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Política y cultura

versão impressa ISSN 0188-7742

Polít. cult.  no.34 México Jan. 2010

 

Reseña de libros

 

El crack del año ocho: un problema global congénito*

 

María Griselda Günther**

 

* Miguel Ángel Lorente y Juan Ramón Capella, El crack del año ocho. La crisis. El futuro, Madrid, Mínima Trotta, 2009.

 

** Maestra en estudios latinoamericanos y estudiante del doctorado homónimo en la Universidad Nacional Autónoma de México. Correo electrónico: grisugun@gmail.com.

 

El crack del año ocho. La crisis. El futuro, es un libro que expone las características, causas y posibles salidas a la crisis económica que se desata en 2008; es actual, corto y de fácil lectura; accesible al lector que no proviene de las disciplinas económicas, y responde a preguntas tales como: ¿en qué consiste la crisis?, ¿por qué se llegó a este punto?, o ¿qué pasará en el futuro? La lectura de este texto nos da las respuestas básicas, desde una perspectiva economicista. El tema del trabajo es el crack de 2008, o del año ocho, el cual se expandió con gran rapidez a lo largo y ancho del planeta, gracias a la globalización económica que el propio modelo de crecimiento económico promovió. El problema se plantea como difícil de resolver, en la medida en que no existen políticas ni modelos económicos alternativos al neoliberal, tal como lo plantean los autores.

El texto se divide en cuatro capítulos: "Poiesis", donde se establecen las coordenadas de origen de la crisis; "Némesis financiera", que versa acerca del origen y características del sector financiero y su debacle; "Némesis global y oráculo", el cual amplía las características de la crisis en términos reales y nos da razón de algunas de las respuestas de los gobiernos nacionales en diferentes puntos del globo, así como las razones sobre las cuales se sostiene la idea de que la crisis será larga y profunda; finalmente, "Poiesis", propuesta de los autores para salir de la crisis, donde se esboza una serie de alternativas que funcionen como base para un desarrollo económico y social sostenible.

La tesis central del libro es que la crisis actual no es producto de un colapso del sistema financiero en particular, esto fue sólo un catalizador. Lo que realmente está en crisis es un modelo de desarrollo, un modelo de crecimiento y globalización: el neoliberal. El trabajo parte del supuesto de que existió un modelo de crecimiento neoliberal de globalización que manifiesta su agotamiento cuando estalla la crisis financiera. También supone que la salida a la crisis será un proceso largo, en la medida en que no se han formulado alternativas viables.

En este sentido, el crecimiento económico neoliberal se centra en la demanda, estimulada a partir de la apertura del crédito de manera indiscriminada y sin regulación alguna. El crecimiento durante el periodo neoliberal, que se plantea como alternativa al agotado keynesianismo, no hubiese sido posible sin el crecimiento del crédito, las pirámides financieras y la especulación; tampoco sin la desregulación de prácticamente todos los ámbitos económicos.

El modelo neoliberal fue útil para lograr un crecimiento económico a escala mundial; sin embargo, este crecimiento no se ha traducido en desarrollo, afirman los autores. El neoliberalismo habría sido capaz de "instrumentar una alternativa al estímulo de la demanda agregada [...] basada más en la demanda que en el gasto público. Lograr [...] una etapa de crecimiento a escala mundial sin parangón" (2009:15). Claramente estos logros han sido también a costa de desequilibrios y grandes fracturas sociales.

El crecimiento durante el periodo neoliberal se asentó no sólo en el estimulo al crecimiento de la demanda agregada, incentivada por la facilidad de crédito; sino también en la globalización de mercados y la creación y/o fortalecimiento de organismos supranacionales (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, G8, Organización Mundial del Comercio, por nombrar algunos). Las políticas, o recetas, que vendrían a componer los errores del keynesianismo se resumen en cuatro: menor carga impositiva para empresas y corporaciones, a modo de incentivo para la inversión no estatal; el Estado se limitaría a cuestiones de orden público, dejando el gasto social relegado; políticas monetaristas, orientadas al control de stocks y flujos de dinero; desregulación en todos los ámbitos otrora estatales, especialmente en el financiero. Lo más importante para la globalización fue acabar con las restricciones a los movimientos del capital industrial y financiero a escala global.

Las cataratas de déficit exteriores y fiscales nacionales fueron refinanciados una y otra vez. La absorción de la deuda pública pasó de fondos públicos a privados. La emisión de bonos, los controles (o desregulación) de tipo de cambio, y otros instrumentos monetarios acompañaron el crecimiento ficticio de la economía, tanto en países emergentes como en países "desarrollados". Para las corporaciones y las empresas privadas en general, el flujo de crédito fue asombroso. Los incentivos para el endeudamiento fueron variados, poniendo énfasis en las tasas de interés, así como la eliminación de barreras para la inversión (particularmente en países periféricos), y otros recursos como la titulización, los derivados y los fondos a corto plazo para inversión a largo plazo. Desde la perspectiva del consumo, el crédito fácil a pequeña escala fue también decisivo.1

Una de las consecuencias fue el engrosamiento de un "ejército industrial de reserva" barato y disciplinado, funcional al propio modelo. La globalización neoliberal se materializó, unificó al mundo y lo liberalizó; sin embargo, los costos sociales son enormes. No creo que sea necesario en este caso ser más gráfica con datos duros, el hambre y la pobreza han aumentado globalmente, aunque de manera desigual entre países del norte y del sur del globo.

Otra de las consecuencias del modelo neoliberal de globalización, es el deterioro medioambiental. Sin embargo, este problema no es exclusivo ni atribuible solamente a este programa de crecimiento económico llamado neoliberal, sino a un modelo civilizatorio de modernidad, basado en el crecimiento tecnológico y económico ilimitados. El proyecto neoliberal acentuó y aceleró el problema ambiental.

El propio modelo de crecimiento basado en el aumento de la demanda (mediante el crédito), dejó ver sus límites en 2007 y 2008. El colapso de 2008 trajo consigo una rápida y colectiva entrada a un (largo) periodo de recesión. Una vez agotado el crédito, la economía se vino abajo. Los autores ordenan cronológicamente los hechos y momentos que muestran como relevantes para sostener su argumentación y caracterización de la crisis del modelo de desarrollo neoliberal, tal como se presentan a continuación.

Marzo de 2008, crisis de las hipotecas subprime. El problema fue minimizado; se trató de la quiebra de una gran firma (Bearn Stearns) que había invertido en fondos inmobiliarios, los cuales fueron fuertemente afectados por la caída de precios de la vivienda en Estados Unidos. La crisis subprime se trató de fondos compuestos de hipotecas concedidas por debajo de los estándares tradicionales para este tipo de créditos, cuya morosidad había llegado al 35%. El problema se planteó como aislado y de fácil solución.

En septiembre del mismo año, el sistema financiero estadounidense y de otros países se derrumba en menos de 20 días: el 7 de septiembre el gobierno estadounidense toma el control de las dos agencias sobre las cuales se sostenía todo el mercado hipotecario; el 14 del mismo mes un gigantesco banco de inversión (Merrill Lynch) es adquirido, con apoyo gubernamental, por otro banco; un día después quiebra otro gigantesco banco de inversión (Lehman Brothers); el 17 una de las grandes empresas de seguros es intervenida con más de 85 mil millones de dólares; el 25, la mayor institución bancaria estadounidense se declara insolvente, es intervenida y rematada a precio de oferta.

Al tiempo, en Europa pasaba algo similar. Los gobiernos salen al rescate de grandes instituciones bancarias–financieras. La crisis subprime fue el puntapié del desplome de septiembre. Sin embargo, el origen residió en la pirámide crediticia sobre la que se asentó el crecimiento neoliberal global, el endeudamiento se pagaba con nuevo endeudamiento. El sistema financiero global quebró de manera súbita y sin precedentes. La respuesta de los gobiernos europeos y estadounidense fue la inyección de dinero, para salvar y recapitalizar la banca, para garantizar sus préstamos y depósitos, para recuperar liquidez; en un intento desesperado por recomponer la estabilidad financiera. El Plan Paulson–Bush2 es un ejemplo de ello. Para marzo de 2009, llegado Obama a la Presidencia, la política de no nacionalización se mantuvo, pero la ayuda del gobierno ya había alcanzado a 500 bancos estadounidenses.

Por otra parte, las respuestas o intentos de salvamento tuvieron variantes entre Europa y Estados Unidos. En el primer caso, los gobiernos inyectaron capital a los bancos, pasando a ser accionistas mayoritarios (en algunos casos), pero sin nacionalizar por completo. En el segundo, el gobierno compró activos sin valor a cuenta del contribuyente. Sin embargo, en el texto no se exponen las características de la crisis en América Latina, ni la respuesta de los gobiernos. Si bien se hace alusión a países en particular fuera de Europa o de Estados Unidos, la atención está puesta en estos sitios. Si la crisis es un problema global y un modelo de globalización está siendo cuestionado, es necesario hablar de las repercusiones y de la participación de los países periféricos en la gestación y salida de la crisis.

La crisis ha ido mucho más allá de lo financiero; afectó la economía real, la producción y el intercambio, y no solamente en Europa o Estados Unidos; también refleja la brecha entre la teoría y la realidad. Los autores señalan el hecho de que ninguno de los organismos económicos internacionales la previeron.

Ahora, el círculo virtuoso de crecimiento neoliberal se convirtió en un agujero negro. La escasez de crédito contrajo el consumo y paralizó la producción, con lo cual ha aumentado la morosidad y se han endurecido los créditos. Los efectos de la crisis financiera en la economía real han creado una crisis económica (y social) global.

Los autores sostienen, como otra de sus tesis principales, que la crisis será larga. Para sostener esta afirmación dan seis razones básicas: la crisis es fruto de la sobreproducción, enfermedad congénita del sistema; el "neokeynesianismo" no es el remedio, sino simplemente un paliativo de los síntomas; el crédito se recuperará solamente tras una recuperación real de la economía; mientras la crisis perdure, el dólar seguirá siendo la moneda refugio, amortizando el riesgo de que el tipo de cambio agudice la crisis, pero en la medida en que inicie la recuperación, los activos en dólares serán menos atractivos, llevando al descenso de esta moneda y una posible recaída de la economía; no hay una transferencia de liquidez hacia la economía real, en la medida en que no se recupere el funcionamiento de los mercados financieros. Finalmente, no se saldrá de la crisis sin una purga, sin una profunda caída, donde posiblemente las empresas menos competentes quiebren (darwinismo económico).

Sin embargo, la razón más fuerte para pensar que la crisis será larga es que no existe un paradigma alternativo de política económica que remplace al fracasado neoliberalismo. En este sentido, tal como se desarrolla en el último capítulo, los autores plantean la necesidad de idear e implementar otro modelo de política económica.

Hay que inventar un nuevo modelo, que no podrá ya estar parado sobre la desregulación, sino por el contrario sobre la regulación consensuada entre Estados, empresas y trabajadores.

Asimismo, la globalización no será ya la misma, en la medida en que su sistema de alimentación (financiera) está destrozado, y teniendo en cuenta también que es posible que el centro de gravedad de la riqueza se desplace hacia Oriente. Sin embargo, los problemas generados o agravados a partir del crecimiento neoliberal son globales: deterioro ambiental, económico y de las condiciones de vida del grueso de la población mundial.

La nueva alternativa, en general, ha de abordar los problemas básicos y las soluciones de la humanidad: generalización del hambre y pobreza extrema en muchos puntos del globo; crisis ecológica; recuperar los derechos sociales arrebatados; desmilitarización y renovación pacífica del orden internacional; y recreación de la democracia por medio de nuevas instituciones, igualdad de género y eliminar la discriminación en material de derechos. Las políticas en torno a estos tópicos deberían acompañar y enriquecer las políticas económicas alternativas, para lo cual se extienden en el texto propuestas concretas, abordando cada uno de los tópicos.

Otra de las propuestas de los autores es problematizar algunos supuestos sobre los cuales funciona el sistema y la economía actuales: cuestionar el crecimiento ilimitado del capitalismo, medir el crecimiento y el desarrollo en términos no monetarios; promover una globalización alternativa que retraiga la producción de bienes no consumibles (bienes de lujo); y trabajar tanto en el plano global como en el regional–local.

El fin último de la propuesta es impulsar otro tipo de sociedad. El keynesianismo global, no el local, se apunta como una alternativa razonable para el aumento de la demanda global. Sin embargo, el texto propone la implementación de una "racionalidad económica adecuada", mientras, a mi criterio, es la misma racionalidad del modelo de desarrollo neoliberal–keynesiano, la racionalidad económica, la que debe ser cuestionada. Para ello, el cuestionamiento debe apuntar hacia las raíces mismas de los problemas económicos, ambientales y sociales actuales, el capitalismo en sí, el cual finca la idea de crecimiento ilimitado y al cual son inherentes las crisis cíclicas, el hambre, la pobreza y el deterioro ambiental.

 

NOTAS

1 Por ejemplo, entre 1972 y 2008 el porcentaje de la deuda de particulares en Estados Unidos pasó de 60% del producto interno bruto (PIB) a 120% (2009:39); y el déficit estadounidense para el primer trimestre de 2009 fue récord, arriba de los 485 mil millones de dólares (2009:34), mientras que para finales de la década de 1980 ya era el país más endeudado del mundo.

2 Se basó en la compra de activos a los bancos para que éstos reanudaran el crédito, para comprar activos tóxicos (2009:63).

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