueblo atravesada por las problemáticas sociales. Las de 1980 y 1990 fueron virando a esta práctica liberal donde aparece el comitente privado como el objeto principal, quien tiene los recursos para encargar el proyecto arquitectónico a construir. Los temas de vivienda social empiezan a ser dejados de lado, para cátedras ad hoc, con un discurso de que eso es repetitivo, de poner más hincapié en el diseño, se empieza a trabajar más en el proyecto del artefacto urbano en sí mismo.

Durante dos periodos el decano de la Facultad de Arquitectura fue el arquitecto Berardo Dujovne, quien hizo el proyecto “El Faro”, esas dos torres enormes que se cruzan por un puente en el medio fue durante mucho tiempo el proyecto paradigmático del barrio de Puerto Madero, al igual que muchos de los docentes que en ese periodo estaban al frente de las cátedras de la Facultad de Arquitectura, construían en Puerto Madero o los shoppings, aeropuertos, todos los grandes edificios corporativos. Durante ese periodo la Facultad perdió toda su capacidad crítica sobre la sociedad. La Universidad no solamente es donde se gestan técnicos y profesionales idóneos, sino que es un campus para pensar críticamente a la sociedad, ese espíritu se perdió y se fueron formando generaciones que medían su éxito profesional por la envergadura de los recursos que manejaban para hacer un proyecto, mucho hincapié en las nuevas tecnologías higth-tec, que aparecían revolucionando la manera de pensar la arquitectura y este pensamiento cosmopolita que implica un proyecto hecho en Argentina pero que se puede aplicar en cualquier lugar del mundo o al revés.

A partir del 2000 eso empezó a revertirse parcialmente, y se debe, más que a un empuje de la Universidad, a algunos docentes que fueron volcando más los trabajos hacia problemáticas sociales, empezaron a haber trabajos enfocados a las villas, a construcciones de carácter más popular, proyectos de estudio que incluían ubicar el hábitat en su conjunto. Todas iniciativas individuales de pequeños grupos docentes con el respaldo de sus alumnos entusiasmados con ese tipo de proyectos, que se han repetido en algunas otras universidades del país, por ejemplo en Tucumán, de la mano de Víctor Pelli, la contracara de su exitoso hermano César, autor -entre otros- de las Torres Petronas en Kuala Lumpur.

Todavía son una minoría, la Facultad institucionalmente sigue pensando este modelo neoliberal, de una facultad que produce profesionales al servicio de inversores, promotores y que ni piensan en cuestiones interdisciplinarias. El actual decano es afín al PRO y por ende auspiciante del nuevo Código de Planeamiento.

La enseñanza de planeamiento urbano es un tema marginal en ese esce-nario, el que no conoce la Facultad podría pensar que el debate sobre el urbanismo y las materias vinculadas con la planificación son una parte importante y no es así, son electivas. Planeamiento es una carrera de posgrado dirigida por quienes fueron mentores en Puerto Madero, así es fácil imaginar cuál es la orientación principal de la carrera.

En la Sociedad de Arquitectos pasa lo mismo. Por eso digo que hay una relación muy grande entre el pensamiento hegemónico y lo que expresa la Universidad y el cuerpo de profesionales.

El capital internacional se ha lanzado a la apropiación de la riqueza del subsuelo y el espacio urbano

La disputa por el espacio urbano tienen que ver con una etapa de capitalización por desposesión, básicamente se dirige a aquellos bienes no renovables, irreproducibles y que en estos tiempos, donde la liquidez del capital financiero ha dejado de ser tan rentable y por demás volátil, lanza al capital internacional la apropiación de estos bienes raíces, real estate y parece no tener límites, porque la política de los gobiernos, digo “los” porque hay una continuidad en esto, no sólo en nuestro país, sino en toda la región, que se expresa en poner todo lo que sea público al servicio de los intereses privados.

Yo creo que esto requiere una reflexión de las organizaciones sociales y políticas para no verlos como hechos aislados. Requiere pensar una estrategia que confronte con esta etapa de enorme voracidad del capital. En el caso de la Ciudad estas políticas tienen consenso en gran parte de la sociedad, pues se vinculan con el progreso, con la puesta en valor, con el reciclaje, con la industria turística y cultural.

Esto supone que lo público es un gasto innecesario, un costo que no tiene sentido porque el privado se puede hacer cargo y de esa manera se van arrebatando partes importantes de nuestra Ciudad para transformarla y elitizarla.

Muchos niegan que la gentrificación se esté dando en los países latinoamericanos, mientras está claro que hay un proceso de transferencia residencial y de zonas de centralidad hacia los sectores de mayores recursos y los pobres son centrifugados a las zonas periféricas con costos sociales, políticos y culturales que no son mirados ni meditados.

Buenos Aires se ha transformado en una ciudad cara, para pocos; los alimentos por ejemplo salen 20% más caros que en la periferia. Estas transformaciones como te comenté se han dado junto con los cambios en la forma de producción del capital, muchos de los centros industriales que había en las zonas centrales han desaparecido junto con los barrios obreros que había alrededor. A los casos que mencioné puedes sumar la fábrica Bagley que se transformó en viviendas de lujo, Canale en oficinas, Nobleza Picardo en el Museo de Arte Contemporáneo, el Abasto en un shopping, Grafa que desapareció y ahora es Easy y Walmart. Todo eso que de alguna manera era el corazón obrero de la Ciudad se ha perdido, se ha transformado para otros usos.

La Ciudad se ha vuelto en productora de servicios, un millón de autos que ingresan por día y dos millones y medio de personas que ingresan a trabajar y a producir. Creo que es un tema que requiere de miradas más profundas, a mediano plazo, para entender los fenómenos de manera integral y recuperar, para gran parte de la población, el apego con su Ciudad, porque se han producido hechos transformadores muy importantes sin que la sociedad los conozca.

Lo preocupante es que estas transformaciones dejan marcas, que son difíciles de revertir porque no es simple desestructurar estos procesos después que se materializaron. Mientras tengas una plaza la puedes defender, pero si te construyen cinco torres de viviendas, volver a tener la plaza es muy complejo porque la Ciudad metaboliza lo construido. Entonces, debatir sobre las formas en que el capital de esta época está produciendo el espacio urbano me parece que es un tema determinante, sobre todo para aquellos que tienen proyectos políticos y sociales en la Ciudad. Somos un país con más del 90% de población urbana, somos el segundo país más urbanizado de América después de Uruguay, quiere decir que hablar de problemas políticos es hablar de ciudades.

En la gestión del pro en la ciudad de buenos aires se perdieron 170 hectáreas de espacio público

-La Legislatura aprobó a mediados de diciembre una Ley que permite la licitación de 17 mil metros cuadrados, el último terreno disponible para construir torres en Puerto Madero a cambio de que el dinero se utilice para la construcción del Paseo del Bajo. ¿De qué se trata este proyecto?

-Dos comentarios sobre este punto, no es un paseo, la base de esto es un viaducto que une la Autopista Illia con la Autopista Buenos Aires-La Plata, se presenta como la continuidad de lo que sería una especie de cinturón circulatorio que permitiría vincular el norte con el sur atravesando la ciudad sin conflictos con el transporte.

Otro punto que priorizan es el acceso más o menos rápido al puerto. Ese es el nudo del proyecto y va acompañado de una parquización que principalmente beneficiará a Puerto Madero. La idea es hacer un recorrido soterrado para permitir continuidades visuales y de comunicación entre el río y la ciudad. Ese es el proyecto que venden.

Es costosísimo: 650 millones de dólares y se financia con endeudamiento y vendiendo patrimonio público. En la gestión del PRO en la Ciudad de Buenos Aires se privatizaron por venta o concesión 170 hectáreas de espacio público, uno podría decir que el Estado tiene el poder de tomar tierra para utilidad pública, pero si uno se pregunta cuál es la cantidad de tierra privada que tomó en los últimos 30 años para transformarla en espacio de utilidad pública, la respuesta es: ninguna. Toda la gestión del PRO ha sido al revés: transformar tierra pública en propiedad privada.

Sin duda no es esa la prioridad que tienen los habitantes de la Ciudad, incluso estudiar si no es mejor cambiar el puerto de lugar, que sería más interesante. La gente no se puede vincular con el río porque en el medio está Puerto Madero. Entonces, ¿de qué río hablamos?, ¿el que está contaminado en Costanera Sur?, ¿el río obstruido y lleno de basura? No se habla nunca de descontaminarlo y transformarlo nuevamente en un espacio de recreación popular. Es mucho lo que se podría decir al respecto. Pero ha sido otro tema que ha pasado de largo y el 11 de enero se anunció el comienzo de los trabajos y como muestra de la operatoria antidemocrática, el proyecto se llevó a la Legislatura cuando ya estaban licitándolo.

-Qué misterioso que Odebrecht le haya pagado un soborno a Gustavo Arribas, el actual jefe de Inteligencia, porque antes se dedicaba a la compra y venta de jugadores, ¿qué tiene que ver Arribas con la construcción?

-Ciertamente, la licitación para el tramo más grande del viaducto la ganó IECSA, la empresa que era hasta hace poco del primo, testaferro de Macri, vendida a Marcelo Midlin, dueño de EDENOR a la que vació a pesar de recibir enormes subsidios, ex socio del dueño de IRSA y propietario del fondo especulativo Dolphin. IECSA además tiene la principal licitación pública del país, que es el soterramiento del Ferrocarril Sarmiento, en asociación con la multi acusada Odebrecht, que reconoció haber pagado sobornos para adjudicarse la obra, entre otros, a Gustavo Héctor Arribas, amigo del presidente Macri, que está a cargo de la Dirección General de la Agencia Federal de Inteligencia de Argentina, insólitamente sobreseído por la justicia a pesar de lo contundente de los testimonios en su contra. Ahora se le pidió a Odebrecht que transfiera su parte, para despegarse del escándalo que salpica a varios funcionarios de diferentes partidos.

-¿Qué podemos hacer los habitantes de la Ciudad para mejorarla?

-Obviamente no hay una receta ni un camino unilateral. Creo que el tema principal es involucrarse, pensar que la Ciudad es el espacio que hemos elegido para vivir y que sociedad y ciudad son una misma cosa, no podemos pensar en un cambio social si no pensamos en un tipo de ciudad diferente. Es muy difícil que haya una sociedad emancipada, con este tipo de ciudad, donde día a día se vive la pérdida de los lazos sociales, la solidaridad, el sentido de comunidad y libertad.

El primer punto es que los habitantes de toda la Ciudad empiecen a pensar que los problemas de ésta son sus problemas, que no haga falta que el basurero no le recoja la basura para preocuparse o que se le inunde la casa o que el ruido del vecino no lo deje dormir, sino entender que todos vivimos en este espacio, que lo compartimos y la tensión, la violencia y alienación que vivimos a diario son parte de no entender cómo compartir ese espacio y cómo relacionarnos. Es un pensamiento que no anula ni invalida la existencia de intereses contrapuestos, hay que tratar de revertir a quienes hegemonizan hoy ese conflicto con sus ideas, recursos y políticas y que mientras eso no se resuelva a favor de las mayorías, nuestra vida va a seguir empeorando, si sigue el curso actual de los acontecimientos no hay ninguna señal que indique que pueda mejorar.

Además, hay que pensarla desde un colectivo interdisciplinario, no es un problema de arquitectos, ni de urbanistas ni de tecnócratas, es un tema que nos involucra a todos los individuos y colectivos sociales y políticos que apuestan a otro patrón civilizatorio.

El primer punto es la resistencia, antes que sea demasiado tarde. Existen espacios públicos, puntos de encuentro e identidad colectiva que la sociedad debería defender y desde ahí empezar a pensar en construir otro tipo de ciudad.

* Arquitecto, periodista, ensayista, investigador de temáticas urbanas. Miembro del Consejo de redacción de Herramienta, co-autor del libro Tiempos violentos y de diversos ensayos y artículos: “El ocaso metropolitan”, “La mancha urbana”, “Puerto Madero a 25 años”, “Apropiándose Buenos Aires”, “El Pro y la derecha metropolitan”, “Santa María de los malos aires”, entre otros.

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