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Política y cultura

versão impressa ISSN 0188-7742

Polít. cult.  no.34 México Jan. 2010

 

El impacto regional

 

Venezuela: del neoliberalismo al socialismo del siglo XXI

 

Pedro Rodríguez Rojas*

 

* Profesor titular de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez, Núcleo Barquisimeto, Venezuela. Coordinador de la línea de investigación en "Filosofía y sociopolítica de la educación". Correo electrónico: prodriguezrojas@hotmail.com.

 

Artículo recibido el 04–01–10
Artículo aceptado el 14–06–10

 

Resumen

En este trabajo se aborda la dinámica de la aplicación del modelo neoliberal en Venezuela y sus consecuencias económicas, políticas y sociales hasta llegar a la propuesta de construir el socialismo del siglo XXI. Para ello hacemos una breve retrospectiva de lo que ha sido la sociedad venezolana desde la década de 1970, del auge rentístico hasta llegar a la crisis de la década de 1980 y la inserción del programa neoliberal. La aplicación del modelo neoliberal en Venezuela, como en buen parte de América Latina, no fue un proceso fácil, por el contrario produjo fuertes conflictos y contradicciones. Asimismo, el periodo iniciado en 1999 con la llegada de Hugo Chávez al poder está cargado de dificultades y obstáculos, pero sin lugar a duda ha sido un proyecto contra el neoliberalismo. Por ello el objetivo de este trabajo es revisar el proceso venezolano hacia el socialismo.

Palabras clave: neoliberalismo, socialismo, capitalismo, proceso, Venezuela.

 

Abstract

In this paper, we address what was the Venezuela and the economic, political and social up to build the proposed adverse XXI century socialism. To do this we briefly retrospective of what have been the Venezuelan society since the seventies of last century, the rise rents up to the crisis of the 80s and insertion of the neoliberal agenda. The implementation of neoliberal model in Venezuela, as in much of Latin America was not an easy process; however conflicts and contradictions produced strong. Also the period that began in 1999 with the arrival of Hugo Chavez power is fraught with difficulties and obstacles, but doubt has been a project against neoliberals. Therefore, the ultimate goal of this is to review as has been the Venezuelan process toward socialism.

Keywords: neoliberalism, socialism, capitalism, process, Venezuela.

 

ANTECEDENTES ECONÓMICOS

En la década de 1970 se dan las manifestaciones más evidentes de las deformaciones que en nuestro país han producido la magnitud de los ingresos petroleros, así como de las diferencias que nos separan del resto de los países de América Latina. Mientras en los demás países se hace insostenible la crisis de agotamiento del modelo de sustitución de importaciones, periodo de decrecimiento y sucesivo estancamiento, en Venezuela, por el contrario, se vivió en medio del desenfreno que produce el alza en los precios del petróleo, que paradójicamente agudizan la crisis de los países vecinos. En 1974 los precios del barril pasan de cuatro a doce dólares y en 1979 llegan a 30 dólares en promedio.

Resumiendo, diremos que en la década de 1970 se profundizan los males que ya acarreaban desde sus inicios el modelo rentista y se convierte en la principal fuente de las causas de la crisis generalizada que viviríamos desde 1983. Así, tenemos que los dos principales problemas de comienzos de la década de 1980, como lo son la caída de los ingresos petroleros y la deuda externa, tienen sus orígenes en la década anterior. En general, en el periodo 1973–1983, mientras que el ingreso petrolero creció 350%, los gastos lo hicieron 540% y el incremento de la deuda externa a corto plazo aumentó 2000%, llegando al cierre del periodo a unos 29 millones de dólares, divididos en partes iguales entre los gobiernos de Carlos Andrés Pérez (CAP) y Luis Antonio Herrera Campins (LHC) y de los cuales 60% tenía vencimiento entre 1983 y 1984. Además debemos añadir una cifra de unos 80 millones de dólares colocados fuera del país por el empresariado privado y que se produjo fundamentalmente en el último periodo.1

En el periodo de 1983–1988 se producen medidas económicas que en ningún momento pretendían hacer un cambio estructural en el modelo económico rentista, a pesar de reconocerse su agotamiento, sólo se aplicaron medidas a corto plazo y de carácter coyuntural. La década de 1980 en Venezuela se inserta, igual que el resto de la América Latina, en lo que se ha hecho llamar "década perdida". En general, tenemos una caída pronunciada del Producto Nacional Bruto (PNB), de –5.6 en 1983 y –7.1 en 1989. Estos años son de profundos desequilibrios y de una gran resistencia a aceptar la crisis del rentismo y populismo.

Debemos afirmar que este periodo histórico marca el comienzo de una transformación del pensamiento y cultura política del venezolano. Un país que comenzó a vivir el agotamiento de la renta petrolera a partir del viernes negro de 1983, una nación que paradójicamente después de haber tenido en la década de 1970 una de las tasa de ingreso por exportación petrolera más grande del mundo y cuyos niveles podrían ser solamente comparados en la actualidad vendiendo el petróleo por encima de los 200 dólares, este país, en la década de 1970 comienza con una deuda de 30 mil millones de dólares, son denunciados los casos más terribles de corrupción, mientras que la pobreza se agudiza y la masificación de la educación y del servicio de salud evidencian su poca calidad.

El país parecía no tener salida y los sectores empresariales y el poder político no daban respuestas, por el contrario se produjo fuerte resistencia a las luchas por reivindicaciones sociales y el gobierno de Jaime Lusinchi hizo gala del más engañoso populismo. La sociedad civil que había tenido su mayor auge en 1936, a la muerte de Juan Vicente Gómez, fue controlada por el poder del Estado y los partidos políticos gracias a la administración y distribución de la renta petrolera. El apoyo popular al bipartidismo de Acción democrática y el Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI) —que caracterizaron el periodo 1958–1989— se manifiesta con el bajo índice de abstención en las elecciones, máximo símbolo de la democracia representativa venezolana. En 1993 se rompe el apoyo al bipartidismo al ser electo Rafael Caldera, con el apoyo de un partido político nuevo, "Convergencia", formado por movimientos diversos, muchos ligados a la izquierda moderada venezolana; sin embargo, en estas elecciones más de la mitad de los venezolanos se abstuvieron de votar, y el presidente ganó con un porcentaje del 15% de las personas con derecho a voto.

Hasta 1989, la pasividad fue una de las características fundamentales de la sociedad venezolana en el siglo XX. La crisis de la década de 1980 produjo los primeros efectos de movilización y de despertar de la sociedad civil, solicitando reformas profundas al Estado. Sin embargo, a pesar de los intentos de la "Comisión para la Reforma del Estado" (Copre) desde 1986, las propuestas de reformas educativas y sociales, realizadas por los intelectuales reconocidos como "los notables", poco o nada ocurrió. Por el contrario, en 1989, luego de manejar un discurso populista y recordando las bonanzas de su primer gobierno, Carlos Andrés Pérez es elegido nuevamente presidente y a los 15 días de asumir el cargo —el cual fue celebrado como un reinado— se anuncia un paquete de medidas de liberación económica —precios, tasas de interés, aranceles, entre otras— cuyas consecuencias produjeron la movilización popular espontánea más grande en la historia del país como repudio no sólo a las medidas violentas y desequilibradas, sino como producto del cúmulo de odio, y rechazo dado a las desigualdades e injusticias históricas.

 

CARLOS ANDRÉS PÉREZ Y EL PAQUETE NEOLIBERAL

En 1989, Carlos Andrés Pérez (CAP) ocupa su segundo periodo presidencial, con el apoyo de un caudal de electores quienes recuerdan de su primer periodo presidencial: la bonanza petrolera que permitió la política de pleno empleo, aumentos salariales, subsidios, crecimientos del gasto social, créditos agrícolas, nacionalismo económico, entre otros. Igualmente se había ofrecido en la campaña su imagen de líder tercermundista y hombre dispuesto a enfrentarse a los desmanes que a nuestros países había causado la deuda externa y las respectivas imposiciones de los organismos financieros internacionales.

Apenas logrado el triunfo y recién tomado el cargo el 2 de febrero de 1989 comenzó a implementarse un plan económico radicalmente opuesto a lo que realmente se esperaba, más parecido al de su opositor, Eduardo Fernández quien acusó a CAP de plagio. Los acuerdos con la banca internacional (2 de febrero) y el anuncio de la aplicación del programa popularmente conocido como "paquete económico", vinieron inmediatamente (16 de febrero), pero igual de rápido fue el rechazo popular que en rebelión tomo las calles durante el 27 y 28 de febrero, sin que las fuerzas armadas del Estado pudieran controlarlos. Sólo la represión y la matanza indiscriminada lograron poner fin a este suceso único en la historia contemporánea del país. A decir de Aníbal Romero:

Ya para 1992, al momento de los intentos de golpe, el país se había radicalizado en contra de las estructuras vigentes, adquiriendo de paso un compromiso psicológico con cualquier opción, incluyendo la violencia, que ofreciera alternativas a lo existente.2

Las medidas económicas eran más o menos las mismas que, desde principios de la década de 1980, se venían produciendo en México y Chile y que a finales de la misma década se generaliza por todo el subcontinente: privatización, reconversión industrial, disminución del gasto público, eliminación de los aranceles de aduanas, liberación de los precios y de las regulaciones cambiarias, son algunas de las principales medidas a tomar para equilibrar la economía y hacerla más productiva y competitiva.

 

EL COSTO POLÍTICO–SOCIAL

A pesar de reconocer que la pobreza es un fenómeno estructural en los países subdesarrollados, no podemos negar que la magnitud de los ingresos petroleros y su distribución por el Estado permitió la sustentación de un modelo rentista y populista, que si bien favorecía desigualmente los sectores sociales logró un grado importante de consenso y legitimidad en la sociedad. Hasta 1989 la ausencia y fracaso de movimientos subversivos y el apoyo al sistema electoral parecían demostrar esta última afirmación. Ha quedado demostrado que la implantación de las medidas macroeconómicas de ajuste fueron tomadas sin percatarse de los costos político–sociales, debido a que su aplicación no se llevó a cabo de manera gradual, sino violenta y acelerada.

Con la crisis del rentismo el Estado perdió la legitimidad que la distribución de la renta petrolera le había otorgado y comenzó a desempeñar un papel más de represor que de conciliador. Al consolidarse las tendencias neoliberales en el plano económico, el Estado y los partidos deben disminuir en forma significativa su presencia. Antes esta situación, una "clase política" se niega a perder poder, cerrando cualquier espacio de participación. Los intentos fallidos de la Copre por reformar el Estado, la descentralización, fueron demostración de la intolerancia política de las agrupaciones tradicionales. Igualmente ante la expansión neoliberal el aparato político tiende a desideologizarse y convertirse en instituciones pragmáticas, preocupadas sólo por el buen funcionamiento del los mecanismos del mercado y garantizar el "orden social". Así, en los últimos años vimos la constitución de un grupo de tecnócratas ocupando puestos clave en organismos públicos.

 

EL NEOLIBERALISMO EN VENEZUELA NACE CON PIERNAS CORTAS

El discurso neoliberal fue acogido en Venezuela por pocas instituciones. Tanto Carlos Andrés Pérez como Rafael Caldera llegaron a sus segundos periodos de gobierno no sólo con un discurso moderado sino claramente antineoliberal, en contra del Fondo Monetario Internacional y de los vejámenes de la deuda externa, y a favor de mantener el peso del Estado Venezolano. Sin embargo, al poco tiempo de asumir el poder ambos gobiernos cambian totalmente de discurso; en el caso de Pérez apenas en días.

A Caldera le corresponde tomar el poder en un contexto aún más complicado, ya que aunado a los sucesos de febrero de 1989, se producen dos alzamientos militares en 1992 que con poco apoyo popular ponían de manifiesto la debilidad del sistema, sobre todo de unas fuerzas armadas que durante cuatro décadas habían demostrado su lealtad y subordinación al ejecutivo nacional, sobre todo en la década de 1960, cuando se produce la insurgencia guerrillera en Venezuela. Ante esta crisis política, Caldera recibe también una crisis económica que estalla en el sector financiero al iniciarse su gobierno, lo que condicionó la aplicación de las medidas neoliberales hasta 1996, cuando —aparentemente dominada la presión popular y la estructura militar— se inicia un nuevo periodo de este gobierno marcadamente neoliberal.

En Venezuela, hay que decirlo claramente, el neoliberalismo nunca ganó elección alguna, quienes propusieron abiertamente o por sutileza políticas gubernamentales de libre mercado han sido históricamente rechazados por la población venezolana. Los intentos de la burguesía nacional por llevar al gobierno a hombres de pensamiento liberal como Uslar Pietri, Pedro Tinoco, Diego Arrias, entre otros, han fracasado. Los gobiernos que aplicaron el neoliberalismo en Venezuela —los segundos gobiernos de Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera— lo hicieron bajo la manipulación, el primero recordado por la nacionalización petrolera, el pleno empleo, la Venezuela Saudita de la década de 1970; el segundo considerado como el pacificador, el hombre equilibrado, que atacó a Pérez como traidor y en cierta forma justificó los sucesos de 1989 y 1992 y, con ello, logró el apoyo popular.

Así lo expresa el politólogo Aníbal Romero:

La gente votó por Pérez buscando la reedición del espejismo Saudita de los años setenta. De ahí que el experimento reformista haya naufragado tan rápida y decisivamente en medio del tumulto del inolvidable 27–F. ¿Neoliberalismo? ¿Modernización? ¿Competitividad? ¿Productividad? ¿Globalización? ¡Jamás! Los venezolanos nunca hemos votado por eso ni estamos dispuestos a hacerlo ahora.3

Esto no quiere decir que el modelo neoliberal no haya sido aplicado. Sólo como referencia citemos un informe de la embajada estadounidense en Venezuela, que con beneplácito reconocía como positivo que

[...] en Venezuela no existen prácticamente restricciones cuantitativas para productos industriales, excepto por la prohibición de carros, ropas y cauchos usados. Como parte de adhesión al GATT Venezuela acordó eliminar progresivamente todas las restricciones cuantitativas que colindan con el GATT en diciembre de 1995.4

Además de la apertura económica, quizás lo más representativo del neoliberalismo en Venezuela fue la llamada apertura petrolera iniciada por Carlos Andrés Pérez, pero desarrollada fundamentalmente por el segundo gobierno de Rafael Caldera; como sucedió en otros países de América Latina, en Venezuela esta apertura económica vino acompañada de un fortalecimiento del régimen de opresión que comenzó con el genocidio del 27 y 28 de febrero de 1989, pero que continuó en los ataques a las huelgas, a los sindicatos, intervención de la prensa y represión al movimiento estudiantil.

Lo cierto es que este modelo que después de seis décadas intentaba sustituir el modelo rentista, no fue bien aceptado política y socialmente, cuyo rechazo se manifestó desde los movimientos sociales del 27 y 28 de febrero de 1989 —apenas a tres semanas de haber asumido el gobierno Andrés Pérez—, en las rebeliones militares del 4 de febrero y el 27 de noviembre de 1992 y en la definitiva salida de Andrés Pérez de la Presidencia el 20 de mayo de 1993. A pesar de la severa crisis política, este gobierno celebró haber logrado el crecimiento del PTB del 10% entre 1991 y 1992, haber disminuido la inflación que llegó al 100% en 1989 a un 32.5% en 1992; sin embargo, el PTB cae 1% en 1993 y la inversión de capital privado disminuyó 58% en 1989 y 135% en 1990.

Pero quizás lo más importante en este periodo es que, a pesar de las intenciones del Octavo Plan de la Nación de lograr el "gran viraje" y dejar de ser una economía rentista para convertirnos en una economía competitiva y productiva, no tuvo resultados. El aparato económico privado no respondió a pesar de los estímulos, quedando la responsabilidad nuevamente en Petróleos de Venezuela (PDVSA) y en el sector petrolero, que asumieron desde entonces un plan de expansión y la política de apertura en esta área, que luego fue profundizada por el gobierno de Rafael Caldera. Asimismo, los monopolios toman proporciones gigantescas y, sobre todo, los vinculados al capital internacional y al sector financiero y especulativo, mismos que se convirtieronen los sectores de mayor crecimiento en la economía nacional.5

En 1993 Rafael Caldera llega por segunda vez al poder, aprovechando su posición en la coyuntura del golpe de Estado de 1992, con un discurso populista de negarse a continuar el modelo neoliberal iniciado por Carlos Andrés Pérez; lo cierto es que debido a la crisis económica y a la terrible situación política y social luego de la salida de Carlos Andrés Pérez y en el gobierno provisional de Ramón J. Velásquez, Caldera se ve obligado a aceptar los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En 1994, durante su primer año de gobierno, comienza con la crisis financiera más grande del país, producto del crecimiento descontrolado en el gobierno anterior, lo que obligó a que el Estado tuviera que asumir la responsabilidad con los ahorristas, para lo cual destinó casi 60% de las exportaciones petroleras de ese año.

Caldera recibe el gobierno con una balanza comercial deficitaria de dos mil millones de dólares; las reservas internacionales en 12 mil millones de dólares; caída de la demanda interna, –6.6%; disminución de la inversión publica, –7.4%; caída de la demanda externa, 39.8%; inflación, 46%; un dólar a 100 bolívares, decrecimiento del PTB, –2.1%; déficit fiscal, 7%; es decir, una crisis generalizada, lo que llevó a ese gobierno a una fuerte política impositiva, que condujo a que, por primera vez después de 50 años, los ingresos fiscales no petroleros fueran mayores que los provenientes de esta actividad.6

En 1994 se produce una devaluación y un control de cambio, cotizándose el dólar a 170 bolívares. A partir de 1996, con la Agenda Venezuela se da continuidad a la política económica neoliberal, el dólar llega a cotizarse en 1998 a 750 bolívares, la inflación supera la cifra record del 100% y a pesar del crecimiento en las exportaciones petroleras en PTB cayo –2 %. Pero quizás lo más criticable del gobierno de Caldera fue la eliminación de las prestaciones sociales a los trabajadores y la profundización de la política de apertura petrolera que, básicamente, representa un retroceso a la época del predominio de los grandes trust petroleros sobre nuestra nación, encaminándose hacia la privatización de PDVSA y la disminución intencionada del papel protagónico de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) como regulador del mercado petrolero mundial.

 

¿TERMINA CHÁVEZ CON EL NEOLIBERALISMO?

El 6 de diciembre de 1998 el pueblo venezolano vota nuevamente en contra del neoliberalismo y apoya a quien hasta entonces era un militar desconocido, el protagonista del alzamiento militar de febrero de 1992, Hugo Rafael Chávez Frías, quien estuvo preso por dos años y fue perdonado por el gobierno de Caldera; posteriormente salió a la calle y en cuatro años pudo conquistar la mayoría del apoyo popular y llegar al poder que no pudo obtener por la fuerza.

Chávez llega al poder con un discurso nacionalista enfrentado al neoliberalismo; sin embargo, la muerte del neoliberalismo en Venezuela ha sido un proceso permanente pero nada sencillo. Es fácil decir que se ponen fin al neoliberalismo de un país porque a partir de un momento determinado se disminuye la preponderancias de las políticas de libre mercado, pero poco se hace para revertir los malos hechos en los años anteriores, desde privatizaciones de empresas, eliminación de protección arancelaria hasta convenios de entrega de los recursos naturales y estratégicos del país. Cuando ese mal estructural está hecho, si nada se hace para revertirlo radicalmente lo demás es discurso manipulador, neopopulismo con disfraz de democracia y economía social. Buena parte de esto es lo que ha sucedido en América Latina y de una supuesta crisis del neoliberalismo.

Desde el inicio de su mandato, el actual gobierno ha establecido marcada diferencia con el modelo económico neoliberal, y ha proclamado —tal como quedó expreso en la Constitución de 1999— la construcción de una democracia social, no representativa sino participativa, de una economía social, no de competencia sino de solidaridad. En este sentido, el proceso revolucionario pacífico ha venido gestando cambios en la estructura legal (leyes habilitantes), que garanticen la democratización del capital, de la distribución de la riqueza, así como ha generado planes y proyecto en el sector cultural y educativo para responder a la demanda de los excluidos.

El presidente Chávez ha plasmado cinco grandes ejes para la constitución de la nueva República:

1. El equilibrio político que garantice la democracia participativa y protagónica.

2. El equilibrio económico para garantizar una economía solidaria, productiva y autosostenida.

3. El equilibrio social mediante la educación, la cultura y la justicia, fundamentalmente.

4. El equilibrio territorial para la ocupación proporcionada del territorio nacional.

5. El equilibrio internacional para fortalecer la soberanía, desarrollar la integración no sólo de América Latina sino también con el resto del tercer mundo.7

En Venezuela, desde 1999 comienza el cerco al neoliberalismo, pero fundamentalmente en el orden político. En la Constitución de ese año queda establecida la defensa de la propiedad privada y, a pesar de los avances de la reforma social, todavía es una Constitución para una sociedad capitalista. En más de diez años que tiene el presidente Chávez en el poder, no es sino hasta abril de 2005 cuando por primera vez habló de la posibilidad de poner en curso a Venezuela por el socialismo del siglo XXI. Hasta esa fecha era un discurso nacionalista con profunda vocación humanística y cristiana, pero ecléctico. A pesar de unas reformas legales, hasta ese momento el proyecto de gobierno no estaba claramente definido, había ya un discurso anticapitalista pero no estaba constituido el proyecto de país.

 

CRECIMIENTO Y DISMINUCIÓN DE LA POBREZA

No tenemos la menor duda en afirmar que desde el golpe de Estado en abril de 2002, el paro petrolero de finales de ese año y principio del 2003 y el respaldo popular que obtuvo el gobierno, fueron los condicionante que presionaron para asumir una postura más radical. En 2003 surgen las misiones educativas y de salud, para atacar los problemas de los excluidos; ahí comienza una verdadera explosión social con la concientización y formación sociopolítica de la población, que comienza a estimular la participación activa de esa sociedad adormecida por el rentismo y manipulada por el populismo.

La crisis de 2002–2003 trajo profundas consecuencias en la economía nacional; se perdieron por lo menos diez mil millones de dólares, pero paradójicamente permitió desarticular la oposición de la vieja guardia de los tradicionales partidos políticos y sindicatos, que dejaron claramente marcado su irrespeto a la decisión del pueblo, su irresponsabilidad al no asumir su compromiso con los sucesos del golpe de Estado de abril de 2002 y el paro genocidio de 2003. El proyecto político de Chávez sale fortalecido, el apoyo popular es evidente y éste se reafirmaría en agosto de 2004, cuando 60% de la población, después de casi cinco años en el poder, lo legitiman como presidente.

Una vez derrotado el sabotaje petrolero, Venezuela inició un proceso de crecimiento sostenido, generalizado y significativo de mediados del 2003 al cierre del 2008. En 2009, producto de la crisis mundial, la economía entra en recesión por segunda vez durante el gobierno bolivariano —pese a que la recesión de 2002–2003 obedeció a la estridencia política vinculada al golpe de Estado y al sabotaje petrolero.

Igualmente la fuerza de trabajo ha visto mejorar su capacidad adquisitiva entre el periodo 2004–2007; especialmente los sectores de menores ingresos, que se han beneficiado del incremento sucesivo del salario mínimo y por las transferencias directas en servicios gratuitos de salud, educación y las misiones sociales. Al comparar el índice de remuneraciones del cierre de 2003 con el de 2007 se refleja una mejoría del salario promedio real (18.33%), así como un incremento real del salario mínimo, el mayor de América Latina —con 636 dólares mensuales está por encima de el de Argentina, que se ubica en el segundo lugar de la región, con 310 dólares.

Como consecuencia de la política económica del gobierno bolivariano la distribución del ingreso ha mejorado de manera continua durante dicho periodo. En 1999 el coeficiente Gini se ubicaba en 0.47 y en 2009 estaba por debajo de 0.42, reflejando con ello una mejoría relativa del ingreso en los dos quintiles más pobres de la población en relación con los más ricos.8

Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), organismo gubernamental dependiente del Poder Ejecutivo, el índice de pobreza en Venezuela se ubicó a finales de 2009 en 28.5%, lo que representa una caída de quince puntos porcentuales en comparación con el registro de hace diez años. La pobreza extrema también ha registrado una disminución en la última década al pasar de 17.1% en 1998 a 7.9% en 2009.9

Desde 2003 se han establecido en Venezuela una serie de programas sociales que tienen como objetivo proveer cuidados médicos para los pobres y alimentos subsidiados, así como brindar un mayor acceso a la educación. Por ejemplo, un estimado de 14.5 millones de personas o 54% de la población recibe actualmente cuidados médicos gratuitos mediante el programa Barrio Adentro. Un estimado de 40 a 47% de la población —entre 10.7 y 12.5 millones de personas— compra alimentos subsidiados mediante el programa Mercal, con descuentos que promedian entre 41 y 44%. El reporte de mayo de 2006 de Datanalisis, una compañía de investigación y encuestas asociada con la oposición en Venezuela, halló que Mercal representa 47.3% del total de las ventas en el mercado de distribución alimenticia en marzo de 2006 comparado con 34.7% en octubre de 2005.10

De acuerdo con un estudio que llevó a cabo Latinobarómetro —encuestadora que cada año evalúa de manera integral los países de la región—, Venezuela se ubica en el primer lugar en equidad social con 36%, seguido por Uruguay y Brasil con 30% y 24%, respectivamente. El promedio de esta variable en América Latina es de 21%.

En este sentido, es importante destacar la distribución del gasto social que representó un promedio de 14% en los últimos 20 años de la Cuarta República, a 42% en esta última década. El proyecto presupuestario para 2010 aprobado por la Asamblea Nacional, prevé una inversión en el área social de 45.7% (72 891 millones de barriles) que serán distribuidos en las áreas de educación, salud y seguridad social, entre otros sectores. Para 2009, se destinó 40% del gasto social a educación. La inversión para el sector salud fue de 12 028 millones de bolívares, la cual equivalía al 7.2% del producto interno bruto.

 

¿ES POSIBLE EL SOCIALISMO?

En Venezuela aún conviven el modelo neoliberal, el socialismo como proyecto, la economía de mercado, la propiedad privada, la legislación y hasta la cultura es aún capitalista; echarla atrás no es tarea fácil. Por un lado, los enemigos internos, aunque debilitados en su organización, siguen teniendo el poder económico y, lo más importante, la alianza con el gobierno estadounidense; paralelo a ello existen muchos males internos de resistencia cultural que tienen que ver con la deficiente formación y el inevitable proceso de alienación.

El enemigo externo es claramente visible, el interno es más peligroso, está junto a nosotros y dentro de nosotros; no tener claro hacia dónde vamos no creo que sea el mayor problema, lo más importante es la decisión a la verdadera transformación y el compromiso a transformarse asimismo; coincidimos con Enzo del Bufalo:

[...] los cambios políticos institucionales sólo son revolucionarios cuando se constituyen en aspectos parciales de cambios en las prácticas que cohesionan a la sociedad; la verdadera revolución es la revolución social.11

En Venezuela se han nacionalizado empresas emblemáticas como la siderúrgica, la de aluminio, la de comunicaciones, algunas empresas estatizadas han pasado al control de los trabajadores, como centrales azucareras y papeleras; se ha establecido una política firme en contra del latifundio, expropiándose más de 600 fundos correspondientes a unas seis millones de hectáreas, lo que representa cerca del 10% de las tierras cultivables del país. Se ha enfrentado a los especuladores y acaparadores con una legislación que deja claro que el gobierno puede expropiar industrias y servicios en los que considere se perjudique la estabilidad de la nación; en efecto, hasta junio de 2010 ya se han expropiado unas 150 empresas de distintos tamaños, tanto petroleras, de manufactura, como financieras, de comercio y servicio. En 2007 el gobierno estatizó La Electricidad de Caracas, la Faja del Orinoco y la Cantv, pero fue en 2008 cuando arreció su política de expropiaciones. Ese año nacionalizó cinco trasnacionales: la Siderúrgica del Orinoco —el grupo italoargentino Techint controlaba 60% de sus acciones—, el Banco de Venezuela —propiedad del grupo español Santander—, y la cementeras Cemex, Holcim y Lagafe —mexicana, suiza y francesa respectivamente.

Pero aún Venezuela no rompe con la dependencia de la renta petrolera; el crecimiento económico ha sido fundamentalmente en este rubro, el resto de la economía no logra crecer. Asimismo, a pesar el discurso antiimperialista y de la apertura del comercio exterior con otros países y la disminución de la dependencia respeto del mercado estadounidense, aún éste sigue siendo nuestro principal comprador de petróleo. A pesar de la campaña por la soberanía alimentaria, todavía son fuertes los niveles de importación para satisfacer la demanda la población. Quizás lo más grave es que, a pesar del discurso antiimperialista y anticapitalista, surtimos la materia prima más importante para mover los engranajes de este sistema, al tiempo que contribuimos, sin pretenderlo, con los altos niveles de contaminación ambiental del mundo.

Actualmente el gobierno ha iniciado una política de participación popular mediante los consejos comunales y las comunas, tronco sobre el que será posible construir el socialismo, nuestro socialismo. Concretamente en la Constitución de 1999, aparece claramente reflejado el nuevo rango de la Participación Popular, como se explicita en el artículo 62:

[...] La participación del Pueblo en la formación, ejecución y control de la gestión pública es el medio necesario para lograr el protagonismo que garantice su completo desarrollo, tanto individual como colectivo [y en el artículo 70] Son medios de participación y protagonismo del pueblo en ejercicio de su soberanía, en lo político [...] la asamblea de ciudadanos y ciudadanas cuyas decisiones serán de carácter vinculante, entre otros.

Ya no hay la menor duda de que el venezolano es distinto al ciudadano de hace una década. Hay un gran avance en la estima del venezolano, en la conciencia social y política. Asimismo, son muchos los campesinos, los indígenas, los obreros que han visto mejorada su calidad de vida. De esto no hay la menor duda y por ello el apoyo político que todavía acompaña al gobierno venezolano.

Sin embargo, es necesario tomar en cuenta que el poder popular que ha venido creciendo será la base de una sociedad socialista sólo en la medida en que tenga plena autonomía, que pueda autosostenerse. Entendemos que el proceso histórico que ha hecho posible este poder popular se debe a circunstancias específicas, entre ellas, el hecho de que es una revolución pacífica, que no se ha llegado al poder por la fuerza sino a partir del consenso político y la decisión de las grandes mayorías y, por otro lado, la negociación entre las diferentes tendencias políticas que desde las más moderadas hasta las más radicales apoyan al gobierno de Chávez.

Este acrecentamiento del poder popular ha tenido hasta el momento, y es lógico que así haya sido, el impulso y la directriz del estado venezolano. Ha sido el estado el que ha hecho las leyes, los decretos, las decisiones para reivindicar a este pueblo y es el mismo quien ha contribuido en la formación política para tomar conciencia que esto no es una dádiva, sino derechos ancestralmente despojados.

Sin embargo, tiene que llegar el momento en que las comunas sean realmente un epicentro no sólo de debate político y participación protagónica, sino además un factor de trabajo y producción socialista que genere y garantice su autosostenimiento, sin quitar las responsabilidades que el Estado tiene en el proceso de transformación de erigir las políticas para toda la nación venezolana y de fomentar al desarrollo de cada una de las comunas y las regiones que las constituyen.

Mientras el artículo 5 de la Constitución expresa que "los órganos del Estado emanan de la soberanía popular y a ella están sometidos"; el artículo 1 de la Ley de los Consejos Comunales señala que "la Ley tiene por objeto crear, desarrollar y regular la conformación, integración, organización y funcionamiento de los Consejos Comunales; y su relación con los órganos del Estado".12 Es decir, perdura y prima los intereses del Estado sobre el poder popular. Coincidimos con Marx, para quien:

[...] la liberación de los trabajadores no puede ser más que la obra de los trabajadores mismos. No puede ser obra de Estados, gobiernos, partidos, dirigentes supuestamente infalibles, o de expertos de cualquier tipo.13

Estas políticas están en desarrollo; a pesar de los buenos deseos existe la tradicional fuerza de resistencia, los innegables casos de corrupción y deficiencia gerencial que atentan contra los cambios, los peligros del caudillismo y la prepotencia del único líder, la hegemonía y control del poder. Sin la menor duda, en Venezuela se ha iniciado un proceso revolucionario socialista, que no está copiando ningún modelo y es el producto de los aciertos y errores de los venezolanos.

Todo esto sin pretensión alguna de negar las demostradas desviaciones de muchas sociedades que se autodenominaron socialistas y cuyo fracaso y engaño ha servido para alimentar la campaña de terror que hoy se lleva en contra del proceso venezolano dentro y fuera del país. Tampoco pueden ocultarse los errores, contradicciones y desviaciones que en este proceso socialista–bolivariano se han producido. Pero consideramos que la discusión sobre este proyecto socialista no sólo atañe a los venezolanos, es un debate mundial: continuamos con el sistema capitalista predominante, que ha demostrado históricamente que sólo produce riqueza para unos pocos y más pobreza, explotación, racismo y exclusión para la mayoría.

 

REACCIÓN DE LA BURGUESÍA Y LA CLASE MEDIA

Pero así como hemos señalado elementos que demuestran cómo los pobres han sido atendidos por el gobierno bolivariano, y de ahí el apoyo de este sector al proceso que lidera Chávez, es necesario también indicar que sectores de la clase media han sido, junto con la burguesía, los de mayor enfrentamiento al gobierno bolivariano:

Por otro lado, encontramos otro sector de la clase media que se opone al cambio de forma desmesurada, haciéndose merecedores del calificativo de "disociados". Esos que ven con repudio que unos individuos de los sectores populares se encuentren ahora compartiendo sus espacios públicos, asumiendo sus conductas y sus estereotipos, por más negativos que sean. Ven así, cómo su identidad, ese carácter especial que tenían al ser una selecta clase media, perfectamente diferenciada de gran parte de la sociedad, deja de ser exclusiva para ser compartida cada vez más con distintas identidades que para ellos eran inferiores. Esa clase media ha sido deteriorada y manipulada comunicacionalmente por medio del miedo y del engaño, transmitiéndole el temor de que el cambio, elemento esencial de su condición social, será en detrimento de los valores individualistas propios del capitalismo que le han inculcado: perderás tu carro, perderás tu apartamento, te quitarán los hijos, y pare usted de contar.14

Para Alejandro Escarrá, al contrario de lo que mucha gente en Venezuela parece creer, estas tendencias económicas han afectado más a la clase media que a los pobres. En otras palabras, la devaluación de la moneda tuvo un mayor impacto negativo en la clase media, porque ésta tiende a adquirir más productos en dólares: carros, computadoras, bienes raíces o unas vacaciones en Estados Unidos. Repentinamente, ellos no pueden realizar dichas compras porque su precio es ahora más alto de lo que era antes de la devaluación.

Además, debido a que la devaluación acarrea una inflación general de los precios y a que Venezuela importa casi 70% de sus bienes de consumo, la inflación se hace más acuciante en aquellos productos que la clase media consume, porque ésta tiende a adquirir más bienes importados que los pobres. Otra razón por la cual la inflación afecta más a la clase media es la de depender de un salario que se establece a principios de año. Los pobres, quienes se emplean en la economía informal, pueden ajustar sus ingresos a la par de la inflación, simplemente cobrando más por sus productos y servicios; no necesitan esperar por un aumento de salario. Además, el gobierno ha aumentado todos los años el salario mínimo, no así el de los profesionales y técnicos.

Los pobres, además, tienden a formar redes sociales que amortiguan el impacto de la inflación, grandes comunidades y familias extendidas se ayudan unas a otras en forma de servicios públicos gratuitos de salud y educación. Por otro lado, la clase media tiende a confiar en la educación privada y en los servicios privados de salud, los cuales son de mejor calidad, aunque tienden a descontinuarse debido al incremento en sus precios, de acuerdo con los ingresos de la clase media.15

No se puede negar que los patrones de consumo, en general, hoy se han acrecentado, desde los servicios básicos de agua, electricidad, así como alimentos y suntuarios. Esto ha incentivado un mayor auge de las importaciones y, por lo tanto, la dependencia respecto del comercio con el exterior (Cuadro 2).

Si bien no es el objeto de este trabajo, la dependencia con el comercio exterior es de vieja data en los países desarrollados; en el caso concreto de Venezuela, ha tenido en el último siglo el sello de la dependencia respecto de la renta petrolera, que nos has hecho poco productivos, una encomia parasitaria donde la inversión privada se ha dedicado fundamentalmente al comercio y a los servicios. En los últimos 30 años la inversión privada ha venido cayendo continuamente en Venezuela. En tal sentido, para 1977 la inversión se ubicó en 70.6% del PIB (pública 13.1%, privada 57.5%). Para 2007 se ubicó en 33.8% del pib (pública 11.5%, privada 22.3%); y para 2008 alcanzó 31.5% del pib (pública 13.0%, privada 18.6%).

La burguesía nacional, históricamente dependiente de alianza con sectores trasnacionales, gracias a la magnitud de la renta petrolera ha creado lazos mayores de dependencia respecto del Estado. No hay duda de que esto comienza a cambiar a partir de la crisis del rentismo en la década de 1980, pero más aún por la posición política del gobierno de Chávez en contra de estos sectores, a los que no duda en calificar de apátridas y pro yanquis. El empresariado venezolano se ha convertido en estos años en protagonista político en contra del gobierno, al que desde sus inicios no duda en catalogar de pro comunista. Lo cierto es que tal como podemos ver en la Grafica 5, cerca del 50% de las empresas privadas en el país han desaparecido, y aunque han surgido empresas estatales, no lo han hecho al mismo ritmo, acrecentado nuestra dependencia con el exterior.

Tal como lo señala Barrios Graziani:

En el caso de la burguesía venezolana podemos distinguir claramente tres fases o etapas históricas, una comprometida con un modelo que podría denominarse "populista–clientelar", en el que se mantiene una estrecha alianza con el Estado y con el que comparte en gran medida las riquezas y el patrimonio nacional, esta fase se extiende desde la década de 1950 hasta fines de la de 1980. La otra fase "tecnocrático privatista", que se extiende de fines de la década de 1980 hasta la de 1990, se caracteriza por la exclusión del Estado y la fuerte presión para que éste transfiera riquezas y patrimonios al sector privado mediante las privatizaciones; y la fase de 1990 hasta hoy, cuyo rasgo predominante es la ruptura con el Estado y una fuerte politización de los sectores empresariales.16

 

CONTRADICCIONES IDEOLÓGICAS

A pesar de que el sustento ideológico–doctrinal del socialismo del siglo XXI en sus primeros momentos ha sido muy confuso, Chávez nunca se definió como marxista; por el contrario, en 2007 llamó a sus partidarios a alejarse de esta corriente:

El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) no tomará las banderas del marxismo–leninismo porque es una tesis dogmática que ya pasó y no está acorde con la realidad de hoy [...] Fidel es marxista–leninista. Yo no. Fidel es ateo. Yo no.17

A pesar de este aparente alejamiento del marxismo —a nuestro modo de ver, parecía más por temor a la reacción de los venezolanos en unas elecciones próximas, que por convicción política— vemos en el presidente, sobre todo a partir de 2003, una política social claramente clasista, reivindicando las luchas de clase, el papel de la clase trabajadora, el antiimperialismo y anticapitalismo. Así lo expresa Chávez en una entrevista en 2005:

Aquí está en marcha un modelo alternativo al capitalismo, estamos impulsando un modelo económico distinto, cuyos impactos apenas están comenzando a sentirse porque es un proyecto de largo plazo, estamos en una fase de transición y eso es importante, que todos y todas lo reconozcamos con claridad [...] Le vamos a dar un porcentaje de acciones a los propios trabajadores para que sean co–dueños junto al gobierno, junto al Estado, de esos activos y de esas empresas que están naciendo [...] Así que de esta manera estaremos pronto transformando el modelo socioeconómico, el capitalismo, el neoliberalismo, hacia un modelo distinto, de economía social productiva de cogestión, de autogestión obrera, donde los trabajadores y trabajadoras tengan un rol esencial y fundamental en el impulso de la nueva economía al servicio del ser humano, para irnos alejando del capitalismo, del neoliberalismo salvaje.18

Tan sólo un año y medio después —fuera ya de la presión electoral— lo vemos asumiendo plenamente el marxismo:

Por primera vez asumo el marxismo, como asumo el cristianismo y bolivarianismo. Asumo el marxismo, asumo el bolivarianismo, el martianismo, el sandinismo, el sucrismo y mirandismo. Pero el marxismo es, sin duda, la teoría más avanzada en la interpretación de la historia, de la realidad concreta de los pueblos.19

Diferimos con autores venezolanos como Nelly Arenas,20 quien considera al régimen de Chávez propio de un nuevo tipo de populismo posmoderno para caracterizar las nuevas expresiones populistas que están emergiendo en el mundo a la luz de la bancarrota de la modernidad, aunado a la crisis económica mundial, el debilitamiento del Estado social o Estado de bienestar, lo que, a su modo de ver, implica un nuevo consenso en torno de dos polos, el mercado y la "preferencia nacional". No tenemos la menor duda de que al principio del mandato de Chávez, ésta ha podido ser una apreciación valida. Él mismo reconoció ser simpatizante de "La tercera vía":

En una época llegué a pensar en la tercera vía. Andaba en problemas para interpretar el mundo. Estaba confundido, hacía lecturas equivocadas, tenía unos asesores que me confundían todavía más. Llegué a proponer un foro en Venezuela sobre la tercera vía de Tony Blair. Hablé y escribí mucho sobre un "capitalismo humano".21

Pero, como hemos señalado, desde 2003 esto quedó en el pasado.

 

EL CONTEXTO INTERNACIONAL

Lo anterior es el contexto en el que el presidente Hugo Chávez, en abril de 2005, lanza la consigna de construir el socialismo a la venezolana. Pero lo hace también enmarcado en un contexto internacional; las voces contra el neoliberalismo se venían gestando durante toda la década de 1990, desde el Chile que repudia a Pinochet y retorna a la democracia, pero más aún, ante los evidentes fracasos del neoliberalismo para enfrentar la pobreza y la exclusión social, ante la caída de la Unión Soviética que en un primer momento legitimó la idea de un capitalismo triunfante y de las bondades de un proceso de globalización, pero cuyo avance violento produjo repudios a escala mundial.

Desde manifestaciones sociales y militares como las producidas en Venezuela y Brasil, pero también ante el surgimiento de movimientos populares y campesinos como el zapatista y redes mundiales cada vez más crecientes que, utilizando los propios medios de la globalización como las redes informáticas, se convirtieron en el mayor obstáculo a la aplicación del neoliberalismo. Tal como lo plantea Emir Sader:

El nuevo siglo arranca en América Latina con un sorprendente comienzo. El continente, que había sido un territorio privilegiado para el neoliberalismo y donde primero fue aplicado —en Chile y Bolivia—, se ha convertido rápidamente en el área privilegiada no sólo de resistencia sino de construcción de alternativas al mismo. Se trata de dos caras de la misma moneda: precisamente por haber sido el laboratorio de los experimentos neoliberales, América Latina se está enfrentando ahora a sus consecuencias.22

El resurgir del nuevo nacionalismo, de defensa a las particularidades culturales y el respeto a lo multicultural se convertirían en barreras de carácter simbólico–cultural, aparentemente inofensivas, pero que luego irían tomando pasos en el escenario político mundial hasta convertirse hoy en un verdadero frente no sólo contra el neoliberalismo, sino lo más importante, contra el sistema capitalista.

En ese contexto surge la realidad actual venezolana, pero también ese contexto ha sido modificado, perneado por las propuestas que desde Venezuela se hacen a favor del respeto a la soberanía, en defensa del Estado nacional, las identidades culturales, de nuestra materia prima, y sea el caso más elocuente la reivindicación de la OPEP, la necesaria integración entre los países del tercer mundo, ante otro con pretensiones hegemónicas y unipolar y una política exterior nada ecléctica, nada vacilante, frente al capitalismo, contra el imperialismo. Más que el liderazgo del presidente de la República a escala mundial, es innegable el impacto de lo que está sucediendo en Venezuela en el resto de los países y fundamentalmente de nuestros vecinos latinoamericanos.

Venezuela es hoy el ensayo socialista más importante del mundo. Seguidores y detractores fijan su atención sobre el futuro del país. Se quiera o no aceptar el proyecto político venezolano, éste ha producido modificaciones hasta en la política exterior estadounidense, que ha visto disminuir su papel preponderante en la región, donde una década atrás parecía contar con puros aliados e incondicionales y donde Cuba era vista como excepción, como un fenómeno extraño. Hoy, en parte como consecuencia de las radicales medidas neoliberales, la situación social y política en América Latina se ha revertido, en algunos casos en proyectos políticos claramente antagónicos como en el caso de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, pero también en la mayoría de los otros países, que aunque con moderación han puesto freno al neoliberalismo y a las pretensiones hegemónicas de Estado Unidos.

Por el contrario, hoy son excepciones los gobiernos incondicionales a la política exterior de Estados Unidos y defensores del neoliberalismo y en países como México, Colombia y Perú la población ha marcado claramente su posición; son evidentes los vientos de cambio. A decir de Heinz Dieterich:

El renacimiento de una praxis liberadora que avanza hacia la sociedad poscapitalista se manifiesta en múltiples rebeliones y movimientos populares que abarcan desde el zapatismo en México, el Movimiento de los Sin Tierra (MST) en Brasil, la revolución bolivariana en Venezuela, el levantamiento indígena–popular–militar en Ecuador y el "argentinazo" del 20 de diciembre, hasta las protestas de Seattle y Génova.23

Hoy la región aún se encuentran dividida por los dos proyectos de integración antagónicos: Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), frente a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (alba). El A LCA es un proyecto para integrar comercialmente a todo el continente americano. Se creó por iniciativa de Estados Unidos en 1994, y ha debido iniciarse en 2005, del que formarían parte los países del continente americano (menos Cuba), con un potencial de 800 millones de habitantes. A partir del ALCA se busca convertir a la América en un gran mercado, en una zona donde circulen libremente las mercaderías y los capitales sin trabas ni regulaciones, lo que reportaría un producto bruto de 13 mil billones de dólares.

El ALBA fue impulsada por el presidente Hugo Chávez en la Cumbre de la Asociación de Estados del Caribe en 2001, constituyéndose en un mecanismo de interacción de amplio alcance —que enfrenta la pretensión hegemónica del ALCA—, que no sólo se centra en lo económico, lo "social" será lo primordial, la cooperación y la solidaridad. Es una integración de los pueblos y no de las trasnacionales y sectores élites. Existen ya propuestas y planes concretos del ALBA que están en ejecución: desde una red de comunicación como Telesur, que permita conocernos a profundidad sin la manipulación de las grandes cadenas informativas, avanzan los proyectos energéticos que unirán a nuestros países en el suministro de la más importante de las materias primas. Otras propuestas, como el Banco del Sur, quizá con más dificultades, están siendo reconocidas por los gobiernos del área.

 

EPÍLOGO

En Venezuela se está gestando un proyecto alternativo al neoliberalismo, un proyecto autónomo de socialismo. Reconociendo el apoyo de Cuba, China, Rusia, entre otras naciones, es una construcción propia, por eso las contradicciones, las deficiencias. Hay un enfrentamiento contra la burguesía nacional, en la lucha contra el latifundio, los oligopolios, los acaparadores. Se han nacionalizado y entregado empresas a los obreros para su gestión. No hay la menor duda de que la mayoría pobre en Venezuela viene siendo incluida, no con dádivas populistas sino con tierras, créditos, formación académica, técnica y política, salud, cultura, participación política y control sobre la gestión pública. Se ha enfrentado, no sólo en el discurso, al imperialismo y al capitalismo; los procesos de integración latinoamericana y las alianzas con los países del sur van tomando fuerza y obteniendo resultados reales.

Ya no son sólo las voces de los humanistas, los socialistas, grupos ecológicos, sino connotados científicos, muchos de ellos miembros de las más prestigiosas instituciones científicas del mundo desarrollado, quienes han advertido que, al ritmo de producción capitalista actual, la vida sobre la tierra tiene los años contados. Ya no es la amenaza del apocalipsis por un mundo inmoral. No, es la palabra de quienes siendo pagados para continuar el desarrollo del modelo imperante han tenido que reconocer que de seguir la carrera de consumo de recursos naturales y producción de contaminantes, muchas de las especies, entre ellas la humana, tendrán dificultad para subsistir en las próximas décadas. Ya no se trata sólo de denunciar la explotación capitalista, de lo que se trata es de enfrentar la destrucción del mundo.

 

NOTAS

1 Pedro Rodríguez Rojas, Venezuela: economía y petróleo, 1973–1997, Venezuela, Upel, 1998, p. 12.         [ Links ]

2 Aníbal Romero, Decadencia y crisis de la democracia. ¿A dónde va la democracia venezolana?, Caracas, Panapo, 1994, p. 32.         [ Links ]

3 Ibid., p. 79.

4 El Globo, 22 de mayo de 1995.

5 Pedro Rodríguez Rojas, Venezuela: economía y petróleo, 1973–1997, op. cit.

6 Banco Central de Venezuela, Informe trimestral, octubre, 1998, p. 27.         [ Links ]

7 Hugo Chávez, Mensaje presidencial ante la Asamblea Nacional, 2004 (www.urru.org/videosbolibananos/VB_2005/mensaje2005.pdf).         [ Links ]

8 Haiman El Troudi, La política económica bolivariana (PEB) y los dilemas de la transición socialista en Venezuela, Caracas, CEPES/Monte Ávila Editores, 2010, pp. 44–46.         [ Links ]

9 Instituto Nacional de Estadísticas, Venezuela, 2009, p. 39.

10 Center for Economic and Policy Research, Informe temático, mayo, 2006 (www.cepr.net).         [ Links ]

11 Enzo del Bufalo, "La naturaleza del poder y los movimientos sociales", Relea, núm. 22, Venezuela, Ediciones CIPOST, 2005, pp. 31–32.         [ Links ]

12 Republica Bolivariana de Venezuela, Ley Orgánica de los Consejos Comunales, 2006, p. 4.         [ Links ]

13 Ernest Mandel, Para restaurar la credibilidad del socialismo, Madrid, Crítica y alternativa, 1992, p. 269.         [ Links ]

14 Alejandro Escarrá, "El impulso de la clase media", Venezuela (www.latinoamerica21.org/colaboraciones/el–impulso–de–la–clase–media–popular).         [ Links ]

15 Idem.

16 Leticia Barrios Graziani, "Los límites de las burguesías nacionales", Nómadas, núm. 11, enero–junio, Universidad Complutense de Madrid, 2005, p. 35.         [ Links ]

17 Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información, "Aló Presidente", programa conducido por Hugo Chávez, núm. 287, 21 de julio de 2007.

18 Manuel Cabieses, "¿Dónde va Chávez? Socialismo del siglo XXI", Punto final, núm. 598, 19 de agosto de 2005.         [ Links ]

19 Hugo Chávez, "Discurso de gestión de gobierno ante la Asamblea Nacional", 15 de enero de 2010.

20 Nelly Arenas, "Venezuela: ¿del populismo rentista al populismo neoliberal?, Cuestiones Políticas, núm. 29, Instituto de Estudios Políticos y Derecho Público, Universidad del Zulia, 2002, p. 54.         [ Links ]

21 Manuel Cabieses, "¿Dónde va Chávez? Socialismo del siglo XXI", op. cit.

22 Emir Sader, El nuevo topo: los caminos de la izquierda latinoamericana, Argentina, Siglo XXI Editores, 2009, p. 12.         [ Links ]

23 Heinz Dieterich, El socialismo del siglo XXI, Venezuela, Horizonte editores, 2005, p. 34.         [ Links ]

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