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Política y cultura

Print version ISSN 0188-7742

Polít. cult.  n.41 México  2014

 

Reflexiones teórico-metodológicas entre las ciencias sociales y las humanidades

 

Actualidad de la crítica de Karl Polanyi a la sociedad de mercados

 

Carlos Javier Maya Ambía *

 

Artículo recibido el 16-04-13
Artículo aceptado el 23-03-14

 

* Profesor-investigador adscrito al Departamento de Estudios del Pacífico, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara [carlosmayaambia@hotmail.com].

 

Resumen

La crítica de Karl Polanyi a la sociedad de mercado es una herramienta muy poderosa para comprender nuestra realidad social actual y formular una crítica creativa y propositiva que coadyuve a la construcción de una sociedad justa, equitativa, humana y comprometida con el futuro de la vida en el planeta. Una comparación entre la sociedad criticada por Polanyi y la nuestra permite descubrir la vigencia de sus conceptos fundamentales, así como de su método, para la elaboración de un nuevo discurso crítico que no sólo aproveche el legado del autor, sino que también lo amplíe, precise y actualice.

Palabras clave: Karl Polanyi, sociedad de mercado, crítica social, mercado autorregulado, doble movimiento.

 

Abstract

Karl Polanyi's critique of market society is a very powerful tool for understanding our current social reality. It helps us to formulate a creative and purposeful proposal that contributes to build a just, equitable, and more humane society, that would be committed to the future life on the planet. A comparison between the society criticized by Polanyi and ours, leads us to discover the validity of his basic concepts and his method for the preparation of a new critical discourse that not only takes advantage of the legacy of the author, but also expands, clarifies and updates it.

Key words: Karl Polanyi, market society, social critique, self-regulated market, double movement.

 

INTRODUCCIÓN

En las condiciones actuales que guardan las ciencias sociales en México, se presenta como una tarea impostergable desarrollar un pensamiento crítico, plural y abierto que sirva de contrapeso al pensamiento único que ha venido imponiéndose, principalmente en la ciencia económica,1 aunque no nada más en ella, que viene a ser una continuación del credo liberal, blanco de las críticas de Karl Polanyi. En esta tarea, las aportaciones del autor de La gran transformación constituyen un poderoso arsenal que no podemos dejar de lado.2

¿Por qué Karl Polanyi? Existen muchas razones, pero voy a comenzar con dos. Son dos preguntas cuyas respuestas encontramos en nuestro autor. La primera de ellas está en la contestación del jefe Seattle al presidente de los Estados Unidos, en 1855, a su propuesta de compra de los terrenos ocupados por los indígenas comandados por el jefe piel roja:

¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esa es para
nosotros una idea extraña.
Si nadie puede poseer la frescura del viento ni el fulgor del agua, ¿cómo es
posible que usted se proponga comprarlos?
Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada rama brillante de
ñado de arena de las playas, la penumbra de la densa selva,
cada rayo de luz y el zumbar de los insectos son sagrados en la memoria y vida
de mi pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles lleva consigo la
historia del piel roja.3

Este fragmento es parte de uno de los documentos más bellos que se han escrito sobre nuestro planeta y sus preguntas siguen siendo válidas después de siglo y medio.

La otra interrogante aparece en los labios del principal personaje de Los miserables, obra del inmortal y colosal Víctor Hugo, publicada también hacia mediados del siglo XIX.

Como es sabido, Jean Valjean, abrumado por su situación económica como desempleado, rompe el cristal de una panadería y roba un pan para alimentar a sus pequeños sobrinos. La justicia lo condena a cinco años de presidio, que se convierten en 19 a causa de sus repetidos intentos de fuga. Valjean reflexiona sobre su situación y se cuestiona si es justo que él, trabajador, carezca de trabajo.

Un siglo después encontramos las respuestas en Karl Polanyi, quien nos explica de dónde proviene esa idea que parecía tan extraña al jefe Seattle de comprar y vender la naturaleza, y nos aclara también por qué Jean Valjean y millones de personas como él sufren la injusticia de carecer de trabajo.

Para comprender mejor las respuestas de Polanyi a estas acuciantes preguntas que nos hacemos todos los días, veamos primeramente quién fue nuestro autor.4

Polanyi, de familia húngara, nace en Viena en 1886 y se distingue por su intensa actividad política estudiantil, que lo lleva al periodismo. Aunque doctor en derecho, su interés por la economía lo conduce al primer semanario económico y financiero de Europa, del cual pronto llega a ser director, puesto que tiene que abandonar debido a la temprana irrupción del nacionalsocialismo en su país. Desde su exilio en Londres, sin embargo, sigue participando en el mencionado órgano y cultivando sus intereses políticos e intelectuales. Su incipiente fama le abre las puertas de los Estados Unidos, donde dicta una serie de conferencias en diversas universidades.

A su regreso en Inglaterra, imparte clases de historia en las universidades de Oxford y Londres. De estas clases nacerá su opus magnum La gran transformación, escrita en Estados Unidos entre 1940 y 1943 y publicada el año siguiente en inglés. Durante la década de 1950 enfocará sus esfuerzos intelectuales en el estudio de la formación histórica de los mercados en los imperios de la antigüedad.5 Deja de existir en 1964 en Ontario y, dos décadas más tarde, se funda el instituto que lleva su nombre en la universidad de Concordia, en Montreal.

Al cotejar la fecha de publicación de LGT y los años de mayor actividad científica de Karl Polanyi, nos damos cuenta de que 1944 era un año poco propicio para una obra como la suya. El fascismo en sus distintas variantes estaba siendo derrotado y un papel nada despreciable en esta lucha lo estaban jugando las potencias occidentales en nombre de la democracia. En el terreno económico la contraparte de la democracia era el mercado actuando libremente y obedeciendo sólo a los impulsos de la oferta y la demanda. Ese mercado, afirmaba Polanyi, era hermano gemelo de la democracia liberal, cuya artillería estaba acabando con Hitler y Mussolini; era el germen mismo del monstruo que ahora se combatía a muerte.

Al igual que Gramsci, quien en la cárcel profundiza en la historia de Italia hasta el Renacimiento para explicarse el fenómeno del fascismo italiano, Polanyi también se sumerge en la historia y su sorprendente descubrimiento fue que Ricardo era el origen y la explicación de Hitler. El puente que construye Polanyi entre los Principios de economía política y tributación (1817) y Mein Kampf (1925) no tiene parangón, y evidentemente resulta incómodo para los intelectuales de las naciones que saldrían victoriosas de la conflagración mundial. Por otra parte, el clima creado poco después por la Guerra Fría no admitía más que dos posiciones: a favor del liberalismo económico o en contra, desde la trinchera del marxismo vulgar de cuño soviético.

Era claro que las sutilezas de la argumentación de Polanyi no tenían cabida en ninguna de las principales trincheras intelectuales. Tuvo que transcurrir medio siglo para que sus méritos fueran cabalmente reconocidos. Una vez derribado el Muro de Berlín, con él caían también numerosos prejuicios, ideas preconcebidas y esquemas mentales que nublaban la razón.

Es entonces cuando la crítica demoledora de Polanyi a lo que llamó la utopía del mercado autorregulado empieza a encontrar fructífero eco y sus argumentos vienen a ser de gran valía para la crítica a la globalización neoliberal.6

Polanyi desea indagar cómo ha cambiado el papel de la economía en las distintas sociedades y descubre que la economía siempre había estado incrustada en la sociedad; de ahí que una de las categorías clave de su análisis sea el concepto de incrustamiento o empotramiento, embedding en inglés, como opuesto a dislocación.7 Su tesis central es la imposibilidad histórica del mercado autorregulador, es decir que, a largo plazo, el mercado no puede sostenerse como el rector de la vida económica y menos aún de toda la vida de la sociedad. Por otra parte, el mercado autorregulador exigía que todo lo que participaba en la producción fuera mercancía y, por ende, tratado como tal. De ahí la necesidad de manejar como mercancías el trabajo, la tierra y el dinero, pero, puesto que no se trata de objetos que premeditadamente hayan sido producidos para su venta en el mercado, no pueden en realidad llegar a ser mercancías, razón por la cual el autor las llama mercancías ficticias.8

Los presupuestos para la constitución del mercado autorregulador eran, primero, una dislocación de la economía frente a la sociedad y, enseguida, una dislocación del mercado con respecto a los demás fenómenos económicos.

En estas condiciones, cuando a la fuerza de trabajo el capitalismo regido por el mercado autorregulador le asigna un precio, el salario, esta peculiar mercancía queda sujeta a los vaivenes de la oferta y la demanda, con lo cual, cuando hay oferta excesiva su precio se desplomará y eventualmente deberá ser desechada, como se hace cuando hay exceso de coles o tomates. Sencillamente se van a la basura, como ocurrió con Jean Valjean, el personaje de Víctor Hugo y como ocurre con millones de desempleados en nuestros días.

Los negativos efectos de la mercantilización de la tierra, que no es más que otro nombre para la Naturaleza, y de considerar todas sus riquezas como simples factores productivos empleados de manera irracionalmente instrumental con el único propósito de mantener en marcha el motor incansable de la acumulación de capital y de producción de mercancías, han conducido a la destrucción de selvas y bosques, al calentamiento global, a la contaminación ambiental creciente, a la desaparición de miles y miles de seres vivos, al agotamiento de los mantos freáticos y la contaminación de las aguas. He ahí la respuesta a la pregunta del jefe Seattle. Se puede comprar el cielo y el calor de la tierra cuando se ha caído bajo la dictadura del mercado autorregulador. Pero lo que no se puede es eludir los efectos de tal arbitrariedad. Ante esto, en consecuencia, tarde o temprano reacciona la sociedad para autoprotegerse del movimiento expansivo del mercado autorregulador con un contramovimiento, que puede asumir diversas formas históricas y el fascismo fue una de ellas, como lo fue también el New Deal y como lo han sido distintas formas de intervencionismo estatal.9

Todo esto lo podemos entender estudiando la obra de Polanyi, cuya lectura enfatiza que el mercado es una institución. Esto significa que no es una construcción espontánea nacida de las actividades económicas, sino que es el resultado intencional de una constelación de factores políticos y culturales (ideológicos, religiosos), en los cuales con frecuencia está presente algún tipo de violencia. Pero las instituciones no existen en el extraño mundo de la economía neoclásica, todavía dominante en muchos ámbitos académicos y políticos.10 Es por ello que los economistas estudiosos de las instituciones, así como los que han convertido a la ecología y a la ecología económica en el foco de sus preocupaciones, y quienes a partir del reconocimiento de la relevancia de los mecanismos no-mercado11 que tanto subrayó Polanyi, han forjado la economía feminista, tienen una enorme deuda con Karl Polanyi. En especial, la economía feminista nos ha hecho cambiar radicalmente nuestra esquemática división de los agentes económicos que asigna a los hogares o unidades familiares solamente el papel de consumidores.12 Ella nos ha mostrado que la mercancía ficticia fuerza de trabajo, de la que habla Polanyi, es fruto del trabajo reproductivo llevado a cabo principalmente por las mujeres al interior de los hogares. Y que la construcción de las instituciones que hacen posible la existencia de cualquier economía y de cualquier sociedad, comienza con los procesos de socialización y la interiorización de valores y patrones de conducta en manos de las madres que van formando futuros ciudadanos. De esta manera, podríamos seguir explorando la deuda que tienen con Polanyi otras propuestas contemporáneas alternativas, como la economía posautista y la posmarxista, por ejemplo.13

Con este esbozo pretendo invitar al lector mexicano a tomar en serio a uno de los autores más valiosos del siglo XX y a que a partir de sus propuestas, utilizándolas prudentemente como herramientas, pueda enfrentar algunos de los desafíos que nos presenta el siglo XXI. Con esta pretensión, el presente trabajo se estructura de la siguiente manera: la primera parte expone lo sustancial de la crítica de Polanyi a la sociedad de mercado de su época y se presentan las categorías clave de su análisis. La segunda parte discute semejanzas y diferencias entre la realidad social actual y la que aborda el autor en LGT. La tercera parte busca destacar lo que podemos aprovechar, tanto teórica como metodológicamente, de la obra de Polanyi para enfrentar crítica y creativamente nuestra realidad social. El texto concluye con algunas breves consideraciones que, sin pretender poner punto final a la discusión, más bien buscan alentar su ulterior desarrollo.

 

LA CRÍTICA DE KARL POLANYI A LA SOCIEDAD DE MERCADO DE SU ÉPOCA

Una de las ideas más fuertes, por no decir la más fuerte, de LGT es que históricamente la economía ha ocupado un papel subordinado en las más diversas sociedades; subordinado a la política, las costumbres, la religión, la moral, etcétera, de tal suerte que la economía siempre ha estado incrustada, arraigada o empotrada en la sociedad. Sin embargo esto cambió radicalmente con la Revolución Industrial nacida en Inglaterra y que fue el origen de la civilización industrial del siglo XIX. Este dominio tuvo como principal motor el movimiento de expansión del mercado autorregulado. Esto es, un mercado en el que los precios se determinan exclusivamente por factores económicos, esencialmente, por la oferta y la demanda. Cuando la oferta excede a la demanda el precio tenderá a disminuir hasta el punto en el que ya no convenga seguir produciendo y empiece entonces a contraerse la oferta. Ante esta contracción la demanda superará a la oferta y los precios se recuperarán y volverán a su nivel de equilibrio en el que se igualen oferta y demanda. Cuando este mecanismo de mercado se generaliza para todas las mercancías, de manera especial para la tierra, la fuerza de trabajo y el dinero, entonces someterá a la sociedad entera a su propia dinámica y se estará frente a lo que Polanyi llama una "sociedad de mercado".

A largo plazo,14 sin embargo, considera el autor que una sociedad de mercado es inviable porque al tratar como mercancías a la tierra, el trabajo y el dinero, a fin de cuentas se está atentando contra la vida misma de la naturaleza,15 contra la sociedad y contra las propias empresas. El autor sostiene este argumento apoyándose en el concepto, ya mencionado, de mercancía ficticia.16 Llama ficticias a estas mercancías porque en realidad una mercancía es un objeto que ha sido producido o fabricado para su venta en el mercado. Es obvio que la tierra, como parte del planeta, no ha sido producida por los seres humanos y mucho menos para su venta. La llamada fuerza de trabajo, enfatiza el autor, es sólo otro nombre para referirse a los seres humanos y de hecho constituye una parte de su existencia. Ningún ser humano ha salido de una fábrica para ser vendido en el mercado. Finalmente, el dinero tampoco es una mercancía en la visión de Polanyi y en este punto discrepa de todos aquellos que han concebido al dinero como un objeto de cambio que por sus características físicas (fraccionable, fácilmente transportable, resistente a los agentes medioambientales, etcétera) ha sido elegido para funcionar como moneda. Según el autor, el dinero es una creación política, es un signo de valor y además de ser un medio de cambio, es un medio de pago. Asimismo, no es algo que algún fabricante se dedique a producir para ser vendido en el mercado.

Sin embargo, por otra parte, para poder funcionar a plenitud, el mercado autorregulado exige que tierra, fuerza de trabajo y dinero se subordinen a su dinámica, pero esta subordinación conlleva graves consecuencias en tres ámbitos. En primer lugar, tratar a la tierra como mercancía significa nada menos aquello que el jefe Seattle miraba con ojos estupefactos y lo que ahora nosotros día a día constatamos en términos de destrucción del medio ambiente. Aunque Polanyi no llegó a desarrollar su crítica en esta dirección, probablemente porque en su época la crisis ecológica no había alcanzado todavía la escala que conocemos, lo que en cambio sí pudo verificar es que la mercantilización de la tierra implica el despojo y la pérdida de medios de subsistencia para la población cuyo sustento depende del trabajo con la tierra, si no está en condiciones de pagar el precio que a dicho bien fija el mercado. Para quien vive de la tierra, perderla significa desde luego perder un medio de producción vital, pero además también verse despojado de lo que históricamente ha sido su hábitat, su morada, el hogar de sus ancestros, de sus tradiciones y de su cultura.

En segundo lugar, la conversión de la fuerza de trabajo en mercancía, aunque imposible de llevar a cabo completamente, razón por la que Polanyi la llama "cuasi-mercancía", implica, entre otras cosas, condenar a quienes sólo viven de su trabajo, al destino del personaje de Víctor Hugo antes mencionado. La razón es sencilla. Cuando hay oferta excesiva de una mercancía, el mercado hará que su precio descienda, llegando incluso a cero, si no existe nadie con deseos de adquirirla. Pero el precio de la fuerza de trabajo es el salario, que no necesita llegar a cero para sumir en la pobreza a su receptor y, en el caso de que así sea, tenemos frente a nosotros el desempleo. Una situación en la que, por el lado de la demanda, ningún agente está dispuesto a pagar un precio positivo por la mercancía fuerza de trabajo. Como los trabajadores no son cosas que puedan aguardar abandonadas en una bodega hasta que llegue el momento en el que repunte la demanda, las fluctuaciones salariales tienen profundos efectos sociales, además de políticos, psicológicos e incluso morales. Todo esto lo resumía Polanyi en el concepto de desgarramiento del tejido social.

En tercer lugar, el dinero convertido en (cuasi)mercancía acarreará negativas consecuencias para las empresas. El razonamiento del autor sigue fundamentalmente la siguiente línea de argumentación. Ubica a las empresas en un escenario de economías abiertas al comercio exterior y regidas por el Patrón Oro. Cuando las exportaciones superan a las importaciones hay entradas de dinero (divisas) que, de acuerdo con el Patrón Oro, se traducirán en flujos de dicho metal precioso. La abundancia de éste conducirá a un descenso en las tasas de interés. Con tasas de interés bajas, las empresas estarán en condiciones de contraer préstamos para realizar nuevas inversiones y mayores contrataciones de fuerza de trabajo, lo cual finalmente elevará la oferta de sus productos, los cuales, debido a las economías de escala, también serán más baratos. Sin embargo, por otra parte, tasas de interés bajas resultan poco atractivas para los ahorradores, de tal suerte que llegará un momento en el que las tasas de interés deberán dejar de descender.

En la situación contraria, cuando las importaciones de un país exceden a sus exportaciones, habrá salidas de dinero (oro) y una reducción de la oferta monetaria provocará una elevación de las tasas de interés, lo cual significa para las empresas dos cosas principalmente. Las empresas ya endeudadas verán reducidas sus utilidades debido a una mayor carga de sus deudas. Las demás empresas tendrán mayores dificultades para solicitar créditos, pues éstos serán más caros. La consecuencia de lo anterior será una reducción de la oferta y una menor rentabilidad de los negocios. Estas reducciones se traducirán en menor producción, menores inversiones y menores contrataciones de fuerza de trabajo. Si la pérdida de rentabilidad supera cierto umbral o se prolonga por largo tiempo, las empresas entrarán en quiebra y con ello agravarán a su vez la situación de desempleo.

Ante estas condiciones, es casi imposible que un gobierno permanezca indiferente y es probable que la sociedad, a través de distintas organizaciones, se proponga poner remedio a los males antes señalados. De esta manera, se pone en marcha lo que Polanyi llama el "movimiento de autoprotección de la sociedad", el cual puede asumir variadas formas históricas, ser impulsado por las más diversas constelaciones de fuerzas sociales y también ser conducido bajo variopintos liderazgos. Los ejemplos presentados en LGT incluyen desde los gobiernos Tudor y Estuardo en Inglaterra, hasta el New Deal de Roosevelt, el socialismo staliniano, el fascismo italiano y el nacionalsocialismo hitleriano. Dejando aparte por lo pronto los aspectos polémicos de estos planteamientos, deseo enfatizar que, en esencia, se trata de un razonamiento fácilmente comprensible y que me atrevería a sintetizar en los siguientes términos.17

El núcleo económico de la civilización nacida con la Revolución Industrial inglesa, que alcanza su cúspide durante el siglo XIX en Europa y Estados Unidos (en el mundo occidental-industrial podría decirse) era el mercado autorregulado,18 cuyo funcionamiento exigía la incorporación como mercancías de la tierra, la fuerza de trabajo y el dinero. Pero la existencia de estas tres cuasi-mercancías constituía una agresión a la sociedad y conducía al desgarramiento del tejido social. Ante esta situación, la sociedad busca autoprotegerse del movimiento autoexpansivo del mercado autorregulador. Más aún, la dinámica propia del mercado autorregulado conduce necesariamente a la subordinación de la sociedad bajo la economía. Ante este desincrustamiento (disembedding, en la terminología de Polanyi) de lo económico con respecto a la sociedad y del mercado en relación con la economía, reacciona la sociedad con el propósito de construir nuevas formas de reincrustamiento de la economía en la sociedad. Esta problemática nos conduce a una importante discusión, que no puede desarrollarse aquí, pero que merece ser por lo menos enunciada. Me refiero a las distintas formas que asumió, sobre todo en las décadas de 1960 y 1970, el llamado "Estado del bienestar", así como los ataques que sufrió desde el arribo al poder de Thatcher en Inglaterra y Reagan en Estados Unidos y las desastrosas consecuencias que ha tenido en el mundo entero.19 Basándose en las ideas de Polanyi, Esping-Andersen20 habla de tres modelos de Estado del bienestar: el conservador, el liberal y el socialdemócrata, y coloca en el centro de su atención las distintas formas en que en cada uno de estos tipos de Estados del bienestar se ha abordado la desmercantilización de las relaciones laborales, en particular por lo que atañe a pensiones por jubilación y subsidios por enfermedad y desempleo.

En términos análogos, pero sin mencionar al autor de LGT, Immanuel Wallerstein21 discute las distintas formas en que la "izquierda histórica", es decir, los gobiernos socialistas en la antigua URSS y los países de Europa Oriental, los gobiernos socialdemócratas en Europa Occidental y los gobiernos nacionalistas revolucionarios en el Tercer Mundo, instrumentaron una serie de políticas para proteger a la sociedad de los estragos provocados por la expansión del mercado autorregulado, en particular en el ámbito del mercado laboral. De manera semejante, el desmantelamiento del Estado del bienestar promovido por el Consenso de Washington ha apuntado centralmente a la total mercantilización de la sociedad, no sólo de la fuerza de trabajo. Y, por el contrario, los vientos de renovación que empiezan a soplar, todavía sin un rumbo seguro y bien definido, pero sin duda en contra del programa neoliberal, en Brasil, Venezuela, Chile, Bolivia, Ecuador, así como en Francia y los países sacudidos por "la primavera árabe", se enfocan hacia alguna forma de reconstrucción del Estado del bienestar y por ende hacia la institucionalización de mecanismos de protección de la sociedad similares a los que ocuparon la atención de Polanyi.

Todo lo anterior desemboca en un tema que fue central para nuestro autor, me refiero al tema del lugar que ha ocupado históricamente la economía en la sociedad.

Ya se apuntaba que, en opinión de Polanyi, en las más diversas sociedades anteriores a la civilización nacida con la Revolución Industrial, la economía siempre ha estado subordinada a la sociedad, en la forma de prioridad sobre lo económico de otros factores tales como las tradiciones, costumbres, ideas religiosas, estructuras políticas y demás, que han tenido en común no estar regidas por el "egoísmo" del que hablaba Adam Smith, ni por el afán de lucro o maximización de la ganancia, como lo plantearía la teoría económica neoclásica. Por el contrario, según Polanyi, el intercambio mercantil es sólo una de las formas posibles en que una sociedad puede resolver el problema de la asignación de recursos económicos para la satisfacción de las necesidades básicas. Esto también puede lograrse mediante otras formas de integración social, como son la reciprocidad, la redistribución y la unidad familiar (oikos), donde la motivación no viene dada por el egoísmo maximizador de ganancias, sino por intereses comunitarios, familiares, etcétera.22

 

LA REALIDAD SOCIAL ACTUAL: SEMEJANZAS Y DIFERENCIAS CON LA ÉPOCA DE POLANYI

Sería demasiado ambicioso pretender en un breve ensayo como éste analizar la compleja realidad social actual. Corriendo el riesgo de parecer esquemático, para no rebasar los límites del presente texto, me limitaré a señalar algunos elementos que guardan relación con los temas tratados por Polanyi, sobre todo en LGT y apuntar sumariamente, tanto las principales semejanzas como las diferencias que guarda nuestra época con la del autor,23 tomando como eje las ideas centrales expuestas en el apartado anterior.

La primera semejanza entre la época de Polanyi y la nuestra se refiere al lugar que ocupa la economía en la sociedad.24 Hoy, como entonces, existen poderosas fuerzas (instituciones, ideologías) que todavía buscan subordinar la sociedad a la economía, a pesar de los fracasos y desastres provocados por el neoliberalismo. Polanyi estudió los intentos de su época por re-incrustar a la segunda en la primera. Después surgieron otros, que ya se mencionaron y que fueron barridos por la ola neoliberal, pero que recientemente vuelven a articularse. Entre los primeros cabe mencionar el fascismo, el nacionalsocialismo, el New Deal y el socialismo soviético. Entre los segundos estarían diversas formas de intervencionismo estatal que tuvieron una fuerte presencia desde la segunda posguerra hasta la instauración del neoliberalismo con Reagan, Thatcher y sus homólogos. Me refiero a los regímenes socialdemócratas en Europa occidental; a los llamados nacionalismos revolucionarios en países latinoamericanos, africanos y asiáticos y, en general, a todos aquellos gobiernos de mayor o menor inspiración keynesiana.25 Con el triunfo del Consenso de Washington quedó claro que eran la economía y los intereses económicos los que primaban sobre la sociedad en su conjunto. Sin embargo, a diferencia de lo que sucedía en la época de Polanyi, este primado de la economía es más amplio en términos geográficos, pues ahora incluye a los países europeos anteriormente socialistas; más amplio también en términos sectoriales, pues ha penetrado en actividades que en otros tiempos no estaban sometidas a la lógica del mercado, como, por ejemplo, la educación, los servicios médicos, los servicios de limpieza y manejo de la basura, la seguridad pública, por mencionar algunos casos notorios. Por todas estas razones, podemos afirmar con certeza que en nuestras sociedades contemporáneas persiste el desincrustamiento apuntado por Polanyi.

En estrecha vinculación con lo anterior, en ambas épocas el mercado autorregulador es el eje del sistema, aunque ahora se trata de mercados globales. Su sustento ideológico es similar. En tiempos de Polanyi era el credo liberal, ahora es el credo neoliberal, que, a pesar de sus fracasos y críticas recibidas, sobre todo desde la segunda mitad de la primera década del siglo XXI, sigue permeando la economía y la sociedad, tanto a través de instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional y no se diga el propio gobierno estadounidense, como por medio de los eslóganes repetidos hasta la saciedad, como son: competitividad, flexibilidad, privatizaciones y desregulaciones.

En vida de Polanyi ocurre el derrumbe del Patrón Oro y a la fecha no hay sistema alguno que lo haya reemplazado, aunque existen zonas económicas claramente dominadas por ciertas monedas, especialmente el dólar estadounidense, el euro, el yen, por mencionar algunos ejemplos. Sin embargo, el desorden financiero mundial no ha dejado de ser una realidad intermitente desde la caída de Bretton Woods, sistema que vino a sustituir por un tiempo al desaparecido Patrón Oro.

El balance de poder del que se habla en LGT como uno de los cuatro pilares de la civilización del siglo XIX,26 y que quedó destruido para desembocar en las dos guerras mundiales, fue restablecido durante la segunda posguerra bajo la hegemonía estadounidense y después se mantuvo en la forma del mundo bipolar de la Guerra Fría. Con el fin de ésta parecía que era posible un mundo unipolar bajo el dominio de Washington; sin embargo, hay muchos elementos que apuntan hacia una creciente erosión de la hegemonía estadounidense y la constitución de un mundo multipolar, donde, además de Estados Unidos, desempeñan posiciones clave Europa occidental, con Alemania y Francia a la cabeza, y el Este de Asia, con China y Japón como principales protagonistas. A este escenario deben sumarse otras potencias, por algunos autores llamadas "medias", como Brasil, Rusia e India.27

Por lo que toca al Estado-nación, existe una amplia polémica imposible de reseñar aquí. Algunos han hablado de la extinción o desaparición del Estado-nación en el escenario de un mundo globalizado bajo el dominio del mercado. Otros, por el contrario, consideran que el Estado-nación sigue siendo un agente de no menor importancia y que precisamente el fortalecimiento del mercado es de naturaleza política.28 Aquí encontramos un interesante paralelo con la situación descrita por Polanyi, cuando decía que el laissez-faire había sido planeado, es decir, que no era una obra de las ciegas fuerzas económicas, sino una construcción política perfectamente calculada. Así, hemos constatado que el triunfo del neoliberalismo fue impuesto no por la simple lógica económica, sino por los mismos gobiernos y por instituciones internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Igualmente destacable es el uso brutal de la violencia para la imposición del programa neoliberal inspirado en Milton Friedman y sus seguidores, lo que ha ocurrido desde el golpe militar en Chile en 1973 hasta la invasión de Irak en 2003. Uso que no ha sido producto de "excesos" o "accidentes", sino que obedece a un plan sistemático y bien estructurado que revela nítidamente el nexo íntimo entre la imposición del mercado autorregulado y la destrucción de la sociedad.29

Un elemento central en los planteamientos de Polanyi es su consideración, ya varias veces apuntada, de la tierra, el trabajo y el dinero como mercancías ficticias. En nuestra época, podemos seguir aplicando el concepto de Polanyi a los tres objetos señalados, pero también es aplicable a otros más. Veamos con mayor detenimiento algunos elementos de la situación que enfrentamos.

En primer lugar, en las condiciones actuales, los peligros de tratar a la tierra como mercancía saltan a la vista por lo menos en dos ámbitos. Uno de ellos es el del mercado de terrenos y toda la especulación propia del mismo. Aquí se presentan los problemas señalados por Polanyi, como el despojo de los propietarios originales, que pueden ser campesinos o, en el caso de algunos países latinoamericanos, comunidades indígenas. A esta situación, que se sigue repitiendo en numerosos puntos del planeta, se suma otra que Polanyi no conoció o por lo menos no discutió. Me refiero a la especulación con los precios de los terrenos urbanos que, en algunos casos, como en Japón, por ejemplo, han conducido a graves problemas de vivienda, encarecimiento del costo de la vida en las grandes ciudades y fraudes por parte de empresas inmobiliarias. El otro caso paradigmático es la crisis financiera estadounidense conocida como la subprime mortgage crisis.30 Asimismo, tenemos a la vista otra problemática que Polanyi tampoco pudo abordar y que está relacionada con el manejo de la tierra como mercancía. Me refiero a todos los daños medioambientales causados por tratar a tierras, aguas, al subsuelo y todo lo que éste contiene, incluso al aire, como si fueran objetos sujetables sin más a los dictados de la oferta y la demanda. Además de no tratarse de mercancías, en realidad es imposible medir con dinero su auténtico valor.31

Polanyi dedicó profundas reflexiones al error de considerar la fuerza de trabajo como mercancía y, sin duda, tuvo en mente el fenómeno del desempleo masivo que facilitó la llegada al poder del fascismo y el nacionalsocialismo en Europa, ya que estos regímenes prometían crear empleos suficientes para acabar con el paro, cosa que además cumplieron mediante el impulso a la industria militar. En LGT empero no se abordan otros aspectos relacionados con la mercantilización de la fuerza de trabajo, que han alcanzado mayor impacto después de la publicación de esta obra. Me refiero en particular al trabajo de mujeres y niños. En el caso de las labores tradicionalmente llevadas a cabo por mujeres, ocupa una posición relevante el trabajo no reconocido consistente en la crianza y educación de los niños. De hecho, este trabajo es indispensable para la formación de ciudadanos y de seres sociales en general, ya que son principalmente las madres quienes enseñan a sus pequeños lo esencial de la convivencia humana, como tolerancia, respeto, manejo de la frustración, altruismo, autoconfianza, perseverancia y otros valores, que posteriormente serán llevados a la práctica en la escuela y en el puesto de trabajo. En los países desarrollados está ocurriendo que las madres trabajan como asalariadas o empleadas fuera del hogar, por lo que sus funciones tradicionales son desempeñadas por otras mujeres, por lo general inmigrantes procedentes de países subdesarrollados.

Estas mujeres venden su fuerza de trabajo como si fuera una mercancía cualquiera. Pero al hacerlo, se ven obligadas a dejar a sus familias o por lo menos a dedicarles menos tiempo que antes, lo cual no puede dejar de tener consecuencias para la sociedad en su conjunto. Además, es común que la compraventa de esta fuerza de trabajo femenina se ubique en mercados llamados informales. Como existen suficientes elementos para demostrar que en realidad no se trata de una mercancía como las demás, de hecho es aplicable lo dicho por Polanyi para la fuerza de trabajo en general, pero con precisiones y características propias de la fuerza de trabajo de las mujeres.32 Para estos análisis resultan útiles, tanto el concepto de mercancía ficticia de Polanyi, como su énfasis en otras formas de integración de la economía distintas al mercado, en este caso, sobre todo la reciprocidad.

Dentro de las variantes de la fuerza de trabajo existe otra que no fue abordada por nuestro autor, pero que en los países subdesarrollados constituye un fenómeno de gran peso social. Me refiero al trabajo infantil, que tiene gran peso en algunas ramas de la agricultura, como la horticultura y la fruticultura. Aquí estamos frente a un caso particular de la mercancía ficticia fuerza de trabajo, pero debido a que se trata de menores de edad, las consecuencias de esta mercantilización son todavía más graves que tratándose de adultos, pues no es sólo la vida actual, sino la vida futura, encarnada por estos niños y niñas, la que se pone en manos de las ciegas fuerzas del mercado. Dentro de este escenario resulta igualmente importante en la actualidad el fenómeno de la migración. Un buen ejemplo de la fecundidad de los planteamientos de Polanyi para abordar este fenómeno son los trabajos de Munck.33

Sobre los efectos de considerar al dinero como mercancía, nuestra época, en comparación con la de Polanyi, no ha hecho más que multiplicar los ejemplos que confirman lo dicho por este autor. Las crisis financieras y monetarias se han repetido después de la publicación de la obra de Polanyi, pero el problema esencial ha seguido siendo el mismo que el apuntado por él.34

Además, el concepto de mercancía ficticia también resulta útil para aplicarlo a otros fenómenos, entre los cuales deseo mencionar cuatro. En primer lugar considero que los alimentos, especialmente los llamados básicos, no pueden quedar a merced de las fuerzas del mercado, ya que esto conllevaría, mejor dicho, ha conllevado, a la inanición de enormes cantidades de personas. Por otra parte, en particular en países de alto desarrollo, los alimentos se están viendo sujetos a estrictas reglamentaciones orientadas a asegurar la sanidad e inocuidad de los mismos. Por estas razones no es posible hablar de los alimentos como simples mercancías.35

El siguiente caso serían las medicinas. Aquí es válido lo dicho para los alimentos, con la precisión de que aquí se trata de la salud e incluso de la vida de las personas. En este ámbito es claro que la des-mercantilización de las medicinas va estrechamente relacionada con la construcción de un amplio y fuerte sistema público de atención médica. Esto, que llegó a ser un logro de muchos gobiernos, sobre todo socialdemócratas en Europa, se convirtió en objeto de crítica de los fundamentalistas de mercado, quienes buscaron aniquilarlo mediante privatizaciones y adelgazamiento del Estado.

El tercer fenómeno que no debería considerarse como mercancía es la educación. Ésta es tanto un derecho como una forma de alimento y una medicina para los seres humanos, en particular para los miembros más jóvenes de la sociedad. Aunque todavía en numerosos países desarrollados la educación es pública, no son despreciables los avances que ha experimentado la privatización de los servicios educativos, en particular en países subdesarrollados, pero también en algunos de alto desarrollo.

El cuarto ejemplo de mercancía ficticia que propongo es la energía nuclear, aunque en esencia lo mismo debería decirse de todo tipo de energía. La situación reciente que de mejor manera ha puesto en evidencia el error de manejar la producción y suministro de este tipo de energía con criterios meramente económicos, es decir, con el propósito de minimizar costos y maximizar ganancias para la empresa, ha sido la catástrofe de Fukushima ocurrida en 2011.36 Mi idea es, en esencia, que la energía nuclear debe ser considerada como una mercancía ficticia, pues es demasiado importante (y peligrosa) para ser dejada al arbitrio del mercado. Su empleo debe ser vigilado por la sociedad y no determinado por oferta y demanda. Lo cual, desde luego, implica su control y regulación por parte, no sólo del Estado y los gobiernos locales, sino también de organismos democráticos, como parlamentos, partidos políticos, e incluso las organizaciones no gubernamentales.

Para concluir esta comparación entre la época de Polanyi y la nuestra, a manera de síntesis, desearía precisar lo siguiente: elementos comunes a ambas épocas serían básicamente cuatro. El primero es, como ya se apuntó, la existencia de una sociedad de mercado, aunque ahora se trata de mercados globales. El segundo es la presencia del doble movimiento, pues frente al movimiento de autoexpansión del mercado autorregulado hoy, como entonces, se presentan repetidamente intentos, con distintos grados de éxito, de un movimiento de autoprotección de la sociedad.37 El tercero es que ahora, como en tiempos de Polanyi, estamos viviendo un periodo de transición institucional, aunque todavía no queda claro cómo serán las instituciones características del mundo multipolar de posguerra fría. El cuarto, relacionado estrechamente con el anterior, es que estamos ante un periodo de ajuste internacional, cuya característica principal es el declive y eventual desaparición de la hegemonía estadounidense frente a la consolidación de otros centros de poder, principal aunque no exclusivamente económico, como la Unión Europea y China, pero también deben tomarse en cuenta las perspectivas de fortalecimiento de otros actores en el escenario internacional, como Brasil, Rusia e India.

Por otra parte, las diferencias más relevantes entre la época de Polanyi y la nuestra serían las siguientes: primero, debemos constatar tres grandes ausencias arriba mencionadas (fascismo,38 socialismo,39 New Deal), que constituyeron para Polanyi ejemplos paradigmáticos del movimiento autoprotector de la sociedad. Por otro lado, hay por lo menos cuatro nuevos fenómenos, nuevos desde la perspectiva de la temática abordada por Polanyi, que son: la crisis ecológica, la presencia de las mujeres en la economía, el incremento de las desigualdades en múltiples esferas (lo regional, lo nacional, lo étnico, entre las ramas económicas, en los niveles de ingreso, entre hombres y mujeres, por ejemplo) y lo que, a falta de mejor concepto, llamaría realidades emergentes, que conciernen a fenómenos como la conformación de un mundo multipolar, con la fuerte presencia y creciente peso de China, las transformaciones derivadas de la "Primavera Árabe", cuyo derrotero todavía es difícil de definir, los cambios en los países africanos y latinoamericanos, cuyos perfiles también son aún poco claros.

En este complejo escenario se plantea la pregunta sobre cómo podemos aprovechar de la mejor manera el legado de Karl Polanyi hoy.40 Sin pretender agotar las respuestas, veamos a continuación algunos elementos relevantes para el estudio de la actual realidad social.

 

¿QUÉ PODEMOS RETOMAR DE KARL POLANYI HOY?

La riqueza de las aportaciones de Polanyi para enfrentar nuestra actual realidad social abarca por lo menos cuatro ámbitos que describiría en los siguientes términos: el primero concierne a las críticas de Polanyi a la sociedad de mercado del siglo XIX y que siguen siendo válidas en tanto que los objetos de su crítica no han desaparecido, sino que en algunos casos se han ampliado, como por ejemplo la ya mencionada globalización de los mercados y el desincrustamiento de la economía con respecto a la sociedad.

El segundo atañe a nuevas críticas a los elementos de nuestra realidad social que no fueron conocidos ni tomados en cuenta por Polanyi y que mencionamos al final del apartado anterior. Estas nuevas críticas pueden servir de base para la construcción de visiones alternativas de una sociedad más justa, humana y ecológicamente responsable que la actual.

El tercero se refiere a la gama de conceptos acuñados por Polanyi todavía vigentes y que propongo agrupar en tres categorías. La primera es el concepto de humano, contrastante con la imagen de la economía neoclásica heredada de Adam Smith, de un ser egoísta, calculador y maximizador. Para Polanyi, el ser humano es o debe ser alguien con plena conciencia de que vive en una sociedad donde el bien común tiene prioridad sobre el bien individual. La segunda categoría corresponde a las ya mencionadas mercancías ficticias, concepto aplicable tanto a los fenómenos apuntados por Polanyi como a otros arriba propuestos. La tercera categoría es el concepto de economía y de ciencia económica.41 La primera, entendida como el conjunto de actividades que emprende una sociedad para garantizar su sustento y, yo agregaría, el de sus descendientes. La segunda, concebida por consiguiente como la ciencia del sustento del hombre y no como el cálculo de maximización de la ganancia (o de la utilidad o el bienestar) aplicable a cualquier situación.

El cuarto y último ámbito nos remite al método del autor, cuyas tres características principales serían, a mi juicio, las tres siguientes: una es lo que llamaría su fundamentación histórica; la segunda designaría como apertura epistemológica y, la tercera, la llamaría enfoque interdisciplinario. Por lo que toca a la primera, Polanyi no fue un historiador económico, pero todas sus reflexiones, conceptualizaciones, teorizaciones y modelizaciones tienen como fundamento situaciones históricas provenientes de numerosos países y sociedades, así como de muy distantes épocas. Entre sus méritos se encuentra el apoyarse en la historia no para hacer un relato pormenorizado de determinados fenómenos, sino para extraer de ellos lo más relevante para la construcción de sus explicaciones. Igual mérito tiene su esfuerzo por trazar paralelos y proponer comparaciones, identificar semejanzas y diferencias, a partir del rico y variado material histórico que sirve de sustento a su obra. Además, es digno de destacar el hecho de que, a diferencia de otros críticos, como él, de la sociedad de mercado, como los marxistas, Polanyi no contempla el desarrollo histórico como la marcha inexorable del "progreso", ni pretende demostrar con leyes científicas el ineludible advenimiento del socialismo. Por el contrario, en su concepción está presente la idea de que la historia se construye paso a paso a través del enfrentamiento de fuerzas que pueden estar impulsadas por una pluralidad de agentes sociales. Esta idea dinámica y dialéctica es la que vertebra su concepto de "doble movimiento". En este desarrollo nada está asegurado, sino que hay una constante lucha que, si bien sigue una lógica, no está predeterminado su desenlace.

Por otro lado, lo que propongo llamar la apertura epistemológica de Polanyi consiste en su capacidad para hacer compatibles visiones de los más diversos autores, tomar de cada uno de ellos lo necesario para la elaboración de sus propias conceptualizaciones y al mismo tiempo mantener una mirada crítica sobre sus fuentes. De esta manera, a lo largo de la obra de Polanyi se encuentran numerosas referencias a textos de Marx, Weber, Menger, Malinowski, Thurnwald, miembros de la Escuela Histórica Alemana, por mencionar algunos ejemplos relevantes. Estos autores son en realidad interlocutores de Polanyi y su peso es innegable en la construcción de su propio discurso.

En tercer lugar, a lo largo de toda la obra de Polanyi es evidente que no se plantea una tajante división entre las ciencias sociales, sino que de forma permanente encontramos una fructífera confluencia entre economía, historia, ciencia política y antropología. Es por ello que en muchas universidades, sobre todo estadounidenses y europeas, los textos del autor son básicos para estudiantes de las disciplinas mencionadas, aunque desafortunadamente todavía no han sido los economistas quienes más entusiasmo han mostrado por la herencia polanyiana.

 

CONSIDERACIONES FINALES

Sin pretender ser capaz de poner punto final a la propuesta desarrollada en las páginas anteriores, quisiera solamente presentar un somero balance de la obra de Polanyi y una agenda de investigación que aproveche dicha obra.

Primeramente, Polanyi es ya un autor clásico en ciencias sociales, comparable a Marx, a Weber, a Durkheim, por ejemplo. De ahí, lo lamentable de que sea ignorado en México por estudiantes de estas disciplinas, con la excepción probablemente de los historiadores, los antropólogos y quizá también los sociólogos. Pero, en el caso de los economistas, difícilmente podrá encontrarse que la obra de Polanyi tenga el lugar que merece en su formación. Lo cual resulta imperdonable si, como he argumentado en las páginas anteriores, este autor nos proporciona valiosos elementos para comprender nuestra realidad social.

En segundo lugar, no puede negarse que en la agenda de investigación de Polanyi quedaron asuntos pendientes y otros que han aparecido después, pero que podrían ser abordados fructíferamente con las herramientas teóricas y metodológicas forjadas por el autor de LGT. De la misma manera, debemos reconocer que algunos conceptos empleados por Polanyi requieren ser precisados, matizados y hasta enriquecidos a partir del conocimiento de los hechos actuales. Tal sería el caso de categorías como incrustamiento de la economía en la sociedad, movimiento de autoprotección de la misma, mercancías ficticias, por mencionar algunos ejemplos notables. En el terreno estrictamente histórico, no ha terminado la polémica en torno a cuestiones torales abordadas por Polanyi, como es el caso de la interpretación de la Revolución Industrial inglesa y la relevancia e impacto de las Leyes de Pobres. Pero el interés por estas cuestiones va más allá de la erudición histórica, toda vez que el desafío de la industrialización sigue presente para muchas naciones de menor desarrollo. Pero lo más importante en las condiciones actuales sería profundizar en un tema apenas esbozado en la última parte de LGT y que se refiere a la libertad en una sociedad compleja. A este punto le dedica Polanyi una decena y media de páginas. Probablemente, no podía hacer otra cosa sin caer en especulaciones utópicas. Pero en nuestros tiempos el tema de la libertad y cómo asegurarla en una sociedad crecientemente compleja, sigue siendo de capital importancia.

Por último, y tal vez lo más importante, a diferencia de otros autores clásicos en las ciencias sociales, la obra de Polanyi puede considerarse una obra abierta, pues deja espacio para múltiples interpretaciones, señala caminos que él mismo no tuvo tiempo de transitar y, lo esencial, es radicalmente antidogmática.

Estos elementos ya son suficientes para hacer del legado polanyiano una de las herramientas más fuertes en la construcción de la sociedad que deseamos y que merecen nuestros descendientes.

 

Notas

1 Me refiero a la versión dominante de la ciencia económica, llamada main stream, en forma de la "síntesis neoclásica" elaborada por Paul Samuelson y con mayor fuerza la economía basada en los postulados de la Escuela de Chicago. Desde luego que paralelamente existen entre los economistas otros paradigmas minoritarios a los cuales no aplica lo antes dicho, como los enfoques llamados neomarxistas, neoricardianos, poskeynesianos, institucionalistas, ecologistas y feministas, por mencionar algunos ejemplos.

2 Karl Polanyi, La gran transformación. Los orígenes políticos y económicos de nuestro tiempo, traducción de Eduardo I. Suárez, México, Fondo de Cultura Económica, 2003.         [ Links ] En adelante se citará esta obra como LGT.

3 "Carta del jefe Seattle al presidente de los Estados Unidos" [http://www.ciudadseva.com/textos/otros/carta_del_jefe_seattle_al_presidente_de_los_estados_unidos.htm], fecha de consulta: 9 de abril de 2013.         [ Links ]

4 Sobre la vida y obra de Karl Polanyi, pueden consultarse las publicaciones disponibles en la página del Karl Polanyi Institute of Political Economy en la Universidad de Concordia [http://polanyi.concordia.ca/]         [ Links ]. En particular sobre la obra de Polanyi, el texto más completo hasta ahora es el de Gareth Dale, Karl Polanyi. The Limits of the Market, Cambridge, Reino Unido, Malden, Estados Unidos, Polity Press, 2010.         [ Links ] En especial, sobre LCT, véase Fred Block, "Karl Polanyi and the Writing of the Great Transformation", Theory and Society, vol. 32, junio de 2003, pp. 275-306.         [ Links ]

5 Karl Polanyi, Conrad M. Arensberg y Harry W. Pearson (coords.), Comercio y mercado en los imperios antiguos, Barcelona, Editorial Labor, 1976.         [ Links ]

6 Para ilustrar el interés que ha despertado la obra de Polanyi, podemos mencionar que una búsqueda en Google arroja 328 mil resultados. Si nos limitamos a Google Scholar, la cifra se reduce a 33 300 resultados, de los cuales 20 300 corresponden a los años de 1989 a 2013, pero 15 900 se ubican en los últimos diez años.

7 El tema del incrustamiento ha sido objeto de gran polémica. Véase, por ejemplo, Gareth Dale, Karl Polanyi. The Limits of the Market, op. cit., pp. 188-206; Mark Granovetter, "Economic Action and Social Structure: The Problem of Embeddedness", American Journal of Sociology, vol. 91, núm. 3, noviembre de 1985, pp. 481-510;         [ Links ] Bernard Barber, "All economies are 'embedded': the career of a concept, and beyond", Social Research, 62(2), pp. 387-413;         [ Links ] Kurtulus Gemici, "Karl Polanyi and the antinomies of embeddedness", Socio-Economic Review, núm. 6, 2008, pp. 5-33.         [ Links ]

8 Véase LGT, cap. VI. El mercado autorregulado y las mercancías ficticias: mano de obra, tierra y dinero.

9 Sobre el concepto de doble movimiento, véanse Eppo Martens, "Polanyi's Double Movement: A Critical Reappraisal", Social Thought & Research, 2008, vol. 29, pp. 129-153;         [ Links ] Mandy Turner, "Society Must be Protected. Polanyi's 'Double Movement' and the Regulation of Conflict Goods", The Journal of Corporate Citizenship, verano 2007, núm. 26, pp. 85-99.         [ Links ] Una aplicación del concepto de Polanyi a la historia de la política agrícola de Estados Unidos se encuentra en Bill Winders, The Politics of Food Supply: U.S. Agricultural Policy in the World Economy, Yale University Press, 2012.         [ Links ] Sobre un contramovimiento frente al neoliberalismo, véase Gareth Dale, Karl Polanyi. The Limits of the Market, op. cit., pp. 207-234.

10 Llamo "extraño mundo" al que ha construido la economía neoclásica en tanto que está habitado principalmente por modelos matemáticos que no solamente guardan una enorme distancia con la realidad que deberían explicar, sino que se basan en supuestos no demostrados y, lo peor de todo, es que mediante un empleo muy discutible de las matemáticas, lo único que logran es la sofisticación de lo trivial.

11 Es decir, las formas en que la economía adquiere unidad y estabilidad. Estas formas de integración pueden ser autarquía, reciprocidad, redistribución e intercambio. Sólo la última desemboca en el mercado, pero las otras pueden funcionar perfectamente a largo plazo. Véase el capítulo XIII, titulado "La economía como actividad institucionalizada", en Karl Polanyi, Conrad M. Arensberg y Harry W. Pearson (coords.), Comercio y mercado en los imperios antiguos, op. cit., 1976, pp. 289-315.

12 Las aportaciones brevemente mencionadas aquí de la economía feminista encuentran un fuerte soporte en los planteamientos de Polanyi, en particular en su idea de la fuerza de trabajo como mercancía ficticia y en la reciprocidad como forma de integración de una economía. Pero también en lo que atañe a los efectos desgarradores sobre el tejido social que tiene la mercantilización de todas las actividades humanas. No en último lugar, también es relevante la concepción polanyiana de economía y la interpretación que hace del oikos aristotélico. Véase sobre este punto Antonio Campillo, "Oikos y Polis: Aristóteles, Polanyi y la economía política liberal", AREAS. Revista Internacional de Ciencias Sociales, núm. 31, 2012, pp. 28-38.         [ Links ]

13 Recuérdese que el movimiento posautista apareció en Francia, en 2004, cuando estudiantes de economía y administración de empresas expresaron sus inconformidades con el tipo de enseñanza que se les impartía, caracterizado por una total desvinculación de la realidad y una exclusión de lo social. El justo reclamo de los estudiantes, primero franceses, pero posteriormente de muchos otros países, de una mayor pluralidad en los planes de estudio y una comprensión de la economía más cercana a la realidad social, encuentra en Polanyi un poderoso aliado, en especial en cuatro puntos: 1. La concepción de Polanyi de la economía como ciencia del sustento del hombre. 2. El concepto de incrustamiento de la economía en la sociedad. 3. La reivindicación del trabajo apoyada en la categoría de mercancía ficticia. 4. La crítica a la utopía del mercado autorregulado. Por lo que concierne a las versiones modernas del marxismo, es innegable que en muchos sentidos la crítica de Polanyi al capitalismo no sólo es complementaria de la de Marx, sino que es más radical. Véase al respecto Carlos Fernández Lira y Luis Alegre Zahonero, "Marx y Polanyi. La posibilidad de un diálogo", AREAS. Revista Internacional de Ciencias Sociales, núm. 31, 2012, pp. 56-64.         [ Links ]

14 El concepto de largo plazo no es precisado por Polanyi y esta ausencia resulta problemática, toda vez que en las disciplinas relacionadas con su obra (economía, historia, antropología) varían las interpretaciones del "largo plazo". En mi opinión Polanyi constata a posteriori cuándo debe entenderse que se cumplió el largo plazo, en función de dos elementos. Uno es la crisis (económica y social) a la que se llega cuando se vuelve insostenible el deterioro del tejido social causado por la expansión del mercado autorregulado. El otro es la reacción de la sociedad para poner límites a esta expansión. En estos términos, el "largo plazo" resulta impreciso, pues su duración variará con la viabilidad (o inviabilidad) de los cambios promovidos por la expansión del mercado autorregulado y la capacidad de resistencia y de respuesta de la sociedad ante tales cambios.

15 Esta idea de Polanyi puede desarrollarse para explicar el deterioro ecológico y la destrucción medioambiental. Por ejemplo, véase Mitchell Bernard, "Ecology, political economy and the counter-movement: Karl Polanyi and the second great transformation", en Stephen Gill y James H. Mittelman (coord.), Innovation and Transformation in International Studies, Cambridge, Cambridge University Press, 1997, pp. 75-89.         [ Links ]

16 Debe destacarse que Polanyi no recupera la visión crítica de Marx sobre la mercancía, en la cual es central el concepto de fetichismo de la mercancía, esto es, el hecho de que la mercancía oculta las relaciones sociales y en particular la relación de explotación del trabajo asalariado. Polanyi tampoco se sumerge en las complejas relaciones que Marx descubre entre los términos valor-valor de uso-valor de cambio. Para Marx, la mercancía oculta a la sociedad; para Polanyi, la destruye. Si bien ambas visiones críticas de la mercancía son diferentes, no son incompatibles.

17 Lo polémico del planteamiento de Polanyi se debe al hecho de que engloba bajo el concepto de "movimiento autoprotector de la sociedad" a regímenes político-económicos no sólo ampliamente diversos, sino que en términos políticos requieren ser cuidadosamente diferenciados. Es cierto que Polanyi no identificaba al socialismo con el fascismo y seguramente hubiera hecho una clara distinción entre la socialdemocracia y los nacionalismos revolucionarios, pero esto no niega el hecho de que el concepto de autoprotección de la sociedad requiere de mayores especificaciones y precisiones, tanto en términos de interpretación histórica, como de estrategia política.

18 Es cierto que en la primera parte de su opus magnum el autor desarrolla el argumento de que la civilización industrial del siglo XIX se apoyaba en cuatro instituciones: el mercado autorregulado, el Patrón Oro, el equilibrio de poder entre las potencias occidentales, el Estado-nación.

19 Véase Naomi Klein, La doctrina del schock. El auge del capitalismo del desastre, Barcelona, Paidós, 2007.         [ Links ]

20 Véase Gosta Esping-Andersen, Los tres mundos del Estado del bienestar, Valencia, Edicions Alfons El Magnanin, 1993.         [ Links ]

21 Véase Immanuel Wallerstein, Después del liberalismo, México, Siglo XXI Editores, 2001.         [ Links ]

22 En particular la cuestión del lugar de la economía en diversas sociedades y el estudio del funcionamiento de las formas de integración en sociedades no dominadas por el mercado son abordados en su obra póstuma El sustento del hombre, Madrid, Capitán Swing, 2009.         [ Links ] Sobre las formas de integración, véase William C. Schaniel y Walter C. Neale, "Karl Polanyi's Forms of Integration as Ways of Mapping", Journal of Economic Issues, vol. XXXIV, núm. 1, marzo de 2000, pp. 89-104.         [ Links ] De hecho, reciprocidad, redistribución, intercambio y autarquía no son formas que se den históricamente en términos absolutos y excluyentes, sino que se pueden combinar. El problema apuntado por Polanyi es que en la sociedad de mercado, nacida de la Revolución Industrial, se impone una de estas formas de integración, desplazando, subordinando o eliminando a las demás y el mercado, como mecanismo de trueque busca imponer su lógica y sus principios en todos los ámbitos de la vida social. Por otra parte, el planteamiento de Polanyi remite a una controvertida cuestión, a la fecha, no resuelta. Se trata de si los seres humanos son fundamental o naturalmente egoístas o altruistas. Tanto los que han sostenido lo primero, como quienes han afirmado lo segundo se han basado más en intuiciones, prejuicios, observaciones poco sistemáticas o convicciones a priori, que en hechos científicos. De hecho, es apenas ahora cuando las neurociencias están presentando indicios de tendencias innatas en los seres humanos, tanto hacia la preservación del propio bienestar (egoístas), como hacia el de los demás (altruistas). Véanse Jeremy Rifkin, La civilización empática, Barcelona, Paidós, 2010,         [ Links ] y Herbert Gintis et al., "Explaining altruistic behavior in humans", Evolution and Human Behavior, núm. 24, 2003, pp. 153-172.         [ Links ]

23 Cuando digo nuestra época me estoy refiriendo al mundo globalizado después de la caída del Muro de Berlín.

24 Véase Midori Wakamori, "Karl Polanyi's Method and 'the Place of Economies in Societies'", Sociedad de Historia Económica, vol.1, núm 1, 2008, pp. 40-56.         [ Links ]

25 Recuérdense las declaraciones de keynesianismo por parte de Milton Friedman, en 1965, y de Richard Nixon, en 1971.

26 Los otros tres son el mercado autorregulado, el Patrón Oro y el Estado-nación.

27 Véase Carlos J. Maya, "Globalization of Economy and Polarization of Power: Dilemmas of the American Hegemony under the Government of G.W. Bush" [http://ssrn.com/abstract=2228855 or http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.2228855], fecha de consulta: 5 de marzo de 2013.         [ Links ]

28 Por ejemplo, Kenichi Ohmae, El fin del Estado-nación, Barcelona, Editorial Andrés Bello, 1997.         [ Links ] La visión contraria es lúcidamente defendida por Robert Gilpin, Global Political Economy. Understanding the International Economic Order, Princeton y Oxford, Princeton University Press, 2001.         [ Links ]

29 Véase Naomi Klein, La doctrina del schock. El auge del capitalismo del desastre, op. cit.

30 Sobre Japón, véase Gillian Tett, Saving the Sun, Nueva York, Harper Collins, 2003.         [ Links ] Para el caso estadounidense, puede verse el reporte final de la Comisión Nacional nombrada por el gobierno para investigar la crisis financiera del país, bajo el título "The Financial Crisis Inquiry Report, 2011" [http://www.gpo.gov/fdsys/pkg/GPO-FCIC/pdf/GPO-FCIC.pdf], fecha de consulta: 9 de abril de 2013.         [ Links ]

31 Véase Jane King y Malcom Slesser, No sólo de dinero. La economía que precisa la Naturaleza, Barcelona, Icaria, 2006.         [ Links ] De interés resulta también la lectura de Juan Manuel Iranzo Amatriain, "Los límites de los mercados: comercialización de la naturaleza, sostenibilidad y transformación social", ÁREAS. Revista Internacional de Ciencias Sociales, núm. 31, 2012, pp. 110-121.

32 Véase, por ejemplo, Nancy Fraser, "Can society be commodities all the way down? Polanyian reflections on capitalist crisis" [http://halshs.archives-ouvertes.fr/docs/00/72/50/60/PDF/FMSH-WP-2012-18_Fraser2.pdf], fecha de consulta: 19 de abril de 2013.         [ Links ]

33 Véase Ronaldo Munck, "Globalization, Labor and the 'polanyi problem'", Labor History, vol. 45, núm. 3, agosto de 2004, pp. 251-269,         [ Links ] así como "Globalization, Mogration and Work: Issues and Perspectives", LABOUR, Capital and Society, vol. 43, núm. 1, 2010, pp. 156-177.         [ Links ]

34 Véase Charles P. Kindleberger, Manias, Panics, and Crashes: A History of Financial Crises, Nueva York, John Wiley & Sons, 2000.         [ Links ]

35 Véase Peter M. Rosset, Food is Different, Londres, Nueva York, Zed Books, 2013.         [ Links ]

36 Véase Carlos J. Maya-Ambía, "Globalization of Uncertainties: Lessons from Fukushima, Globalization-Approaches to Diversity [http://www.intechopen.com/books/globalization-approaches-to-diversity/globalization-of-uncertainties-lessons-from-fukushima], fecha de consulta: 21 de febrero de 2014.         [ Links ]

37 Las formas que asumen los intentos de autoprotección de la sociedad son muy variadas, pues comprenden tanto gobiernos nacionales y locales, parlamentos, partidos políticos, organizaciones sindicales, de productores, de consumidores, como asociaciones basadas en la etnia, la religión o las preferencias sexuales. Incluso, podría pensarse en organismos internacionales, como la Organización Mundial de Comercio, una vez que se independice de los intereses estadounidenses y se erija como defensora de las naciones del sur global. El denominador común de todas estas organizaciones es su oposición a que sea el mercado quien decida los rumbos que han de tomar las sociedades. Sobre las formas más recientes de resistencia social a la desdemocratización impulsada por el neoliberalismo y sus promotores, véase Carlos de Castro y Andrés Pedreño, "El péndulo de Polanyi: de la desdemocratización a la resistencia social", ÁREAS. Revista Internacional de Ciencias Sociales, núm. 31, 2012, pp. 9-24.         [ Links ]

38 Aunque, sin duda, existen algunos partidos y movimientos de orientación fascista, pero muy localizados y de ninguna manera representan un peligro mundial.

39 Quiero decir como un movimiento en expansión a escala mundial marcado por hitos como las revoluciones rusa, china, cubana, vietnamita.

40 La actualidad de Polanyi ha sido argumentada de manera convincente por numerosos autores, como Stiglitz, en su prólogo a la última edición de LGT. Asimismo, su pertinencia para el estudio de la globalización y las relaciones internacionales ha sido demostrada por otros. Véanse, por ejemplo, James A. Caporaso y Sidney Tarrow, "Polanyi in Brussels: Supranational Institutions and the Transnational Embedding of Markets", International Organization, núm. 63, verano de 2009, pp. 593-620;         [ Links ] James H. Mittelman, The Globalization Syndrome. Transformation and Resistance, Princeton, Princeton University Press, 2000.         [ Links ] Véanse también los artículos incluidos en el número 29 de la Revue du Mauss, primer semestre de 2007.         [ Links ]

41 Esta temática es desarrollada por Polanyi en los textos reunidos en El sustento del hombre, y está relacionada con el debate entre "formalistas" y "sustantivistas". Véase Gareth Dale, Karl Polanyi. The Limits of the Market, op. cit., pp. 89-136.

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