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Política y cultura

Print version ISSN 0188-7742

Polít. cult.  n.38 México Jan. 2012

 

Carpeta gráfica

 

Signos y símbolos de la religiosidad popular

 

Gisela Landázuri Benítez

 

 

* Gisela Landázuri Benítez es profesora-investigadora en el Departamento de Política y Cultura, División de Ciencias Sociales y Humanidades, UAM-Xochimilco, México (edición fotográfica digital de Rutilio Morales García, CIDEX / UAM-Xochimilco, México).

 

La religiosidad popular se asocia con expresiones festivas, colectivas, con motivo de celebraciones religiosas como las fiestas patronales, peregrinaciones, el culto o adoración a santos o imágenes de la liturgia católica, así como en bodas y otros festejos cotidianos. Los rituales que acompañan estas expresiones portan una serie de signos y símbolos que, más allá de la manifestación religiosa visible, nos hablan de procesos culturales e identitarios, pero también económicos y sociales.

A pesar de estar relacionada con las prácticas católicas, la religiosidad popular refrenda su autonomía frente a la institución eclesiástica, ya que el compromiso de la organización de las actividades tanto festivas como religiosas es responsabilidad de los miembros de la comunidad. Las mayordomías (estructuras vinculadas al sistema de cargos), y en algunos casos también los comités de feria, asumen la planeación y administración de los eventos. Sin embargo, las tareas que esto implica se asientan en la colaboración colectiva, tanto con la aportación de trabajo como con la cuantiosa cooperación económica que requieren los festejos; la religiosidad popular rebasa entonces el ámbito devocional y permite el reforzamiento de prácticas sociales como la solidaridad y la cohesión de los miembros del grupo. Cumple con la función de reproducción y fortalecimiento cultural e identitario no sólo dentro de la comunidad, sino también con vecinos o pueblos hermanos. Las peregrinaciones y las promesas (ofrendas) que llevan pobladores de una comunidad a otra, por ejemplo, además de resaltar la fe, refuerzan los lazos intercomunitarios. Algunos estudiosos afirman que estas prácticas pagano-religiosas permiten la reconstrucción simbólica de la comunidad, y en el caso de las fiestas patronales, éstas son, en cierta manera, una forma de celebrarse a sí mismos.

Los rituales religiosos, también presentes, se acompañan por representaciones como danzas, música instrumental o cantos que además de la alabanza a una imagen religiosa o agradecimiento por la buena cosecha o el buen temporal, reflejan un claro sincretismo que muestra la presencia de otras creencias, prácticas y formas culturales vigentes en la memoria colectiva, reelaboradas simbólicamente ante la imposición del catolicismo.

Las fotografías de Gisela Landázuri* corresponden a tres comunidades que tienen en común su origen etnolingüístico nahua y, hasta la fecha, su vínculo a las actividades agrícolas, a pesar de la creciente migración y urbanización: Cuentepec, Morelos; San Gregorio Atlapulco, Distrito Federal; y San Andrés Hueyapan, Puebla.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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