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Política y cultura

versión impresa ISSN 0188-7742

Polít. cult.  no.36 México ene. 2011

 

Diversa/reseña de libros

 

El quehacer geográfico: instituciones y personajes (1876-1964)*

 

Alejandro Espinosa Pineda**

 

*José Omar Moncada Maya y Patricia Gómez Rey (coords.), El quehacer geográfico: instituciones y personajes (1876-1965), México, Instituto de Geografía, UNAM, (Geografía para el siglo XXI, serie: textos universitarios, 5) 2009.

 

** Facultad de Filosofía y Letras, UNAM México [aep@prodigy.net.mx].

 

Al recordar las estrofas del Canto a la Bandera, me incitó a pensar sobre nuestro país, así como su territorio, y curiosamente tuve cerca un libro de reciente publicación: El quehacer geográfico: instituciones y personajes (18761965), que a pesar de tener fecha de octubre de 2009 como edición, se comenzó a distribuir en este año de celebraciones, festejos y reflexiones nacionales. Esta especial coincidencia me impulsó a tomar el ejemplar en las manos y leerlo.

Una sugestiva publicación y de fácil manejo del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México, y es el número cinco de la colección "Geografía para el siglo XXI, serie: textos universitarios"; con un diseño sobrio la portada en papel couché, que invita a leer sus 144 páginas, muestra una imagen de la doctora Rita López de Llergo absorta en su trabajo cartográfico.

Fruto del proyecto "Geografía, sociedad y territorio en el México contemporáneo" y del cual varios colaboradores figuran como principales especialistas en investigar y develar la historia de la disciplina geográfica y sus instituciones en México, como las doctoras Luz Fernanda Azuela, Patricia Gómez Rey y Luz María Tamayo Pérez, el doctor Omar Moncada Maya y los maestros Irma Escamilla Herrera, Claudia Morales Escobar y Hugo Pichardo Hernández. Algunos de ellos con amplio número de publicaciones e incluso son referentes inexcusables al respecto.

Nos exhiben en un nivel de divulgación el objetivo de mostrar el desempeño del quehacer geográfico en México, además de manifestar los cambios en su estudio, percepción y ejecución a través de un periodo que transcurre entre el último tercio del siglo XIX y la década de 1960 con el cuidado de utilizar fuentes poco estudiadas o inéditas.

En una introducción y cinco capítulos dan cuenta de una muestra de la labor desarrollada dentro de ciertas dependencias del Estado o instituciones académicas; metodología y técnicas de trabajo en los periodos históricos comprendidos —como la determinación de puntos por procedimientos astronómicos, el uso y aplicación de la proyección policónica de Bonne o la de Lambert, fotografías aéreas y fotogrametría—; así como protagonistas que colaboraron en la comprensión de ese rico terreno que con precisión científica y social llenaron de valles, ríos, caminos, suelos fértiles, minerales, bosques, lugares estratégicos, poblaciones, litorales, límites y sobre todo percepción del espacio nacional que nos proporciona identidad.

Labor consumada con dos sentidos u objetivos, permeados y separados por la Revolución Mexicana. El inicial para promover la explotación de los recursos al mejor inversionista posible como motor modernizador del país; y el segundo, en perseguir el bienestar social por medio de esos mismos recursos y con la misma intención: la modernización.

La introducción, titulada como el libro mismo, hace una breve exposición de los capítulos y resalta la clara y en otras sutil interconexión entre ellos; que si bien manifiesta un cuidado en no traslapar un mismo dato de un capítulo a otro y complementar la información para enriquecer la lectura, denota un cuidado editorial diferente en algunos formatos gráficos de uno a otro capítulo y en pequeños párrafos muestra una redacción confusa.

Los capítulos que integran la obra guardan un sugerente contenido: "La Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística y el territorio mexicano, 1902-1930", de Pichardo, muestra —a partir de la quinta época del Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística- las políticas establecidas por el Porfiriato, que pretendió conocer el territorio como parte del proceso de modernización y tras la Revolución Mexicana se buscó reorganizar la tenencia de la tierra como consecuencia del artículo 27 constitucional de 1917; en particular, revisa la figura de Pastor Rouaix.

"Los proyectos geográficos de la Secretaría de Fomento, del Porfiriato a la Revolución", de Azuela y Morales —durante el Porfiriato la Secretaría de Fomento generó varios proyectos geográficos y principalmente revisan la labor de la Comisión Geográfico Exploradora, que realizó el principal levantamiento cartográfico hasta 1914, cuando los conceptos de la Revolución Mexicana se plasman y deja de existir para dar paso a la Dirección General de Estudios Geográficos y Climatológicos, así como también hacen hincapié en la figura de Rouaix, y Pedro C. Sánchez.

"El conocimiento del territorio nacional. Los proyectos cartográficos científicos (1878-1960)", de Tamayo y Moncada, síntesis de los productos realizados por los diferentes organismos del Estado, desde el Porfiriato hasta la década de 1960, en cuanto a levantamiento cartográfico, describen con detalle algunas de las técnicas utilizadas en dichos trabajos.

"El establecimiento de los estudios geográficos en la Universidad Nacional de México", de Gómez, refiere la fundación de la carrera de geografía a partir de la autonomía de la Universidad Nacional Autónoma de México y cómo las diferentes concepciones sobre su objetivo principal le llevaron en una migración conceptual y física entre las facultades de Filosofía y Letras y la de Ciencias, para establecerse en definitiva en Filosofía y Letras.

Por último, "Rita López de Llergo y Seoane y la investigación geográfica-cartográfica en la UNAM (19431965)", de Moncada y Escamilla, estudio particular sobre el Instituto de Geografía y en especial la labor de López de Llergo como directora de éste entre 1944 a 1964.

Es importante señalar que hay un anexo al final, que parece extra a la publicación. El tratado es una guía para el neófito y aportes para el experto de la trayectoria de la disciplina, en especial el dedicado a la labor de la doctora López de Llergo.

La bibliografía utilizada en la manufactura de los diversos textos es amplia, se observa el manejo de fuentes directas de las épocas referidas, trabajo de archivo y obras generales sobre los temas, que da fe de un minucioso proceso de investigación; la bibliografía revela que esta publicación renueva el estudio histórico sobre la disciplina junto con otros libros y artículos como La enseñanza de la geografía en México: una visión histórica 1821-2005 de 2007 y "La geografía mexicana a principios del siglo XXI" en Anales de Geografía de 2008.

La obra nos permite dar cuenta que en la primera etapa, ese "conocimiento del territorio" que fue objetivo de la nación independiente, ya pasadas conflagraciones como la Guerra con Estados Unidos y la Intervención Francesa se convirtió en cardinal para el Estado. Se dedicaron, con algunos escollos en el proceso, a realizar levantamientos topográficos, registro y clasificación de la vegetación, así como catastros varios. Hacen un cuadro que da cuenta de la producción cartográfica del periodo comprendido y la dependencia responsable.

Se recuerda que Porfirio Díaz dio prioridad al conocimiento del territorio, cuando reactivó las labores de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística —fundada en 1833—, y creó bajo el auspicio del Ministerio de Fomento, Colonización, Industria y Comercio los proyectos del Observatorio Astronómico Nacional en 1876, la Comisión Geográfico Exploradora y el Observatorio Meteorológico en 1877, dependencias que en interacción con la mencionada Sociedad y posteriormente con otras comisiones y direcciones creadas después de la Revolución, como la Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos, el Instituto Panamericano de Geografía e Historia o el Comité Coordinador de la Carta Geográfica de la República, dotaron de instrumentos cartográficos al Estado y público en general. Detalla cómo la labor del geógrafo se continuó profesionalizando con la creación de la Licenciatura en Geografía en la recién Autónoma Universidad de México en la década de 1930, donde se debatió sobre su cientificidad, objetivos entre la geografía física y la humana. El último capítulo da cuenta de las actividades del propio Instituto de Geografía bajo la polémica dirección de López de Llergo, quien tuvo conflictos con profesionales de la geografía en diferentes momentos.

Es así como se cierra un círculo imaginario cuando se nos explica cómo en la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística —institución con la que se inicia el libro—, se abrió el foro para dirimir algunas de esas disputas científico-académicas entre la doctora y otros miembros de la comunidad.

Es importante destacar, en cuanto a personajes mencionados en la obra general, a Pastor Rouaix, quien fue arquitecto intelectual del artículo 27 constitucional; Agustín Díaz, fundador de la Comisión Geográfico Exploradora; Joaquín Gallo; Pedro C. Sánchez, José Luis Osorio, Ricardo Monges, Jorge Abilio Vivó, Miguel Schulz, Horacio Herrera y por supuesto Rita López de Llergo, entre otros. De quienes en forma atinada se insertan breves datos biográficos para el lector, que ubican la trayectoria de éstos en el contexto de la época en que ocurrieron los acontecimientos.

Si bien el libro da una amplia visión de la historia de la materia a través de instituciones y diligencia de algunos actores, uno como lector se torna voraz de información; considero que hubiera quedado más estructurado en su conjunto de haber profundizado en la labor concreta del ejército en el desarrollo de la profesión, pues se menciona su actividad pero quedan ánimos de conocer más sobre su papel en el proceso —a pesar que mencionan que le dedican una especial atención—; así como ahondar en temas como las disputas de la doctora López de Llergo con otros miembros de la comunidad académica y profesional de la disciplina; el papel de la enseñanza de la geografía en los diferentes niveles de educación —no sólo en la cuestión de la formación de geógrafos sino también de su enseñanza a estudiantes no especializados en ésta—, tan importante hasta la década de 1970; y para cerrar, mencionar dentro de una conclusión general la fundación de otras escuelas de Geografía como las de la Universidad Autónoma del Estado de México, la Universidad de Guadalajara y la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, entre otras, que muestre que esos años de formación rindieron valiosos frutos. Pero como indican sus autores, están lejos de agotar el tema. Esperaremos una siguiente parte.

Es una lectura obligada para los que incursionan por primera vez en el tema o la disciplina, ya que les motivará a penetrar en el tópico. De hecho, encontrar esta obra en la colección mencionada da fe de su objetivo, presentar y motivar a informarse sobre el desarrollo y evolución de la Geografía. A los expertos les generará enriquecedoras dudas o temáticas para seguir investigaciones al respecto.

El quehacer geográfico: instituciones y personajes (1876-1965), es una obra que refiere el sentir el canto de Rafael López y Julián Carrillo:

¡Oh Santa bandera!, de heroicos
carmines, suben a la gloria de tus
tafetanes, la sangre abnegada de
los paladines, el verde pomposo de
nuestros jardines, la nieve sin mancha
de nuestros volcanes.

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