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Política y cultura

Print version ISSN 0188-7742

Polít. cult.  n.40 México Jan. 2013

 

Diversa/Reseña de libros

 

El oficio de político*

 

Mélany Barragán**

 

* Manuel Alcántara Sáez, El oficio de político, México, Tecnos, 2012.

 

** Universidad de Salamanca, Facultad de Derecho, Campus de Unamuno [mbarragan@usal.es].

 

El presente libro pretende otorgar una mirada diferente hacia un elemento sustancial dentro de los sistemas representativos de cualquier sociedad democrática: el del oficio de político. Para ello, el autor adopta un enfoque multidisciplinar que, atendiendo a diversas áreas de conocimiento que trascienden las fronteras de la ciencia política, abre el debate sobre el papel que desempeñan las personas que se dedican de manera profesional a la política dentro de los sistemas democráticos.

Fruto de una línea de investigación iniciada en 1994,1 este trabajo lleva a cabo una aproximación a la figura del político profesional que, tomando como principal referente empírico a las élites parlamentarias de América Latina, no se limita únicamente al estudio de la influencia del contexto institucional en el inicio y desarrollo de la carrera política. En realidad, persigue combinar un análisis de los políticos profesionales como actores dentro de un contexto institucional dado con un estudio de los mismos como individuos que cuentan con características y trayectorias particulares.

De este modo, el autor trata de dejar atrás un enfoque meramente institucionalista en el estudio del oficio del político para acercarse a la dimensión más humana de la profesión. Así, sin dejar de prestar atención a aspectos de carácter institucional como los procesos electorales o los instrumentos de rendición de cuentas, la investigación aporta un elemento innovador respecto de lo ya escrito al introducir cuestiones vinculadas a la psicología, a las estructuras de conocimiento, a los sistemas de creencias y a las intenciones como factores causales del comportamiento político de las élites.

En este sentido, plantea una interesante discusión teórica sobre la relevancia del estudio de la figura de los políticos atendiendo tanto a los canales de entrada y permanencia en la carrera política como a los atributos que pueden llegar a definir a un político de calidad o la importancia del talento individual y la experiencia acumulada. Con ello, se logra poner en relación la lógica de la democracia representativa con la actuación de los individuos que operan dentro del sistema ocupando cargos electos.

Asimismo, el autor logra un estilo muy personal en el desarrollo de su argumento, realizando continuas referencias al mundo de la literatura a lo largo de los sucesivos capítulos. Mediante este recurso, se facilita al lector la mejor comprensión de algunas dimensiones de la actividad política, como pueden ser las relacionadas con la ambición, la vocación, la vanidad, el altruismo o el manejo del poder. Como consecuencia de todo ello, la obra adquiere un estilo ensayístico que, sin renunciar al rigor científico, permite adoptar una mirada diferente sobre el estudio del oficio del político y de las carreras políticas.

A partir de este planteamiento inicial, el libro se estructura en torno a un prefacio, cinco capítulos y un epílogo que, si bien conforman un cuerpo bien armado, permiten su lectura aislada. Así, cada una de las partes aborda una temática concreta que otorga a los diferentes capítulos una naturaleza propia y susceptible de ser individualizada. De este modo, la lectura no tiene por qué seguir el orden inicialmente propuesto, pudiéndose adaptar a los intereses o preferencias de cada lector. No obstante, ello no es óbice para que las diferentes partes se articulen en torno al mismo eje conductor.

Así, ya desde el prefacio el autor clarifica su objeto de estudio, sosteniendo que los políticos profesionales importan al tratarse de personas que siempre han gozado de poder o se han situado alrededor de individuos poderosos. Dentro de este colectivo se engloban cargos vinculados con el Poder Ejecutivo en los diversos niveles, los relacionados con el sector público, los conectados al universo de los partidos y los que se encuadran dentro de los movimientos políticos. Sin embargo, pese a su heterogeneidad, todos ellos han enfrentado las limitaciones presentadas por los estudios tradicionales, los cuales se han centrado en la figura de los líderes dejándose en un segundo plano la profesionalización de la política.

Frente a esta circunstancia, Alcántara propone realizar un acercamiento a la figura del político profesional con base en tres ejes interrelacionados entre sí: la existencia de personas con ambición, el desarrollo de las instituciones y la apatía general de los ciudadanos para intervenir en lo público. A partir de este planteamiento, adopta una visión de las élites fundamentada en la existencia de personas con poder, cuyas decisiones comportan consecuencias importantes, que tienen un papel en la preservación de las instituciones democráticas y que cuentan con vocación, habilidades e incentivos para hacer de la política su principal ocupación.

Con base en esta concepción, el primer capítulo del libro contiene una revisión de la literatura clásica basada en la figura de los políticos que, a continuación, abre la puerta a un debate sobre la necesidad de integrar las visiones politológicas con otras de componente biológico y psicológico. Para ello, en los dos primeros epígrafes se realiza un repaso del pensamiento clásico y la modernidad en lo concerniente al estudio de los políticos. A partir de ahí, la atención se centra en el peso de la psicología y de la biología, subrayando cómo los estados mentales y los factores personales deben ser tomados como elementos explicativos del poder político. Finalmente, el capítulo se cierra poniendo de relieve la importancia de introducir un pensamiento multidisciplinar de las carreras políticas que conecte los aspectos humanos con las normas institucionales.

A partir de esta concepción pluralista, en el segundo capítulo el autor propone una definición de político profesional. Para ello, adopta como principales criterios el desempeño de acciones que intenten transformar o mantener la realidad social y la existencia de una identidad política que se convierta en una razón de vida, convirtiéndose en una justificación moral de la misma. Esta dualidad entre desempeño y vocación muestra la tensión existente entre las variables individuales y las de corte institucional en todo lo que concierne tanto a la entrada en política como a la trayectoria y salida de la misma. Esto es, se toma en cuenta cómo la profesionalización de la política debe ser explicada tanto por el desarrollo de una actividad concreta dentro del sistema político como por la predisposición a actuar dentro del ámbito de lo público.

Tras aportar una propuesta de definición de político, en el tercer capítulo se profundiza en la profesionalización de la política y se presta especial atención al cariz negativo que ha adoptado esta actividad a lo largo del tiempo. Así, existe una visión tradicional de los políticos como personas que llevan a cabo la realización de actividades bajo la sospecha de buscar intereses espurios y que, por tanto, cuentan con un alto nivel de descrédito. No obstante, frente a estas concepciones, el autor plantea cómo el político profesional debe ser entendido como el resultado de cuatro variables que interaccionan entre sí: la remuneración, la dedicación, la vocación y la ambición. Por ello, superándose la mala reputación asociada a la política, la profesionalización de la misma ha de interpretarse dentro de un marco de formación específico de carácter permanente en el que se combinan los aspectos citados.

Con base en esta noción, en el cuarto capítulo se atiende al hecho de que el político contemporáneo desempeña su actividad dentro de democracias representativas. Ello influye en los mecanismos de entrada a la política, ya que los cargos representativos están ligados a la celebración de elecciones periódicas. Asimismo, también condiciona la permanencia dentro de la misma debido a la existencia de mecanismos de rendición de cuentas. De este modo, el contexto institucional es una variable a tener presente a la hora tanto de estudiar la profesionalización como de analizar la trayectoria específica de cada político. No obstante, también en este capítulo se hace patente la dicotomía entre factores individuales y de corte institucional.

Así, en la segunda parte del capítulo se sostiene que, junto con los mecanismos de entrada y permanencia en la carrera política, cabe atender a la posesión de unos determinados atributos personales para poder hablar de políticos de calidad. Con el fin de identificar cuáles han de ser estos rasgos, por una parte se pone el acento en las demandas sociales de la opinión pública sobre lo que debe constituir el quehacer político. Por el otro, se atiende a la propia visión que los políticos tienen de su desempeño y de las cualidades que deben poseer para tener un mejor rendimiento. Como resultado de ambas dimensiones, se lleva a cabo una interesante reflexión sobre la necesidad de combinar ética y habilidades prácticas en el proceso de profesionalización.

A partir de los elementos teóricos expuestos a lo largo del libro, el último capítulo tiene como finalidad trasladar los conceptos estudiados en la realidad latinoamericana. Para ello, emplea dos estrategias diferentes: en primer lugar analiza los diferentes escenarios de entrada a la política y, en segundo lugar, reconstruye la carrera de 18 políticos de la región a partir de un tratamiento biográfico de sus trayectorias. Con ello, se pretende tanto mostrar diferentes modelos de hacer política dentro de América Latina como de subrayar algunas constantes presentes en todos los casos.

Por último, el epílogo plantea las principales conclusiones de los diferentes capítulos a partir de un sugerente ejercicio que pretende unir la literatura con la política. En este sentido, Alcántara trata de transmitir al lector la idea de que ambas cuentan con puntos en común, al basarse en gran medida en un repertorio simbólico que cuenta con estrategias discursivas y retóricas que construyen significados. Asimismo, asimila la figura del político y del escritor profesional, apuntando cómo ambos comparten atributos comunes en el desempeño de su oficio.

Mediante esta asociación entre literatura y política, el epílogo abre la puerta a que el lector continúe aproximándose a la figura del político profesional a partir de una mirada diferente a la que proporcionan los cánones tradicionales. Así, siguiendo con el propósito planteado desde las primeras páginas de la investigación, el libro se cierra volviendo a subrayar la importancia de tomar al político profesional como unidad de análisis y adoptar un enfoque multidisciplinar que trascienda las fronteras de los aspectos meramente institucionales. De este modo, acudiendo a áreas de conocimiento tan diversas como la biología, la psicología, la literatura o la propia ciencia política, Manuel Alcántara aporta evidencias que verifican su hipótesis inicial de que, efectivamente, los políticos importan.

 

NOTA

1 Se refiere al Proyecto de Élites Parlamentarias Latinoamericanas (PELA) de la Universidad de Salamanca, que en el presente se ampara en el proyecto sobre "Calidad y profesionalización de la política en América Latina", dirigido por Manuel Alcántara y financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación de España (Ref. CSO2009-08971).

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