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Política y cultura

versión impresa ISSN 0188-7742

Polít. cult.  no.43 México mar./jun. 2015

 

Reseña de libros

 

Las posibilidades de una lectura de Heidegger. Entrevista con Hugo Enrique Sáez*

 

Alberto Trejo Amezcua**

 

** Profesor-investigador, Departamento de Política y Cultura, UAM-Xochimilco, México. [atrejoamezcua@gmail.com].

 

A inicios de 2014, el profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana, Hugo Enrique Sáez, presentó su obra Ejercicios sobre filosofía de educación. Una lectura de Heidegger, publicado por la misma casa de estudios. Realicé esta entrevista con el doctor Sáez, el 29 de mayo del mismo año, con el pretexto de la presentación de su libro.

ALBERTO TREJO AMEZCUA: Hugo, la época actual es difícil; entre otras cosas, está caracterizada por un individualismo exacerbado. Hoy parece que el cálculo del que hablaba Heidegger, que se opone a una meditación filosófica, predomina en el saber humano. La primera pregunta que te quiero hacer es: ¿por qué escribir hoy un libro sobre filosofía y por qué un libro de filosofía sobre Heidegger específicamente?

HUGO ENRIQUE SÁEZ: En efecto, puede parecer extraño que en esta época alguien se ponga a escribir un libro sobre filosofía cuando, en apariencia, hay otras cuestiones más urgentes, e incluso más importantes. Yo parto de una idea que enunció Gramsci hace ya muchos años: "todos somos filósofos"; es decir, la filosofía no es una especialidad reducida a ciertos profesores de aula. ¿Qué quería comunicar Gramsci con esto de que "todos somos filósofos"? Quería remarcar que todos participamos de forma activa o pasiva de una determinada concepción del mundo que responde -bien o mal- a las principales cuestiones de la existencia: quién soy, de dónde provengo, qué sentido tiene vivir en este mundo, por qué hay que morir, y otras que examinadas o no determinan, en gran medida, nuestra práctica. El problema es que esa concepción del mundo se experimenta como un sueño que configura el imaginario de cada uno -centrado en el amor y en el odio-, un sueño que influye en nuestras decisiones. Nos sentamos a reflexionar sólo en el momento que volvimos a equivocarnos en nuestra elección. Ahí aparece la pregunta filosófica.

También debemos considerar que hay filósofos profesionales, pero muchas veces éstos viven encerrados en su cubículo, en sus publicaciones que incrementan puntos, en sus congresos, a los que asisten solamente otros colegas y no muestran la vigencia social de la filosofía. En México tenemos la suerte de haber contado con Luis Villoro, por ejemplo, un filósofo profesional del que podemos aprender muchas cosas a partir de sus textos y de su actitud dentro y fuera de la cátedra, de todo el legado escrito que nos dejó y que le sirvió, no para reflexionar sobre el ser y el no ser en abstracto, sino también sobre la Revolución Mexicana, ¿qué significó la revolución de independencia?, ¿qué significó el positivismo en el porfiriato? Y hay otros que, sin ser filósofos, nos transmiten ideas filosóficas, se me viene a la mente un Óscar Chávez en la música, o bien un Quino como dibujante, que desde lo cotidiano te plantean cuestiones trascendentes; en otras palabras, muestran un detalle del mundo que no habíamos advertido y que incluso con humor nos enseñan a ver la realidad de otra forma. Renuevan nuestra mirada sobre el mundo, y eso no es poco aporte.

Yo fui a estudiar a Freiburg im Breisgau, Alemania, donde enseñaba Heidegger, que ya superaba los 80 años y sólo impartía seminarios para una docena de intelectuales célebres, mientras que yo era un joven veinteañero del Tercer Mundo. Tuve la ocasión de conocerlo en persona, creo que menos de cinco minutos en los pasillos de la Facultad de Filosofía, pero ese encuentro me impactó, fue casi una hierofanía; me impactó porque sobre él pesaba toda una larga historia de haberse adherido al nazismo en la década de 1930 y entonces los herederos del 68 francés afirmaban: "si se adhirió al nazismo en algún momento, lo que nos enseñe va a ser a favor de Hitler, a favor de la dominación despótica". Y él era un campesino de baja estatura, calmado y amable, vestido al estilo de la Selva Negra. Ahora yo he descubierto una veta temática en Heidegger que se desarrolla después de que él se desilusionara del nazismo, y es la que trato de explicar, en particular, la crítica a la técnica moderna que hace. Heidegger muestra hasta qué punto la técnica forma parte del aparato de dominación planetaria en nuestra época. Eso es para mí lo valioso de examinar sus textos, y lo hago no con un criterio estrictamente de filósofo profesional, sino tratando de mostrar que podemos pensar, podemos reflexionar viendo, por ejemplo, una película como Tiempos modernos de Chaplin. Incluyo en mi libro un capítulo en el que desarrollo toda una cuestión vinculada a Tiempos modernos, que muestra la enajenación a la que te lleva la técnica. La idea recogida en esas lecturas era mostrar que además de la dominación política y la dominación económica, hay una dominación por el tipo de técnica en que estamos involucrados, en que los hombres y la naturaleza terminamos todos siendo nada más que una reserva de recursos a disposición de la técnica, un stock a disposición de sus necesidades, y lo estamos experimentando, por ejemplo, con la minería, nos estamos alarmando con la explotación de los transgénicos, estamos advirtiendo de qué manera, sin importar el conjunto de la sociedad, el aparato técnico que domina a nivel planetario está subordinando a la gente y a la naturaleza, con un claro beneficio de las élites del poder económico y político.

ATA: La relación entre Heidegger y el régimen nazi tal vez sea el pretexto fundamental en muchos círculos para abordar la filosofía de Heidegger, incluso su amorío con Hannah Arendt, es otro pretexto, en ocasiones más utilizado que su propia filosofía para revisitarlo. ¿Me puedes hablar un poco más del lazo entre Heidegger y el nazismo?

HES: Yo distingo lo que es el autor como persona de la obra que produjo. A Heidegger se le recrimina haberse involucrado con el régimen nazi, ya que él fue rector entre 1933 y 1934 de la Universidad de Freiburg y entonces se dijo seguidor del Führer y sostuvo que había que implantar el sistema del Führer en la Universidad, pero después de un año renunció al cargo. Renunció, en primer lugar, porque era acosado por los filósofos partidarios del nazismo que se basaban en una visión biologicista de la realidad y lo criticaban por no compartir sus ideas. Heidegger no comulgaba con la explicación que hacía de los judíos unos piojos a los que se debía eliminar y por eso deja el rectorado de Freiburg y no vuelve a participar en política desde 1934. Cuando termina la Segunda Guerra Mundial, la ocupación francesa lo enjuicia por haber formado parte del aparato nacionalsocialista y lo exonera porque no descubren acciones criminales de su parte; únicamente le imponen una prohibición de tres años para dar clases en la universidad. En contraste, Werner von Braun, quien diseñó la bomba V2 con la que la aviación alemana atacó Londres, al final de la guerra fue contratado por el gobierno estadounidense y trabajó para la NASA en la fabricación de cohetes y misiles. En ese caso, no pararon mientes en cuestionar su actividad al servicio del exterminio de población civil.

Por otro lado, el maestro de Heidegger, a quien dedica su obra principal (Ser y tiempo) fue a Husserl, que era judío. La protagonista de su romance más profundo fue la gran teórica del totalitarismo, Hannah Arendt, también judía. Difícilmente un racista convencido podría haberse relacionado tan íntimamente con personas de esa condición racial despreciada por el Tercer Reich. No hay un solo filósofo nazi al que hoy se lea sistemáticamente, se los lee para investigar sus abstrusas ideas, pero no porque hayan sido autores que orientaran al mundo. Yo no defiendo el hecho de que Heidegger como persona se haya adherido al nazismo y que luego haya minimizado su actividad pública diciendo: "fue una de las tonterías que hice en mi vida". Recupero parte de su pensamiento por el hecho de que su obra, en particular la parte que más he trabajado, que es todo lo que escribió después en las décadas de 1940 y 1950 sobre la técnica, contiene escritos que te hacen pensar, y en eso consiste la filosofía, y no en divulgar un compendio titulado "¿qué dijo Heidegger?". Se trata de rastrear en conferencias y cursos qué es lo que me sirvió para entender muchos fenómenos que a él no le tocó vivir, pero que ahora nos están problematizando la existencia.

ATA: Ejercicios de filosofía sobre educación. Una lectura de Heidegger es un libro escrito muy amablemente pero que no renuncia al rigor que exige una revisión de la filosofía de Heidegger. En muchos sentidos, rompe con los cánones de lo que podríamos llamar una literatura filosófica, en él podemos ver una crítica a la división entre los expertos y los no expertos. Deseo preguntarte, ¿para quién escribiste el libro, a quiénes quieres impactar y qué les quieres proponer?

HES: Después de haberlo publicado, yo mismo me hice esa pregunta ¿y esto quién lo va a leer?, porque antes que nada dices filosofía y la gente exclama: "no, no, eso no, es muy complicado, requiere mucho esfuerzo". Bueno, yo creo que sí requiere esfuerzo, como todo lo que vale la pena, pero en este caso ofrezco un testimonio que puede despertar la curiosidad en alguien y lo lleve a profundizar en su propia vida. Te aclaro que el libro está escrito con pasión, no lo hice como una tarea académica más, lo emprendí como una forma de saldar cuentas con un pasado, con mis inicios en la filosofía. Cuando al término de la adolescencia leí Ser y tiempo quedé sorprendido de cuántas cosas que yo no advertía en mi derredor me estaba revelando ese grueso ejemplar de papel. A lo que conduce un autor clásico indagado con acuciosidad es a pensar combatiendo mis prejuicios. Por ejemplo, lo que pretende Heidegger al analizar el "ser-ahí" -como tradujo José Gaos la palabra alemana Dasein-, es mostrar que en la actualidad hay un proceso de desterritorialización. Yo lo interpreto en el sentido de que la historia se mueve orientándose a poner en cuestión cuál es el "ahí" en donde nos encontramos: el espacio geográfico o el espacio virtual de la televisión y/o de la computadora. Esa movilidad del "ahí" te obliga a formular la pregunta: ¿en qué comunidad estoy inserto? A mí lo que me provocó la filosofía de Heidegger fue interrogarme a qué comunidad pertenecemos y por qué, con el vigente imperio del individualismo, se han fracturado todas las comunidades en la expansión globalizadora.

Quiero brindar con este trabajo algo alternativo, de mayor respeto hacia lo que somos; algo opuesto a lo que hacían en la antigüedad "los sofistas", que te enseñaban a triunfar, aun cuando tus argumentos fueran falsos. ¿Quiénes son los sofistas de hoy? Los que enseñan superación personal con libros, conferencias, programas de televisión, retiros espirituales y toda una parafernalia comercial. Expresan en su conducta una forma de filosofía perversa, sucia, que lo único que hacen es desafiarte: "tú puedes, tienes que triunfar, tienes que sacar todas tus energías y salir adelante". Trabajan con la culpa: si no alcanzas los objetivos que ellos te marcan es porque no confías en ti. La muy vieja culpa que empleó siempre la religión para subordinarte. En última instancia, el mensaje es que los demás son un instrumento para tu felicidad, úsalos como sea mejor. Esos son los sofistas actuales, que también están instalados aquí, en la universidad.

En el plano político predomina lo que Sloterdijk llamaba "el cinismo político": "lo hago, sé que se contrapone a lo que digo, pero no me importa". En el contexto de este cinismo político se desarrollan los que actúan más allá de la ética, una palabra en desuso. De Obama a Merkel, de los dirigentes chinos al gabinete de Peña Nieto, el pragmatismo se guía por el beneficio económico de eludir consideraciones éticas. Pero justamente son los fenómenos que no te van a enseñar en historia, no te van a enseñar en sociología, los tienes que captar por tu cuenta y tienes que ver cómo enfrentarte a ese tipo de cinismo político que te ha tocado en turno.

El libro puede leerlo cualquiera, empezando por los estudiantes universitarios, a través de un esfuerzo que cualquiera es capaz de realizar y el objetivo principal, el mensaje que contiene, es: estamos obligados a generar comunidades, es lo único que nos puede proteger en esta época, que Karl Lówith, un discípulo de Heidegger, llamó "una época de indigencia". A diario vemos corruptelas que ya no asombran a nadie y la única protección es refugiarnos en comunidades que nos acojan con el viejo principio de dar y recibir en reciprocidad.

ATA: Como conclusión, ¿cómo interviene la educación en la formación de esas comunidades?

HES: La formación de comunidades de aprendizaje es un proceso que precisamente requiere de la educación en un sentido muy diferente al que van las reformas educativas que se han implantado últimamente en México. Las organizaciones que se han involucrado en proyectos tutoriales y de comunidades de aprendizaje han desarrollado estrategias muy concretas para llevar adelante sus objetivos, y a menudo han tenido que operar con el método de ensayo y error para adecuarse a los diferentes contextos en que se han implantado con diferentes tendencias. Muchos sacerdotes y monjas se hallan comprometidos en esta tarea y atienden a poblaciones rurales marginadas. En todos los casos, estas técnicas se basan en una concepción filosófica, es decir, la filosofía no construye comunidades, pero sí puede guiar el proceso técnico de generarlas.

Paulo Freire elaboró una concepción de la educación en la que el protagonista es la comunidad. Al respecto, cabría preguntarse por la relación de las instituciones de educación superior y las comunidades familiares. ¿Por qué razón la universidad sólo acepta gente que haya superado el grado de bachillerato? ¿Por qué no abrir la universidad a gente que, incluso, pueda ser analfabeta? En favor de la creación de una gran comunidad de aprendizaje, ¿por qué hacer de la educación algo cada vez más intrincado, más elitista?; ¿por qué no cambiar desde la base la estructura de la universidad, en lugar de aceptar con pasividad el tremendo monstruo burocrático que la acecha en cada rincón? Leyendo El maestro ignorante de Jacques Ranciére o accediendo por internet a la universidad abierta fundada por Michel Onfray, se hallarán pistas de que otro mundo es posible.

 

Nota

* Profesor-investigador, Departamento de Relaciones Sociales, UAM-Xochimilco.

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