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Política y cultura

Print version ISSN 0188-7742

Polít. cult.  n.35 México Jan. 2011

 

Reseña de libros

 

El árbol de la vida renace y vuelve a florecer*

 

Job Hernández Rodríguez**

 

* Jaime Osorio, Explotación redoblada y actualidad de la revolución. Refundación societal, rearticulación popular y nuevo autoritarismo, México, UAM–Xochimilco/Itaca, 2009.

 

** Doctorante en el Posgrado en Estudios Latinoamericanos, UNAM, México.

 

El libro más reciente de Jaime Osorio es un texto de alta densidad teórica, de un complejo entramado histórico, categorial y conceptual. Hilos provenientes de distintos campos del saber se cruzan aquí en una urdimbre poco común en los productos académicos de nuestra época, demasiado respetuosos de las fronteras disciplinarias y de los objetos de estudio claramente "delimitados", por no decir reducidos. La obra abreva de distintas fuentes para forjarse un potente caudal explicativo. Se trata, en sentido estricto, de un libro formado por muchos libros. Así, aborda temas propios de la epistemología, la sociología del conocimiento, la economía política y la sociología política, además de incursionar en terrenos harto conocidos por el autor, que forman parte de la historia intelectual de América Latina, como las teorías del imperialismo, el subdesarrollo y la dependencia. En cuanto a temas o nudos problemáticos, se plantea desbrozar los criterios que orientan la construcción de América Latina como objeto teórico, narrar los avatares que dieron vida a la teoría marxista de la dependencia, dotar de mayor precisión conceptual a la noción de explotación redoblada o superexplotación, explicar los motivos que están en el fondo del olvido de las teorías del subdesarrollo y la dependencia, analizar el acontecer político, social y económico más reciente de América Latina, marcado por el resurgimiento de la iniciativa popular, polemizar sobre el carácter de los nuevos gobiernos de la región y tomar nota de los efectos de la actual crisis mundial sobre "nuestras repúblicas dolorosas de América".

Muy a pesar de quienes piensan que una estrategia de este tipo es imprecisa, vaga o diluyente, el libro mantiene una fuerte consistencia, una unidad articulada por la voluntad de captar el movimiento de lo real y hacerse del carácter específico de América Latina. Si bien es cierto que el texto polemiza con un conjunto nada despreciable de corrientes del pensamiento social contemporáneo, el verdadero vértice articulador es el deseo de encontrar "las razones del permanente rebrote de la rebelión y de la revolución en América Latina", algo que, junto con la dependencia, constituirían parte esencial de nuestra forma de "estar en el mundo". De esta manera, el autor se inscribe en el descomunal esfuerzo orientado a "dar cuenta de las formas particulares en que América Latina se constituye y se organiza", una tarea de larga data que tiene en la década de 1970 su punto más alto, al mismo tiempo que su interrupción. A contribuir en esto se destina todo el trabajo que, como tarea intermedia, clarifica los términos de las discusiones, al mismo tiempo que precisa, aclara y extiende las herramientas conceptuales de la teoría marxista de la dependencia en un diálogo profundo y polémico con sus antagonistas vivos o muertos, todavía famosos o ahora desconocidos, desarrollistas o endogenistas, positivistas o posmodernos.

Más allá de que cada lector se haga un juicio sobre lo logrado o fallido de la respuesta de Jaime Osorio, o pueda estar de acuerdo o no con su hipótesis de investigación de raigambre leninista y dependentista, la verdad es que el libro se puede evaluar por la valía de la pregunta que se propone responder, expresamente destinada a explicar y no sólo a describir la dinámica latinoamericana. Esta interrogante es formulada de la siguiente manera en la introducción de la obra: "¿qué hay en el modo de ser de América Latina que hace posible que de manera recurrente en su historia emerjan movimientos sociales y procesos que ponen en entredicho las formas establecidas por el capital?". Lo que se quiere demostrar es la particular posición de América Latina como eslabón más débil de la cadena imperialista, la siempre renovada tensión revolucionaria que se deriva de la forma específica de reproducción del capital en los países dependientes, fundada en la explotación redoblada del trabajo.

Insistimos que este es el tema que articula el conjunto del texto, aunque una lectura fácil podría circunscribirlo sólo al primero y último capítulos, donde explícitamente se trata que son una condensación tanto del libro como de la carrera intelectual del autor. Si esto no se comprende, la obra aparece como un conjunto de temas meramente acomodados uno al lado de los otros, desarticulados, o puede parecer mera repetición de lo escrito por el autor en anteriores obras y no como un nuevo ordenamiento, una nueva síntesis, original y creativa, de lo logrado en años de ardua labor intelectual, ahora puesta al servicio de la pregunta clave sobre la recurrencia y actualidad de la revolución en América Latina.

De manera explícita la obra se dirige, entre otros, a lectores "que no se detienen en la fecha de edición de un libro y una teoría para establecer un juicio sobre su valor y su pertinencia". Esto puede ser chocante para quienes efectivamente piensan que los productos del pensamiento tienen fecha de caducidad, personajes demasiados deslumbrados por la interminable zaga de modas intelectuales y demasiado absortos en la idea de que no se puede combatir teóricamente con "las armas del pasado". Desafiando la censura impuesta a los intelectuales por el rasero del mercado, Jaime Osorio recupera no sólo a Marx, sino a Lenin y a Ruy Mauro Marini. Habla de "viejos" temas y con "malas" palabras: explotación, imperialismo, dependencia, revolución, clases y lucha de clases. Por cierto, revisando la historia intelectual y política de América Latina en las últimas tres décadas, Osorio propone que estas temáticas fueron exorcizadas del arsenal teórico de la región no por tener menos capacidad explicativa que sus relevos (democracia, ciudadanía, sociedad civil, entre otros), sino como resultado de la estrategia contrainsurgente articulada en torno de los golpes militares que persiguieron, asesinaron o exiliaron a la intelectualidad marxista y dependentista latinoamericana, en lo que podemos llamar una "crítica de las armas" derechista que barrió con las "armas de la crítica". No se perdió el debate intelectual, sino la batalla política una vez que ésta se militarizó. Incluso, mayoritariamente, las reemplazantes fueron las melladas herramientas del liberalismo, el irracio–nalismo, el empirismo, el positivismo y el desarrollismo.

La potencia explicativa de Explotación redoblada y actualidad de la revolución se puede apreciar mejor en su sexta y última parte, donde se retoman la pregunta y la hipótesis centrales ahora en un alto nivel de concreción, como caracterización de la situación latinoamericana de nuestros días. Ahí se ponen a prueba todos los recursos teóricos pacientemente desarrollados por Jaime Osorio. Sobre todo en el capítulo XIII, que da cuenta del "nuevo giro en la historia política regional" ocurrido a mediados de la década de 1990. Según nuestro autor, el tiempo político que nos tocó vivir estaría marcado por dos procesos principales. En primer lugar, la recomposición y reorganización de las fuerzas populares que han mostrado capacidad de pasar de la fase defensiva a la ofensiva, protagonizando grandes movilizaciones que ponen en cuestión el orden neoliberal en varios puntos del continente. En segundo lugar, "el fracaso del proyecto democratizador hegemonizado por el capital y la emergencia de nuevos proyectos de organización de la comunidad política que cuestionan la dominación imperante", cuyos casos avanzados serían Bolivia, Venezuela y, en menor medida, Ecuador.

Dentro de esta dinámica general, los distintos países latinoamericanos presentan particularidades plagadas de enseñanzas. Por ejemplo, México, de acuerdo con Osorio, vive una larga crisis política que se condensó en el año electoral de 2006, que es también el año de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). La solución dada a este punto de saturación deja lecciones a tomar en cuenta: la imposición de Felipe Calderón mediante el fraude representa "la primera respuesta autoritaria exitosa del capital en su intento por contener el ascenso de los movimientos sociales y políticos", sin importar los costos como la falta de legitimidad y la descomposición generalizada. Una antecedente peligroso de autoritarismo redivivo, lo que habla de la radicalización de los antagonismos en el continente. Como sea, la actual situación mexicana no fue completamente encauzada a favor de la reacción. Se trata, más bien, de un empate catastrófico de fuerzas: ni los de arriba logran mandar como antes ni los de abajo pueden consolidar un nuevo proyecto.

Por otra parte, los lugares donde la dialéctica revolución/contrarrevolución alcanza los niveles más altos de con–flictividad, Bolivia y Venezuela, hacen visible la necesidad de eludir las explicaciones fáciles y lo inevitable que es discutir a dos manos como lo propone Osorio: "con aquellas posiciones que consideran que los dominados han resuelto los problemas centrales en materia de poder, y que convocan a concentrar fuerzas para iniciar desde ya la construcción del socialismo", al mismo tiempo que "con las posturas que menosprecian los logros alcanzados en tanto se expresan en el aparato de Estado burgués". La gravedad de lo que está en juego demanda precisión en la caracterización de la fase por la que atraviesa el conflicto de clase en ambos países. Por eso, para Jaime Osorio, la tarea no es aún la construcción del socialismo sino la resolución del "viejo pero siempre renovado e ineludible problema del poder".

Dirimir el conflicto de poder es la tarea del momento y seguirá siendo así mientras las clases dominantes, aunque estén en situación de repliegue, "no hayan perdido la capacidad de mantener y reproducir la relación social de dominio" y las clases dominadas no sean capaces de "imponer una nueva relación de poder". Por eso, de acuerdo con la lógica implacable de nuestro autor, lo urgente en Bolivia y Venezuela es "desorganizar a las fuerzas dominantes y aprovechar la coyuntura para impulsar la iniciativa de los dominados, acumular fuerzas fuera del aparato y fortalecer los gérmenes de un nuevo poder". En todo esto, la experiencia chilena del gobierno de la Unidad Popular, que se liquidó con el golpe de Estado contra Salvador Allende, presta valiosos servicios que no es bueno olvidar y que Osorio siempre tiene presente.

El libro de Jaime Osorio nos muestra la actualidad del marxismo y la teoría de la dependencia, ganada sin títulos a priori, demostrando paso a paso que puede explicar la realidad contemporánea de Nuestra América. Se trata de una creativa forma de retomar la senda perdida del pensamiento crítico latinoamericano en el punto más alto de su desarrollo, el de la teoría marxista de la dependencia, cuyas formulaciones centrales realizó Ruy Mauro Marini, de quien nuestro autor es uno de los herederos intelectuales más destacados. El procedimiento es similar al utilizado por el mismo Osorio en las artes plásticas, otra de las áreas que cultiva y de la que, por cierto, proviene la portada del libro que ahora tratamos. A decir de un crítico de arte, Osorio entiende bien el mecanismo de la creación, donde "aquello que parecía condenado a las desmemorias y al olvido, en manos de un creador se convierte en el inicio de una transformación para luego convertirse en obra". Pero este recurso al pasado, esta reivindicación de los orígenes y esta clara adscripción teórico–política, no implican desconocer o hacer tabla rasa de la producción intelectual reciente o proveniente de campos contrarios a los del autor. Aquí también se muestra la complejidad del texto. Se elude el eclecticismo, se soluciona de manera adecuada la relación de lo viejo y lo nuevo, así como la relación del marxismo con la teoría burguesa. Explotación redoblada y actualidad de la revolución tiene la virtud de reabsorber cuerpos extraños que habían sido incorporados al marxismo limándole su originalidad y radicalidad. Nociones como "bio–poder", "Estado de excepción" y otras por el estilo, provenientes del posmarxismo, del posestructuralismo o del posmodernismo, son discutidas y tomadas en cuenta, pero remitiéndolas a una arquitectura de conjunto plenamente marxista, es decir, construida desde un ángulo especial de la mirada, el de las clases explotadas y, por tanto, el de la "crítica de todo lo existente", de "todas las relaciones en que el ser humano es un ser despojado y humillado". Esto no es gratuito, no se trata de un rayo en cielo sereno. En América Latina "el árbol de la vida renace y vuelve a florecer": las clases populares retoman la ofensiva y la teoría crítica por todas partes vuelve a alzar cabeza. Dentro de esta intensa dinámica, el libro que motivó nuestra reseña es un acontecimiento editorial digno de celebrarse.

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